Il villaggio di cartone (La aldea de cartón) es la historia de un sacerdote que observa impotente la desacralización de su parroquia mientras le asaltan las dudas sobre su vida dedicada al sacerdocio. Inesperadamente, la iglesia despojada de sus atributos cobra un nuevo sentido para convertirse durante unas horas en el refugio de unos inmigrantes clandestinos. El sacerdote decide concederles asilo y protegerlos lo mejor que puede. Este encuentro parece permitirle acercarse al significado de la vida.
En Il villaggio di cartone, un anciano sacerdote (Michael Londsale) observa, con impotencia, la desacralización de su parroquia, que tiene que cerrar las puertas a causa de la ausencia de fieles y de las desavenencias con el sacristán. Todos los elementos de culto de la iglesia se retiran; incluso el gran crucifijo del altar. El párroco se resiste a abandonar lo que había sido su casa al mismo tiempo que experimenta una crisis de fe.
Aquella misma noche, un grupo de inmigrantes clandestinos procedentes del norte de África se refugian dentro de la iglesia, ya desmantelada. El sacerdote decide concederles asilo y protegerles lo mejor que puede, prohibiendo la entrada a las fuerzas de seguridad. Los inmigrantes utilizan los bancos y cartones como carpas improvisadas y la fuente bautismal renueva su función recogiendo el agua de las goteras del techo durante la noche de tormenta.
A partir de esta situación de desconsuelo, en la que todo parece estar destinado a la desolación, renace la esperanza y surge otro espíritu de la misión sacerdotal. Totalmente dedicado al deber de solidaridad, el cura se entregará a los indigentes hasta agotar sus últimas fuerzas. Su vida, que hasta entonces reposaba en la palabra de Dios, toma una nueva dirección con el acto de la caridad. Cuando la caridad es un riesgo, es el momento de la caridad, dirá. Descubre así el poder del bien más allá de la fe y el verdadero significado de la vida.