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  La marca del ángel  (L'Empreinte de l'ange)
  Dirigida por Safy Nebbou
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Sobre el director, Safy Nebbou Nebbou nació en Bayona, Francia, en 1968. Se inició como actor, siendo instruido por figuras de prestigio como Tsilla Chelton, Bryan Divers y Jean-Marie Broucaret. Trabajó ocho años en el Théâtre des Chimères en obras de autores tan diversos como Grumberg, Topor, Chéjov, Molière o Valle-Inclán. Posteriormente llegó a ser profesor de teatro a la par que director teatral, llevando a escena más de treinta obras entre 1989 y 1998. Safy Nebbou ha escrito y dirigido numerosos cortos aclamados internacionalmente antes de su debut en el largometraje con El cuello de la jirafa en 2004. La marca del ángel (2008) es su segunda película. En febrero de 2011 estrenó en Francia su último y ambicioso film, LŽautre Dumas, donde Gérard Depardieu interpreta al escritor de Los tres mosqueteros. La película ha participado en la sección oficial del Festival de Berlín Ž11. La marca del ángel es la confirmación del talento del joven cineasta francés Safy Nebbou, el cual ha conseguido con su segunda película convertirse en uno de los directores más interesantes del cine galo. Nebbou exprime la estructura del thriller psicológico para extraer del género un conmovedor drama matriarcal enterrado bajo una tragedia silenciada en secreto por dos mujeres destinadas a enfrentarse. El director se vale de su dilatada experiencia teatral para ofrecer al espectador memorables actuaciones de dos damas de la interpretación de la altura de Catherine Frot y Sandrine Bonnaire: una intensa batalla moral se desata entre ellas bajo la elegante dirección de Nebbou.

La marca del ángel es una interesante ecuación entre los caminos abiertos por el mejor thriller de tradición francesa influido por el maestro Hitchcock y el drama contado con elegancia y sutileza. La película cuenta con un reparto liderado por dos de las más flagrantes estrellas del cine francés, Catherine Frot y Sandrine Bonnaire, las cuales dominan los registros dramáticos en un excelente equilibrio entre el misterio y el drama social. Un apasionante juego en el que el espectador se verá atrapado por dos mujeres que comparten inconfesables secretos. ¿Dónde está la barrera entre el instinto y la obsesión? a lo largo del metraje, las familias de estas dos mujeres se descomponen ante la evidencia de verdades escondidas, revelando el pasado oscuro de una familia de clase acomodada.

La contención dramática y la elegancia de los planos de Nebbou, basados en las composiciones regulares y simétricas, contrastan con aquellos que se posan y analizan los rostros de sus dos protagonistas. Lejos de un discurso fácil de buenos y malos, Nebbou sabe hacer ante todo un retrato de personas que han luchado y luchan por ver sus vidas realizadas intentando salvar aquello que más quieren. Un duelo librado con doloroso silencio en la inquietante tranquilidad de las casas con jardín, escenario perfecto para el diseño de secuencias llenas de tensión que atrapan al espectador.


Entrevista con Safy Nebbou

El comienzo de la película
Esa secuencia del comienzo presenta subconscientemente una forma de interpretar la película. No se te presenta sólo la realidad, sino también el funcionamiento íntimo, el interior de esta mujer. El incendio es un momento extraño, atemporal y misterioso en ese momento de la película porque el espectador aún no entiende su relevancia. Así pues, desde el comienzo hay un desafío dramático, un juego entre lo real y lo irreal, el sueño y la pesadilla.

A la vez, es una forma de hacer saber al espectador que la película fluctuará constantemente entre lo que Elsa (Catherine Frot) muestra y lo que esconde.

Podríamos haber hecho un thriller con unos recursos argumentales muy trillados, pero los aspectos humanos y sociales de la película nos importaban mucho a mí y al coguionista, Cyril Gomez-Mathieu. Hemos intentado jugar con esos recursos, reinterpretarlos, incluso adaptarlos. Esa combinación de thriller y drama humano es lo que, en mi opinión, hace que esta película sea única.

El instinto maternal
Lo que late en el corazón de esta película es la punzada de reconocimiento que Elsa siente en el instante en que se encuentra con una niña desconocida. Desde el comienzo hay un conflicto profundo entre su instinto visceral y su mente racional. Pero lo que la empuja a recuperar a la niña que cree que es suya es su propio convencimiento, su instinto animal. El punto de vista de Elsa ocupa el 80% de la película. En su soledad, es a la vez voyeur y manipuladora; una infatigable guardiana, como las bestias. Hablé mucho de esto con Catherine Frot y decidimos que esa fuera la línea del personaje: su forma de mirar, moverse, girar la cabeza, respirar, sentir y actuar. Desde que escribimos el guión se establecieron los paralelismos: dos mujeres, dos madres, dos leones y por tanto un enfrentamiento inevitable, la noción de duelo.

Conforme la película progresaba, yo me dedicaba a ver documentales de animales para observar las relaciones físicas, cómo vigila una leona a sus cachorros para protegerlos, cómo se enfrentan dos leones… la escena que simbólicamente muestra la naturaleza animal de Elsa es desde luego la escena que sucede en la pista de patinaje, cuando gira alrededor de Lola, luego se acerca lentamente a ella, la coloca entre sus piernas, la devora con sus ojos, la aprieta contra sí y finalmente la huele como una bestia. Es la primera vez, tras 42 minutos de película, en que Elsa tiene un contacto físico con la pequeña. Hay algo inquietante en su actitud y todo te hace pensar que esta mujer está loca y podría ser peligrosa y hacer daño a esta familia. Sin embargo, también hay algo conmovedor en ella, y es esa ambigüedad la que exacerbará la empatía por Elsa.

Muchas mujeres comparten este poderoso instinto maternal y les gusta creer en él. También en el cine podemos usarlo como una manera de que las películas escapen de un realismo tosco e introduzcan momentos de fantasía. Nadie cree que el instinto maternal sea infalible, lo que aviva las sospechas sobre el comportamiento de Elsa. Así que la puerta de la posible locura está abierta de par en par. Toda la película se construyó en torno a la gran premisa del reconocimiento o anagnórisis de Lola, pero cuando la propia Elsa se lo cree y nos convence de su obsesión, mi opinión es que quieres seguirla y saber dónde acabará todo.

El rodaje
Se trata más bien de una cuestión de delicadeza y sentido de la sutileza, pero creo que la “dirección” que no se ve es tan importante como lo que haces. Tiene que tener algún significado, pero que no destaque demasiado porque si no la película se puede convertir en un ejercicio de estilo. El teatro me enseñó que la dirección tiene que ayudar a la historia. Todo tiene que ayudar lo mejor posible a los personajes, a la emoción y a la progresión de la historia. Por ejemplo, la elección de scope fue una apuesta por la que opté porque crea una sensación muy peculiar: la falta de profundidad de las tomas aísla al personaje en el mundo superpoblado que le rodea y confiere a esta mujer una dimensión dramática.

Desde la primera toma, Elsa es una silueta negra en unas escaleras mecánicas, ya sola en el mundo, que entra en plano y camina hacia su destino. La naturaleza sincopada de la edición fue también una elección premeditada. Hay algo esquizofrénico en Elsa, y la traslación de sus problemas a la pantalla se logra mediante la agitación de la edición. Alternamos el montaje realista y regulado con secuencias de largas tomas, pero también tomas de cámara en mano para contrarrestar el “estilo postal” y tomas en scope. Cuando ves la película, puedes llegar a pensar que hay muchos planos fijos, y sin embargo la cámara está constantemente activa y moviéndose. Se trata de dar la impresión de que Elsa guía a la cámara, lo cual no está premeditado ni se anticipa, pero tienes la sensación de que la historia se construye mientras va sucediendo. Por eso nos inspiró la idea del animal acechando a su presa. La mayor parte de la película se elaboró construyendo cada secuencia a partir del punto de vista de Elsa.

Catherine Frot
Tratar cierto cariz trágico con grandes actores cómicos siempre me motiva, tras el artificio cómico de los personajes que Catherine interpreta existe cierta fragilidad. Yo tenía muchas ganas de llevármelo por otro camino, al igual que Catherine. A ella le sorprendió mi propuesta y le entusiasmó mucho el proyecto. Desde la primera vez que hablamos supe que ella trabajaría mucho y que tenía un criterio excelente. Catherine necesita prepararse para dejarse llevar. Trabajamos juntos dos meses lanzándonos todo tipo de preguntas imaginables, pero siempre teniendo en cuenta el guión y las características psicológicas y animales de Elsa.

Para un director como yo, que disfruto trabajando con actores que también se dirigen a sí mismos, fue una experiencia fascinante trabajar con Catherine. ¡Un día le dije que trabajar con ella era como conducir un Ferrari! Me refiero a que ella se exige mucho para llevar a cabo su trabajo, lo cual es una fuerza conductora. Desde luego que a veces no estuvimos de acuerdo en algunas cosas, pero al final nos ayudamos a sacar lo mejor el uno del otro.

Es necesario confiar mucho el uno en el otro aunque no seamos amigos ni enemigos. Pero no había tiempo para probar cosas ya que teníamos que encontrar rápido soluciones precisas a los problemas. Cuando descubrimos que se trataba de que tanto el actor como el director se arriesgaran y aceptaran revelarse a sí mismos, tuvimos algunas reuniones importantes que nos ayudaron a construir el personaje de Elsa. Lo que nos unió mucho a Catherine y a mí fue que ninguno de los dos teníamos ideas concretas, sino que usamos la intuición y jamás dejábamos de esforzarnos.

Sandrine Bonnaire
Pensé inmediatamente en Sandrine para el papel de Claire: tenía muchísimas ganas de volver a trabajar con ella después de El cuello de la jirafa. Después de aquello nos hicimos amigos y me gané su confianza. Sandrine y yo nos entendíamos tan bien que no necesitábamos hablar mucho: unas pocas palabras bastaban, ya que la mejor forma de saber si algo funciona es intentándolo. Es una actriz que, antes de psicoanalizar el personaje, se basa en su instinto y es cautelosa con el diálogo. Como ella dice: “Cuanto más progreso, menos sé… y es mejor así”. Me gusta cómo sabe mantenerse independiente respecto a su trabajo y a su carrera, porque creo que eso le da mucha intensidad como actriz y que siempre tendrá un estilo distinto al del resto de actores.

Aunque el papel de Claire aparece menos en pantalla que el de Elsa, Sandrine aparcó su ego y aceptó el papel porque confiaba en el argumento. En cuanto le proponen un papel en una película que le parece relevante, no hace más preguntas y lo acepta. Fue todo un placer trabajar con Sandrine y Catherine, ambas tienen una forma de trabajar muy distinta pero complementaria. Había un gran respeto mutuo entre ellas porque comparten sus exigencias respecto a su trabajo sin perder la dimensión juguetona y efímera que éste tiene.