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  Una vida en tres días  (Labor day)
  Dirigida por Jason Reitman
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La ganadora de un Óscar Kate Winslet y el nominado al Óscar Josh Brolin se unen al director Jason Reitman, nominado al Óscar, en el conmovedor drama "Una vida en tres días", basada en la célebre novela homónima de Joyce Maynard.

"Una vida en tres días" está protagonizada por Kate Winslet ("El lector", "Revolutionary Road") como Adele junto a Josh Brolin ("No es país para viejos", "Wall Street 2: El dinero nunca duerme") como el convicto fugado Frank Chambers. Gattlin Griffith ("El intercambio", "Green Lantern") interpreta a Henry Wheeler junto a Clark Gregg ("Los Vengadores", "Thor") como Gerald, el padre de Henry. Los jóvenes y prometedores actores Tom Lapinski ("Black Dog Red Dog," "Suits: La clave del éxito") y Maika Monroe ("Bling Ring", "A cualquier precio") interpretan al joven Frank y a su esposa Mandy. Completando el reparto están J.K. Simmons ("Juno", "Up in the Air") como su vecino el señor Jervis, y James Van Der Beek ("Dawson’s Creek", "Apartamento 23") como el oficial de policía Treadwell. La película está narrada por Tobey Maguire ("El gran Gatsby", "Spiderman"), quien interpreta a Henry de adulto.

Jason Reitman escribió el guión además de dirigir y producir junto al equipo de productores nominado al Óscar y formado por Lianne Halfon y Russell Smith ("Juno", "Young Adult"), y su socia en Right of Way Films, Helen Estabrook ("Up in the Air", "Young Adult"). Steven Rales de Indian Paintbrush ("Moonrise Kingdom", "Young Adult") y Mark Roybal ("Ausente", "La duda") son los productores ejecutivos junto con Michael Beugg ("Gracias por fumar", "Up in the Air") de Federal Films y Jeffrey Clifford ("Up in the Air", "Sin compromiso") de Heyday Films.


Introducción
El libro Como caído del cielo, escrito por la célebre autora Joyce Maynard, fue publicado en el verano de 2009 y pronto entró en la lista de los más vendidos del New York Times. Esa poco convencional historia es a la vez intrigante y conmovedora a nivel emocional. La revista People afirmó que Como caído del cielo "…confirmaba la reputación de Maynard como una consumada narradora… mostrándola como una apasionada humanista con mucho oído y un gran corazón".

La productora Helen Estabrook, socia de Jason Reitman en Right of Way Films, leyó el libro por recomendación de un amigo y, al igual que le sucedió a muchos otros, se identificó con los personajes y sus peripecias. También pensó que contenía todos los elementos de una gran película.

"En esencia, es una historia sobre el proceso de maduración entremezclada con un amor perdido y reencontrado que transcurre durante un período de seis días en el marco de una situación compleja. Me pareció que la complicada y fascinante relación entre Adele, Frank y Henry y su tensión en aumento resultaban conmovedoras y muy cinematográficas", dice Estabrook.

Por sugerencia de Estabrook, el propio Reitman leyó el libro y estuvo de acuerdo en que podría ser una excelente película.

"Siempre me he sentido atraído por las historias en las que los personajes hacen cosas inexplicables", dice Reitman. "Y, como director, siempre me ha hecho mucha ilusión narrar una historia en la que el público se pregunte por qué está pasando algo o por qué hay cosas que no están pasando. Cuanto más difícil les resulte a los espectadores creer que un personaje va a hacer algo, más me apetece contar esa historia. Es un gran reto narrativo, y un reto para el director y los guionistas, crear un entorno en el que los personajes hagan cosas que uno nunca haría, pero de manera que al final se comprenda todo", dice Reitman.

Reitman se puso en contacto con Joyce Maynard. "Por supuesto, me sentí encantada y afortunada por poder poner mi historia en manos de Jason Reitman. Conocía bien su trabajo y me parecía el director ideal para este proyecto"; dice Maynard. Aunque "Una vida en tres días" es tan solo la cuarta película de Reitman como director, a Maynard le pareció que eso y su relativa juventud eran beneficiosos para ello.

"El libro se desarrolla en 1987, pero es la historia de un hombre que en la actualidad es un adulto, y que rememora ese fin de semana que le cambió la vida cuando era joven… y Jason tiene ahora más o menos su misma edad", explica Maynard.

Escribir Como caído del cielo fue una experiencia extraordinaria para Joyce, dado que escribió ambiciosamente la novela en 10 días y no sabía cómo iba a terminar, hasta que lo hizo. "Creo que ya desde el principio me di cuenta de que era una película. Era una película que yo veía en mi cabeza y la escribí muy deprisa, un record para mí, porque yo misma sentía curiosidad por saber cómo iba a quedar", dice Maynard.

Adele y Frank son sumamente complejos, con unas historias trágicas que influyen mucho a la hora de dar forma a su manera de ser pero, a medida que se van conociendo, va quedando claro que ambos son un estímulo para el otro. Hay un cariño silencioso, sutil pero palpable, y eso requería de unos actores excepcionales y con matices.

"Es una película en la que cada gesto cuenta"; explica Reitman. "Necesitaba unos actores que llevasen el ADN de esta película tan dentro de ellos que, incluso aunque estuviesen de pie sin hacer nada, simplemente con tan solo respirar, se pudiera sentir a los personajes, y francamente no conozco a mejores actores que Josh Brolin y Kate Winslet para hacer exactamente eso… para hacerte sentir algo aunque aparentemente estén haciendo muy poca cosa. Una cosa es ser capaz de actuar y decir cosas, y ser capaz de conmover a la gente mediante los diálogos, pero en cambio es muy diferente ser capaz de mirar fijamente a alguien y crear empatía, ya sea para transmitir que uno está aterrorizado o desengañado, y Josh y Kate no solamente son capaces de hacerlo, sino que tuvieron una gran química entre ellos ya desde el primer día", cuenta Reitman.

La oportunidad de explorar a Adele y todas sus complejidades emocionales junto a Jason Reitman y Josh Brolin atrajo mucho a Winslet.

"La película ya venía con Jason Reitman como director, y eso es tremendamente emocionante para cualquier actor. La idea de trabajar con Jason y Josh era irresistible", explica Winslet. "Y se trata de un guión muy bien escrito, muy sencillo en muchos aspectos pero también complicado. Todo es pequeño, pero todo tiene un gran significado en esta película, una gama de emociones muy complejas. La propia historia es realmente hermosa y pura, y me sentí muy atraída por ella y por cómo esas dos personas, contra todo pronóstico, se conocen y se ven arrastrados juntos de una forma que cambia literalmente sus vidas. Para mí, hay algo muy poderoso en todo eso", dice Winslet.

Josh Brolin se sintió atraído por la relación poco corriente pero conmovedora entre Adele y Frank. "Primero leí el libro y me encantó. Nunca sabes si lo que está haciendo Frank es una manipulación o si es algo orgánico y sincero, lo cual lo vuelve todo mucho más interesante", recuerda Brolin.

"Creo que tiene una estructura maravillosa. Te da la ocasión de conocer a los personajes en diferentes épocas de sus vidas, y de ver sus reacciones. Vemos a un joven Frank muy vulnerable, y luego le vemos después de haber pasado 18 años en la cárcel y cómo le ha afectado eso. Es casi como si quisiera retroceder en el tiempo y recuperar sus sentimientos juveniles. Quiere ser tierno otra vez. Adele también quiere regresar a tiempos más felices. Uno ve las consecuencias de su pasado, ambos están traumatizados y en una lucha continua a causa de ello, a la vez que van aceptando el regalo que se les ha ofrecido en el presente, ese encuentro casual que podría cambiarlo todo para ellos", dice Brolin.

Se podría decir que uno de los personajes más fundamentales es el de Henry Wheeler. Gattlin Griffith, a sus trece años de edad, solamente había hecho pequeños papeles en cine y televisión, destacando sobre todo su papel junto a Angelina Jolie en "El intercambio", pero tanto sus compañeros de reparto como los realizadores coinciden en que se desenvolvió mejor que bien.

"El verdadero descubrimiento de esta película es Gattlin Griffith", explica Reitman. "Decidir quién iba a interpretar a Henry fue realmente la decisión de casting más difícil de mi vida. Gattlin tiene talento y dotes por naturaleza. Tiene tal comprensión de lo que significa ser actor cinematográfico que es casi como si lo llevara inscrito en los genes, tiene la capacidad de hacerlo todo y nada a la vez. Es capaz de enfrentarse a un primer plano y, con un par de miradas, hacerte sentir muchas cosas. Tiene un instinto increíble y entendió perfectamente cómo transmitir todos esos matices emocionales en pantalla. Me parecía estar viendo a LeBron James: tenía esa carnalidad, destreza y talento naturales. Fui muy afortunado de tenerle en la película", afirma Reitman.

Otro casting difícil fue encontrar al actor para interpretar a Henry de joven. Cuando los realizadores vieron al actor novel Tom Lipinski, su búsqueda terminó. Lipinski guarda tal parecido con Josh Brolin que el propio Brolin se quedó impresionado.

Lipinski estuvo encantado de trabajar con Brolin y de fijarse en sus movimientos y gestos para realizar una interpretación lo más fiel posible. "Yo estaba muy nervioso a causa de esto, pero él (Brolin) me tranquilizó inmediatamente y me hizo sentir increíblemente a gusto", dice Lipinski.

Casualmente, Brolin acababa de rodar "Men in black III", donde interpretaba a Tommy Lee Jones de joven, así que sus conocimientos acerca de ese proceso fueron de un valor incalculable para ayudar a Lipinski. "Yo le preguntaba sobre los gestos, o sobre la mejor forma de imitar comportamientos pasados y presentes, y como acababa de interpretar a Tommy Lee Jones en "Men in black III", ya había pasado por todo ese proceso y pudo indicarme cómo abordarlo, y fue sumamente generoso. Mantuvimos una larga conversación sobre pequeñas particularidades y cositas que podíamos hacer para, por así decir, armonizarlo todo", explica Lipinski.

Al igual que los papeles de Frank de joven y de adulto, otro de los personajes a los que se sigue desde la niñez hasta la madures es Henry. Aunque pasa menos tiempo en pantalla que cualquiera de los otros miembros del reparto, el Henry adulto narra la historia de "Una vida en tres días". Para Reitman, eso requería de un actor fuerte que pudiera retratar con credibilidad al Henry adulto, tanto en la pantalla como fuera de ella.

"La película necesitaba literalmente una voz que fuera inteligente, reflexiva e interesante", dice Reitman. "Cuando miré la cara de Gattlin Griffith y me le imaginé de adulto, pensé en las voces más seductoras de la generación actual de actores, y no se me ocurrió ninguno mejor para esa tarea que Tobey Maguire, y esperé y deseé que me dijera que sí. Tobey tiene una voz que es a la vez muy adulta e inteligente, pero que al mismo tiempo tiene algo muy juvenil, incluso en su forma de hablar habitual. La voz de Tobey a menudo suena como si estuviera descubriendo un gran misterio de la vida o aprendiendo algo sobre la marcha, incluso aunque esté pidiendo una hamburguesa", dice Reitman bromeando.

"Cuando me imaginé aplicando esa voz a la narración de esta película, supe que serviría para expandir la historia y convertirse en el maravilloso hilo conductor que nos llevara a los orígenes de lo que estábamos viendo"

Admirador de las anteriores películas de Reitman, a Maguire le hizo mucha ilusión unirse al reparto. "Hace mucho tiempo que respeto el talento de Jason como realizador", dice Tobey Maguire. "Así que me sentí encantado cuando me pidió que le echara un vistazo al papel. Jason es uno de nuestros directores más originales, y tiene muy buena vista para los matices interiores de la vida y los dramas humanos. Todo eso produce como resultado una visión extraordinariamente clara de las historias que quiere contar, y un estilo de hacer cine que es completamente suyo", añade Maguire.

Aunque Maguire y Griffith no aparecen juntos en pantalla, Maguire pasó algo de tiempo con su joven doble y disfrutó de su breve encuentro.

"Espero que veamos más cosas suyas en el futuro", reflexiona Maguire, "pues Gattlin es un gran muchacho y un joven actor sensacional".


La historia
"Una vida en tres días" explora la fuerza formidable de los errores pasados y el abismo de los remordimientos recurrentes. "Es un drama romántico que uno tiene que ir reconstruyendo a medida que lo va viendo. Es una película en la que uno llega a entender a cada personaje pieza a pieza, y no escena a escena", explica Reitman. "Curiosamente, se trata de una película acerca de las primeras impresiones y lo engañosas que pueden llegar a ser".

La historia es narrada por Henry como el adulto que recuerda aquel importante verano de 1987. Henry, de trece años de edad, vive solo con su madre, Adele. Esta, recluida en casa y destrozada por los sucesos que condujeron a su divorcio, depende de Henry no solo para los recados básicos, sino para tener compañía. Hay un pasado feliz en un pequeño pueblo de Nueva Inglaterra. Los vecinos habitualmente se detienen a saludar y generalmente entran directamente y sin llamar por la puerta sin cerrojos. Los residentes pasean por la calle mayor y se reúnen en sus tiendas y cafés en plan padres y madres. Pero Adele no se siente capaz de integrarse en ese amistoso trajín que hay a las puertas de su casa. No es que esté totalmente desconectada de la sociedad, pues está claro que sus amigos y vecinos se preocupan por ella. Más bien está al margen de todo eso, ya no participa activamente en ello.

"Adele es una madre separada que vive con su joven hijo y que lleva una vida muy tranquila. Está un poco apartada de la sociedad, y realmente no se sabe por qué. Antes era una gran bailarina, estaba felizmente casada con Gerald, el padre de Henry… pero hay algo en esa mujer que se nos escapa continuamente", dice Winslet.

Puesto que Adele depende tanto de su hijo, Henry se ve obligado a madurar mucho más deprisa que sus compañeros.

"Está atrapado a medio camino entre la niñez y la edad adulta. No puede hablar con su madre de lo que le pasa porque ella está emocionalmente perturbada y bloqueada. En cuanto a su padre, siente que ya no forma parte de su vida porque se ha marchado, así que él tiene que cuidar de su madre y ser el hombre de la casa", explica Gattlin Griffith.

Y no ayuda el hecho de que su marido Gerald (Clark Gregg) haya rehecho completamente su vida. "Gerald no se siente tan unido a su propio hijo y no parece importarle la vida del chico. Se ha marchado y tiene otra familia nueva. Eso es ciertamente algo que se ve mucho en la vida, gente que se marcha y no se preocupa necesariamente de lo que deja atrás. Pero luego, a medida que la historia se desarrolla, vemos el hombre que fue antaño y la clase de conexión que tenía con Adele, la cual produjo el desamor del propio Gerald cuando ya no pudo resistir más la intensidad de su relación", dice Clark Gregg.

A medida que el estado mental de Adele continúa deteriorándose, las responsabilidades de Henry como su cuidador aumentan en proporción directa.

"Henry es muy protector para con su madre, y siempre está pendiente de cualquier cosa que pueda molestarla, lo cual no cuesta mucho", dice Griffith.

Al acercarse el comienzo del nuevo curso, Henry convence a Adele para salir de casa e ir de compras, pues la ropa se le ha quedado pequeña. Adele está llena de dudas y de ansiedad, pero sabe que tiene una responsabilidad para con su hijo. Lo que ninguno de ellos es capaz de prever es que ese viaje aparentemente rutinario va a desencadenar una serie de sucesos inesperados y peligrosos que cambiarán para siempre el curso de sus vidas.

Estando de compras, Henry se encuentra con Frank (Josh Brolin), un hombre dolorido que pide su ayuda. Naturalmente, Henry se muestra reticente, pues hay algo intimidante en Frank, aparte del hecho de que es un desconocido. Cuando Adele intenta rehusar cortésmente, queda claro que Frank no va a aceptar un no por respuesta. "Naturalmente, ella siente nervios y desconfianza acerca de quién pueda ser ese hombre y cuáles serán sus motivos, pero ciertamente él parece necesitar alguna clase de ayuda", dice Winslet.

"Por la razón que sea, le lleva a su casa, y creo que solo cuando tiene a ese desconocido en el asiento de atrás de su coche, sentado junto a su hijo, es cuando empieza a pensar: ‘Pero bueno, ¿qué es lo que estoy haciendo, y en qué clase de peligro podemos estar metiéndonos?’", explica Winslet.

De hecho, ese encuentro y esa decisión fortuitos alterarán completamente el curso de sus vidas.

"Cuando conocemos a Adele, está callada, tiene temblores, y su relación con su hijo consiste en que él cuida de ella y no al revés. Tenemos la vívida sensación de que hay algo que falta en su vida, pero no sabemos por qué. Cuando toma la insólita decisión de ayudar a ese tipo con tan mala pinta, nos da la impresión de que hay algo en Adele, una historia, una belleza, una especie de vida que está a punto de emerger. En definitiva, no sabemos si Frank ha sido encarcelado justificadamente, pero ciertamente da miedo. Cuando nos le encontramos a través de Henry, va cojeando, sangrando y sudando. Parece como si estuviera huyendo de algo. Y habrá que ver la película entera para averiguar si podemos fiarnos de él o no", dice Reitman.

Cuando legan a casa de Adele, Frank confiesa que es un preso que se ha fugado, y que se ha herido al saltar por una ventana de la cárcel. La gravedad de la situación impresiona a Adele… como también lo hace su lento descubrimiento de que puede que el criminal no sea tan terrible como ella creía.

"Adele y Henry se encuentran en una situación en la que tienen a ese desconocido en casa. Entonces, ese preso fugado comienza a contarles su historia, quién es, por qué está allí, y que se ha escapado de la cárcel esa mañana y, cosa rara, en lugar de que el nivel de su miedo aumente, más bien decrece al darse cuenta de que en realidad es un hombre honrado. Es una persona genuina. Conocer y dar refugio a Frank también le ayuda a saber quién es ella en realidad, qué le ha pasado, y al final le explica quién es ella.", dice Winslet.

El pasado de Frank entra en conflicto con su presente al divulgarse por la televisión la noticia de su fuga, y lo de su atraco. Frank reacciona atando a Adele pero, igual que sucede con todo lo suyo, no todo es lo que parece. "Con este tipo, uno en realidad no sabe si de un momento a otro va a cometer un crimen horrendo mientras está con ellos en la casa, o si es alguien auténtico", explica Josh Brolin.

Frank tiene algo fuerte y dulce, lírico y duro. Cocina para sus "prisioneros" y atentamente le da de comer con la cuchara a Adele, que está atada y cautiva. Prepara el desayuno para Adele y Henry. Hace tareas para adecentar la casa. Se va creando un vínculo entre Adele y Frank y Frank y Henry. Va quedando claro que Frank no se va a marchar, y que sus "cautivos" tampoco lo desean. Pronto se convierte en un apreciado miembro de la familia.

"El hecho de que ese tipo, a quien se considera malo, empiece a tener un impacto tan positivo en [Henry y Adele] es lo que más me gusta de esta historia", dice Brolin.

"Creo que a ella la impresiona mucho lo conmovida que se siente al ver hasta qué punto Frank es capaz de tener un impacto realmente maravilloso sobre la vida de su hijo, y por la forma en la que ve y hace las cosas. Para los dos, simplemente estar así junto a una figura masculina es algo muy importante y especial, algo que ha estado faltando en sus vidas. En cierto modo, Frank y ella son almas gemelas que han estado viviendo en soledad, pero debido a circunstancias muy distintas. Ambos tienen un espíritu crítico, y esa similitud les vincula".

"Henry no tiene que estar velando constantemente por su madre cuando Frank está allí, y Frank realmente le enseña a ser un chaval y lo que se siente al tener a un padre al lado", dice Griffith. "Cuando Frank llega a la casa, simplemente vuelve a revivir todo eso".

El simple hecho de hacer una tarta casera se convierte en el punto clave de su relación. Frank explica lenta y meticulosamente a Adele y Henry los pasos que le enseñó su abuela, y eleva la repostería a la categoría de arte. Su atención con los detalles, su nivel de perfección y el cariño con que enseña a Adele conforman un momento decisivo. Hay algo tierno, sensual y palpable en la forma en la que Frank apoya y da ánimos a Adele. Después de dar forma a la tarta, Frank le pincha una serie de agujeritos con la forma de una "A", en cariñoso homenaje a Adele.

"La tarta se convierte en el catalizador, y revela cómo es realmente Frank", dice Reitman.

Aunque resulte encantadora la idea de esta nueva familia, la realidad es que Frank es un hombre a la fuga. El reciente despertar emocional de Adele complica aún más la situación: por lo general muy estoica y reservada, ahora está desesperada por no perder a Frank. La solución que se le ocurre a la pareja es tan arriesgada como extrema, llena de esperanza pero al final condenada al fracaso.

"No creo necesariamente que sus acciones sean muy cuerdas, pero sí que pienso que su corazón está donde tiene que estar. Quieren empezar una nueva vida sin que les persiga el peso de las consecuencias", observa Brolin.


Acerca de la producción
La fotografía principal comenzó a principios de junio de 2012, en el pintoresco pueblo de Shelburne Falls, en Massachusetts. Ese encantador pueblecito de Nueva Inglaterra creaba un trasfondo sereno para el pueblo ficticio de Holton Mills. Unas montañas verdes y frondosas envuelven al pueblo y varias cascadas lo atraviesan, añadiéndole más esplendor. El equipo se decidió por Sherburne Falls un año antes de comenzar la fotografía principal. "Buscábamos un pueblo que fuera bonito pero no demasiado. Tenía que ser un pueblo de trabajadores que había pasado desapercibido y no se había convertido en una atracción turística. Tenía todos los ingredientes de un pueblo bonito, pero nada demasiado resplandeciente, y tenía que parecer que allí vivía gente de verdad", explica el productor Russ Smith. Jason Reitman, junto con Lianne Halfon y Helen Estabrook, fueron en coche desde Boston para ver las localizaciones, y enseguida se dieron cuenta de que habían encontrado el hogar de Adele y Henry.

Aunque la mayoría de los exteriores en el pueblo se rodaron en Shelburne Falls, fue a 150 kilómetros de distancia, en un suburbio de Boston llamado Acton, donde se rodó la mayor parte de la película, en una residencia privada que sirvió como casa de Adele. La casa sufrió una enorme transformación para estropearla, y que causara una sensación general de abandono y deterioro, reproduciendo el estado emocional de su propietaria. La hierba estaba sin cortar, el porche frontal tenía telarañas y desconchones, y el porche trasero tenía las persianas agujereadas. El interior también sufrió un reajuste total. La cocina fue completamente destripada y rehecha al estilo de los años ochenta, algunos trozos de papel pintado colgaban estratégicamente, y unas cortinas oscuras y raídas en las ventanas contribuían a crear el ambiente sombrío del entorno. Por lo general, Reitman prefiere localizaciones reales que puedan ser transformadas mejor que construir escenarios en el estudio. "Me gusta filmar en lugares de verdad. No me gusta presentarme en unas instalaciones, meterme en un estudio y entrar en un decorado falso. Prefiero jugar de verdad. Me gusta conducir por un barrio, llegar hasta la casa, meterme dentro y sentirla. Quiero mirar por la ventana y ver la casa de un vecino. Quiero estar confinado por la localización en la que estoy", explica Reitman. "Siempre he pensado que dirigir es más bien un proceso reactivo antes que creativo. El trabajo del director consiste en reaccionar ante el guión, reaccionar ante una interpretación, una localización, una prenda del vestuario, todas esas cosas, y a los directores se les mide por la forma en que reaccionan en momentos así, por tanto quiero sentir que respiro en una casa de verdad cuando estoy rodando en una".

De hecho, las 300 escenas de "Una vida en tres días" fueron filmadas completamente en localizaciones, sin utilizar estudios, un reto especialmente grande para Steve Saklad, el director artístico.

"Eric Steelberg, el director de producción, y yo le insistimos a Jason para que se planteara en serio colocar nuestra casa en un estudio, en donde podríamos construir un plató de dos pisos con fondos detrás de las ventanas que servirían para el día, la noche, el tiempo nublado, el tiempo soleado. Podríamos crear cualquier fenómeno meteorológico que se le ocurriera. Podríamos quitar las paredes en los puntos en que la cámara tuviera que atravesar una pared. Podríamos proporcionarle el plano de suelo exacto y los detalles arquitectónicos que quisiera desde el principio mismo, y le insistimos antes de haber encontrado la localización, pero hizo oídos sordos", dice Saklad riendo. "Jason no nos hizo ni caso porque en su fuero interno sentía que el ambiente de una localización real daría vida a la historia…, que las limitaciones darían más sensación de vida de verdad y que así los actores se impregnarían de tal sensación de realidad como nunca podrían hacerlo en un estudio. Y tenía razón".

Saklad y su equipo se encargaron de transformar todos los espacios elegidos por Reitman en los ambientes que se ven en pantalla. "Teníamos que transmitir muchas cosas con los minúsculos detalles de aquella casa", explica Saklad. "Vemos los pequeños detalles de cómo Adele ha creado esa casa y cómo ha cambiado a lo largo del tiempo". Dado que hay muchas escenas de flashbacks en la película, filmaron la casa durante diferentes fases temporales, de manera que incluso el plató principal tuvo que ser modificado muchísimas veces. "Todo se basa en los pequeños detalles. Es cuestión de unos cuantos ventiladores en el fondo de los planos para que podamos sentir que estamos en medio de una ola de calor. Se trata de la manera en que los cuadros que cuelgan de las paredes han envejecido las paredes. Se ven las manchas en donde el sol ha descolorido las paredes. Queremos encontrar maneras en que la casa parezca muy vivida, muy personal, y luego poder cambiarlo", detalla Saklad.


La creación del vestuario
Al hacer una obra de época, otro elemento crucial para situar la película en una época concreta es el vestuario, y Danny Glicker, el diseñador de vestuario, afrontó el reto con entusiasmo. "Cuando haces una época como los años ochenta, que está muy cercana y a la vez muy distante, uno no se da cuenta de lo diferente que era, y nada de lo que creas que puedes conseguir hoy en día es igual que lo de entonces. No puedes conseguir hoy un polo que se parezca a un polo de los ochenta. Puede que se parezcan en la idea de un polo, pero todo es diferente. Lo mismo vale para los pantalones vaqueros, y ciertamente es igual con los pantalones cortos, como se puede ver en la película, porque son muchos más cortos a lo largo de la película. Para mí, uno de los mayores retos era no simplemente documentar la época, sino recrear la época, y sí que la recreamos. Tuvimos que documentarnos, tuvimos que utilizar ropas auténticas de la época, documentarnos acerca de la estética, la silueta de cada actor, y cómo eso da forma a sus personajes", dice Glicker. Se utilizaron muchos tejidos como polyester, rayon y nylon en el vestuario de "Una vida en tres días", para que tuvieran el aspecto y dieran la sensación de ser auténtica moda de los ochenta.

Glicker colaboró muy estrechamente con Reitman, Winslet y Brolin antes de rodar para crear las prendas exactas que ayudarían a dar vida a los personajes y a narrar la historia mediante el vestuario. Glicker había trabajado anteriormente con Reitman en "Gracias por fumar" y "Up in the air", así como con Brolin en "Milk", así que poder revivir aquellas maravillosas relaciones de trabajo fue incluso más emocionante para Danny. "Aunque era la tercera vez que trabajábamos juntos, en muchos sentidos era como si fuera la primera vez para todos nosotros, porque tuve que incorporar toda una nueva gama de colores, y en muchos sentidos fue una experiencia increíblemente especial para mí, porque ya habíamos estado juntos y habíamos tenido una maravillosa experiencia de trabajo, pero poder trabajar con Jason en ese puesto, el hecho de poder decir: ‘Bueno, ahora vamos a meternos un poco en mi mundo, vamos a meternos en mi mundo de ropas de época’, y ver cuáles eran sus observaciones al respecto, eso para mí fue una experiencia realmente especial", dice Glicker.

El interés y los conocimientos de Winslet acerca de la manera en que sus ropas iban a dar forma a su personaje impresionaron a Glicker. "Lo que me encantó de Kate fue que entiende muy bien a su personaje, incluso hasta los slips de los años ochenta que le ponía. Entendía por qué eran apropiados, por qué la ayudaban a conectar con esa mujer, y siempre hacía comentarios impecables, así que fue una colaboración de verdad, en la que se trataba de dos personas que trabajan juntas y donde las ideas de los dos hacían mejor las cosas de lo que lo hubiera hecho cada uno por separado. Casi todo lo que lleva puesto fue creado para Adele basándonos en algo que ya existía en el mundo real, pero entonces nos imaginábamos cómo era el mundo y cómo se presentaba Adele ante él, y nos divertimos muchísimo", recuerda Glicker.

El vestuario de Adele a menudo decía más cosas sobre ella que las que expresaba hablando, y sus ropas reflejan su pasado y su cambiante presente.

"Con Adele, puesto que es agorafóbica y no ha salido mucho de casa, también está en una situación de evaluar lo que es su presencia, cuál es su lugar en el mundo, así que muchas de sus ropas se remontan a los años setenta. Era aún más divertido imaginar cómo era su vida, lo romántica que era, y cómo eran las prendas cuando las compró y por qué eran bonitas, y por qué ya no son tan bonitas. Podemos ver toda su historia, su despertar emocional, a través de su guardarropa. Podemos ver cómo las ropas reflejan el estado en el que se encuentra, pues tiene cosas que son cómodas, seguras y en tonos pardos. Luego hay diversos complementos que lleva Kate en los que redescubre su sensualidad como Adele, hay algunos vestidos muy bonitos que creamos para ella y que reflejan no solamente lo visual, sino también la forma en la que se mueve, como antigua bailarina que es, y la forma en que vuelve a sentirse sensual", añade Glicker.

Casi toda la ropa de Gattlin Griffith fue creada especialmente para él. Puesto que la película transcurre en un período de tiempo muy corto, había que tener a mano muchas prendas idénticas, desde los botones que les faltaban hasta el sitio exacto en que había agujeritos producidos por el uso. Los cuellos de los polos que usa Henry eran más livianos que los de hoy en día, para estar en concordancia con la época. Los pantalones cortos eran mucho más cortos, y Gattlin Griffith se reía porque parecían prendas heredadas de algún hermano comparados con los pantalones cortos que lleva en su vida normal.

Finalmente, la ropa de Frank era sencilla y precisa. "Colaboramos estrechamente con las autoridades penitenciarias para crear adecuadamente las prendas exactamente como eran en el sistema penitenciario. Elaboramos todas sus camisetas para que encajaran con las de los años ochenta, y con lo que se llevaba en la cárcel. Tuve algunas conversaciones con Josh en las que hablábamos constantemente de esas cosas, y que eran temas como los uniformes de la cárcel, pero luego nos imaginábamos cómo podían formar parte de una narrativa más amplia, y cómo podían apoyar su, por así decir, conciencia física de Frank, y a veces con detalles tan minúsculos como afinar la ropa o afinar el corte, y que le permitían sentirse realmente conectado con ese tipo", cuenta Glicker.


La creación de la tarta de Frank
El principal elemento que conecta el pasado y el presente es la tarta de Frank. Para recrear una tarta elaborada exactamente de la manera en que la describe Joyce Maynard en Como caído del cielo, sólo lo haría un experto. Y aquí es donde interviene la estilista de la repostería Susan Spungen, veterana del programa Living de Martha Stewart. Spungen pronto se dio cuenta de que la tarta que necesitaba Reitman NO podría aparecer en la portada de la revista de Martha Stewart. Tenía que parecer que la tarta estaba hecha por un aficionado y que era casera. Spungen probó una tarta tras otra, siguiendo la receta de la propia Maynard, pero ninguna quedaba exactamente bien. Hasta que Lianne Halfon le indicó a Susan que "pensara en arte popular y no en bellas artes", y eso puso en marcha las ideas de Susan, y el resultado fue la tarta más perfectamente imperfecta, que era exactamente lo que iba buscando Reitman.

Para preparar las escenas donde se hace la tarta, Kate y Josh asistieron a una clase de elaboración de tartas con Spungen antes de que comenzara la producción. Maynard también estaba presente, para cerciorarse de que su proceso se seguía paso a paso. "Me puse nervioso haciendo la tarta", dice Brolin riendo. "De pequeño quería ser cocinero, y al principio sentía una gran vergüenza porque pensaba: ‘¡Esto no tiene sentido! ¿Por qué hace esto la masa?’"

Hacia el final del rodaje, todos los miembros del reparto eran expertos en hacer tartas, y Josh Brolin dijo que le gustaba tanto que comenzó a hacer una cada noche. Ahora Maynard se presenta a sí misma, en broma, como la persona que enseñó a Josh Brolin a hacer una tarta.

Los actores y miembros del equipo técnico de "Una vida en tres días" celebraron el último día de rodaje con una maravillosa tarta de todos los sabores imaginables, todas ellas con la característica "A" hecha a base de puntitos de Frank.