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  Invasor  Dirigida por Daniel Calparsoro
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Unas palabras del director
Cuando el guion cayó en mis manos, enseguida vi el potencial de Invasor; un thriller político con altas dosis de acción, aventura y tensión, que encierra además un viaje al interior del alma humana y sus contradicciones. Una historia bien anclada, con fuertes dosis de contenido y emoción, estructurada como una súper entretenida película de género.

Los personajes son auténticos, reales y únicos. Alejados de tópicos, se mueven por impulsos cargados de realidad. Personas cercanas al espectador que atraviesan situaciones límite nunca antes soñadas por ellos.

Pablo, un médico militar español embarcado en la Guerra de Irak, se ve empujado por las circunstancias a matar a dos civiles iraquíes en el transcurso de una misión. A su regreso a España, no podrá soportar el peso de su crimen y se verá perseguido por aquellos que quieren silenciar lo acontecido en Irak. Pablo se verá atrapado entre ceder a los “chantajes” para intentar olvidar lo ocurrido y garantizar así la seguridad y estabilidad de su familia, o a seguir lo que le dicta su propia conciencia y enfrentarse a la verdad, sean cuales sean las consecuencias.

Esta dualidad del personaje, se traslada a la pantalla en la combinación de dos universos visuales opuestos que acaban por fundirse en uno solo: el áspero desierto de Irak y los verdes bosques de la Galicia profunda. Combinando los recuerdos de Pablo en Irak bajo el sol abrasador, con la exuberancia del campo gallego o la humedad de los puertos de mar; la pobre granja iraquí donde se cometen los crímenes, con las calles donde Pablo lucha por descubrir la verdad, establecemos un contraste visual que no hace sino potenciar un guion sólidamente construido, donde la incertidumbre sobre lo que ocurrirá se mantiene viva hasta el mismísimo final.

Poco a poco y a medida que la película avanza y la tensión crece con ella, se combinan ambos estilos hasta llegar al tercer acto de la película, donde la cámara en mano del “universo iraquí” y los travellings y las grúas del “universo gallego” se suman e intercambian para fundirse en el “universo de la persecución/escapada”. Una vertiginosa y emocionante montaña rusa de impactos visuales que dejará al más avezado espectador clavado en la butaca.

El tono interpretativo es naturalista y real; personas de carne y hueso que viven experiencias extremas para conectar con las emociones del espectador y con el fondo de lo que se está contando.

El resultado se traduce en una película muy entretenida, fácil de seguir, pero con el peso y la profundidad de obras más personales. Se trata de elevar el género, tanto en el aspecto visual como en el contenido. “Invasor” es una película de género sobre la conciencia y la propia naturaleza humana, pero sobre todo se trata de un film absolutamente contemporáneo, donde el ritmo visual y una fotografía estilizada nos harán vibrar en la butaca.




Las localizaciones
La historia de "Invasor" combina dos universos visuales completamente opuestos: por un lado, la acción desarrollada en el desierto de Irak, bajo un sol de justicia. Y por otro, los sucesos acontecidos en la verde Galicia, con sus playas, acantilados y frondosos valles.

Las secuencias en Irak deben estar dotadas de un fuerte realismo, que muestren unos parajes inhóspitos y un entorno hostil, y por tanto, que introduzcan al espectador en la crudeza del mundo bélico. Todo, por supuesto, bajo un sol constante, en un medio lleno de sequedad, con unas condiciones climáticas extremas.

La búsqueda de los parajes iraquís se inició en Andalucía, pero tras una intensa labor, fue en Canarias donde encontramos las localizaciones perfectas para esa parte de la historia. En sus islas más orientales, Lanzarote y Fuerteventura, dimos con los enclaves que encajaban a la perfección con lo que necesitábamos: amplias zonas desérticas, extensiones de terreno árido rodeadas de carreteras secundarias en las que ambientar las secuencias con los convoy e incluso algunos barrios con una morfología muy similar a la zona urbana de Bagdad. En definitiva, lugares que nos trasladan inmediatamente a Irak por sus semejanzas.

Así, combinamos los recuerdos de Pablo en Irak bajo un sol abrasador, con su retorno a casa y por lo tanto, a la humedad de la costa gallega, aderezada siempre por sus increíbles acantilados y por sus largas playas salvajes. La fuerza del mar en contraste con el desierto en su máxima expresión.

Del mismo modo, los paisajes urbanos son totalmente opuestos. Frente al Bagdad que todos tenemos en mente, sin modernizar, con edificaciones pequeñas y modestas, atestado de puestos ambulantes y con una atmósfera polvorienta, encontramos las amplias calles coruñesas, el paseo marítimo, el puerto industrial en constante funcionamiento…

Contraste también entre la granja iraquí donde se cometen los crímenes con la casa donde Pablo intenta recuperarse. Estuvimos recorriendo Galicia en la búsqueda de una casa que combinase la funcionalidad y el diseño de una construcción actual, recién adquirida, con la exuberancia del entorno.

En Betanzos encontramos una vivienda de una planta, con un planteamiento totalmente original y llamativo, pues mezcla un diseño vanguardista (con una estructura en bloques por estancias, un exterior que combina madera y metal, y un interior sencillo y colorista) con una ubicación totalmente rural. La casa parece encontrarse en medio de ninguna parte, rodeada de la frondosidad del bosque gallego.


El rodaje
El guion de Invasor surge a partir de la novela homónima de Fernando Marías, (Premio Dulce Chacón de Narrativa) de 2004. Desde la primera lectura, era obvio que la historia tenía un gran potencial para ser adaptada al cine.

Vaca Films y Morena Films pusieron en marcha la producción del film, en una nueva colaboración tras sus éxitos más recientes “Celda 211” y “También la lluvia”. “Invasor” se articuló desde el primer momento como un thriller con altas dosis de acción y suspense y con un ritmo trepidante. Daniel Calparsoro supuso una elección perfecta para dirigir el film por su amplia experiencia, su punto de vista arriesgado y personal, y lo impecable de su técnica.

El rodaje de Invasor dio comienzo en las Islas Canarias en noviembre de 2011, donde se prolongó durante dos semanas y media en las islas de Lanzarote y Fuerteventura. Arrecife, en Lanzarote, se transformó en una verdadera ciudad iraquí, de la mano del director de arte, Juan Pedro de Gaspar, que consiguió ambientar a la perfección los ambientes, las calles, los mercados, los edificios y los espacios del Irak urbano, cuidando hasta el último detalle. En esta recreación también tuvo mucha importancia la presencia de los figurantes: cientos de personas que participaron en la recreación de los atentados. El casting de los mismos fue largo y complejo, pero el resultado no puede ser más satisfactorio. Al mismo tiempo, los paisajes de Fuerteventura fueron elegidos para rodar las secuencias en exteriores.

Tras Canarias, el rodaje se trasladó a A Coruña, donde transcurrían las secuencias del regreso a España de Pablo, tanto en su casa con su familia como en su periplo por desentrañar la verdad. A Coruña está muy presente en el film, y por el mismo motivo hubo mucha expectación e implicación durante el rodaje por parte de los ciudadanos. Se rodó en enclaves muy conocidos y céntricos, con grandes cortes de tráfico. Como contraprestación, nos enfrentamos a dificultades relacionadas con el tiempo atmosférico, que como es habitual en Galicia, no acompañó.

En la novena y última semana de trabajo, el rodaje se trasladó a Madrid, a los estudios de Reyes Abades, encargado de los efectos especiales. Abades es, probablemente, el técnico en efectos más prestigioso de nuestro país y ganador de 9 premios Goya. Durante estos días, se rodaron diferentes secuencias en las que se recreaban grandes explosiones.