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  Oro negro  (Black gold)
  Dirigida por Jean-Jacques Annaud
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El cineasta Jean-Jacques Annaud dirige ORO NEGRO, una película que transporta al espectador directamente al desierto de Arabia como no se ha hecho desde la era dorada del cine. En el centro de la historia hay un joven príncipe atrapado entre dos padres, dos amores, dos elecciones y un solo destino, cuando se descubre petróleo en la península arábiga a principios del siglo XX. Al final de la película, este erudito sin pretensiones se habrá convertido en un rey capaz de unir a las tribus beligerantes y de liderar a su pueblo. En el transcurso de la historia, el público descubrirá los asombrosos paisajes del desierto, será testigo de tremendas batallas con cientos de extras, caballos, camellos, aviones y tanques, y se emocionará con una historia de amor sin límites.

El relato del nacimiento de esta epopeya es casi tan emocionante como la película. En 1976, un joven productor en ciernes llamado Tarak Ben Ammar se forjaba un renombre y convertía a su Túnez natal en potencial lugar de rodaje. Fue lo bastante hábil como para convencer a George Lucas de que rodara en Túnez algunas escenas clave de un ambicioso proyecto de ciencia-ficción llamado La guerra de las galaxias, cuyo increíble éxito mundial puso a Túnez en el mapa cinematográfico y dio a conocer a Tarak Ben Ammar.

Durante el rodaje de La guerra de las galaxias, el joven productor leyó un libro titulado Al sur del corazón, del autor suizo Hans Ruesch. Le encantaron las descripciones de las tribus beduinas de la península arábiga en el momento en que el descubrimiento del petróleo en sus tierras iba a cambiar sus vidas y al mundo para siempre. Se dio cuenta de que la novela tenía todos los ingredientes necesarios para hacer una película internacional, al tiempo que ofrecía una imagen positiva del mundo árabe y del islam. Habló con Paramount Pictures, que estuvo de acuerdo en cofinanciar y coproducir la película, y empezó a reunir a un reparto internacional que comprendía a estrellas de la talla de Omar Sharif, Richard Harris y Anthony Quinn.

"Recorrí el mundo árabe intentado encontrar fuentes de financiación árabes para completar el presupuesto", recuerda Tarak Ben Ammar. "Pero me tomaban por un jovencito con ganas de hacer cine y se reían de mí. Estamos hablando de finales de los años setenta y del gran momento del crudo. No les interesaba el cine entonces. Querían invertir en carreteras, edificios, financiar bancos y comprar armas. Creo que hablé con todos los multimillonarios y todos los bancos, pero no conseguí nada".

Al no obtener la financiación, Tarak Ben Ammar se unió al rodaje de En busca del arca perdida, de Steven Spielberg, en Túnez. A partir de ahí, no tardó en convertirse en uno de los productores europeos de cine y televisión de más éxito, trabajando con realizadores como Roman Polanski, Franco Zeffirelli, Brian De Palma, Giuseppe Tornatore, Rachid Bouchareb y Julian Schnabel. Pasaron los años y la empresa de Tarak Ben Ammar creció hasta incluir producción, posproducción y distribución de cine y televisión, pero el productor nunca dejó de lado el sueño de llevar a la gran pantalla la novela de Hans Ruesch.

"Volvía a comprar los derechos del libro cada cinco años", dice el productor. "Estaba convencido de que haría la película. Fue así durante treinta años. Tenía miedo de que alguien se me adelantara. Gasté mucho dinero, pero siempre creí que estaba escrito que algún día rodaría la película antes de dejar este mundo".

Curiosamente, unos treinta años después de que leyera la novela por primera vez, dos casualidades hicieron posible convertir su sueño en realidad. La primera fue una reunión con el famosísimo realizador Jean-Jacques Annaud. Eran amigos desde hacía tiempo, pero no habían encontrado la oportunidad de trabajar juntos… todavía. El mundo árabe fascina al realizador. Ha recorrido la zona con su familia y siempre le había apetecido hacer una película sobre el tema. Jean-Jacques Annaud estaba trabajando en un proyecto acerca de la invasión de Libia por un grupo de marines estadounidenses en el siglo XIX y quería ofrecérselo a Tarak Ben Ammar. Pero la conversación no tardó en pasar al libro que el productor tenía en su biblioteca desde hacía tres décadas.

"Me dejó una novela de Hans Ruesch", recuerda Jean-Jacques Annaud. "Reunía todos los elementos de una película de aventuras que transportaría al espectador a otro mundo. Tenía los elementos de fantasía justos. El ambiente era muy del estilo de Las mil y una noches, pero no transcurría en un pasado lejano. Me pareció universal, con la historia del joven príncipe dividido entre dos padres y dos formas de ver el mundo. Devoré la novela, mientras el protagonista cabalga por el desierto arábigo con beduinos. ¿Hay mejor forma de dejarse conquistar?"

"Necesitaba a un director que entendiera y respetara el mundo árabe", explica el productor. "No quería una interpretación estilo Hollywood del mundo árabe, pero sí la calidad, la envergadura y la acción que aporta Hollywood. Sobre todo, quería autenticidad. Jean-Jacques era perfecto. Se documentó acerca del islam, del Corán, y ha sido muy respetuoso. También entendió que era una película dirigida a un público global".

La segunda casualidad llegó cuando, a los pocos días de que Jean-Jacques Annaud se comprometiera a realizar ORO NEGRO, Tarak Ben Ammar recibió una llamada de un amigo en nombre de la sheikha Mayassa Bint Hamad Al-Thani para convocarle a una reunión. La joven princesa estaba interesada en crear una industria cinematográfica sostenible en Catar tal como él había hecho en Túnez. Esta reunión dio pie a una buena amistad y al siguiente paso de hacer realidad ORO NEGRO.

"Es la magia de la voluntad divina", dice Tarak Ben Ammar. "La sheikha Mayassa y su madre la sheikha Mozah me invitaron a Catar. Allí tuve ocasión de recorrer el desierto con mi familia y descubrí el telón de fondo que necesitaba para ORO NEGRO. Hay una duna muy especial que lleva directamente al mar, y era el lugar perfecto para rodar una escena crucial de la novela".

Tarak Ben Ammar llamó inmediatamente a Jean-Jacques Annaud para contárselo.

"Era ideal", dice el director. "Soy un apasionado del desierto, pero sé que ningún desierto se parece. Incluso el color de la arena cambia de uno a otro. Lo que más me gustó en Catar fue ver ese desierto realmente árido que se lanza directamente al mar. Me entusiasmó y fue un auténtico privilegio, como director, rodar en un lugar donde nunca había habido una cámara".

Con Catar como socio coproductor a través del recién creado Doha Film Institute, Tarak Ben Ammar empezó a reunir las piezas creativas del rompecabezas. El guionista Menno Meyjes (El color púrpura, Indiana Jones y la última cruzada) se encargó de adaptar la novela de Hans Ruesch.


El reparto y los personajes
ORO NEGRO está llena de personajes inolvidables que enseñarán al público una vertiente poco conocida del mundo árabe. En el centro de la historia se encuentra el príncipe Auda, un tímido erudito que madura durante el transcurso de la historia hasta convertirse en rey. Tarak Ben Ammar y Jean-Jacques Annaud eran conscientes de que necesitaban a un actor que pudiera encarnar de formar convincente la transformación de un ingenuo académico en un avezado guerrero. También debería tener sensibilidad y carisma para aportar calidez al romance con la princesa Leyla. Más aún, el productor y el director estaban decididos a que el papel protagonista recayera en un intérprete árabe y tener así la oportunidad de lanzar al estrellato internacional a un actor árabe desde que Omar Sharif interpretó al icónico Sherif Ali en Lawrence de Arabia hace más de 50 años. Pensaron inmediatamente en Tahar Rahim. El actor argelino-francés saltó a la fama en el papel principal de Un profeta, de Jacques Audiard, por la que fue galardonado con dos César al Mejor Actor y al Actor Más Prometedor.

"Tahar tenía que dar vida al príncipe Auda", explica Jean-Jacques Annaud. "Es uno de los actores de su generación con más talento, además de ser encantador y generoso. Nació en Argelia y forma parte de la cultura árabe. No tuve que explicarle cómo rezar ni cómo comportarse delante de sus mayores. Era muy importante que el papel principal fuera interpretado por alguien procedente de la civilización árabe".

"Sabíamos que nuestro héroe debía ser un joven árabe", añade Tarak Ben Ammar. "Un actor estadounidense no podía hacer el papel. Gracias a Dios, encontramos a Tahar; ha sido el intérprete perfecto".

"El personaje de Auda es un príncipe atrapado entre dos padres con puntos de vista opuestos. Crea una burbuja para protegerse y vive en un mundo poblado de libros", dice Tarak Rahim. "Pero cuando los dos reinos se enfrentan de nuevo, la burbuja estalla, llevándose su inocencia. Al volver con su padre verdadero, regresa a sus orígenes. Eso le hace más fuerte y descubrimos que es un líder nato".

Para el resto del reparto, los cineastas buscaron un elenco internacional capaz de dar vida a la mezcla de culturas asentadas en la península arábiga a principios del siglo XX. Jean-Jacques Annaud sabía que era clave encontrar a dos actores espléndidos para encarnar a los formidables personajes del emir Nesib de Hobeika y el sultán Amar de Salmaah. Los dos son oponentes perfectos. Nesib es un encantador y taimado rey sediento de la riqueza y el poder que el petróleo aportará a su reino. Amar, en contrapartida, es un gobernante piadoso y conservador convencido de que el petróleo será la ruina de los beduinos y de los árabes en general. Le preocupa la influencia corruptora del crudo, mientras que Nesib entiende que le permitirá convertir sus tierras en un oasis, con carreteras, hospitales, escuelas y, claro está, armas.

Para interpretar a Nesib, los cineastas supieron desde un principio que querían a Antonio Banderas. El actor, originario de Andalucía, una región con fuerte influencia árabe, ya había encarnado a un personaje árabe en El guerrero nº 13, en 1999. Con ORO NEGRO, tenía una nueva oportunidad de regresar a sus lejanas raíces.

"Como andaluz, por mi ascendencia y por la historia, siempre he tenido contacto con los musulmanes y el mundo árabe", dice Antonio Banderas. "Desde el ataque a las Torres Gemelas en 2001, ha habido un bipolarización en el mundo y se malinterpretan ciertos aspectos de la cultura árabe. Me pareció importante que la película, a pesar de ser una epopeya romántica dirigida al entretenimiento, reflejara y mostrara parte de esa cultura, que también considero un poco mía. Es algo que llevo en el subconsciente, una mezcla abstracta de colores, sonidos y música. Se siente al estar en Andalucía, en Málaga, en Granada, en Sevilla. Cuando estoy en un país árabe, noto que hay algo que me pertenece".

El director y el productor necesitaban a un actor con el carisma, los conocimientos y la presencia suficientes para que Amar estuviera a la altura del seductor Nesib. Una tarde, viendo Red de mentiras, de Ridley Scott, descubrieron al actor idóneo.

"Era un actor maravilloso que imitaba a la perfección el acento y el comportamiento de un jefe de seguridad jordano", recuerda Jean-Jacques Annaud. "Nos intrigó y descubrimos que se trataba de Mark Strong, un actor inglés de ojos azules, como muchos árabes. No olvidemos la influencia de los cruzados, y que en el harén del emir había numerosas mujeres y niños de ojos azules".

Mark Strong no quería dejar pasar la oportunidad de encarnar a un personaje tan complejo y matizado como Amar.

"Recuerdo que leí el guión en Cannes un día soleado, sentado en la terraza del hotel. Me quedé embelesado con el romance. Hacía tiempo que no leía un guión tan épico", dice el actor. "Amar es un hombre orgulloso, honrado e íntegro que siente un tremendo afecto por sus hijos y no se fía nunca de su enemigo. Puede que su único error sea interponerse en el camino de dos jóvenes y en la llegada de la era moderna".

Después de encontrar a los tres protagonistas masculinos, los cineastas decidieron buscar entre los actores jóvenes más atractivos del momento y que estuvieran a la altura de una historia basada en la fuerza de la juventud y en su poder para cambiar el mundo.

Para interpretar a la princesa Leyla, la ambiciosa y bella hija de Nesib, el director se decantó por Freida Pinto. Al igual que Antonio Banderas, sería la segunda vez que la joven actriz interpretaría a un personaje árabe, después de encarnar a una joven palestina en Miral, de Julian Schnabel.

"Me sentí atraída por el personaje porque Leyla, aunque se trata de una película muy centrada en los personajes masculinos, es la fuerza que quiere la modernización", explica Freida Pinto. "En aquella época, las mujeres no disfrutaban de mucha libertad. Leyla simboliza la voz que desean tener las mujeres. Me parece un privilegio volver a interpretar a una mujer árabe, representarlas y hablar de sus historias".

Otros dos papeles de gran importancia son los hermanos de Auda, Saleeh y Ali, muy diferentes el uno del otro. Saleeh, el hermano mayor de Auda, es un guerrero intrépido y un gran halconero. Solo desea dejar su hogar adoptivo en Hobeika para regresar al lado de su padre auténtico, en Salmaah. Para el papel, Jean-Jacques Annaud y la directora de casting Lucy Bevan descubrieron a Akin Gazi, un joven y talentoso actor turco.

Ali es el medio de hermano de Auda. Médico y hombre de ciencia, observa con ironía el medievalismo adoptado por su padre. El actor británico de ascendencia paquistaní Riz Ahmed aporta la cantidad exacta de cinismo e ingenio al papel.

Completa el reparto principal la supermodelo y actriz etíope Liya Kebede, que fue muy ovacionada por su encarnación de la modelo convertida en activista Waris Dirie en Flor del desierto, de Sherry Horman. En ORO NEGRO es Aisha, la joven esclava liberada por Auda, procedente de la misma tribu que la madre del joven príncipe. Es un papel crucial en la historia ya que representa la última tentación que Auda deberá resistir.

Jean-Jacques Annaud considera que un reparto tan internacional era necesario para la historia: "Quise asegurarme de que el reparto reflejara la gran diversidad de la población en la península arábiga, con influencias de India y Pakistán al este; de Sudán, Somalia y Zanzíbar al sur; el Magreb, España y Turquía al norte".

El espíritu de una comunidad global arraigada en el mundo árabe se extiende al resto del reparto de ORO NEGRO. La película reúne a 74 actores procedentes de doce países, la mayoría del mundo árabe. Para los papeles secundarios se escogió a actores de Túnez, Egipto, Marruecos, Argelia, Catar, Somalia y Líbano para aportar la autenticidad que buscaban los cineastas.

"Realizamos sesiones de casting en Londres, París, Berlín y en ciudades árabes como El Cairo, Damasco, Beirut y Doha", dice Jean-Jacques Annaud. "Fue maravilloso dirigir a estos actores porque todos tenían automáticamente el comportamiento, los gestos, la actitud correcta".


Acerca del rodaje
Desde el principio, el productor Tarak Ben Ammar y el director Jean-Jacques Annaud concibieron ORO NEGRO a escala épica. Su intención fue la de recrear los espectáculos clásicos de la era dorada del cine con una historia de sensibilidad contemporánea. Sabían que los acontecimientos que rodearon el descubrimiento de petróleo en la península arábiga solo podían contarse en el mayor de los lienzos, por lo que la preparación de ORO NEGRO fue casi tan ambiciosa como la película en sí.

El rodaje empezó el 18 de octubre de 2010 y continuó durante cinco meses en Túnez y Catar. El productor y el director reunieron a un equipo de artesanos y técnicos de primer orden, muchos de ellos procedentes de Túnez, para construir y modelar el mundo de la península arábiga a principios del siglo XX. Se diseñaron y cosieron a mano 7.000 trajes; se fabricaron 700 sillas de montar, 400 rifles y 250 espadas. Más de 20.000 extras, 10.000 camellos (500 de los cuales podían estar a la vez en el plató) y más de 2.000 caballos participaron en las espectaculares escenas rodadas en el desierto. Se dispararon más de 5.000 balas de fogueo durante el rodaje. Para que las secuencias de batallas tuvieran la autenticidad requerida, también se usaron tres aviones y se diseñaron y construyeron ocho carros blindados.

Jean-Jacques Annaud evitó, siempre que fue posible, recurrir a los efectos especiales digitales, inclinándose por usar efectos reales.

"No me gusta depender del digital. Me parece que se ha usado demasiado en películas de bajo presupuesto, donde en lugar de tres barcos de verdad, aparecen dos mil generados por ordenador", dice el director. "Una de las ventajas de filmar en un país como Túnez es permitirse el lujo de contar con mucha figuración".

El look de ORO NEGRO
La película se rodó en los asombrosos paisajes de las llanuras desérticas de Tozeur, la zona montañosa de Matmata, el oasis de Chebika y a las afueras de Hammamet, en Túnez, y en las imponentes dunas de Umm Said, en Catar.

Los cineastas reconocen la influencia de la pintura orientalista del siglo XIX, cuando numerosos artistas europeos viajaron al norte de África y al Oriente Próximo para plasmar en lienzo y en papel el cautivador mundo que acababan de descubrir: los zocos, bazares, harenes y palacios. Dadas las restricciones en la representación visual impuesta en ciertas zonas del mundo árabe, estos cuadros son a menudo los mejores documentos de esta época.

"Cuando viajé por Yemen, Omán y Jordania", dice Jean-Jacques Annaud, "me sorprendió descubrir el parecido que había con los cuadros de Delacroix, Fromentin y Ziem".

El director quería que entre los reinos rivales de Salmaah y Hobeika también hubiera un contraste visual.

Salmaah, la fortaleza montañosa del conservador sultán Amar y de su tribu, está construida de piedra. Sus habitantes llevan ropas de vistosos colores inspirados en el dominio del imperio otomano. Sin embargo, en Hobeika, una ciudad en la llanura, se siente la influencia de la presencia británica. Los hombres visten uniformes militares al estilo británico o largas túnicas tradicionales blancas y velos.

El reino de Hobeika tal vez ofrezca los decorados más espectaculares. Los hábiles carpinteros tunecinos levantaron murallas para imitar una fortaleza en pleno desierto, cerca de Tozeur, y una ciudad árabe con su plaza central y varias calles en los terrenos de los estudios Empire, cerca de Hammamet.

Los estudios Empire fueron erigidos el año 2000 por Tarak Ben Ammar como decorados de la Roma antigua, pero en esta ocasión se transformaron en un mundo mágico de zocos, palacios y mashrabiyas.

"He rodado más de 80 películas, entre las que hay superproducciones como La máscara del Zorro y Evita", dice Antonio Banderas. "Pero nunca había estado en un decorado tan maravilloso como el de Hobeika. No faltaba un solo detalle. Es una gran ayuda cuando se actúa porque uno se olvida de la cámara y todo parece real. De pronto, el actor se convierte en esa persona en esa época".

Aparte del rodaje en decorados creados especialmente, gran parte de ORO NEGRO se rodó en pleno desierto de Catar y de Túnez, lo que resultó ser todo un reto. Hubo que trasladar a un equipo compuesto por cientos de personas, miles de extras, caballos, camellos y carros blindados. Para complicarlo aún más, se enfrentaron a bruscos cambios meteorológicos, como una inundación en medio de las dunas, e incluso nieve en las montañas.

Una revolución
El 17 de diciembre de 2010, unos dos meses antes de empezar el rodaje de ORO NEGRO, un joven llamado Mohammed Bouazizi se quemó vivo en la ciudad de Sidi Bouzid para protestar contra la corrupción policial y la falta de oportunidades en el país. Murió dos semanas después, el 4 de enero de 2011. No sabía que su muerte serviría como detonante de un cambio histórico en Túnez y otros países árabes.

Las protestas, al principio duramente reprimidas por la policía, no tardaron en invadir las calles de las principales ciudades. Había comenzado la "Revolución de los Jazmines", nombre por el que se la conoce en todo el mundo.

"Fue increíble ver la velocidad a que se desarrollaban los acontecimientos", recuerda Antonio Banderas. "Comprendimos el valor y la fuerza del pueblo tunecino, que salía a la calle para luchar por un futuro mejor a pesar de la dura represión".

El equipo técnico de ORO NEGRO estaba formado en gran parte por tunecinos, y las noticias corrían como la pólvora. Las protestas no tardaron en transformarse en una revolución a escala nacional que obligó al entonces presidente Zine El-Abedin Ben Ali a huir del país después de permanecer 23 años en el poder.

A Tarak Ben Ammar, cuyo tío Habib Bourguiba fue el primer presidente de Túnez como país independiente, la revolución le emocionaba personalmente, pero también le preocupaba la seguridad del reparto y del equipo técnico.

"Siempre confié en mis compatriotas", dice el productor. "Nunca pensé que el país se sumiría en el caos, somos un pueblo civilizado. El equipo tunecino y los extras estaban decididos a ayudar a nuestros invitados, y la población de los pueblos cercanos a los estudios Empire, en Hammamet, donde rodábamos entonces, vinieron a protegernos. Sentirse parte de la gran familia tunecina fue un momento único para los actores y el equipo extranjero".

"Incluso el 17 de enero, cuando Ben Ali huyó del país, fue un día de trabajo normal", recuerda, asombrado, Jean-Jacques Annaud. "Túnez es un país acogedor con una larga tradición comercial. Los extranjeros son considerados como amigos y clientes. Me pareció increíble que nuestra película también girara en torno al tema del cambio social".

Después del 17 de enero, día en que Ben Ali huyó a Arabia Saudí, la mayoría de los miembros extranjeros del reparto y del equipo fueron evacuados por motivos de seguridad. Pero Jean-Jacques Annaud y Freida Pinto decidieron quedarse.

"La película y la revolución avanzaban de forma paralela. Era una oportunidad única de ser testigo de un momento histórico", dice Freida Pinto. "Preferí quedarme. Si algo así ocurriese en India, querría estar, participar en la revolución".

Sin embargo, el rodaje solo se retrasó cuatro días, después de los cuales todos regresaron para completar la filmación.

"Sentí que estaba en el sitio oportuno en el momento oportuno", dice el actor Tahar Rahim. "Era algo muy fuerte, inexplicable. Fui testigo de un momento en que el pueblo volvía a ser respetado y se liberaba".

El equipo de ORO NEGRO se trasladó a Catar para un rodaje de cuatro semanas, dispuesto a enfrentarse a nuevos retos.

El rodaje en Catar
Una película como ORO NEGRO representa un enorme reto logístico. Se necesita una cuidadosa planificación para coordinar las complejas escenas de acción, el equipo técnico, los miles de extras, los carros blindados, la munición y los explosivos. Pero cuando todo esto se traslada a un país donde nunca se ha rodado una superproducción, el reto se multiplica.

El equipo de producción de ORO NEGRO no solo tuvo que coordinar el rodaje en un país con muy poca infraestructura y experiencia cinematográfica, también hubo que enviar todo el equipo, entre el que había cajas de balas de fogueo y armas, desde Túnez, un país que acababa de pasar por una revolución, sin contar con el alzamiento de Egipto y una oleada de levantamientos populares en el mundo árabe.

El Doha Film Institute (Instituto de Cine de Doha) fue un socio clave para el éxito del rodaje en Catar. Como coproductor de la película, el Instituto se esforzó en asegurarse de que todo saldría bien durante el rodaje.

"Movilizamos al país para que Catar se convirtiera en un destino preferido para el rodaje de películas de envergadura global", dice Amanda Palmer, directora ejecutiva del Doha Film Institute. "ORO NEGRO es la primera coproducción internacional de Catar. Entiendo que una superproducción como está era todo un reto para una primera coproducción, pero la película nos ha aportado la experiencia y los conocimientos necesarios para empezar a construir una industria cinematográfica dinámica en Catar. Fue un honor trabajar con el director Jean-Jacques Annaud. No solo posee una gran sensibilidad para contar esta maravillosa historia árabe, sino que entendió la importancia de enseñar técnicas de producción cinematográfica al equipo catarí que se incorporó al rodaje".

Una de las ventajas de ser el primer largometraje rodado en Catar es ofrecer a los espectadores imágenes de un desierto duro e inhóspito que jamás se había visto en la gran pantalla.

Una breve historia de la península arábiga a principios del siglo XX
La península arábiga tiene una superficie de 2.590.000 kilómetros cuadrados y está rodeada por mares estratégicos: al oeste por el mar Rojo, al sur por el mar Arabia y al este por el golfo Pérsico. A principios del siglo XX, la mayoría de la península estaba ocupada por grandes desiertos inhóspitos; solo había unas cuantas ciudades habitadas en la costa. La península se dividía en tres zonas principales:

- Hejaz, al oeste, que iba desde el golfo de Aqaba, al norte, bajando hasta Yemen, al sur, con las ciudades santas de La Meca y Medina.
- Nadj, que ocupaba la parte central de la península.
- Rub al-Khali, más conocido como el "Espacio vacío", en el centro-sur de la península. Es el desierto con menos habitantes del mundo, donde solo se conocen 37 especies animales.

La península estaba habitada desde hacía siglos por tribus árabes, también conocidas como beduinos, en su mayoría nómadas. Algunas de ellas, llamadas con el nombre de "hadar", se habían instalado en la costa. Las unidades tribales estaban formadas por grupos de familias que podían llegar a cientos y miles de miembros, y se subdividían a su vez en tribus más pequeñas. La supervivencia de dichas tribus y el control que ejercían en zonas de la península dependía en gran medida de las alianzas tribales, que cambiaban a menudo.

Las tribus de Arabia dicen descender de dos antepasados, Adnan y Qahtan. Las tribus asentadas en el norte serían descendientes de Adnan, uno de los hijos de Ismael, y las del sur, de Qahtan, uno de los hijos de Noé.

A principios del siglo XX, varias tribus sobresalían y controlaban la península, concretamente los Aniza, Ajman, Shmmar, Harb, Mustayr, Bani Yas, Sibay, Qawasim, Banu Yam, Za’ab y Banu Tamim.

Abdul Aziz Ibn Saud, fundador del reino de Arabia Saudí, venía de la tribu de Aniza, procedente de Nadj. La familia Al Thani, que entonces dominaba Catar, era de la tribu de Banu Tamim, del centro de Arabia, que llegó a Catar en el siglo XVII. La importante tribu de Ajman, de la zona noreste, estaba afincada en su mayoría en la región de Al-Hasa, Kuwait y Muntafiq, en Irak. La tribu de Harb ha habitado la región desde la época del profeta Mahoma, y la tribu de Bani Yas ocupaba sobre todo las zonas de Abu Dabi y Dubái. De hecho, el fundador de los Emiratos Árabes Unidos, Zayed Al Nahyan, pertenecía a la tribu de Bani Yas.

En general, las tribus árabes se autogobernaban, pero dependían, en parte por seguridad, de los otomanos, que ocuparon la península arábiga hasta el año 1922, cuando cayó el imperio otomano y los británicos realizaron diversas alianzas con las tribus. La caída oficial del imperio otomano tuvo lugar en 1923 con la firma del tratado de Lausana.

Actualmente, la península arábiga está dividida en siete Estados: el reino de Arabia Saudí, Catar, Bahréin, Kuwait, Emiratos Árabes Unidos, Omán y Yemen.

El descubrimiento de petróleo en la península arábiga

1908 – Primera perforación exitosa de un pozo de petróleo en Irán.
1922 – Abdul Aziz Ibn Saud, que controla casi todo el este de la península, recibe fondos británicos para hacer frente común contra los otomanos.
1923 – Abdul Aziz Ibn Saud autoriza al comandante británico Frank Holmes a que busque petróleo.
1925 – El jeque de Bahréin, Hamada Al-Khalifa, autoriza a la empresa Eastern and General, de la que Holmes es propietario, a que busque petróleo.
1927 – Holmes abandona la exploración, no ha encontrado nada.
1927 – Gulf Oil (EE UU) compra la concesión de Bahréin para buscar petróleo.
1927 – Se descubre el yacimiento petrolífero de Kirkuk, en Irak.
1928 – La empresa Standard Oil of California (SOCAL) compra la concesión a Gulf Oil.
1932 – Se encuentra crudo ligero en Bahréin.
1932 – Abdul Aziz Ibn Saud funda el Reino de Arabia Saudí, con Riad como capital. Invita a las compañías petrolíferas estadounidenses a buscar petróleo en Arabia Saudí.
1933 – SOCAL gana la concesión para explorar en el Reino de Arabia Saudí.
1934 – El jeque Ahmed Al-Jaber Al-Sabah otorga la concesión para buscar petróleo a Kuwait Oil Company.
1935 – El jeque Abdallah Bin Jassem Al-Thani otorga la concesión a English Persian Corporation para buscar petróleo en Catar.
1938 – Se encuentra petróleo en Dammam.
1938 – Se encuentra petróleo en Kuwait.
1938 – Se empieza una exploración a gran escala en Catar.
1940 – Se encuentra petróleo en el yacimiento Dukhan, en la costa occidental de la península arábiga, es decir, Catar.
1944 – SOCAL se convierte en ARAMCO.
1945 – El presidente Roosevelt se reúne con el rey Abdul Aziz Ibn Saud el 14 de febrero.
1949 – Catar empieza a exportar crudo.
1951 – Nacionalización de Anglo-Iranian Oil Company.
1960 – Fundación de la OPEC en Bagdad. Miembros fundadores: Reino de Arabia Saudí, Venezuela, Kuwait, Irak e Irán.