Cinemanía > Películas > Blitz > Sinopsis
Destacado: Paul Mescal es Lucio en 'Gladiator II' de Ridley Scott
  Blitz  Dirigida por Elliott Lester
¿Qué te parece la película?
Gracias
Ver resultados

En Blitz, Statham da vida a un policía duro e inflexible, que tiene la tarea de encontrar a un asesino en serie cuyos objetivos son nada menos que oficiales de policía en el sureste de Londres, para así convertirse en una estrella de los tabloides.


Información ampliada sobre el argumento
Este trepidante thriller ambientado en el Londres moderno refleja los retos a los que se enfrenta un grupo de agentes de policía que trabaja en esta sociedad moderna y multicultural. Una dura y descarnada historia sobre la ambigüedad moral, los forasteros y los sacrificios que hace la policía para mantener a los criminales alejados de las calles de Londres.

Brant (Jason Statham), un duro y políticamente incorrecto detective de la policía de Londres, da una lección a un grupo de pandilleros sobre por qué no hay que robar el coche de otro y después amenaza con matarles a todos. Una versión algo tergiversada del suceso, en la que los pandilleros parecen inocentes víctimas, llega a oídos del periodista de sucesos y enemigo mortal de Brant, Harold Dunlop (David Morrissey), que lo publica en la prensa nacional y consigue que Brant tenga que vérselas con el psicólogo de la policía, el Dr. Leonard (Bill Champion).

Brant vive por y para el trabajo y eso empieza a pasarle facture. La agente Falls (Zawe Ashton) que anteriormente había trabajado de paisano y ahora acaba de salir de rehabilitación, también nota los efectos de la presión, y acaba de suspender el examen para sargento, por lo que acaba contando todos sus problemas a su amigo y mentor Brant.

El mentor y jefe de Brant, Roberts (Mark Rylance), acaba de perder a su esposa y se vuelca en Brant en busca de apoyo. Después de asistir a la incineración del cuerpo, ambos deciden ahogar sus penas en el bar que frecuenta la policía e, irónicamente, descubren que las cenizas acaban de ser robadas. La vida de esos policías del sur de Londres jamás es aburrida, y justo ahora va a dar un giro a mucho peor, cuando un asesino en serie psicótico empieza a elegir agentes de su comisaría al azar, la primera de las cuales es una joven agente llamada Sandra Bates (Elly Fairman), a quien una figura encapuchada dispara a quemarropa de noche, mientras está de patrulla.

El detective Porter Nash (Paddy Considine), que lleva tiempo luchando contra el sistema para que acepten que es un agente homosexual, acaba de ser transferido desde una comisaría del oeste de la ciudad para supervisar el caso de los asesinatos. Sus primeros pasos en el sur no reciben precisamente una buena acogida, y se encuentra mensajes como “Porter Nash chupa pollas” garabateados en la pared del váter.

Falls lleva tiempo ayudando a un pandillero, Metal (Stephen Harwood-Brown), a reformarse, porque la ayudó mucho cuando salió de rehabilitación. Ahora el crio acude a ella porque cree que él y su pandilla pueden haber matado a un chico asiático. Falls pide a Brant que averigüe si la víctima falleció y si Metal consta en algún sitio como implicado; Brant la remite a un agente en Brixton llamado Stokes (Luke Evans).

Dunlop recibe una llamada de un hombre que ofrece información sobre los asesinatos de policías… y resulta ser el propio asesino, Barry Weiss (Aidan Gillen), que le ofrece a Dunlop hacerle famoso dándole información sobre los crímenes. El asesino le pregunta a Dunlop qué número prefiere “siete u ocho” y Dunlop, inconscientemente, responde que “ocho”, e inmediatamente se da cuenta de que acaba de decidir el número final de víctimas. Weiss cuelga el teléfono y mata a otro policía a plena luz del día...

Brant y Nash se encuentran por primera vez cara a cara y aunque vienen de entornos muy distintos comparten el deseo de encontrar al asesino cuanto antes.

Brant se va en busca de su chivate de turno, Radnor (Ned Dennehy), que le pide ‘mucho dinero’ por una pista importante en el gimnasio del barrio, el Peacock. Brant le devuelve la jugada y sigue la pisa hasta el gimnasio sin pagar nada.

Abrumado por los problemas en aumento en el trabajo, Brant se presenta al piso de Nash y le dice que no le importa que se gay, que le respeta como poli. Brant le confiesa que siente que se está perdiendo algo y, a su vez, Nash comparte con él un secreto personal sobre uno de sus casos antiguos: el de un pedófilo, en el que decidió tomarse la justicia por su cuenta. Brant se queda a dormir a casa de Nash y por la mañana ambos deciden ir al ver a un sospechoso llamado Barry Weiss.

Se presentan en su casa, pero no descubren nada aunque Brant cree que le reconoce de algo. Pronto se da cuenta de que tuvo una pelea con él en una sala de billares hace algún tiempo, y acabo manándolo al hospital porque se resistió a que le arrestaran. Brant cree que hay algo que no encaja, pero no está seguro de que Weiss sea capaz de asesinar.

Weiss elige a su próxima víctima: Roberts. Ensangrentado tras matarlo a martillazos, se dedica a mirar tranquilamente la tele de plasma de la víctima, luego le roba el uniforme de policía, la agenda de teléfonos y prende fuego al piso. Después llama a Dunlop y le dice que ha decidido ponerse a sí mismo el nombre de Blitz, como en Blitzkriez.

Nash dice a Brant que su amigo Roberts es la última víctima del asesino y su enemigo Dunlop tiene la exclusiva. Radnor sigue a Weiss hasta un aparcamiento abandonado, donde ha dejado un coche con importantes pruebas. Radnor llama a Dunlop y le dice que puede darle el nombre del asesino y algunos ‘extras’ a cambio de £50.000.

Falls queda con Stokes en un bar. Resulta que Metal sí es sospechoso en el caso del joven asiático, pero Stokes afirma que puede esconderlo todo y le pide que queden más tarde para tomarse algo.

Brant y un grupo de agentes, guiados por Nash, llevan a cabo una impresionante persecución, pero Weiss ha sido muy inteligente y ha cubierto bien sus pasos. Mientras tanto, Dunlop queda con Radnor y le lleva a ver los ‘extras’ en el maletero del coche de Weiss, que lo observa todo desde lejos.

Dunlop le entrega el dinero a Radnor en un bar, pero cuando Radnor va al baño para contarlo, aparece Weiss y le mata.

Brant y Nash llegan a la escena del crimen e interrogan a Dunlop que les enseña dónde está el coche de Weiss. Los dos agentes intentan acceder a las imágenes del cctv del parking, pero no hay nada grabado desde hace meses.

Más tade, Falls y Stokes salen del bar donde han estado bebiendo y vemos que Weiss les está observando desde la calle.

De nuevo en la comisaría, Brant, junto a una joven agente, confirma sus sospechas sobre Weiss a través del sistema informático de la policía y se da cuenta de que está matando a los policías que le arrestaron en el pasado. La siguiente en la lista es Falls. Brant se dirige inmediatamente a su casa y le pide a la agente que mande refuerzos…

Falls se despide de Stokes antes de entrar en casa, porque no parece interesado en nada más, y mientras intenta encontrar la llave para entrar Weiss la ataca con el martillo. Cae inconsciente pero, justo cuando Weiss va a rematarla, sale Metal de entre las sombras y la salva. Weiss se lo quita de encima y le lanza contra el bordillo rompiéndole el cuello. Antes de que pueda volver a atacar a Falls, Weiss oye las sirenas de la policía y huye en la noche.

Weiss, con un subidón de alcohol y adrenalina, coge un taxi hacia un hotel en Bayswater y se esconde.

Brant consuela a Falls cuando se despierta de la anestesia y después él y Nash se van en busca de Weiss, pero su piso está vacío. Publican su foto en la prensa y la policía recibe el chivatazo de que se esconde en un hotel.

La policía llega al hotel, pero Weiss escapa y Brant tiene que perseguirle por las calles de Londres, antes de acorralarle en un intercambiador de trenes cerca de la estación de Paddington, donde le arrestan. Para el interrogatorio, pide a un abogado, un bocadillo y poder actualizar su estado de Facebook! A pesar de que todas las pistas llevan a Weiss, no hay suficientes pruebas forenses y las que hay no son concluyentes para encerrarle. Brant y Nash saben que se les acaba el tiempo para pillar a Weiss por los asesinatos antes de que tengan que soltarle y Brant sugiere que se tomen la justicia por su cuenta, pero Nash no quiere.

Brant interroga a Weiss a solas y le recuerda el episodio de la sala de billares y lo mucho que le humilló y que acabó en el hospital.

Mientras, Falls, destrozada por la muerte de Metal y aterrorizada por el ataque de Blitz, recae en sus viejas adicciones. Stokes recibe el chivatazo de que una agente se está quedando la mercancía de los traficantes de droga y llama a Brant y ambos van al piso de Falls y la encuentran totalmente alcoholizada y drogada.

Cuando Weiss sale en libertad la prensa le espera en el exterior de la comisaría para conocerle y parece encantado con la publicidad. Vuelve a su piso, que está bajo vigilancia policial constante.

Al día siguiente es el funeral de Roberts y Weiss, vestido con el viejo uniforme del policía de Roberts, consigue escabullirse sin que le vean y aparece en el funeral para matar a Brant. Cuando Brant se marcha Weiss le sigue hasta el aparcamiento abandonado del principio.

Weiss le ataca, pero se sorprendre al darse cuente de que le han tendido una trampa. Es Nash disfrazado. En plena confusión, Brant le ataca por detrás y le golpea sin piedad. Pero Weiss se ríe a su cara y les dice que les demandará por la paliza y se hará rico con toda la publicidad.

Brant coge el arma de Weiss con frialdad y en un giro final le dice que como va vestido de policía todo el mundo asumirá que no es más que la última víctima del asesino de policías. Y le dispara en la cabeza.

Como venganza final por sus trucos sucios, Brant le carga el muerto a Dunlop