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  Hysteria  Dirigida por Tanya Wexler
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Rodada en Londres y Luxemburgo, Hysteria está protagonizada por la nominada al Oscar Maggie Gyllenhall y Hugh Dancy. Les acompañan Jonathan Pryce (Pirates of the Caribbean, Bedtime Stories), Rupert Everett (My Best Friend’s Wedding, Shakespeare in Love) y Felicity Jones (Like Crazy, Chalet Girl). Junto a ellos Ashley Jensen (Extras, Ugly Betty), el ganador del premio Olivier, Sheridan Smith, Gemma Jones (Harry Potter y las Reliquias de la Muerte, Bridget Jones’ Diary) y Anna Chancellor (The Dreamers, What a Girl Wants).

Está dirigida por Tanya Wexler (Ball in the House, Finding North) a partir del guión escrito por Stephen Dyer y Jonah Lisa Dyer. Un trio de mujeres produce la cinta, Sarah Curtis (Her Majesty Mrs. Brown, Mansfield Park), Judy Cairo (Crazy Heart) y Tracey Becker (Finding Neverland).


Sobre la producción
La nueva película de Tanya Wexler nos muestra la clásica y suntuosa época victoriana que tanto nos gusta. Pero hay más de lo que se ve a primera vista. El corazón de la película es una historia irreverente, hilarante y sorprendentemente moderna.

Situada en la década de 1880, justo cuando una buena cantidad de inventos y chismes está forjando el mundo como lo conocemos hoy, la historia sigue creación histórica del líder en ventas, el aparato doméstico que no se atrevía a anunciar su verdadero propósito: el vibrador eléctrico. Sin embargo, lo que surge es algo más que una comedia juguetona, es una pujante historia de amor y un viaje a la historia escondida, una exploración de la pasión de la mujer, y una celebración de espíritu práctico que siempre ha mantenido avanzando al ser humano.

Puede que la película se sitúe en un pasado victoriano colorido y cómico pero plantea cuestiones sobre las actitudes sexuales, sobre hombres y mujeres y sobre cómo llevar una vida satisfactoria que sorprende hoy en día!


El guión
La chispa de Hysteria empezó con una pequeña y desconocida historia: el hecho de que el vibrador a pilas fue patentado a finales del siglo XIX por Joseph Mortimer Granville, un apreciado médico inglés que lo diseñó con toda seriedad como artilugio médico. Granville publicitó esta máquina conocida como el "martillo de Granville" para el alivio de dolores musculares. Pero pronto fue visto como el único tratamiento fiable para un extendido mal entre las mujeres llamado "histeria". Este tratamiento era el masaje medicinal de los órganos femeninos hasta el punto del paroxismo, que bajo el punto de vista victoriano era una liberación perfectamente clínica del sistema nervioso, y no debía ser confundido con el orgasmo, además de no ser considerado en ningún aspecto sexual.

Aunque la histeria se destaparía como un mito de 4000 años, y un comodín para diagnosticar todo tipo de dolencias, el vibrador siguiendo ayudando alumbrar un nuevo mundo en el que las mujeres ganaron la libertad de explorar su propia sexualidad.

Cuando la productora Tracey Becker, cuyas películas incluyen Finding Neverland de Marc Foster, una imaginativa relectura de la invención de Peter Pan por J.M. Barrie, escuchó por primera vez la historia al escritor Howard Gensler, le hizo gracia al principio, pero después la inspiró.

La idea de un doctor de un estirado doctor victoriano inventando lo que se convertiría en el juguete sexual más popular del mundo sonaba a idea fantástica para una película moderna. "Pero no podía ser un típico biopic, tenía que ser una comedia con chispa, y una historia que es tanto sobre la historia del vibrador como sobre el espíritu de cambio", comenta Becker.

Becker le llevó la idea a la directora Tanya Wexler, y las dos, a su vez, al equipo de escritores Stephen Dyer y Jonah Lisa Dyer, quienes no pudieron resistirse a la sorprendente simplicidad de la idea, aunque pronto aumentó la complejidad.

"Tracey y Tanya nos trajeron uno de esos grandes conceptos cómicos que puede expresar en una sola frase: 'Un doctor victoriano inventa el vibrador'. Y dijimos, si, lo haremos, directamente, y solo entonces empezamos a pensar '¿cómo diablos nos hemos metido en esto?'. Era una idea brillante pero necesitaba personajes, situaciones, todo un mundo y una estructura para construirlo a su alrededor".

Según Becker: "Sabíamos que teníamos que encontrar el tono adecuado, porque aunque sea una historia del siglo XIX, es un tema que aún nos hace ruborizar en el siglo XX. Creo que los Dyers realmente han creado una atmósfera sensual en la superficie, pero con una comedia sin cortapisas bajo ella. Antes que ir a los chistes obvios, dejaron que el humor saliera a la superficie a partir de hechos absurdos que rodean a estos personajes encantadores y con los que nos podemos identificar".

Los Dyers se sumergieron en la investigación, descubriendo una época en el mismo límite entre trasnochadas tradiciones y el shock de lo nuevo, un tiempo en el que los médicos se apartaban de la creencia en los vapores y las sanguijuelas para comprender la teoría de los gérmenes y la psicología, en el que un mundo iluminado por el gas y las velas se convertía en un espectáculo electrificado de aparatos mecánicos, y en el que mujeres audaces empezaron a luchar por tomar sus propias decisiones.

En medio de todo esto, aprendieron sobre el extraño capítulo de la medicina en el siglo XIX, cuando cerca de un cuarto de la población femenina de Londres fue diagnosticada con histeria, una palabra aplicada a un vasto espectro de desórdenes femeninos, incluyendo algunos misterios aparentes como la infelicidad, la desobediencia, la impertinencia, demasiado o demasiado poco interés en el sexo, e incluso el deseo por tener derecho a votar. Aunque se desestimó en los años 50 el diagnóstico, aún hoy les decimos a las mujeres "No te pongas histérica". Síntomas histéricos de un tipo o de otro tienen una larga y vergonzosa historia , desde los tiempos de los médicos griegos, de ser tratados mediante masajes pélvicos, manipulación digital y otras terapias creativas, como montar a caballo de espaldas o baños de agua en las partes íntimas.

Pero ahora con los doctores victorianoscreyendo que tenían una epidemia de locura femenina en sus manos, la práctica se extendió por Inglaterra como nunca antes. Con ello llegó la teoría de que estos tratamientos no eran eróticos de ninguna manera. La reacción física que resultaba no podía estar relacionada de ninguna manera con lo que solo ocurre entre marido y mujer, sino más bien una liberación que permite expulsar la toxicidad del sistema nervioso. Cuanto más leían los Dyers sobre la histeria y su tratamiento, más se asombraban: "Cuando empezamos a escarbar en la historia, nos dimos cuenta de que esto había existido durante miles de años, cuando a las mujeres se les prescribía que montaran a caballo de espaldas, o con tratamientos con agua, pero siempre evitando la idea de que hubiera nada sexual en ello", comenta Jonah Lisa. "Había una creencia real, hasta hace muy poco de que la mujer no podía obtener placer sexual con la penetración, así es como los médicos podían hacer esa separación entre lo medicinal y lo sexual. Pero las mujeres siempre supieron lo que pasaba".

De hecho, la búsqueda de nuevas formas de estimular a la mujer llevó a los precedentes del vibrador, y cuando Mortimer Granville inventó su martillo, sabía perfectamente que podía ser usado para tratar a mujeres de "histeria". Esta fue la base de la película.

Aunque se fijaron en la vida del Granville real, decidieron escribir una ficción sobre su vida y sus relaciones, incluyendo sus desastrosas pruebas con un tipo muy particular de síndrome de túnel carpal, sus relaciones amorosas con las dos hijas de su jefe, y lo más importante, su mayor conflicto interior: conformarse con el éxito convencional o atreverse a seguir sus convicciones, y su corazón"

"Nos encantaba la idea de Mortimer como un joven visionario adelantado a su tiempo que se siente reprimido por la sociedad. Este fue un periodo para el progreso y los inventos (aparatos eléctricos, medicina, los derechos de las mujeres que estaban en su génesis). Había muchísima gente saltándose los límites y arriesgándose y eso era muy interesante para nosotros".

Para Mortimer, los riesgos y las recompensas de enfrentarse a las convenciones victorianas en la forma de elección entre las dos hermanas Dalrymple, diametralmente opuestas en su visión de la mística femenina victoriana, dan vida y nervio a la historia.

"Emily, por supuesto, es el ideal victoriano, educada, elegante, servicial. Y Charlotte por otra parte es una mujer ardiente que lucha por los derechos de la mujer y que usa el dinero de su padre para sacar a mujeres de la pobreza. Es una cruda elección para Mortimer".

Charlotte pronto se convierte en una espina en su costado, con deliciosos resultados amorosos. "Me encantó crear a Charlotte, porque es un personaje muy moderno. Cree en las cosas de verdad, y agita a Mortimer y le recuerda que él también creía en cosas. Se mete bajo su piel y todas sus riñas y sus bromas solo alimentan su llama. Es una relación desesperante y divertida, pero también es una verdadera historia de amor, porque al final, Mortimer encuentra que de hecho está dispuesto a sacrificar su vida perfecta y segura por Charlotte".

Mientras se desvelaba el guión, la comedia y el romance llegaban de forma natural, así que la autenticidad se convirtió en la prioridad para los Dyer. "Tanya, Tracey, Jonah Lisa y yo siempre imaginamos una película que tuviera el aspecto de Howard’s End, en su atención a los detalles pero que jugara más con el tono de Four Weddings and a Funeral", explica Stephen. "Y eso es exactamente lo que Tanya buscó".