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  Última llamada  (Phone booth)
  Dirigida por Joel Schumacher
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Ambientada en su integridad dentro y en los alrededores de una cabina de teléfono de la ciudad de Nueva York, sigue los pasos de Stu Shepard (Colin Farrell), un asesor de publicidad de medio pelo que se encuentra atrapado después de que un comunicante anónimo (un asesino en serie con un rifle con mira telescópica) le amenace con matarlo si se le ocurre colgar.

¿Qué harías si oyeras sonar insistentemente el teléfono de una cabina pública? Sabes que no tiene nada que ver contigo, pero el instinto te obliga a cogerlo. Cuando suena el teléfono hay que cogerlo, pero cuando Stu Shepard descuelga el aparato, se ve a sí mismo preso de un tortuoso juego. Si se le ocurre colgar, le dice el comunicante (Kiefer Sutherland), Stu será un hombre muerto.

Un imprevisto y terrible acto violento ocurrido al lado de la cabina llama la atención de la policía, quien llega al lugar con un pequeño ejército de tiradores de élite. Ellos creen que Stu, y no ese desconocido comunicante del que no saben nada, es el peligroso hombre que momentos antes empuñaba un arma.

El capitán Ramey (Forest Whitaker), el oficial de mayor rango presente en el lugar, intenta hablar con Stu fuera de la cabina. Pero sin que Ramey, ni sus hombres, ni el circo montado por los medios de comunicación presentes en el lugar, ni Kelly, la mujer de Stu, ni Pamela, su cliente y potencial ligue, sospechen nada, el comunicante les tiene a todos en el punto de mira de su rifle de alta precisión.

Cuando llega el ocaso, Stu (la encarnación de una existencia autosuficiente regida por una ética más que discutible) debe sufrir una súbita e inesperada evolución moral. Está a merced del comunicante anónimo. Las mentiras, las medias verdades y la ofuscación de Stu ya no tienen ninguna importancia. Por el contrario, ahora debe mirar dentro de sí mismo y sacar fuerzas de flaqueza para tratar de ser más listo que su interlocutor, llevando el juego a un nivel aún más peligroso.