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  J. Edgar  Dirigida por Clint Eastwood
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El ganador de un Oscar® Clint Eastwood (Million Dollar Baby, Sin perdón) ha dirigido el guión del también oscarizado Dustin Lance Black (Milk).

El nominado al Oscar® Leonardo DiCaprio (Origen, El aviador) interpreta el papel protagonista. El reparto de J. Edgar también cuenta con la nominada al Oscar® Naomi Watts (21 gramos) como Helen Gandy, la secretaria de Hoover de toda la vida; Armie Hammer (La red social) en el papel del protegido de Hoover, Clyde Tolson; Josh Lucas (El inocente) encarnando al legendario aviador Charles Lindbergh, quien perturba la imagen pública del FBI tras el caso del secuestro de su hijo; y la ganadora de un Oscar® Judi Dench (Shakespeare in Love) como la madre sobreprotectora de Hoover, Annie Hoover.

J. Edgar es una producción de Eastwood, el ganador de un Oscar® Brian Grazer (Una mente maravillosa, El desafío: Frost contra Nixon) y el nominado al Oscar® Robert Lorenz (Cartas desde Iwo Jima, Mystic River), junto a Tim Moore y Erica Huggins como productores ejecutivos.

Detrás de las cámaras, Eastwood reunió a algunos de sus colaboradores de siempre: el director de fotografía Tom Stern, el director de producción James J. Murakami, los editores Joel Cox y Gary D. Roach y la diseñadora de vestuario Deborah Hopper. Además, Eastwood compuso la banda sonora de la película.


HOOVER (VIEJO)
Ni que decir tiene que
lo que define el legado de un hombre
es, a menudo, lo que no se ve…


J. Edgar Hoover fue un personaje complejo y persuasivo que cautivó a Norteamérica, cuyo legado todavía se respira en los pasillos del edificio del FBI que llevan su nombre. Fue el catalizador de las ciencias forenses actuales y creó un sistema de leyes federales que transformaron el país en muchos sentidos, cambios que hoy en día siguen teniendo gran importancia. Era un hombre temido y venerado a partes iguales, una dicotomía andante cuya vida pública y privada suscitaba muchos rumores, pero, gracias a su eterno secretismo, la cuestión de quién era realmente sigue siendo a día de hoy una mera especulación.

El director, Clint Eastwood, que creció durante su mandato, estaba fascinado por el hecho de poder explorar a Hoover en el largometraje. "Hoover era un poli de primera, o, más bien, un federal de primera", pero la verdad es que no sabía demasiado sobre él. Siempre fue un hombre destacado (se le veía con actores y escritores famosos en eventos sociales y demás), pero seguía siendo un enigma en muchos aspectos.

Así que cuando le llegó el guión de J. Edgar "Ya tenía curiosidad, especialmente por el enfoque del guionista, Dustin Lance Black, era realmente un estudio sobre el personaje. Me encantó la historia", comenta Eastwood.

El protagonista de la película, Leonardo DiCaprio, está de acuerdo: "Lance escribió este increíble guión que tanto a Clint como a mí nos atrajo de inmediato. Hoover siempre ha sido una figura mítica en la historia de EE.UU., y aún así, tanto su vida política como su vida privada han estado siempre envueltas en un halo de misterio. El hecho de tratar su historia era sobrecogedor, pero Lance lo ha hecho de una manera muy conmovedora".

"Es una historia sobre las relaciones personales, interacciones íntimas entre Hoover y las personas de su entorno, desde el más cercano (Clyde Tolson, Helen Gandy y su madre) hasta Robert Kennedy y otras célebres figuras políticas, incluyendo a presidentes. Si hubiera sido simplemente una película biográfica, creo que no la habría hecho, a mí me gustan las películas que tratan las relaciones personales, explorar por qué la gente hace según qué cosas", nos cuenta Eastwood.

El director también tenía muchas ganas de estrenarse trabajando con DiCaprio. "Leo es brillante y le gusta interpretar papeles fuera de lo común que le obliguen a exprimir la imaginación", añade. "Sabía que encarnar a este personaje sería duro, tanto física como mentalmente, pero se entregó a ello de lleno y, yo creo, eso se nota en su interpretación".

"Este ha sido uno de los personajes más complicados que he visto sobre el papel", comenta DiCaprio a propósito del guión de Black, que abarca toda la vida profesional de Hoover, comenzando con las invasiones bolcheviques en 1919, cuando el comunismo empieza a llegar a territorio norteamericano. "Desde el punto de vista de Hoover, el comunismo era prácticamente una especie de movimiento terrorista y luchó contra ello y contra otros enemigos a lo largo de su trayectoria profesional. Lance lo analizó de joven y de viejo, criticándolo de todas las maneras posibles".

"Después de Harvey Milk, Hoover era alguien al que realmente tenía ganas de investigar", aclara Dustin Lance Black, el guionista. "En mi opinión, parece lo opuesto a Milk: Es un hombre con un poder político tremendo, pero hermético en todo lo relacionado con su vida personal".

El proyecto llegó a manos de Black por medio del veterano productor Brian Gazer, que ya había trabajado una vez con Eastwood, y estaba deseando repetir: "Quería hacer una película sobre J. Edgar Hoover, no un documental, sino un largometraje de verdad", apunta. "Me interesaban el poder y la corrupción que había en su mundo, mucha de la cual era provocada por él mismo, a pesar de su patriotismo".

Black y Grazer establecieron una serie de directrices para hacer la película, incluyendo el secuestro de Lindbergh y la creación del FBI.

"Me preguntaba cómo este hombre, que comenzó su carrera con la mejor de las intenciones, continuando con la fundación del FBI y derrotando a algunos de los gánsters más célebres del país, se convirtió en alguien tan paranoico y, según algunas fuentes, diabólico", explica Grazer.

Black apunta: "Según mis indagaciones iniciales, se le consideraba bien un héroe nacional, al que le debemos todo en cuanto a seguridad y protección se refiere, o bien un villano que hizo las cosas de una forma turbia y que aterraba al país. Todo parecía demasiado extremo, así que pensé que la verdad debía de estar a medio camino".

Grazer coincide con esta conclusión, y con la idea del escritor de "presentarla desde un punto de vista interior, a partir del mismo Hoover, dejando que sea él quien cuente la historia tal y como la recuerda", comenta el productor.

Robert Lorenz, productor, opina que la temática es especialmente fascinante porque "Lo que la mayoría de la gente sabe hoy en día es básicamente de oídas. Era la oportunidad de contextualizarlo, de intentar entender la motivación de sus actos, sin defender o juzgar todo lo que hizo, de mostrarlo como un hombre difícil, no como un individuo unidimensional".

Después de leer casi todo lo que se había publicado sobre Hoover, Black buscó todos los testimonios de primera mano posibles, de todos aquellos que le habían conocido y aún vivían. Complementó la película con información de otras personas que quizá no conocieron al hombre personalmente, pero vivían en Washington DC durante su período en el FBI, para lograr formar una imagen completa de él, con lo bueno y con lo malo.

Confirmando la teoría de que la historia tiende a repetirse, los cineastas se dieron cuenta de que la que ha escrito Black sobre J. Edgar Hoover es muy actual, a pesar de que murió hace casi 40 años.

"Uno de los aspectos más llamativos del guión es que trata de un tipo que se dedicaba a manipular a los medios, y era realmente bueno haciéndolo", observa Lorenz. "En esta época, en la que la gente intenta definir constantemente su imagen y tiene que plantar batalla al rápido avance de la tecnología, creo que es fascinante echar la vista atrás y ver cómo lo hizo Hoover y cómo logró mantener tantas cosas en secreto, tanto de su vida privada, como en su trabajo. Este tipo de privacidad sería difícil, si no imposible, de mantener actualmente, y ese es ciertamente uno de los aspectos más intrigantes a la hora de hacer la película",

J. Edgar comienza a mediados de los años 70, casi al final de su vida y de su mandato como Director del FBI; quiere preservar todo lo que ha construido y empieza a dictar sus memorias, volviendo a sus inicios como veinteañero, cuando empezó a trabajar en lo que entonces era simplemente la Oficina de Investigación.

"Creo que le interesaba mucho su lugar en la historia", comenta Eastwood, "pero seguramente con tendencia a la exageración. Existen momentos demostrados en los que amaña un poco sus historias para parecer mejor persona".

"Al inicio de su carrera, la resolución del caso Lindbergh y la captura de bandidos como John Dillinger le ayudaron a crear esa imagen pública de G-Man", apunta DiCaprio. "Había cómics sobre ellos y venían en las cajas de cereales, comprometiendo así a los jóvenes norteamericanos, todo formaba parte de su campaña publicitaria para convertir al gobierno en una fuerza que ayudaba a las familias y protegía a los niños".

Sigue sin saberse si él llegó a tener la sensación de que el país estaba a salvo o de que se vislumbraban cambios positivos en el horizonte.

"Yo creo que, incluso de viejo, J. Edgar Hoover seguía tan obsesionado con el comunismo que no pudo reconocer las cosas que iban mejorando durante el Movimiento de Derechos Humanos", continúa el actor, "lo vio como una revuelta con posibilidades de convertirse en algo destructivo, ahí es donde perdió el equilibrio, donde no supo ver el futuro real de nuestro país",


HOOVER (VIEJO)
Ya va siendo hora de que esta generación
sepa distinguir entre
los villanos y los héroes.


J. Edgar Hoover consagró su vida al servicio público, fundamentalmente anteponiendo cualquier causa que considerara un bien mayor sobre cualquier relación personal que pudiera haber querido tener. Siempre trabajó para conseguir autoridad y la adoración de la sociedad y vio la oportunidad de alcanzar sus objetivos convirtiéndose en una figura suprema de la lucha contra el crimen, en un héroe para la ciudadanía.

"De joven, Hoover era un hombre increíblemente ambicioso", comenta Leonardo DiCaprio, quien encarna al personaje desde que es un veinteañero hasta que cumple los 77. "Estaba totalmente decidido a triunfar en Washington, principalmente por las expectativas que su madre tenía de él. Su padre no había conseguido convertirse en una figura política importante y Annie quería que su hijo trajera fama y fortuna al apellido de la familia, importándole poco o nada lo que el propio Edgar pudiera querer. Así se convirtió en aquel estoico perro guardián de la ley y del orden que tenía que mantener su vida privada muy en privado. Para él todo pasó a ser secreto".

Como no se sabía mucho sobre la vida privada de su personaje, DiCaprio investigó muchísimo para poder recrear a Hoover en pantalla con el mayor realismo posible. "Dar vida a esta persona fue un reto asombroso, porque era un hombre verdaderamente enigmático", afirma. "Creo que era una persona muy manipuladora y encantadora; podía encandilar a cualquiera y al mismo tiempo intimidarlo. Le gustaba la atención pública, pero se concentraba tanto en el trabajo que éste llegó a definir gran parte de lo que era, sus principios, las decisiones que tomaba en cada momento. No sé si "cura" sería la palabra más adecuada, porque J. Edgar Hoover no era ningún cura, pero sin duda consideraba el FBI como su iglesia".

"Leo es un profesional de los pies a la cabeza, estaba totalmente preparado", dice Eastwood. "Desde el principio supe que había hecho los deberes, pensó mucho en lo que tenía que hacer y se interesó por mi forma de ver las cosas. Me impresionó mucho su concentración y creo que supo transmitírsela al personaje".

El actor no se podía creer que estuviera trabajando con el legendario director. "Los trabajos de Clint son impecables porque confía en sus instintos, confía en su intuición. Su forma de trabajar es maravillosamente sencilla; tiene una única perspectiva y eso me facilitó el trabajo. Es verdad que es como un entrenador de boxeo. Era como meterse en el ring y tener a tu entrenador ahí, apoyándote. Y creo que esa confianza y apoyo son evidentes en la pantalla".

La confianza era vital para J. Edgar Hoover y, aunque solo otorgó la suya a unos pocos individuos a lo largo de toda su vida, él sabía que esos pocos le eran leales de verdad. Para terminar de retratar por completo a Hoover, para los cineastas era crucial capturar esas relaciones clave que reflejaban y revelaban quién era, comenzando por su compañero y amigo Clyde Tolson.

Grazer opina: "Estos dos hombres mantenían una relación jovial y de compañerismo, pero también compartían la soledad y el aislamiento. Los dos eran producto de su época".

DiCaprio comenta: "Comían y cenaban juntos todos los días, se iban de vacaciones juntos. Si estaban juntos o no en otro plano... bueno, nadie que esté vivo conoce la verdad. En la película, se ve casi como un amor no correspondido, pero aun así duradero".

En el importante papel de Clyde Tolson, Armie Hammer confiesa que, tuvieran la relación que tuvieran, "Clyde siempre fue diligente y estuvo al lado del director, era, literalmente, su mano derecha. Así trabajaban ellos".

"Armie hizo un trabajo excelente en el papel de Tolson", afirma Grazer. "Bordó su interpretación, le dio una energía muy sutil, aunque tangible al personaje y tenía una relación muy natural con Leo."

A pesar de que no hubiera ni por asomo la misma cantidad de información que buscar sobre Tolson que sobre Hoover, Hammer investigó minuciosamente para averiguar cosas sobre este personaje. "Contraté a una investigadora profesional que me ayudó a encontrar toda la información disponible sobre Tolson, incluso su anuario del instituto", explica. "Según algunos de los antiguos miembros del FBI, era un tipo muy observador, a menudo el más listo de todos. Le apodaban "la computadora humana" porque tenía memoria fotográfica. Por eso, dejando aparte cualquier atracción que pudiera haber habido entre ellos, es evidente el porqué Hoover confiaba tanto en él".

Otro eterno aliado que Hoover sabía que nunca le traicionaría era su secretaria, Helen Gandy.

"De alguna manera, Helen era quien gestionaba todo," sostiene Eastwood. "Los veteranos pueden confirmarlo: si querías saber algo, acudías a ella. Tenía mucha más información que cualquier otra persona".

"La lealtad de Helen hacia Edgar era inalterable" explica Naomi Watts, quien le da vida en la película. "Creo que al principio le impresionó y le consideraba listo y carismático, pero a ella solo le interesaba su carrera profesional. Trabajó junto a él codo con codo más tiempo que nadie, mientras se producían cambios increíbles en el mundo, y permaneció firme y segura hasta el final".

Para la australiana, interpretar a una estadounidense profundamente patriota en una película sobre una de las figuras más polémicas del país fue muy instructivo. "No sabía nada de mi personaje, y no mucho más sobre Hoover, cuando acepté el papel. No formar parte de la historia de Estados Unidos y haber vivido aquellos años, hizo de esta película una experiencia fantástica de aprendizaje para mí".

"Naomi hizo un trabajo fantástico", declara Lorenz. "Era un papel sencillo, pero importante en la película y ella le sacó el máximo partido a cada una de las escenas e hizo que el personaje destacara, algo apropiado para el papel que Helen Gandy tenía en la vida de Hoover."

Una mujer que no se contentó con quedar en segundo plano en la vida de su hijo fue Annie Hoover. Poseedora de un carácter dominante, ejerció una gran influencia sobre él y le sirvió como modelo de autoridad moral. Hoover vivió con ella y recurrió a ella buscando consejo en todas las etapas de su vida, hasta que murió cuando él tenía 43.

La venerable Judi Dench la interpreta de tal forma que "podías quererla y temerla al mismo tiempo, y eso que nunca llegó a levantar la voz", comenta Grazer.

"Era sin duda alguna el tipo de madre que no queremos tener cerca", dice Dench. "Era muy obstinada y tremendamente posesiva con Edgar, a pesar de que tuviera otros tres hijos. Creo que no solo deseaba lo mejor para él, sino que iba más allá, como si se viera reflejada en sus logros. Me recordó un poco a Lady MacBeth. Creo que deseaba que se la asociara con el hombre más poderoso del país. En realidad, Edgar no tenía ninguna posibilidad".

A pesar de que ambos cuentan con dos largas carreras profesionales, esta ha sido la primera vez que Eastwood y Dench han tenido la oportunidad de trabajar juntos. La actriz quedó encantada cuando recibió la llamada. "Es una leyenda", sonríe, "cuando me llamó, mi voz sonó bastantes octavas más aguda que habitualmente. Pensé: "Llevo 75 años esperando este momento"".

Y el sentimiento era mutuo. "Judi es una mujer asombrosa, siempre he sido un gran admirador suyo", confiesa Eastwood. "No se me ocurría nadie que pudiera interpretar mejor este papel, así que me alegro mucho de que no rechazara mi oferta".

Como se ve en la película, uno de los casos más importantes de la carrera de Hoover (y en el que su madre más le presionó para que lo resolviera), llegaría a conocerse como el crimen del siglo: el secuestro Lindbergh. El caso fue particularmente importante para el FBI porque ayudó a destacar su valor en la creación y aplicación de las leyes federales. Además, sirvió para establecer un sistema de recogida y análisis de pruebas forenses del escenario de un crimen y, finalmente, influyó de forma significativa para que Hoover convenciera al Congreso de la necesidad de centralizar dicha información.

En aquella época, Charles Lindbergh era, como Hoover le dice a un joven agente en una escena: "el hombre más famoso del mundo". DiCaprio declara: "Hoover, por mucho o por poco que tuviera que ver en el asunto, utilizó sin duda el secuestro en beneficio propio y del FBI para conquistar la fama nacional".

El afamado aviador es interpretado por Josh Lucas, quien, casualmente, está conectado ancestralmente con aquellos días de viajes aéreos.

"Salté de alegría ante la oportunidad de interpretar a Lindbergh", asiente Lucas, "porque mi abuela fue una WASP (mujeres pilotos al servicio de la armada aérea) durante la Segunda Guerra Mundial y también una de las primeras mujeres piloto de aviones comerciales del país".

Lucas comenzó a volar con ella cuando era pequeño, desarrollando así su pasión por la aviación. "Leí una biografía de Lindbergh hace unos 10 años y me sentí muy unido a aquella época y al personaje, por mi familia y por mi propio interés por el pilotaje de aviones, algo que he estado aprendiendo a hacer lentamente pero seguro, a lo largo de los años".

En papeles relacionados con el caso Lindbergh, actúan también Dermot Mulroney, como el Coronel Schwarzkopf de la Policía Estatal de Nueva Jersey; Stephen Root, como el experto en madera Arthur Koehler; Denis O’Hare, como el grafólogo Albert Osborne; Zach Grenier, como John Condon, el hombre que contactó con el secuestrador; y Damon Herriman, como Bruno Hauptmann, el hombre que finalmente fue condenado por el crimen.

Y durante la película, en momentos clave de la carrera de Hoover, podemos ver a Ken Howard como el Fiscal General Harlan Fiske Stone; Jeffrey Donovan como Robert Kennedy; Jessica Hecht como la activista comunista Emma Goldman; Lea Thompson como la madre de Ginger Rogers, Lela; y Geoff Pierson como el primer jefe de Hoover en el FBI, Mitchell Palmer.


HOOVER (JOVEN)
Imagina que todos los ciudadanos
de este país pudieran ser identificados únicamente
por una tarjeta y número propios,
es decir, su huella dactilar.
Imagina lo rápido que les
encontraríamos si cometieran un delito.


Aunque J. Edgar Hoover vivió toda su vida en Washington, D.C., los cineastas empezaron a explorar otros lugares para la producción, "se nos ocurrió que podríamos rodar casi todo en California", dice Lorenz. "Solamente había una cosa por la que sabíamos que teníamos que volver seguro a Washington, la Biblioteca del Congreso. La conocía, pero nunca la había visto de cerca. Así que cuando vi que aparecía en el guión e investigué un poco, me di cuenta de por qué Lance Black eligió ese lugar para la escena en que Hoover intenta impresionar a Helen Gandy. Es sencillamente una obra maestra de arquitectura".

"Es un lugar tan impresionante que quieres fotografiarlo", añade Eastwood. "En el momento que entramos y miramos hacia arriba, supimos que teníamos que rodar allí, fuera el lugar que fuera el que nos dejaran disponible".

A pesar de que el edificio está abierto al público, el diseñador de producción James J. Murakami tuvo la feliz sorpresa de que permitieron acceder al equipo de producción. "Es sencillamente un edificio precioso, magnífico. Su significado histórico es emocionante, especialmente si consideramos la razón por la que estábamos allí. De hecho, los archivos de la entreplanta contienen tarjetas con anotaciones a mano de Hoover".

También se permitió a los cineastas acceder al FBI y al Departamento de Justicia, donde se situaba el FBI cuando Hoover trabajaba allí. Lorenz recalca: "El FBI y el Departamento de Justicia se mostraron muy colaboradores y nos ayudaron a ver todo lo que Hoover pudo ver en su día. Probablemente nos hubieran permitido rodar en el despacho de Hoover si no tuviéramos que rodar tantas escenas allí. Les habríamos causado demasiadas molestias utilizando el lugar durante todo el tiempo que necesitábamos. Sin embargo, rodamos desde su balcón para conseguir la perspectiva de las tomas que necesitábamos".

Para transmitir al público lo que Hoover veía desde su despacho en Pennsylvania Avenue, el supervisor de efectos visuales Michael Owens y su equipo crearon diferentes versiones de la calle en diferentes épocas, incluyendo los desfiles inaugurales de dos presidentes, Franklin D. Roosevelt y Richard Nixon.

"La vista de diferentes épocas llevaron un tiempo de investigación", cuenta Owens. "Fotografiamos las localizaciones reales y las modificamos. El modelo, la textura y la creación de estos escenarios por ordenador nos permitió hacerlo de forma mucho más sencilla que si tuviéramos que crear un escenario real entero".

Para repetir los lugares en los que Hoover pasó mucho tiempo de su vida, Murakami y su equipo crearon escenarios prácticos, como un amplio vestíbulo y varios despachos del Departamento de Justicia, en el gran Estudio16 de la Warner Bros. Studios. "El pasillo principal medía 4 metros de ancho, con techos de 5,5 metros y tenía que medir aproximadamente 36 metros de largo para que se pudiera rodar con comodidad".

Sin embargo, este no era el reto más difícil del diseñador. "El suelo de terrazo en el Departamento de Justicia no se podía recrear sin utilizar materiales reales muy caros, así que al final decidimos hacerlo utilizando un nuevo método digital. Hicimos fotografías del suelo real y después lo plasmamos en tableros DM".

Murakami tuvo que hacer una amplia investigación para recrear las oficinas en los estudios, ya que se tenían que adaptar a las diferentes épocas que aparecen en la película, que comprenden desde 1919 hasta principios de los 70. El departamento de diseño se centró en los detalles que naturalmente cambiarían con el tiempo, como el alumbrado que pasó de incandescente a fluorescente.

"Nos tomamos algunas libertades cuando tuvimos que hacerlo, pero intentamos que todo pareciera y se sintiera lo más auténtico posible", dice. Algunos de los escenarios creados por el equipo se utilizaron de nuevo con otra capa diferente de pintura, diferente mobiliario, las paredes cambiadas de sitio, etc. Por ejemplo, el escenario para el despacho de Robert Kennedy pasa a ser un despacho más pequeño y después se convierte en el laboratorio de criminología.

La casa de Hoover, donde vivió toda su vida, era el escenario clave para la producción, puesto que muchas de las escenas más importantes de la película ocurren en su casa. Con respecto a la decoración de las habitaciones, Murakami dice: "Él recogía de todo. Su casa estaba llena de baratijas, incluyendo un montón de estatuas y biombos chinos, además de muchas cosas que llevaban en su familia desde que era niño".

Para las escenas en las que Hoover y Tolson iban a las carreras de caballos, tanto de jóvenes como ya de mayores, el equipo creativo vio el vídeo de la carrera de Pimlico en Baltimore, Maryland, y la de Del Mar en California del Sur, para después reproducir una hilera de asientos, adaptándolos para los diferentes escenarios que se necesitaban en cada localización. El director de fotografía Tom Stern utilizó tomas de distancia media y corta de los actores mientras "veían" las carreras, con una pantalla verde detrás de ellos que permitía instalar un fondo creado por ordenador integrado con el metraje de las diferentes carreras.

Fuera del estudio, en Los Ángeles, se localizaron algunos locales de la historia. El restaurante Cicada, en el centro cerca de Pershing Square, sirvió como el famoso club de Nueva York, el Stork Club. Las escena requería un grupo de música, así que el director llamó a su hijo Kyle Eastwood y a varios de sus amigos músicos para interpretar la única música en directo de la película.

En otros lugares de la ciudad se recreó el departamento masculino de Garfinkel, en una parte de las escaleras del salón de baile del histórico hotel Park Plaza. El hotel también sirvió como el Senado de Estados Unidos y el edificio Pico de la calle Olvera Street se transformó en la estación de tren de la ciudad de Kansas.

Para las escenas del juicio de Bruno Hauptmann, el equipo de producción se trasladó al sur de Los Ángeles. El antiguo juzgado del condado de Orange en Santa Ana, construido a principios del siglo XX y que actualmente es un museo, recrea casi perfectamente la sala de Nueva Jersey donde tuvo lugar el juicio. Los exteriores de esa escena, sin embargo, se rodaron delante de un pintoresco tribunal de la ciudad de Warrenton, a 65 km de Washington D.C.

Las llanuras, también a las afueras de la capital, ofrecían el entorno perfecto para el estado de Lindbergh, y la arquitectura de algunos barrios de Arlington, Virginia, tenían la apariencia y sentimiento adecuados para los exteriores de la película.

"Cada escena era algo nuevo, necesitaba un nuevo escenario, una época diferente", cuenta Lorenz. "Pero si hay alguien que pueda hacerlo, ese es Jim. Él y su equipo, junto con el equipo de Michael Owens, saben realmente cómo juntar todas las piezas del puzle".


INT. EN El DESPACHO DE HOOVER, SE VE: en la sala detrás de una mesa color caoba está de pie un hombre mayor, corpulento, con nariz achatada y traje. Es Hoover, casi 40 años después, ahora J. EDGAR HOOVER.


J. Edgar transcurre en un período de tiempo de más de sesenta años, desde principios del siglo XX hasta 1972, por lo que la diseñadora de vestuario, Deborah Hopper, tuvo que crear trajes que reflejaran estos cambios de época. Leonardo DiCaprio por sí solo ya cuenta con 80 cambios de traje, lo que supone un emocionante reto para Hopper y su equipo.

"Hoover iba siempre impecable", comenta Hopper. "Incluso aunque no tuviera mucha ropa al principio de su carrera, siempre lucía un aspecto profesional y meticuloso e insistía a sus agentes a que hicieran lo mismo. Tenía una imagen concreta en mente para el FBI".

El vestuario para un reparto tan grande y una historia que abarca tantos años requería mucha planificación. "Al menos una parte de la historia tiene lugar en cada década del siglo XX, pero retrocede y avanza sin seguir una línea cronológica", afirma Hopper. "De forma que, además del vestuario del reparto con el estilo adecuado para cada época, sentí que mi trabajo era ayudar al público a saber en qué momento se encuentran en la vida de Hoover".

Hopper elaboró una gama de colores para que sirvieran como pistas visuales. "Pensé que sería más fácil tener una paleta de colores diferente para Hoover en cada época, empezando con el marrón y tejidos rugosos para los años 20; sombras de grises y azul marino con algunas rayas para los años 30 y tejidos sólidos y suaves en colores gris marino y marrón oscuro para los años 60. En ese sentido, la ropa le ayuda a contar su historia".

A medida que Hoover ascendía en su carrera, su estilo empezó a cambiar y, más especialmente, después de encontrarse con el todavía más elegante Clyde Tolson. "Cuando era más joven y llevaba tonos marrones, le pusimos una americana", añade. "Después, en los años 30, Tolson llevó a Hoover a su sastre a Garfinkel. Por primera vez, J. Edgar tenía un blazer hecho específicamente para él y con el estilo de Tolson".

Por supuesto, Hopper también tuvo que diseñar el aspecto de Tolson, que era un poco más estiloso. Utilizamos para él más rayas y siempre le poníamos gemelos, alfileres de corbata, pañuelos de bolsillo, relojes de bolsillo y muchos accesorios. Hoover y Tolson estaban obsesionados con su imagen y siempre vestían muy bien".

Además del vestuario masculino, Hopper tuvo que crear la apariencia del personaje de Naomi Watts, Helen Gandy, que abarcaría el mismo tiempo y que su estilo también tendría que ofrecer pistas. "En los años 20, cuando se encuentra por primera vez con Hoover, le dimos un aspecto femenino e insinuante, utilizando un poco de encaje", dice. "Con el paso de los años, se convierte en una persona un poco más seria y en los 60, lleva siempre traje".

"Deborah estaba espléndida", dice Eastwood, "pero es que ella siempre está espléndida. Siempre hace un gran trabajo y creo que disfrutó mucho, porque no solamente tuvo que hacer épocas muy diferentes, sino épocas muy glamourosas de la historia de EE.UU.".

En su investigación, Hopper primero buscó el ropaje real de la época en varias sastrerías de Los Ángeles para utilizarlo como guía, y como ya quedan pocos tejidos de época, tuvieron que trabajar con materiales modernos, alterándolos para hacerlos coincidir con las piezas originales. "No queríamos que parecieran usados ya de por sí. Solamente los ablandamos de forma que pareciera que el personaje los había llevado durante un tiempo antes".

A medida que el ropaje envejecía, lo hacían también los personajes, teniendo Hopper y el equipo de maquillaje que transformar algunos miembros del reparto como si hubieran pasado los años.

"Pusimos relleno a Armie y Naomi como si sus personajes hubieran envejecido", dice Hopper. "Para Leo, tuvimos que moldear látex de forma que pareciera su propio cuerpo. Llevaba un poco menos en los años 30 y añadimos más en los años 60, incluyendo los brazos. Y claro, tuvimos que adaptar los trajes a la nueva forma del cuerpo. La imagen era muy importante para Hoover y trabajó todo un equipo para crear el personaje en J. Edgar en todas sus edades".

"Crear un personaje desde los veinte años hasta los setenta es un reto muy interesante", añade el artista de maquillaje Sian Grigg, supervisor del proceso de Leonardo DiCaprio. "Leo nunca iba a ser exactamente como Hoover porque tenía una cara totalmente diferente, pero que se podía trabajar mucho con ella; creí que sería posible darle un parecido razonable a Hoover sin que distrajera la atención. Le pusimos lentillas para convertir sus ojos en color marrón. Su peluquera, Kathy Blondell, le tiñó el pelo de marrón y añadió postizos grises para varios años; incluso le arrancó parte del pelo del pico que sale entre las entradas para hacerle una raya de pelo más cuadrada. Para cuando el personaje es más joven, utilicé prótesis bucales para ayudar al cambio de la forma del rostro, otra prótesis para el cuello para que tuviera papada e introduje un aumentador de nariz para deformar su nariz un poco, todo para conseguir que se pareciera más a Hoover. Sin embargo, conseguir que alguien tan joven como Leo parezca que tiene setenta años requiere una prótesis facial completa, una calva falsa con pelo pegado (que solo se podía utilizar una vez), un peluquín y manos protésicas también".

Grigg, que ha trabajado con el actor durante 15 años, dice que para esta película, DiCaprio tuvo que sufrir todo el proceso de fabricación de la cara de yeso. "No es una experiencia agradable en absoluto, pero para esculpir ese trabajo tan fino y fabricar las piezas que encajen a la perfección, debes tener un molde con la cara de la persona en ese momento. Duncan Jarman hizo un trabajo como escultor excelente que nos permitió hacer el resto".

El efecto general era quizás mejor de lo que Grigg y su equipo esperaban. Robert Lorenz recuerda caminar por el escenario con Eastwood, pasando por donde estaba DiCaprio maquillado con prótesis para que pareciera viejo, pero todavía vestido con su ropa. "Fue el primer día que rodábamos con él de viejo y Clint todavía no le había visto", dice el productor. "Giró a la derecha pasando de él. No se dio cuenta de que era Leo".

Eastwood apreció el esfuerzo que Grigg y su equipo hicieron para el maquillaje de Leo. "Era extraordinario, creo que la creación de su rostro quedó fenomenal. Sientes realmente que estás ante J.Edgar Hoover".

Leonardo DiCaprio cuenta: "Creo que lo que me permitió sentir realmente a este hombre que estaba interpretando fue eso, en el fondo, la nuestra es una historia sobre el interior de la persona. Se han contado muchas cosas sobre Hoover, pero siento que su relación con Clyde Tolson, Helen Gandy y su madre fraguó su personalidad durante toda su vida y carrera. Eso fue lo que me obligó a ir a trabajar todos los días y lo que espero que intrigue al público cuando vea la película".

"Hoover no tenía miedo a nada y era muy elocuente, y estas cualidades, junto con los innumerables secretos que tenía, le mantuvo en una posición de poder durante casi la mitad del siglo", añade Brian Grazer. "Por el contrario, cuanto más intentas mantener el poder, más se debilita. Creo que las lecciones que aprendemos de la vida de Hoover son universales y su historia tan poderosa, emocional y vital lo es hoy como lo fue entonces".

El director Clint Eastwood dice: "Lo que hace la historia tan interesante y, espero, también la película, es que llegas a conocer a Hoover lo suficientemente bien como para entenderle, entender su amor a su madre, su necesidad de proteger el país, su relación con Tolson y todas las cosas que conforman una vida. Era más que el director del FBI, era un hombre complejo. Espero que podamos introducir al público en su mundo durante un par de horas para que vean la historia a través de sus ojos".