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  Mussolini va a morir  Dirigida por Rafael Gordon
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La prensa dice
"…es un encuentro con la muerte, con la historia, con la vida, con el cine (…) Rafael Gordon construye un ritual de luces y de sombras, de omisiones y confesiones, de realidades y ficciones, que colocan al espectador en una situación de tensión, en la que éste, debe librar su propia batalla, enfrentado al espejo cóncavo y convexo de un genocida gobernado por sus miedos". María Gray.

"Son instantes para la reflexión y la sinceridad, y una oportunidad para asistir a un juicio con uno mismo y con la historia, para analizar la esencia de un fascismo visto como religión o como táctica, para sacar conclusiones sobre una vida que se va… sin amigos y con sensación de hastío y amargura (…). Rafael Gordon, una vez más, nada a contracorriente en la industria del cine… y nos ofrece una propuesta cultural atrevida, ambiciosa y arriesgada". Julio R. Chico. La Mirada de Ulises.


Nota del Director
Siempre que realizo una película, y lo hago desde los años sesenta, tengo la certeza de que el cine no solo es un espectáculo, puede ser también tan intenso y humilde como un cuadro de Rothko, y al mismo tiempo intemporal, emocional y bello. Estoy convencido de ser un director minimalista, mi escuela es Altamira. Quiero creer que se puede hacer cine con pasión, luz, una idea y un actor. En este caso, el actor es Miguel Torres, que después de cinco meses de trabajo consigue encarnar la poliédrica personalidad de El Duce, de una manera asombrosa.

¿Qué significado tiene escuchar la voz de Benito Mussolini en este nuevo comienzo de siglo?

Mussolini fue un joven idealista al comienzo del siglo veinte, pero degeneró en un fanático genocida. La naturaleza humana no cambia en milenios, la mujer y el hombre de hoy están unidos en el tiempo, con Mussolini, Hitler y Stalin. No debemos confiarnos en que el fascismo es solo imperialismo y dictadura, (Ceaucescu, Sadam, Gadafi). El fascismo eterno es control y sometimiento del pueblo al pensamiento único. Estado tutelar, producción salvaje, y masa consumista, es fascismo latente. Los jóvenes de hoy lo viven en su angustioso nihilismo. Vivimos un presente donde el ciudadano se ve obligado a desfilar en el funeral del humanismo. Nacemos para ser ciudadanos de una “Metrópolis” regida por los hombrecitos de la regla de cálculo. Dos docenas de Mussolinis light, dictan la ley de la supervivencia.

Mussolini va a morir no refleja la imagen de un símbolo o de un monstruo, nos habla del pequeño Mussolini que todo humano lleva dentro. Conocer nuestro instinto cainita y primitivo es el propósito de la película. Es un retrato del ser humano bajo extrema presión.

Mussolini es humano, pues desea, y desear es sufrir la culpa de lo que se desea. Claretta Petacci ama, y amar es sufrir y aceptar que el amor está condenado a morir, a veces por impacto directo de las balas.

Mussolini va a morir habla de un fanático populista, que engendró a Hitler y enamoró al mundo durante veintitrés años, dejando una estela de cincuenta millones de muertos.


Comentario de María Gray
Mussolini va a Morir es un encuentro con la muerte, con la historia, con la vida, con el cine. Un discurso a caballo entre la ficción y la realidad, un ajuste de cuentas, desde lo individual hacia la transindividual, una historia sobre la enfermedad. La enfermedad psíquica de Mussolini, como el reflejo de la auto-traición, como respuesta al miedo, al pánico, a la carencia, la enfermedad que aniquila, que niega lo otro: sea lo que sea lo otro.

Rafael Gordon construye un ritual de luces y de sombras, de omisiones y confesiones de realidades y ficciones, que colocan al espectador en una situación de tensión suficiente, en la que este, debe librar su propia batalla, enfrentado al espejo cóncavo y convexo, de un genocida gobernado por sus miedos.

La simultaneidad de los contrarios, (Benito Mussolini enfrentado al Duce) en el discurso estético de Gordon. La sombra que ilumina, el silencio que habla, la presencia de la ausencia, la lucidez del enajenamiento –mueve al espectador, paralizado por la presencia del mismísimo Mussolini– al que el actor Miguel Torres, aporta toda la miseria humana, y la patética grandeza del Duce, en una interpretación inolvidable.

En este tiempo y espacio se baten en un duelo sin precedentes el Duce y Benito Mussolini, en el que Benito se reconoce a sí mismo como una súper marioneta del sistema, un lacayo, en el que el Duce (su alter ego) no deja títere con cabeza. Estamos ante un proceso auto reflexivo, encadenado a otras realidades, históricas, psicosociales y estéticas, que puede ser activado o desactivado, en cualquier momento, por el espectador. Mussolini va a Morir nos alerta sobre la búsqueda individual de nuestro derecho esencial a la libertad, para poder hacer camino sobre los escombros y la chatarra de una sociedad, en manos del eterno "Mussolini-Golem".


Ficha artística
Miguel Torres - Benito Mussolini
Julia Quintana - Claretta Petacci