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  Mátalos suavemente  (Killing them softly)
  Dirigida por Andrew Dominik
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Tres simplones, creyéndose muy listos, se embolsan el dinero de una timba de póker organizada por el hampa, haciendo que la mafia local entre en bancarrota. Brad Pitt interpreta al matón contratado para encontrarlos y restablecer así el orden. El reparto de MÁTALOS SUAVEMENTE incluye también a Richard Jenkins (The visitor), James Gandolfini ("Los Soprano"), Ray Liotta (Narc), Scoot McNairy (Monsters), Ben Mendelsohn (Animal Kingdom) y Vincent Curatola ("Los Soprano"), con la participación especial de Max Casella, Trevor Long, Slaine y Sam Shepard.

Mátalos suavemente cuenta con guión y dirección de Andrew Dominik (El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford), y está basada en la novela Cogan’s Trade de George V. Higgins (autor de Los amigos de Eddie Coyle, publicada por Libros del Asteroide). Brad Pitt, Dede Gardner, Steve Schwartz, Paula Mae Schwartz y Anthony Katagas han producido la película, con Roger Schwartz, Matthew Budman, Will French y Douglas Saylor Jr. como coproductores. El director de fotografía Greig Fraser y la diseñadora de producción y de vestuario Patricia Norris encabezan el equipo creativo detrás de las cámaras. El casting estuvo a cargo de Francine Maisler, y el montaje, de Brian A. Kates (A. C. E.). Firman la producción ejecutiva Megan Ellison, Marc Butan, Bill Johnson, Jim Seibel, Bob Weinstein, Harvey Weinstein, Adi Shankar y Spencer Silna.


Declaraciones del director
Vi El confidente [adaptación de la novela Los amigos de Eddie Coyle] en la tele y me quedé impresionado por el realismo de los personajes, las situaciones y los diálogos. Busqué a George V. Higgins en Internet y me enteré de que había sido fiscal en Boston durante 20 años, y aquello me pareció muy interesante... era una persona que sabía de lo que estaba escribiendo, había escrito otras 20 novelas, todas al parecer descatalogadas. Sabiendo cómo son las cosas en Hollywood, imaginaba que los de arriba debieron de olvidarse de él por no haber arrasado en taquilla con El confidente, y pensé que ahí había un filón de material por explotar. Hice pedidos de unas 10 de sus novelas a librerías de segunda mano, y me las leía conforme me iban llegando. Cogan’s Trade fue la tercera, y me pareció perfecta para una película: tenía grandes personajes, unos diálogos fantásticos y un argumento muy sencillo.

Al principio la veía como un drama, pero a medida que me sumergía en ella, sentí que era la historia de una crisis económica, la crisis de una economía criminal basada en el juego, y que el problema se originó por un fallo a la hora de regularlo. En otras palabras: era una réplica a pequeña escala de lo que estaba pasando en Estados Unidos en aquel entonces.

Entonces empecé a pensar en Red Alert, el libro en el que estaban basados Failsafe, un drama bueno aunque no inolvidable sobre un accidente nuclear, y ¿Teléfono rojo?, volamos hacia Moscú, una versión cómica del mismo argumento. Con esta película, Kubrick nos dio la oportunidad de reírnos de nuestros miedos, y yo empecé a pensar que quizás yo también pudiera conseguir que la gente se riera de la crisis económica que ha llevado al mundo al borde del desastre.

Siempre he pensado que las películas de género negro tratan básicamente sobre el capitalismo, porque muestran el capitalismo funcionando a su nivel más básico. Además, es el único género en el que se acepta sin problemas que los personajes estén únicamente motivados por su deseo de conseguir dinero. En esas películas no tienen nada de "valores familiares", "sigue tus sueños" ni toda esa moralina.

Yo imaginaba una película llena de personajes intentando conseguir pasta, sin tener ni idea de lo infelices que eran, cuyos trabajos eran un asco y sometidos a jefes indecisos e incompetentes, unos personajes que se anestesiaban con drogas, sexo y alcohol, que no querían mirar a sus víctimas a los ojos, y pensé: esto tiene que ser una comedia.

Me puse en contacto con Brad y le expliqué mi idea por escrito; quería captar su interés antes de seguir adelante. Supuse que tendría algo más gordo entre manos y que no le interesaría una película de presupuesto limitado, menos aún comunicándoselo con tan poca antelación, pero me respondió en seguida, y, 45 minutos después, no sólo había aceptado participar en ella, sino que teníamos ya un acuerdo perfilado. Sólo nos faltaba avisar a los representantes artísticos, llamar a Dede [Gardner] y elegir a un inversor. En realidad yo ya tenía uno, pero pensó que aquel presupuesto para una película de Brad Pitt era demasiado bueno para ser verdad, así que se retiró. Hollywood es una locura, y si intentas hacerle un favor a alguien es probable que salga corriendo espantado.

Lo demás vino bastante rodado. Queríamos retratar esta economía derrumbada en un lugar del país donde nos cundiera más el dinero. Nos pareció más práctico rodar en Nueva Orleans que en Detroit, y fichamos a todos los miembros que nos fue posible del equipo de El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford, y a los mejores actores que pudimos en general, y nos pusimos manos a la obra. El resultado es MÁTALOS SUAVEMENTE.


Declaraciones del productor Dede Gardner
Andrew me dijo que había encontrado un libro escrito en los 70 que era básicamente un golpe criminal con una sátira muy divertida sobre las instituciones y sus fallos. Quería contrastarlo con el plan de rescate del gobierno. La corrupción es sistémica. No es algo excepcional. Nos afecta a todos, y todos formamos parte de ella. Y se alimenta de la complicidad.

Me encantó el guión desde la primera línea. Hay un amor muy profundo en lo que los personajes dicen y cómo lo dicen. Andrew sólo quiere retratar cómo hablan las personas de verdad, en la vida real. Es sorprendente comprobar el descanso que supone eso.

Trabajar con este grupo de actores fue como una reunión con los amigos de la infancia, estás deseando ir y ver cómo les ha ido la vida.

Reencontrarme con Patti [Norris] fue un placer y al mismo tiempo un recordatorio muy especial, muy preciado, de nuestra experiencia juntos en El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford. Tenerla con nosotros en este proyecto ha sido de gran ayuda, nos sacó en varias ocasiones las castañas del fuego. Haber tenido también esta oportunidad con Andrew ha sido una sorpresa. Después de colaborar en El asesinato de Jesse James... pensé que ya no volveríamos a trabajar juntos, pero a veces la vida te sorprende. Y esta sorpresa ha sido de lo más grata.

Los dos somos grandes admiradores del trabajo de Greig Fraser. Andrew lo conocía de Australia, y tenían muchos conocidos en común. Greig Fraser es un tío valiente, un poco loco, es fantástico. Se incorporó a un equipo de personas que ya se conocían y aportó toda su energía al grupo.

Creo firmemente que Andrew es uno de los mejores cineastas que existen actualmente. Estoy totalmente convencido. Puede que el mundo se dé cuenta mientras estemos vivos y puede que no, pero, para mí, Andrew ejemplifica a la perfección la forma que he elegido de ganarme la vida siendo productor. Es una persona maravillosa, complicada, disparatada, divertida, profunda... y su prioridad es siempre la película. Que al final se haya fraguado una amistad entre nosotros es la guinda del pastel. Por encima de todo me siento afortunado, he aprendido mucho de él y me llena de orgullo. Ahora que hemos madurado y hemos aprendido, nos queremos más que cuando nos conocimos. ¿Qué más se puede pedir de una relación con otro ser humano?

Creo que la película habla por sí misma. Si algo he aprendido de Terry [Malick], es que en realidad ya sabemos cómo pensamos. Lo que nos importa es lo que piensa alguien que lo ve desde fuera. Entonces es cuando lo que haces, lo que has hecho, queda abierto, y esa es la única razón para seguir haciéndolo.


Declaraciones de los actores
"Las timbas se cancelan, y nosotros tenemos que averiguar quién es el culpable", explica Richard Jenkins, que interpreta a Driver, un abogado que hace de intermediario con Jackie Cogan, un matón contratado para investigar el golpe a una timba de póquer organizada por la mafia. "La gente no quiere volver a organizar partidas mientras los ladrones sigan sueltos. Tenemos que demostrarles que vamos en serio, y por eso contratamos a Cogan, que ha convertido su trabajo en una ciencia", continúa diciendo Jenkins sobre el papel de Brad Pitt. "Es un tipo bastante listo a su manera, tiene mucho mundo, pero como nunca hemos trabajado con él, vamos con cuidado".

"Gran parte de los diálogos fueron en el coche; estuvo bien, porque no teníamos que movernos, sólo estar sentados y hablar". Jenkins y Pitt pasaron más de una semana en un coche rodando las escenas que compartían. "Nuestros personajes se reúnen en el coche. Fue una semana estupenda, fantástica", confiesa Jenkins. "Me encanta trabajar con Brad, es un actor formidable".

Cuando leyó el guión por primera vez, Jenkins pensó que "la gente hablaba como personas complejas, y no como los personajes de una película". Entonces habló con Dominik por teléfono sobre su personaje, y se dejó arrastrar por la pasión del director por la realización de películas. "Andrew es un hombre creativo, tiene muchas cosas que contar, y ha encontrado su medio. Está en el cielo, y nosotros también con él. Es uno de esos directores que no están buscando algo en concreto. Él te observa; es como el público. Siempre decía: 'No dejará de mirar mientras me interese'", recuerda Jenkins.

El actor, que había trabajado recientemente con los productores Dede Gardner y Brad Pitt en Come, reza, ama (Eat, Pray, Love), añade: "Recuerdo a Brad hablar sobre Andrew y sobre lo mucho que le gustaba trabajar con él, y pensé, ¿pero es que estoy loco? ¡Tengo que hacerlo!".

"Jackie cree que Estados Unidos no es un país, sino un negocio", comenta Jenkins, recordando las reflexiones de David Mamet sobre la moral actual en American Buffalo. "Él decía que por un lado está la amistad y por otro los negocios, y la película va un poco sobre eso. Esto es un negocio, y cada uno tiene que cuidar de lo suyo".

"Andrew es el típico al que le da igual lo que hayas hecho antes, necesita verlo y oírlo", explica Ray Liotta, que se presentó a las pruebas para varios personajes, pero que realmente quería conseguir el de Markie Trattman. "Yo soy el más simpático del grupo; soy el que se encarga de las timbas, el que siempre anda con una chica cogida del brazo, el que cae bien a todos. Por eso quería interpretarlo... interpretar a un malo﷓bueno".

Markie es uno de los primeros sospechosos cuando la mafia empieza a indagar después del robo. "Yo soy un mandado, estoy todos los días viendo las partidas y viendo pasar dinero por delante de mis narices. A ellos no les importa si lo hice o no, sólo necesitan un cadáver para poder retomar las partidas", explica Liotta.

"Entonces piden a James Gandolfini [Mickey] que se encargue de mí, pero él está demasiado ocupado con la botella", se ríe. Paradójicamente, a Markie le dan una paliza dos tíos a los que ha fichado para cobrar deudas de juego, sus propios esbirros se vuelven contra él, y "eso me impacta, es para agobiarse, claro. Además, yo sé lo que pretenden hacer y de lo que son capaces. Sí, me dan una buena tunda".

El papel era muy físico, y él sabía que "a Dominik le va mucho el realismo". Liotta quería interpretar él mismo las peleas, atravesar los cristales de las ventanas, por lo que su trabajo con el equipo de especialistas, encabezado por Darrin Prescott y Wade Allen, fue crucial. "Antes siempre era yo el que daba los puñetazos, pero recibirlos es totalmente diferente", reconoce Liotta. "Los especialistas me enseñaron cómo hacerlo. Estaba decidido a hacerlo todo, y, aunque fue agotador, también fue divertido. Estuvo bien recibir en vez de dar".

Dominik es igual de minucioso con la interpretación física que con la verbal. "Hay mucho diálogo con un ritmo determinado", dice Liotta, que conoció al director justo después del estreno de Chopper. "Es un gran director, y es genial ver a alguien entusiasmado con situaciones de ficción. Tengo la suerte de haber trabajado con un puñado de directores a los que les apasiona dar vida a sus ideas".

"Johnny Amato nunca llegó muy lejos", explica Vincent Curatola de su personaje, un tipo maquinador que apenas si consigue mantenerse alejado de la cárcel. "Es un aspirante. Quiere codearse con los peces gordos; los peces gordos no trabajan, los peces gordos dan golpes. Por ejemplo, roban seis camiones una noche y ya tienen para vivir seis años".

"Johnny siempre tiene la sensación de que el momento siguiente va a ser mejor que éste". Tiene un plan, y ahí es donde entra Frankie, al que interpreta Scoot McNairy. Johnny, que conoció al joven cuando estaba en la cárcel y que se considera su mentor, coloca a Frankie al frente de un trabajo. "Me gustan los actores que están metidos en su personaje las 24 horas del día", recuerda Curatola de su experiencia con McNairy en Nueva Orleans, donde se rodó la película. "Me mandaba un mensaje al móvil diciendo: “Jefe, soy Frankie, tengo hambre, vamos a comer algo... pero no tengo pasta, jefe”, y cosas así. Por supuesto, estaba bromeando", sonríe. "Scoot es un actor muy centrado; coge al vuelo cualquier cosa que le lances. Luego se apropia de ella y te la vuelve a lanzar, pero nunca igual que la vez anterior. ¡Es un artista!"

Pero el socio de Frankie es el que despista a Johnny. "Aparece con Russell [interpretado por Ben Mendelsohn], un desastre total. Cuando llegan estos dos notas, yo los miro y pienso “éste parece recién salido de la trena”. Ya te puedes hacer una idea. No es que Frankie haya buscado a su gente entre licenciados de Yale". La pregunta es si serán capaces de hacer el trabajo. "Y ahí es donde las cosas se ponen interesantes", asegura Curatola.

"Jackie Cogan es un personaje tan obsesionado con que todo salga perfecto, que me recuerda a un general del Imperio romano", explica Curatola. "Las cosas tienen que hacerse bien, y si un tío no las está haciendo como él ha dicho, que se vaya. Pero Jackie es tan elegante, que casi se respeta el hecho de que mate a 10 personas y luego vaya a cenar a un restaurante".

A Curatola le atrajo la sutilidad con que el guión de Dominik analizaba la condición humana, y el humor negro que destilaba. "Los diálogos eran tan contundentes que fue como estudiar para hacerse cura", bromea. "He estado nueve años trabajando en “Los Soprano”; conocíamos tan bien a nuestros personajes, que cuando venía un director invitado, era como si nos respetara demasiado. Pero Andrew conocía perfectamente la esencia de Amato. Trabajar con él es como empezar tu primer día de colegio y que el profesor te diga: “Escribe esta tabla de multiplicar 4.800 veces”".

Entra Frankie en escena, recién salido de la cárcel en mitad de una crisis económica y de las elecciones presidenciales de 2008. El mundo está ruinoso y cambiado, hay desahucios por todas partes. "Frankie quiere una casa, quiere un coche, quiere una chica", explica McNairy. "Haría cualquier cosa por conseguir todo eso, y Johnny Amato le propone una idea. Juntos maquinan un plan, una idea brillante, y la película arranca a partir de ahí".

McNairy se encontraba en el estado de Utah cuando lo llamaron para que se presentara a una sesión de casting con Dominik. "Me dio un monólogo de tres páginas para que lo memorizara", recuerda el actor. "Lo hice entero, me dio las gracias y nos despedimos. Lo primero que pensé fue: “¿Acabo de volar desde Utah sólo para hacerlo una vez?”. Ese mismo día me llamó para pedirme que volviera, y aquella noche me telefoneó y me dijo que el papel era mío". Durante el mes siguiente, director y actor conversaron por teléfono, y Dominik le dio un guión original de casi 400 páginas. "Si lees el libro, todo te queda bastante claro, porque explica muy bien el telón de fondo de la película... y cada vez que tenía dudas sobre Frankie, Andrew y yo hablábamos sobre el tema".

"Trabajar con Vinny [Curatola] fue toda una experiencia", recuerda McNairy. "Es un tío genial, con mucho talento y muy divertido. Es como un mafioso de verdad, se paseaba por ahí con un puro en la boca y tenías la sensación de que yendo con él podías recibir una paliza en cualquier momento".

El colega de Frankie, Russell, es incapaz de pasarse un día sin colocarse, y Amato tiene serias dudas sobre si incluirlo en el plan. No quiere tener tratos con un tío como ese, independientemente de que sea para algo legal o no. "Pero Frankie necesita el trabajo y no le importa, está pensando: “venga, vamos a hacerlo”", explica McNairy sobre cómo los dos ponen en marcha milagrosamente el plan.

"Al poco tiempo Frankie tiene dinero, coches y una chica. Todo le va bien, hasta que tiene un encuentro inesperado en un bar", apunta McNairy. "Le dije a Andrew que no quería ver a Brad [Cogan] hasta aquel día, así que no hubo presentaciones, ni ensayos ni nada. En la escena yo estaba sentado en el bar, él entró y rodamos directamente. Cogan está intentando ver qué puede sacar de mí, pero Frankie está sumido en un torbellino de incertidumbre sobre lo que va a pasar en los próximos dos segundos, en los próximos dos días. Era nuestro primer encuentro tanto en la pantalla como en la vida real".

"Andrew es muy intuitivo con nuestros procesos mentales cuando trabajamos", explica McNairy. "Le gusta que sea como una montaña rusa de pensamientos aleatorios que te van llegando, y crea interpretaciones muy naturales. Él te incita, y hace muchas tomas, pero cada una es una oportunidad en sí misma".

Frankie estuvo en la cárcel con un tipo llamado Russell, un australiano cuyo trabajo actual consiste en robar perros para sacarse un dinero. "Sueña con conseguir suficiente dinero para comprar mucha droga, con poder vender y consumir toda lo que quiera", explica Ben Mendelsohn sobre el emprendedor de Russell. "No está limpio en ninguno de los sentidos, ni física ni mental ni emocionalmente, y mucho menos en el sentido legal. Es un tío tirando a apestoso y asqueroso". O, como se lo describió Dominik a Ben, es "un cerdo hedonista".

"Ninguno de los dos va a cambiar para seguir el sueño americano de aspirar a lo máximo y trabajar duro para conseguirlo", razona Mendelsohn sobre la forma de ver la vida de Frankie y Russell. "Eso no va con ellos, pero el caso es que se cuidan mutuamente. Russell sacó a Frankie de un par de marrones con otros presidiarios en la cárcel. Están el uno para el otro, y por lo que se ve es lo máximo a lo que pueden aspirar".

"Los diálogos son fantásticos, creo que Andrew hizo un trabajo de adaptación de la novela formidable", opina Mendelsohn, al que le une una amistad de 20 años con el director. "Muchas veces ves a los personajes hablando, y ambos tienen cosas diferentes en la cabeza, y apenas captan o entienden lo que les pasa a quienes tienen delante. Y sin embargo tienen muy claro cómo debería ser el mundo".

"La película va sobre un golpe organizado por unos tipos a los que no se les dan especialmente bien estas cosas", resume Mendelsohn. "Es una comedia sobre las diferentes interacciones y los puntos de vista de estos delincuentes, y sobre las maneras y el protocolo que se espera de ellos. Nuestros personajes están intentando hacer negocios en mitad de la que está cayendo. Y Cogan aparece para poner un poco de orden, aunque no resulte agradable".