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  El santuario  (Sanctum)
  Dirigida por Alister Grierson
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Del productor ejecutivo JAMES CAMERON (Avatar, Titanic), ganador en tres ocasiones del Oscar®.

El Santuario (Sanctum), rodada en exteriores de Gold Coast, Queensland, y en cuevas de Australia Meridional, así como en los estudios de Village Roadshow, utiliza las impresionantes técnicas de rodaje 3D creadas para filmar Avatar. Diseñado para funcionar en entornos extremos, el sistema de cámaras Fusion 3D Cameron/Pace empleado para filmar este ‘thriller’ de acción sumirá al público en un vertiginoso viaje por profundas simas hasta los rincones más remotos de nuestro mundo subterráneo.

ALISTER GRIERSON (Kokoda: Batallón 39) dirige la película a partir de un guión de JOHN GARVIN y ANDREW WIGHT, con la producción de Wight, que ayudó a Cameron a probar sobre el terreno y depurar su tecnología 3D en los documentales Misterios del océano y Ghosts of the Abyss (Misterios del Titanic), que coprodujeron entre ambos.

Además de Grierson, el equipo creativo tras las cámaras está compuesto por un grupo de cineastas de gran talento, que incluye al director de fotografía JULES O’LOUGHLIN (Kokoda: Batallón 39, I Am You), el diseñador de producción NICHOLAS MCCALLUM (Kokoda: Batallón 39, The Black Balloon), el montador MARK WARNER (Mi monstruo y yo, Lara Croft: Tomb Raider) y el compositor DAVID HIRSCHFELDER (Ga’Hoole: La leyenda de los guardianes, Australia).

Junto a Cameron, figuran como productores ejecutivos de la película los principales responsables de Wayfare, BEN BROWNING (It’s Kind of a Funny Story), MICHAEL MAHER (Ondine) y PETER RAWLINSON (It’s Kind of a Funny Story), así como RYAN KAVANAUGH (Ahora los padres son ellos), de Relativity Media.


Espeleología de la producción: el comienzo de El Santuario (Sanctum)
En 1988, el productor y conocido espeleólogo Andrew Wight dirigió una expedición para explorar y sumergirse en una remota red de cuevas oculta bajo la llanura de Nullarbor, en Australia. Mientras se encontraban en pleno viaje, una extraña tormenta hizo que la entrada de la cueva se derrumbara, lo que dejó a 15 personas atrapadas en las profundidades de la tierra. Se organizó una misión de rescate e, increíblemente, todos los miembros de la expedición sobrevivieron a su angustiosa experiencia.

Pero dicha experiencia dejó un recuerdo imborrable en Wight, que lo llevó a crear, en compañía de su colaborador de muchos años, James Cameron, una película inspirada en estos sucesos que marcaron su vida. Wight, junto al guionista John Garvin, elaboró una historia iniciática sobre un joven que tiene una tensa relación con su padre, hasta que la prueba de supervivencia definitiva los lleva a unirse como jamás lo habían estado. Ambientado en un extraño mundo tan hermoso como sobrecogedor, su guión examinaba la fuerza y la fragilidad de los lazos que se forman cuando hemos de hacer frente al embate de la naturaleza y a una muerte casi segura.

En el epicentro de la historia se encuentra un equipo de submarinistas de cuevas subacuáticas que se encuentran en mitad de una expedición en la red de cuevas más hermosa, inaccesible e inexplorada del mundo. Conocemos al duro y veterano explorador Frank McGuire, a su hijo de 17 años, Josh, que toma parte en la expedición en contra de su voluntad, y el multimillonario Carl Hurley, que es quien se ha encargado de financiar dicha expedición.

Cuando se levanta por sorpresa una súbita tormenta tropical, una riada corta la única salida del equipo, y se ven obligados a internarse en las profundidades de la inexplorada red de cuevas para eludir las embravecidas aguas. El equipo ve cómo sus luces y suministros se van agotando rápidamente, y deberán abrirse paso por el traicionero terreno y las gélidas aguas a fin de hallar una hipotética salida al mar. Pero las laberínticas cuevas no perdonan el más mínimo error, y pronto tendrán que afrontar la temible pregunta: ¿Logrará salir alguno de ellos con vida de allí?

El productor ejecutivo James Cameron recuerda cómo empezó esta colaboración: "Hace cinco años, Andrew Wight, mi colaborador desde hace mucho tiempo, acudió a mí con la idea para El Santuario (Sanctum), y me encantó. Andrew y yo ya habíamos emprendido juntos grandes aventuras con anterioridad. Nos habíamos sumergido en las profundidades del océano, hasta lugares inexplorados, para recorrer y descubrir partes del fondo oceánico y de la vida marina desconocidas hasta entonces para Misterios del océano. Nos sumergimos hasta el Titanic [para Ghosts of the Abyss (Misterios del Titanic)] y el Bismarck".

Estas experiencias sirvieron a estos hombres para idear un nuevo sistema fotográfico que pudiera funcionar en estas condiciones extremas y ofrecer una experiencia cinematográfica que Cameron califica de "sin igual". Según explica: "Es un sistema que me encantó utilizar en Avatar y que Andrew ha usado en El Santuario (Sanctum): el sistema de cámaras Fusion 3D Cameron/Pace —un sistema estereoscópico de cámaras de alta definición digital que da resultados tan increíbles que podemos ofrecer una proyección IMAX en 3D impecable. Pero, por impresionante que sea toda esta nueva tecnología, la realización de películas no es una cuestión de material sofisticado. Lo importante son las ideas, las imágenes y la imaginación. Lo importante es contar buenas historias, y yo creo en esta historia".

Aunque Wight y Garvin tomaron como base para El Santuario (Sanctum) la propia experiencia vivida por Wight, no les interesa recrear su casi fatídica expedición como si se tratara de un documental. El guionista/productor explica: "En lugar de contar exactamente esa historia, nos parecía mucho más emocionante utilizar la esencia de la experiencia. Queríamos examinar qué le sucede a la gente cuando se encuentra en situaciones difíciles, sometida a presiones extremas. ¿Cómo sobrevive? Nuestra historia trata sobre un grupo de personas que se encuentran de expedición en zonas naturales de Papúa Nueva Guinea y se quedan atrapadas. Se convierte en una historia de supervivencia y autoconocimiento en un entorno extraño. Exploramos cómo reaccionarán bajo semejante presión".

Colaborar con Wight para la elaboración del guión fue una decisión sumamente sencilla para Garvin. Este último explica cómo se incorporó al proyecto: "Andrew y Jim se dieron cuenta de que querían hacer una película de submarinismo en cuevas, y se pusieron a buscar guionistas. Yo tenía amplia experiencia en submarinismo, por lo que podía aportar esa dosis de realismo al guión que andaban buscando. Haber practicado submarinismo anteriormente me resultó muy útil para escribir el guión. Para la mayoría de la gente, la idea de verse en una red de cuevas submarinas es lo más aterrador que pueden concebir, pero lo cierto es que las cuevas submarinas son los lugares más hermosos y serenos que uno pueda imaginar. Hay un silencio absoluto, una gran oscuridad, allí no oyes más que el sonido de tu propia respiración. Aunque cueste creerlo, la mayoría de submarinistas de cuevas se sumergen para relajarse".

Coincidía con la idea básica de Cameron y Wight de no convertir la película simplemente en una aventura de submarinismo, sino que más bien se centrara en una familia y un grupo de amigos que debe arreglárselas para sobrevivir cuando todo "les es arrebatado". Garvin agrega: "Tuvimos mucho cuidado para asegurarnos de que el guión se tratara fundamentalmente de una historia de un padre y su hijo. Es un rito de transición sobre un joven que aprende las lecciones que le ofrece su padre, además del entorno de la cueva, antes de poder convertirse en hombre".

Tras una exhaustiva búsqueda, Cameron y Wight optaron por el director Alister Grierson para hacerse cargo de la dirección de El Santuario (Sanctum). A ambos les había gustado la cinta de debut del joven director australiano, que había logrado labrarse una buena reputación nada más salir de la escuela de cine. En 2006, dirigió Kokoda: Batallón 39, que logró convertirse en una de las producciones australianas más taquilleras. El drama histórico recogía la historia real de una sección de soldados australianos perdidos en las selvas de Nueva Guinea durante una batalla fundamental de la 2ª Guerra Mundial, en 1942, y logró una excelente acogida tanto del público como de la crítica.

Cameron señala que estaban buscando un realizador joven, pero no un director que fuera un completo novato. "Queríamos a alguien que ya hubiera cometido sus primeros errores, y alguien que pudiera enseñarnos algo", comenta. "Queríamos alguien con una visión y que supiera cómo llevarla a cabo. Y Alister había hecho eso con Kokoda: Batallón 39. Se trataba de una primera película muy sólida, que le permitió presentarse como un director con un punto de vista propio".

Una vez convencidos Cameron y Wight de que Grierson era el candidato ideal para el trabajo, pasaron un tiempo con el director para evaluar las intenciones de éste para con el proyecto. Pero fue una prueba de inmersión lo que sirvió para convencerlos definitivamente. Cameron recuerda riendo: "Andrew se llevó a Alister de submarinismo en cuevas y le dio un susto de muerte, pero logró aguantar el tipo y salió de la experiencia con un verdadero respeto y entendimiento de lo que el submarinismo en cuevas comporta. En ese momento, estaba totalmente preparado para hacer la película. El aspecto que le resultó más complicado fue aprender a trabajar en 3D. No es como si se hubiera presentado ante nosotros y nos hubiera dicho: ‘Quiero hacer una película en 3D’".

Pero eso entraba dentro de los planes de los productores desde el primer momento. Cameron agrega: "Dijimos: ‘Queremos que dirijas esta película, y se va a hacer en 3D’. Así que su director de fotografía, Jules O’Loughlin, y él, tuvieron que dar el salto de rodar en celuloide a la alta definición digital. Tuvieron que aprender a preparar la iluminación para cámaras digitales, cómo usar el espacio estéreo y cómo utilizar todo este nuevo sistema de cámaras. Hacer todo eso cuando no se trababa más que de su segunda película tuvo que resultar un tanto abrumador, pero supieron dar la talla y dominarlo. No nos decepcionaron".

Grierson asegura que no solo le interesaba el proyecto por la posibilidad de trabajar con Cameron y Wight, sino que también le atraía la historia por sus temas subyacentes. "Me interesan las historias de seres humanos bajo presión y cómo reaccionan en tales circunstancias", señala. "Kokoda: Batallón 39 tenía muchos elementos similares. El Santuario (Sanctum) cuenta en su historia con una fuerte relación padre-hijo que me resultaba atractiva. El aspecto 3D fue la guinda del pastel, aunque estoy convencido de que, cuando el público vea esta película en 3D, les abrirá la puerta a todo un nuevo mundo que no habían experimentado anteriormente".


Poner a los intérpretes a remojo: la selección del reparto
Cuando llegó el momento de emprender la selección de actores para El Santuario (Sanctum), estaba claro que solo los valientes debían presentarse. Los productores y el director sabían que su reparto tenía que estar muy dispuesto a abordar un proyecto que les exigiría muchísima preparación física y una gran resistencia física durante el rodaje. Recuerda Wight: "Si el guión de por sí no bastaba para asustarlos, seguro que lo estaban después de conocernos a Alister y a mí. No tardaban en darse cuenta de que tendrían que aprender submarinismo, utilizar sistemas de respiración reciclada, sumergirse en el tanque de agua de noche en la más completa oscuridad y hacer todo tipo de locuras, ya fuera en el agua o bien empapados. Me alegra poder decir que el reparto aceptó de buena gana el desafío y, hay que reconocérselo, fueron todos fantásticos".

El primer miembro del reparto en ser elegido fue el actor australiano Richard Roxburgh, que se incorporó al proyecto para interpretar a la mayor autoridad mundial de submarinismo en cuevas. El personaje de Frank McGuire es un tipo duro, mucho más ducho en la vida en entornos subterráneos que sobre la superficie. Grierson comenta sobre la elección: "Richard es un actor sencillamente maravilloso, y su nombre pasó rápidamente a la cabeza de nuestra lista. Aporta muchísima experiencia y profundidad. Nos pareció que podía darle el tono adecuado a Frank McGuire".

Para prepararse para el papel, Roxburgh tuvo que aprender submarinismo en un campamento de instrucción de buceo. Según explica el actor: "La preparación incluía el sistema de respiración reciclada con su correspondiente máscara, un invento de lo más divertido. Se trata de una forma de tortura que te permite reciclar tu propio dióxido de carbono para poder aguantar mucho más tiempo bajo el agua. En teoría, suena genial, pero, en la práctica, es algo más bien de pesadilla. Al dispositivo no le sienta bien que respires profundamente. En determinado momento, te lo permitirá hacer, pero luego no te dejará soltarlo tal cual. Así que te encuentras constantemente queriendo algo más de aire o tratando de echar el que te sobra. Se tarda cierto tiempo en acostumbrarse a usarlo".

Roxburgh aprendió todas las habilidades necesarias para este intenso papel y afrontó con decisión todos los retos físicos que entrañaba. Sin embargo, hubo momentos durante el rodaje que encontró sinceramente aterradores. Confiesa: "Algunos días pensaba: ‘Si me resbalo aquí, me caeré y me mataré’. O: ‘si meto la pata en este intercambio de máscaras de respiración de esta determinada secuencia arriesgada, me voy a ahogar’. A pesar de que haya un especialista de seguridad a tan solo cuatro o cinco metros de distancia, es un trabajo verdaderamente duro y aterrador. Pero lo cierto es que me lo habían advertido. Ya sabía en lo que me estaba metiendo".

Dado que la historia se narra desde el punto de vista de Josh, también era fundamental para el reparto de El Santuario (Sanctum) encontrar al actor adecuado para interpretar al hijo de Frank. El equipo encontró justo al intérprete que quería en su compatriota australiano Rhys Wakefield, conocido por su impactante interpretación del hermano de un joven autista en The Black Balloon. Según comenta Wight: "Vimos en Rhys a un chico joven, que cae bien desde el primer momento, y que además es un estupendo actor. Tenía el registro necesario para el papel y, en manos de Alister, ofreció una interpretación espectacular".

El director de Wakefield se muestra de acuerdo con la valoración de Wight. En opinión de Grierson: "El papel suponía un gran reto para Rhys, pero resultó ciertamente asombroso observar su habilidad y verlo madurar como actor a lo largo del proceso de creación de la película".

Al principio, lo único que sabía Wakefield sobre la película era lo que había leído en su sinopsis. Sin embargo, le pareció lo suficientemente emocionante para asegurar su participación en El Santuario (Sanctum). "El guión estaba lleno de acción", recuerda el actor. "Además, todo lo que tuve que aprender para poder interpretar el papel fue sencillamente increíble. Aprender submarinismo, a usar el sistema de respiración reciclada, a escalar paredes de roca y todas las demás locuras que hicimos, fue algo muy divertido. Era la primera vez que tenía que aprender a hacer algo que me resultaba nuevo para poder interpretar un papel y me encantó. Tuve que ir desarrollando poco a poco esas habilidades".

Ser capaz de decir sus líneas de diálogo a la vez que cuelga de unas rocas y se zambulle de cabeza en gélidas aguas son talentos que Wakefield no tenía ni idea que iba a tener que adquirir tan pronto en su carrera. "Lo que más me costó fue encontrar el justo equilibrio entre la interpretación y la acción", prosigue, "sobre todo cuando se trata de escalar una pared mientras no deja de caerte agua en la cara y se está produciendo una gran explosión por debajo de ti".

El actor galés Ioan Gruffudd fue elegido para interpretar a Carl, el temerario emprendedor que financia la expedición a Frank e insiste en acompañarlo para comprobar sus avances. A medida que avanza El Santuario (Sanctum), descubrimos que los motivos de Carl no son tan altruistas como parecían en un primer momento. Gruffudd comenta bromeando: "Hicieron lo que pudieron para matarme en esta ocasión pero, por suerte, he vivido para contarlo".

Además de la escalada y las horas de submarinismo por las que tuvo que pasar la mayor parte del reparto, Gruffudd tuvo que aprender también salto base para la escena en la que pasa a toda velocidad junto a Josh y su novia en la pantalla, Victoria, hasta la entrada de una enorme cueva. Recuerda: "Llegué a probar lo que se siente al practicarlo, aunque fuera brevemente. Estaba agarrado a una grúa y llevaba una cuerda de seguridad atada a la espalda. Pero sí que me lanzaba desde un acantilado y confiaba en la cuerda de seguridad, y sin duda tuve ocasión de experimentar en cierto modo lo intenso que debe de ser hacerlo de verdad. Descendía en caída libre durante unos segundos. Soy yo el que lo hace en la película, así que eso me resultó personalmente muy emocionante".

En otra de las escenas más importantes de la película, a Gruffudd le lanzan encima un recipiente lleno de aceite "hirviendo". El actor comenta sobre esta experiencia: "Tuvimos que practicarlo unas cuentas veces, hasta que me sentí lo bastante cómodo para hacerlo. Teníamos que llegar al punto en que yo estaba realmente ardiendo durante un par de planos antes de cortar al especialista. Pero se pueden ver las llamas delante de mis ojos y la cara que se ve detrás de esas llamas es la mía. La verdad es que no me lo pusieron fácil para sobrevivir a este proyecto concreto".

Los actores australianos Dan Wyllie y Alice Parkinson completan el reparto central de actores en los papeles, respectivamente, del submarinista Crazy George y de la novia adicta a la aventura de Carl, Victoria. Garvin comenta sobre el papel de Victoria en el mundo submarino: "A Jim le gusta, en especial, crear personajes protagonistas femeninos muy fuertes. Así que lo que intenté hacer con Victoria fue crear una persona normal y corriente, de modo que, cuando veamos por primera vez la cueva, la veamos realmente desde el punto de vista de Victoria. Su sensación de asombro y de lo que verdaderamente entraña tal empresa —así como de empezar a entender por qué los protagonistas van a sumergirse e internarse por esta red de cuevas— se produce a la vez que el público empieza a verlo".

Al tratarse de una de las escasas mujeres de esta cinta de acción, Parkinson llegó a alegrarse hasta cierto punto de haber sido siempre un poco marimacho. Comenta riendo: "Mis recuerdos más felices de mi infancia son trepando árboles, lanzándome colina abajo o jugando en el barro. Así que el papel de mujer de acción me resulta muy interesante, siempre y cuando no se trate solo de acción. También me atraen las historias que giran en torno a los personajes y El Santuario (Sanctum) es, desde luego, de ese estilo".

El resto del equipo humano de Frank que queda atrapado bajo la superficie está integrado por ALLISON CRATCHLEY, como Judes, CHRISTOPHER BAKER, como J.D., NICOLE DOWNES, como Liz, CRAMER CAIN, como Luko, y ANDREW HANSEN, como Dex.

El último miembro clave del equipo es en realidad el propio guionista, John Garvin, que interpreta al encargado Jim Sergeant. Garvin explica sobre su elección para formar parte del reparto: "Al ser uno de los guionistas, sabía que tenía que haber un personaje que fuera el responsable del campamento base —ese tipo mandón que básicamente se encarga de toda la logística. Reconozco que escribí completamente el papel pensando en mí, con la esperanza de convencer a Alister de que me diera la oportunidad de interpretarlo. Y la jugada me salió bien".

Como coordinador de submarinismo de El Santuario (Sanctum), Garvin también se encargó de supervisar la preparación submarina de sus compañeros de reparto durante el rodaje. Al tratarse de una actividad que exigía un aprendizaje considerable, los intérpretes principales realizaron un curso completo de submarinismo en mar abierto y pasaron directamente a los sistemas de respiración reciclada. Un equipo de veteranos submarinistas de cuevas pasó semanas trabajando con los actores para ayudarles a ganar confianza y mejorar su flotabilidad. Después de dominar los ejercicios de seguridad básicos y las técnicas de flotabilidad, empezaron a familiarizarse con el material auxiliar, como el casco, la máscara completa, las luces, los cilindros de fase, los carretes… e incluso los vehículos de propulsión de los submarinistas.

Garvin observa, elogioso: "Como poco, fue submarinismo puro y duro, y resulta asombroso que muchas de las escenas arriesgadas submarinas que se ven en la película estén realizadas por los propios actores. ¿Quitar un sistema de respiración reciclada y empujarlo por un estrecho tubo? Lo hicieron los actores. ¿Compartir el aire con una máscara completa llena de agua? Richard Roxburgh y Allison Cratchley hicieron esa escena a la perfección... ¡un ejercicio que se les atragantaría a muchos submarinistas con experiencia! Todos los actores y los especialistas submarinistas —elegidos entre la élite de los submarinistas de cuevas de CCR [sistema de respiración reciclada de circuito cerrado] de Australia— deberían sentirse muy orgullosos del trabajo que realizaron".

Cameron se muestra enteramente de acuerdo y asegura que todo el reparto supo estar a la altura que exigían sus respectivos papeles: "Todos los actores con los que he trabajado, y desde luego todos los de esta película, se crecen ante los retos. Les gusta tener la oportunidad de ponerse a prueba con algo que va mucho más allá de cualquier cosa que hayan hecho anteriormente. No quieren seguir haciendo lo mismo una y otra vez".


Imaginar lo inexplorado: diseñar la aventura submarina
Uno de los mayores retos al realizar El Santuario (Sanctum) fue recrear un mundo subterráneo que pocos han visto jamás y que resultara verdaderamente creíble. Aunque elaborar el guión trajo muchos recuerdos viscerales a Andrew Wight, no podía hacer más que imaginar qué experiencias pasadas rememoraría cuando el diseñador de producción Nicholas McCallum terminara sus diseños. Comenta el productor: "En Papúa Nueva Guinea, donde está ambientada la película, se hallan algunos de los escenarios subterráneos más increíbles del mundo. Hay largos ríos, cataratas, hermosas decoraciones, estalactitas, grandes cavernas subterráneas... cosas que jamás imaginarías a menos que hayas estado allí. Replicar eso a pequeña escala era un trabajo muy laborioso".

Sin duda, se trataba de un tipo de trabajo que McCallum abordó con gran entusiasmo. Reflexionando sobre el proceso, comenta: "Me encantan los retos, así como la oportunidad de trabajar con gente de ideas afines. El mayor desafío fue simplemente conseguir que se construyera todo y estuviera listo en el tiempo asignado. También tuve que tener mucho cuidado con el proceso 3D empleado y dotar de suficiente profundidad y altura a los decorados".

Además de recrear una serie de cuevas subterráneas que hicieran creer al público que se encontraban a leguas bajo el agua, McCallum también tuvo que crear una enorme cascada "subterránea" que cumpliera las especificaciones establecidas en el guión de Garvin y Wight. Wight recuerda: "El plató de la cascada medía unos 14 metros de altura, con una cascada de verdad que caía desde arriba. Contábamos con una bomba con una capacidad de 20.000 litros de agua por minuto. Creaba una auténtica corriente. Así que parecía muy real, a pesar de estar montado en un plató cerrado".

McCallum fue capaz de reciclar y reutilizar inteligentemente muchos de los elementos de los decorados, hasta lograr producir 16 decorados principales distintos a partir de tres platós completos. Comenta sobre su construcción: "Los elementos que componían el laberinto de las cuevas se hicieron de hormigón, en parte para que los actores pudieran avanzar como buenamente pudieran por ellos sin que se movieran, y en parte para permitirnos reutilizar esos elementos en el tanque de agua. De modo que, cuando acabábamos con los decorados en el plató, podíamos meterlos en el tanque de agua, bajo millones de litros de agua".

Todas las secuencias submarinas se rodaron en el gran tanque de agua de los estudios propiedad de Village Roadshow en Queensland, Australia. Wight nos ofrece una imagen de lo que este enorme tanque permitió lograr al equipo de rodaje: "El tanque mide 40 metros de largo, 30 metros de ancho, siete de profundidad y tiene capacidad para 7,2 millones de litros de agua", explica. "Es uno de los más grandes del mundo, lo que nos permitió construir un gran decorado submarino, con muchos escenarios interesantes para las cuevas".

Como complemento al trabajo realizado en el tanque, el equipo de rodaje también pasó un tiempo en entornos naturales. Wight prosigue: "También rodamos en cuevas reales en la región de submarinismo en cuevas de Australia Meridional, alrededor de Mount Gambier. Filmar en esas cuevas de caliza llenas de agua aportaba una mayor escala y autenticidad al rodaje en el tanque del estudio".


El director, Grierson, confiesa que disfrutó más de lo que esperaba con el trabajo en el tanque de agua: "Todos los días me iba a nadar con mi director de fotografía, su equipo de apoyo y nuestro operador de cámara, para poder planificar el trabajo del día debajo del agua, echar un vistazo a los planos que pensábamos filmar, y luego hablar de ellos. Al volver a tierra firme, teníamos una maqueta a escala de la red de cuevas, y entonces nos reuníamos en torno a ella y explicábamos a los submarinistas de seguridad y al reparto qué es lo que se iba a hacer ese día".

"Fue una experiencia muy agradable, ya que parecía cine en un estado muy puro", agrega, "en el sentido de que apenas había sonido y tenías que contar la historia visualmente. Fue muy complicado comunicarse con todos bajo el agua, situar adecuadamente la cámara y conseguir la iluminación necesaria, pero lo disfruté mucho. Aunque puede que los actores lo vean de otro modo"...

Para el director de fotografía Jules O’Loughlin, el mayor obstáculo a superar a lo largo del rodaje fue cómo iluminar todas esas cuevas. "Como director de fotografía, no todos los días tienes ocasión de iluminar una cueva", señala. "Es un entorno muy extraño, por el que no se interna mucha gente. Y es, además, un entorno en el que no hay luz natural de ningún tipo; toda la luz que hay es la que llevan los personajes de la película. Así que representar las cuevas y la historia a través de esa iluminación supuso un desafío estimulante".

O’Loughlin y Grierson decidieron que, cuando un personaje entrara en un determinado espacio, debería dar la sensación de que la luz aumentaba y, cuando el personaje abandona el espacio, la luz debería desaparecer. O’Loughlin agrega: "Para lograrlo, tenía que contar con hasta seis o siete eléctricos presentes para rodar determinadas escenas, todos sujetando luces y paneles reflectores de luz. Luego coreografiábamos la iluminación, según lo que hacían los personajes y por dónde se movían. Era casi como una danza, una danza de luz y acción en el interior de la cueva".


La vida en un mundo extraño: la experiencia 3D de El Santuario (Sanctum)
Entre las cámaras utilizadas en El Santuario (Sanctum) se incluyen las mismas desarrolladas para Avatar y utilizadas por Cameron en esta épica superproducción. El equipo sabía que, si pretendían sumir plenamente al público en el mundo submarino, tenían que hacerlo en 3D. Según explica el propio realizador: "La cámara de El Santuario (Sanctum) es el resultado final de seis o siete años de desarrollo entre Vince Pace, mi socio en ingeniería, y yo mismo. Empezamos con un sistema muy sencillo, que utilizamos en los documentales, y luego lo hicimos evolucionar para utilizarlo en el cine. Así que ahora dispone de todas las fruslerías que hacen falta para lograr espectaculares imágenes cinematográficas en 3D, y la consideramos la mejor cámara disponible en la actualidad. Puede que dentro de un año haya algo más y, por supuesto, nosotros tampoco dejamos de hacer evolucionar la cámara".

Wight colaboró estrechamente con Cameron y Pace en el desarrollo de las técnicas de producción empleadas en el sistema de cámaras Fusion 3D Cameron/Pace. Wight explica su proceso mental en el diseño y lo que supone para los espectadores: "Unas buenas 3D se dejan ver fácilmente. Unas malas 3D hacen daño a la vista, y esa es la forma más sencilla que se me ocurre de explicarlo. Creamos una terminología que llamamos ‘desgarra-ojos’ o ‘sesga-cerebros’, que significa que tienes una imagen que has grabado y, por el motivo que sea, no se puede hacer converger adecuadamente o tiene algún tipo de problema óptico. Cuando la ves, sientes como si tus ojos fueran a chillar y tu cerebro trata de hacerse una idea de qué es lo que está viendo".

"Si tienes que hacer eso y duele, significa que las 3D son malas y las malas 3D están hechas por gente que no acaba de entender muy bien cómo funciona el proceso", prosigue. Sin duda, Wight quiere que los espectadores experimenten El Santuario (Sanctum) del mismo modo que lo hizo él, en un impresionante mundo submarino. "Unas buenas 3D, en comparación, no se hacen notar. Ves la película y te absorbe por completo. Te sumes en otro mundo y ni siquiera te das cuenta de que lo estás viendo en 3D".

Mientras Wight y Garvin escribían el guión, lo hacían sabiendo que sus escenas cobrarían vida con una inmersión total en 3D. "Mientras escribíamos el guión, nos resultó muy útil que yo mismo practicara submarinismo en cuevas", observa Garvin. "Intenté transmitir la sensación de claustrofobia al público y, naturalmente, al tratarse de una película en 3D, se presta a la perfección para una experiencia de este tipo. Siempre quisimos que el elemento 3D de El Santuario (Sanctum) nos ayudara a contar la historia. No queríamos que fuera un truco evidente. Nos gustaría que, pasados los primeros minutos de la película, el público se olvidara de las 3D, se relajara y se dejara simplemente llevar por la historia. No se me ocurre ningún entorno mejor para rodar una película en 3D que una claustrofóbica red de cuevas".

Cameron reflexiona sobre la fuerza de las 3D para ayudar a contar esta historia: "Cuando estás viendo una película que cuenta una historia, te sientes más metido en dicha historia, más afectado por las dificultades de los personajes, y no necesita ser una superproducción de ciencia ficción para beneficiarse de ello. Las 3D funcionan muy bien en un escenario claustrofóbico porque puedes sentir la pared justo ahí, el techo justo ahí. Sabíamos instintivamente que el entorno de las cuevas encajaría bien con las 3D".

La producción utilizó dos tipos distintos de aparejos 3D en El Santuario (Sanctum): los de estilo más antiguo, un aparejo con cámaras en paralelo, para todas las secuencias submarinas, y el aparejo más moderno, con divisor de haz de fusión, que se utilizó para la filmación en tierra firme y en los platós. La tecnología empleada en esta película sigue siendo relativamente nueva, y toda nueva tecnología conlleva un cierto período de aprendizaje para todo el reparto y el equipo técnico que se beneficia de su uso.

Con el apoyo del anterior colaborador de Grierson, el director de fotografía Jules O’Loughlin, los dos emprendieron juntos un "viaje de descubrimiento de todas las cuestiones técnicas" de las 3D, en palabras del director de fotografía. O’Loughlin asegura: "No cabe duda de que pusimos a prueba las cámaras y aparejos con este proyecto. Las metimos bajo el agua, las pusimos bajo cascadas con enormes cantidades de agua y salpicaduras, las sometimos a condiciones extremas de calor y fuego, y las pusimos a trabajar en secuencias aéreas muy exigentes".

La cámara con divisor de haz contaba con dos cabezas F950 —una montada verticalmente, que rebotaba en un espejo con un ángulo de 45 grados, y la otra montada horizontalmente, que filmaba a través del espejo— mientras que el cuerpo principal de las cámaras estaba unido a las cabezas mediante cables de fibra óptica. O’Loughlin nos explica los fundamentos básicos de la óptica 3D: "Podíamos reducir nuestro intraocular —la distancia entre las lentes— a cero, y teníamos la capacidad de manipular dinámicamente el intraocular y la convergencia en cualquier plano. Nuestra cámara ‘A’, que tenía la cámara vertical montada encima, se utilizaba principalmente con la Lev Head y una tecnogrúa de 15 metros, mientras que la cámara ‘B’, que tenía la cámara vertical sujeta debajo, era ideal para el steadicam y las secuencias cámara en mano".

La producción convirtió un enorme contenedor en el centro de montaje 3D, al que solían referirse como "la cápsula", donde el conocido estereógrafo y veterano innovador del Estéreo-3D, CHUCK COMISKY, pasaba el tiempo viendo el material 3D grabado por las cámaras. Comisky, un frecuente colaborador de Cameron, supervisó el Estéreo-3D y los efectos visuales de los documentales de Cameron en IMAX 3D Ghosts of the Abyss (Misterios del Titanic) y Misterios del océano, así como de Avatar. Era labor suya determinar el estilo de 3D de El Santuario (Sanctum), dejando así libertad a los realizadores para concentrarse en contar la historia. Observó todos los preparativos y ensayos y luego indicó los ajustes intraoculares a los operadores del intraocular.

Comisky explica el papel que desempeñó en la producción: "Lo que he hecho ha sido determinar el estilo de 3D de la película para que no canse la vista a los espectadores. Nuestro objetivo es proporcionarles las emociones que buscan de las 3D y que resulte una buena experiencia. Por naturaleza, en nuestra vida diaria, lo vemos todo en 3D con nuestros propios ojos. Cada ojo tiene una perspectiva ligeramente distinta de las cosas, y el cerebro se encarga de unir esas dos imágenes para que podamos percibir la profundidad —las cosas que están cerca de nosotros y las que están lejos. Lo que intentamos hacer con las 3D es crear imágenes para el ojo izquierdo y el derecho, de modo que el cerebro crea que está percibiendo profundidad en la imagen... ya sea porque algo se acerque hacia el espectador o porque se aleje de él".

Con el veterano equipo tras las cámaras responsable de la creación de Avatar, dirigir una película 3D no resultó una tarea demasiado abrumadora para Grierson. Se considera afortunado de haber podido contar en todo momento con maestros en ese terreno. Según nos explica: "Desde el punto de vista de un director, trabajar en 3D no es mucho más complicado que trabajar normalmente. Siempre y cuando, por supuesto, cuentes con un equipo que sepa manejar los aspectos más técnicos del tema. Lo estupendo de trabajar con Andrew, que ha pasado mucho tiempo trabajando con las 3D y desarrollando la tecnología con Jim, es que tiene una metodología de trabajo muy sólida. Hay que reconocerle a Andrew que ha sabido reunir un excelente equipo de personas con mucha experiencia en 3D. Chuck trabajó desde la cápsula como nuestro estereógrafo e hizo de enlace con el equipo técnico tras la cámara —tanto con el foquista como con el operador del intraocular".

Naturalmente, trabajar en este terreno conllevaría una serie de desafíos para un joven director, pero los afrontó con decisión. "Solo llegamos a tener algún problema durante la planificación si estábamos preparando los planos y había alguno que no parecía que fuera a funcionar bien en 3D", prosigue. "En casos así, quizá cambies la lente, o la posición de la cámara o elijas otra cosa. Intenté olvidarme de las 3D. Una buena realización 2D debería ser dinámica, y debería aprovechar el espacio de todos modos. Quieres una puesta en escena que juegue con la profundidad y cosas así. Para mí, la cuestión era concentrarse en contar la historia de la mejor manera posible con los recursos con los que contábamos, y dejar que los profesionales se encargaran del aspecto 3D".

Los elementos 3D de El Santuario (Sanctum) también afectaron a los efectos visuales de la producción. El supervisor de efectos visuales DAVID BOOTH retoma los comentarios anteriores de Comisky para ofrecer más detalles: "Seguimos aplicando los mismos principios de efectos visuales y composición, así como de modelado y generación de imágenes 3D, aunque por lo general nos obliga a hacerlo dos veces, una para el ojo izquierdo y otra vez para el derecho. Con todo lo que hemos hecho, tenemos un ojo izquierdo y un derecho para lograr nuestro estéreo. Al hacer un sencillo arreglo de una zona o ampliar un decorado, teníamos que asegurarnos de que la parte del decorado que estábamos ampliando encajara en nuestro ojo izquierdo con la animación o el movimiento de cámara que estuviéramos realizando para esa escena. Luego había que calcular el cambio de ángulo para el ojo derecho y repetir el proceso. Por suerte, al ritmo al que avanza el tema estereoscópico, muchos de los fabricantes están desarrollando software e implementando la doble generación de imágenes para el ojo izquierdo y el derecho. De ese modo, cuando haces algo en el lado izquierdo, se transfiere automáticamente al ojo derecho".