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Destacado: En cines comerciales 'Anora' Palma de Oro en Cannes
  The grandmaster  (Yi dai zong shi)
  Dirigida por Wong Kar Wai
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Variety ha dicho: "Una de las películas más poderosas y etéreas de artes marciales hasta la fecha, con una mezcla de filosofía y trabajo físico que no se había visto en el cine chino desde las obras maestras de King Hu".

Inauguración Berlinale 2013, fuera de competición.


Cronología histórica
1911-12: La revolución republicana liderada por el Dr. Sun Yat-sen derroca al último emperador de la dinastía manchú Qing (1644-1911). Nace la República de China. Se funda la Unión de Artes Marciales del Norte con la idea de unir a los maestros del norte con fines patrióticos.
1916-28: La época de los señores de la guerra. Diversos caudillos con ejércitos propios repartidos por todo el país se enfrentan al gobierno central haciendo peligrar la unidad nacional.
1931: Japón invade las tres provincias del noreste, de donde proceden los manchúes (a los que pertenece la última dinastía Qing), cometiendo auténticas atrocidades.
1932: Los japoneses colocan al último emperador Qing, Henry Puyi, en el trono del reino de Manchukuo. Empiezan a reclutar colaboradores entre los habitantes.
1936: Las provincias del sur de China quieren separarse. El maestro Gong Baosen se traslada a Foshan para su ceremonia de despedida.
1937: Los japoneses marchan hacia el sur. Un incidente provocado en el puente de Marco Polo, al suroeste de la zona urbana de Pekín, da pie a la segunda guerra sinojaponesa. Durante los ocho años siguientes, Japón ocupa China y los patriotas chinos resisten.
1938: Japón invade Foshan. Oficiales japoneses ocupan la casa de Ip Man, que se enfrenta a la pobreza y al hambre junto a su familia.
1940: Ma San colabora con el gobierno japonés de Manchukuo en el noreste.
1945: La ocupación acaba cuando Japón se rinde al final de la II Guerra Mundial.
1946-49: Estalla la guerra civil entre los nacionalistas en el poder, liderados por Chiang Kai-shek (a quien Ip Man apoya), y los comunistas, encabezados por Mao Zedong.
1949: Victoria comunista. Chiang Kai-shek huye a Taiwán con su ejército y sus seguidores.
1950: Ip Man y La Navaja llegan a Hong Kong por separado. Gong Er ya está en la ciudad, ejerciendo la medicina china.
1951: Se cierra la frontera entre el territorio británico de Hong Kong y la China continental. Ip Man nunca regresará a Foshan.


El viaje de Wong Kar Wai hacia el Gran Maestro
Más allá de las montañas: El mundo se abre

Fue en Argentina, en 1996, mientras rodaba Happy Together (ganadora del Premio al Mejor Director en Cannes 1997), donde empezó el viaje de Wong Kar Wai hacia THE GRANDMASTER. El realizador pasó delante de un quiosco de periódicos y vio una revista con la foto de Bruce Lee en la portada. Le sorprendió que veinte años después de su muerte, Bruce Lee siguiera siendo un icono a nivel mundial.

“Crecí viendo películas de Bruce Lee, me apasionaban”, dice Wong Kar Wai. Pensó en hacer una película acerca de Bruce Lee, pero cuanta más información obtenía de Ip Man, el maestro de Bruce Lee, más le fascinaba el personaje. Ip Man, un hombre culto y de buena familia nacido en Foshan, acabó exiliándose en Hong Kong, donde se convirtió en el principal exponente del estilo de artes marciales llamado Wing Chun. Entre sus discípulos estaba Bruce Lee.

Wong Kar Wai descubrió que Ip Man era uno de los numerosos maestros de Kung Fu que se habían instalado en Hong Kong a principios de los años cincuenta. En algunas calles era casi imposible contar las escuelas de Kung Fu. Las rivalidades afloraban y la competencia era intensa. La idea original de Wong Kar Wai era contar la historia de un maestro de una de esas calles. Pero a medida que se documentaba, se dio cuenta de que en realidad quería contar la historia del mundo de las artes marciales durante la época republicana (1911-49), la edad dorada del Kung Fu chino, sus rivalidades, tragedias y misterios.

Sumergido en la lectura, en el estudio de fotografías y otros documentos, acababa de empezar un duro viaje de tres años (descrito en la película The Road to the Grandmaster, de Jet Tone Films) que le llevó a nueve ciudades de China y Taiwán en compañía de Wu Bin, el conocido entrenador chino de Wushu y profesor de Jet Li, la gran estrella cinematográfica actual de artes marciales.

El director se quedó sorprendido al aprender que un elevado número de maestros de Kung Fu instalados en Hong Kong procedían del norte de China, sobre todo del Estado de Manchukuo, bajo dominio japonés durante los años treinta.

Wong Kar Wai se entrevistó con numerosos maestros de artes marciales que compartieron no solo su filosofía, sino también relatos poco conocidos. El realizador sintió que recibía un gran legado cultural que podía ser olvidado. Por eso se empeñó en mostrar ese legado, sobre todo las escuelas de Wing Chun, Bagua, Xingyi y Baji, en la película. THE GRANDMASTER debía ser un relato épico y absolutamente auténtico.

Como prueba del eterno poder que ejerce el Kung Fu y las artes marciales en la mente del pueblo chino, la versión de habla china on line del documental The Road to the Grandmaster tuvo más de diez millones de visitas antes de enero de 2013.


La cración de The Grandmaster
Alimenta el fuego ramita a ramita

El director Wong Kar Wai era consciente de que necesitaba actores capaces de entregarse a varios años de prácticas de Kung Fu. No solo quería que encarnaran el espíritu, la dignidad y la ética de un gran maestro, sino que dominaran los movimientos de las escuelas que iban a representar. “Debían ser adecuados para el papel”, explica, “y también debían ser duros”.

Ziyi Zhang, Tony Leung, Chang Chen y Zhang Jin aceptaron el reto. Ziyi Zhang, con su experiencia como bailarina y su exquisita delicadeza, representaría el estilo Bagua. Tony Leung sería Ip Man, el gran maestro de Wing Chun. Zhang Jin encarnaría a Ma San, un maestro de Xingyi, y Chang Chen daría vida a La Navaja y su explosivo estilo Baji. De hecho, gracias al tutelaje de Wang Shiquan, un maestro de Baji, Chang Chen participó en un concurso nacional de Baji en 2012 y obtuvo el primer premio, una noticia que fue inmediatamente recogida por los medios.

Wang Shiquan formaba parte del ejército de maestros y grandes maestros de Kung Fu que entrenaron a las estrellas de THE GRANDMASTER. Otro fue el maestro Duncan Leung, experto en Wing Chun, un discípulo de Ip Man que estudió con Bruce Lee, actualmente el principal representante de este estilo.

El hijo de Duncan Leung, el maestro Darren Leung (que hace el papel del hermano Hung en la película) se dedicó en cuerpo y alma a entrenar a Tony Leung. Wong Kar Wai quería que las escenas de combate, diseñadas por el internacionalmente famoso coreógrafo de escenas de acción Yuen Wo Ping (El mono borracho en el ojo del tigre, Matrix, Kill Bill), fuesen absolutamente auténticas. El maestro Duncan Leung dice: “Me sorprendió la velocidad con que aprendía Tony. Basta con verle moverse para darse cuenta de que los movimientos son totalmente naturales. El estilo Wing Chun forma parte de su vocabulario”.

El director artístico William Chang Suk Ping tardó dos años en encontrar las perlas, lazos y encajes necesarios para el vestuario, basado en un sinfín de documentos de la época. Con el otro director artístico, Alfred Yau Wai Ming, construyeron los decorados a escala real de una estación de tren en la Manchuria ocupada, el magnífico burdel El Pabellón Dorado, así como las escuelas de Kung Fu de los años cincuenta en Hong Kong.

Después de ocho años de preparación, el rodaje empezó en noviembre de 2009 en Kaiping. En enero de 2010, la producción se trasladó al noreste de China, donde trabajaron hasta mayo soportando temperaturas muy bajas que casi acaban con la resistencia del reparto y de los técnicos. Después de una interrupción de varios meses, el rodaje se reanudó en Kaiping en septiembre de 2010 y finalizó en noviembre de 2012. La posproducción se realizó en Bangkok a finales de 2012 y principios de 2013.


Una entrevista con Tony Leung
La autora y traductora Linda Jaivin entrevistó a Tony Leung en Bangkok, durante la posproducción de THE GRANDMASTER. Hablaron en mandarín.

P: Nos han comentado aspectos del entrenamiento físico al que se sometió, pero ¿siguió alguna forma de preparación mental?

R: El director me dio muchos libros acerca de los maestros del norte, pero muy poca información acerca de Ip Man.


P: Qué curioso, creía que se había escrito mucho sobre él.

R:Y así es, pero no me dio mucha información. Quería que me documentara acerca de Bruce Lee. El personaje debía ser una fusión entre Ip Man y Bruce Lee. Hace diez años que trabajo con Wong Kar Wai, la confianza es mutua. La película no intenta ser un documental, queríamos crear una especie de ideal, un Ip Man “perfecto”. Personalmente creo que Ip Man era un hombre amable, civilizado, un pensador, un caballero. Pero cuando luchaba, se transformaba, se volvía fiero, casi un animal. Me pareció fascinante. Este hombre, hijo de un terrateniente, lo había tenido todo hasta los 40 años. De pronto, se quedó sin nada, pero volvió a levantarse. Entre el director y yo creamos una visión idealizada de Ip Man. Es el personaje más positivo que he interpretado en una película de Wong Kar Wai.


P: ¿Positivo en qué sentido?

R:Era muy optimista. Tenía que serlo para mantenerse en pie después de todo lo que le ocurrió. Duncan Leung, mi maestro de Wing Chun, me habló de Ip Man cuando llegó a Hong Kong. Había pasado del paraíso al infierno. No tenía nada. Había perdido su hogar, su fortuna, su familia, sus dos hijas habían muerto. Al parecer, ni siquiera tenía una manta con la que taparse. Pero siguió mirando la vida con una sonrisa. Creo que el Kung Fu modeló e inspiró su vida. Para Bruce Lee fue lo contrario: La vida modeló e inspiró su Kung Fu. Bruce estudió filosofía, taoísmo para ser más exacto. Los dos llegaron al mismo punto por caminos diferentes. Ip Man le hizo entender que el Kung Fu no era solo un entrenamiento físico ni una forma de defensa, sino una forma de vida. No lo entendí hasta que empecé a aprender Kung Fu. Me ayudó a que los combates fueran mucho más auténticos, y también me sirvió para meterme en el personaje. Por eso entiendo que el director considerase necesario que me sometiera a un entrenamiento físico tan largo y duro. De hecho, me rompí el brazo en dos ocasiones.


P: Ay.

R: Sí. Me entrené durante casi cuatro años, con solo dos interrupciones cuando me rompí el brazo. Nunca había estudiado Kung Fu, empecé a los 47 años. Cuando me rompí el brazo por primera vez, el médico me dijo que debía descansar seis meses. Pero si le hubiera hecho caso, habría olvidado todo lo aprendido. No era una fractura, sino una fisura muy fina, así que volví a los entrenamientos a las dos semanas, y el primer día me lo rompí de verdad. Esta vez descansé unos cuatro meses.

El entrenamiento me permitió entender lo que siente realmente un luchador de artes marciales. Si me piden que imite los movimientos de un maestro de Kung Fu, no es difícil, pero encarnar el espíritu de ese maestro es otra cosa. Solo he podido conseguirlo a base de mucho entrenamiento.


P: Antes de empezar a entrenarse, ¿qué pensaba del Kung Fu?

R: De niño era fan de Bruce Lee. Pero en los sesenta se decía que las únicas personas que practicaban Kung Fu eran policías y gánsteres (se ríe). A primera vista, parecía limitarse a peleas, reyertas y películas. Al aceptar este papel entendí lo que significa realmente el King Fu, su auténtico espíritu. Hay que trabajar duro, tener mucha disciplina física y mental, y todo eso puede aplicarse a la vida. Idealmente, se debe alcanzar un nivel “zen”, estar en armonía con el oponente. No es un enemigo, al igual que el entorno no es un enemigo. No se trata de ganar, sino de que se abra la mente. Mi fascinación iba incrementando a medida que estudiaba.


P: El maestro Gong le reprocha a su hija que solo le importe la victoria, ¿se refiere a eso?

R: Sí. (Ríe) Aún no he visto esta escena. Pero es así, por eso ha sobrevivido durante 4.000 años. No se trata simplemente de combatir. Si fuese así de simple, cualquiera podría llegar a ser un gran maestro. Me lo pasé realmente bien haciendo esta película. Hasta ahora, siempre había interpretado a personajes introvertidos, oscuros y reprimidos para Wong Kar Wai, pero este papel era sumamente optimista. Disfruté mucho. Bueno, también está la parte de la guerra y cuando lo pierdo todo…


P: Llora. Y reconozco que lloré viéndole llorar.

R: (Ríe) Lloro por frustración, más que por lo que he perdido. Al final, Ip Man sigue de pie, no por su forma de luchar, sino por su forma de vivir. Antes de empezar, solo sabía que era un hombre extraordinario y que había enseñado a Bruce Lee. Pero ahora, después de aprender Wing Chun, siento como si hubiera una conexión kármica entre los dos. Ya he cumplido los 50 años y no me apetece trabajar en grandes dramas. Prefiero encarnar personajes con una actitud menos dramática, mucho más positivos.
No sabía cómo iba a interpretar a Ip Man hasta que empezamos a rodar. Es más, al principio solo rodamos las escenas de combate. La parte más dramática se rodó en los últimos seis meses.


P: Es una forma muy interesante de rodar.

R: Es una locura, pero así es como trabaja Wong Kar Wai. Cada vez que hago una película con él, es una aventura. Casi nunca leo el guión, no sé lo que hacen los otros personajes. Ni quiero saberlo, así no puedo imponer mis ideas. Debe ser una película solo de Wong Kar Wai. Mi trabajo es ayudarle a alcanzar su visión. Ayer, después de doblar unas escenas, vi parte de la película. Es asombrosa. Para conseguir un resultado semejante, hace falta tiempo.


P: Normalmente, ¿cuánto se tarda en hacer una película?

R: Unos seis meses (Ríe). Mucha gente me pregunta si no ha sido muy duro trabajar en una sola película durante cuatro años. Siempre contesto que llevo treinta años actuando y que he disfrutado con cada película. ¿Qué son cuatro años? Tener más tiempo significa pasarlo mejor.


P: ¿Seguirá con los entrenamientos de Kung Fu?

R: No lo sé. Para entrenarse de verdad, hace falta un oponente, alguien con quien practicar. Y no sé si a mi edad es lo mejor. Me gustaría mucho aprender Tai Chi Chuan, una disciplina que puede practicarse hasta los setenta o más.


P: ¿Es verdad que las escenas de combate son reales?

R: Sí. No querían rodar las escenas de Kung Fu del modo habitual. Wong Kar Wai se empeñó en que debían ser auténticas. Pero no pude hacerlo, no podía pegar a alguien. Estoy algo decepcionado por no haber sido capaz de ir tan lejos, aunque me consuela pensar que mi personaje nunca lucha para matar. Lo tomaba como un juego, no hacía falta ser brutal. Pero me costó mucho rodar esas escenas. Y la más dura fue la de la lluvia. Tardamos treinta noches en terminarla. A partir de las siete de la tarde estábamos empapados, pero no podíamos cambiarnos de ropa hasta que acabásemos de rodar. A medianoche temblaba de frío, y así noche tras noche. Empecé a tomar medicamentos contra el resfriado, pero cada vez me sentía peor. Cuando por fin acabamos, tardé cinco días en reponerme de una bronquitis. Luchábamos con agua hasta los tobillos, pero Ah Suk (William Chang) es tremendamente estricto con el vestuario y se empeñó en que lleváramos zapatillas con suela de tela. Eran muy resbaladizas. Ahí estábamos, luchando bajo el agua con zapatillas resbaladizas… No me había entrenado en condiciones semejantes. (Ríe) Pasamos mucho frío.


P: ¿En qué mes fue eso?

R: Octubre y noviembre. Recuerdo que la primera noche, a pesar de haber luchado y estar sudando, no sentía calor. Supe que iba a pasar mucho frío. Además, las escenas de combate eran muy estresantes. Después de todo, no soy un actor de Kung Fu. Estaba muy nervioso y me preocupaba hacer daño a alguien, no estar a la altura. Las partes dramáticas fueron mucho más relajadas.


P: Muchas gracias, ha sido un placer.

R: Gracias.


Una entrevista con Wong Kar Wai (por Clarence Tsui, The Hollywood Reporter)
Sentado en una suite de un hotel cercano a la Place Vendôme de París, Wong Kar Wai parecía estar de muy buen humor. Nadie diría que acababa de llegar de Bangkok, donde había estaba trabajando contrarreloj para acabar el montaje de la versión internacional de su última película, una historia épica de artes marciales, THE GRANDMASTER.

La nueva versión, que inauguró la Berlinale, dura unos 13 minutos menos y tiene un pequeño cambio estructural. THE GRANDMASTER se estrenó el 8 de enero en China, donde fue muy aplaudida por la crítica y recaudó unos 45 millones de dólares en cuatro semanas, todo un éxito de taquilla.

Wong Kar Wai, presidente del jurado en el Festival de Berlín 2013, habló de los cambios de última hora en una película que concibió hace 17 años.


P: ¿Por qué decidió hacer una versión internacional de la película?

R: La versión estrenada en Asia contiene elementos con los que el público chino está familiarizado, pero que son totalmente ajenos para un espectador occidental. Hay información que solo confundiría al público. Por ejemplo, en la primera secuencia Ip Man habla en off de la historia de su familia. Dice que tenían un negocio en Bonham Strand West, una zona de Hong Kong donde tradicionalmente se asientan los negocios de importación y exportación. El público de Hong Kong lo entenderá, pero no significa nada para un extranjero. En la versión internacional se limita a decir que era un negocio familiar que exportaba a Hong Kong. Hicimos pequeños cambios de esta índole.


P: La película ha pasado por un largo periodo de gestación y de producción. ¿La versión final es muy diferente de la idea original?

R: Todo empezó cuando quise describir a Ip Man como persona. Poco a poco descubrí que, en realidad, quería estudiar el entorno de las artes marciales. Creo que mi mayor pregunta fue: “¿Por qué era Ip Man tan notable?”Algunos contestarán que se hizo famoso porque tenía un discípulo llamado Bruce Lee, pero decir eso es ignorar algo de suma importancia: las circunstancias que moldearon su vida. Y su vida es un microcosmos de la historia china contemporánea. Vivió el fin de la dinastía Qing, los primeros años de la República China, la conquista del noreste (por parte del gobierno contra los caudillos independientes), la lucha contra los japoneses (antes y durante la II Guerra Mundial) y finalmente el éxodo a Hong Kong (durante y después de la Guerra Civil china entre 1945 y 1949). Si no se muestra todo esto, no es posible entender las dificultades a las que debió enfrentarse. Para los chinos, y sobre todo para los que practican artes marciales, la noción de transmisión es de gran importancia. Equivale a saber que no se es dueño de lo que se aprende. La sabiduría que se hereda de los antepasados debe ser pasada a la generación siguiente. Es la carga del gran maestro.


P: ¿Se identifica con esta idea?

R: Nunca me llamaría a mí mismo un gran maestro, por lo que no hay nada autobiográfico en la película. Pero de la misma forma que Ip Man aportó algo nuevo a las artes marciales, creo que Hong Kong necesita renovar su pensamiento. Hace poco, mientras estaba montando en Bangkok, un amigo me dio un libro editado en los años noventa acerca del cine producido en Hong Kong. El autor decía que Hong Kong hacía demasiadas películas para el mercado internacional y que estábamos dejando atrás lo que nos hacía diferentes. Pero es necesario entender que la industria cinematográfica de Hong Kong siempre ha dependido de los mercados extranjeros, nunca hemos trabajado para el mercado doméstico. Ahora se habla mucho de “ir al norte” para hacerse con el mercado continental chino. Pero si hacemos buen cine, el cielo es el límite. No tenemos por qué depender del mercado de la China continental. No debemos imponernos barreras.


P: ¿Cómo se siente un cineasta de Hong Kong rodando en la China continental?

R: Hago un cine que pertenece a todo el pueblo chino; no está limitado a un territorio geográfico y a una época histórica específica. No tengo que hacer una película para el público continental aunque tengamos inversores de China continental. De hecho, tenemos inversores de otras partes del mundo.


P: ¿Puede verse THE GRANDMASTER como una crónica de Hong Kong convirtiéndose en lo que es hoy, acogiendo a tantos expertos en artes marciales que se fundieron en la ciudad?

R: Desde luego. Y espero que la película se interprete así. Me alegro mucho de ver que la película da pie a debates sobre la ciudad y el papel que los maestros de artes marciales tuvieron en la historia. Mucha gente quería información de lo que describimos en la película, como las escuelas de artes marciales que surgieron después de la guerra y muchas otras cosas. El público de Hong Kong verá de dónde surgió la vitalidad, el espíritu de la ciudad. Debemos estar orgullosos de esta urbe.