Sección Horizontes del Festival de San Sebastián 2011. Bonsái es la segunda película del director chileno Cristián Jiménez, después de Ilusiones ópticas, cuyo estreno mundial tuvo lugar en el Festival de San Sebastián 2009 (Horizontes Latinos). La película es una adaptación de la novela del mismo nombre del joven escritor chileno Alejandro Zambra.
Nota del director
La relación entre vida y ficción es la base de BONSÁI. La ficción puede adoptar la forma de una mentira, pero también ser una narración, una falsificación, un ritual personal o una maceta con una planta. Julio es un inadaptado en busca de una personalidad que le satisfaga, por lo que se resiste a la autenticidad con la misma fuerza con que se resiste a la productividad, algo que le hace ir a contrapelo del estado de ánimo actual en Santiago de Chile.
Una película no solo es un historia, también es un artefacto. En este caso, quiero que el bonsái no solo sea un elemento de la trama, sino una inspiración por lo que es: sintético, ascético, centrado en el detalle más que en el contexto, y dotado de un elevado grado de ligereza.
BONSÁI es la segunda película de Cristián Jiménez, después de Ilusiones ópticas, cuyo estreno mundial tuvo lugar en el Festival de San Sebastián 2009 y participó en festivales en Japón, Francia, Suecia, Lituania, India, Italia, Venezuela, Brasil, Polonia, Estados Unidos, Australia y Alemania. La película fue estrenada comercialmente en Francia, Inglaterra, Australia, Rusia, República Dominicana, Puerto Rico, Hungría, Polonia, Estados Unidos y Chile.
Una entrevista con Cristián Jiménez
P: El tono de Bonsái es melancólico y romántico; sin embargo, el protagonista masculino es una figura desgarbada y burlesca, un Buster Keaton sudamericano actual.
R: En esta película, lo más difícil para mí fue encontrar el tono correcto. La historia central podía ser un drama, incluso un melodrama. Además, es la primera vez que enfoco una historia de amor con seriedad. Tanto en la vida como en el cine que hago, los sentimientos no son lo mío. Estoy convencido de que las emociones contenidas son más intensas y más auténticas que aquellas de las que se habla abiertamente. Contener una emoción no es eliminarla, sino filtrarla, y cualquier filtro es poroso por definición. El reto residía en inyectar un toque de ligereza en el drama, filtrarlo mediante una capa de humor, sin por eso perder la emoción; mezclar el humor con el romance de juventud y sus formas independientes de dolor y angustia.
Me gusta mucho la idea de un Buster Keaton moderno y sudamericano. Una vez leí un artículo donde decían que Aki Kaurismaki era una mezcla de Buster Keaton y de Luc Bresson, lo que me pareció muy gracioso. Debo mucho a Kaurismaki. Pero le encanta la nostalgia, a mí no. Por eso no quería que la melancolía fuera la enemiga del momento presente. Aunque el personaje central a menudo parece transfigurado por la perplejidad, la esperanza del futuro nunca desaparece. Cuidar de un bonsái es, en cierto modo, una apuesta por el futuro.
P: ¿Cómo explica el fuerte contraste entre la relación apasionada, casi demasiado próxima para ser cómoda, que Julio mantiene con Emilia, y su relación con Blanca, en la que no da nada de sí mismo? ¿A qué viene esta relación que parece carecer de futuro?
R: Emilia es el primer amor de Julio. Todo lo que vive con ella lo vive por primera vez. Cabe pensar que lo que vemos es una versión idealizada de la historia; así funciona la memoria. Pero prefiero pensar que a los veinte años, las historias de amor se viven directamente, sin idealizaciones, sobre todo si los amantes dan mucha importancia a lo imaginario en sus vidas.
La relación entre Julio y Blanca es más precaria, más frágil. Son vecinos y se encuentran en dos etapas diferentes de la vida. Ambos se resisten a admitir lo que significa su relación, él probablemente más que ella.
Hay algo práctico en una relación basada en el compañerismo. Blanca puede convertirse en el instrumento que moviliza los recuerdos y miedos de Julio, y le empuja a hacer lo que probablemente deseó hacer siempre: escribir.
Yo no diría que Julio decide no entregarse a la relación; más bien rehúsa tomar cualquier decisión y prefiere dejarse llevar por los acontecimientos.
Es una actitud muy sudamericana, y también un estilo de vida puesto en duda por la nueva política y ética económica. En cuanto a la diferencia entre las relaciones, en realidad una está en la sombra de la otra. No podría existir Emilia sin Blanca, ni Blanca sin Emilia.
P: Ha preferido no mostrar la despedida y mantener cierta ambigüedad en cuanto al porqué de esa despedida.
R: Creo que la separación entre Julio y Emilia es un episodio oscuro. Tiene que ver con las fuerzas y el impulso de la juventud, con el carácter visceral de dichas fuerzas.
Las manifestaciones externas que expresan los personajes y que les empujan hacia la separación no son más que débiles ecos de algo más profundo y nebuloso. En este sentido, no me parece necesario que sean explícitas. Prefiero que el espectador se quede con la idea de que se dejan porque son jóvenes. Por otra parte, Julio no acaba de entender por qué se separaron y no sabe cómo transformar la situación hasta que se enfrente a sus propios deseos. Me parece más importante describir la perplejidad del protagonista que las razones psicológicas que llevan a la ruptura. Es posible que sus ganas de contar esta historia de amor se deba a la falta de respuestas.
P: ¿Por qué decidió alternar las dos narraciones en vez de contarlas secuencialmente?
R: Me interesa más el contraste entre las dos épocas, las dos ciudades, los dos momentos diferentes de la vida del personaje, dos mujeres, dos energías, dos colores predominantes, que la acumulación progresiva de acontecimientos dentro de una única trama.
También permite que sigamos interesados al tener que buscar diferencias y similitudes entre el joven Julio y su versión adulta. Es el eterno problema de la identidad. De ser o no ser el mismo poco a poco, según pasan los años. En la vida, el tiempo solo tiene una dirección, y es hacia delante. Por suerte, en la ficción, una historia puede ir hacia delante y hacia atrás. En este caso, ofrece una nueva carga emocional con el paso de los años y la aparición de un nuevo punto de vista.
Acerca del director
Cristián Jiménez nació en Valdivia, Chile, en 1975. Antes de ser realizador de cine, escribió historias cortas y estudió Sociología en Santiago de Chile, Heidelberg y Londres. De niño soñaba con ser cómico monologuista. BONSÁI es su segundo largometraje y fue seleccionado por la Cinéfondation Résidence 2010. Sus obras anteriores son las siguientes:
2009 - ILUSIONES ÓPTICAS (105, 35 mm)
2009 - TIEMPO LIBRE (23, digital)
2008 - 199 RECETAS PARA SER FELIZ (coguionista y productor, 92, 35 mm)
2006 - XX (10, 35 mm)
2004 - EL TESORO DE LOS CARACOLES (15, 35 mm)
2003 - HONG KONG (15, digital)
Ficha artística
Julio - Diego Noguera
Emilia - Natalia Galgani
Bárbara - Gabriela Arancibia
Blanca - Trinidad González
Gazmuri - Hugo Medina