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  Medianeras  Dirigida por Gustavo Taretto
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Sección Panorama de la Berlinale.

Primer largometraje del director argentino Gustavo Taretto. Una coproducción Argentina (Rizoma Films) – España (Eddie Saeta).


Sobre el director
Gustavo Taretto nació en diciembre de 1965 en Buenos Aires, Argentina.

A partir de 1983 realizó distintos talleres de Fotografía, paralelamente estudió música. A finales de los 80 realizó algunos talleres de dirección y guión.

En 1993 empezó como Creativo y Director de arte en una agencia de publicidad. Después de casi 14 años llegó a la Dirección General Creativa de Ogilvy Argentina, habiendo ganado premios con sus spots en los principales festivales del mundo. Entre ellos el León de Oro en Cannes 2002. En 1999 se suma al taller de cine del maestro José Martínez Suárez.

Allí escribió y dirigió 3 cortometrajes: CIEN PESOS, LAS INSOLADAS, MEDIANERAS, que ganaron más de 40 premios internacionales, entre ellos el Grand Prix de Clermont Ferrand 2006.

Su cuatro cortometraje, HOY NO ESTOY recibió el premio "Cinema é Gioventú", en el Festival de Locarno 2007.


Notas del director
Medianeras es el resultado de distintas ideas que alguna vez, que ya no recuerdo, se empezaron a encontrar. Casi todas producto de las observación y la curiosidad por entender a Buenos Aires y a los que la vivimos en estos días. Hace poco tiempo leí unas líneas de Luis Martín-Santos que bien podrían haber inspirado la idea sobre la que trabajé: "... un hombre es la imagen de una ciudad y una ciudad las vísceras puestas al revés de un hombre que encuentra en su ciudad no solo su determinación como persona y su razón de ser, sino tambien los impedimentos múltiples y los obstáculos invencibles que le impiden llegar a ser."

Me gusta pensar Medianeras como una fábula urbana. Una construcción artificial y graciosa sobre la vida moderna en las grandes ciudades. Siguiendo la relación que propone la película con la arquitectura, debería decir que Medianeras está construida sobre cuatro pilares o columnas:

1.Buenos Aires, la Ciudad
Una reflexión en planos sobre la ciudad, que vamos haciendo a nuestra imagen y semejanza. Caótica, impredecible, contradictoria, luminosa, empobrecida y hostil. Lo inexplicable es que sea una ciudad inquietante y atractiva.

2.Soledad Urbana, Neurosis Colectiva
Una persona que convive en un edifico con muchísimas otras se siente sola. En un vagón de metro hay cien personas que vuelven del trabajo indiferentes entre sí. Lejos de tranquilizarnos, estar rodeados de gente nos inquieta profundamente. Son extraños, perfectos desconocidos. Hoy no sería extraño escuchar que los ataques de pánico se propagan más rápido que la gripe.

3.Incomunicación
¿Por qué tenemos más imanes en la nevera que amigos?¿Por qué tanta tecnología pensada para conectarnos no lo hace? Es un hecho que las cosas importantes las decimos por chat, e-mail o mensaje de texto. La modernidad nos tiende la perfecta trampa de la comodidad, la excusa perfecta para mantenernos encerrados, aislados, inmunes. ¿Qué pensaría un hamster si nos viera en nuestro apartamento corriendo en una cinta?

4.Encuentros/ Desencuentros: La búsqueda del amor
"Love is the answer", todos lo sabemos, pero cuesta encontrarlo. Parece que todos los personajes de Medianeras encajaran. Son como engranajes que a simple vista funcionan, solo que cuando se enganchan no lo hacen. Empiezan a girar y se traban o funcionan con dificultad. Entonces hay que probar hasta encontrar la pieza que se complemente y funcione. Pero, ¿cómo vamos a encontrarnos con tantos obstáculos? Dos personas que viven en una cuadra, que merecen encontrarse, pueden pasar años sin hacerlo. Y en este mundo de extraños, ¿cómo harían para conocerse? Los protagonistas de Medianeras, aun en la oscuridad tienen esperanza. Siguen intentando, con dificultades, miedos y torpezas. Por eso, siempre se puede abrir una ventana sobre la medianera, que permita que un pequeño rayo de luz ilumine nuestras vidas.


Entrevista a Gustavo Taretto
Convencido de que la historia de su corto Medianeras (2004) merecía desarrollarse, Gustavo Taretto (1965, Buenos Aires) se abocó a filmar un largometraje con el mismo punto de partida y el mismo nombre, que terminó estrenando en la última edición del Festival de Cine de Berlín y con el que ganó el Premio del Público en los Encuentros de Cine Latinoamericano de Toulouse. Se trata de una comedia agridulce que, poniéndose en la piel de dos jóvenes solitarios (encarnados por Javier Drolas y la actriz española Pilar López de Ayala), reflexiona sobre la incomunicación en Buenos Aires.

P: Pareciera que la construcción misma de la película, con planos fijos y formas simétricas, reflejara tu preocupación por la arquitectura, el encierro y la alienación urbana. ¿Cómo trabajaste eso?

R: Ese es el razonamiento que hice yo. Tiene que ver un poco con mi propia historia. El primer regalo importante que tuve fue una máquina de fotos, cuando tenía 13 años. Me daba curiosidad la gente pero tenía vergüenza de sacarle fotos, porque era muy tímido. Pero siempre me gustó acomodarme a lo que existe, no acomodar las cosas a lo que a mí me gusta. Buscar el mejor punto de vista respecto de las cosas. Producto de esto empecé a sacar fotos de los edificios, sintiendo curiosidad por las formas de la luz, las sombras, la geometría. Por eso planteé la película en los exteriores como fotografía. Entonces fue muy rigurosa la elección de los decorados, había que buscarlos muy bien para que llenen la imagen y ayudaran a relatar esta idea de la ciudad como un monstruo inquietante. Creo que la principal característica de la ciudad de Buenos Aires es lo contradictoria que es. Es linda y fea en la misma cuadra. Y la gente es parecida a la ciudad que construye y que habita.


P: ¿Cómo hiciste para que los elementos didácticos o informativos se integraran a la trama?

R: Busqué en la construcción de los personajes que tuviera sentido, por eso ella es arquitecta y él practica una suerte de psicoterapia que consiste en amigarse con la ciudad sacándose fotos. Ellos sufren el espacio que los rodea, lo tienen detectado y necesitan pensarlo para resolverlo.


P: Medianeras me recordó a Historias extraordinarias por la voz en off que busca la complicidad del espectador y a Los paranoicos por las características de los personajes.

R: Cuando hice la película no había visto todavía Historias extraordinarias. Pero me gusta mucho Llinás, usa magistralmente la voz en off. Creo que Medianeras tiene algunos puntos de contacto con Balnearios. Y con Los Paranoicos me sucedió algo muy gracioso: cuando la vi, nos reímos con el director de cuántas cosas en común incorporamos… Lo que pasa es que son películas que reflejan una generación que es así. En la observación está la coincidencia.


P: Hay referencias a Woody Allen y a Jacques Tati ¿son referentes para vos?

R: Sí, son una influencia enorme. Allen para mí es un director maravilloso, hace películas muy frescas, divertidas y sencillas y a la vez muy profundas, dejando abiertos temas que uno se los lleva. Sobre todo el Allen de los ’70 y principios de los ’80. Y en el caso de Tati, ninguno como él va a poder juntar el cine y la arquitectura. Además es muy gracioso.


P: En tu película sorprende la mirada irónica sobre algunos hábitos derivados de la tecnología, como el uso de Internet y de los teléfonos celulares.

R: Es que yo soy pre-tecnológico. El otro día le comentaba a mi hija que yo tuve teléfono por primera vez en casa cuando tuve 21 años, y hoy si voy del living al baño sin el teléfono siento que me falta algo. Entonces, como conozco las dos etapas, puedo reflexionar sobre eso. Lo que no pretendí hacer es un juicio de valor. Traté de reflejar lo contradictorio que es lo tecnológico. La contradicción es una parte importante de mi película. Pienso que las cosas no son definitivamente buenas o definitivamente malas, de hecho me gusta el título de la película porque una medianera físicamente puede unir o separar. Depende de cómo uno quiera ver las cosas. Con la tecnología pasa lo mismo. En la conferencia de Prensa en el Festival de Berlín, después de la proyección, yo decía que no podía quejarme de la tecnología porque gracias a ella mi hija me estaba viendo en ese mismo momento a 12.000 km de distancia. Y, al mismo tiempo, la vida moderna te aísla, te promete estar conectado pero no necesariamente te comunica. Hoy se ha vuelto todo muy personal. Antes uno en una pizzería se encontraba con los vecinos para conversar un rato mientras esperaba la de mozzarella, hoy todo llega a tu casa. Vas al banco y te dicen “Vaya al cajero”. Y la falta de ejercicio te hace más torpe. Hoy a un chico le resulta más fácil invitar a una chica por mensaje de texto, y a una chica decirle que no de la misma manera.


P: ¿Por qué decidiste poner ese video de youtube al final?

R: (Piensa)… Es una buena pregunta. Es parte de la contradicción que intenta reflejar la película. Cuando uno está feliz también lo quiere compartir en el medio que lo hace infeliz… Es una ambigüedad. Aunque originalmente la idea era que, al volver del cine, la gente pudiera encontrar en su casa ese bonus track.


P: ¿Por qué los personajes no tienen familia?

R: Es una observación muy interesante. Pensé mucho en eso. Intenté construir una fábula urbana, entonces no quise preocuparme por el realismo, que lo aporta la identificación. Esto que vos observabas de las intromisiones casi documentales sobre el Kavanagh o el Planetario es un riesgo que tomé antes de la película y quería sostenerlo así. No quería que se centrara en el trabajo de los personajes o si tienen hermanos o amigos. No me preocupaba que fuera, al menos en la forma, artificial, porque pensaba que la película, al ser emotiva, iba a conectar con la gente.


P: La película tiene ternura y situaciones alegres pero también momentos patéticos y oscuros ¿Cómo hiciste para equilibrar esos elementos?

R: Aprecio que veas esas cosas y que, en general, la gente las vea, pero no es algo de lo que haya tenido mucha conciencia. Traté de ser lo más fresco posible. La película tuvo un momento muy racional y otros en los que quise probar a ver qué salía con ese cóctel. Yo sabía muy bien cuáles eran las piezas del rompecabezas pero no cómo iba a ser la foto final. Creo que lo más importante para mí es que no tuve vergüenza al hacerla, en usar, por ejemplo, una música por momentos infantil y por momentos romántica. Si no, no hubiera hecho la escena de las capuchas formando un corazón. Tenía la esperanza de que todo eso junto funcionara y tuve, a la vez, productores que me permitieron trabajar con una libertad extraordinaria por ser una película con una inversión importante en dinero.


P: ¿Qué te parece que diferencia a Medianeras de algunas comedias del cine argentino más promocionadas y realizadas en base a fórmulas?

R: Creo que el resultado que se busca es totalmente distinto. Mi película me llevó dos años escribirla, un año y medio buscar la plata, se filmó, se editó en 8 meses, se posprodujo en un año… Fue un proceso que tuvo entre 3 y 4 años, y eso en términos económicos para una productora que busca un éxito comercial es insoportable. Además, buscamos públicos distintos. De todas formas, no soy una persona que se ha educado en el ámbito del cine y un poco me molesta el enfrentamiento que hay entre las maneras de hacer cine. Sé que somos un mercado chico pero yo celebro que haya diversidad.