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  En solitario  (En solitaire)
  Dirigida por Christophe Offenstein
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Entrevista a Jean Cottin (Guionista y productor)

P: ¿CUÁL FUE EL PUNTO DE PARTIDA DE ESTA AVENTURA?

R: Todo partió de una idea original de Frederic Petitjean, que trataba de un regatista que participaba en la Vendée Globe y descubría al cabo de varios días que tenía un polizón a bordo. Yo me enamoré de este proyecto, cuyos derechos poseía Gaumont y que yo quería producir porque tenía el potencial de una gran película de aventuras, de las que no abundan en el cine francés actual. Más allá de la prueba deportiva, que sirve para apoyar la historia, ésta es una película que narra un recorrido extraordinario, un viaje interior, que sin duda es un gran tema narrativo.


P: ¿DECIDIÓ DESDE EL PRINCIPIO HACER LA PELÍCULA EN CONDICIONES REALES, ES DECIR, RODANDO EN ALTA MAR?

R: De entrada exploramos a fondo la posibilidad de un rodaje en estudio, con una piscina y un barco de tamaño natural suspendido a cinco metros de altura por medio de cilindros hidráulicos. Pero enseguida nos dimos cuenta de que esto nos alejaría de nuestro objetivo y de la intensidad que queríamos darle. Esta competición no es un reto cualquiera: es una odisea de 80 días con las enormes dificultades que entraña. Para conseguir la autenticidad y la fuerza indispensables, era necesario que nosotros también la viviéramos.


P: UNA VEZ TOMADA LA DECISIÓN, ¿QUÉ DIFICULTADES SUPONE EL RODAJE EN ALTA MAR PARA UN PRODUCTOR?

R: Era necesario, desde el punto de vista técnico, conseguir captar en el mar las imágenes que correspondían a la historia que habíamos escrito Christophe Offenstein y yo. Esto afectaría a la elección del barco, al material técnico que embarcar y sobre todo al punto de vista que adoptar. Christophe y yo optamos por la inmersión completa, decidimos no rodar el océano desde fuera sino estar a bordo del velero, en el lugar del regatista, para que el espectador experimentara la cotidianeidad del personaje, con sus días y sus noches. Queríamos ir más allá de las imágenes que el público conoce de la Vendée Globe.


P: ¿CÓMO SE ORGANIZÓ EL RODAJE?

R: Éramos 18 personas a bordo de un barco hecho para una carrera en solitario: tres marineros reales (un capitán y dos tripulantes) que velaron por el buen funcionamiento de la embarcación, los dos actores, François Cluzet y Samy Seghir, y luego el equipo técnico, con dos cámaras a bordo obligatoriamente, debido a los problemas de empalmes causados por las condiciones meteorológicas. Esta aglomeración, que podría haber sido un escollo, se convirtió en pura energía, como en una carrera real. También vimos, aunque parezcan dos universos aparte, un verdadero paralelismo entre el mundo de las regatas y la producción cinematográfica: la película, como un barco, puede afrontar tormentas. El director es un capitán que cuenta con el apoyo de su equipo, al igual que un regatista tiene su asistencia en tierra. Por último ambos proyectos requieren financiación, la de los distribuidores en un caso, y la de los patrocinadores en el otro. En resumen, gracias a la cercanía con los marineros de Lorient, donde estábamos instalados, nos dimos cuenta de que teníamos muchos aspectos en común.


P: USTED HA VIVIDO NUMEROSAS AVENTURAS COMO PRODUCTOR. ¿EN QUÉ SE DIFERENCIA ÉSTA?

R: Con el mar, no hay trucos que valgan. Tuvimos que construir una ficción cinematográfica rodeados de unos elementos que no se pueden controlar: la meteorología, el viento, las olas e incluso las limitaciones fisiológicas como el mareo. Esto dio lugar a un rodaje poco convencional, a una aventura del cine de las que rara vez se viven.


P: ¿SE ENCUENTRA SATISFECHO CON EL RESULTADO?

R: Hemos conseguido sortear una trampa en la que no queríamos caer: dejarse atrapar por el océano, crear hermosas imágenes del mar y del barco que nos habrían podido distraer de nuestra historia. Para nosotros, la naturaleza no era más que un marco, y era necesario que la narración, el trabajo de los actores y la emoción estuvieran en el corazón de la película. La espectacularidad de las imágenes no debe venir de los efectos especiales, sino del realismo de las escenas. En cuanto a la aventura humana que hemos vivido todos juntos, sin duda es algo inolvidable, que va más allá del cine.


Entrevista a Christophe Offenstein (guionista y director)

P: EN SOLITARIO ES SU PRIMERA PELÍCULA COMO DIRECTOR, ¿QUÉ LE HIZO DAR ESTE PASO?

R: Como director de fotografía, siempre he tenido una relación privilegiada con los actores, y por extraño que pueda parecer, no es la técnica lo que me apasiona del cine, sino los actores, los personajes y la historia que les sirve de marco. Por otro lado, no he dado solo este salto. Pasé dos años escribiendo el guión con mi coguionista y productor, Jean Cottin. En cuanto a François Cluzet, desde No se lo digas a nadie y Pequeñas mentiras sin importancia, él y yo tenemos una gran complicidad, y estaba dispuesto a guiarme en mis primeros pasos como director.


P: ¿A QUÉ SE DEBE LA ELECCIÓN DE UNA PELÍCULA TAN FÍSICA PARA ESTA PRIMERA EXPERIENCIA COMO REALIZADOR?

R: Esta elección es un reflejo de mismo, muy acorde con mi visión de la vida y mi forma de ser. He competido mucho, participando por ejemplo en los primeros Paris-Dakar en moto. Cuando pones el alma en una competición, sea cual sea el deporte que practiques, el objetivo es el mismo: la búsqueda de la excelencia y el deseo de alcanzar el límite de tus posibilidades. Esto es lo que he encontrado en el mundo de las regatas oceánicas, y de forma extrema, puesto que los navegantes se encuentran solos frente el vacío absoluto que puede representar el mar.


P: RODAR EN UN VELERO EN ALTA MAR DEBE DE SER UNA EXPERIENCIA DESESTABILIZADORA, TANTO EN EL PLANO TÉCNICO COMO EN EL ARTÍSTICO...

R: Así es, y más teniendo en cuenta que había decidido mantener intacto el barco en el que rodamos. Es un monocasco que participó en la última Vendée Globe, sin modificaciones ni tabiques eliminados: el velero se ha mantenido tal cual, en estado de navegar. Así pues, me vi obligado a realizar un trabajo previo muy duro, y a hacer un guión técnico muy preciso. En cuanto a la filmación, en principio habíamos previsto una vía de travelling y cámaras fijas, pero enseguida me di cuenta de que lo haríamos todo sobre el hombro, aun temiendo que hubiera un movimiento excesivo. De hecho, sucedió al contrario, fue una manera de rectificar los movimientos del barco. Si no, las imágenes habrían sido imposibles de mirar. Rodar sobre el hombro me permitió además estar más cerca de mis actores, evitar planos que habrían contado otra cosa.


P: Y A PESAR DE ESTOS INCONVENIENTES, ¿CÓMO SE CONSIGUE CONTAR UNA HISTORIA INTIMISTA Y DIRIGIR A LOS ACTORES?

R: Lo cierto es que era necesario que la aventura humana superara a la odisea deportiva. Y para los actores, conseguir concentrarse en este espacio reducido de 20 metros cuadrados que comparten 18 personas no era nada fácil. Pero en el

momento de rodar, todos ocupaban sus posiciones con un respeto total. Se podía oír caer un alfiler. Por otra parte, nunca nos poníamos a rodar sin un acuerdo previo. Fue un esfuerzo conjunto. Si Francis encontraba dificultades, debidas por ejemplo a ciertos movimientos técnicos que debía realizar durante un diálogo, tratábamos de resolverlas. Nunca dejábamos nada al aire, aunque eso requiriera media hora más.


P: DESPUÉS DE ESTA AVENTURA POCO CONVENCIONAL, ¿VA A SEGUIR DIRIGIENDO?

R: De momento voy a descansar un poco después de estos dos años de maratón. Después seguiré trabajando con los directores con los que he colaborado como director de fotografía en varias películas. Por un lado, porque me interesa, y en segundo lugar, porque es una manera de mantener la mente abierta, sin estancarme en mis opiniones y convicciones particulares. Tengo una gran complicidad con ellos y para mí, cada vez, es una aventura diferente.


Entrevista a François Cluzet (Yann Kermadec)

P: ¿CUÁL FUE SU REACCIÓN AL LEER EL GUIÓN?

R: Enseguida me pregunté si yo resultaría creíble y cómo podría serlo. Una vez fuera capaz de imaginar el papel, ¿cómo me desenvolvería en el barco, físicamente? Estudiar a los regatistas de la Vendée-Globe nos ha hecho tomar conciencia de que son deportistas de muy alto nivel. Se pasan cuatro años preparándose para la prueba, física y sobre todo mentalmente, son muy fuertes. Nuestro trabajo se asemeja tal vez en términos de concentración, y he jugado con eso. Ser un marinero obliga además a conocer unos movimientos técnicos precisos. Sumergirme en el universo de la vela es algo que me ha apasionado. Luego, al leer el guión, sentí que lo más valioso de la historia, más allá del logro deportivo, radicaba en la relación entre mi personaje y el del adolescente. Lo hablé con Christophe Offenstein, el director, al que conozco desde hace tiempo. Había que encontrar a un joven actor consolidado. Íbamos a afrontar unas condiciones naturales complicadas y un rodaje difícil en el que el mar gobierna. Samy Seghir nos ha demostrado todo su talento en el rodaje. Un día, por ejemplo, yo tenía que empujarle en la cabina. Le avisé diciendo que, para no ser demasiado brusco, podía intentarlo con más suavidad. Cuando le empujé, no muy fuerte, fue él quien, a riesgo de hacerse daño, se lanzó violentamente a través de la cabina. ¡Esto es lo que se llama ser un actor generoso!


P: UNA VEZ QUE ACEPTÓ HACER LA PELÍCULA, ¿CÓMO ABORDÓ ESTE RODAJE TAN PARTICULAR?

R: Me dije que, ya que habría que afrontar tantos factores desconocidos, lo mejor sería ponerse a trabajar con entusiasmo y pasión. Todos estábamos muy comprometidos con Christophe, nuestro director. Por supuesto, yo estaba relativamente preocupado. Sabíamos que no iba a ser un crucero, que el barco iría muy rápido, que tendríamos vientos y que habría muchas sacudidas. Pero tengo tanta confianza en Christophe después de las dos películas que he hecho con Guillaume Canet en las que él fue director de fotografía, que me impliqué a un mil por ciento.


P: DESDE EL PUNTO DE VISTA INTERPRETATIVO, ¿NO RESULTA COMPLICADO ESTAR EN UN ESPACIO RESTRINGIDO, REALIZAR LOS MOVIMIENTOS DE UN REGATISTA Y ACTUAR?

R: De hecho, todas estas limitaciones me empujaron a hacer lo que más me gusta de mi trabajo como actor: acercarme todo lo posible a la partitura, evitar el lucimiento y la teatralidad, estar concentrado al máximo. Actúo un poco en apnea. Cuando termina una toma, me dedico un tiempo para relajarme, para pensar en otra cosa, y acto seguido me movilizo para la siguiente toma. Ésta es la única manera que me permite meterme en el papel. Todo menos perder la concentración. Olvidar la presencia del equipo (hasta dieciséis personas en un velero concebido para estar a solas), hacer frente a los elementos y supervisar a fondo el desarrollo y los matices de cada secuencia. Y desde luego ha sido una suerte que sea ajeno al mareo. Además, conocía a casi todos los miembros del equipo, y yo sentí que había una especie de desafío entre nosotros, y que todo el mundo estaba dispuesto a dar lo mejor de sí mismo. Eso fue muy motivador. No había lugar para egos. Fue un verdadero equipo.


P: HIZO CURSOS DE PREPARACIÓN, HA PASADO DÍAS EN EL MAR, HA NAVEGADO CON ARMEL LE CLÉAC'H, ¿SE HA CONVERTIDO EN UN PROFESIONAL DE LA VELA?

R: ¡En la pantalla, espero que sí! Pero en el barco, a veces no me sentía tan seguro. Una o dos veces creí que caería por la borda. En teoría, el regatista debe llevar un chaleco salvavidas. Pero en la práctica, rara vez lo lleva. Por eso, yo iba sin chaleco para no parecer un turista, y caminaba por el barco con el temor de caer al gua. Pero eso formaba parte del juego. Hay una frase de Brel que me gusta mucho: «El talento es cuestión de empeño». Todos tenemos talento desde el momento en que ponemos nuestro empeño. Me he sentido muy afortunado acompañando a Christophe Offenstein en su primera película y ofreciéndole lo mejor. Él me eligió, y lo mínimo que podía hacer era estar a la altura de su confianza.


Entrevista a Samy Seghir (Mano Ixa)

P: ¿CÓMO FUE ELEGIDO PARA ACOMPAÑAR A FRANÇOIS CLUZET EN LA PELÍCULA?

R: Me presenté a una prueba y un día, recuerdo que fue cuando cumplí 18 años, Christophe Offenstein, el director, me dejó un mensaje muy bonito en el contestador anunciándome que había sido elegido, ¡que ése era mi regalo de cumpleaños!


P: CUANDO SUPO QUE EL RODAJE SE REALIZARÍA EN UN VELERO, EN ALTA MAR, ¿QUÉ PENSÓ?

R: Al principio, tuve bastante miedo. Sobre todo cuando me dijeron que saldríamos por la mañana y que pasaríamos todo el día en el mar. Pero lo que me tranquilizó fue la calidez con la que me recibió todo el equipo. Todos se conocían, y yo tuve la impresión de zarpar en compañía de una gran familia.


P: ¿CUÁLES FUERON SUS PRIMERAS IMPRESIONES EN EL BARCO?

R: Yo había navegado en un pequeño catamarán, hace tiempo, en unas vacaciones. ¡Pero esto no tenía nada que ver! Ya de entrada la atmósfera me pareció muy asfixiante: el sonido de las olas golpeando el casco de carbono, las velas moviéndose, el cabeceo, todo esto me impresionó mucho. Pero al mismo tiempo estaban los momentos mágicos, la belleza del paisaje, los peces voladores, incluso vimos delfines durante el rodaje, y me gustó estar en el barco.


P: ¿CÓMO FUE CONOCER A FRANÇOIS CLUZET?

R: Sentía mucho respeto. He visto prácticamente todas sus películas, conozco su trabajo, y para mí es un gran caballero. Yo creía que, teniendo edades distintas y seguramente también intereses distintos, pasar dos meses con él en el mar podría ser difícil. Pero, desde que me vio, me hizo sentir a gusto. Se me acercó para hablar, y luego se preocupaba por mí si me mareaba. Siempre ha sido muy atento.


P: ¿HA SIDO DIFÍCIL INTERPRETAR A SU PERSONAJE EN CONDICIONES TAN INCÓMODAS?

R: Como el adolescente al que interpreto se ha metido en el barco como polizón, nunca acaba de sentirse cómodo. Y el hecho de que yo tampoco me encontraba muy a gusto, sobre todo por los mareos, me ha ayudado bastante a meterme en situación. Además, Christophe Offenstein siempre se mostró muy abierto. Cuando ensayábamos las escenas en tierra firme, me dejaba proponer cosas, y me escuchaba igual que escuchaba a François, que por cierto también me ha ayudado un montón. Me aconsejó que viviera las cosas, que buscara la autenticidad. He aprendido muchísimo con él. Ha sido una de mis experiencias más bonitas en el cine.