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  Populaire  Dirigida por Régis Roinsard
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Entrevista con la dirección (Régis Roinsard)

P: Esta es su primera película. ¿Cuál es su trayectoria?

R: Siempre he querido contar historias a través de imágenes y en la escuela solía fotografiar a los chicos que me parecían raros. Para ser honesto, debo haber sido uno de ellos puesto que me pasaba todo el tiempo grabando películas de televisión para poder diseccionarlas después. Estudié cine, y después hice muchos trabajos dentro del cine: electricidad, decorados, sonido, etc…Quería enfrentarme a las realidades técnicas de hacer una película. Rodé mi primer corto pronto, después tres más, spots publicitarios, documentales musicales para cantantes como Jean-Louis Murat, Jane Birkin y Luke. Eran encargos pero los hice míos, y mi intención siempre fue hacer un largometraje. Si me tomé mi tiempo es porque esperaba a la historia adecuada.


P: ¿Cómo tuvo la idea del concurso de mecanografía?

R: En 2004 vi un documental sobre la historia de las máquinas de escribir, que incluía una pequeña secuencia mostrando concursos de mecanografía, esos 30 segundos fueron tan fascinantes que vi el potencial al momento. En seguida empecé a escribir borradores de las historias. Este mundo de la mecanografía me parecía una locura, me parecía increíble que pudiera ser un deporte y me cautivaba la complicidad entre el hombre y la máquina. Al principio solo tenía el personaje de la chica, el hombre no existía. Pero ya había imaginado que ella era de un pequeño pueblo y le había puesto el nombre de una de mis abuelas. Debería añadir que, como Rose, vengo de un pequeño pueblo de Normandía y que París representaba una gran metrópolis fuera de mi alcance.


P: ¿Cómo reunió la información desde ese punto?

R: Empecé a recoger información sobre “el deporte”, y las escuelas que enseñaban mecanografía y taquigrafía. Esto fue en 2004, y era muy difícil porque todas las escuelas estaban cerrando y era difícil encontrar documentos de archivo. Solo pude encontrar pequeños videos mostrando competiciones en internet. Entre los documentos más interesantes que encontré estaba una foto de un campeonato americano que se celebró en un velódromo, frente a miles de espectadores. También encontré anuncios de Japy, fabricantes de máquinas de escribir que solían organizar competiciones. Habían hecho un censo de campeonatos regionales y conocí a campeones masculinos y femeninos. Me hablaron de la presión mental que habían soportado y las técnicas de desestabilización entre oponentes, lo que me confirmo que se trataba de un deporte. Pero en ese momento no sabía si la película sería una comedia o un drama.


P: ¿Entonces empezó a escribir?

R: Si, con la idea de encontrar mi tono personal. Primero escribí unas 30 páginas, creando personajes que giraban en torno a Rose, y con mi amigo Daniel Presley, productor musical y un gran fan de la comedia americana de los 50, creé los personajes de Bob y Marie. Como resultado decidimos escribir el guión juntos. Daniel tiene unos standards muy altos y es muy fan de Woody Allen: decidimos escribir los diálogos en inglés y adaptarlos al francés para que hubiera una mejor química con la comedia americana y el toque francés. Me encantaba el hecho de que Daniel hiciera observaciones muy relevantes sobre el ritmo y el dialogo. Escribimos un primer borrador pero solo estábamos satisfechos a medias. Pensamos que el arco psicológico de Rose necesitaba más profundidad. Había leído guiones de Romain Compingt, un tío de 26 años fan de Britney Spears y Marilyn Monroe. Curiosamente, pensé que tendría la clase de sensibilidad adecuada para enriquecer el personaje de Rose. Le llamé y tres semanas más tarde tenía una versión del guión, con la que estábamos contentos al 85%. Hizo la historia de amor más atrevida. Los tres trabajamos juntos, preguntándonos si una colaboración entre el admirador de una estrella caída, un músico americano y yo, podría funcionar, no era tan sencillo.


P: ¿En qué momento se unió Alain Attal?

R: Fue el primero en leer el guión, se lo dimos un viernes y el martes siguiente nos dijo que quería hacer la película. Nos reunimos y vimos muy rápido que su visión de la película y la mía coincidían. Lo grande es que es como un entrenador, prepara a los directores para que den lo mejor de sí mismos. Alain es mi Louis Echard. Además le mueve una especie de locura y una obsesión artística: me empujó y me animó a cuestionarme. Además es un gran fan del cine y compartimos gustos y referencias visuales. Pudimos hablar de Nicholas Ray o Godard, del que lo sabe todo, o las películas en color de Joseph Losey.


P: ¿Vino el proyecto en parte de un deseo de evocar los últimos 50’s?

R: En parte si, aunque no fuera mi intención principal rendir homenaje a esa era. De hecho los 50 me fascinan estéticamente: la música, la literatura, el cine. Pero también me gustan películas recientes que se sitúan en esa época como Pleasantville o Peggy Sue Got Married y quería que la dirección y el montaje fueran modernos.


P: ¿Qué le gusta tanto de los 50?

R: Es cuando el consumismo adolescente empezó, con el nacimiento del rock and roll y la evolución de los códigos de vestimenta, y el mismo principio de la industria del entretenimiento y el deporte esponsorizado. En Francia son los años del boom de la posguerra, cuando no había casi desempleo y el futuro parecía brillante, aunque el estado del mundo fuera más oscuro de lo que nadie estaba dispuesto a admitir. Porque fue una década extraña en la que la gente que acababa de salir de la guerra quería evitar enfrentarse a los hechos trágicos del pasado. Es solo durante la siguiente década cuando empezaron a confrontarlos.


P: También fue un momento de cambio a nivel sociológico y cultural.

R: Si, desde 1958-59 que precedieron a la liberación de la mujer. Dos o tres años después las faldas se hicieron más cortas y la posición de la mujer en el trabajo empezó a cambiar. Me gusta esta época porque es un tiempo crucial que anuncia los siguientes 60 años. También es cierto en cuanto a la moda: hoy todavía llevamos un icono como las gafas Ray Ban. Es una época obsesionada con la velocidad: se establecen los records de velocidad automovilísticos, y los primeros planes supersónicos son desarrollados. Esta obsesión por la velocidad aún nos afecta hoy.


P: ¿Qué busca visualmente?

R: Vimos muchos spots americanos y franceses de los 50 y vimos la mayoría de películas en color hechas en Francia en esa época. No fue fácil porque en ese tiempo aún se rodaba casi todo en blanco y negro y pocas de las hechas en color se hacían en estudio. The Red Balloon y Zazie Dans Le Metro fueron fuente de inspiración, pero hicimos un poco de trampa, también vimos películas de nouvelle vague como A Woman is a Woman de Goddard.


P: ¿Hubo más referencias aparte del cine?

R: Tuvimos una obra de referencia de Alex Stenweiss, un ilustrador que diseñó muchas portadas de discos de la época. Su trabajo comprende toda la escala cromática, para el vestuario y los escenarios. También le di al equipo artístico el nombre de varios diseñadores y estilistas, insistí en que la película fuera mi propia visión estética de los 50. Lo más difícil fueron los exteriores. Miramos imágenes de archivo. Nos dimos cuenta por ejemplo que los coches siempre eran monocromáticos, no había elección de colores, solo estaba al alcance de los ricos. Optamos por usar principalmente rojo, verde y azul como colores dominantes.


P: Jacques Demy viene a la cabeza. ¿Fue también una referencia para usted?

R: Absolutamente. Me encantan las historias que parecen felices a simple vista pero luego no lo son. Y aunque las películas de Demy a veces tienen final feliz, tienes que ser que capaz de ver la ironía entre líneas. Demy usa la magia y la ilusión para deslizar un mensaje más profundo de lo que parece. Me encanta Donkey Skin sobretodo, pero The Umbrellas of Cherbourg fue también una inspiración. La última escena está inspirada en Scaramouche de George Sydney: cuando Louis llega New York nos encontramos en una especie de lucha de gladiadores.


P: ¿Cómo desarrolló los personajes?

R: Cuando estaba creando a Rose, pensé en las mujeres de los 50 que querían emanciparse, como mi madre: era la hija de un granjero que dejó a sus padres para trabajar en la gran ciudad. Conoció a mi padre que era director de una compañía de seguros, más cercano a un médico rural que a un vendedor de seguros actual. Fue un catalizador en la relación con los clientes, y de alguna forma con mi madre, a la que ayudó a liberarse. En Populaire, Louis ayuda a Rose, tiene el deseo de ser su entrenador, y poco a poco se intercambian los papeles. Pensé que podía encontrar un equilibrio entre los dos aspectos, deportista y entrenador.


P: ¿Cómo eligió a los actores?

R: Quería un reparto donde cada uno aportara su propia particularidad, como un director que elige a sus músicos para que comuniquen con los demás y se mantengan en harmonía. Un poco como Tim Burton que mezcla actores famosos con otros menos conocidos y otros de teatro. Sabía exactamente lo que quería puesto que los personajes están muy bien definidos y mis actores vienen de sitios diversos. Romain Duris fue una elección obvia porque me impresiona mucho su habilidad para la comedia y el ritmo. Se involucró de verdad en su personaje y pidió que algunas partes del guión se reescribieran para darle mayor profundidad. También investigó por su cuenta, conoció a un entrenador de fútbol que le explicó todo sobre su trabajo. Romain constantemente profundiza y acaba sabiendo más que tú del personaje. Me encanta el hecho de que Louis sea algo misterioso: no dice mucho de sí mismo. Eso me mueve y fascina a sus compañeros.


P: ¿Y Rose Pamphyle?

R: Alain Attal y yo pensamos que necesitábamos una actriz desconocida desde el principio. Pero cuando llegó la hora del casting decidimos tener una actitud abierta. Vimos a unas 150 actrices, algunas principiantes, y Déborah fue la elección obvia desde el principio. Mezcla fragilidad con un abandono conmovedor que puede evolucionar en algo glamuroso, y eso es exactamente lo que queríamos para Rose, esta chica de campo que se convierte en estrella. Me asombraba cuando de ruborizaba en las primeras pruebas. Ella era Rose Pamphyle. Teníamos que ser capaces de colocar su foto entre la de otras estrellas de la época sin que fuera un pegote, para que pudiera ser un nuevo icono. Quería temblar al verla. Me gusta la independencia y el carácter fuerte de su personaje. Y los dos teníamos en común el hecho de que Populaire era una oportunidad para trabajar en una gran película en la que habíamos puesto mucho de nosotros mismos.


P: ¿Cómo la dirigió?

R: A veces yo era una especie de Louis Echard para ella, particularmente durante su entrenamiento como mecanógrafa, después Romain me la quitó de forma natural: incluso fue a verla a Lieja para comprobar cómo entrenaba la forma de teclear. Le pedía a Déborah que viera comedias de Billy Wilder con Audrey Hepburn y Shirley McLaine pero también quería que se mantuviera cercana a Marilyn Monroe. Le di muchas imágenes de esa era para que pudiera entender cómo se movían las mujeres de los 50, cómo besaban, cómo se sentaban en el sofá y cómo se levantaban. Déborah no imita, absorbe todo lo que le das y lo reinterpreta a su propia manera. Solo su coleta está directamente inspirada en Audrey Hepburn, incluso pusimos un poster de ella en su dormitorio.


P: ¿Por qué quiso a Bérenice Béjo para el rol de Marie?

R: La descubrí en The Artist: la encontré particularmente emocionante cuando sujeta el abrigo de Jean Dujardin en el vestuario. Comprendí que necesitas tener una gran sensibilidad para tener éxito en una escena así. También quería una belleza, la clase de chica que todos admiramos en la escuela. Teníamos que ser capaces de creer en la relación entre ella y Romain, entre él y esta mujer ideal. Incluso si Romain está totalmente enamorado de ella, si Mary se casa con Rob, Louis y Mary están juntos para siempre. También sabía que sería capaz de interpretar a una madre perfectamente feliz, sin pensar todo el tiempo en el lugar de la mujer en la sociedad de ese tiempo. Romain se asombraba durante su primera lectura juntos, pudo percibir su capacidad tranquilizadora y su sensualidad por delante de su tiempo. Como su largo pelo revela, es una mujer moderna, ya en los 60.


P: ¿Por qué quería que el amigo de Louis Echard fuera americano?

R: En los 50 los franceses solían fantasear con America. Yo también quise simbolizar el paso a la sociedad de consumo, a la industria del entretenimiento en Francia. Pude, gracias al personaje de Bob y Shaun Benson que le interpreta, resaltar el lado de comedia musical de la película puesto que Shaun me recuerda mucho a Gene Kelly.


P: ¿Cómo eligió la música?

R: Lo primero no me ajusté al año en que ocurre la acción. Preferí darme un margen de unos tres años antes y después de 1958. Me encantan la música lounge americana y el jazz ligero como Les Baxter o Martin Denny. También me apasionan los compositores de los 50 que escribieron para Sinatra y otros. Quería tener canciones francesas, pero en la Francia de post guerra lo que dominaba era Yves Montrand, Léo Ferre, George Brassens y Edith Piaf. No podía encontrar un equivalente de la música ligera americana popular. Entonces descubrí a artistas poco conocidos como Jack Ary, que lideraba una orquesta de cha-cha-cha y mambo, y así descubrí The Secretary Cha-cha.


P: ¿Qué hay de la banda sonora?

R: Me di cuenta de que necesitaba una, ya que el material que había no era suficiente para mí. Llamé a Rob, que trabaja con la banda Phoenix y es muy bueno con las melodías, y Emmanuel d’Orlando también. Juntos compusieron una banda sonora original que aporta un gran impacto emocional a la película. Me inspiré en los métodos de grabación de los 50 y los 60, incluyendo el posicionamiento de los micros. Grabamos en Francia y los músicos, acostumbrados a tocar ópera estuvieron encantados de tocar pop mientras veían imágenes de la película. El resultado final está cercano a un musical y estoy encantado puesto que Stanley Donen y Bob Fosse son dos favoritos míos.


Una conversación con Romain Duris

P: ¿Cómo se metió en este proyecto?

R: Gracias a Régis, por supuesto. Sé que él le dijo a Alain Attal, el productor, que le encantaría que yo fuera Louis Achard, el director de una pequeña firma aseguradora en Normandía. Entonces todo fue muy deprisa: contactaron con mi agente David Vatinet y me enviaron el guión antes de reunirnos.


P: ¿Qué le gustó del guión?

R: Cuando lo recibí estaba completamente inmerso en The Night Just Before The Forest, una obra dirigida por Patrice Chéreau. Había rechazado todo porque nada me gustaba lo suficiente. Me llamó la atención inmediatamente la originalidad de lo que Régis había imaginado: una joven secretaria que se convierte en campeona mundial de mecanografía. También me gustaba la ida de interpretar a un personaje de la generación de mi abuelo, y el aspecto extraño y misterioso de este personaje me atraía. Hasta ahora, Louis siempre ha sido número 2, en su vida personal y profesional, puesto que su trabajo no es el más divertido. De repente desarrolla una pasión por esta secretaria a la que quiere covertir en campeona. Se convierte en su entrenador igual que en Rocky. Esta aventura me parece muy conmovedora, la forma en que se mantiene en segundo plano para que ella llegue a lo más alto. Me parecía obvio que interpretar a Louis Echard sería emocionante. Mi reunión con Régis reforzó mi intención de hacer el personaje. Me convencí definitivamente cuando le escuché hablar sobre su guión con tanta precisión y entusiasmo, y ver que estaba preparado para hablar y escuchar.


P: ¿Cómo describiría a Louis?

R: Es un tipo corriente que trabaja en seguros, pero la gente cree en él y le confía su dinero. Lo contrario de un timador, alguien en quien crees que puedes confiar inmediatamente. Un hombre encantador. Por eso probablemente perdió a Marie, la mujer que amaba: es incapaz de hacer una promesa que no está seguro de poder cumplir en ese momento. Pero Louis tiene un complejo: siempre llega segundo: en los deportes, a ojos de su padre, en el corazón de Marie. No es un héroe sino un hombre profundamente frustrado que transfiere su ambición a Rose, a quien quiere hacer campeona.


P: ¿Por qué crees que se siente tan unido a Rose?

R: Está encantada con su nervio y su ambición. Cuando Rose quiere algo siempre acaba consiguiéndolo, antes o después. Se da cuenta inmediatamente de su potencial ganador. Ella enciende algo en él, pero él evita enamorarse de ella. Y tras pasar más y más tiempo con ella, entrenándola, se da cuenta de que ella está haciendo algo que él mismo podría haber hecho. Y se proyecta a sí mismo en ella. Es haciendo este viaje con Rose como se podrá liberar de Marie y permitirse enamorarse de nuevo. Pero para hacer eso tiene que curarse del dolor de ser siempre segundo. De una manera, Rose es un alivio para todos sus dolores, aunque le cueste tiempo admitirlo.


P: ¿Necesitó algún preparativo especial para ser un entrenador en pantalla?

R: Régis y yo conocimos a Régis Brouard que fue entrenador del Queville (equipo de fútbol). Consiguió llevar a este pequeño equipo a las semifinales de la Copa de Francia. Pude observar de cerca como habla a su equipo, qué palabras elige en el vestuario, cómo actúa en el día a día. De hecho todo tiene que ver con la autoridad. Tienes que saber cuándo ser frío con la gente que entrenas para aumentar su motivación y tienes que saber hasta dónde puedes llegar para no destruir su confianza, y promover la competición sin destruir el ego de nadie. Es una técnica muy precisa, fascinante de observar.


P: A menudo escuchamos que el vestuario ayuda al actor a meterse en el papel, ¿fue este el caso?

R: Sí, porque el trabajo de Charlotte David fue increíblemente preciso. Charlotte no es novata, ha creado vestuario para OSS 117 entre otras. Así que confiaba bastante y no fue ninguna decepción. Toda la ropa se hizo a medida, con atención a cada detalle. Es algo crucial antes de empezar una película y pude hacer algunas pruebas antes de empezar la película. Esto me permitió conseguir un feeling para los trajes. Dos meses antes de decir “acción” por primera vez ya tenía todo lo referente al aspecto físico del personaje.


P: ¿Ensayó antes de rodar?

R: Tuvimos solo una simple lectura de guión entre los actores. Pero hice algunas pruebas con Déborah. Encontrar a Rose costó bastante tiempo. Pero Déborah salía cada vez. Es un gran hallazgo. Esos momentos me fueron muy útiles, me permitieron profundizar mi conocimiento del personaje y ver como Régis dirige a sus actores.


P: ¿Diría que ha encontró a este personaje rápidamente?

R: Me hice una buena idea sobre su comportamiento y su conducta. Pero su interior fue más difícil de perfilar, porque durante la película Louis no debe parecer amigable ni lo contrario, debería revelarse poco a poco sin ninguna exageración. Me guié por una sensación: una sensación de propiedad. Es cuestión de equilibrio porque me daba miedo darle demasiada modestia emocional y evitar una respuesta emocional del público.


P: ¿Cómo fue la colaboración con Déborah François?

R: Muy divertida. Deborah usa mucha técnica, en el mejor sentido de la palabra. Es fácil hacer que las escenas evolucionen. No tiene ninguna barrera, fue muy agradable sentir la complicidad surgir entre nosotros.


P: ¿Qué le gustó de Régis Roinsard como director?

R: Régis te da mucha libertad pero al mismo tiempo en cuanto que le parece que has ido demasiado lejos sabe como redefinirte sin cortarte las alas. Recuerdo por ejemplo cuando rodamos escenas en las que mi personaje ve campeonatos de mecanografía y se sobreexcita. A veces lo sobreactuaba y Régis supo cómo explicarme muy claramente como centrarme. Y recordarme lo serios y cruciales que son esos momentos para Louis. Régis sabe como mirar a sus actores. También comprendí que esta película era importante para él sentimentalmente. Él nació en provincias también como los personajes de Populaire. El tema del reconocimiento, central en esta película, es muy importante para él. Y eso sin mencionar el hecho de que su abuelo fue un miembro activo de la Resistencia, como mi personaje. Se identificó con Louis bastante. Puedo asegurarte como actor, que es un regalo ver a un director con lágrimas en los ojos cuando interpretas ciertas escenas. Te impulsa hacia adelante. Régis te enseña su alma y su corazón. No duda en poner intimidad en lo que dice. También tiene un talento esencial que es saber rodearse de la gente apropiada, Alain Attal para empezar, es un gran productor, muy entusiasta que sabe que para que una película así exista y que pueda mostrar de lo que es capaz tiene que haber un dinero determinado para invertir. Pero también los jefes de departamento, vestuario, Guillaume Schiffman, el director de fotografía, sonido, etc…Y me di cuenta de que todo el mundo, sin excepción, se emocionó con la forma en que Régis amaba esta película, respetaba a todos y como quiso dirigir este barco hasta puerto, de forma segura.


P: En la película hay una escena memorable que revela bastante sobre su personaje: la cena de Navidad donde Rose conoce a su familia inesperadamente. Esta es una gran escena de comedia. ¿Fue divertida de interpretar?

R: Honestamente, no es muy difícil meterse en la piel de un hijo que tiene problemas para comunicarse con su padre. La mayoría de la gente ha experimentado algo así. En cuanto al resto, la escena está escrita de forma brillante. Solo temía una cosa: que Eddie Mitchell pareciera demasiado relajado. Era crucial que sintiéramos esa autoridad paternal hacia Louis. La autoridad de esa época, vista desde nuestro punto de vista, parece brutal, y muy remota respecto a lo que Eddie irradia. Pero mis dudas se disiparon a la primera toma. Eddie consiguió mostrar una dureza que no le conocíamos. Y tenemos que esperar hasta el final de la escena para poder respirar, y para que Rose sea aceptada en la familia.


P: ¿Qué fue lo más difícil de esta aventura para usted?

R: Me daba miedo el momento en que mi personaje decide dejar que Rose camine por sí misma antes de las finales de Nueva York. Ese momento en el que él se sale con la suya, Rose es campeona de Francia y le ama, entonces decide marcharse. Teníamos que tener mucho cuidado para que el público no perdiera a Louis en ese momento. No se trataba de explicarlo sino de encontrar el equilibrio para que el momento fuera a la vez misterioso y emocionante. No fue fácil integrar los problemas de mi personaje en una comedia. Pero si no frenábamos corríamos el riesgo de romper la dinámica o destruir la empatía hacia Louis. Creo que tuvimos éxito sin debilitar la columna vertebral de la película: la aventura de Rose.


P: ¿Es el producto acabado como usted lo imaginó?

R: Es más hermoso. Porque era imposible apreciar lo que la luz de Guillaume Schiffman aportaría viéndolo en el monitor en el set. Régis ha triunfado al hacer una película llena de espíritu, eficiente e inteligente. Pero sobretodo, una película verdaderamente personal, que no se parece a nada que hagan otros.


Una conversación con Déborah François

P: ¿Qué le gustó de Rose Pamphyle, su personaje?

R: Este papel es un regalo para una actriz. Sentí su potencial y su sinceridad cuando leí el guión la primera vez: me emocionó. Es sensible, le gusta reír, se enfada, hay un gran rango de emociones que son divertidas de interpretar. Cuando conocí a Régis le dije, “Hola, soy Rose Pamphyle, con y griega”, eso le hizo reír de verdad.


P: ¿Cómo le convenció?

R: Régis y yo sintonizamos mucho. Rose nos emociona a los dos y somos como ella en más de un aspecto. Creo que cuando me conoció comprendió que para mí iba a ser un desafío, tanto como para él, mi ojos le decían “elígeme”. Para convencerle interpreté la primera vez que se encuentra con Louis, siempre lo recordaré porque la ensayé muchísimas veces. Al final, mi idea del personaje se pareció a como se ve en la película.


P: ¿Alguna había oído hablar de competiciones de mecanografía antes?

R: No, para nada. Al principio pensé que era una invención de Régis, así que ni busqué nada al respecto. Cuando me dijo que estas competiciones habían existido de verdad me inundó con todo tipo de documentación. Un cortometraje sobre una competición se quedó en mi cabeza. Es un documento impresionante e inusual. También me dio manuales de mecanografía y técnicas para cambiar de papel y un video de una secretaria de los marines americanos mostrando como cambiar de papel en tres movimientos. También vi documentales sobre la juventud de la época, artículos de periódico y muchísimas ilustraciones. Vi o volví a ver muchas películas de Audrey Hepburn, de la que saqué inspiración para Rose Pamphyle, como Sabrina, Love in the Afternoon o My Fair Lady.


P: ¿Recibió clases de mecanografía?

R: Pasé dos o tres horas todos los días durante tres meses preparándome, y durante el rodaje también, pero no todos los días. Cuando tenía que teclear para una escena no me entrenaba por la tarde porque me daba miedo lesionarme. Al principio casi contraigo un codo de mecanógrafa, puesto que no es una postura natural y las teclas son duras para apretar. Es un movimiento particular para acostumbrarse a él. Tener que teclear con mis pequeños dedos fue duro puesto que no estaba acostumbrada a hacerlo. En cuanto me equivocaba, tenía que volver al principio.


P: ¿Es el tiempo en que se sitúa la película el principio de la liberación de la mujer?

R: Si, y eso es lo que encarnan los dos personajes femeninos: Rose viene de provincias, tiene un estilo de los 50, mientras que Marie que vive en la ciudad lleva ya un estilo de principios de los 60, con sus jerséis ajustados, sus pantalones cortos, etc. Es difícil saber qué viene de la presión de ese tiempo y qué de la elección personal.


P: ¿Cómo describiría a su personaje?

R: Es una feminista sin saberlo. Al principio me preocupaba que con la película situada en los 50, Rose pareciera sumisa. Pero de hecho es una luchadora, es como una Rocky femenina pero sin saberlo. También es torpe y le falta confianza en sí misma, aunque resulte ser más fuerte que Louis. De hecho descubrimos que él es el que tiene una gran herida dentro, mucho más Rose. Como resultado los papeles se cambian poco a poco gracias a la relación de amor. Eso es lo que es hermoso.


P: Ella deja que se le suba el éxito a la cabeza por un momento…

R: Pensamos en agitar un poco al personaje para que el público se preocupara por ella y pensara, “se le va, esta no es la Rose que hemos visto hasta ahora”. Así que rodamos dos o tres escenas en la que ya no es ella misma. En la que aparece con Nicolas Bedos por ejemplo, no es la misma persona: siempre quise cometer fallos al actuar para que se viera la diferencia con el resto de la película, y ahí es cuando vuelve a poner los pies en la tierra. Queríamos mostrar sus debilidades.


P: ¿Qué es lo que atrae a Rose de Louis?

R: Su aura. Le encuentra guapo, y le seduce el hecho de que es culto, por su status social. También creo que le atrae porque es su jefe, aunque se niegue a admitirlo. Rose ama a Audrey Hepburn y Marilyn Monroe, es muy romántica y Louis la conquista porque quiere experimentar ese gran amor con un hombre guapo, algo mayor que ella y al que le quedan bien los trajes. Además le encuentra enternecedor: cuando descubre que no es tan seguro de sí mismo como aparenta, no puede resistírsele. Ahí es cuando se enamora. Me gusta la idea de que se enamoren por etapas: amor a primera vista, cambio de idea de Louis y el cambio final y dramático. Por amor, ella no duda en defenderle frente a su padre…

Así es Rose. De hecho en esa escena ella se comporta como lo hace con Louis, no puede evitarlo, no se puede callar. Ha tomado alguna copa, es la primera vez en su vida que se emborracha. Pero es el comportamiento del padre lo que de verdad la enfurece: a través de su enfado envía un mensaje a su amante, pero también expresa lo que le gustaría decirle a su propio padre.


P: ¿Qué le pareció trabajar con Romain Duris?

R: Fue un verdadero placer. Es fantástico porque con Romain pasa algo nuevo e intrigante a cada toma. Siempre está imaginando cosas, buscando, tiene standards muy altos. Sentimos una gran química entre nuestros personajes y nos devolvimos la pelota el uno al otro muy bien. Por supuesto, cuando uno de los dos se debilitaba el otro le empujaba a cambiar. Había una competencia real entre nosotros.


P: ¿Es Régis Roinsard muy exigente con sus actores?

R: Es extremadamente preciso, a veces obsesivo. Teníamos la misma idea del personaje, así que no hubo tensión en el set. Es intransigente cuando necesita serlo, se mantiene en sus trece. Creo que es importante para un director tener una visión fuerte. Al mismo tiempo sabe cómo escuchar a sus actores y su equipo y sacar lo mejor de ellos para mejorar un set, una interpretación, una línea, etc…Al final sentí una gran libertad, y esta es la película en la que más comentarios he recibido, incluyendo el pelo y el vestuario, y ciertos cambios en el guión. Pensé por ejemplo que algunas de sus frases eran un poco de niña de pequeña, y no lo suficientemente feministas. Los dos guionistas fueron comprensivos y aceptaron esos cambios. Lo que fue bonito fue participar en cada fase de la película, siempre intercambiando ideas.


P: ¿Disfrutó con los vestuarios y peinados de los 50?

R: Me encantaron. Muchos vestidos fueron creados especialmente para la película y pude hablar de ellos con la jefa de vestuario. A menudo la consultaba para saber si este traje o el otro era el adecuado, si un cuello iba con el personaje, etc….Al principio no habíamos elegido el vestido sin hombros con el que acabamos, tuve que sentirme cómoda con él, para poder usar la máquina de escribir, le añadí algunas piezas, le dimos un aire ligeramente más cómodo para que se pareciera a los vestidos de cocktail de la época. El color viene de las revistas de los 50. La jefa de vestuario sugirió tejidos maravillosos, me volví loca por ellos al momento, fue maravilloso que mi personaje llevara un vestido a juego con la maquina Japy al final. Aunque Régis pensó que era un poco cliché al principio, pero le convencimos al final. Y cuando vio a las chicas volverse locas con el vestido se rindió.


Conversación con Bérénice Béjo

P: ¿Cómo se metió en el proyecto?

R: Cuando recibí el guión en Septiembre no lo dejé escapar: parecía tan pulido, tan sincero y preciso. Pero más importante, me emocionó la historia. Al principio le dije a mi agente que el papel de Marie quizás era demasiado corto. Pero esa misma tarde pensé que era una tontería, que mi motivo para actuar es el guión, no el tamaño del papel. Asi que volví a llamar a mi agente y le dije que quería el papel aunque fuera un secundario. Cuando conocí a Régis estaba entusiasmada y quise que él entendiera que estaba preparada para todo en el papel, con la ropa, el delantal rosa y todo… Creo que eso es lo que le gustó de mí, no intenté cambiar el personaje ni que fuera más fino o con más clase, la quería como se escribió. Hice algunas pruebas, aunque estaba embarazada en ese tiempo y avanzado.


P: ¿Qué sintió al leer el guión?

R: Me golpeó el hecho de que estaba todo escrito al detalle, con toda precisión. Había bastante expectación entre el mundo del cine, todos habían oído hablar del proyecto. Es muy raro leer un guión tan pulido sin nada que añadir ni cambiar.


P: Marie, su personaje, es un catalizador emocional.

R: Eso es lo que me gusta de ella. Solo tiene unas pocas escenas, pero la crucial, cuando el personaje de Romain Duris se da cuenta de que no puede perder otra oportunidad de ser feliz y de vivir algo intenso. Es una escena potente que Régis reescribió. Cuando haces un papel secundario pero tienes al menos una escena en la que tienes que defender tu punto de vista, de alguna manera justifica hacer la película. Marie empuja a otro personaje para que encuentre la manera de realizarse. Verdaderamente evoluciona y realiza un viaje real. Eso es lo que la hace interesante.


P: ¿Fue útil el trabajo de vestuario?

R: Charlotte David, la jefa de vestuario con la que ya había trabajado en OSS 117, imaginó a Rose Pamphyle vistiendo bonitos vestidos de flores, mientras que a mi personaje la veía de forma muy distinta. Puesto que Marie está casada con un americano y vive en una casa moderna, sugirió que yo llevaba pantalones y bailarinas, y eso fue útil para crear mi personaje. Para mí, Marie ya pertenece a los 60. Rose es muy provinciana y Marie es una mujer urbana moderna. Es muy importante que podamos diferenciar entre ellas rápidamente, sobretodo ya que tengo solo algunas escenas y había que definir a Marie rápidamente. El peluquero optó por una peluca ya que en ese tiempo el pelo se llevaba con permanente y laca, para que no se moviera. Ya había interpretado a personajes de los 50 y 60 así que sabía cómo moverme.


P: ¿Le pidió Régis Roinsard que hiciera algo de investigación sobre los 50 para ayudarle a desarrollar su personaje?

R: Me mandó fotos. Por ejemplo, en la escena en la que Déborah François toca el piano, quería que yo cruzara las piernas de la misma forma que había visto en una foto de una revista. Quería que yo llevara los mismos zapatos y los mismos pantalones que en la foto. Es su lado obsesivo. Cada director enfoca su ansiedad en un punto, y Régis necesitaba que la atmósfera fuera idéntica a la de los 50. Le hacía sentir mejor.


P: ¿Cómo dirige a sus actores?

R: Llegué al set tarde, pero conocía bastante bien al equipo y había escuchado algunas cosas al director de fotografía, que también trabajó en The Artist. Rápidamente me di cuenta de que Régis es meticuloso y muy preciso en su dirección, y también sabe escuchar. Puesto que me gusta que me dirijan, nos llevamos bien. Lo que me encanta de Régis es que interviene en la actuación de los actores, no solo en los encuadres o las tomas. Para resumir, me divertí mucho.


Conversación con Alain Attal

P: ¿Cómo se metió en el proyecto?

R: Gracias a una cita en el festival de Cannes, hace dos años, con el agente Lionel Amant. Estábamos acabando de comer y levantándonos para irnos cuando mencionó otro proyecto, añadiendo inmediatamente: “Pero ya no haces películas de debutantes, ¿verdad?”. Eso me puso en guardia y dije:”No estoy en contra si es un buen proyecto”. Y la prueba es que en ese momento estaba preparando el debut de Romain Levy. Me contó la historia brevemente y me senté, fascinado. Pensé que el tema era asombroso. No sabía que habían existido competiciones de mecanografía. El tema de la mecanografía de velocidad también me atraía por mi madre que trabajó de eso y recuerdo que su número de pulsaciones por minuto aparecía en su CV, un criterio de selección en esa época. Le dije a Lionel que quería ser el primero en leer el guión.


P: ¿Y entonces?

R: Lionel le dijo a Régis que yo me había entusiasmado, pero al principio Régis pensó que era todo charla, como pasa a menudo en Cannes. Llamé a Lionel de nuevo para decirle que iba en serio y dos semanas después recibí una versión casi completa del guión. Lo que es muy raro. Normalmente hay toda una fase de desarrollo del guión y reescritura antes de que recibas el primer borrador. Pero el guión de Régis era asombroso y muy emocionante. Había otra cosa que hacer: conocer al director, ya que no me había reunido con él antes. Y me gustó al momento: estaba completamente poseído por su proyecto, se conocía la época de memoria, literalmente vive en 1958. La mezcla de romance y competición era tremenda. Inmediatamente vi una especie de Rocky femenina.


P: Aunque el guión había sido terminado con éxito, ¿trabajó usted en él de nuevo con Régis?

R: Intenté comprender dónde quería ir. De hecho siempre intento adoptar lo que el director quiere hacer: insisto en saber qué tiene en mente tan claramente como sea posible, hasta el punto de conocer sus intenciones artísticas casi mejor que él. Lo que lleva a largas discusiones sobre la narrativa, el ritmo, las referencias, etc. Régis conoce el cine de los 50 y 60 de arriba abajo, lo cual me encaja, porque soy un gran fan de Billy Wilder, Nicholas Ray, Douglas Sirk y el Hitchcock de esa era. Teníamos que definir las escenas clave de la película que tenían que ser reescritas para que siguieran el enfoque del director.


P: ¿Qué cambios sugirió usted?

R: Pusimos algo más de chicha en la pareja: desde el primer borrador había cuatro competiciones, regionales, nacional, y el mundial, pero el aspecto romántico tenía que ser mejorado. Así que trabajamos en las razones por las que Louis no quiere comprometerse, indagamos en su pasado y en la relación con la mujer de su mejor amigo. Decidimos que Rose y él se acostarían, algo que no pasaba al principio. Después, cuando Louis deja a Rose, la tensión emocional no es la misma, ha decrecido: ahora es mucho más que su entrenador.


P: ¿Fue un gran desafío financiero producido una película debutante tan cara?

R: Ha sido uno de los mayores presupuestos, unos 15 millones de euros, para una película debutante francesa en la de última década o así, y una de las más caras que yo he producido. Pero hay que decir que puesto que es un largometraje, puedes ver perfectamente en que se ha invertido el dinero en la pantalla. En algunas películas con gran presupuesto que no son debuts, mucho del dinero se lo llevan los actores, guionistas, director dejando menos espacio para trabajar con los decorados, el vestuario, etc…Un presupuesto así para una película primeriza es difícil de manejar porque casi todo el dinero es para la película en sí misma.


P: ¿Cómo convenció a sus socios para que le siguieran?

R: Fue un desafío: instintivamente pensé que el guión llevaría a una gran película. Pero sacar una película debut por 15 millones de euros es una misión casi imposible. El primer paso para Régis y para mí fue convencer a un actor conocido para que el proyecto fuera creíble: por suerte a Romain le encantó el guión y se comprometió rápidamente con el proyecto. Entonces era imperativo, para dar tranquilidad a nuestros socios, rodearnos de grandes nombres para el equipo. Régis y yo estuvimos de acuerdo en convencerá Guillaume Schiffman que estaba terminando The Artist. Después de haber reunido un equipo sólido me reuní con los inversores y me di cuenta de que había hecho lo correcto al creer en este proyecto inusual. Porque todos los socios potenciales a los que les presenté el proyecto lo apoyaron. De hecho hubo una pelea feroz por formar parte de él. Canal + y Wildbunch fueron unánimes y entusiastas. Después me reuní con muchos distribuidores, todos dijeron “sí”. Si elegí Mars es por su competencia, y el hecho de que les gustó el proyecto y por el hecho de que acababa de terminar Polisse y quise favorecer a quien nos había ayudado antes en un proyecto más difícil. Finalmente las televisiones se rindieron a la película excepto TF1 que no creyó en ella. Finalicé un acuerdo con France 2 y France 3 que se involucraron en la película, algo bastante inusual.


P: ¿Cuáles fueron las mayores dificultades de la producción?

R: En cuanto ruedas un film de época e intentas ser lo más realista posible, tienes que hacer los compromisos adecuados. Tienes que encontrar el equilibrio entre luchar por la excelencia artística, lo que está al servicio de la película y lo que agrada al director. Estas cuestiones saltan a cada segundo. Y como productor tengo que ayudar al director a tomar decisiones acerca de cómo gastar el dinero. Por ejemplo, puedes elegir tener 300 extras para el campeonato o tener menos y usar un ángulo amplio rodado en Nueva York. Un extra en una película de época cuesta unos 1000 euros al día, mientras que uno en una película moderna sale por unos 130 (vestuario, pelo, maquillaje, personal). Igualmente puedes decidir tener 40 coches americanos frente a un teatro de Nueva York o unos cientos, pero si eliges lo segundo te quedarás sin tomas nocturnas, o lo que sea.


P: Populaire desprende felicidad, como algunos de los grandes clásicos americanos.

R: Creo que es porque el público se identifica con los giros emocionales en los que se ven envueltos los personajes: Louis es la fuerza motriz al principio, mientras que Rose es más la que le sigue, y después la relación cambia y es al contrario. Para mí, Populaire se puede relacionar con algo de Billy Wider o Douglas Sirk, dónde el heroísmo se puede encontrar en gente corriente, como la retratada por Audrey Hepburn, Cary Grant, James Stewart, Kim Novak. El personaje de Jack Lemon en El Apartamento es típico: piensas cómo este tipo puede ser un héroe cuando es un cobarde. Pero el guión es tan bueno que te identificas con él. Había algo de eso en el guión de Régis: para mí es una gran saga sobre gente que se conoce, se enamora y se separa. Si la película funciona, cuando sales del cine sientes como si hubieras sido parte de la vida íntima de esos personajes.


P: Hay una dimensión sociológica, la liberación de la mujer, en esta comedia romántica.

R: Es uno de los factores que me gustaron. El tema está bastante claro en la película: en 1958 el feminismo consistía en querer ser secretaria e intentar encontrar un lugar en un mundo de hombres, o sea, en el lugar de trabajo. Rose abraza la nueva era a la perfección: es una mujer que se niega a aceptar lo que está dictado para ella por su educación y su padre. En esto, ella es una verdadera feminista, toma el destino en sus manos y, gracias a la perseverancia, encuentra un trabajo, un entrenador y acaba ganando todas las competiciones. Y cuando Louis le deja, no se derrumba, es una luchadora. Creo incluso que está más liberada que Marie, más moderna en estilo pero que ha elegido seguir siendo ama de casa.


P: Cuando se produce una película de debut, ¿se invierte más de uno mismo?

R: Creo que inviertes lo mismo. La ligera diferencia es que se te pide más ayuda. Hay la misma confianza que tienes con directores experimentados pero el director está haciéndolo por primera vez y probablemente tendrá más preguntas, sobre todo cuando el presupuesto es alto. Con Régis supe después de los primeros días que sabía perfectamente lo que quería y lo que estaba haciendo, que tenía la historia en sus manos de principio a fin y que sin duda iba a conseguir una gran película.


Una conversación con Guillaume Schiffman

P: ¿Cómo se metió en el proyecto de Populaire?

R: Alain Attal y yo habíamos querido trabajar juntos hace mucho tiempo. Por desgracia nunca habíamos encontrado la película adecuada, o nuestras agendas no coincidían. Entonces un día me llama, quiere que lea un guión. Lo leí, y lo encontré extremadamente inusual e interesante. Solo quería hacer una cosa, conocer a Régis y asegurarme de que no me quisiera solo por mi etiqueta de especialista en películas de época. No fue el caso, él había visto mis películas “modernas”. Me gustó que me dijera que quería que me involucrara en el set, que le gustaba mi forma intuitiva de trabajar con los directores. Romain Duris ha estado sorprendiéndome y agradándome durante mucho tiempo con su trabajo. Muchas veces mi inspiración viene de los actores y del placer de crear imágenes y estilos visuales con ellos.


P: ¿Cuáles fueron las grandes elecciones visuales de Régis?

R: Los dos teníamos las mismas referencias desde el principio. En algún punto intermedio entre Some Came Running de Vicente Minnelli y Gentlemen Prefer Blondes de Howard Hawk. También hablamos de Douglas Sirk y su iluminación sublime y barroca. La elegancia de Montgomery Clift, el encanto de Shirley McLaine. Más que grandes estilos visuales, hablamos sobre nuestras emociones y el placer de ser fans del cine. En cualquier caso quisimos tener mucha luz. Populaire es una película que se relaciona todo el tiempo con los 60 y que a la vez se toma grandes libertades.


P: ¿Cómo trabajó con la paleta cromática?

R: No quise caer en una mala imitación del Technicolor, algo fácil y barato que nunca funciona. La idea era dar la impresión de que estabas sumergido en esa era, y la vez ser irreverentes con nuestra idea del Technicolor. Éste tiene rojos y verdes más brillantes. Así que aunque los colores están ligeramente desaturados, son efectivos al trasladar el feeling de la época.


P: ¿Qué hay del enfoque?

R: El enfoque lo es todo para la dirección. Cuando tienes la misma visión de la película, no trabajas en el encuadre. Pasa espontáneamente. Sobre todo hablamos sobre lo que nos gustaría, sobre sensaciones, intenciones, desafíos. Puesto que nos habíamos permitido algunas libertades respecto a la era, tomamos todas las decisiones de forma harmoniosa.


P: ¿Crees que se te exige más cuando trabajas en una película primeriza?

R: Creo que pongo tanto de mí mismo en una primera película como en una de un director experimentado. Aunque a veces sea más exigente, mi implicación es igual. Régis me pidió a mí tanto como yo a él. SI hay una cualidad específica de la película es el placer, el disfrute, la voluntad general de hacerlo bien y de ponerlo todo por parte de cada miembro del equipo.