CORRE EL AÑO 1947, y el mundo está entusiasmado con el joven aventurero noruego Thor Heyerdahl, que va a embarcarse en una expedición sorprendente: un viaje de 4.300 millas náuticas por el océano Pacífico a bordo de una balsa de madera, el Kon-Tiki. Durante su estancia en las islas Marquesas junto a su esposa Liv, Thor desarrolló la teoría de que los primeros pobladores de las islas de la Polinesia habían llegado desde Sudamérica, navegando miles de millas hacia el oeste. A pesar de que no sabía nadar y de que tenía miedo al agua, Thor decidió demostrar su teoría emprendiendo este legendario viaje él mismo.
Tras reproducir el diseño de una antigua embarcación de madera de balsa, Thor y otros cinco compañeros de aventuras zarparon desde Perú, con una radio como único instrumento moderno a bordo y un loro por compañía. Thor, un líder nato, se valió de las estrellas y de las corrientes del océano para navegar. Al cabo de tres meses en el océano, sufriendo tempestades, ataques de tiburones y todos los peligros del océano, la exhausta tripulación hizo su entrada triunfal en Polinesia.
Tras sacrificarlo todo por aquella misión, incluido su matrimonio, el éxito de la expedición Kon-Tiki resultó ser un trago agridulce para Thor.