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  Golpe de efecto  (Trouble with the curve)
  Dirigida por Robert Lorenz
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Cuatro años después de su último papel en Gran Torino, Clint Eastwood vuelve a ponerse en frente de las cámaras. Y, por primera vez en un largo período, no se dirige a él mismo. Al frente está ahora Robert Lorenz, su productor durante mucho tiempo, quien hace su debut como director.

Es el día 32 del rodaje de "Golpe de Efecto", rodada en localizaciones reales en Jasper, Georgia, una pintoresca ciudad con unos 3.600 habitantes situada a una hora al norte de Atlanta.

Eastwood da vida a Gus Lobel, un ojeador de béisbol maduro de un equipo de la liga nacional, los Atlanta Braves. Gus, que hace bastante tiempo que se ha quedado viudo y vive solo, se embarca en un viaje de reclutamiento – quizás el último para él, teniendo en cuenta su edad y los cambios que se están produciendo en el negocio – para encontrar a un joven jugador con talento. Le acompaña su hija Mickey, interpretada por Amy Adams (The Fighter, La duda), una abogada corporativa con mucho trabajo. Los dos han mantenido una relación bastante esporádica y a menudo tensa en el pasado, que los secretos y las mentiras no han ayudado a restablecer. Cuando retoman el contacto y tratan de resolver sus problemas personales, Johnny, un ojeador rival encarnado por Justin Timberlake (Con derecho a roce, La red social), se cruza en su camino y en su destino en una temporada que será profundamente catártica para todos ellos.

Escrito por el recién llegado Randy Brown, el guión está ambientado en el mundo del béisbol, pero, como dice Lorenz, hay mucho más que el deporte en él. "Es un guión estupendo, accesible y emocional que funciona a muchos niveles", afirma más tarde, durante un descanso. "Se trata de una historia clásica con temas clásicos y personajes clásicos. Habla del béisbol y de padres e hijas, y lo encontré realmente emotivo y encantador."

El guión de Brown le llegó a Lorenz en agosto de 2011, y fue la productora independiente Michele Weisler, una mujer enérgica quien ya contó con él en 1990 como asistente de producción en Slumber Party Massacre Part 3, de Roger Corman, quien se lo envió. Sus respectivas carreras habían tomado rumbos diferentes desde entonces, pero ella no se había olvidado de él durante esos años y le había mandado un par de proyectos que creía que podían interesar a Eastwood. Nada le convenció antes, pero como dice ella: "A la tercera fue la vencida. Nos hizo algunas sugerencias muy específicas destinadas a encontrar un tono más apropiado para Clint, y eso terminó además siendo el catalizador de otros cambios muy importantes en el guión que lo han enriquecido enormemente en algunos aspectos. Y cuando Randy y yo nos enteramos de que Clint podría estar interesado en interpretar a Gus, fue como un sueño hecho realidad".

Lorenz había respondido positivamente al guión, y después de que Brown le diera otro repaso, se lo entregó a Eastwood. "Le dije que creía que era un proyecto estupendo para Malpaso y un papel perfecto para él, y lo dejé todo en sus manos", recuerda.

Lorenz no sabía si Eastwood contestaría, o si querría dirigir la película o no, pero Eastwood conocía el deseo de dirigir de su socio desde hacía mucho tiempo en Malpaso. "Creí que sería la oportunidad perfecta para que rodara una película", comenta Eastwood.

Weisler quedó encantada cuando Lorenz le dijo que él mismo dirigía la cinta. "Tiene 25 años de experiencia en el mundo del cine, así que me alegré mucho por él. Me convenció al momento, no lo dudé. Además, pensé que, de esta forma, Clint se concentraría más en Gus, dejando a Rob la oportunidad de dar vida al proyecto".

El guión ofrece un papel a medida para el regreso de Eastwood a la gran pantalla y supone su trabajo número 67 como actor desde su interpretación fuera de los créditos en La venganza del hombre monstruo, allá por 1955.

En una mañana fría pero soleada, mientras está sobre su marca al borde de la valla adyacente a un campo de béisbol esperando su entrada, es imposible no pensar en su increíble carrera, que abarca más de medio siglo. Se le ve en forma con una chaqueta de béisbol color azul marino con mangas de cuero marrón, una camisa de pana marrón y pantalones. Completa su look con una gorra de color verdoso calada que casi le tapa los ojos.

Mirando a su alrededor, el varias veces oscarizado actor y director se toma las cosas con calma en medio de la agitación que le rodea mientras los miembros del equipo se afanan por terminar los ajustes de última hora. El brillante sol de Georgia ha llevado al director de fotografía Tom Stern a pedir un gran panel difusor cuadrado fabricado en tela blanca que está estratégicamente colocado para que la luz natural no resulte tan agresiva para los intérpretes. Dos soportes elevan el invento hasta situarlo en su sitio, y éste queda además fijado con cuerdas e inclinado justo con el ángulo adecuado.

La orden de trabajo del día indica que hoy, el reparto y el equipo técnico van a trabajar en la escena 58. EXTERIOR DEL INSTITUTO ARDEN. CAMPO DE BÉISBOL - DE DÍA. Se rodará desde distintos ángulos y con diferentes montajes para mostrar las reacciones de los tres actores principales.

A las 10.30 de la mañana, todo está preparado para el primer ensayo. Se ha comprobado por última vez el peinado, maquillaje y vestuario de Amy Adams. Parece concentrada y radiante con su blazer azul marino y sus vaqueros ajustados. Justin Timberlake está de pie junto a la valla del fondo de la tribuna, con una gran y pesada cartera. Su look casual compuesto por pantalones de pana, zapatillas de deporte y camiseta, junto con el look de los actores y los extras, son obra de Deborah Hopper, la diseñadora de vestuario habitual de Eastwood y Lorenz desde hace mucho tiempo.

Los asistentes de dirección se ocupan de las varias docenas de extras para colocarlos en su lugar. La mayor parte de ellos dan vida a los aficionados que se sientan en la tribuna o en la zona de césped que domina el terreno de juego. Cuando se les dé la señal, animarán y se pondrán en pie para aplaudir cuando corresponda.

Lorenz grita "Acción" y mira su monitor de vídeo portátil mientras la SteadiCam sigue a los actores. Eastwood sube unos escalones, seguido muy de cerca por Adams. Se tropieza en un peldaño y se tambalea, lo que sobresalta a su hija.

"¿Estás bien?", pregunta Adams interpretando a Mickey.

"Estoy jodidamente bien", refunfuña Eastwood como Gus. "Tengo que dejar de beber por las mañanas".

Johnny, encarnado por Timberlake, también ha acudido a la escalera. Su cara de preocupación irrita aún más a Gus. Eastwood responde enfadado, con una voz aún más áspera, "¿Qué sois, un par de nenazas histéricas? Estoy bien. Dejadme sólo, joder. Tengo que ver el partido".

Gus se sienta, todavía enfadado pero recuperando parte de su compostura, como si nada hubiera pasado.

"¡Corten!", exclama Lorenz, visiblemente satisfecho con lo que acaba de ver justo antes de pedir una segunda toma. Todo el mundo vuelve a su posición original.

Más tarde, durante un descanso, Eastwood resume la escena desde el punto de vista de su personaje: "Gus y su hija están buscando a buenos jugadores, y él empieza a tener problemas de vista. De hecho, es la degeneración macular lo que hace que su visión sea borrosa, y por eso se tropieza".

Ya son las 11.30 y se ha colocado una colchoneta en la escalera para proteger a Eastwood cuando se caiga ante la cámara en un primer plano. Ensaya unos minutos, simulando tambalearse para encontrar el movimiento adecuado mientras Lorenz y Tom Stern lo miran y hacen comentarios. Les parece bien.

Poco después, mientras el equipo está muy ajetreado preparando la toma, Eastwood se muestra más reflexivo: "La última vez que actué sin dirigirme a mí mismo fue en 1993, en En la línea de fuego, de Wolfgang Petersen", comenta con una sonrisa divertida.

Stephen Campanelli, un virtuoso de la SteadiCam con 18 años de experiencia en Malpaso Productions, recuerda su primer día en el set de rodaje: "Fue un momento muy especial para todos cuando se escuchó ‘acción’ y Clint empezó a interpretar. Todos sonreíamos y estábamos verdaderamente contentos, porque todo el mundo quería volver a verle ante las cámaras".

Entre toma y toma, Eastwood se dedica a menudo a bromear y charlar con los extras que están sentados cerca de él. Está claro que le gusta y que le trae recuerdos. "Me hace acordarme de cosas buenas", comenta. "Es un trabajo estupendo. No sé si me gusta más que dirigir, pero me gusta. Y no está mal, porque cuando estás dirigiendo y actuando al mismo tiempo, tienes mucho más trabajo", añade con una gran sonrisa. "Después de Gran Torino decidí que haría una cosa o la otra, así que quizás dirija una película después de ésta, puede ser, si me llega un buen guión".

Cuando la cámara se enciende, instantáneamente se convierte en Gus, y no le cuesta nada meterse en la piel de su personaje. Hace que resulte real y auténtico, crudo y verdadero. Con su voz grave, casi en un susurro, resulta tan efectivo como siempre. "Tienes que meterte en la mente del personaje, eso es todo", comenta Eastwood más tarde. "Tienes que sentir como él, así es como se hace. Te metes en su pellejo."

Para Gus nunca ha sido fácil expresar sus sentimientos. Se oculta detrás de su fachada hosca, de sus bromas mordaces y de su actitud huraña. ¿Es posible encontrar un escudo mejor para defenderse y protegerse de todas esas emociones que tiene atrapadas en su interior? Se dedica plenamente a su trabajo, y sabe perfectamente que está en la recta final de su vida. Ahora está perdiendo la vista, pero una eventual ceguera es un diagnóstico que se niega a aceptar. Algunas de las personas que le rodean creen que está fuera de juego ya a pesar de su fama de "poder encontrar talento incluso en un avión". Pero él no está dispuesto a retirarse. Está orgulloso de sus logros, incluso aunque sus métodos puedan resultar anticuados en el mundo actual de estadísticas y potenciales calibrados digitalmente. Pero, como señala su personaje: "Los ojeadores, los buenos ojeadores, son el corazón de este deporte. Nosotros decidimos quién juega y, si tenemos suerte, cómo se juega. Ningún ordenador puede decirme si un chico tiene instinto, si va a poder llegar al interceptor o si va a poder darle a la bola detrás del corredor".

Eastwood denomina a Gus un "tipo de la vieja escuela. No hace las cosas de forma moderna. No utiliza ordenadores, ni tiene e-mail, no envía mensajes de texto... Se ha quedado fuera de juego y por detrás de los tiempos, y se enfrenta además al final de su carrera. Pero todavía tiene mucho que ofrecer porque tiene más experiencia que la mayoría de los demás. Su problema ahora es su salud. Mickey trata de meterle en vereda. Es difícil de explicar, pero tiene que ver con el análisis del personaje y la relación padre-hija con todos sus altibajos".

"Creo que Gus es un hombre que tiene problemas emocionales con su hija", comenta Weisler. "No es que no sienta nada hacia ella, pero no puede encontrar las palabras, o el valor, para decírselo. En parte es una cuestión generacional. Gus pertenece a otra generación, pero la generación de Mickey exige una comunicación constante. Clint es capaz de recrear la incapacidad de Gus para expresarse de forma totalmente honesta y creíble".

Si Gus lamenta algo, se lo guarda muy adentro, y no lo comparte con nadie, probablemente ni con él mismo. Eastwood reconoce estar familiarizado con ese tipo de personas. "Tiene elementos de muchas personas. Del Frankie Dunne de Million Dollar Baby y mucho del Walt Kowalski de Gran Torino, pero sin mucha familia y aún menos ramificaciones políticas. Me he ido acercando progresivamente a este personaje y trabajándolo parcialmente durante mucho tiempo. Voy evolucionando a medida que interpreto personajes de mi edad y eso sale de forma natural. Si estás dando vida a alguien más joven o más mayor, tienes que esforzarte más para adaptarte".

Eastwood no tiene más que elogios para sus compañeros de reparto. "Siempre he admirado la capacidad de Amy como actriz. No había visto a Justin en muchas películas excepto en La red social. Y estaba bien en ella. Llegó, realizó la prueba para el personaje, y lo hizo estupendamente".

En lo que respecta a Amy Adams, se siente muy cerca de su personaje. "Mickey es muy independiente y decidida, se parece mucho a su padre en eso", comenta durante un descanso. "Se ha construido una vida que le mantiene muy ocupada y concentrada, con lo que no tiene que prestar atención a ninguna de las otras grandes cosas de la vida".

Cuando Gus flaquea, ella está a su lado, pero Johnny también le presenta una alternativa. "Los dos son fuerzas muy poderosas, y ella misma es fuerte también", señala.

La actriz se sintió atraída por el proyecto por las relaciones que esconde: "La relación padre-hija me llegó muy adentro", pero también le interesaba la posibilidad de trabajar con Eastwood, a quien había visto por primera vez en la película de 1969 La leyenda de la ciudad sin nombre. "Tenía esa imagen de cowboy cantarín romántico con unos bonitos ojos azules", afirma divertida. Comenta acerca del momento en el que trabajó con él por primera vez: "Estaba nerviosa, pero es tan amable que te da mucha confianza. En la primera escena que rodamos juntos, tenía que enfrentarme a él, así que me intimidaba, pero, al mismo tiempo, Mickey no se siente intimidada por su padre. Le gusta hacerle pasar malos ratos, así que eso me sirvió para deshacerme de mi nerviosismo".

Al igual que su compañera de reparto, Timberlake estaba emocionado por poder trabajar junto a Eastwood. "Pensé que el guión era muy emotivo. A veces, lees un guión y piensas, ‘¡Madre mía! ¡Este tío es igualito que yo!’ Ésta fue una de esas veces. También me ayudó escuchar la mítica voz de Eastwood en mi cabeza mientras leía", recuerda durante una pausa sentado en su caravana.

Su personaje, Johnny, conoce a Gus de sus días de aspirante a pitcher de la liga profesional antes de que su carrera se viera truncada por una lesión. Pero se ha reconvertido en ojeador, aunque es su atracción por Mickey lo que le acerca a Gus. "Johnny es un personaje divertido que aporta mucha vida a la película", comenta Timberlake. "Lo que me gusta de la relación de Mickey y Johnny es que ambos ofrecen algo el uno al otro que ninguno sabía que quería. Estamos hablando de treintañeros que probablemente ya hayan amado y perdido a otras personas antes, y que descubren que existe un nuevo comienzo, una nueva familia".

Coge una copia del guión para ilustrar esta afirmación. En la portada, escrito en rojo, ha anotado la siguiente frase: Se trata de una historia sobre una nueva familia. Y añade: "Una familia tiene una mochila que supone su pasado. Gus se miente a sí mismo, Mickey se miente a sí misma también. Se mienten el uno al otro. Johnny es el único que pregunta la verdad. Se convierte en el hilo que reconduce esa relación y en una pieza importante del puzzle".

Timberlake ya había coincidido con Eastwood antes de trabajar en Golpe de Efecto por su mutua pasión por el golf, que les llevó a participar a ambos en un torneo. "Trabajar con Clint es como un sueño", afirma con verdadera admiración.

Su primera oportunidad de compartir pantalla con el mítico actor le llegó durante el rodaje de una escena en un bar en el que Gus impide que un tipo le dé un golpe a Mickey lanzándole contra la pared y blandiendo una botella delante de su cara. Llegados a este punto, Timberlake nos deleita con su imitación de Eastwood: "‘Ponle la mano encima a mi hija y te rajo la cara’", dice divertido. "Y yo tengo que interponerme entre ellos y sujetarle. Pero no te creas que fue fácil. Clint tiene 82 y yo 31, y la primera vez que le sujeté casi me da; sigue siendo un hombre fuerte con una gran fortaleza mental también. Y sí, ¡mover a Clint Eastwood fue más difícil de lo que creía! Fue muy emocionante. Es un profesional consumado, lo lleva en la sangre".

Pero, como señala Timberlake, nunca hay ninguna duda sobre quién está dirigiendo el film. "Sí, Rob Lorenz está rodando su primera cinta como director", observa, "pero no es su primera película".

Para Rob Lorenz, Golpe de Efecto es la culminación de un largo sueño como director. Lleva en la familia Malpaso desde hace 17 años, donde ha ido escalando puestos desde el nivel de segundo asistente de dirección de Los puentes de Madison hasta convertirse en productor a tiempo completo de Mystic River hace 10 años, una responsabilidad que no abandonaría ya en las ocho películas siguientes, entre las que destacan Banderas de nuestros padres y Cartas de Iwo Jima, a las que siguieron Invictus, Más allá de la vida y J. Edgar, por citar solo algunas. Gestionar la complicada logística que supone rodar por todo el mundo (Sudáfrica, Islandia, Londres, París) y estar muy ocupado encadenando prácticamente un proyecto con otro en la productora le dejaba muy poco tiempo para hacer nada más.

En 2008, en una cálida y húmeda tarde en Detroit, durante la producción de Gran Torino, Lorenz comentó su deseo de dirigir, y el otrora aprendiz ha podido hacerlo ahora con Eastwood como productor: "Es el mejor para aprender. Asimilo todo lo que puedo, cuestiones prácticas, cuestiones técnicas, cómo motivar al equipo y al reparto, cómo mantener todo el proyecto en marcha y no verse afectado por las pequeñas cosas siendo siempre flexible. Hay que aprovechar todo lo que se te ofrece. Aprender del negocio en su conjunto. Es muy de la vieja escuela, en el buen sentido. Lo entiende todo a la perfección, y lleva más tiempo haciéndolo que nadie". ¿Una gran lección? "No permite que su ego se involucre. En un set de rodaje con Clint Eastwood, no tienes que preocuparte por todas esas tonterías".

Y Lorenz está tratando de reproducir ese mismo ambiente en Golpe de Efecto. Su relación simbiótica con el equipo técnico, que le respeta y que confía en él, contribuye a la fluidez de todo el proceso. Conoce a la mayoría desde hace años, y todos están acostumbrados los unos a los otros. Eso supone eficiencia y evita tensiones. Las decisiones se toman rápidamente y de forma casi quirúrgica. Está claro que Lorenz se está divirtiendo, y emana una autoridad serena y una seguridad inquebrantable en el rodaje.

Dirigir a Eastwood, su amigo y compañero de trabajo, después de todos estos años viéndole y conociéndole de forma única debió de resultar algo surrealista para este novato en las labores de dirección. "Sabía que tenía que estar verdaderamente preparado", explica Lorenz. "Porque sabía, como así ha sido, que si tenía un instante de duda, su instinto natural para la dirección durante los últimos 30 años empezaría a ganar terreno. Así que tenía que estar totalmente preparado y saber exactamente dónde iba a ir cada cámara antes de que lo hiciera él. Por eso preparo listas con las tomas cada día, y tengo en la cabeza cómo se van a montar las escenas y, básicamente, eso es lo que hago".

Aunque en un primer momento dudaba, Lorenz ha sido capaz de conseguir una transición sin problemas del papel de productor de Eastwood al de director. "Hubo un tiempo muerto en el que se dedicó a observarme y yo no quise darle demasiadas instrucciones, porque no pensaba que las necesitara, por supuesto, y también porque llevaba mucho tiempo trabajando con él", recuerda Lorenz. "Te diré que al principio me estuvo examinando y asegurándose de que sabía lo que hacía. Pero luego, después de un tiempo, todo cambió. Y se toma mis indicaciones de maravilla. Está abierto a todas mis sugerencias, me pregunta cómo veo esto o aquello."

"Y se conoce todos mis trucos", añade Eastwood con una sonrisa irónica, admitiendo que es fácil rendirse a la tentación de reaccionar como director. "Hace sugerencias aquí y allá y me quedo con las buenas. Tiene sensibilidad, y tanto él como su equipo saben moverse, así que todos les seguimos. No hay nada peor que trabajar con alguien que no está muy seguro de sí mismo." ¿Su veredicto? "Está listo para esto." Un verdadero sello de aprobación.

Con su look 100% estadounidense, en vaqueros y con un polo y una gorra roja y azul de los Atlanta Braves, Lorenz tiene un aspecto relajado y juvenil durante el rodaje. Si está estresado, no lo transmite. Está decidido a aprovechar al máximo esta oportunidad. "Mi mayor ansiedad es pensar que no voy a tener una oportunidad mejor que ésta", afirma. "Es todo lo que podía esperar, mucho más incluso. Lo increíble es que todo el estrés y la ansiedad que te genera ser productor o asistente de dirección de todas esas películas desaparece porque, en todas esas labores, te tienes que preocupar de que todo vaya bien para el director. Y cuando tú eres el director y sabes lo que quieres, no tienes que ocuparte de eso. Sabes lo que vas a hacer y cómo hacerlo. Es una sensación estupenda."

De vuelta al rodaje, al borde del terreno de juego, a la altura de la línea de la tercera base, Amy Adams y Justin Timberlake están sentados el uno al lado del otro mirando a cámara. Mickey y Johnny están observando a un prometedor nuevo jugador llamado Bo Gentry (interpretado por Joe Massingill). Al mismo tiempo, Johnny trata de ligar, pero Mickey parece deliberadamente impasible a sus encantos. De vez en cuando, Lorenz da unas rápidas y sutiles instrucciones a los dos actores, ajusta el ritmo, y realiza alguna sugerencia. Eastwood también está allí, mirando en silencio el monitor mientras se rueda la escena, con las manos en los bolsillos.

El día termina con una toma de SteadiCam en la que Gus y Mickey salen del aparcamiento. Los técnicos y todo el equipo se han trasladado al borde del terreno de juego, junto a un punto donde hay aparcado un Ford Mustang marrón descapotable y algo abollado: se trata del coche de Gus. La luz es hermosa ahora que el sol empieza a ponerse, haciendo que los colores resulten aún más nítidos. El azul del cielo, el verde de la hierba, las hojas que tiemblan en los altos árboles del fondo, la tierra de color naranja rojizo del terreno de juego, todos resultan extremadamente vivos a través de la lente de Tom Stern.

El campo de béisbol está vacío y aparece en segundo plano; Eastwood y Amy Adams caminan a buen paso hacia el coche. Está delante de ella mientras ella, distraída, lee un mensaje en su Blackberry. De pronto, él le pide las llaves. "Estas ocupada. Yo conduciré."

Ella no responde.

"Te estoy diciendo que me des las llaves", le ordena. Y se encamina hacia la puerta del conductor.

Son las 6.30 de la tarde, y después de tres tomas, han terminado.

Y llega el último día de rodaje en Jasper. A la producción sólo le quedan seis días más, en los que se trasladarán al norte, a otras localizaciones para las últimas secuencias del rodaje.

A las 5.35 de la tarde, el equipo está listo para empezar a rodar la escena 65, que se resume en el orden del día como "Gus y Mickey recuerdan los viejos tiempos". El guión describe cómo ella le gasta una broma tirándole una bola. Él protesta, y le dice que está demasiado viejo para eso. Ella se coloca en la caja de bateo, bate en mano, lista para golpear, rememorando los viejos tiempos, reviviendo esos recuerdos que conserva y quiere reavivar.

Primero se rueda un plano general de situación con los dos personajes de Adams y Eastwood. Luego, la cámara sigue a Eastwood mientras lanza la bola con la mano izquierda. En la siguiente imagen, se supone que Adams golpea la bola. Aunque falla unas cuantas veces, lo que hace que tanto ella como el equipo se partan de risa, por fin consigue darle. Luego, eufórica, empieza a correr hacia la primera base, luego la segunda. Antes de llegar a la tercera, da una voltereta. La química entre ellos fluye sin esfuerzo, es totalmente natural.

Es un momento hermoso y tierno, ya que Gus la observa con una sonrisa. Está expresando sus emociones, aunque no sea con palabras. Gus y Mickey están volviendo a conectar… aunque solo se trate de un instante. Y en ese mismo momento, te das cuenta de cómo Golpe de Efecto trasciende el género de las "películas de béisbol" para plasmar lo patético, humorístico, complejo y, en ocasiones, absurdo, de las relaciones humanas.

Aunque el título de la película hace referencia a un jugador de béisbol que no es capaz de golpear determinado tipo de lanzamiento, también tiene una segunda lectura. "Sí, podría ser una curva de la vida", comenta brevemente Eastwood. "Podría significar muchas cosas. Creo que siempre hay algo a la vuelta de la esquina". Para Amy Adams, "Es como todo en la vida. Puedes ser muy bueno en muchas cosas, pero siempre hay algo que se te resiste, y ese algo es diferente en cada persona". Rob Lorenz se pone filosófico: "Es complicado", concluye divertido. "Si me lo vuelves a preguntar dentro de unos meses, puede que te responda otra cosa."

¿En qué se traduce esto? Será el público quien deba decidir por sí mismo o, como advierte Eastwood, "deberán dejarse llevar por la película".