Notas de los directores
AMIGOS es una película sobre el género masculino (que no una película para hombres). Sobre particularidades de este género que posiblemente las mujeres conocen mejor que nosotros mismos: la inconsciencia, la competitividad irracional, la inmadurez y la falta de personalidad que se pueden llegar a mostrar en situaciones comprometidas.
No estamos tan lejos de los personajes. Son tres personalidades diferentes y al mismo tiempo enormemente próximas. El inmaduro que se niega a madurar y a despegarse del cascarón. El inmaduro que hace gala de ello e, inocentemente, añora los tiempos en que ser así era divertido. Y el inmaduro que se cree maduro.
Pero el cómodo transcurrir de las vidas de nuestros protagonistas se verá puesto a prueba por un amigo perdido, fallecido debido a una enfermedad terminal, que se hace de nuevo presente en sus vidas lanzando póstumamente el anzuelo perfecto: una cuantiosa herencia a cambio de una última apuesta. Una promesa de vuelta a la magia (y la locura e irresponsabilidad) de su juventud
El reto que tienen ante sí, en forma de apuesta, será sólo el detonante para empezar a mostrarse, ante los demás y ante sí mismos, con ese afán de competitividad inherente al género masculino de cualquier especie, la competitividad porque sí, por el orgullo de sentirse vencedor, más allá de la recompensa. La competitividad más pueril.
Además esta última apuesta introducirá en su vida un mundo desconocido para ellos: la televisión. ¿Qué puede hacer un ciudadano de a pie para conseguir la máxima audiencia? En este caso, los resultados son dispares y sobre todo, disparatados.
Pero no hay juego sin reglas ni locura sin consecuencias. Ellos no se preguntan hasta dónde serían capaces de llegar por ganar o qué estarían dispuestos a arriesgar, y cambiarán en el transcurso de la apuesta. Éste será su particular camino a la redención y su paso definitivo a la madurez: ninguno de ellos volverá a ser el mismo.
En la lucha entre amistad y competitividad sólo debería ganar una de ellas. ¿O no?
Borja Manso y Marcos Cabotá