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  Las acacias  Dirigida por Pablo Giorgelli
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Nota del director
Uno no sabe exactamente porque hace las películas que hace hasta que las termina y las deja ir. Durante el proceso, encontré diferentes razones, pero nunca logré dar con una respuesta tranquilizadora.

Ahora, mirando hacia atrás, siento que este viaje comenzó cuando enfermó mi padre. A partir de ahí mi mundo de entonces comenzó a desarmarse. Sin darme cuenta, me fui aislando cada vez más de mi familia y de mí mismo. De un día para otro, luego de 10 años, me separé de mi pareja de entonces y la crisis feroz que en ese momento se dio en mi país me dejó sin trabajo y casi sin hogar. Todo al mismo tiempo, en pocos meses.

Fue demasiado.

Esta película habla de mi dolor frente a la pérdida, de la soledad de ese momento. Del hijo que era entonces y el padre que aún no soy. Del alivio que sentí cuando descubrí que más allá de la muerte de mi padre, aún tenía una familia y pude volver a conectarme con ellos y conmigo mismo. De la nueva familia que encontré cuando conocí a María, mi mujer.

Una vez leí que, aunque uno no lo sepa, siempre se escribe para alguien. Alguien sentado en la tercera fila de la sala. Esta película entonces, está dedicada a mi familia y a mi padre especialmente, fue con él que empecé a enamorarme de las películas. A María y a los hijos que aún no han llegado y esperamos. Mi padre ya no podrá verla. Espero que los hijos lleguen pronto y puedan verla algún día.


Festivales y premios
FESTIVAL INTERNACIONAL DE CANNES
CAMÉRA DŽOR a la mejor ópera prima
PREMIO ASOCIACIÓN DE DIRECTORES INDEPENDIENTES DE FRANCIA
PREMIO DE LA CRÍTICA JÓVEN
FESTIVAL INTERNACIONAL DE CINE DE DONOSTIA-SAN SEBASTIÁN
HORIZONTES LATINOS


Ficha artística
Germán de Silva - Rubén
Hebe Duarte - Jacinta
Nayra Calle Mamani - Anahí


Transcripción de entrevista a Pablo Giorgelli, director de Las Acacias, por Jean Christophe Berjon, Director Artístico de la Semana de la Crítica, Cannes

P: ¿Cuáles fueron tus primeras experiencias en el cine?

R: Yo las asocio con mi adolescencia y con mi padre. Cuando empecé el secundario fui a un Colegio en el centro de la ciudad, muy cerca de "la calle de los cines" y me escapaba seguido de las clases (especialmente de Latín y Matemática) y me iba al cine. Ahí vi de todo: Bruce Lee, Mefisto, Rumble Fish. Por esa época, le dije a mi padre que quería ser director de cine y para mi sorpresa me dijo: "entonces tenés que ver esta película, es la mejor de la historia del cine" y me mandó a ver "El Ciudadano" a un viejo Cine Club con copias en super 8mm y 16mm. No sé si me gustó la película esa vez pero me quedé intranquilo, conmovido por ese hombre solo, atormentado. Luego, durante años, los sábados por la tarde veía películas con mi padre, por TV, en un ciclo de "clásicos en español", horribles versiones dobladas de películas geniales. Asi descubrí filmes como Sunset Boulevard, el Séptimo Sello, Vacanze Romane, La Strada, los 400 Golpes, Gunga Din y Hitchcock. Fue en esta época que comencé a enamorarme de las películas.


P: ¿Cuáles fueron tus trabajos de editor?

R: El montaje es el proceso que más disfruto de todos. Es definitivamente la más íntima y es donde la película aparece, o no. La última etapa antes de soltarla, la escritura definitiva.

El primer largometraje que monté, junto con Alejandro Brodersohn, fue Moebius, producida por la Universidad del Cine, en 1994, íntegramente en moviola. Y fue genial! Creo que recién ahí comencé a descubrir cómo funcionaba el lenguaje del cine y, sobre todo, a encontrar mi propio gusto.

Pero la película que más disfruté de montar fue "Solo por Hoy" de Ariel Rotter. Fueron largos e intensos meses en los que no dejamos de probar nada. Era en verdad un material muy rico, que permitía distintas posibilidades, pero lo central fue la paciencia, la confianza y la generosidad de Ariel para que esto suceda. Ahí me hice amigo de Ariel y luego de este proceso, extenso y agotador, también con otros amigos, decidimos que lo mejor que podíamos hacer era montar un bar, que aún tenemos, hace 10 años ya.


P: ¿De qué se trataban tus primeros trabajos?

R: Siempre me sentí director, instintivamente. Aun cuando hacíamos ejercicios en la Universidad o cuando trabajaba en filmes de otros, en otros roles, casi sin darme cuenta, me iba corriendo de a poco y apropiando hasta donde podía de la película en cuestión. Mis primeros trabajos fueron cortos y luego documentales. En el año 92 hice un corto en la Universidad, en 16mm que se llamó "Ultimo Sueño", un delirio inentendible que era más forma que contenido, en el cual me regodeaba principalmente con las cuestiones técnicas. Creo que aún no tenía mucho para decir. Luego hice varios documentales. Me mucho gusta uno que hice sobre un famoso boxeador argentino: Carlos Monzón. Por ese entonces comencé a escribir mi primer guión de largometraje, Monoblock, que siempre pensé sería mi ópera prima. Ese guión sigue vivo y pienso que podría ser mi próxima película aunque ahora haya cambiado de nombre, y se llame "Mi abuela Julia".


P: ¿Tu vínculo con Ariel Rotter (productor de Las Acacias)?

R: Es especial. Ante todo somos amigos. Fue genial contar con un productor que es director como él, un gran alivio. La película no hubiera sido la misma si Ariel no estaba. Fue muy importante para mí contar con su apoyo y su mirada de director durante todo el proceso de evolución del proyecto, desde el guión hasta el montaje, siempre cerca cuando las dudas me acechaban. Su generosidad fue incondicional. En su triple rol de productor, asesor de guión y dirección y amigo, siento que parte de la película también es de él. Me conmueve su amor al cine, su rigor, su convicción por lo que hace.


P: El trabajo con tu esposa María Astrauskas (montajista de Las Acacias)

R: Bueno, esto merece un capítulo aparte… pero debo decir que no me imagino trabajando con otro montajista. Con María nos conocimos precisamente trabajando: ella fue la editora de una serie documental que hice hace tiempo. Ya por ese entonces, ella me gustaba. Así que, calculadamente, la convoqué al proyecto. Durante el proceso de edición, que duró más de un año, me concentré más en conquistarla que en los documentales (que, obviamente no salieron demasiado bien), pero a la larga, a fuerza de horas y horas juntos, terminamos en el altar.

Por ese entonces, fue cuando comencé con Las Acacias, creo recordar la imagen puntual que disparó en mí la idea de la película: una mujer sola, cargada de bolsos, esperando, en una parada de ruta. María conoce el proyecto desde su origen, cuando comencé a escribir el guión en 2006, asa que me viene acompañando (soportando) desde el inicio.


P: Pero el proceso de montaje fue muy placentero y podemos trabajar muy bien juntos. Descanso sabiendo que esta ella.

R: Montamos esta película en casa, y esta es la última vez que lo hago. Si no sois muy disciplinado, el proceso "in-house" no tiene límite ni horarios y como uno es director full time no piensas en otra cosa y la vida cotidiana se complica. Terminas de cenar, se te ocurre algo y vas directamente a probarlo…así durante 6 meses!


P: Como fue el trabajo con los actores?

R: Al comienzo hice casting de camioneros reales, durante más de un año. Pero el hecho de que no sean actores me limitaba a la hora de lograr ciertas escenas. Cuando apareció German de Silva, un actor increíble, con gran experiencia en teatro, rápidamente sentí que era él. Le pedí solamente que cuente algo de su familia, lo que él quiera y me conmovió escucharlo. Eso fue suficiente para mí.

En el caso de Jacinta, hice casting en Asunción del Paraguay durante casi dos años. Actrices y no actrices, distintas mujeres que íbamos contactando.

Hebe Duarte fue de las primeras en aparecer pero de un modo insospechado: trabajaba como ayudante de producción de la encargada del casting.

Sus antecedentes dicen que no es actriz, y efectivamente trabaja de otra cosa. Pero para ser exactos yo diría "no es actriz profesional" porque cuando hicimos las primeras pruebas enseguida pensé: Sí es actriz, tiene el instinto. Entendió a Jacinta perfectamente y cuando por primera vez se juntó con Nayra, la beba, la cosa surgió sola, se percibía en el aire y para mí se definió ahí mismo. Aun hoy, viendo la película, me parece increíble que no sean madre e hija en la vida real. Y Nayra, la beba, bueno… es un milagro! Es ella con su presencia…solo tuve que tener paciencia y retratarla.