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  Las sesiones  (The sessions)
  Dirigida por Ben Lewin
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Película ganadora del Premio del Público y el Premio Especial del Jurado en el Festival de Sundance. Basada en los escritos autobiográficos del periodista y poeta Mark O'Brien.

En el reparto figuran John Hawkes, Helen Hunt y William H. Macy. La película está también interpretada por Moon Bloodgood, Annika Marks, Rhea Perlman, W. Earl Brown, Robin Weigert, Blake Lindsley, Ming Lo, Jennifer Kumiyama, Rusty Schwimmer, James Martínez y Adam Arkin. El guión ha sido escrito para el cine y dirigido por Ben Lewin. Los productores son Judi Levine, Stephen Nemeth y Ben Lewin. De la producción ejecutiva se encargan Maurice Silman, Julius Colman y Douglas Blake. El equipo creativo está compuesto del director de fotografía Geoffrey Simpson, el diseñador de producción John Mott, ACS, la montadora Lisa Bromwell, A.C.E., la diseñadora de vestuario Justine Seymour y el compositor Marco Beltrami, autor de la partitura.


Declaración del Director
El artículo de Mark O'Brien, "On Seeing a Sex Surrogate", constituyó efectivamente el boceto del guión cinematográfico de Las Sesiones, pero mi percepción del contenido y los personajes fueron cambiando y ampliándose a medida que progresaba la odisea. Por ejemplo, siguiendo la pista de los derechos del artículo, me tropecé con una de las más gratificantes ironías del relato de Mark: que lo que él pensó que nunca ocurriría, efectivamente sucedió.

Mark había abandonado toda esperanza de llegar a mantener alguna vez la clase de relación íntima y duradera con una mujer de la que parecen disfrutar las personas que no son discapacitadas y expresó todo ello en su artículo. Su tono era triste, descorazonado y pesimista, pero el melancólico final que escribió tuvo un inesperado y feliz colofón: su nombre era Susan Fernbach.

Durante los últimos años de la vida del periodista, Susan fue su amante, compañera y colaboradora literaria. Ella describió como mágico el tiempo que pasaron juntos. Aparte del positivo final que ella representó, su profunda comprensión y sus observaciones íntimas sobre Mark hicieron posible crear un personaje cinematográfico diferente y más complejo que el que, de otra forma, yo habría sido capaz de concebir.

El otro acontecimiento que cambió de forma notable mi enfoque del guión fue encontrar y llegar a conocer a Cheryl Cohen-Greene, la asistente original, que actualmente es abuela y continúa ejerciendo su oficio. Su franqueza y el detalle de sus recuerdos me ayudaron a redefinir una película biográfica convirtiéndola en una película sobre relaciones que, al escribirla, me inspiró mucha más confianza.

Creo que existe una suposición popular de que la realización cinematográfica es divertida. No sé de dónde ha sacado la gente esa idea. Sin duda, la expectativa puede resultar divertida y, en ocasiones, el fruto puede igualmente serlo pero, para mí, el rodaje real está habitualmente lleno hasta arriba de tensión; cada día está salpicado de conflictos y malos entendidos y es un alivio volver a casa y meterse en la cama.

Pero Las Sesiones fue la excepción que confirmó la regla. El rodaje de esta película constituyó una experiencia singular. Rebasaba la diversión, fue una ocasión feliz y darle fin resultó dolorosamente triste.

Ben Lewin
Director/Guionista de LAS SESIONES



"Yo estaba desvestido, ella estaba desnuda y todo parecía normal. ¡Cuán asombroso!
Estaba medio convencido de que Dios –o mis padres– impedirían que llegara este momento"
.
– Mark O'Brien, On Seeing a Sex Surrogate


LAS SESIONES es la verdadera historia del poeta y periodista Mark O'Brien, quien, a la inverosímil edad de 38 años, acomete la empresa de perder su virginidad en circunstancias que constituyen todo un reto. El veterano actor John Hawkes encarna a O'Brien logrando una interpretación impactante que supera las limitaciones físicas del papel.

Habiendo sobrevivido a un ataque de poliomielitis infantil, O'Brien pasa una gran parte de su tiempo en un pulmón de acero que abandona tan sólo unas pocas horas a la semana. La mayoría de las personas encuentran difícil imaginar que él pudiera llevar una vida amorosa normal, pero no ser normal no detuvo a Mark. Descubriendo el humor, el optimismo e incluso la fe que oculta su delicada situación, Mark está decidido a probar cuanto le sea posible de la vida, incluidos los placeres físicos y emocionales que le han dado esquinazo. En consecuencia, toma la audaz decisión de dejar de soñar en el amor y contratar a una profesional: una asistente sexual que pueda darle una oportunidad de experimentar la intimidad a su propia e inimitable manera.

El conjunto de lecciones –divertidas, conmovedoras y que le cambiaron la vida– que recibió como parte de esas sesiones sustitutivas, se transformó en el tema del artículo que O'Brien escribió en 1990, "On Seeing a Sex Surrogate", y que publicó en la revista literaria The Sun. El artículo sacó a plena luz del día el tabú que impedía hablar en público acerca de sexo y discapacidad, pero lo hizo de una forma tan honrada, con tanta chispa y tanta delicadeza, que parecía poder llegar a todos, sin importar quiénes fueran.
Hubo alguien que se sintió identificado con el relato de O'Brien en una dimensión especialmente personal: el realizador Ben Lewin. Al igual que O'Brien, Lewin había contraído la polio siendo niño. Como a O'Brien, ello tampoco le apartó de una exitosa carrera. Cuando Lewin se tropezó en Internet con el artículo de O'Brien sobre la asistente sexual, tuvo la sensación de que podría ser la base de una película. ¿Era posible realizar una película dinámica, que llegase al espectador y que incluso fuera profundamente conmovedora, acerca de un hombre que padece una discapacidad importante? Lewin, al que el artículo de O'Brien le dio pie para emprender el proyecto, se formó la imagen de algo rebosante de humor, verosímil y sin sensiblería. Concibió el guión no como meramente la historia de un varón de mediana edad que buscar perder su virginidad, sino centrándolo en la forma como un hombre acepta su cuerpo, su hombría y todo lo que hace que merezca la pena vivir la vida.

Después, Lewin dio vida a este inhabitual relato por medio de un elenco consagrado a unos papeles distintos a cualquiera que haya aparecido en pantalla; con John Hawkes encarnando a O'Brien; Helen Hunt encargándose del papel de Cheryl Cohen-Greene, y William H. Macy en el del sacerdote que le da su bendición, y que le escucha, a medida que trata de explorar los misterios de la vida. La película se estrenó en el Festival de Cine Sundance, en el que se llevó el codiciado Premio del Público y el Premio del Jurado al mejor elenco.

Ben Lewin afirma que siempre concibió LAS SESIONES como una historia de amor, aunque de una clase distinta a la de cualquiera que el público haya visto jamás. "No se atiene al plano maestro habitual de las historias de amor", reconoce. "Pero tuve la sensación de que si pudiera hacer con la película lo que Mark había hecho por mí con la fuerza y la autenticidad de su pluma, eso ya sería algo especial. Creo que su historia es algo genuinamente inesperado".

Mientras que la propia experiencia de Lewin con la polio le proporcionó un punto de vista auténtico, asegura que, sobre todo, se sentía obligado a trasladar a la pantalla la voz, lírica y agudísima, de O'Brien. "Yo también estuve en un pulmón de acero cuando contraje la polio por primera vez, pero no recuerdo la experiencia", explica el guionista y director. "Recuperé gradualmente el uso de la parte superior de mi cuerpo y, de forma limitada, el de mis miembros inferiores. Creo que la odisea emocional de Mark era singular para él y, al mismo tiempo, me pareció que mucha gente podría identificarse con ella".

Puesto que O'Brien falleció en 1999 a la edad de 49 años, Lewin se basó en sus escritos, en sus entrevistas y también en quien acabó compartiendo su vida con la de O'Brien, Susan Fernbach, a la que O'Brien conoció después de a Cheryl Cohen-Greene. Juntos crearon un retrato muy rico y muy real de un hombre conocido por su mordaz honradez y su agudo y autocrítico ingenio.

"Susan fue la mayor ventana que me permitió ver quién era Mark y, a medida que el guión y la película avanzaban, fue para mí una especie de alma gemela", asegura Lewin. "Me permitió conocer bien a Mark por dentro y me contó muchos sucesos divertidos y desgarradores que efectivamente le habían ocurrido. Cosas como que a veces el gato, al pasar, rozaba su nariz y sentía en ella un picor insufrible –eso estaba sacado de la vida real–", comenta Lewin. "Y que Cheryl trajo un espejo a una de sus sesiones y le dijo: ‘Éste es tu cuerpo'. O cuando su pulmón de acero se quedó sin corriente; también eso es verdad. Parece que todo ello hubiera sido inventado con fines dramáticos pero no es así. Sólo se trataba de imaginar en qué lugar de la narración quedarían mejor estos sucesos reales".

Al tiempo que escribía, Lewin también llegó a conocer a Cheryl Cohen-Greene, la mujer que llegó a admirar a O'Brien a medida que se adentraba junto a él en un nuevo territorio durante sus sesiones. Cohen-Greene fue franca y directa con el guionista y director. "La primera reunión con Cheryl fue un acontecimiento decisivo. En un momento dado, me preguntó si me importaba que consultara sus notas", recuerda Lewin. "‘¿Notas?' –pensé–. Eran las de una terapeuta clínica, no las de una trabajadora del sexo. Por primera vez pude ver el interior de una persona tan fascinante como ella".

Prosigue: "Ella fue una verdadera ayuda a la hora de transformar una película que podría haber sido biográfica en la historia de unas relaciones. Conocer su lado de la historia fue hallar un auténtico tesoro porque ésta se convirtió en una odisea para dos personas".

Para unir a estos dos personajes de la vida real que tan profundamente afectaron a sus respectivas vidas, Lewin inventó un tercero: el padre Brendan, un cura párroco ficticio basado en el hecho real de que O'Brien era un católico practicante que, en su angustia por el aprieto moral en que le ponía su virginidad, consultó a varios sacerdotes, uno de los cuales, al menos, le recomendó que mantuviera relaciones sexuales. "La religión era parte fundamental de la vida de Mark y me pareció importante reflejarlo, así como su idea de que el sexo tenía una dimensión espiritual", asegura Lewin. "Es igualmente cierto que mantuvo estrecha relación con varios sacerdotes".

Las interesantes descripciones que O'Brien nos dejó de sus sesiones provenían, en parte y sin duda alguna, de su lado expresivo como poeta y Lewin quiso recogerlo en la pantalla. Lewin da comienzo a la película con un poema de O'Brien sobre el acto de la respiración que ayuda a lanzar al espectador al centro de la excepcional realidad del personaje. "Respirar, algo que todos los demás damos por hecho, era un aspecto muy importante de la vida de Mark", observa Lewin.

Lewin empezó a trabajar con la productora de Such Much Films, Judi Levine, que además resulta ser su esposa, a fin de encontrar apoyos en el mundo de la realización cinematográfica. A medida que Judi veía el desarrollo del guión, iba convenciéndose de que inspiraría a otros. "La película se mueve en varios niveles: como un relato acerca de un tipo que quiere perder su virginidad; como otro que muestra cuánto es capaz de soportar la gente; y como un tercero que gira en torno a qué se siente al tener la primera experiencia sexual, independientemente de quién sea uno… Creo que ése es el motivo por el que los espectadores que la han visto hasta ahora han respondido a ella sin excepción", asegura la productora.

El productor Stephen Nemeth, presidente de Rhino Films, también respondió de forma visceral al guión. "Me enamoré", resume. "Siempre me he sentido intrigado por el intelecto y el perverso sentido del humor de Ben Lewin, y eso es lo que él aporta a este relato. Que podría fácilmente haber sido sensiblero, pero Ben acertó con el tono adecuado en todas las circunstancias. El argumento tiene algo de tragedia, pero uno no siente lástima por nadie. El relato también resulta histéricamente divertido, pero no acaba de ser una comedia. Trata de quienes son considerados desvalidos y resulta inesperadamente triunfal".


"Yo dudaba de que mereciera ser amado. Mis frustrados sentimientos sexuales parecían no ser sino otra maldición más que un Dios cruel me había infligido".
–Mark O'Brien, On Seeing a Sex Surrogate


En los últimos dos años, el actor John Hawkes ha dado vida en cine y televisión a algunos de los personajes más crudos y los papeles más complejos, incluida su interpretación, merecedora de una candidatura al Oscar®, del vendedor provinciano de alcohol de quemar que trata de ayudar a su sobrina en WINTER'S BONE; la de Sol, el comerciante del Salvaje Oeste de "Deadwood", y la de un seductor jefe de secta en MARTHA MARCY MAY MARLENE. Interpretando a Mark O'Brien en LAS SESIONES, Hawkes se enfrenta a otro memorable papel en el que capta el incansable espíritu de O'Brien, su retraído ingenio y los importantes retos físicos que lo transporta a una realidad cotidiana muy diferente.

Cuando recibió el guión, Hawkes tenía una pila de guiones de primerísima clase entre los que elegir pero LAS SESIONES destacaba del conjunto. "Lo fundamental es que el guión me atrapó", explica Hawkes. "Es un relato sumamente bien perfilado. Estudia tan sólo una pequeña parte de la vida entera de Mark O'Brien; pero, haciéndolo, nos cuenta algo impactante".

Lewin estaba encantado de que Hawkes se encargara del papel. "He aquí a un extraordinario actor que estaba dispuesto a hacer lo posible y lo imposible para retratar el verdadero lado físico de la personalidad de O'Brien a fin de lograr una interpretación más genuina. Una vez se cuenta con esa persona, uno sabe que tiene una gran ventaja de salida", asegura el director.

Actor y director habían almorzado anteriormente en Los Ángeles. "Quedé tan encantado con Ben como con su maravilloso guión", recuerda Hawkes. "Mantuvimos una conversación muy interesante. Mi primera preocupación y pregunta para Ben era: ‘¿Has pensado en que un actor discapacitado interprete el papel?' Me dijo que había empleado mucho tiempo en hacer pruebas con muchos actores, algunos discapacitados, de los que unos cuantos, a su vez, acabaron interpretando otros papeles en la película. Pero había cualidades que él estaba buscando y que no veía en otros, por lo que pensó en mí. Y me alegra que lo hiciera".

"Después de haber leído por primera vez su artículo, no tuve la menor duda de que quería emplear a un actor discapacitado para que interpretase a Mark. Yo quería contar la historia de una forma tan auténtica como fuera posible y éste pareció ser el punto de partida perfecto", dijo Lewin. "Me dirigí a tres organizaciones que promueven el acceso de los discapacitados situadas en Nueva York, Los Ángeles y San Francisco y les envié el guión pero sin resultado. Al cabo, contratamos a dos excelentes actores discapacitados, Jennifer Kumiyama y Tobias Forret, para que dieran vida a los otros personajes minusválidos de la película. Tenían importantes papeles con diálogo, contaban con una sólida experiencia interpretativa y con un excelente sentido de la oportunidad cómica. Me gustaría volver a trabajar con ellos enseguida".

Una vez que Hawkes se embarcó en la empresa, dio inicio a una preparación intensiva que comenzó leyendo la poesía, los artículos y la autobiografía de Mark –How I Became A Human Being , que incluye el ensayo en el que se basa la película– a fin conocer a O'Brien al dedillo. "Llegué a considerarlo escritor y luchador a la vez", explica. "Era alguien que estaba interesado en la justicia; no sólo para personas discapacitadas, sino en la justicia humana en general. Era alguien que quería combatir el buen combate. También era una persona que sentía lástima por sí misma muy a menudo. De modo que, desde el punto de vista de la actuación, era importante luchar reflejando en todo momento su autocompasión".

Hawkes ya conocía el breve documental sobre O'Brien que fue candidato al Oscar® en 1996, BREATHING LESSONS, de Jessica Yu; una película de 35 minutos en la que la cámara se centra en O'Brien mientras éste habla con franqueza sobre la vida, la muerte, el sexo, el trabajo y la poesía desde dentro de su pulmón de acero. La entonación de la nítida voz de O'Brien y las imágenes de sus gestos se convirtieron en un recurso inestimable. "Creo que habría encarnado a Mark de forma distinta si ese documental no existiera", reflexiona el actor. "Me brindó una oportunidad de captar su voz, de ser testigo de su determinación y sus experiencias, así como de comprender la forma como el pulmón de acero afectaba a su respiración".

Además, Hawkes consultó a quienes conocieron bien a O'Brien; en especial, a quien compartió su vida, Susan Fernbach, que hizo hincapié en el inagotable sentido del humor de Mark. "Susan me dijo que cuando ella y Mark estaban juntos se reían a menudo, ya que ‘¿cuánto podría empeorar todo?' Su sentido del humor lo abarcaba todo; se llamaban a sí mismos ‘un amante horizontal y uno vertical'". Hawkes entretejió ese humor a lo largo de su interpretación. Así lo explica: "El humor que proviene de los momentos bajos es siempre el que más me interesa".

La entusiasta actitud de Mark era primordial pero Hawkes también quería tratar de forma realista el cuerpo de O'Brien, que durante mucho tiempo había sido un obstáculo para el amor que buscaba. Aunque muchas personas creen que quienes padecen de polio no tienen sensibilidad en sus miembros, la verdad es muy distinta. Tienen la misma sensibilidad que cualquier otro pero sus músculos carecen de neuronas motoras. Hawkes quería retratar el físico de O'Brien, deformado en consecuencia, sin ningún tipo de doble corporal.

"Sabía que tendría que someter a mi cuerpo a contorsiones", dice. "Mark sólo tenía unos 90 grados de movimiento con la cabeza y su columna vertebral presentaba una señalada curva, por lo que partí de esa realidad. Eso es sencillamente imposible de fingir, de modo que, junto con el departamento de atrezo, diseñamos algo que tenía una bola de espuma del tamaño de una pelota de fútbol y que yo puse debajo del lado izquierdo de mi columna a fin de curvarla sin efectos especiales, maquillaje ni imágenes creadas por ordenador".

Hawkes reconoce que su propio quiropráctico le advirtió de que con ese dispositivo –conocido como "La Bola de Tortura"– que alteraba la forma de su cuerpo podía dañarlo, pero asegura que lo que tuvo que pasar para interpretar el papel no fue nada comparado con la experiencia vivida por O'Brien minuto a minuto, día tras día.

Ahondando, Hawkes pasó semanas aprendiendo a manejar con la boca y con la suficiente destreza una varita para marcar el teléfono y escribir a máquina sus artículos. También estudió lo que se siente pasando tiempo en los estrechos confines de un pulmón de acero. "Cuando John se introdujo por primera vez en el pulmón de acero, fue algo espeluznante", reconoce Lewin. "Resultó muy real".

Pero una vez que dio comienzo la producción, Hawkes prescindió de todo el riguroso entrenamiento físico a que se había sometido. "Traté más o menos de olvidarme de todo ello cuando la cámara comenzó a rodar", explica. "Intenté meter dentro de mí lo suficiente como para mirar a los ojos a la otra persona que intervenía en la escena, decir la verdad y mantener una conversación".

Para Hawkes el reto tenía otra faceta: permitir que Mark se desnudara emocionalmente tanto como se desnuda físicamente con Cheryl en sus sesiones. Es en esas escenas –escenas de amor que rompen moldes en todos los sentidos– en las que sale a la luz el espíritu de Mark. La clave de ello fue la compenetración orgánica que Hawkes desarrolló con Helen Hunt. De su trabajo con ella dice: "Para empezar, fue muy audaz al aceptar el papel y, luego, simplemente se superó y lo encarnó, física y emocionalmente".

Lo que Hunt tiene que decir del trabajo con Hawkes es que "en estas pocas semanas de rodaje llegamos a cogernos de la mano y a adentrarnos en un territorio completamente inexplorado. Me sentí muy afortunada por trabajar junto a alguien cuyo talento te transmite un brillo tan radiante".

Lewin observa que Hawkes y Hunt no se conocían y esa falta de familiaridad no hizo más que acentuar la precaria intimidad de sus escenas juntos. "Los actores tenían un nerviosismo personal que fue muy positivo para el relato porque el cogollo del comienzo de la relación entre Mark y Cheryl es cuán inquietos se sentían, cuán abiertamente temeroso estaba él y cuánto ocultaba ella ese mismo temor. Cuando John y Helen se metieron en la cama la primera vez, era como encontrase con una página en blanco. Lo que ellos hicieran sería algo completamente natural y nuevo".

Para la pareja estable de Mark O'Brien, Susan Fernbach, la transformación de Hawkes fue un recordatorio, evocador a la vez que inquietante, del espíritu de Mark. "Cuando sonrió exactamente como Mark, era como si éste lo estuviera guiando", asegura. "Me puso la carne de gallina".


"Pregunté a Cheryl si ella pensaba que yo merecía ser amado sexualmente.
Me dijo que estaba segura de que sí"
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–Mark O'Brien, On Seeing a Sex Surrogate


Aunque son muchas las profesiones al margen de lo habitual que han sido tema de películas, la asistencia sexual no figuraba entre ellas. Es un trabajo fuera de lo normal y fácilmente incomprendido, con su parte de psicólogo, de entrenador y de pareja sexual. Las sesiones que rompieron el hielo entre Mark y Cheryl Cohen-Greene, la asistente casada de Berkeley que accedió a tomarlo como cliente a pesar de su considerable discapacidad, allanaron el terreno para que él experimentara la verdadera intimidad con una mujer.

Para dotar a Cheryl de la mezcla, desinhibida y sin prejuicios, de dureza y ternura que necesitaba para emprender esta odisea con Mark, los realizadores se dirigieron a Helen Hunt (MEJOR... IMPOSIBLE, "Loco por Ti"), la actriz ganadora del Premio de la Academia® conocida tanto por su versatilidad dramática como por su habilidoso toque cómico.

"Lo que Helen aporta al papel es un auténtico sentido de la odisea de Cheryl; cómo consigue no sólo cambiar a Mark sino cómo, poco a poco, su propia vulnerabilidad sale a la luz hasta el punto de que uno deja de verla como una asistente y empieza a verla como una mujer", afirma Ben Lewin. "Una de las cosas que Helen incorporó al personaje es una especie de hosquedad, una actitud de que ‘yo no soy una empleada de la beneficencia. Estamos aquí para hacer un trabajo, así que pongámonos a ello'. Pero su vulnerabilidad queda visible cuando está desvistiendo a Mark para su primera sesión. Cuando le dice por segunda vez ‘bonita camisa', empezamos a ver que esta mujer no es tan dura como aparentaba al principio".

Lo que atrajo a Hunt fue la singular manera como los niveles del guión se iban desplegando. Le intrigaba el desafío de presentar a Cheryl como lo que es en justicia, una profesional como cualquier otra y alguien que cree apasionadamente en la importancia de la sexualidad para la identidad humana. "Probablemente lo que más escasea en mi profesión es un buen argumento y me pareció que éste era hermoso", afirma Hunt. "Era atrevido y distinto a cualquier cosa que yo hubiera leído antes. Cheryl es alguien a quien la gente cree conocer pero que no tarda nada en desafiar las expectativas. Me infundió entusiasmo con su extroversión positiva, su acento de Boston y su forma de ver el mundo y el sexo en particular".

Hunt también descubrió que, al igual que Cheryl, ella conectaba con Mark por debajo de la piel. Así lo explica: "Descubrí que el relato no giraba en torno a lo que significa tener polio, sino a lo que supone tener un cuerpo, independientemente de la forma en que se encuentre. Es una visión verdaderamente positiva de la sexualidad".

Hunt reconoce que no sabía prácticamente nada sobre la asistencia sexual antes de haber aceptado el papel y conocido a Cheryl. Pero no tardó en descubrir que es una profesión seria –por más que se adentre en un territorio delicado– que ayuda a curar a personas.

"Sólo puedo hablar de la única asistente sexual que he conocido, Cheryl, pero creo que hacer que el trabajo de tu vida sea ayudar a personas para que en sus vidas haya placer sin que se sientan raras ni acomplejadas por nada es algo hermoso", comenta Hunt. "Cheryl estaba muy entusiasmada con la película; se mostró muy franca y generosa de espíritu... Yo le pregunté todo. Y descubrí que era alguien que emprendió esta profesión como respondiendo a una especie de vocación".

"Era una vocación", asegura Cohen-Greene, que estaba entusiasmada por compartir sus memorias y sus experiencias con Hunt. "Me pareció el trabajo ideal porque yo andaba metida en mi propia búsqueda de la forma de sentirme más cómoda en mi piel y con mi propia sexualidad. Helen estaba interesada en cada detalle de mis conversaciones con Mark durante nuestras sesiones. Prestó mucha atención a la forma como le tocaba. Me alegró mucho verla usar sus manos tal y como yo lo habría hecho en la película".

Al igual que la auténtica Cheryl, Hunt decidió que sería directa, intrépida y totalmente espontánea en sus interacciones con el personaje de Hawkes. Trabajando con Hawkes, pudo ella ver cómo una asistente camina sobre el filo de una navaja. "Cuando uno le abre su corazón a alguien, realmente abre su corazón", reflexiona. "Creo que con Mark, Cheryl trata de abrir su corazón lo justo para cerrarlo de nuevo, pero esa no es una tarea que domine a la perfección".

Las escenas de ambos fueron crudamente emocionales –a veces de forma inesperada– pero Hunt también llegó a apreciar la comedia inherente en que una persona de 38 años tenga su primera relación íntima. "Estar verdaderamente asustado por algo y, al mismo tiempo, desearlo con muchas ganas puede resultar francamente conmovedor y divertido", observa.

En última instancia, Hunt dice que espera haber captado todos los matices del tiempo que Cheryl pasó con Mark siendo tan natural como le fue posible y, a la vez, logrando que todo fuera optimista y atractivo, como Cheryl hizo durante las sesiones. Y concluye: "Como cualquier trabajo que signifique algo, éste requería valor y vulnerabilidad. Es sólo que esta película exigía un poco más de lo habitual".


"Yo quería ser amado. Quería que me cogieran, me acariciaran y me valoraran.
Pero el odio que sentía hacia mí mismo y el miedo eran demasiado intensos"
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–Mark O'Brien, On Seeing a Sex Surrogate


La persona que en primer lugar empieza a hablar de sexo con Mark O'Brien en LAS SESIONES es alguien insólito: su sacerdote, el padre Brendan, que se encuentra de pronto charlando sin tapujos con su feligrés no sólo sobre la fe y la convicción sino sobre la mecánica de la carne y de la sangre necesaria para perder la virginidad.

Del papel se encarga William H. Macy, cuya amplia gama dramática va desde su interpretación, candidata al Oscar®, del desafortunado Jerry Lundegaard en el clásico de los hermanos Coen, FARGO, pasando por su papel, que le valió un Emmy®, de viajante afectado de parálisis cerebral en "De Puerta en Puerta", hasta el actual de padre soltero de una gran prole disfuncional en el éxito cómico de Showtime, "Shameless".

Macy se sintió inicialmente atraído por el tema. "Era un guión inhabitual que estaba muy bien hecho", asegura. "En primer lugar me gustó que fuera la historia de un tipo tenaz y atrevido que dice: ‘Quiero experimentar esto; quiero enamorarme; quiero saber lo que el sexo hace sentir'. Y en segundo lugar, me gustó que hiciera que eso ocurriera en una época y un lugar en los que semejantes cosas eran posibles, en los salvajes e indefinidos años setenta y ochenta en San Francisco. Es un gran argumento y espero que tenga eco".

La primera tarea de Macy era enfocar el personaje del padre Brendan a su propia manera: como un clérigo que intenta hacer lo que es moral por más que, irónicamente, ello suponga ayudar a un miembro de su grey para que tenga relaciones sexuales pagadas, algo que, en otras circunstancias, podría sin duda interpretarse como pecado. "Me encanta este sacerdote porque es un buen hombre y toma una hermosa decisión", afirma Macy. "El padre Brendan piensa en la situación en que se encuentra Mark y dice: ‘Mi corazón me dice que Dios te pasará ésta. A ello'. Y eso es lo que me encanta de él".

Con todo, Macy comprendió que eso no le resultaría fácil al padre Brendan; en especial cuando el rodaje comenzó en una iglesia auténtica y en funcionamiento. "Rodando en una magnífica iglesia de California, todos nos sentimos un poco remilgados hablando de sexo", confiesa. "Pero creo que lo que arma de valor al padre Brendan es que él cree que su iglesia es un lugar en el que hablar de cosas importantes y el sexo lo es".

Dar con una pícara mezcla de humor y compasión en su relación con John Hawkes también ayudó a Macy a dar vida a su papel. "John es lo auténtico", comenta. "Interpreta este complejísimo papel dándole un toque de ligereza que realmente me hizo disfrutar. Hay un brillo en sus ojos pero también profundiza. No añade nada pero tampoco niega nada. ¡Fue tan divertido trabajar con él en este papel!"

Sobre todo, Macy agradeció el hincapié que Lewin hace en lo cómico de la situación, aun en medio de las intensas emociones de la historia. "Cuando hablé con Ben de hacer esto, estuvimos de acuerdo en que era importante sacar a relucir el humor", concluye Macy. "Creo que es eso lo que ayuda a que el público quiera conocer a estos personajes tan completamente".

Hawkes agradeció la oportunidad de colaborar tan estrechamente con Macy. "Me sentí exultante cuando descubrí que él quería encarnar al padre Brendan. No cabía en mí de gozo", recuerda. "Él transmite una calidad muy esencial porque, mientras que Mark tiene mucho humor, Bill aporta uno de un tipo diferente, un humor que es muy necesario en la película. Su origen es que él transmite verdad a ese humor".


"No tengo miedo a nada salvo al rechazo. Pero también me da miedo que me acepten y me amen. Porque si sucede esto último, me maldeciré a mí mismo por haber desaprovechado tanto tiempo y tanta vida".
–Mark O'Brien, On Seeing A Sex Surrogate


Junto a John Hawkes, Helen Hunt y William H. Macy, LAS SESIONES cuenta con unos actores secundarios que se hacen cargo de los papeles clave de los amigos y cuidadores personales de O'Brien cuando éste emprende, en plena madurez, su quijotesca busca en pos del conocimiento de la intimidad sexual. Entre ellos figura Moon Bloodgood en el papel de Vera, la estudiante de arquitectura que le acompaña a las sesiones; Annika Marks como Amanda, la cuidadora de O'Brien que bien merece que se enamoren de ella; Rusty Schwimmer como Joan, la más malhumorada de las cuidadoras de Mark; Jennifer Kumiyama como Carmen, cuya vida sexual de mujer discapacitada anima a O'Brien a seguir adelante con su plan; y Adam Arkin como el esposo de Cheryl, que ve con sospecha cómo ella recibe un poema de amor de O'Brien.

Todos ellos sabían que la película sería un experiencia distinta a las demás. "Yo nunca había oído hablar de asistentes sexuales para personas con discapacidades", asegura Bloodgood. "Y mi personaje, Vera, no se parece a ninguno de los que he interpretado antes. No dice mucho pero hace cosas. Al principio piensa que esto no es más que un trabajo, pero lentamente empieza a preocuparse de verdad por O'Brien. Es divertida por ser tan directa, por ir al grano y por ser sensata".

Marks se sintió atraída hacia el papel de Amanda, a pesar de que ella es la cuidadora que rechaza su obsesionado afecto. "Le parte el corazón pero eso actúa de catalizador para que él emprenda su busca de la intimidad", explica. "Ella le ama de verdad, pero no de esa forma".

Fue especialmente emocionante para Marks colaborar tan estrechamente con Hawkes. "Era tan extraordinario que me faltan las palabras para definirlo", prosigue. "A pesar de las exigencias físicas y emocionales del papel él siempre era la persona más generosa del plató."

Schwimmer había trabajado con Hawkes en LA TORMENTA PERFECTA pero esto era algo del todo diferente: dar vida a la cuidadora más incompatible con O'Brien. "Lo que Joan tiene de divertida es que está ayudando a un hombre gravemente discapacitado que tiene un sentido del humor de oro, ¡y el humor de ella sigue de lo más raquítico! Fue interesante interpretar a alguien carente de humor cuando yo soy alguien que lo encuentra en todo".

Otra mujer importante en la vida de O'Brien es Carmen, una amiga perteneciente a la comunidad de discapacitados que tiene una vida sexual muy satisfactoria. Es interpretada por Jennifer Kumiyama, que debuta en el cine con LAS SESIONES. Kumiyama, que nació con una rara discapacidad y fue coronada Miss Silla de Ruedas 2010, afirma que necesitó poca preparación para hacerse con el papel de Carmen. "Yo no pido perdón por ser quien soy ni por aquello en lo que creo ni por cómo me siento ni por lo cómoda que estoy con mi cuerpo y mi sexualidad; o sea, que no me costó mucho identificarme con Carmen", asegura.

Pero Kumiyama sí cree que si la película consigue que la gente hable con mayor sinceridad sobre el sexo y la discapacidad, será algo buenísimo. "Tengo la esperanza de que esta película haga que quienes no sufren minusvalías sean conscientes de la situación, porque habitualmente la gente no nos ve a los discapacitados desde una óptica sexual. Nunca dicen ‘¡Mira qué monumento!'; sino siempre ‘¡Cómo está la chica de la silla de ruedas!' La silla o la discapacidad siempre acompañan al piropo. Creo, por tanto, que esta historia abrirá la mente de muchas personas y destrozará mitos".

Para Adam Arkin, el papel de esposo de Cheryl también fue una revelación, ya que imaginó lo que sería tener una esposa cuyo trabajo diurno consiste en investigar la mecánica de la intimidad con otros hombres. "Yo podía imaginármelo pero también me figuro que estaría lleno de retos", confiesa Arkin. "Hasta para las personas más avanzadas. La sexualidad de la mayoría de la gente va acompañada de un cierto sentido de compromiso y de cuestiones de posesión, por lo que creo que, sin duda, constituiría un desafío".


"Mi deseo de amar y ser amado sexualmente es igual a mi aislamiento y a mi miedo a salir de él".
–Mark O'Brien, On Seeing a Sex Surrogate


LAS SESIONES atraviesa dos mundos en contraste: el ambiente alocado de Berkeley en el que todo vale, y el mundo personal de Mark O'Brien, que lleva una vida completa dentro de los estrechos confines de su pulmón de acero. Para que ambos cobren vida, Ben Lewin trabajó con un equipo de creativos que incluye al fotógrafo Geoffrey Simpson, a la montadora Lisa Bromwell, al diseñador de producción John Mott y a la diseñadora de vestuario Justine Seymour. El equipo se centró en un sobrio realismo que permite a los personajes y a sus relaciones ocupar el centro de la escena.

Simpson utilizó la cámara digital Red One para rodar primeros planos de los actores incluso en los momentos más delicados y vulnerables. "Geoffrey fue simplemente un director de fotografía extremadamente sensible", afirma Helen Hunt. "Sacaba su sentido del humor cuando era necesario y transmitía sosiego cuando lo necesitábamos. Logró un ambiente tan perfecto como era posible para las escenas muy íntimas".

Mott también se propuso lograr un diseño sutil de la película, incluyendo detalles de la época que añadían sabor a la historia sin apartarnos de ella. "El humor del guión era realmente importante, por lo que no quise que lo hubiera en el diseño. La comedia tenía que nacer del diálogo y de las situaciones. Pensé que estas cosas eran verdaderamente fundamentales para el atractivo del relato", explica.

Estableció un contraste entre el pequeño y austero apartamento de Mark, ocupado principalmente por su pulmón de acero, y los lugares más exóticos donde se reúne con Cheryl: el dormitorio romántico de inspiración japonesa de su amiga discapacitada, donde tienen lugar las primeras sesiones, y la típica habitación de motel californiano de mitad de siglo, que Mott construyó en un estudio de sonido. En cuanto al pulmón de acero de Mark, Mott tomó prestada la que quizá sea la última máquina de su clase que funciona en el estado de California, la del Centro Nacional de Rehabilitación Rancho Los Amigos, a fin de dotar de completa autenticidad a la interpretación de Hawkes.

Una de las cosas más importantes que Mott quería que el diseño transmitiera era que la época del relato era anterior a la de la comunicación instantánea, cuando se presentaban retos logísticos importantes para que alguien que estuviera en la situación de Mark pudiera vivir independientemente, con la ayuda diaria de cuidadores personales. "Tenía verdaderos problemas con la comunicación", afirma. "Era importante tener todo el material adecuado cerca de su pulmón de acero, como su teléfono y su varita bucal. Todas estas cosas formaban parte real de su vida y era necesario que nosotros lo mostrásemos".

Trabajar con escenas que exigían un personaje principal físicamente inmóvil también condujo a la montadora Bromwell en nuevas direcciones. "Habitualmente, se realizan cortes en el movimiento", explica, "pero en esta película hubimos de tirar eso por la borda, efectuándolos en la emoción, lo que resulta muy difícil. Pero contamos con unas interpretaciones extraordinarias y cuando se dispone de ellas, se puede hacer casi cualquier cosa".

Resumiendo, Lewin asegura: "Yo quería que el público sintiera que esta película es muy diferente. Que el espectador no ha pasado por una experiencia de esta clase y que es algo inesperado. Quisiera pensar que esta película es una especie de catarsis: uno la ve para sentir y expresar emociones y, sin embargo, al mismo tiempo, para disfrutar de la experiencia. Espero que el público abandone la sala pensando en la vida en un sentido más amplio, incluso si no son filósofos, para pensar más allá de sí mismos".