Cinemanía > Películas > Cuando todo está perdido > Comentario
Destacado: Paul Mescal es Lucio en 'Gladiator II' de Ridley Scott
  Cuando todo está perdido  (All is lost)
  Dirigida por J.C. Chandor
¿Qué te parece la película?
Gracias
Ver resultados

Protagonizada por Robert Redford. Director de fotografia, Frank G. DeMarco. Director de fotografía submarina, Peter Zuccarini. Diseñador de producción, John P. Goldsmith. Montador, Pete Beaudreau. Música compuesta por Alex Ebert. Supervisor de efectos visuales, Robert Munroe. Productores ejecutivos, Cassian Elwes, Laura Rister, Glen Basner, Joshua Blum, Howard Cohen, Eric D’Arbeloff, Rob Barnum, Kevin Turen, Corey Moosa y Zachary Quinto. Productores, Justin Nappi y Teddy Schwarzman. Producida por Neal Dodson p.g.a. y Anna Gerb p.g.a. Escrita y dirigida por J.C. Chandor.

El realizador J.C. Chandor quería rodar un thriller que transcurriera en alta mar mucho antes de que su ópera prima como director, Margin Call, fuera nominada al Oscar al Mejor Guión Adaptado. Pero tardó casi seis años en gestar la historia de CUANDO TODO ESTÁ PERDIDO, una desgarradora aventura náutica que transcurre íntegramente en alta mar con un único personaje que apenas dice palabra.

"Es una historia muy sencilla acerca de un hombre mayor que decide hacerse a la mar en solitario para una travesía de cuatro o cinco meses", explica J.C. Chandor. "Pero el destino hace de las suyas, la embarcación sufre un accidente y nos pasamos ocho días con él mientras intenta sobrevivir como sea".

El guión que presentó el realizador tenía poco que ver con los habituales de unas 120 páginas, ya que contenía las descripciones sin una sola línea de diálogo en unas 30 páginas. Es más, cuando J.C. Chandor entregó el guión al productor de Margin Call Neal Dodson, éste le preguntó cuándo le mandaría el resto.

"J.C. me dijo que no había más. Mi reacción fue una mezcla de estupor y de terror", recuerda el productor, riendo. "Nuestra primera película giraba totalmente en torno a los diálogos, y ésta era todo lo contrario. Reconozco que pensé: ‘¿Cómo porras voy a conseguir que alguien financie esto?’ Era una idea muy osada".

La productora Anna Gerb, que también había producido la primera película de J.C. Chandor, dice que leyó el guión con el realizador sentado en su despacho y que le conmovió el tono visceral de la historia.

"Al acabar de leerlo, miré a J.C. y le dije que estaba mareada", comenta. "Soy productora, me gusta controlarlo todo. La sensación de estar en medio del mar y a merced de los elementos era algo que no podía concebir".

El realizador, sin embargo, estaba muy familiarizado con el mundo de los veleros.

"Nunca he cruzado un océano en solitario, pero practico el deporte de la vela desde que soy pequeño", explica. "Sabía perfectamente dónde me metía".

J.C. Chandor añade que se sintió atraído por la sencillez de la historia, así como por el reto que representaba rodarla. Contiene reminiscencias de El viejo y el mar, de Ernest Hemingway, y tal como dice Neal Dodson: "Es una película de acción existencial acerca de un hombre solo en alta mar que lucha contra los elementos y contra sí mismo".

El recorrido de la película se hizo mucho más preciso cuando Robert Redford (El golpe), ganador de dos Oscar, aceptó el papel. El emblemático actor, director y creador del Festival de Sundance había conocido a J.P. Chandor cuando este presentó Margin Call en el Festival de Sundance 2011.

"J.P. Chandor me cayó muy bien", dice Robert Redford. "Representa a la perfección a las personas que queremos apoyar. Su visión y su forma de contar historias es muy particular".

Cuando J.P. Chandor le dijo a Neal Dodson que había pensado en Robert Redford para el papel del personaje llamado "Nuestro hombre" en el guión, el productor sabía que había muy pocas posibilidades de que el actor aceptara.

"Pensé que, cuando recibiera el guión, podía reaccionar de dos formas", recuerda el productor. "Si teníamos suerte diría: ‘Sí, esto es asombroso’. Pero lo más seguro es que dijese: ‘¿Por qué voy a meterme en algo así? No tengo nada que probar. ¿Por qué voy a pasar por un rodaje semejante?’ Pero tuvimos la enorme suerte de que aceptara".

Robert Redford entendió la originalidad de un proyecto que describe como la historia de un hombre que "supera un viaje y una experiencia de mil pares de demonios".

"Me gustó mucho el guión porque era diferente", dice Robert Redford. "Era atrevido, excéntrico, sin diálogos. Estaba convencido de que J.C. sería capaz de llevarlo a cabo, de ir más allá de lo que había escrito. Confiaba en él, en que sabía lo que hacía, que lo tenía todo muy claro. También estaba seguro de que podía apoyar su visión aun sin saber hasta dónde quería llegar, y me pareció una experiencia interesante".

Puede sorprender, pero el actor no suele recibir muchas invitaciones para protagonizar películas de cineastas independientes a los que apoya, todo lo contrario.

"No deja de ser irónico, pero desde que empezó el Festival de Sundance, ninguno de los realizadores que hemos apoyado me ha contratado", dice. Y añade, con una sonrisa: "Ninguno me ha ofrecido un papel hasta que lo hizo J.C.".

Los productores y los jefes de departamentos se reunieron para estudiar la lista de prioridades en una película como esta. Lo más importante era conseguir varios veleros y un lugar donde hundirlos. El rodaje de la historia de un hombre y su embarcación requirió tres veleros Cal de 12 metros de eslora. Los tres se usaron para el velero de "Nuestro hombre", el Virginia Jean, pero cada uno tenía una utilidad muy concreta. Uno sirvió para rodar las escenas exteriores en alta mar, otro para los interiores y el tercero para efectos especiales.

Pero no fue nada fácil encontrar tres barcos idénticos, según cuenta el diseñador de producción John Goldsmith, que tiene en su haber películas como No es país para viejos y El último samurai. "Organizamos una auténtica búsqueda y los compramos en diferentes puertos", dice. "Todos fueron importados, lo que complicó aún más la logística. Conseguimos reunirlos dos semanas antes del comienzo del rodaje".

A partir de entonces, las embarcaciones fueron sometidas a un duro tratamiento. "Creo que hicimos todo lo que puede hacerse filmando con un barco", dice el realizador. "Lo hundimos, lo volvimos a sacar a flote, lo hicimos pasar por una tormenta enorme, lo volcamos y volvimos a hundirlo. Era de suma importancia que supiéramos cómo reaccionan esas embarcaciones, cómo se adaptan al mar, cómo se hunden, y cuáles eran los diferentes elementos de los veleros para que la historia funcionara".

El director J.C. Chandor y el diseñador de producción John Goldsmith unieron sus esfuerzos para que el barco también tuviera una historia, lo que a su vez aportaría más información sobre el personaje de Robert Redford.

"JC y yo hablamos mucho acerca de lo que queríamos contar de "Nuestro hombre" a través de su velero", recuerda John Goldsmith. "¿Qué información podíamos aportar de su pasado? ¿Era un militar, un empresario, tenía familia?"

El diseñador de producción añade que J.C. Chandor le pasó notas muy detalladas. Por ejemplo, que el personaje de Robert Redford había comprado el velero cuando tenía 51 años, seis años después de su construcción. Diez años después, es posible que el mantenimiento del barco dejara algo que desear debido a la crisis económica de los noventa. También imaginó que "Nuestro hombre" se había jubilado siete años después y que había invertido unos 20.000 dólares en modernizar la embarcación.

"Posiblemente sustituyera el tapizado porque ya estaba muy ajado", comenta John Goldsmith, "o cambiase los cristales y unos cuantos aparatos electrónicos, pero no fue una remodelación. Tuvimos mucho cuidado, no queríamos exagerar, el velero no debía parecer demasiado moderno".

Dada la soledad del personaje, J.C. Chandor deja que la cámara se recree en él mientras hace cosas sencillas, algo poco habitual en las películas actuales.

"No suele verse a alguien reflexionar en una película", explica Neal Dodson. "La mayoría de las películas están ‘muy cortadas’, y disfruto con esos montajes, pero esta no tiene nada que ver. Hay secuencias de acción, desde luego, pero la cámara también se recrea en el protagonista. Le vemos comiendo sopa, disfrutar de una copa de Bourbon, cocinar, o de pie bajo la lluvia".

En una escena memorable, "Nuestro hombre" está con agua hasta el pecho recuperando víveres del velero que se hunde lentamente. Decide hacer una pausa y, colocándose delante del espejo, se afeita quizá por última vez en su vida.

"Cada uno lucha contra la adversidad como buenamente puede", dice Robert Redford, "pero cuando las probabilidades en tu contra son tan enormes, te agarras a las cosas más cotidianas por muy raro que parezca".

En otras escenas nada tranquilas, el actor, conocido por usar dobles en contadísimas ocasiones, se sube al mástil de 20 metros, es arrastrado por el barco o nada entre las velas sumergidas. En la primera secuencia de la película, el velero colisiona con un contenedor, y ‘Nuestro Hombre’ pasa de uno a otro.

"Colocamos uno de los veleros contra un contenedor con Bob a bordo", dice Neal Dodson. "El impacto es tremendo y Bob recibe un duro golpe, pero no le importó. Se subió a una lancha salvavidas, la volcamos, y tampoco se quejó. Siempre estaba dispuesto a intentarlo".

"Nos pareció genial que no quisiera usar un doble en muchos casos, pero también nos preocupaba", explica la productora Anna Gerb. "Está en plena forma, le encanta el agua y nada de maravilla. Pero pasarse el día empapado cansa a cualquiera; sin embargo, su fe en la película le motivaba. Llegaba cada día dispuesto a darlo todo por el bien del proyecto".

Robert Redford dice haber disfrutado mucho con el director, al que alaba por haber sabido sacarle lo mejor como actor.

"He hecho la película por J.C.", comenta. "Me cae bien, es un hombre alegre con un buen humor envidiable, pero lo más increíble son sus ideas, nunca deja de pensar. Tiene una enorme agilidad mental, me parece fascinante. Creo que tiene un gran futuro por delante porque sabe lo que quiere y cómo conseguirlo, pero siempre aparenta tranquilidad, y eso no es fácil. Es muy intuitivo, estoy convencido de habrá sabido plasmar su visión".

J.C. Chandor solo usó efectos digitales para realzar la lejanía y el cielo, así como las olas que golpean el barco. Un equipo de SPIN VFX, con sede en Toronto, se encargó de los efectos visuales bajo la supervisión del propio J.C. Chandor y de Robert Munroe (X-Men).

Rodar en el agua siempre es complicado, y todavía más en una película sin una sola toma en tierra firme. El equipo filmó en varias zonas del Caribe y del Pacífico, entre otras frente a la costa de Ensenada, México, a unos 130 kilómetros de San Diego. Durante el rodaje, Robert Redford entró en un puerto capitaneando el Virginia Jean con un boquete abierto en un lado.

"Mereció la pena contemplar la reacción de la gente que había en el puerto", dice Anna Gerb. "Todo el mundo se quedó asombrado al ver el velero, que tenía toda la pinta de haber sufrido muchas calamidades, con un equipo de filmación a bordo y Robert Redford al timón".

Las tomas acuáticas, los bancos de peces, las barracudas y las docenas de preciosos aunque aterradores tiburones se rodaron en las Bahamas, en la costa de Nassau y Lyford Cay, donde el equipo de rodaje submarino bajó a más de 30 metros de profundidad.

Las secuencias con los enormes buques de transporte se rodaron cerca de Los Ángeles, un poco más al sur del puerto de Long Beach, y también cerca de la isla Catalina.

Pero alta mar no es un sitio muy seguro para hundir un velero. Para el rodaje de estas escenas, la colisión con el contenedor y otras, los cineastas prefirieron recurrir a las piscinas de filmación más grandes del mundo en los Baja Studios de Rosarito Beach, en Baja California, México. Fueron construidas para el rodaje de Titanic, de James Cameron, que necesitaba un espacio muy controlado para las espectaculares escenas de la película. De hecho, algunos miembros del equipo de CUANDO TODO ESTÁ PERDIDO habían trabajado en esa película, como la directora de producción Luisa Gómez da Silva.

Se usaron tres gigantescas piscinas, entre ellas la piscina exterior más grande del mundo, construida frente al océano, que se funde con el horizonte y el mar gracias a su borde infinito.

"Tiene el tamaño de unos tres campos de fútbol y da la sensación de estar en alta mar", explica Anna Gerb. "Es como rodar en medio del mar, pero en un ambiente controlado donde se puede hacer de todo con seguridad. Es el único sitio del mundo donde podíamos rodar esta película".

El realizador y el diseñador de producción pensaron que con tres veleros tendrían suficiente, pero para una secuencia de gran dramatismo en la que el Virginia Jean zozobra y vuelve a enderezarse en varias ocasiones durante una tormenta terrible, tuvieron que recurrir a la creatividad. En principio se pensó que el barco dedicado a los efectos especiales sería perfecto para la escena, pero pronto se hizo obvio que hacía falta encontrar una forma de proteger a Robert Redford, por lo que varios departamentos se unieron para idear un mecanismo especial.

A la vez, el supervisor de efectos especiales Brendon O’Dell (Training Day/Día de entrenamiento) tuvo que inventar soluciones creativas para simular los violentos movimientos del velero atrapado en la tormenta. "Normalmente, en una película de gran presupuesto, se construye un complicado mecanismo que mueve el barco en cualquier dirección", explica. "Pero es una solución muy cara y requiere mucho tiempo. Tuvimos que inventar otra cosa".

El equipo de Brendon O’Dell optó por usar una sencilla estructura mecánica y cilindros hidráulicos que realzaran los movimientos del barco en el agua. "Nos limitamos a inclinar la proa del barco mediante un cilindro y a elevar la popa, y viceversa", dice. "También funcionaba a babor y estribor. La verdad, quedó muy bien".

Un rodaje de esta complejidad requirió siete semanas de meticulosa preparación, algo inusitado para una pequeña película independiente de bajo presupuesto. "Diseñamos un plan de rodaje que incluía todas las escenas con agua, las escenas sin agua, las escenas con tormenta, con tres barcos, tres piscinas y un plató adicional, escenas nocturnas, diurnas, tomas con efectos visuales y sin efectos visuales", explica Neal Dodson. "Nunca había producido una película tan complicada, más aún si se tiene en cuenta que rodamos en 30 días con un presupuesto muy restringido".

El productor añade que, durante el rodaje, el equipo se basó sobre todo en un gran panel colocado en una pared de la sala de conferencias que sirvió de storyboard de la película y que casi nunca se recurrió al guión.

"No usamos el guión casi para nada", explica. "Imprimimos el storyboard para saber exactamente qué debíamos hacer cada día".

Para filmar CUANDO TODO ESTÁ PERDIDO, J.C. Chandor no contrató a un solo director de fotografía, sino a dos, concretamente a Frank G. DeMarco, que se encargaría de las tomas en la superficie del agua, y a Peter Zuccarini, de las tomas submarinas. Para el primero, la falta de diálogo era una ventaja añadida.

"Lo que más me interesó es que pueden hacerse muchas más tomas en una película sin diálogos", dice Frank G. DeMarco, que ya había trabajado con el realizador en Margin Call. "Además, al igual que en una película muda, el director guía al actor mientras se rueda. J.C. podía pedirle a Bob que recogiera algo o se moviera de tal o cual forma durante una toma sin que pasara absolutamente nada".

Pero reconoce que rodar interiores en el diminuto espacio de la cabina de un velero planteaba problemas. Robert Redford apenas tenía sitio para pasar delante de la cámara que Frank G. DeMarco llevaba al hombro.

"Usamos objetivos gran angular, lo que fue de gran ayuda", dice el director de fotografía, "y rodamos casi siempre con luz natural".

Algunos miembros del equipo no se sentían muy cómodos con tanta agua alrededor, pero Peter Zuccarini no era uno de ellos. El director de fotografía tiene en su haber documentales de surf y películas como la taquillera Piratas del Caribe: La maldición de la perla negra.

"Su equipo y él se ponen los trajes de buzo, sellan las cámaras, comprueban las bombonas de aire y desaparecen debajo del agua para regresar con imágenes absolutamente increíbles", dice un admirado Neal Dodson.

CUANDO TODO ESTÁ PERDIDO era un proyecto irresistible para Peter Zuccarini. "Mi especialidad es colocar cámaras en lugares muy mojados", dice, riendo. "Por eso, en cuanto descubrí que desde el primer momento penetra el agua en el velero, que el protagonista está sumergido y que las olas le envuelven, me entusiasmé".

El montador Pete Beaudreau (Margin Call) empezó a montar la película durante el rodaje para estar seguro de que las tomas eran válidas. Al principio fue difícil, pero dice que no tardó en acostumbrarse a trabajar en el lugar de rodaje.

"Recibir el material casi inmediatamente me permitía montarlo y enseñarle por la noche a J.C. un primer montaje de lo que se había rodado ese mismo día", dice. "Si algo no le gustaba, podía volver a filmarlo a la mañana siguiente".

En una película carente de diálogos, la música cobra mucha importancia, por lo que J.C. Chandor le pidió al aclamado cantante y compositor Alex Ebert, líder del grupo Edward Sharpe and The Magnetic Zero, que se ocupara de la banda sonora aunque nunca había compuesto para cine.

"Me pilló por sorpresa", reconoce el músico. "Es increíble que J.C. tuviera tanta fe en alguien que nunca había hecho nada para cine".

Añade que, al principio, el director le pidió que compusiera piezas de tonalidad apagada que pudieran mantenerse durante toda una escena. También fue muy específico al pedir que no hubiera piano en la instrumentación. Esto último planteó un reto al músico, que ya había compuesto algunas piezas para piano, pero entendió el razonamiento de J.C. Chandor.

"Hay una emoción inherente en el piano", explica. "Queríamos evitar cualquier emoción o tensión ‘preparada’. Poco a poco fui atreviéndome a más, y después de unas cuantas pruebas con J.C., creo que conseguimos el equilibrio perfecto".

El músico añade que probó con varios instrumentos, como sintetizadores, cuencos de cristal y cuencos tibetanos. También grabó orquestaciones por ordenador que luego serían interpretadas por orquestas. En otras ocasiones compuso temas al piano para luego adaptarlos a la flauta u otros instrumentos por ordenador. Seth Ford-Young, bajista de Magnetic Zeros, se encargó de componer sonidos que evocaran llamadas de ballenas y otros mamíferos acuáticos.

"La mayor dificultad fue respetar la delgada línea que separa la realidad del melodrama", dice Alex Ebert. "No debíamos pasarnos, pero tampoco podíamos quedarnos cortos. Había que encontrar el punto perfecto. Cualquier otra cosa habría sido infravalorar la película".

En su opinión, CUANDO TODO ESTÁ PERDIDO es una película inherentemente emotiva con mucho en juego, y lo principal era expresarlo musicalmente.

"Habla de la belleza", dice. "Es emocional, como todo lo que gira en torno a la vida y a la muerte. Son las dos preocupaciones principales del ser humano, y puede que muchos piensen que me paso de dramatismo, pero el personaje está solo en medio del océano. La música debe ser conmovedora porque vive momentos estremecedores. Debíamos ir en la misma dirección que la película".

La tarea de construir un paisaje sonoro lo suficientemente potente como para sostener una película casi sin diálogos que transcurre en medio del océano recayó en el oscarizado equipo que se ha ocupado de éxitos de la talla de Salvar al soldado Ryan y Parque Jurásico, compuesto por Richard Hymns y Gary Rydstrom, y sus colegas Steve Boeddeker y Brandon Proctor, de la famosa empresa SkyWalker Sound. No era la primera vez que trabajaban en una película protagonizada por Robert Redford, y se alegraron de volver a hacerlo.

En cierto modo, CUANDO TODO ESTÁ PERDIDO es un homenaje al aparentemente infinito ingenio o aguante del ser humano, tal como lo demuestra el personaje de Robert Redford, que rehúsa darse por vencido.

"El personaje llega a un punto en que muchos simplemente se rendirían", dice el actor. "Está en medio de ninguna parte, nadie va a ayudarle y ya no puede hacer nada más, pero aun así no se da por vencido".

Robert Redford recuerda otra película de extrema sencillez que tiene algo en común con CUANDO TODO ESTÁ PERDIDO y en la que interpreta a un hombre solitario que se enfrenta a la naturaleza.

"Pensé en Las aventuras de Jeremiah Johnson, en la película y en el personaje, sobre todo porque yo había desarrollado el proyecto", dice Robert Redford, hablando de la película de 1972. "Podía elegir entre rendirse o seguir adelante, y decide seguir porque está en su naturaleza. Creo que esta película implica lo mismo. El personaje sigue adelante porque no puede hacer otra cosa. Quizá otros no lo harían, pero a él no le queda más remedio".

En esos momentos de tremenda angustia, "Nuestro hombre" rompe su silencio y pronuncia una o dos palabras muy efectistas.

"Por fin oímos la voz del gran Robert Redford en una escena", dice la productora Anna Gerb. "No hay diálogos, pero durante un breve momento, dice algo. Oír su voz, el tono – todos conocemos la voz de Robert Redford –, me parece muy emotivo".

Para el productor Neal Dodson, el impulso de supervivencia, aun cuando todo parece estar perdido, es el núcleo de la película.

"Describe nuestra lucha constante", dice. "Cómo nos empeñamos en vivir, cómo luchamos contra la muerte aunque haya llegado el momento de irnos. Es algo que la filosofía, la religión y los grandes pensadores han intentado explicar desde que el ser humano pisa la Tierra. Y creo que la película se atreve a plantear esta pregunta atemporal de un modo nuevo. Personalmente, me interesa mucho más ver y hacer películas que plantean preguntas, a películas que quieren contestarlas".

"No creo que se haya visto una película como esta", sigue diciendo. "Es una visión muy especial en la que seguimos a un hombre capitaneando un barco en solitario, durante 90 minutos. Es una aventura. Pero creo que la pregunta existencial que contiene es lo que más impactará al espectador".

El realizador J.C. Chandor desea que el público se vea reflejado en la valentía del superviviente.

"Espero que el personaje se convierta en un ejemplo y que el espectador se vea reflejado en él, que sea la personificación de algunas de sus esperanzas, preocupaciones, sueños, miedos, los rasgos básicos del ser humano. Tampoco he querido hacerloi muy obvio, ojalá sea como una especie de espejo. Y si he hecho mi trabajo correctamente, espero que la película, al igual que el viaje de "Nuestro hombre", sea tan apasionante como aterradora, emotiva e inolvidable".