Ópera Prima del portugúes João Nuno Pinto. Es un retrato en tono surrealista de la actual crisis de identidad que sufre nuestro país vecino, Portugal, a través de los ojos de una mujer que sueña con una vida mejor.
Memoria de dirección
Retrato de un país
Portugal fue durante siglos un país donde una gran parte de su población se vio forzada a emigrar para poder sobrevivir. Fue esa dura realidad la que nos hizo lanzar hace 500 años la épica aventura de los descubrimientos y dar a conocer el resto del mundo al mundo, pero también nos hace partir, muchas veces de una forma clandestina y dramática, para Europa, América del Sur o EEUU o Canadá en la segunda mitad del siglo XX.
En los últimos veinte años la cara de Portugal cambió radicalmente. Tal como ocurrió con otros países del sur de Europa, el gran desarrollo económico de la década de los 90 unido al desmembramiento de la antigua Unión Soviética hizo que ésta vez fuese Portugal un destino para muchos inmigrantes.
Acostumbrado apenas a una inmigración proveniente de las antiguas colonias, por primera vez en su historia el país se transforma en destino de inmigración no africana, convirtiéndose en un crisol de razas y culturas, gente desesperada en busca de oportunidades dentro de las murallas de la Europa comunitaria. Portugal se convierte así en una América de los pobres y desfavorecidos, donde coexisten en la ilegalidad, pero sobre todo en la clandestinidad, angoleños, caboverdianos, guineanos, brasileños, rusos, marroquíes, chinos, sólo por nombrar las comunidades mayoritarias.
Una visión personal
A los 40 años de edad mis padres fueron obligados a empezar una nueva vida de cero. No porque fuesen inmigrantes en busca de un futuro mejor sino debido a la independencia y descolonización precipitada a la cual las antiguas colonias portuguesas fueron sujetas. Con cuatro hijos en los brazos, dejaron Mozambique, la tierra en la que mis abuelos depositaron todas sus esperanzas, y donde mi padre y mis tíos habían nacido. Yo formo parte de una segunda generación que nació en África, y tenía 5 años cuando llegamos a Portugal. Me acuerdo bien de las dificultades por las que atravesamos, de la difícil integración, de la discriminación por venirnos desde África, del cambio de hábitos y costumbres. Los años pasaron y aquí estoy aún, más portugués que nunca, pero siempre con la sensación de que mi tierra no es ésta. Tampoco me reconozco en el país donde nací. A falta de algo mejor decidí adoptar al mundo como mi tierra natal. Y tal vez sea por eso que, con casi 40 años, escogí esta historia para hacer mi primer largometraje de ficción.
"AMÉRICA. Una historia muy portuguesa" es una película que aborda la cuestión de la identidad. Individual, colectiva, nacional. Es una película de encallados. Gente desesperada que busca una salida a un mundo aparentemente más abierto pero en realidad más cerrado. Es un filme sobre el sueño, sobre la promesa y la no promesa. Personas desarraigadas en manos de individuos sin escrúpulos, y también a la deriva, agarrados a un pasado que ya no existe y manipulados por un presente que no entienden. AMERICA es una película claustrofóbica, opresiva y aparentemente deslavazada. Hay una apatía latente en los personajes y una desesperación atraviesa la película de principio a fin. Es un retrato de la miseria, el egoísmo y la promiscuidad a la que la parte más frágil de la sociedad se encuentra expuesta.
Más importante que hacer una película sobre la inmigración, mi intención fue realizar un filme sobre Portugal, sobre lo que es ser un país periférico del sur de Europa en la actualidad. Y colocando el punto de vista narrativo sobre una historia de inmigrantes consigo crear una visión externa sobre el país, una visión que acaba por amplificar los problemas sociales y las diferencias culturales del país.
Lisa es un personaje trágico, silencioso, atrapada en un mundo que es el suyo pero del que tampoco consigue escapar. Como Ingrid Bergman en STROMBOLI, Lisa escapa de una prisión, en este caso su pasado, para caer en otra. Pero mientras que en el filme de Rossellini es un volcán el que empuja a escapar a Bergman, en AMERICA. Una historia muy portuguesa esa decisión final es tomada conscientemente por ella al tener que escoger entre quedarse con su hijo y su propia libertad. Podemos imaginar el pasado de Lisa en Tagarong un poco como semblanza de la historia trágica de MOUCHETTE de Bresson. Dramas que llevan a la desesperación y a la fuga hacia adelante. Podemos adivinar esa fuga, atrapada en las mafias del tráfico humano, hasta llegar a Portugal. Podemos percibir su fragilidad cuando conoce a Víctor y la facilidad con la que se deja envolver por una situación para caer en otra.
En esta historia todas las relaciones se basan en la mentira y en el engaño, son personas perdidas en sus propias ilusiones. Una mujer que por un pasado que quiere olvidar está atrapada en una relación sin futuro. Una pandilla de falsificadores presos de sus propios engaños. Una legión de inmigrantes desarraigados buscando su futuro en un país sin perspectivas. Mientras tanto, en el tono general de la película, se intercalan escenas abiertas y luminosas, que suceden en la playa situada frente a la casa. Estas escenas sirven para que la película pueda respirar un poco, para recordarnos que hay espacio, hay mar y hay luz. Hay un enorme océano, ese mar infinito que nos separa de esa tierra mítica y cerrada que es América. Y de este lado queda la nueva América. La América de los pobres, de las oportunidades perdidas, de los sueños encallados. Y es ese mar que a través de una tempestad hace a una trainera aterrizar en el tejado de la casa. Para mí esa es la gran escena de la película. Una imagen que resume todo y profetiza la desgracia que se avecina. La trainera es la nueva realidad que se nos ha caído encima. El nuevo drama tragicómico por el que atraviesa Portugal: un país encallado en sus propias limitaciones. Y por eso la trainera se queda allí, dividiendo la casa en dos dualidades diferentes, como si de un muro intraspasable se tratase. De un lado los engañadores de otro los engañados. De un lado los de aquí y en otro los otros. Como el aceite y el agua en la misma copa, son dos realidades paralelas que coexisten en un mismo espacio pero que no se mezclan.
Ficha artística
Lisa: Chulpan Khamatova
Victor: Fernando Luis
Fernanda: María Barranco
Paulo Armando: Dinearte Branco
Matias: Cassiano Carneiro
Melo: Raul Solnado
Andrei: Mikhail Evlanov
Tolentino: Paco Maestre
Aleksander: Nikolai Popkoy
João Nuno Pinto (dirección y guión)
Nació en Mozambique en 1969, pero ha vivido en Portugal desde los 5 años. Estudió Artes Gráficas y Tecnología de Portugal y Cine en la New York Film Academy. Comenzó su carrera en la publicidad, primero como director de arte y más tarde como director, donde ha recibido varios premios y nominaciones internacionales.
Además de la publicidad, más allá de los videoclips, dirigió el corto "Skype Me" y ahora escribe y dirige AMÉRICA. Una historia muy portuguesa", su primera película de ficción, que recibió el premio a la Mejor Dirección en el Festival Internacional de Cine de Sofía.