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  Los pasos dobles  Dirigida por Isaki Lacuesta
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Los pasos dobles supone el regreso a la Sección Oficial del Festival de San Sebastián de Isaki Lacuesta, quien ya compitió con su película Los condenados(2009) y obtuvo entonces el premio FIPRESCI de la crítica.

El cineasta plantea una ficción inspirada en la biografía novelesca del pintor y escritor francés François Augiéras. El artista cubrió de pinturas un búnker militar en el desierto, y lo dejó hundirse en la arena para que nadie lo encontrara hasta el siglo XXI. La búsqueda del búnker sigue alimentando el mito… La película cuenta con la participación del artista Miquel Barceló en uno de los papeles principales.

Isaki Lacuesta (Girona, 1975) se ha convertido en una de las voces más inquietas y singulares delactual cineespañol gracias a filmes como Cravan vs. Cravan (2002), La leyenda del tiempo (2006) o La noche que no acaba (2010).


Memoria del director

El bandolero
Llevábamos varios meses trabajando en el guión de Los pasos dobles cuando por fin pudimos ver a su protagonista, François Augiéras, en movimiento, vivo y coleando: le vimos cargar un rifle y disparar contra sus propios cuadros; armado con arco y flechas; emboscándose en lo alto de un desfiladero; caminando sobre las aguas de un río. Su mejor amigo, Paul Placet, nos había dejado los originales de las películas Super8 que filmaron juntos durante los años 50: unas cintas domésticas en las que ambos compadres se turnaban tras la cámara, mientras jugaban a imitar las películas de bandoleros que tanto les gustaban. Su favorita era O cangaceiro (Lima Barreto, 1953), mítico filme brasileño que se apropió del lenguaje de los westerns norteamericanos una década antes de que Sergio Leone rodara su primer spaguetti western.

Sin duda, el joven Augiéras se veía a sí mismo como una mezcla imposible de fauno, poeta maldito, beduino, santo y pistolero, y siempre procuró vivir acorde con esos modelos extremos. Rastrear su biografía (mediante libros tan alucinados como La trajectoire, Viellard et enfant, Le voyage des morts ...) implica una larga huida de la civilización occidental: un viaje que arranca en el fortín militar de su tío -un coronel de las colonias africanas con quien tuvo una relación tormentosa que marcaría su existencia-, prosigue por múltiples países y cuerpos nunca lo bastante duraderos, y termina en una cueva, donde vivió sus últimos días como un eremita, lejos de los hombres.

El pintor del desierto
La primera vez que escuché hablar sobre el “diablo eremita” fue en el taller de Miquel Barceló: éste me mostró algunos de los cuadros de Augiéras, y por aquel entonces aún no sospeché que acabaría inspirándome en ellos para rodar varias secuencias de “Los pasos dobles”.

Barceló me contó aquel mismo día la historia del búnker misterioso. En el desierto africano, Augiéras encontró un bunker militar y lo cubrió por completo de frescos, como una suerte de Capilla Sixtina en medio de la nada. Augiéras decidió que la mejor forma de preservar sus pinturas era dejar que la arena las escondiera, hasta que “el hombre del siglo XXI” volviera para encontrarlas. Augiéras también era un tipo extremadamente juguetón, y así, nos dejo escritas unas pocas y contradictorias pistas sobre el paradero de aquel bunker.

Dos años después de aquella conversación, la muy valiente productora Luisa Matienzo me propuso rodar una película sobre el taller africano de Barceló, quien lleva más de veinte años pasando largas temporadas en Mali. De inmediato, recordé la historia de Augiéras, a quien Barceló describía en sus diarios africanos como uno de sus únicos “parientes”.

Junto a mi coguionista Isa Campo, nos planteamos narrar al mismo tiempo la historia de Augiéras y la de Barceló. Pero lo que contaríamos no serían en absoluto sus biografías documentadas, sino un cuento inspirado en ambos, una leyenda: las aventuras imaginarias que dentro de varios siglos podrían relatar los habitantes del País Dogón, cuando los recuerdos ya se hayan confundido, mezclado y enriquecido con las fabulaciones de varios pueblos. Una película de aventuras excéntricas.

No en vano, Barceló ya nos había advertido que entre los dogones abundaban grandes contadores de historias (y después pudimos comprobarlo en vivo, cuando Amassagou intentaba convencernos de la existencia de sirenas comestibles en un río cercano, o cuando Amon nos hablaba de los gigantes voladores que habitaban en las cuevas de los acantilados) Por esa misma razón, para competir con ellos, unas navidades, a Barceló se le ocurrió contarles la historia de Billy el Niño, Jesucristo, Caravaggio y Frankenstein como si todos ellos fueran un solo personaje. Desde nuestro punto de vista, estaba claro que, de haber existido, aquel personaje no podía ser otro que el mismo François Augiéras. Como él mismo escribió: “voy de metamorfosis en metamorfosis con el propósito de abrazar todos mis dobles hasta encontrarme un día solo. De vida en vida, de muerte en muerte, existiré para siempre”. Ahora mismo, en un poblado del País Dogón, existe un guía que muestra a los viajeros la gruta exacta, en lo alto del acantilado, donde se encuentra la tumba de François Augiéras, esa misma tumba inventada para la película. En uno de sus filmes, Pasolini hizo decir al personaje del centauro que el realismo más profundo es el del mito. Y Jean Rouch, buen conocedor de la cultura de los dogones, lo llamaba “hacer como si...”. Qué mejor funeral para un artista tan escurridizo y apátrida que el celebrado sin su cadáver, jugando seriamente a “hacer como si...”.

La inspiración de las termitas
Y si Augiéras disparaba contra sus propios cuadros, en Mali pudimos contemplar cómo las termitas devoran (eso sí que es amor por la pintura) los cuadros de Barceló. Los agujeros de las termitas, lejos de ser percibidos como un drama por Barceló, le sirven inspiración y los fomenta, pintando alrededor de esos huecos abiertos al azar para descubrir que tenían forma de calaveras, de mapa o quién sabe si de frutos.

En Los pasos dobles hemos buscado trabajar de modo parecido, construyendo el relato como si se tratara de un puzzle, o mejor dicho, de un mapa del tesoro que debíamos reconstruir a partir de fragmentos, de trozos de papel dispersos.

Así, los sucesivos episodios de nuestra película están concebidos como piezas de estilos diferentes (“de metamorfosis en metamorfosis”), siguiendo la vocación camaleónica de nuestro protagonista. Un personaje relatado por múltiples voces, que pertenece a todos y a nadie, que se destruye y reconstruye una otra y vez como si lo pudiéramos modelar sobre un barro eternamente fresco.

Las estrellas
Augiéras soñaba con “el teatro cósmico de las estrellas”. En Mali, descubrimos que este teatro habitaba a ras de suelo, en las calles y en los mercados.

Así, nuestra directora de casting, Cendrine Lapuyade, afrontó el reto de encontrar entre Bamako y el País Dogón, a docenas de hombres y mujeres que fueran capaces de encarnar a los personajes de nuestra historia. De entre todos ellos, solo el célebre actor maliense Hamadoun Kassogue (el coronel, tío de Augiéras y narrador del filme) tenía experiencia previa como actor.

Para interpretar a Augiéras escogimos a un joven bailarín, Bouba Dembelé. En las pruebas, nos impresionó su capacidad para cambiar de registro y pasar sin transición del drama a la comedia delirante. A lo largo de su trayectoria como bailarín, Bouba ha desarrollado una expresividad corporal de gran precisión, dotes mímicas y una enorme capacidad de trabajo. Junto a él, conocimos a otro carismático bailarín, Alou Cissé alias “Zol”, que parece haber nacido para estar frente a las cámaras, y que se convirtió en nuestro jefe de los bandidos.

Para encarnar al trío de buscadores del bunker contamos con las actuaciones de los mejores amigos de Miquel Barceló en el País Dogón, Amon, Amassagou y Abinou, que en seguida se reivindicaron como intérpretes de instinto sorprendente.

Durante el rodaje, a menudo nos preguntábamos: ¿cómo diablos pueden controlar con tanta precisión el espacio del encuadre, moverse dentro de los límites del plano, si en su poblado ni siquiera existen los televisores?.

Ninguno de ellos había estado nunca delante de una cámara. Junto a ellos, todo el resto de papeles del filme son interpretados por campesinos, estudiantes, lavanderos, vendedores ambulantes, vividores, pregoneros, pescadores... En Los pasos dobles no hacen de sí mismos, no interpretan sus propias vidas, sino que se metieron en la piel de personajes de ficción y se nos revelaron como auténticos actores profesionales.

Un lugar y una película imposible
Hay un lugar en que los mundos de Augiéras y Barceló se funden, un sitio en que sus obras y sus vidas se confundirán tarde o temprano, como una maldición o un buen presagio irrevocable. Ese lugar no tiene tiempo, ni siquiera nombre. Pero para entendernos lo hemos llamado así: Los pasos dobles.

Una película imposible. Pero que, gracias a un gran equipo inverosímil (“el equipo desconcertante”, lo llamaba nuestro director de foto Diego Dussuel), existe. Uno de los personajes de la película proclama: “aunque no haya camino, nuestra ley es seguir siempre más lejos”. Que empiece la aventura: “Nuestra historia ocurrió hace mucho tiempo, tanto que parece que esta historia aún tenga que suceder...”




Ficha artística
François Augiéras Bokar - Dembele alias Bouba
Pintor - Miquel Barceló
Jefe bandidos - Alou Cissé alias Zol
Corifeo y coronel - Hamadoun Kassogue
Amon Amon - Pegnere Dolo
Amassagou - Amassagou Dolo
Abinou - Abinum Dolo
Ibrahim - Soumaïla Sabata
Mujer joven - Djenebou Keita
Joven albino - Mahamadou Camara


Declaraciones de los actores

HAMADOUN KASSOGUE
"Para mí, actuar no consiste en fingir. Actuar es vivir, y se parece mucho a la magia. Por desgracia, es difícil y no pasa a menudo. Recuerdo cuando nos conocimos y nos contabais vuestras leyendas: todas tenían algún equivalente para nosotros. Para mí, esta película ya no es africana ni europea, sino que la siento como algo universal. Cuando filmamos la escena del látigo, empecé a llorar de verdad, porque eso mismo lo he vivido. Y a partir de entonces, en cada secuencia podíamos notar que estábamos haciendo algo de verdad. Al final, cuando filmamos el entierro, ya nadie estaba actuando, sino que todos estábamos viviéndolo. A eso es a lo que yo llamo hacer magia".

BOKAR DEMBELE alias BOUBA
"Es la primera vez que trabajo en una película. Soy bailarín de profesión. No es fácil hacer películas, se requiere un gran esfuerzo. Creo que el cine es positivo, porque te ayuda a abrir la mente. Hay futuro en el mundo del cine, creo que un solo trabajo no satisface mis necesidades, necesito hacer siempre algo más".

ALOU CISSÉ alias ZOL
"Yo veo que Isaki, de la forma en que trabaja, todo lo que busca lo encuentra. No se impone sobre el actor, le indica y es el actor quien encuentra las cosas dentro de la historia.