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  Miel de naranjas  Dirigida por Imanol Uribe
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Comentarios del director

El guión
Mi primer encuentro con Miel de naranjas se produce en el año 2009, cuando formé parte del jurado del Premio Julio Alejandro de guiones cinematográficos, el más prestigioso de España y Latinoamérica. Fui uno de los más ardorosos defensores del guión, que finalmente se alzó con el máximo galardón, entre más de trescientos cincuenta proyectos.

Miel de naranjas me atrajo desde un principio porque trata de una época fascinante para mí: la posguerra española y concretamente los años cincuenta, porque se nota que está inspirada en un suceso real y porque la forma de contarla es muy rica y variada, con mezcla de estilos diversos que acaban conformando un thriller político de múltiples matices e influencia de muy diferentes estilos cinematográficos, que mostrará a toda Europa un episodio poco conocido, incluso para los propios españoles. Un momento ideal, pues, para hacer una reflexión sobre la memoria histórica.

Los personajes y el reparto
Estamos ante un guión con una elaboración de personajes excepcional, que tiene que sacar todo el partido al gran elenco de actores elegido, que combina actores consagrados y noveles de distintas generaciones y escuelas en un universo de personajes potente y cargado de matices, que darán verosimilitud y profundidad a nuestra historia.

Enrique será interpretado por Iban Gárate, de cuya elección estoy especialmente satisfecho. Veo en él, como en ningún otro actor, al joven inocente que mira con perplejidad lo que ocurre a su alrededor, pero también me encanta su sonrisa abierta y sincera. Enrique es un protagonista que necesariamente contará con la complicidad del espectador: al principio es el observador desconcertado de una situación extremadamente injusta, convirtiéndose así en los ojos de ese espectador. Pero, al poco tiempo, se rebela y decide actuar para cambiar las cosas: de esa forma, pasa a convertirse en un personaje heroico y valiente.

Carmen es uno de los hallazgos de este guión y será interpretado por Blanca Suárez, cuyo registro natural compondrá una Carmen decidida, valiente, bella y enamorada. Su manera de interpretar emocionará e impresionará a partes iguales al público, porque tiene una capacidad innata de convencer con todos los papeles que interpreta. Sobre el personaje, no recuerdo prácticamente ninguna película que describa esta época en la que una mujer tenga un papel tan activo y determinante en la trama. Se trata de una mujer inteligente, comprometida, bella, arriesgada y valiente. El espectador entiende desde el primer momento que Enrique esté locamente enamorado de ella, y que esté dispuesto a seguirla hasta la muerte... puede que literalmente.

Don Eladio será interpretado por el veterano Karra Elejalde. Su presencia física, su experiencia actoral, la severidad de su expresión y la amplitud de recursos con que este actor cuenta serán imprescindibles para construir un personaje de la complejidad del juez. Este personaje, en las primeras secuencias, da la impresión de ser un hombre normal, dentro del sistema, con sentimientos, mostrando incluso cierta sensibilidad..., pero pronto se revelará que su carácter es pura fachada y que en realidad es un ser despiadado y cruel. Su riqueza de matices se acentúa no obstante por su relación con Carmen, algo así como la hija que nunca tuvo, tratándola de manera cariñosa, como a lo largo de la historia han hecho los asesinos más despreciables con sus familias.

Hasta aquí, por lo que se refiere a los protagonistas. Pero MIEL DE NARANJAS también puede considerarse una película coral, ya que los secundarios y sus tramas asociadas tienen un importantísimo peso: no en vano, conforman el equipo, por un lado, los resistentes antifranquistas, y por otro lado, los ayudantes de don Eladio, que representan al sistema. Lo interesante es que en MIEL DE NARANJAS estos grupos no se hallan separados, sino que conviven, ignorantes en principio de sus actividades respectivas, con lo que la sensación de peligro y tensión aumenta.

Por ejemplo, por lo que se refiere a Ramos (Carlos Santos) y Vicente (interpretado por el gran Eduard Fernández), más allá de ser compañeros en un juzgado militar, entre ellos existe una relación de sincera amistad, Vicente adora a Ramos y le ayuda en todo lo que puede, pero Ramos no puede evitar luchar activamente contra la injusticia que le rodea, lo que les convierte en enemigos. El dramático final de Ramos y la desesperación de Vicente al perder a su amigo es uno de los momentos más sobrecogedores y emotivos de esta historia.

En resumidas cuentas, un elenco que extrae todas las posibilidades que un guión tan completo como Miel de naranjas proporciona.

Estilo
El tratamiento estético que habitualmente se ha hecho de nuestra posguerra suele caer en abundantes lugares comunes (tenebrismo, miseria, suciedad, etcétera). Es cierto que esos años fueron muy duros en España, pero la gente vestía y vivía con toda la elegancia y dignidad que podía, dentro de la escasez y el aislamiento al que estaba sometida.

Por ello, y para salir de nuevo de los tópicos que las películas sobre la Guerra Civil han ido marcando como un vocabulario propio, en MIEL DE NARANJAS queremos reflejar la doble vertiente de normalidad y clandestinidad que se respira en la historia.

Así, la película más “diurna” se desarrollará casi toda en un ambiente urbano, sacándole todo el partido a la luminosidad y colorido del extremo sur de España y concretamente de la provincia de Cádiz, que ha vivido siempre con la mirada puesta en la otra orilla, es decir, en Cuba y Latinoamérica. Aprovechando esta circunstancia, la plástica de esta película va a incidir en esa propuesta, con imágenes muy marcadas por los elegantes edificios, plena de colorido y luminosidad.

Y por otro lado, la película más “nocturna”, es decir, la de los resistentes y clandestinos, toma las influencias tenebristas del cine más clásico, el de los años treinta y cuarenta, un mundo de sombras donde la amenaza, el mal y la muerte se ocultan, esperando atrapar entre sus redes a los protagonistas.

Estos planteamientos afectan también al vestuario, maquillaje, peluquería, a la dirección artística de la película, a cargo de Edou Hydallgo, con amplia experiencia en películas de época, y a la fotografía, que estará a cargo de Gonzalo Berridi, con quien trabajé en Extraños, Plenilunio (por la que estuvo nominado al Goya) y El viaje de Carol.

Estructura
Como bien se aprecia en el propio guión, si bien la película comienza narrando la historia de un joven que descubre cómo es en realidad el mundo en el que vive, dando tiempo al protagonista, a través de un ritmo pausado, a comprender y asumir el estado de las cosas, el ritmo se va acelerando progresivamente para convertirse en un apasionante thriller con tintes políticos e históricos. A medida que ese ritmo se incrementa con la aparición de nuevos personajes y sus tramas, MIEL DE NARANJAS deja de ser sólo una historia personal e intimista y se convierte en un retrato colectivo que nos permite reflexionar sobre aquella época.

Imanol Uribe
Agosto de 2011



Imanol Uribe (director)
Nacido en El Salvador en 1950, el director, productor y guionista Imanol Uribe ha dirigido los siguientes largometrajes:

1979 - El proceso de Burgos
1981 - La fuga de Segovia
1983 - La muerte de Mikel
1986 - Adiós, pequeña
1989 - La luna negra
1991 - El rey pasmado
1994 - Días contados
1996 - Bwana
1999 - Extraños
2000 - Plenilunio
2002 - El viaje de Carol
2007 - La carta esférica

Además de haber producido muchas de sus películas, ha participado como productor en numerosos proyectos, entre ellos:

1994 - Después de tantos años, dirigida por Ricardo Franco
1996 - Secretos del corazón, dirigida por Montxo Armendáriz
1998 - Mararía, dirigida por Antonio Betancor
2000 - Visionarios, dirigida por Manuel Gutiérrez Aragón

Ha recibido diferentes galardones, entre los que destacan dos Conchas de Oro en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián por Días contados y Bwana, y tres premios Goya al Mejor Director, Guionista y Productor por Días contados.


Notas de la guionista
Cuando Franco enfermó en noviembre de 1975, cada hora se transmitían los partes sobre su salud. Yo tenía nueve años y recuerdo aquellos días con verdadero pánico porque noche tras noche se me repetía un angustioso sueño: Franco moría y yo me quedaba muda. En la escuela siempre había escuchado que los “cuarenta años de paz” habían sido algo insólito, sólo posible gracias a un don especial de Franco. Deduje que el estado natural de España era la guerra, y muerto él volverían a estallar las bombas: los nueve hermanos, mi padre y mi madre saltaríamos por los aires, destrozados. El inconsciente colectivo estaba latente en mi pesadilla de niña, ya que me hacía justamente enmudecer. No perdía un ojo o una mano o una pierna, perdía la voz, esa voz que durante la dictadura estuvo secuestrada y que cuando alguien la pronunciaba era sinónimo de duras represalias (condenas eternas, sentencias de muerte, trabajos forzados, exilio, expolio…).

Cuando Franco murió, y sin que nadie me viera, hice una resta muy sencilla en un papel: 1975-1939 = 36. ¿Por qué entonces machaconamente se nos hablaba de “cuarenta años de paz”? A mí me salían 36. Con la inocencia de la infancia conseguía intuir y atravesar la voluminosa mentira de un Estado totalitario y el silencio de una sociedad aparentemente conforme. Nunca he olvidado aquello porque fue mi primera reflexión. Con el tiempo descubrí que la mayor mentira y tragedia de aquella frase estaba en su segunda parte: “de paz”.

A generaciones como la mía se nos ha enseñado “a olvidar”, pero me pregunto ¿qué teníamos que olvidar? ¿Algo que no conocíamos? No se puede olvidar si no se sabe antes que en España, por ejemplo, existieron campos de concentración durante la dictadura hasta la década de los sesenta.

Mi padre, como trabajador en la Administración de Justicia desde 1942, fue testigo de macabros entresijos judiciales. Hace unos años encontré un relato suyo sobre su penoso destino como mecanógrafo en un Juzgado Militar Especial de Sevilla en 1951. Ya llevábamos “doce años de Paz” y la autoridad militar seguía condenando a civiles con penas muy graves, incluida la muerte, muchas veces por delitos falsos o sin pruebas. Durante las farsas judiciales mi padre tenía que hacer sonar la máquina de escribir para aparentar que se estaba redactando la sentencia. En aquel ambiente totalitario y amenazante él se abstraía escribiendo cartas de amor a su novia, mi madre. Éste es el punto de arranque de MIEL DE NARANJAS. Con otros datos de ese relato, documentación, investigación y muchos testimonios directos, he construido esta ficción basada en la pesadilla real de la dictadura.

Mi objetivo primordial ha sido escribir una historia con ritmo que respire vitalidad y verdad emocional para que genere empatía en el público. Además, intento provocar una reflexión sobre nuestro sufrimiento colectivo. Dicho esto, mi intención no era hablar de la historia de España, sino de la de mi padre, de la de mi familia y de mis orígenes. Hablar de España ha sido una consecuencia natural. Como dijo Gaudí, “originalidad es volver al origen”. Si no sabemos de dónde venimos, probablemente nunca sepamos quiénes somos.

Ubicación espacio-temporal
La historia se sitúa en la Andalucía de comienzos de los cincuenta. Ya han transcurrido doce años “de paz”, y Franco sigue imponiendo un Estado medieval religioso anterior en sus principios a la Revolución Francesa. Como escenarios principales están el Juzgado Militar, el Psiquiátrico de Miraflores y el Campo de Concentración de Los Merinales.

Carácter y temática
En MIEL DE NARANJAS se entremezclan el drama histórico (la dictadura), el drama social (locura, cárcel, trabajos forzados, división de la sociedad, hambre...) y la épica moderna (el hombre frente al Estado).

A diferencia de la mayoría de películas sobre la dictadura, ésta es una película urbana que indaga en acontecimientos poco conocidos y muy atractivos de la lucha antifranquista. En cuanto a atmósfera y estética, siempre he imaginado un tono mucho más cercano al cine negro que al costumbrista.

MIEL DE NARANJAS también narra acontecimientos históricos que enlazan con temas de vigente actualidad:

- La falta de libertad y la miseria son las causas que generan las grandes corrientes migratorias.
- La violencia sólo engendra más violencia. El arma más eficaz de todos los tiempos es la imaginación, “libertad máxima del hombre donde nadie puede interferir por mucho que la iglesia católica haya inventado el pecado de intención” (Luis Buñuel).

Remedios Crespo