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  Diana  Dirigida por Oliver Hirschbiegel
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El filme, dirigido por Oliver Hirschbiegel (candidato al Oscar® por "El hundimiento"), se basa en un guión del dramaturgo alabado internacionalmente Stephen Jeffreys ("The Clink", "The Libertine"). La apasionante historia de amor refleja cómo encontrar la verdadera felicidad personal permitió a Diana evolucionar para convertirse en una gran defensora de causas humanitarias a nivel internacional y lograr así los éxitos que definieron principalmente su figura.

El proyecto está producido por Robert Bernstein y Douglas Rae, de Ecosse Films ("Nowhere Boy", "Cumbres borrascosas", "Su majestad Mrs. Brown"). Matt Delargy y James Saynor (también de Ecosse) coproducen junto a Paul Ritchie. Sus productores ejecutivos son Tim Haslam, Mark Woolley y Xavier Marchand. La periodista y realizadora de documentales Kate Snell ("Diana: Her Last Love (Diana: su último amor)") también ejerce de productora adjunta.

Los cineastas han reunido un equipo sumamente creativo y de extraordinario talento para ofrecer una visión verdaderamente compasiva y perspicaz de los últimos años de Diana. Dicho equipo, encabezado por el director de fotografía Rainer Klaussman S.C.S, ("El hundimiento", "El experimento"), habitual colaborador del director, incluye también a la diseñadora de producción Kave Quinn ("Trainspotting"), el diseñador de vestuario Julian Day ("Rush"), la diseñadora de peluquería y maquillaje Noriko Watanabe ("Sin identidad", "Memorias de una geisha"), el montador Hans Funck ("El hundimiento") y la compositora ganadora del Oscar® Rachel Portman ("Emma", "Chocolat").


Trasladar la historia de Diana a la gran pantalla
La idea de DIANA surgió internamente en la propia Ecosse Films hace varios años. Lo que le interesaba contar al equipo responsable era la historia de amor entre Diana y el Dr. Hasnat Khan, un cirujano cardiaco británico de origen paquistaní. "Nos pareció que era la clave para comprender sus dos últimos años de vida", explica Bernstein. Pese a que los productores sabían que querían hacer la película, no estaban seguros de poder seguir adelante con su desarrollo hasta que se hubieran llevado a cabo las investigaciones sobre la muerte de Diana. Durante dichas investigaciones, Khan tuvo que dejar constancia en acta de su relación con Diana. "Entró en bastantes detalles con suma dignidad, que nos resultaron muy útiles a la hora de decidir que ese periodo de su vida formaba ya parte de la historia", agrega Bernstein. "Decidimos que entonces podíamos interpretar todo eso y hacer una película basada en hechos".

Desde un primer momento, a Bernstein no le interesaba hacer un biopic típico sobre Diana. Decidieron hacer una película centrada en quién se convirtió Diana en esos dos últimos años, más que en las trágicas circunstancias que rodearon su muerte. "Si te fijas en la vida de una persona famosa, tienes que centrarte en un periodo concreto de su historia y, a través de una relación clave, en su mayor parte desconocida, puedes clarificar la interpretación del cineasta de la vida de esa persona", señala.

"Esos dos años definieron a Diana y tuvimos la suerte de que ese viaje está ligado a una historia de amor", prosigue Bernstein. "Diana hizo mucho bien y fue una pionera concienciando a la gente sobre las víctimas de las minas terrestres, una causa que es importante recordar. Cómo se sentía influyó mucho en su capacidad para estar más segura de sí misma y convertirse en la mujer en la que se convirtió al final de su vida. Hasnat fue un elemento clave para que ello sucediera".

Los productores abordaron a Stephen Jeffreys, destacado dramaturgo y guionista de cine, para que llevara su historia a la gran pantalla. Por aquel entonces, ya estaban trabajando con él en una película sobre Florence Nightingale. "Queríamos trabajar con Stephen porque es un escritor fantástico de personajes, así como un guionista muy hábil", afirma Bernstein.

Los productores se reunieron con Jeffreys y le presentaron un esbozo de tres páginas de la historia sobre Diana y Khan. A los pocos días, volvió con páginas de gráficos y tablas de colores que trazaban la historia de la película. "Recuerdo estudiar esos gráficos con Ecosse y nuestros encargados de documentación en el café de Waterstone, en Piccadilly, y pensar que teníamos algo especial", recuerda.

Uno de los elementos clave de referencia del escritor a la hora de escribir el guión fue un encuentro que tuvo con Diana, cuando la princesa le entregó un galardón de los premios teatrales Evening Standard, en el Royal Court. "Me di cuenta al hablar con ella que la imagen que daba típicamente la prensa de guapa y tonta era totalmente errónea: era aguda, inteligente y rápida. Esa conversación de cinco minutos me sirvió de guía mientras escribía la película: volvía una y otra vez a la voz que había oído entonces cuando trataba de imaginarme qué diría".


Ofrecer un retrato fiel
Escribir un guión basado en personas y acontecimientos reales y, en concreto, escribir sobre una de las personas más famosas del mundo, fue una labor que Jeffreys encontró complicada. "Los sucesos cruciales de películas así son los momentos en los que no hubo testigos, las escenas privadas, generalmente entre dos personas, en las que nadie sabe realmente qué pasó. En estas escenas, tuve que dejar volar mi imaginación y valerme de mi empatía. Eso fue lo más difícil".

El equipo de realización quería mostrar la vida de Diana con la mayor precisión que les fuera posible. Por consiguiente, se realizó una intensa labor de documentación a partir de materiales de archivo y originales, así como con asesores y personas que la conocieron. "Evidentemente, hay cierta interpretación dramática, porque no siempre pudimos tener conocimiento de lo sucedido realmente a puerta cerrada pero, en esas escenas, intentamos dejarnos llevar por lo que nos pareció que exigía el espíritu del momento", comenta Bernstein.

A la hora de documentarse para escribir el guión, Jeffreys leyó gran cantidad de libros y artículos sobre temas relacionados. De todos ellos, el más importante fue "Diana: Her Last Love (Diana: su último amor)", de Kate Snell, que se convirtió en asesora del proyecto. El libro, del que Ecosse había adquirido los derechos, trata directamente de la relación de Diana con Khan, y estudia lo sucedido con una pericia digna de un forense. "Kate nos presentó a ciertas personas cercanas a Diana y las entrevistamos, lo que nos resultó sumamente útil", recuerda Bernstein. "Sin duda, parte de las observaciones que ofrece la película están parcialmente sacadas de sus esfuerzos periodísticos".

Jeffreys también leyó la obra de Sarah Bradford "Diana", "que ofrece con diferencia la mejor interpretación de la formación del carácter de Diana", asegura. Conocer a Oonagh Shalney-Toffolo, parte importante del equipo de sanadores de Diana, fue también un gran privilegio para el autor, ya que le ofreció información muy valiosa sobre los aspectos espirituales del carácter de Diana. "Por último, comer con David Puttnam en la Cámara de los Lores resultó muy significativo: conocía bien a Diana y me dijo que yo había captado fielmente su carácter".


La elección del director: Oliver Hirschbiegel se incorpora a Diana
El siguiente paso significativo para los productores fue encontrar al director adecuado para la película. "Forma parte de lo que hacemos, buscar al director. Es una decisión fundamental que tomas, así que queríamos hacer la elección correcta", explica Bernstein. Su búsqueda los condujo hasta Oliver Hirschbiegel, el director candidato al Oscar® por "El hundimiento", cinta que todos habían visto varias veces. Los productores supieron apreciar la capacidad de Hirschbiegel de crear drama a partir de alguien mundialmente famoso. "Ya había hecho una obra maestra sobre un icono, en este caso sobre un icono del mal, en los últimos días de su vida. Diana es otro icono y, a su manera, estaba atrapada en su propio búnker".

En esos momentos, los productores ni se pararon a pensar si Hirschbiegel era un director británico o no. "Simplemente nos pareció que Oliver era el director perfecto para esta película", asegura Bernstein.

Hirschbiegel había oído hablar de la ‘princesa Diana’, pero no estaba nada familiarizado con la historia que querían contar. En un primer momento, cuando le enviaron el guión, reconoce que no quería leerlo. "No me interesaba la princesa Diana, pero mi agente me dijo que Stephen Jeffreys era un gran autor, así que decidí leerlo. Me quedé completamente sorprendido, con sólo diez páginas, estaba totalmente enganchado y me encontré con algo que no esperaba: una historia de amor emocionante y conmovedora".

El guión estaba prácticamente escrito para cuando el director se incorporó al proyecto, pero Hirschbiegel quería que los espectadores fueran más conscientes de la prensa y las medidas de seguridad que rodeaban a la princesa. "Era muy perspicaz sobre cómo la vida de un famoso está sometida a un seguimiento constante y eso, en mi opinión, aumenta la sensación de aislamiento y vacío emocional de Diana en la película", opina Jeffreys.

Bernstein reconoce que fue interesante contar con un director alemán, ya que así llegaba al proyecto sin ningún tipo de juicio de valor ni ideas preconcebidas. "Creo que supuso una gran ventaja para nosotros, porque así contábamos con un colaborador al que lo que le interesaba era el argumento y el tema, en lugar de preocuparse por la imagen, la historia: toda esa clase de cosas que evidentemente tenemos nosotros aquí, en el Reino Unido".

Hirschbiegel concuerda en que le ayudó enormemente a la hora de hacer la película. "Como alemán, no formo realmente parte de lo que está sucediendo en este país, y eso me ayudó mucho, porque tengo un punto de vista muy claro. Me pareció que así pude hacer una película que fuera tan realista, sincera y verídica como fuera posible, sin tener nada que temer".

Al prepararse para la película, Hirschbiegel se documentó ampliamente por su cuenta. Leyó los mismos libros, estudió sus vídeos una y otra vez y cubrió sus paredes de fotos de la princesa. "Hablé con mucha gente cercana a ella, pero las fotografías fueron lo más útil. Es su imagen, su actitud, sus ojos, la forma en que la miraba la gente... cuentan un millón de historias". Hirschbiegel tuvo además acceso a muchas de las cartas personales que escribió Diana, que también se convirtieron en una valiosa fuente de información para él. "Escribía hasta seis cartas al día, que recogían los detalles de su situación: sus pensamientos y sus sentimientos. También se pasaba el día al teléfono y era muy directa, siempre expresaba sus emociones y cómo se sentía".

La primera idea que tuvo Hirschbiegel sobre el personaje de Diana fue que era como una estrella de cine a la antigua usanza, en la línea de Marlene Dietrich. "Irradiaba una cierta energía que sólo se ve en estas estrellas y, como todos los iconos, no era perfecta, pero eso es lo que los hace reales y por lo que los adora la gente. Las mujeres del mundo adoraban a Diana".

Cuanto más se documentaba Hirschbiegel sobre Diana, más se quedaba prendado con su carácter. La describe como el personaje más fascinante y complejo con el que ha trabajado jamás. "Marcó realmente un antes y un después. Te casas con un miembro de la familia real y puedes hacer dos cosas: o les sigues el juego, lo que provoca un gran aislamiento y no es muy divertido para una mujer, o eliges ir de rebelde y más o menos comportarte, pero al mismo tiempo llevas la contraria". Eso es exactamente lo que hizo Diana y la admira por ello. "Era una rebelde, con gran inseguridad y miedo, pero al mismo tiempo era una luchadora, y eso me encantó. La abuela de Hasnat la compara con una leona y eso es exactamente lo que era".


La historia de la película
El eje central del filme es la transición de Diana de mujer ligeramente deprimida y solitaria a alguien que consiguió sentirse realizada en su vida personal, lo que a su vez se trasladó a su vida profesional. Dentro de esa historia, se encuentra otra, la de amor entre Diana y Khan.

"Es un hermosa historia de amor", comenta Hirschbiegel. "Es importante que la gente la conozca, porque su amor tiene algo muy real, sincero y verdadero. Al mismo tiempo, es como un cuento de hadas, el hombre corriente de otra cultura que se enamora de la mujer más famosa del mundo. Nos enseña mucho, como debería hacer toda buena historia".

Al trasladar la historia de Diana a la gran pantalla, el director quería mostrar todas las facetas posibles de su personalidad. Observa que, como todos los iconos, Diana llevaba una existencia muy especial, pero esa clase de existencia puede provocar un gran aislamiento que, combinado con cierta sensación de paranoia, hacía su vida muy difícil. "La primera vez que vemos a Diana al principio de la película, su vida se ha quedado estancada. Se encuentra muy aislada en el Palacio de Kensington, aún no está divorciada, así que busca algún tipo de norte", comenta. Para recalcar su soledad, filmó muchos momentos privados, con Diana atrapada en su apartamento, sola, realizando tareas cotidianas, que suponen un gran contraste con su vida pública de princesa.

"Cuando Diana conoce a Khan, comprende la importancia no sólo de dar amor, para lo cual tenía una capacidad extraordinaria, sino también de recibirlo", explica Hirschbiegel. El director sigue su relación hasta el punto en que se dan cuenta de que, aunque estén en sintonía espiritual y emocional, sus vidas no son compatibles. "Estaban muy comprometidos en su relación pero, en última instancia, no podían llegar al compromiso final, y eso es lo que dramatizamos", explica Bernstein.

Hirschbiegel cree que Diana y Khan se reconocieron de inmediato como almas gemelas. "Los dos son lo que yo llamo ‘gente llena de energía’. Ambos eran sanadores y eran muy perspicaces sobre las necesidades de la gente. Él sigue siendo un doctor y, aunque ella nunca practicara, creo que tenía la misma energía curativa. Toda la gente con la que he hablado se ha mostrado de acuerdo en que, cuando cogía a alguien de la mano, elevaba a esa persona".

Los productores concuerdan con esta interpretación. "Ambos querían salvar vidas y ese es el elemento clave de nuestra historia de amor. Hasnat es un cirujano cardiaco, está muy entregado a su labor y Diana quería ayudar a la gente, así que había una razón de ser que los unió".

"¿Quién sabe qué habría pasado si siguiera viva hoy día?", se pregunta Bernstein. Hasnat ha declarado recientemente cuando inauguró el hospital de Pakistán que Diana habría estado sin duda a su lado, ya fuera como su mujer o casada con otra persona. "Da la sensación de que, desde su punto de vista, no todo estaba necesariamente acabado de manera definitiva, pero no tuvo ocasión de disfrutar de una segunda oportunidad y eso es lo trágico de esta historia", observa.


Asumir el papel de una princesa: Naomi Watts encarna a Diana
Para interpretar a Diana, el equipo de realización no se molestó en buscar más allá de la actriz de origen británico Naomi Watts, candidata al Oscar® en dos ocasiones por sus papeles protagonistas en "21 gramos" y "Lo imposible". "No sé quién más podría haber sido adecuada y haberlo hecho bien", asegura el director. "Naomi es una actriz exquisita y extraordinariamente buena. Es un camaleón. Sabes que es ella y, al mismo tiempo, es sin lugar a dudas el personaje que interpreta, y en este caso estás viendo a Diana. Es un don excepcional".

Como actriz, Watts es más conocida por intervenir en películas ambientadas en la actualidad. "Esta película es casi contemporánea, así que necesitábamos que quedara moderna y real. Naomi encarna todas esas cualidades en la gran pantalla", opina Bernstein. "Es una actriz muy valiente, y sus películas anteriores han tratado en su mayoría con emociones intensas. Sabíamos que poseía el registro y el valor necesarios para interpretar el papel".

Además, era importante para el equipo de realización que Watts fuera británica. "Naomi nació en Gran Bretaña, lleva este papel en su ADN. Recuerda dónde estaba el día que murió Diana y el impacto que tuvo en ella y en el mundo. Encarna perfectamente el papel y su capacidad para captar la voz de Diana es increíble".

No fue nada fácil para Watts decidir si aceptaba interpretar un papel tan icónico. Cuando se lo ofrecieron, se encontraba en Australia rodando "Dos madres perfectas", para la directora Anne Fontaine. "Le di muchas vueltas a la idea durante un tiempo, porque es evidentemente la mujer más famosa de nuestros tiempos y eso conlleva una presión enorme. Todo el mundo considera que la conoce, así que me pregunté si podría llegar a hacer mío el personaje".

El equipo de realización no cejó en su empeño de convencerla, hasta que finalmente accedió a leer el guión. Al mismo tiempo, empezó a documentarse por su cuenta y no tardó en descubrir que había muchas cosas sobre Diana que no sabía. Eso le resultó interesante. "Quedé decididamente fascinada con la idea y me gustó que fuera una gran historia de amor. Me di cuenta de que había muchas cosas que no sabía sobre su vida, como era el caso de esta relación en torno a la cual giraba la película".

Watts quedó rápidamente cautivada con el personaje de Diana. Se trataba de un papel que abarcaba todo lo que busca como actriz. "Me gusta interpretar a mujeres complicadas y llenas de contradicciones, y Diana era eso y mucho más. En ciertos momentos, era fuerte y rebelde, pero también podía ser feliz, divertida, coqueta, traviesa e increíblemente sabia. Me interesa ver a esa clase de mujeres en la gran pantalla. También me atraen esa clase de mujeres en mis amistades en la vida real".

Pero no podría haber asumido el papel de Diana sin el director adecuado para proporcionarle el apoyo que necesitara. Watts ya era admiradora de "El hundimiento", que califica de obra maestra y genialidad narrativa. "Cuando me reuní con Oliver, me di cuenta de que se había obsesionado por completo con Diana y se había metido de lleno en su mundo. Nos sentamos y comparamos historias, y supe que aceptar este papel era cuestión de confiar plenamente en él y en el guión". En manos de Hirschbiegel, pensaba que la película funcionaría. Varias semanas después, se trasladó a Londres para iniciar el proceso de convertirse en Diana.


Convertirse en princesa
Watts se metió de lleno a documentarse y prepararse para el papel. "Sin duda, me preparé más para este papel que para ningún otro que haya interpretado", admite Watts. Durante ese tiempo, Hirschbiegel siguió enviándole infinidad de detalles e información que se iba encontrando, como el perfume que usaba Diana.

Para Watts, el elemento más importante para convertirse en Diana era la voz. "Pasé seis semanas intensivas de preparación diaria con Penny Dyer ("La reina (The Queen)", "Mi semana con Marilyn"), antes de empezar el rodaje, así como con William Conacher ("Un largo viaje", "Billy Elliot (Quiero bailar)"), que siguió preparándome durante el mismo. Tenía claro que era algo que tenía que conseguir", explica. "La voz de Diana es algo que todos recordamos muy bien. Era aristocrática, pero no de esa aristocracia inmutable, a la antigua usanza. Era cariñosa y moderna, sonaba más entrecortado, que hace que resulte más atractivo. Tenía que conseguir plasmar muchos detalles correctamente. Hasta mi madre me dijo: ‘Dios mío, no sé si conseguirás hacer bien esa voz, Naomi’".

La entrevista de Panorama entre Diana y Bashir fue la mayor fuente de información en la que se centró la actriz. "La vi una y otra vez, y escuchaba las voces a diario en las semanas previas al rodaje y durante el mismo".

Watts aprovechó la entrevista para estudiar la voz de Diana, sus gestos, la forma de mover la cara, el pelo y los ojos. También la utilizó para entender mejor su carácter y, cuanto más la escuchaba, más llegó a admirarla y a comprender por qué decidió expresar su opinión.

"Creo que sus respuestas en esa entrevista fueron fenomenales. Sé que hay división de opiniones al respecto, pero creo que yo habría querido hacer lo mismo, y no sé si habría tenido tanto valor. Se trata de una mujer que se metió en esa vida a los 19 años sin la más mínima preparación. Me encantó que luchara por su felicidad por encima de todo y me descubro ante ella".

Una vez iniciada la preproducción, Watts colaboró estrechamente con Noriko Watanabe ("Memorias de una geisha", "Retrato de una dama") en el diseño de su peinado y maquillaje. Junto con Hirschbiegel, estudiaron cientos de fotos de Diana tomadas entre 1996 y 1997. El equipo se mostró de acuerdo en que, aunque era importante lograr un aspecto que resultara convincente para los espectadores, no querían que Watts se convirtiera en una caricatura. "Naomi no es una doble de Diana y no era eso lo que buscábamos", explica Bernstein. "Es nuestra interpretación y, evidentemente, el aspecto es una parte de esa interpretación".

Los peinados de Diana fueron algunos de los más fotografiados y documentados del mundo, y definieron las distintas etapas de su vida. Para Watts, su transformación empezó con la peluca. "Tenemos cuatro pelucas, porque lució varios colores y longitudes entre 1995 y 1997. Eso resultó bastante duro durante el rodaje, porque a menudo había cuatro cambios al día", explica.

La siguiente característica definitoria de Diana era su nariz. "Nuestras narices son completamente distintas, así que quería algo que diera más fuerza a la mía, sin distraer demasiado", comenta. Probaron distintas opciones, antes de decidirse por un pequeño prostético para el caballete de su nariz.

Pese a añadir pelucas y nariz, el director afirma que todo estaba en los ojos. Eso implicaba el uso de gran cantidad de rímel y, para la entrevista de Bashir, un lápiz de ojos especialmente fuerte. Watts también se afeitó las cejas para que se parecieran más a las de Diana. "El maquillaje era en realidad muy simple, pero sus ojos siempre tenían algo increíble. Podían cambiar de mostrarse muy tímida y vulnerable a un intenso contacto visual que resultaba casi desafiante. Gracias a sus ojos, la historia podía contarse a menudo con una simple mirada", explica.

Además de adoptar algunos de sus rasgos físicos, Watts tuvo que acostumbrar a su rostro a moverse en dirección contraria. "Mi cara tiende a ir a la derecha, pero la de Diana va hacia la izquierda, así que tuve que aprender a usar ese lado. La verdad es que fue difícil acostumbrar a mi cara a moverse al contrario".

El vestuario también desempeñó un papel importante en la transformación de la actriz. La ropa de Diana estaba tan bien documentada como su pelo, y forma parte importante de la imagen con la que la gente está familiarizada.

El diseñador de vestuario Julian Day ("Rush", "Nowhere Boy") se centró en bloques de colores sencillos en azul marino, negro, beis y crema. "En los últimos años de su vida, Diana adoptó un estilo muy sencillo, elegante y clásico. Llevaba muchos vestidos sueltos y no llevaba muchos estampados", comenta. "Charlé con Naomi sobre qué le sentaba mejor y hablamos de su aspecto. Era importante aunar las dos cosas: lo que la favorecía a ella y lo que favorecía a Diana. Es la idea de su estilo y elegancia más que cualquier otra cosa".

Day se puso en contacto con varios diseñadores para reproducir algunos de los conjuntos para la película. Versace, uno de los diseñadores favoritos de Diana, reprodujo el vestido azul exacto que llevó Diana al evento de Victor Chang en Sídney, Australia. Jacques Azagury, otro de los diseñadores favoritos de Diana, les prestó dos de los vestidos que llevó la propia Diana. "Proporcionalmente, le sentaban a la perfección a Naomi y sólo tuvimos que alterarlos ligeramente", recuerda.

No toda su ropa eran recreaciones exactas de los conjuntos de Diana. "Lo que hemos hecho ha sido reproducir su estilo, más que copiar cada prenda. Puede que a algunas personas les guste eso y a otras no, pero no estamos haciendo un documental. Hay muchas ocasiones en las que la gente no sabe lo que llevó, así que me lo tomé como un diseño completo, en lugar de reproducir prendas individuales".

Para las escenas más representativas de la película, el equipo de realización opinaba que el vestuario tenía que coincidir exactamente, porque se trata de imágines vistas ya muchas veces. Eso incluye la entrevista con Bashir, la gala benéfica de Victor Chang y la cruzada contra las minas de Diana. "Como estas escenas son tan famosas, era importante no sacar a los espectadores de ellas", explica Day.


Reunir el reparto en torno a Diana
Naveen Andrews, que procede originalmente del norte de la India, fue la primera y única elección del equipo para interpretar a Khan. "Tras haber visto su trabajo en ‘El paciente inglés’ y la serie de televisión ‘Perdidos (Lost)’, nos dimos cuenta del amplio registro que poseía", comenta Bernstein. "Consigue sin duda ganarse la simpatía del público con su trabajo".

Hirschbiegel agrega que fue la primera persona en la que pensó al leer el guión. "Recordé "El paciente inglés", de Minghella. Entonces, me encantó la historia de amor entre Naveen y Juliette Binoche y me conmovió más que las otras historias. Pensé: ‘necesito a ese tipo’. Tuvimos la suerte de que estuviera disponible".

De todos los personajes del filme, Jeffreys señala que Khan fue el más difícil de escribir. "Se resiste mucho a la publicidad. Lo admiro enormemente y espero fervientemente que aprecie que lo hayamos devuelto al lugar que legítimamente le corresponde en la historia de Diana", observa. Los productores concuerdan en que mostrar a alguien que sigue vivo, que es sumamente reservado, resulta muy complicado pero, al final, Andrews lo consiguió a la perfección. "Creo que Naveen captó completamente la esencia de Hasnat, con un gran encanto, sensibilidad y alegría de vivir".

Andrews recibió el guión de sus agentes y sobre la marcha reaccionó positivamente al proyecto. "Quería hacer una historia de amor, algo muy puro, similar al título de David Lean ‘Breve encuentro’. Cuando me reuní con Oliver, parecía entender bien la faceta espiritual de Diana, un conocimiento que impregna su visión de la historia de amor y de toda la obra en general".

Andrews agradeció poder contactar con gente que conoce o conoció al cirujano cardiaco y se mostraron dispuestos a hablar con él. A través de ellos, pudo hacerse una idea de la clase de persona que era en la época en la que se ambienta la película. Las escasas imágenes que existían, especialmente una entrevista de años más tarde, también le resultaron muy útiles. "Sobre todo, descubrí que Hasnat está completamente entregado a su vocación como cirujano cardiaco. También es muy masculino y no parece sufrir las neurosis habituales que aquejan a la mayor parte de los hombres modernos".

El equipo de realización siempre había tenido intención de tratar a Khan con sensibilidad y respeto al trasladar su personaje a la gran pantalla. "Es importante crear una película en la que aparezca él", reconoce Bernstein. Andrews es de la misma opinión. "Dado que buena parte del reparto interpreta a gente real, sentimos una tremenda responsabilidad hacia ellos. Me gustaría pensar que se trata de una historia que les gustaría que se contara".

Aunque el equipo sabe que Khan conoce de la existencia del proyecto, reconocen que no han tenido oportunidad de reunirse con él. Hirschbiegel admite que lo habría encontrado muy difícil. "Soy consciente de lo trágico que debió de ser para él. Todo el que haya estado enamorado de verdad debe saber cómo se siente uno al perder a un ser querido así, y es una idea muy triste y dolorosa. Sé que está ahí y que probablemente acabe viendo la película en algún momento, así que espero haberlo hecho todo bien".

Watts y Andrews están rodeados en DIANA de un excelente elenco de actores británicos de gran talento y veteranía. Douglas Hodge (Paul Burrell), Geraldine James (Oonagh Toffolo), Charles Edwards (Patrick Jephson) y Juliet Stevenson (Sonia) asumen estos importantes papeles. A la hora de elegir a estos actores, el equipo de la película pudo reunirse con algunas de las personas reales a las que interpretaban, lo que supuso una enorme ayuda, aunque el director recalca que no buscaba dobles.

"Para Jephson, por ejemplo, buscaba la actitud y sensación adecuadas. El Jephson de verdad es más fornido". Charles Edwards, al que se ha podido ver recientemente en la galardonada serie "Downton Abbey", se muestra de acuerdo en que no guarda ningún parecido físico con él. "Se trata más bien de transmitir la idea de él, en lugar de realizar una recreación calcada", explica. A Edwards le gustó la película porque es una historia de amor. "El otro aspecto que me gustaba de ella es que Carlos y la reina no aparecen. Es la gente sobre la que quizá sepas menos, aparte de ella, naturalmente, lo que hace que merezca la pena contar esta historia".

A la hora de buscar al actor adecuado para interpretar a Paul Burrell, aunque Hirschbiegel había encontrado prensa negativa sobre él, decidió que quería buscar a alguien agradable. "Hay que recordar que Paul era, por aquel entonces, muy importante para Diana. La quería y debió de quedar destrozado cuando ella murió".

Douglas Hodge, la estrella ganadora del premio Tony® de "La jaula de las locas", mostró bastantes reservas cuando se enteró de que estaban preparando una película sobre Diana. "Cuando pensé en Paul Burrell, sentí aún más reservas. Pero entonces descubrí que Oliver iba a dirigirla, así que supe que tendría un enfoque distinto sobre el tema".

Al empezar a documentarse, Hodge quedó sorprendido por cuánto material se había escrito sobre Burrell y cuánto procedía directamente de él. Descubrió innumerables libros, cientos de horas de imágenes, vídeos, entrevistas e incluso un reality show de televisión. "Lo vi todo, pero aún así tampoco me interesaba hacer una imitación exacta. Creo que lo que me interesa es su devoción por ella, su detallismo, esa clase de cosas".

Aunque Geraldine James ("Millennium: Los hombres que no amaban a las mujeres", "Sherlock Holmes") no se parece nada a Oonagh Toffolo, el director consideraba que daba el tono adecuado. Se reunió con Oonagh en varias ocasiones y cree que quedará contenta con la elección. "Geraldine captó su cordialidad y espiritualidad a la perfección", asegura.

No todos los personajes representan a personas reales. El personaje de Sonia que interpreta Juliet Stevenson ("Truly, Madly, Deeply", "Quiero ser como Beckham") no se basa en ninguna persona concreta. "En realidad se basa libremente en distintas amigas que tenía Diana por aquel entonces, entre ellas su sanadora, asesora espiritual y terapeuta. Es una amalgama de todas ellas", explica Bernstein.


Empieza el rodaje
El rodaje se llevó a cabo a lo largo de nueve semanas en más de 100 exteriores entre Croacia, el sureste de Inglaterra, el centro de Londres, Pakistán y Mozambique. "Es una película muy ambiciosa", reconoce Bernstein. "Empezamos en Croacia, que hizo las veces de Australia, el Mediterráneo, Rímini y Bosnia. Creo que pasamos por 30 exteriores en las dos primeras semanas de rodaje". Estuvieron un día en Trieste de regreso a Londres, para filmar las secuencias ambientadas en el exterior del hotel Ritz de París.

De regreso al Reino Unido, rodaron en los lugares más evidentes – el club de jazz Ronnie Scott’s, Hyde Park y el interior del Palacio de Kensington, que se recreó en un viejo edificio de Langleybury, a las afueras de Londres. Tras un descanso en el rodaje a causa de una lesión producida durante el mismo, el equipo se trasladó a Mozambique, que hizo las veces de Angola, para los hospitales y las minas terrestres, así como el interior del hogar pakistaní. El rodaje acabó con unos días más en Pakistán, para filmar los exteriores en los que se recreó la llegada de Diana a ese país.

Para la diseñadora de producción Kave Quinn, la labor de documentación que realizó su equipo fue fundamental. "Hay escenas del guión que se ambientan en momentos muy específicos de tiempo, y Oliver quería reproducir exactamente dichos momentos. Eso incluye el hospital de Angola, la visita de las minas terrestres, la subasta de Christie’s, la gala benéfica de Victor Chang y la visita de Diana a Bosnia. Prefiere usar lugares reales, en lugar de decorados, así que utilizamos muchos exteriores para recrearlos".

La diseñadora tuvo algo más de libertad en las escenas privadas a puerta cerrada, que no quedaron documentadas por la prensa y el público no tuvo ocasión de ver. Esas escenas incluyen el interior del palacio y el interior del apartamento de Khan. Quinn tenía fotografías del apartamento de Diana en el Palacio de Kensington, pero no sabía realmente qué aspecto tenía en la época en la que la princesa residió allí. "Tuve que profundizar mucho para averiguar tanto como nos fuera posible sobre su cocina, su sala de estar – los detalles más insignificantes, para luego tomar los elementos esenciales de dichos detalles y recrearlos". Conocía de forma aproximada la distribución de las habitaciones, pero se han ido añadiendo diversas partes al palacio en distintos momentos. "Nos tomamos ciertas libertades, pero no nos apartamos demasiado".

Al equipo le costó encontrar una localización adecuada para el Palacio de Kensington mucho más de lo que esperaban. Tenían bastante limitado lo que podían usar, a causa de la familia real. "No podíamos usar casas de la Dirección General del Patrimonio Nacional por su afiliación con el príncipe Carlos, ya que no queríamos causarles ningún disgusto. Eso hizo que el asunto se prolongara mucho más", explica Quinn.

Los productores agradecen que les permitieran filmar en el exterior de las auténticas puertas del Palacio de Kensington, porque son muy representativas. "Poder contar con esa localización y recibir el permiso de la Casa Real para filmar allí era muy importante", afirma Bernstein.

También recibieron permiso para rodar una escena de jogging en los jardines de Kensington. "La familia real sabe sin duda de la existencia de la película y nos permitió acceder a esas zonas, así que espero que sean conscientes de nuestra sensibilidad al respecto. Evidentemente, sentimos un gran respeto por ellos y, en concreto, por los hijos de ella. Queríamos hacer una película con integridad, y eso es lo que nos propusimos desde el primer momento".

Al contar esta historia, el director y los productores querían incluir los momentos más representativos de los dos últimos años de la vida de Diana. "Hay ciertas escenas que uno esperaría ver en una película sobre Diana. Lo más importante es recrearlas de tal manera que te recuerden cómo te sentiste cuando te encontrabas en ese momento, sobre todo para los británicos", explica Bernstein. "Se sienten como grandes momentos cuando los ves en la gran pantalla", agrega Hirschbiegel.

El director demostró una eficacia increíble a la hora de recrear esos momentos que fueron tan ampliamente documentados por la prensa y han pasado a formar parte de la historia. Algunos de esos momentos incluyen a Diana observando la operación de corazón de Khan, moviéndose entre las minas terrestres de Angola, abrazando a una anciana en una tumba en Bosnia, visitando a víctimas de minas terrestres, de vacaciones en el barco de Dodi y, la que seguramente sea la más famosa, su entrevista de Panorama con Bashir. "Oliver los recreó de tal manera que te provoca un cierto escalofrío y te hace recordar cómo fue y cómo te sentiste por aquel entonces", explica Bernstein.

Para el director, era importante incluir también los momentos de Diana con la prensa. "Intenté recrear esa atmósfera que vi en los documentales sobre ella. La prensa gritándole y los fotógrafos que la seguían como una nube de insectos", comenta.

Seguramente la escena más icónica de la película es la entrevista con Bashir. Además de servir como principal fuente de información par la actriz a la hora de prepararse para el papel, también se convirtió en su escena más importante.

"Fue probablemente la parte más dura de la película para mí porque, cuando encarnas a una mujer tan famosa, las comparaciones son inevitables. Para mí, la entrevista con Bashir fue en lo que más me esforcé para que saliera bien". Watts sentía que tenía más libertad al rodar a puerta cerrada en el Palacio de Kensington, porque nadie sabe realmente lo qué sucedió allí, leas los libros que leas. "No quieres caer en la imitación, la actuación tiene que ser veraz, y no deja de ser una interpretación", explica.

"Pero con la entrevista con Bashir, quieres que quede lo más exacta posible, el tono de voz, la expresión de los ojos y su forma de articular las cosas. Me daba mucho miedo todo eso, pero también era un buen material para interpretar".

El equipo de realización se muestra unánimemente de acuerdo en que la actriz supo plasmarlo a la perfección. Ese día de rodaje fue como si Diana estuviera presente en el set. "Costaba distinguir entre la voz de Naomi y la propia entrevista", afirman los productores. "Es sorprendente lo bien que estuvo en esa escena", agrega Hirschbiegel. "Fue como ver un fantasma, observar a Naomi responder a Bashir exactamente como lo hizo entonces Diana".


El recuerdo de Diana y su legado
Los acontecimientos que recoge la película son aún bastante recientes en lo referente a la historia y Diana sigue siendo una figura que gran parte del público continúa teniendo muy presente, sobre todo en Gran Bretaña. Además, muchos de los personajes representados en la película aún están vivos. "Tuvimos que tener muchísimo cuidado al llevar esta historia a la gran pantalla. Sabemos que hemos realizado una intensa labor de documentación para esta película y, como cineastas, no podemos hacer más que producir la mejor película que nos sea posible, basada en la historia que hemos decidido contar", afirma Bernstein.

Watts siente una gran responsabilidad hacia los hijos de Diana. "Me preocupa lo que les pueda parecer. Ya son hombres y comprenden que su madre era la mujer más famosa de nuestros tiempos, así que es evidente que siempre despertará un interés". En definitiva, la actriz ve la película como una parte importante de la historia, y como una historia que había que contar y que se habría acabado contando de un modo u otro.

"Creo que todo el mundo guarda buenos recuerdos de ella por el trágico final que tuvo, y todos recordamos las grandes manifestaciones de dolor y las flores que rodeaban el Palacio de Kensington. Era una gran madre, una mujer fuerte, una persona inteligente que llenaba el vacío entre la familia real y el público. Esperamos que nuestra historia de amor contribuya a esos gratos recuerdos que guardamos de ella".

Los productores prosiguen: "Creemos haber hecho algo verdaderamente conmovedor, relevante, que arroja luz sobre los dos últimos años de la vida de este icono mundial. Esperamos que su vida sirva a los espectadores para descubrir algo nuevo, algo revelador. Esta será la primera película sobre ella y creemos haber elegido la historia adecuada".

Como con todas las historias de amor, el director espera dar a los espectadores algo en lo que pensar. "Una buena historia de amor siempre plantea cuestiones como: ¿Qué significa realmente el amor? ¿Con quién estoy? ¿Qué quiero en realidad de la vida? Suelen ser tristes y trágicas, pero nos enseñan mucho, y eso es lo que espero que haga esta", explica Hirschbiegel.