Nota del director
Hay algo apasionante en Rust and Bone, la colección de historias cortas de Craig Davidson, un retrato de un mundo moderno en el que las vidas de las personas y sus destinos son arrasados fuera de toda proporción por el drama y los accidentes.

Nos ofrecen una visión de los Estados Unidos como un universo racional en el que lo físico necesita luchar para encontrar su espacio y escapar de lo que el destino le tiene reservado.

Ali y Stephanie, nuestros dos personajes, no aparecen en los fragmentos, y la colección de Craig Davidson parece ya pertenecer a la prehistoria del proyecto, pero el poder y la brutalidad de la historia, nuestro deseo de usar el drama, el melodrama, de hecho, para magnificar sus personajes, todo tiene su origen en esas historias. Desde el principio mismo de nuestro trabajo para adaptarlo, nos centramos en una clase de cine que, a falta de una expresión mejor, llamamos “expresionista”. Queríamos el poder de unas imágenes crudas y brutales para aumentar el melodrama: la estética de la Gran Depresión, de las filmaciones de “ferias del condado”, en las que imágenes extrañas subliman la oscura realidad de un mundo en el que Dios vomita a los blandos.

Es la clase de estética que nos guió constantemente mientras trabajamos en el guión. Alimenta una historia de amor que es el verdadero héroe de la película.

Muestra el mundo a través de los ojos de un chico confuso. Y respeta los obstinados intentos de Ali y Stephanie de escapar a su condición.