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  Objetivo: La Casa Blanca  (Olympus Has Fallen)
  Dirigida por Antoine Fuqua
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OBJETIVO: LA CASA BLANCA está protagonizada por Gerard Butler ("300"), Aaron Eckhart ("El caballero oscuro", "Invasión a la Tierra: Batalla Los Ángeles"), el ganador del Oscar® Morgan Freeman ("Million Dollar Baby", "El caballero oscuro: La leyenda renace") y la candidata al Oscar® Angela Bassett ("Tina", "Esto es la guerra"), Robert Forster ("Jackie Brown"), Cole Hauser ("La jungla: Un buen día para morir"), Ashley Judd ("El coleccionista de amantes"), la ganadora del Oscar® Melissa Leo ("The Fighter", "Frozen River (Río Helado)"), Dylan McDermott ("American Horror Story", "En campaña todo vale"), Radha Mitchell ("El fuego de la venganza") y Rick Yune ("A todo gas").

El realizador Antoine Fuqua ("Training Day (Día de entrenamiento)", "El rey Arturo", "Los amos de Brooklyn") dirige un guión original escrito por los recién llegados Creighton Rothenberger y Katrin Benedikt. La película está producida por Alan Siegel ("Persiguiendo Mavericks", "Machine Gun Preacher"), Gerard Butler, Danny Lerner ("Los mercenarios 2") y Ed Cathell ("Furia ciega", "Un buen partido"). El director de fotografía es Conrad W. Hall ("The Punisher (El Castigador)", "La habitación del pánico"). John Refoua ("Avatar", "El invitado") ha realizado el montaje. El diseño de producción ha corrido a cargo de Derek R. Hill ("W.", "Hacia rutas salvajes (Into the Wild)"). Doug Hall ("Corazón rebelde", "Un paseo para recordar") se ha encargado del diseño de vestuario. El coordinador de especialistas es Keith Woulard ("Black Hawk derribado", "Iron Man 2"). Sus productores ejecutivos son Avi Lerner ("The Iceman (El hombre de hielo)", "Los mercenarios 2"), Heidi Jo Markel ("Un buen partido", "Lovelace"), John Thompson ("Los amos de Brooklyn", "Un buen partido"), Trevor Short ("The Mechanic") y Boaz Davidson ("Los mercenarios 2"). Peter Schlessel, Will French ("Una bala en la cabeza", "Mátalos suavemente") y Stephen Roberts ("Mátalos suavemente", "Killer Joe") han ejercido de productores ejecutivos.


"No negociamos con terroristas"


"Cuando el productor ejecutivo Avi Lerner me trajo el guión, supe de inmediato que se trataba de un material excelente con un potencial ilimitado", recuerda Fuqua, un director conocido por su inquebrantable tratamiento de duras historias en ambientes urbanos, como "Training Day (Día de entrenamiento)", por la que Denzel Washington obtuvo un Oscar® como "Mejor actor". "Es un clásico viaje del héroe, sacado directamente de Joseph Campbell".

"Lo que me llamó la atención del material era que se trataba de algo que daba la sensación de que podía suceder. El título me hacía pensar en el Imperio Romano y en la idea del mito. El monte Olimpo es el hogar tradicional de los dioses griegos y romanos. Es un símbolo de poder ilimitado. En nuestra película, la Casa Blanca se desmorona de modo inconcebible. Tenía mucha resonancia para mí. Roma, el gran imperio, se convierte en Estados Unidos, y su mayor monumento se derrumba".

Como productor, Butler estaba deseando fichar a Fuqua para que dirigiera el proyecto. "Cuando recibimos el guión, sobre la marcha pensé en Antoine", asegura. "De todos los grandes directores que trabajan en la actualidad, me pareció que sería el que conseguiría clavarlo. Me encantan sus películas, desde ‘Training Day (Día de entrenamiento)’, que considero que es una de las mejores películas que se han hecho nunca, hasta ‘Lágrimas del sol’ y ‘Los amos de Brooklyn’. No hay nadie como él para ofrecer acción cruda y realismo".

El personaje de Butler, el agente del Servicio Secreto Mike Banning, se convierte en la única opción para detener a un grupo de comandos norcoreanos que se ha hecho con el control de la Casa Blanca. Banning; atrapado sin refuerzos en el maltrecho edificio, entabla con los terroristas un peligroso juego del gato y el ratón con unos riesgos increíblemente altos.

A Fuqua le encantaba la atrevida premisa del guión. "Han asaltado la Casa Blanca y tienen al presidente de rehén. Mi única pregunta era: ¿cómo podría suceder algo así en realidad?".

Decidió documentarse de manera preliminar sobre el escenario principal del guión y se sorprendió mucho al descubrir que era perfectamente posible para una milicia relativamente pequeña, bien pertrechada y bien adiestrada, tomar por sorpresa la Casa Blanca e infligir graves daños en poco tiempo. Convencido de que tenía una historia que resultaría apasionante y fascinante, el realizador empezó a documentarse a fondo tanto sobre la Casa Blanca como sobre el Servicio Secreto, para asegurarse de que la historia resultara absolutamente auténtica.

"Sabíamos que, si lo conseguíamos hacer bien, dejaríamos a los espectadores boquiabiertos y se apuntarían a realizar este viaje con los personajes", plantea Butler. "Pero hasta el último detalles tenía que estar justificado y resultar real".


"Nunca nos sentimos más fuertes que cuando nos ponen a prueba"


Cuando emprendió la preproducción de OBJETIVO: LA CASA BLANCA, Fuqua sabía relativamente poco del funcionamiento interno y de la cultura del Servicio Secreto. Trabajar en esta película le ha permitido descubrir la entrega y dedicación de estos agentes y los sacrificios que tienen que estar dispuestos a realizar por desempeñar su labor.

"No tenía ni idea de lo importantes que son", admite. "El Servicio Secreto tiene un programa de formación que está completamente aparte de los militares, la CIA y el FBI. Siempre están en modo preventivo, para asegurar que no suceda nada, a diferencia de los militares, a los que se prepara para atacar. Entran los primeros para comprobar que está todo bien. Trabajan con la policía local. En ciertos aspectos, controlan la agenda del presidente. En ese sentido, son individuos realmente únicos".

Su trabajo también incluye estar dispuesto a recibir una bala por la presidencia. "Si te paras a pensarlo un momento," explica Fuqua, "tu trabajo consiste en evitar que el presidente y su familia sufran daño alguno. Se espera de ti que te interpongas en la trayectoria de una bala, si fuera necesario. No conozco a mucha gente que se ofrecería voluntaria para hacer eso. Siento un extraordinario respeto por ellos. Sus vidas corren constante peligro y, cuando descubrí todo esto, quise honrarlos con esta película".

Como curiosa coincidencia, el director tuvo su primer encuentro cercano con el Servicio Secreto mientras se encontraba trabajando en esta película. "Durante el rodaje, recibí una llamada de mi mujer, que decía que teníamos al Servicio Secreto en casa", recuerda. "Casi me da un ataque, pensando que tenía algo que ver con la película. Resultó que había alguien especial en el barrio ese día y, según parece, mi casa ofrecía una perspectiva especialmente ventajosa de la casa que estaba visitando, así que querían usar mi hogar como punto de observación. Sigo sin saber quién estaba en esa casa, pero me pareció una coincidencia harto curiosa que, el mismo día en que estoy rodando un gran asalto a la Casa Blanca, el Servicio Secreto aparezca en mi puerta".


"No es cuestión de si sucederá, sino de cuándo"


Fuqua se reunió con un equipo de asesores, que incluía a antiguos agentes del Servicio Secreto, el FBI, la CIA y otras fuerzas del orden. "Recurrimos a Joe Bannon, que era del Servicio Secreto, así como a Ricky Bryant Jones y Daryl Connerton, que habían pasado ambos tiempo en la Casa Blanca, para establecer los límite del realismo".

Jones, que posee conocimientos de experto en técnicas de antiterrorismo, aseguró a Fuqua que un ataque directo contra la mansión presidencial podría no ser cuestión de si podía suceder, sino de cuándo sucedería.

"Y si ocuparan la Casa Blanca, haría falta alguien con un profundo conocimiento del edificio para poder acabar con esa amenaza", observa. "Alguien como Mike Banning tendría que infiltrarse y recuperar sistemáticamente el control. Si también lograra encontrar un modo de comunicarse con el mundo exterior, podría ayudar a preparar la reacción del gobierno. Todo me parecía muy, muy creíble".

A través de sus asesores, Fuqua descubrió que una fuerza militar de emergencia necesitaría un mínimo de 15 minutos para llegar a la Casa Blanca y proporcionar apoyo a los agentes que ya se encontraran en el lugar, lo que hacía incluso más plausible la posibilidad de conseguir asediar la Casa Blanca.

"Tal como está distribuida Washington, D.C., no hay un acceso directo a la Casa Blanca", aporta Fuqua. "Una fuerza real tardaría cierto tiempo en llegar por tierra. Por aire, se tardaría mucho menos, pero un plan bien ideado aún podría causar bastante caos. Incluso con toda la seguridad de la que disponen, la idea de que alguien podría hacer mucho daño no deja de ser real. Te puedes acercar hasta la verja exterior con una mochila, ¿cómo pueden saber qué hay dentro? Si logras colarte en nuestro espacio aéreo y estás dispuesto a morir, ¿qué clase de daño podrías llegar a hacer antes?".

Con esa ventana de 15 minutos como punto de partida, los asesores ayudaron a planear un ataque simulado, hasta detalles como el número mínimo de tropas necesarias para tomar la Casa Blanca, así como qué tipos de armas serían más útiles. "Nos planteamos hasta los detalles más insignificantes", recuerda Butler. "Nada es simple conjetura. Todo es cuestión de la genialidad del plan, más que simplemente del nivel de la acción. Hay que recordar que el 11 de septiembre fue tan simple como unos tipos que consiguieron subir con una cuchilla a un avión. Eso fue lo que me atrajo de esto, lo relevante que era y lo mucho que daba que pensar".

Valiéndose de soldados de juguete, el equipo lo planificó todo hasta el más nimio detalle. El concepto de Fuqua para el ataque era que los comandos norcoreanos volverían la abundancia de Estados Unidos contra sí misma. "La idea de un enemigo destruyendo el símbolo definitivo de EE. UU. con nuestras propias armas es horrorosa", sostiene. "Nos planteamos qué sucedería realmente si unos terroristas consiguieran hacerse con ciertas armas, si crearan una distracción, si tuvieran a alguien dentro. Los terroristas hacen un uso devastador de nuestras propias herramientas, nuestras armas y todo nuestro material. Utilizamos objetos de uso corriente, como camiones de basura, así como armamento sofisticado. Un terrorista puede valerse de un modo u otro de cualquier cosa que nosotros damos por sentado".

"Pensamos que un camión de basura sería relativamente fácil de conseguir y podría hacer las veces de un búnker bastante sólido, así que empezamos por ahí", recuerda Jones. "Lo ambientamos el 5 de julio, porque así parecería que los camiones estaban limpiando después de las celebraciones del día de nuestra fiesta nacional. Antoine tomó esa idea y le dio sus propios toques cinematográficos".

Los comandos se aprovechan hasta de las libertades más básicas de Estados Unidos para acercarse a su objetivo, según explica Fuqua. "Algunos de ellos se hacen pasar por turistas y se mueven con total impunidad. La idea de que puedan usar nuestras libertades como armas es viable".

La escena del ataque se desarrolla en tiempo real, de modo que los terroristas se hacen con el control de la Casa Blanca en tan sólo 13 minutos. "Resulta brutal, porque está totalmente basado en la realidad", asegura Fuqua. "Nos documentamos mucho para que quedara auténtico. Discutimos qué clases de armas resultarían más útiles".

"Consultamos con los guionistas y repasamos la escena paso a paso", prosigue. "Ya habían descrito un panorama muy minucioso de lo que estaría pasando dentro del edificio. Nosotros lo ampliamos hasta los jardines y la calle. Por lo que se refiere al asalto, no hay ninguna escena en la película que no pudiera suceder de algún modo".

Verlo desarrollarse todo ante la cámara resultó escalofriante, en opinión de Jones. "Ver a terroristas entrar en la Casa Blanca me puso la carne de gallina. El plató es increíblemente realista, así que resulta algo surrealista y aleccionador de ver. Me desconcertó por completo. Es el edificio más seguro que existe, con los guerreros mejor preparados del mundo, el Servicio Secreto, protegiéndolo. Verlo caer en combate es una experiencia emotiva que da que pensar".

Una vez que la pequeña fuerza ha asegurado su blanco, pasan al "Centro Presidencial de Operaciones de Emergencia (o PEOC, por sus siglas en inglés)", el búnker bajo la Casa Blanca, donde evacúan al presidente en caso de emergencia. Una vez más, Fuqua se documentó muy diligentemente sobre este aspecto.

"Allí fue donde llevaron a Dick Cheney y a otros altos cargos durante los ataques del 11 de septiembre", explica. "Hicimos lo posible por conseguir todos los detalles correctamente, asegurándonos incluso de que las puertas fueran rojas, como las del verdadero PEOC. Intenté plasmar en la pantalla toda la información que conseguimos".

Hace tan sólo unos pocos años, la situación central que se recoge en OBJETIVO: LA CASA BLANCA podría haber parecido impensable, pero el director comenta: "La película es extraordinariamente entretenida e infunde en los espectadores un sentimiento colectivo de patriotismo, pero sirve a la vez como advertencia. Cuando se baja la guardia, puede suceder cualquier cosa".


Elegir bando
El actor y productor Gerard Butler comenta que, en cualquier momento durante el rodaje de OBJETIVO: LA CASA BLANCA, podía mirar a cualquier lado del plató y ver a algunos de los actores más respetados y solicitados de Hollywood.

"Contamos con un gran guión y un gran director, lo que sirvió para atraer a grandes actores", propone. "Tenían mucho interés por trabajar con Antoine, así que primero se incorporó Aaron Eckhart, luego Melissa Leo y después Morgan Freeman y Angela Bassett. Y la cosa no quedó ahí. También conseguimos a Ashley Judd, Dylan McDermott, Robert Forster, Cole Hauser y Rick Yune. Teníamos un reparto increíble".

El personaje de Butler, Mike Banning, dirigía anteriormente el equipo de seguridad del presidente. "Es un hombre hecho y derecho", señala Fuqua. "En otro tiempo, era muy cercano al presidente. Como los tipos del Servicio Secreto con los que he hablado, es sumamente leal. Entonces se produce una desgracia con la primera dama".

El presidente y su mujer van en un coche que se precipita al agua desde un puente. Banning sigue el procedimiento y salva al presidente, pese a que el jefe del ejecutivo ordena al agente que saque a su mujer. La primera dama muere y Banning queda marginado tras el incidente.

"Mike no puede salvar a la mujer del presidente", prosigue Butler. "Después de eso, lo trasladan al departamento del Tesoro. Es un trabajo sin futuro, sobre todo para un tipo como Mike, que es antiguo miembro de las Fuerzas Especiales. Lucha por encontrar algún modo de redimirse. Por si fuera poco, está teniendo problemas serios con su mujer porque, si ya antes no era fácil convivir con él, ahora está rodeado de oscuridad".

"Para el Servicio Secreto, la palabra ‘casi’ no vale", señala Fuqua. "O es un éxito al 100% o es un fracaso al 100%. En este caso, es un fracaso al 100%, pese a que salva al presidente. Mike es un héroe que ha caído en desgracia y quiere recuperar su lugar. Quiere volver a formar parte de ese equipo".

Sin embargo, el desarrollo de los acontecimientos hace que vuelva a encontrarse con la vida del presidente en sus manos, aunque de un modo que jamás habría esperado. "A veces, el universo te mete en el mundo que crees que quieres, pero no del modo que tú querías. Banning pasa por un verdadero calvario para ganarse el lugar donde cree que debe estar, junto al presidente. Tiene que internarse en las entrañas de la bestia y vivir para contarlo".

El papel prometía ser exigente, pero Fuqua sabía que Butler estaría a la altura de las circunstancias. "Gerry tiene la presencia y la garra para sacar adelante este papel", asegura Fuqua. "Posee una gran intensidad y una entrega total. El hombre no dormía. Llamaba a las tres de la mañana para hablar de las escenas del día siguiente. Estaba obsesionado con hacerlo bien y no te queda otra que adorarlo por ello".

Con el presidente y el vicepresidente de los Estados Unidos en manos de terroristas, el mando recae en el presidente de la Cámara de los Representantes, Allan Trumbull, interpretado por el ganador del Oscar® Morgan Freeman.

"Morgan aporta cierta majestuosidad a todo lo que hace", afirma Fuqua. "Es uno de nuestros grandes actores. Cuando aceptó hacer la película, el proyecto subió inmediatamente de nivel. Lo que me parece especial de él es que dota de mucha fuerza a sus papeles, pero al mismo tiempo siempre tiene una cierta delicadeza. Si el país se estuviera viniendo abajo, me gustaría que alguien como Morgan Freeman tomara las riendas. Es un auténtico tesoro nacional y ha sido un honor trabajar con él".

Freeman, que recibió un Oscar® por su trabajo en "Million Dollar Baby", además de haber sido candidato a este galardón en otras cuatro ocasiones, ha disfrutado de una carrera extraordinariamente variada, con papeles protagonistas en películas que van desde la franquicia de gran éxito de taquilla de "El caballero oscuro" a dramas serios naturalistas como "Adiós, pequeña, adiós".

"Se trata de una película de acción muy emocionante, lo que siempre es divertido de hacer", confiesa el actor. "Es la emoción indirecta lo que me atrae de la acción. En la vida real, muy poca gente tiene ocasión de ser un auténtico héroe. Nunca tenemos ocasión de liarnos a puñetazos ni de matar a los malos. Pero en una película como esta, puedes seguir al bueno, o incluso al malo, si es lo que te va".

Freeman asegura que la historia le pareció muy verosímil. "Si un grupo especial consigue salir de Corea del Norte, ¿cómo íbamos a saberlo?", señala. "Es fácil creerse esa parte de la historia. No se distingue a los norcoreanos de los surcoreanos, y los surcoreanos son nuestros aliados".

Fuqua no se sentía en un primer momento muy seguro a la hora de darle a Freeman indicaciones sobre su interpretación. "¿Qué puede decirle un director a Morgan Freeman?", se pregunta. "Gritas ‘¡acción!’, y le dejas hacer su trabajo. Pero quería que lo dirigiera y, cuando Morgan Freeman te mira y pregunta: ‘¿qué te parece?’, más te vale tener algo bueno que decir".

Freeman elogia al director por ser decidido, pero sin dejar de mantenerse abierto a las sugerencias de los intérpretes. "Antoine se mostró muy colaborador, lo que es magnífico. Hay muchos directores que no les hacen mucho caso a los actores, pero él es todo oídos. Cualquier cosa que se me ocurriera comentar, reaccionaba rápidamente. Y es muy rápido, algo que me encanta, a la vez que es de trato muy fácil. Sabe lo que quiere y, cuando lo tiene, sigue adelante".

Para interpretar al presidente Benjamin Asher, Fuqua recurrió a otro actor con quien también quería trabajar desde hacía tiempo: Aaron Eckhart. Además de su papel capital de Harvey Dent en "El caballero oscuro", los trabajos más recientes de Eckhart incluyen el thriller de espionaje "El último testigo" y la aventura picaresca de Hunter S. Thompson "Los diarios del ron", frente a Johnny Depp.

"Aaron posee una energía muy característica", sostiene el director. "Es otro tipo muy intenso, un actor entregado que desaparece en el set de rodaje. Se mete a fondo. Quería a alguien que pudiera interpretar a un presidente joven y contemporáneo, y enseguida me di cuenta de que Aaron sería perfecto. Tiene un aire muy presidencial y es muy apuesto, con ese hoyuelo suyo".

Eckhart asegura que nunca esperó que le pidieran interpretar al hombre más poderoso del mundo. "Pero ya puestos a hacerlo, me interesaba convertirlo en un personaje heroico. Asher es un tipo duro, pese a que en esta película sufre un tremendo castigo físico. Me encanta el cine de acción, y esto es acción a tope, pura y dura, de principio a fin, de la que me ha gustado formar parte."

El aspecto más difícil de la interpretación de Eckhart era que su personaje se pasaba buena parte del filme esposado a una barandilla. "No fue nada fácil estar inmovilizado pero a la vez mantenerse conectado", explica. "Nos golpean y nos maltratan bastante. Me resultaba importante conservar la dignidad y la fuerza del cargo, mientras esperaba a que el personaje de Gerry me salvara el pellejo".

Según Eckhart, Butler puso el listón muy alto al resto del reparto. "Gerry estaba totalmente entregado a esta película", afirma Eckhart. "Como productor, además de estrella, se juega mucho con su éxito. Estaba allí al 100% todos los días y ha sido estupendo trabajar con él".

Fuqua también sirvió de fuente diaria de inspiración para el actor. "Antoine aporta fuerza, conocimientos y una enorme experiencia al proyecto", apunta Eckhart. "No habla mucho, pero sabe exactamente lo que quiere, lo que, para un actor, es un gusto. Siempre te permite experimentar e ir más lejos. Trabaja de forma diferente con cada actor, porque quiere sacar lo mejor de cada uno de nosotros".

El férreo e inquebrantable compromiso de Fuqua con la verdad es lo que hace la película creíble, en opinión de Eckhart. "Estamos viendo a unos terroristas tomar la Casa Blanca y necesitamos que los espectadores crean que es posible. Contamos con excelentes asesores en esta película, que nos ayudaron a que todo fuera lo más verídico posible. Y a Antoine se le da muy bien la acción, por lo que creo que los espectadores se van a llevar una buena sorpresa".

Para interpretar a la secretaria de defensa del presidente Asher, Ruth McMillan, Fuqua se puso en contacto con la ganadora del Oscar® Melissa Leo. "La verdad es que no pensé que pudiéramos conseguir a Melissa para este papel, pero había que intentarlo", comenta. "Cuando su gente dijo: ‘te respeta mucho y quiere trabajar contigo’, me quedé encantado. Es otra de esas personas que sube el nivel en el plató. Se toma muy en serio su oficio y no decepcionará nunca a un director".

La actriz, especialmente conocida por sus papeles de supervivientes duras que pasan por una mala racha, describe su primera reacción al guión como "aturdida y confusa". "Sabía que me interesaba trabajar con Antoine", recuerda Leo, "pero, para ser sincera, no suelo hacer este tipo de películas de acción. Es algo muy fuera de lo común para mí, y eso fue lo que más me interesó. Es un personaje muy distinto de mis habituales chicas de clase baja. Cuando leí el guión y me aclaré mentalmente con la historia, las delicadas complejidades de las realidades políticas resultaban aspectos muy interesantes para plantearse. El mundo es un lugar complicado. Yo misma soy pacifista, pero interpretar a la secretaria de defensa me hizo ver las cosas desde una nueva perspectiva".

Las realidades prácticas de hacer una película de acción resultaron igualmente instructivas para la estrella de "Frozen River (Río Helado)" y "The Fighter". "Me di cuenta de que lo bueno que tiene hacer una película de este tipo es que el director se mete con todo el metraje en la sala de montaje y saca un par de segundos de aquí y quizá otros tres segundos de allá", explica. "Esa no es la situación a la que estoy acostumbrada. Llegué a confiar enormemente en Antoine en este proceso. Fue estupendo dejarle que consiguiera los planos que quería y confiar en él para que los monte todos como le interesa".

Las exigencias físicas del papel también fueron algo nuevo para Leo. "La puesta en escena era complicada y difícil. No dejaba de pedirle a Antoine que me dijera exactamente lo que necesitaba. Me dio consejos excelentes, pero no conseguía aprenderme las coreografías de lucha. Aunque tuve su apoyo en todo momento. Me respaldó al 120%".

El director describe a Leo como una "actriz muy generosa", siempre dispuesta a realizar ajustes y hacer otra toma. "Quería asegurarse de que yo tuviera todo lo que necesitaba en la sala de montaje", señala. "Melissa siempre pedía más detalles, desde cómo debía llevar el pelo su personaje a qué heridas tendría de manera realista. ¿Cómo respiras con las costillas rotas? Su atención a detalles así dotaron de auténtica magia al personaje".

Llegado el momento de elegir a alguien para interpretar al supervisor de Banning, el jefe del Servicio Secreto, Fuqua tomó una decisión poco convencional, pero muy apropiada para los tiempos actuales. "Me pareció que una mujer quedaría estupenda en ese papel", declara. "Ya tenemos a mujeres soldado luchando en el frente y pensé que una mujer sería más interesante en ese puesto. No ha ascendido como uno más de los chicos. Ha tenido que ser tan dura como los hombres, a veces incluso más. Angela Bassett era justo el tipo de mujer que necesitaba, con la fuerza y la inteligencia para conseguir algo así".

Bassett, candidata al Oscar® por su impresionante interpretación de Tina Turner en "Tina", es amiga íntima de la mujer de Fuqua desde hace tiempo, pero no había tenido ocasión de trabajar nunca con el realizador. "Nos pusimos en contacto con Angela y estaba disponible", recuerda Fuqua. "Como director, estaba deseando tener a Angela ante mi cámara. Incluso cuando la cámara está enfocando a otro actor, ella siempre da el 110%".

Bassett estaba encantada de interpretar a la directora del Servicio Secreto Lynne Jacobs. "En toda la historia de los Estados Unidos, no ha habido nunca una jefa del Servicio Secreto", aporta. "No creo que a nadie se le haya ocurrido siquiera, salvo a Antoine. Me atraía el hecho de que se tratara de algo totalmente nuevo. Mi personaje sirve de enlace entre el presidente de la Cámara y Banning, mientras el agente se encuentra infiltrado en la Casa Blanca. Como jefa suya desde hace mucho tiempo, cree en él y confía en él incondicionalmente, lo que queda maravillosamente de manifiesto en nuestra primera escena juntos".

Trabajar con Fuqua sirvió a Bassett para obtener una nueva perspectiva de un viejo amigo. "Antoine se mantiene sumamente tranquilo bajo presión", comenta. "Es incansable a la hora de conseguir plasmar de la mejor manera posible el guión. Tiene un gran talento para mezclar lo visual, lo emocional y la acción, para conseguir un thriller emocionante. Es uno de los mejores en eso".

Bassett desvela que Freeman demostró su poco conocido talento musical durante los descansos del rodaje. "No me atrevería a decir que Morgan es bailarín pero, cuando decían corten, sin duda sí que cantaba", recuerda Bassett. "Morgan Freeman me ha cantado muchas canciones al oído. Esta ha sido mi primera oportunidad de trabajar con él. Tener ocasión de sentarme junto a él, mirarle a los ojos, a menos de medio metro de distancia, ha sido un sueño hecho realidad".

El mundo de la película es peligroso y emocionante, pero no tan descabellado como para resultar increíble, en opinión de la actriz. "Hemos contemplado antes este mundo, pero no hasta el extremo que lo llevamos en esta película. El guión me tuvo en vilo mientras lo leía. Es una oportunidad de vivir algo así indirectamente. Cuando puedes cimentar toda esa excelente acción con una gran historia, atrapa tu imaginación y te sientes como si estuvieras allí".

Rick Yune, en su papel de Kang, supuesto jefe de seguridad del primer ministro surcoreano, luce la férrea determinación y las estelares habilidades en artes marciales que le permitieron destacar en títulos anteriores como "Muere otro día", "A todo gas" y "El hombre de los puños de hierro". Esta era su primera oportunidad de trabajar con Gerard Butler, un viejo amigo.

"Todo en esta película es emocionante", afirma Yune. "He sido un gran fan de Antoine desde ‘Asesinos de reemplazo’ y me encantaron ‘Training Day (Día de entrenamiento)’, ‘Lágrimas del sol’ y ‘El rey Arturo’. Siempre incorpora ideas de la vieja escuela sobre el valor, la camaradería y lo que hace falta para superar situaciones imposibles. Me encantan esos temas".

"Y conozco a Gerry Butler desde hace unos 12 años", agrega. "Tener ocasión de rodar con alguien a quien conoces tan bien es algo que rara vez sucede. Nos conocemos desde que estábamos empezando en este negocio, así que estuvo muy bien".

Yune compara dirigir una película a llevar una operación militar, y opina que Fuqua es un líder muy capaz. "Quieres a alguien que entienda el riesgo, no sólo en un sentido puramente intelectual, sino que realmente lo haya experimentado", sugiere Yune. "Antoine se crió en un ambiente en el que corría mucho riesgo en su vida diaria. Ha vivido situaciones de vida o muerte, así que entiende cómo captar eso y mostrar esos momentos de manera que transmitan lo mucho que hay en juego. Eso es lo que hace falta en una película de acción".

La mayor parte de las escenas de Yune son con Eckhart y Leo, cuando se descubre que Kang y sus secuaces son topos, que toman de rehenes al presidente y su gabinete. "Aaron siguió un enfoque muy del método", prosigue. "Hubo momentos en que no sabía si estaba metido en su personaje o no. Y Melissa también trabaja así. Eso tiende a provocar mucha espontaneidad cuando gritan ‘acción’. Los momentos inesperados siempre son buenos al hacer cine".

Yune aprecia la intensiva preparación y el cuidado que se puso en hacer de OBJETIVO: LA CASA BLANCA una experiencia verosímil. "Me encantó que todos los personajes del guión tuvieran una identidad muy clara", declara. "Hasta los héroes tienen un lado oscuro. Y esos contrastes hacen que todo quede compensado. Siempre busco la forma de entrar y salir de un personaje. Kang, en concreto, sufre una transformación muy interesante del principio al final de la película".

Pero Yune dice que lo que más le gusta del filme es la emoción y la diversión que ofrece. "Es una película alucinante, con grandes actores", promete. "Gerry tiene un gran sentido cómico, además de ser un héroe de acción de lo más cañero y, cuando aporta todo eso a un momento tenso, resulta muy entretenido".

Butler considera que un reparto de ensueño como este podría haber dotado de mucho empaque incluso a una historia muy floja. "Pero, por suerte, teníamos un guión excelente y luego conseguimos a todos estos actores asombrosos", agrega. "Resulta realmente emocionante y apasionante pasar del búnker, con Aaron Eckhart y Melissa Leo, a la sala de crisis, con Morgan Freeman, Robert Forster y Angela Bassett, y luego a mí deambulando por la Casa Blanca. No vas a saber ni qué elegir, la verdad".


La toma de la Casa Blanca
Cuando Fuqua y sus asesores tuvieron listo su plan de ataque a la Casa Blanca, el director tomó una decisión atrevida. En lugar de hacer un uso intensivo de la infografía para recrear ese lugar tan característico de Washington, D.C., construirían una réplica y representarían el asalto haciendo un uso sensato de los efectos especiales.

"Arrasamos físicamente la Casa Blanca en esta película", explica. "Tuvimos una conversación importante al respecto. Sabíamos que si pensábamos hacerlo así, tendríamos que poner toda la carne en el asador. Es todo un acontecimiento".

Fuqua, sin embargo, había dado por supuesto que filmaría la película en la zona de Washington D.C., por lo que quedó muy sorprendido al descubrir que los productores tenían pensado construir su propia réplica de la Casa Blanca en Shreveport, Luisiana. "Les pregunté: ¿cómo pensáis hacerlo? Pero encontramos al diseñador de producción perfecto. Derek Hill ya había reconstruido antes la Casa Blanca para Oliver Stone en ‘W.’. Sabía que, si alguien podía conseguirlo, sería Derek".

Hill creó un set de rodaje enorme y con todo lujo de detalles para la escena más grande de la película. "Creo que el momento más importante para mí de todo el rodaje fue encontrarme por primera vez en el set", recuerda el director. "Reconstruimos de verdad la Casa Blanca en Luisiana. Reconstruimos Pennsylvania Avenue. Reconstruimos la fuente de agua. Reconstruimos toda la fachada frontal y todo el vestíbulo frontal interior. Aún me cuesta creer que lograran construir tanto, tan rápido".

En el primer día de rodaje de la escena de la épica batalla, Fuqua pudo apreciar en toda su medida el logro conseguido por Hill, al ver a una multitud de gente que interpretaba a terroristas, agentes del Servicio Secreto y transeúntes abarrotando el set. "Fue algo impresionante de ver", manifiesta. "Me sentí como un niño viendo una película de David Lean. La escena gozaba de una magnitud asombrosa. Subimos la grúa y empezó la gran batalla. Y pensé: por esto quería yo hacer películas".

Para ayudar a coreografiar la acción, Fuqua recurrió a Keith Woulard, un antiguo Navy SEAL que ya había trabajado con el director en una película anterior, "Lágrimas del sol". "Sabía que Keith podía hacer que quedara emocionante y auténtico", afirma. "La violencia parece tan real que puede resultar inquietante. Ideamos la coreografía basándonos en lo que los SEAL podrían hacer realmente en una situación así, y luego la retocamos un poco para darle un pequeño giro cinematográfico".

Woulard y su equipo simularon los pasillos de la Casa Blanca mediante cajas de cartón, explicándolo todo con una cámara de vídeo para Fuqua. "Así es como conseguí prepararlo tan rápido", comenta el director. "No tuve tiempo para preparar un storyboard completo, como hago normalmente". Fueron muy creativos a la hora de usar objetos que podrías encontrar realmente en la Casa Blanca como armas. Consiguieron que quedara realista y divertido, a la vez que salvaje y brutal, porque así es como debería ser".

Woulard, que ya ha trabajado en otras superproducciones del cine de acción, como "Black Hawk derribado" (para el director Ridley Scott), "Iron Man" (Jon Favreau) y "G.I. Joe" (Stephen Sommers), tenía instrucciones de hacer que todo pareciera lo más auténtico posible. "Antoine estaba empeñado en hacer que todo pareciera real", señala. "No le gustan las peleas falsas. Trabajamos con muchos especialistas en artes marciales que eran grandes expertos con los impactos, de modo que se podían tocar unos a otros, lo que hace que quede aún mejor".

El equipo de especialistas era enorme, con un total de unas 130 personas. "Eso es un equipo bastante grande", aporta Woulard. "Utilizamos a unas 100 personas en un determinado momento para la batalla en el exterior de la Casa Blanca. Sucedía todo simultáneamente, así que había que tratar con mucha gente. Resulta muy espectacular ver a comandos coreanos tomando la Casa Blanca. Me siento orgulloso de haber hecho mi parte para hacer todo esto posible".

Los combatientes enemigos incluyen a unas cuantas mujeres, lo que refleja en opinión de Fuqua la realidad de la guerra moderna. "No trato a las mujeres como si fueran víctimas o damiselas en apuros", sostiene. "Están luchando. Forman parte de la batalla. Cuando las secuestran, reciben palizas como cualquier hombre. Un terrorista no se andaría con consideraciones simplemente porque su prisionera fuera una mujer".

El personaje de Melissa Leo es un claro ejemplo de ello. Como secretaria de defensa, posee información vital para los terroristas, así que se valen de todos los medios necesarios para sonsacársela. "No tenemos piedad alguna con Melissa Leo", señala Fuqua. "Recibe una buena paliza. Pero ella es dura. Planta cara a sus captores tan valientemente como cualquier hombre. Una vez los tienen secuestrados, se trata de desmoralizarlos a fin de conseguir lo que necesitan, y también para que ni siquiera se les ocurra intentar escapar. Cuando entramos en el PEOC, la situación se pone muy intensa. Habrá quien lo encuentre espeluznante pero, cuando hicimos una proyección de prueba, las mujeres me agradecieron que no redujera al personaje al papel de simple víctima".

Pero fue a Butler a quien le tocó llevarse el grueso del castigo físico, en un papel que le exige estar en peligro de manera casi constante. "Es muy atlético y no se queja por nada", asegura Woulard. "Se mete a fondo y es un perfeccionista. No quiere perderse ni un solo movimiento. Cuando aparecía en el set de rodaje, siempre estaba listo".

Fuqua comenta que Butler podría haber usado a un doble en muchas de sus escenas, pero prefería hacerlo él mismo. "Está completamente entregado. Podríamos haber usado un plano general y haber dejado que lo hiciera un especialista, pero quería hacerlo todo. Se llevó unas cuantas magulladuras, porque Rick Yune y él se lo tomaban en serio, estampándose el uno al otro contra las paredes. Y como esas paredes no son de verdad, teníamos que parar una y otra vez para arreglarlas".

Como realizador, Fuqua asegura que siempre intenta hacer películas que le gustaría ver. "Hice esta porque es algo que quería ver. No dejará de sorprender a los espectadores. Hay muchos aspectos distintos con los que entretenerse. Es muy emotiva. También es muy íntima en ciertos momentos. Hay excelentes personajes, con toda una serie de dinámicas distintas entre ellos".

Pero, sobre todo, prosigue, está llena de acción por todo lo alto, que espera que entusiasme al público. "Me encanta el cine", confiesa Fuqua. "Me encanta llevar una historia tan lejos como pueda llegar. Creo que las películas deberían vivir en el límite, con personajes y situaciones que desbordan la realidad. Al ver una película en pantalla grande, deberías poder desaparecer en ese otro mundo".

"Siempre que hay que hacer frente al peligro, tiene algo de emocionante", concluye. "Mantenerte en vilo produce adrenalina. La adrenalina te hace sentir más vivo. Una película como OBJETIVO: LA CASA BLANCA te hace pensar en la vida y los peligros que entraña. En este caso, es posible que tomen la Casa Blanca, que tomen rehenes y que pongan al mundo entre la espada y la pared. Parece algo inconcebible y, sin embargo, no está tan lejos de la realidad".