"El amor llega más naturalmente al corazón humano
". (Nelson Mandela)
Mandela: Del Mito al Hombre es la adaptación al cine de la historia personal de uno de los líderes más venerados del mundo, Nelson Rolihlahla Mandela. Basada en su autobiografía, los derechos cinematográficos para realizar esta película se confiaron en exclusiva al productor Anant Singh, y se trata de la primera producción que cuenta toda la historia de Mandela. Esta cinta épica recorre la excepcional vida del personaje, desde sus primeros años como niño pastor en el campo en Transkei hasta su investidura como el primer presidente democrático de Sudáfrica.
Su director, Justin Chadwick (The First Grader, Las hermanas Bolena) lidera un equipo en el que también se incluye al guionista nominado al Óscar® William Nicholson, autor de guiones como los de Tierras de penumbra, Gladiator y Les Miserables.
El varias veces galardonado actor Idris Elba (The Wire, Luther, Prometheus, Pacific Rim y Thor) da vida a Nelson Mandela, mientras que Naomie Harris (The First Grader, Skyfall) es Winnie Madikizela Mandela. El estelar reparto sudafricano se completa con Tony Kgoroge (Invictus), Riaad Moosa (Material), Fana Mokoena (Guerra mundial Z, Machine Gun Preacher), Jamie Bartlett (Amar peligrosamente), Deon Lotz (Skoonheid, Sleepers Wake), Simo Mogwaza (Distrito 9), Terry Pheto (Tsotsi), Thapelo Mokoena (Nothing For Mahala) y el cantante religioso y poeta de la nación Zolani Mkiva, que saltó a la fama durante la investidura de Nelson Mandela como presidente en 1994.
Sus productores ejecutivos son Sanjeev Singh y Sudhir Pragjee, de Videovision; Cameron McCracken y Francois Ivernel, de Pathé; así como Geoff Quena y Basil Ford, de Industrial Development Corporation; junto a Philisiwe Buthelezi y Hlengiwe Makhathini, del National Empowerment Fund; mientras que Vlokkie Gordon, Brian Cox y Robert Naidoo son sus coproductores.
El ganador al premio a la Mejor Fotografía del Festival de Cine de Sundance, Lol Crawley (Hyde Park on Hudson), es el director de fotografía, con Johnny Breedt (Catch a Fire) como diseñador de producción. El vestuario ha sido diseñado por Diana Cilliers (Distrito 9) y Ruy Filipe (The Bang Bang Club), y el montaje ha estado a cargo de Rick Russell.
Declaraciones del director
El director Justin Chadwick reconoce que se enfrentó a un enorme reto al realizar una película no solo sobre el hombre de Estado más admirado del siglo XX, sino también sobre un icono internacional y una persona enormemente amada. "Mi instinto me decía que debía concentrarme en su historia como hombre. Cuando me reuní con sus hijas y con otras personas que habían estado cerca de él y les hablé de mi enfoque de la película, todos subrayaron lo mismo: Sí, trátalo como un hombre. Cuenta su historia como hombre".
"Lo que más me ayudó fue la aportación de Anant. A lo largo del mucho tiempo que duró la preparación de esta película, desarrolló una relación sincera y profunda con personas que habían participado en la lucha contra el apartheid. Anant me envió unos paquetes enormes con libros y unas fotografías increíbles sobre la época, ¡tengo una estantería llena de material! Igualmente, la Fundación Nelson Mandela hizo un trabajo estupendo al catalogar ese período de la historia y me permitió acceder libremente a él. He visto grabaciones muy sorprendentes que se han hecho públicas, pero también material que nunca ha salido a la luz, como entrevistas sin editar con Winnie y Madiba (el nombre del clan de Mandela)".
"Aunque sabía qué película quería hacer, era muy consciente al haber nacido en Manchester de que era un extraño, así que escuché a los compañeros de Madiba y a quienes estuvieron cerca de él, y eso me ayudó a encontrar mi camino en la película. Puesto que su autobiografía es tan extensa, se podría hacer una miniserie de 24 capítulos y todavía se quedarían cosas fuera, pero quería que esta fuera una experiencia cinematográfica que se visualizara en una única sesión, por lo que pensé que lo que necesitaba era un punto de vista y no una historia amplia de su vida desde la niñez hasta el anciano. Eso era demasiado. Así que fueron esas conversaciones personales lo que me permitió llegar a la emoción de esta historia".
"Cuando Anant me habló por primera vez del proyecto, subrayó que el núcleo de la historia era la narración humana: el coste para el hombre, el coste para la familia, y para su relación con Winnie. Como director, me parecía un enfoque apto para la cámara. Sí, recordábamos esas imágenes por televisión y los momentos icónicos en los que fue liberado, pero quería que la cámara traspasara las puertas cerradas antes de ese momento, y su interacción personal con sus hijas, y nuestro guionista, William Nicholson, estuvo de acuerdo".
"Creo que puesto que ha sido un proyecto que se ha dilatado tanto en el tiempo existían muchas expectativas acerca de cómo se iba a contar la historia. ¿Iba a ser una película biográfica para alabar al personaje? Sí, por supuesto, queríamos conseguir un ambiente 100 % auténtico, pero quería enfocarlo también como una película moderna; si había una persecución en coche en la historia, lo haríamos como en una película moderna. Queríamos que la cinta fuera visceral. La vida de Mandela fue una montaña rusa, tanto antes como después de su paso por la cárcel; su dolor personal como un hombre separado de su familia y, después cuando fue liberado siendo ya relativamente mayor y tuvo que enfrentarse a unos momentos muy violentos dentro de la historia de Sudáfrica. Hemos hecho todo eso en la película".
"La forma en que hemos realizado la película va a resultar entretenida, y creo que va a sorprender a muchas personas, porque, aunque su vida transcurrió en un momento de la historia especialmente turbulento, cuando era joven le gustaba vivir deprisa, y lo que esos hombres hicieron en su lucha de liberación fue increíble; la película incluye secuencias de acción y un drama conmovedor y, en el fondo, se trata de una historia de amor única".
"Incorporamos esa energía y dinamismo a la película para que el público se situara en el momento en el que estaban transcurriendo esos acontecimientos y pudieran sentir como Mandela y sus compañeros cuando los vivieron. Hemos querido traspasar la piel del hombre, porque ya se han hecho muchos documentales mirándolo desde fuera, y no queríamos eso. Pensábamos en el público reunido en el cine y queríamos que se subiera a esa montaña rusa, con toda la emoción de la pérdida y el sacrificio, la lucha y el peligro".
"Si estás tratando temas que han conmocionado la vida de muchas personas, lo único que te queda es esforzarte al máximo, y todos los que hemos participado en esta producción nos comprometimos con ella al 100 %. Se lo debíamos, porque se trata de la película oficial de Mandela. Pero es mucho más que la historia familiar de Mandela, se trata de la lucha con mayúsculas, y eso sigue muy presente en la vida de todos hoy, te das cuenta cuando recorres las calles con quienes estaban trabajando con nosotros, lo notas en el equipo; la lucha sigue viva, y esta película tenía que tener valor para esas personas".
La lucha del desarrollo
El proyecto para trasladar a la gran pantalla la historia personal de uno de los mayores personajes de la historia fue una formidable odisea que se prolongó a lo largo de 16 años para su productor, Anant Singh. Como descendiente de tercera generación de indios nacido en Sudáfrica y clasificado como ciudadano "no blanco" por el gobierno del apartheid, Anant formó parte de la lucha de liberación. "Madiba fue ese icono para todos los que participaron en la lucha y, cuando empecé a hacer películas, pensé que la historia de esa liberación era tan profunda que merecía ser contada". Singh, que comenzó su carrera como productor de cine durante el período más duro del apartheid, es responsable de las primeras películas en contra del régimen del país. Irónicamente, tenía prohibido verlas en los cines segregados de Sudáfrica junto a cualquier director blanco.
Fue su estrecha relación con la destacada activista anti-apartheid Fatima Meer (autora de la biografía de Mandela, Higher than Hope, que fue aprobada por el propio Mandela mientras aún estaba en prisión) la que le llevó al personaje. Seis semanas después de la triunfal salida de Mandela de la cárcel, Singh mantuvo la reunión más importante de su vida. "Fatima me invitó a su casa ¡y allí estaba Madiba! No tenía ni idea de que iba a estar", recuerda Singh, quien pasó una hora con él en los primeros días de su libertad.
"Lo que más me sorprendió fue su humildad, su conocimiento de todo y, sobre todo, su deseo de entender mi punto de vista. Lo hacía todo muy fácil. Estaba con una persona a la que había admirado durante toda mi vida, pero, en realidad, lo sentía como un amigo. Ese día comenzó mi relación con él".
Antes de que se publicara Long Walk to Freedom en 1995, Mandela invitó a Singh a leer el manuscrito. "Me llevó todo el fin de semana e inmediatamente le dije: Aquí hay una buena película, ¡tengo que hacerla! Cuando el libro llegó a las agencias internacionales dos meses después, llovieron las ofertas de Hollywood y comenzó el tira y afloja. Singh recuerda que Madiba dijo: Es una historia sudafricana, quiero que seas tú quien la cuente".
El gran líder concedió personalmente a Singh los codiciados derechos para adaptar sus memorias personales al cine. "Todo lo que le pude prometer a Madiba fue mi compromiso y que haría todo lo posible para hacer una película de la que esperaba se sintiera orgulloso". Aunque Singh era consciente del inmenso honor que se le había concedido, también se enfrentaba a un gran desafío.
La película reunió a los colaboradores habituales de Singh, como el guionista William Nicholson, Justin Chadwick, y el productor David Thompson (que produjo junto a Singh Sarafina!, Tierra de pasión y Bravo Two Zero). William Nicholson fue el autor del guión de Sarafina! y tanto Thompson como Singh fueron los productores de la galardonada cinta de Chadwick The First Grader, que se rodó en Kenia.
Cameron McCracken, actualmente Director Gerente de Pathé en el Reino Unido, trabajaba para el British Screen (el predecesor del British Film Institute), cuando conoció a Singh, quien estaba comenzando entonces el proceso de desarrollo. Dieciséis años después, Pathé fue la primera distribuidora en apostar por el proyecto, y adquirió los derechos para el Reino Unido y Francia y el mandato de ventas internacional. "Anant lleva 16 años en el proyecto, su pasión nunca ha decrecido porque vivió esta historia", reconoce McCracken, quien cree que la película de Singh será diferente a los proyectos anteriores acerca de Mandela. "Una de las mayores diferencias es la escala cinematográfica. Si vas a contar la historia de uno de los mayores iconos del mundo, tienes que montar la mayor producción africana de la historia, ya que vas a necesitar un lienzo enorme".
¿Cómo contar una de las mayores historias de esta historia?
Evidentemente, el principal desafío al que se enfrentaban quienes realizaban esta película era resumir 80 años de una vida excepcional en menos de tres horas. Tras haber colaborado antes con William Nicholson hacía 23 años con cuando escribió el guión de Sarafina!, Singh pensó desde el primer momento en el dos veces nominado a los Óscar®. "William no suele realizar adaptaciones, así que fue genial que aceptara".
Nicholson lo recuerda así: "Le dije: Soy británico, ¿por qué no buscas a un sudafricano? Sabes que hay unos maravillosos guionistas sudafricanos, incluso puedes buscar a alguno que haya vivido esos tiempos tan difíciles, y Anant me respondió: necesitamos que sea una película internacional porque va dirigida al mundo, no solo a Sudáfrica.
Singh había meditado cuidadosamente los riesgos de que un escritor tanto blanco como negro pudiera perderse en las complejidades de la lucha. "Quería a alguien que fuera capaz de alejarse y ver la gran historia del mundo. ¡No pensé que a William le costaría 16 años y 34 borradores!", comenta divertido.
La comunidad cinematográfica mundial conoce de sobra que una película puede pasarse años "en desarrollo", pero Singh no abandonó el proyecto y siguió con las innumerables versiones del guión.
A propósito de Thompson y Singh, Nicholson afirma: "Los dos son amigos míos todos trabajamos juntos en Sarafina! así que nos mantuvimos firmes y volvimos al proyecto una y otra vez. Fue esencial que Anant no parara de decir: esto no se ha acabado. Vamos a hacer esta película. Se lo he prometido a Madiba y voy a cumplir mi promesa. Pero no vamos a hacerlo hasta que todo esté en su sitio".
Singh añade: "Quería contar el viaje de Madiba de forma fiel a su vida increíble, por lo que todos los borradores del guión que surgieron a lo largo de esos años fueron importantes".
"La película es más que un libro", comenta Nicholson. "Está llena de experiencias personales, de Mandela, de Winnie y de todos los demás protagonistas de los acontecimientos. Un guión normal tiene 120 páginas, así que era una locura pensar en incorporarlo todo. No se trata de un resumen del libro en absoluto".
"En cierto sentido, daba bastante miedo. Sentía un enorme sentido de la responsabilidad. Se trata de una historia muy importante, y tenía que contarla bien. Por otra parte, si uno se preocupa demasiado por la responsabilidad, puede terminar no contando la historia de la mejor forma posible. Te da mucho miedo poder ofender o dejarte algo en el tintero, o no ser fiel a algunas de las personas que vivieron ese período y llegaron a dar su vida o buena parte de ella en algunos casos. Pero no puedes dejarte abrumar por ese peso, porque entonces no podrás crear el drama. Terminarás creando otra cosa, que parecerá un documental".
"Mi trabajo, en cierto sentido, consistía en olvidarse del sentido de la responsabilidad histórica y dar formar al material para convertirlo en la historia más potente posible, capturando la esencia y el espíritu de lo que logró Mandela. Esa era mi tarea. Y desde el primer momento sabía que tendría que dejar muchas cosas fuera y contar la historia a través de su relación con Winnie. Era un hombre que en un primer momento no quería comprometerse políticamente, pero que se vio envuelto en una lucha política. Cuanto más profundizaba, más claro quedaba que tenía mucho que perder. Lo vimos atravesar muchos cambios; en primer lugar, apostando firmemente por el compromiso del CNA con la no-violencia, para darse cuenta luego de que eso no iba a funcionar y de que la violencia era el único modo de avanzar".
Singh prosigue: "Creo que todo el mundo piensa que sabe algo acerca de Madiba y probablemente sea cierto, pero lo que saben tan solo araña la superficie. La vida de Madiba como un niño que se crió en un pueblo, preparándose para ser el líder del clan Madiba, fue la base que lo hizo el líder en el que se convirtió finalmente. Nadie sabe nada acerca de su vida con su primera mujer, Evelyn. Su vida con Winnie está más documentada, y hemos puesto de relieve que su existencia fue muy traumática por aquel entonces; hemos tratado de ofrecer al mundo una visión muy introspectiva en la película, pero al mismo tiempo hemos intentado situar la acción en un lienzo acorde a la epopeya de Mandela. Mandela es un mito en muchos sentidos, y creo que él transformó ese mito en realidad".
"Es una historia muy difícil de convertir en un drama", agrega David Thompson. "Los primeros borradores del guión eran quizás demasiado respetuosos en cuanto al tono, pero nos daba un poco de miedo el tema, que es enorme, y el hecho de que Mandela fuera un icono de esas dimensiones. Pero Anant fue tenaz, y se limitó a eliminar lo que era preciso eliminar".
Es ampliamente conocido que Mandela escribió acerca de sí mismo que no quería que se le tratara como un santo, que era un ser humano, con un corazón que latía, de carne y hueso, con todas las debilidades de los seres humanos.
"La historia de amor es probablemente la parte más emotiva de la historia de Nelson Mandela", afirma McCracken. "Todo lo que consiguió nos lo presenta casi como un ser más allá de lo humano. Pero por eso estaba en su pleno derecho de presionar a Anant para que no olvidara que tan solo es un hombre, y que incluso los hombres más extraordinarios tienen los pies de barro. Aún así, cuando has hecho algo tan memorable en tu vida, te conviertes en una gran inspiración y, por eso, este guión, al igual que la película, resulta triunfal. No se pierde en las profundidades de la política. Es algo totalmente vivo".
¿Cómo contó su historia Mandela?
Ahmed Kathrada, uno de los siete prisioneros políticos sentenciados junto a Nelson Mandela en el juicio de Rivonia, recuerda cómo nació la autobiografía de Mandela. "El manuscrito que escribió Madiba en Robben Island no era tan denso como Long Walk To Freedom, que estaba mucho más desarrollado y estudiado. Se empleó como base para su libro. Cuando Madiba cumplió 60 años y llevábamos 10 en la cárcel, pensamos que había llegado la hora de realizar una declaración política y que pedirle que escribiera su autobiografía era la forma de hacerlo. Era un secreto incluso para la gente del CNA, excepto para quienes tenían una participación directa. El proceso consistía en que escribiera lo que pudiera y que me lo daría a leer para que le hiciera mis observaciones, que escribiría en el margen, y luego pasárselo a Walter Sisulu para que hiciera lo mismo. Finalmente, con nuestros comentarios, Madiba escribiría la versión definitiva y se la enviaría a Mac Maharaj quien con una caligrafía minúscula reduciría 600 páginas a 50 folios a doble cara".
Kathrada describe la cuidadosa planificación de este proceso secreto. Cuando Maharaj fue puesto el libertad tras cumplir una sentencia de 12 años, recayó en él el trabajo de sacar el manuscrito de la isla y enviarlo a los exiliados en Londres. Cuando llegó a su destino, el plan consistía en enviar a Kathrada una inocente postal confirmando que estaba fuera de peligro y que podían destruir el original que habían comprimido en pequeños recipientes de plástico y enterrado en el jardín. "Pensamos que estaban seguros y nos los destruimos, pero cuando las autoridades de la prisión construyeron un muro alrededor del jardín, logramos recuperar y destruir algunas de las notas a toda prisa, pero el resto fueron confiscadas y como castigo nos impusieron 4 años sin poder estudiar por haber escrito ese documento ilegal".
Kathrada habla de la película: "No queremos que Robben Island sea un museo al sufrimiento. Se trata de una prisión que simboliza la victoria, porque nunca ha ocurrido en la historia que alguien haya salido de una cárcel para llegar al Parlamento y convertirse luego en presidente en tan poco espacio de tiempo. Tengo la esperanza de que la película trascienda la figura de Madiba y ponga de relieve su legado; aquello por lo que luchó, y que es algo que él siempre enfatizó". Él mismo dijo que le preocupaban mucho la gente pudiera convertirle en un santo. De hecho, esa cita pertenece a su libro de citas. Le preocupaba todo el tiempo. Y siempre subrayaba que formaba parte de un colectivo. Que no tomaba las decisiones solo".
"Contar la historia de Madiba y la de quienes le rodearon es todo un privilegio, mayor incluso al haber tenido acceso a personas como Ahmed Kathrada, que pasó 26 años junto a Madiba en la celda de al lado. Ha sido impagable haber contado con un recurso tan valioso como él, pero aún más haber podido experimentar y compartir el desarrollo de la película en todo este viaje y sus distintas encarnaciones a lo largo de los años. Ha estado ahí desde el día en que me hice con los derechos", afirma Singh.
La elección del director
"Acababa de trabajar con Justin Chadwick en The First Grader y reconocí su capacidad para profundizar de verdad en las historias con fuerza, emoción y autenticidad. Fue algo clave en mi decisión", confiesa Singh.
McCracken prosigue: "Justin no se deja intimidar por el tamaño de los proyectos y su gran capacidad puede apreciarse en trabajos que van desde Las hermanas Bolena hasta The First Grader (rodada en Kenia) o desde los films de época altamente dramáticos hasta las historias emocionales más íntimas. Combinar su experiencia (y su evidente alegría) al rodar en África con su confianza a la hora de afrontar grandes proyectos parecía una apuesta perfecta para esta película".
"Justin aportó una mirada totalmente nueva", afirma Nicholson. "Desde el primer momento, comentó que su visión con respecto a la película pasaba por contar con libertad e inmediatez visual, y aunque el público puede esperar un tributo solemne y majestuoso a un gran hombre mayor, él quería llegar ahí rápido y sin tapujos. Por eso trabajamos en el guión para encontrar la forma de frenar la película cada vez que se encadenaran los discursos solemnes".
La búsqueda de Mandela (reparto)
El equipo de producción se enfrentó al gran reto de hacer justicia a figuras icónicas como Nelson y Winnie Mandela, y al desafío añadido de capturar el espíritu de la "magia de Mandela" que pudieron conocer todos los que le conocieron.
"Soy británico y esta es una película sudafricana, así que era importante que pudiera reunirme con sudafricanos para que me contaran la historia y empezar mi búsqueda en el país", recuerda Chadwick.
"Mandela es un hombre único, pero no quería ofrecer una semblanza reverencial. Quería a alguien que pudiera ir más allá de la superficie de la historia, hacerlo humano y permitirnos ver al hombre imperfecto, a un hombre bajo presión, pero que también posee inteligencia y magnetismo. No estaba buscando a un actor que intentara encarnar a Mandela", comenta Chadwick, quien prestó especial atención a las conversaciones que mantuvo con los compañeros de Madiba y quienes le conocieron de joven. "Todos hablaban de la electricidad que desprendía, de su astucia y de lo que destacaba como hombre, ya que era capaz de iluminar cualquier habitación en la que entrara".
Chadwick nos habla del respeto que siente por el talento de Idris Elba: "Tengo debilidad por Idris. Me encantó su trabajo en The Wire. Es un actor muy auténtico, y también muy valiente. Viajé a Toronto para reunirme con él y en cuanto comenzamos a charlar supe que lo había encontrado. Fue capaz de comprender lo que quería hacer con la película, y se mostraba respetuoso hacia el proyecto, pero sin dejarse intimidar. Lo más importante para mí era contar con un actor que fuera fiel a lo que suponía esta película".
Singh añade: "Cuando Idris se incorporó a nuestras conversaciones, estaba en un momento de su carrera en el que este papel resultaba perfecto para él. Creo que su interpretación en la película sobre el genocidio de Ruanda Siempre en abril es muy potente, y ese es uno de los motivos por los que participa en este film. Pero también posee una estatura y una presencia comparables a las de Mandela. Al fin y al cabo, se trata de interpretar y de recrear esa "magia de Madiba" que Idris sin duda posee, ese carisma y ese encanto que todos reconocemos en Madiba. Y nadie como él para hacerlo".
El amor más importante de Mandela - Winnie
Mientras que la intensa lucha de Mandela para acabar con el apartheid lo puso en un lugar destacado dentro de la escena política sudafricana, su vida privada es una historia más trágica. Su encarcelación en Robben Island le separó de su amada joven esposa, Winnie (que tenía 23 años por aquel entonces y con quien solo llevaba 4 años casado), pero también de sus hijos, arrancándole la verdadera esencia de su vida. Al final, Mandela obtuvo la mayor de las recompensas, la libertad para su país, pero pagó un precio enorme en su vida personal.
"Se trata de una película sobre personajes", afirma Nicholson, su guionista, "y mi trabajo no consistía en dar una clase de historia. Creo que la historia de Winnie es casi tan fascinante, rica y compleja como la de Mandela, y su profunda vinculación, hacer su seguimiento a lo largo de toda la película, para llegar al momento en el que él se ve obligado a separarse públicamente de ella
, resulta muy potente".
"Mientras Mandela estaba en la cárcel, muchos creen que fue a Winnie a quien torturaron en realidad, y que esa violencia a manos de sus torturadores convirtió a una esposa hermosa y amante en una mujer llena de rabia y que acabó apostando por la guerra. Al mismo tiempo, Mandela estaba llegando a la conclusión contraria en la cárcel. Sus vidas independientes les obligaron a tomar direcciones irreconciliables. Es imposible plantear un conflicto más dramático que ese", afirma Nicholson.
Dentro de su investigación, Chadwick habló con personas que presenciaron el encuentro de estas dos personas enormemente dinámicas. "Madiba era un hombre joven lleno de fuerza, y fue como si dos fuerzas se unieran. Las fotografías muestran a una pareja radiante en la que debió de existir un amor verdadero y apasionado. Creo que la verdadera tragedia radica en que cuando él salió de la cárcel ella ya no era la mujer de la que se había enamorado. Había sobrevivido a través de la guerra en las calles".
Para dar vida a una mujer formidable y polifacética amada y odiada a partes iguales, el equipo recurrió a Naomie Harris, que había hecho gala de una interpretación imponente en The First Grader. Singh recuerda: "Cuando le pedí a Naomie que pensara en la posibilidad de interpretar a Winnie Mandela, se puso como loca".
Harris considera que son pocas las oportunidades que tiene una actriz de interpretar a un personaje poliédrico que recorre un viaje tan excepcional. "Winnie se ve lanzada de su vida como joven esposa a la dura realidad de un prisionero político, sola con dos niños pequeños. Para sobrevivir, tuvo que exhibir una fuerza increíble cuando la policía la acosaba y maltrataba. Aunque en un primer momento se mantiene al margen de la política, cuando Mandela sale de la cárcel, es una militante activa que se muestra a favor de la violencia y está amargada".
Para ayudarle a preparar el papel, Singh envió a Harris una gran cantidad de material de lectura, documentales y entrevistas en televisión así como filmaciones sin editar de sus mítines y detalles de las espantosas torturas a las que fue sometida. En Sudáfrica, Harris completó sus investigaciones reuniéndose con personas que habían conocido a Winnie. "Resultó interesante, porque las opiniones sobre ella están muy polarizadas. Por eso me hice mi propia idea de cómo era la persona, y mi interpretación de su vida".
También se sintió muy aliviada cuando pudo conocer a la Winnie "de verdad". "Era increíblemente amable y le dije: ¿Qué le gustaría que pensara la gente después de ver esta película, qué le gustaría que pensaran de usted? Me respondió que para mí, lo más importante, es que salgan con la verdad, y confío en que haya estudiado lo suficiente para poder recrear una interpretación fiel de mi vida. Esto fue muy generoso por su parte y me liberó de un gran peso como actriz".
Harris confiesa que recorrió su propio viaje espiritual y emocional y que se sintió incómoda en muchas escenas. "Cuando me arrastran fuera de la casa, separándome de mis hijos, me azotan y queman durante los interrogatorios, y cuando luego me confinan en solitario
, era desgarrador, no me puedo imaginar cómo debió de ser para Winnie; estaba totalmente sola, no había reglas ni una normativa que pudiera salvarla, estaba a la merced de unas fuerzas policiales brutales que actuaban impunemente para atrapar a Mandela".
"Además de un inmenso entusiasmo y pasión, Justin también posee una maravillosa sensibilidad y me sentí muy apoyada", añade Harris. "Sin embargo, se mostraba intransigente en un punto, no quería nada de actuación. Quería que todo se viera real, y esas escenas tan duras fueron muy reales para mí".
"Naomie ha encontrado algo muy complejo, algo muy oscuro y muy potente en Winnie", comenta Thompson. "En muchos sentidos, es el más complejo de los dos personajes, porque posee muchas facetas diferentes: es amable, es dulce, es cruel, es dura, es reivindicativa, está llena de venganza y está llena de ternura al mismo tiempo. La actriz que le diera vida tendría que desplegar un enorme abanico de emociones, y creo que Naomie realmente lo ha logrado de forma muy viva y gráfica. Y supone un gran reto, porque Winnie resulta insondable en muchos aspectos".
Los Siete Magníficos (actores)
Chadwick recurrió a un veterano de los casting en Sudáfrica, Moonyeenn Lee, con quien ya había trabajado en The First Grader. "Justin es un director de actores de verdad, ama y respeta a sus actores", afirma Lee. "Su principal exigencia es que no parezca que están actuando, tienen que parecer verdaderamente reales. Y esa es una cualidad que puedo detectar inmediatamente en las pruebas, así que no le hice perder tiempo viendo a miles de actores, nosotros lo hicimos por él".
Los intérpretes que dan vida a los prisioneros que fueron sentenciados a cadena perpetua junto a Mandela fueron bautizados con cariño por el reparto y el equipo técnico como los "Siete Magníficos" durante la producción.
Para los papeles compañeros de lucha y prisión de Mandela en Robben Island se eligió a lo mejor de lo mejor del panorama sudafricano. Tony Kgoroge protagonista de The First Grader se puso en la piel de Walter Sisulu, Riaad Moosa encarnó a Ahmed Kathrada, Govan Mbeki es interpretado por Fana Mokoena, mientras que a Raymond Mhlaba le da vida el famoso poeta Zolani Mkiva, y Simo Magwaza y Thapelo Mokoena son recreados por Andrew Mlangeni y Elias Motsoaledi, respectivamente.
"Todos vinieron juntos, eran como una pandilla", recuerda divertido Singh. "Siempre que veía juntos a Sisulu, Kathrada y Madiba, sentía un espíritu de camaradería similar al que se podía apreciar en estos actores. Y eso es importante, ya que esa energía traspasa la pantalla", afirma Singh.
Chadwick trabajó muy duro para encontrar a unos actores que no solo fueran capaces de dar vida a los líderes más famosos de la lucha contra el apartheid, sino que también pudieran trabajar juntos como un grupo cohesionado. Además de a los prisioneros de Robben Island, Lee y Chadwick reunieron un notable reparto para interpretar a otros personajes clave en la vida de Mandela, en las numerosas capas que empiezan en su propia familia; su hija "Zindzi" es interpretada por Lindiwe Matshikiza, su primera esposa, "Eveleyn Mase" por Terry Pheto, y la madre de Mandela, "Nosekeni" es Zikhona ZIdlaka. El Mandela más joven (de los 16 a los 23 años) corre por cuenta de Atandwa Kani, hijo del aclamado actor John Kani, mientras que Siza Pina interpreta a Madiba de niño.
SThandiwe Kgoroge (la mujer de Tony Kgoroge en la vida real) asume el papel de la esposa de Walter Sisulu, "Albertina", otra luchadora acérrima por la libertad. Otros personajes destacados dentro del CNA como "Oliver Tambo" y "Albert Luthuli" son interpretados por Tshallo Chokwe y Sello Maake, respectivamente. El papel del guardián de Mandela en la isla, "James Gregory", lo interpreta Jamie Bartlett, Gys de Villiers se mete en la piel del presidente F. W de Klerkand, y entre los demás funcionarios del gobierno del apartheid que tuvieron su peso durante la transición destacan el ministro de Justicia "Kobie Coetzee", encarnado por Deon Lotz, y el jefe de los servicios de inteligencia, "Neil Barnard", interpretado por Carl Beukes.
El juicio de Rivonia reunió al abogado de Mandela, "George Bizos", al que da vida James Cunningham, con "Bram Fischer" que estuvo al frente del equipo de la defensa de Madiba y que interpreta Andre Jacobs. Louis van Niekerk asume el papel del juez Quartus de Wet, mientras que Adam Neill es el Fiscal Jefe, "Percy Yutar".
"Teníamos que encontrar a actores que pudieran ofrecer una interpretación potente, incluso si sus papeles son concisos", afirma Thompson, "Aunque no aparezcan mucho en pantalla, todos y cada uno de ellos tienen un papel esencial y ¡la clave estaba en hacer que destacaran!"
Decidido a estar a la altura de la exigencia de visceralidad de Chadwick, en su búsqueda de prisioneros "reales", Lee se llevó a su equipo de cámaras y de sonido a Robben Island donde, irónicamente, numerosos antiguos prisioneros se ganan la vida ahora. La película cuenta pues con personas que conocieron de primera mano la experiencia de estar encarcelados en la isla, y con personas que, si no tuvieron una relación, sí al menos conocieron a personas clave en la vida de Mandela. En total, incluidos los papeles principales, Lee formó un elenco compuesto por 140 actores, e incluso quienes no tenían un diálogo debían trabajar en serio y ofrecer una interpretación sólida.
Ser Mandela
Chadwick, hijo de ciudadanos de Gana y Sierra Leona, admite que Elba no es sudafricano. "Lo primero que le dije a Idris fue: Sé que no te has criado de acuerdo con la tradición cultural de Ia provincia Oriental del Cabo, pero no estoy haciendo una réplica documental. Era muy importante que Idris comprendiera al personaje, pero él llegó y se puso a hacer sus investigaciones para pasar más allá de la superficie. Estaba totalmente sumergido en el personaje antes de que comenzara el rodaje".
La conmovedora historia de Mandela abarca más de siete décadas, y la película lo retrata desde su niñez en un pueblo hasta su vida como un joven abogado atildado, su encarcelamiento y su posterior elección como presidente. Mientras que son dos jóvenes actores los que dan vida a Mandela de niño y adolescentes, a sus 40 años, Elba podía interpretar el grueso de su vida desde los 23 hasta los 76 años.
"Fue genial poder contar con un solo actor en la película", afirma Singh. "No he visto muchas cintas en las que ocurra esto". A medida que avanza la historia, la personalidad de Mandela pasa de la de un abogado ambicioso a la de un joven enfadado, un hombre increíblemente dotado que ejerce la política de forma sofisticada. "Para un joven actor, cubrir todos esos años, y también esa variedad de emociones, habilidades y características, es algo extraordinario. Por eso creo que la interpretación que Idris nos ha regalado es excepcional", declara Thompson.
"Pudimos que recuperar muy pocas fotografías y se sabe muy poco de Mandela de joven, y necesitábamos contar con un actor que pudiera interpretarlo con rapidez y agilidad siendo fiel al espíritu de Mandela; eso fue precisamente lo que encontramos en Idris", explica Chadwick.
Thompson prosigue: "Idris es un actor increíblemente instintivo. Le basta con entrar en escena para encontrar su momento, aunque es cierto que también realiza un importante estudio previo y trabaja muy duro para investigarlo y pensarlo todo. Por ejemplo, cuando entra en la escena en la que se dirige a la nación a través del canal SABC, que es la primera vez en la que interpreta al Madiba anciano, está extraordinario; entró en la habitación y fue instantáneo. Lo hizo bien en una sola toma. Se imbuyó de ese espíritu y fue capaz de reflejar a la perfección la personalidad y los movimientos de Mandela. No sé de dónde le salió, pero era como si la hubiera interiorizado quizás. Se metió en el papel y lo hizo suyo a la primera, algo increíblemente difícil de lograr".
"Cuando Idris terminó esa escena, se podía escuchar el silencio en la habitación, y todo el mundo le aplaudió espontáneamente porque lo que había hecho era absolutamente mágico", recuerda Singh. "Había hecho sus deberes, y cuando vimos los primeros fragmentos nos dimos cuenta de que tenía algo muy especial. Además del acento único de Madiba, Idris poseía esa presencia, ese encanto y esa dignidad; ¡había hecho suyas todas esas cualidades que conocimos en Madiba de forma natural!"
La responsable de diálogos, Fiona Ramsey, hace una importante referencia al amplio abanico de acentos que ofrecen los 11 idiomas oficiales de Sudáfrica. La prioridad de Ramsey era ayudar a Elba a perder su acento típico de Londres y familiarizase con la famosa entonación de Mandela. Hay muy pocas grabaciones del joven Mandela, y junto con el responsable de isiXhosa, Nomboniso Paile, Ramsey tuvo que imaginar cómo hablaba. "Fue interesante crear un acento para Idris que abarcara todos esos años. Jugamos con la idea entre la figura pública y la privada porque la mayoría de las grabaciones de Mandela que existen lo presentan como un personaje público. Tratamos de establecer una ligera diferencia entre la forma en que habla con su familia, o incluso con un guardián con el que ha intimado, y su voz oficial. Creo que esa textura ha permitido a Idris jugar mucho con el sonido". Ramsey subraya que adquirir un acento no supone tan solo cambiar un sonido. "Tienes que vivirlo, se trata de una orientación cultural muy específica".
"Hemos investigado y creo que lo hemos conseguido", comenta Chadwick, quien reitera: "No quería crear una réplica documental recreando con total fidelidad su voz. Quería capturar el espíritu y que eso tuviera sentido para Idris. Su trabajo ha sido una absoluta revelación".
El mundo de Mandela (diseño de producción)
A cargo del espectacular diseño de la película en términos de autenticidad y alcance encontramos al diseñador de producción Johnny Breedt, a quien Singh embarcó en el proyecto hace unos 15 años como coordinador de vehículos de acción. Con el paso del tiempo, mientras el proyecto recorría sus distintas etapas de desarrollo, la implicación de Breedt se fue intensificando al convertirse en responsable de localización e investigación. Este largo tiempo de preparación le permitió reunir un increíble corpus de material. Los resultados de sus investigaciones a través de libros, películas, documentales y museos se fueron atesorando en el departamento de arte, donde más de 300 libros y 5000 fotografías sirvieron como una herramienta de consulta dinámica para los actores, el director, los responsables de vestuario y los investigadores a lo largo de toda la película.
El diseño del film fue un componente clave de la postura de Chadwick a la hora de contar la historia como una "película moderna". "Les dije que sí, que tenía que resultar 100 % auténtica, pero que en las secuencias de acción, si en la película había una persecución en coche, la íbamos a rodar a toda velocidad y de forma realista. No queríamos ver un montón de coches viejos dándose golpes. Quería que la película tuviera una cualidad visceral". Breedt recuerda que se generó cierto desconcierto cuando el director hizo referencia a un par de películas que "están probablemente muy alejadas de lo que cabría esperar, como Ciudad de Dios y Tropa de élite".
A pesar de haber realizado varias películas biográficas como Dickens para la BBC y Las hermanas Bolena, Chadwick afirma que no es aficionado a las películas de época. "¿Quién quiere ver un drama histórico? Quería que nuestro equipo viviera la energía y emoción que he visto en muchas películas sudamericanas". El director añade que entre bastidores también veía películas como El padrino, y cintas de David Lean. "Estábamos rodando en 35 mm y contábamos con un paisaje inmenso, pero no quería filmarlo de la forma tradicional con planos generales, planos cortos y planos medios. Quería que la cámara estuviera colocada junto a los actores, capturando la emoción de las escenas, como en las películas modernas".
Breedt recuerda: "Justin quería que todo fuera lo más real posible, y diseñó un mundo en el que los actores pudieran introducirse literalmente para interpretar sus escenas en el marco auténtico de sus personajes, y que nosotros lo filmáramos".
"A nadie le interesaban las indicaciones, la dirección artística o el vestuario", comenta Chadwick. Simplemente queríamos meter la cámara en una situación absolutamente real".
Para obtener esa veracidad, Breedt confiesa que "No contábamos con un plan específico de cómo íbamos a preparar las tomas, Justin se limitaba a rodar el mundo y los decorados simplemente servían para dotarlo de energía". Breedt cree que este enfoque tuvo un importante efecto. "Idris pasó una noche en la celda real de Mandela en Robben Island y cuando entró en el set de rodaje que habíamos diseñado me dijo que estaba totalmente sumergido en ese mundo".
Puesto que la película recorre muchas décadas, la principal tarea de Breedt consistía en ofrecer un lienzo inmenso pero pormenorizado que pusiera de relieve las distintas impresiones y tonos de cada década. Van desde el pueblo de Mandela a la vibrante ciudad de Johannesburgo a principios de los años 40 del siglo pasado, donde los ciudadanos blancos tenían coches y los negros usaban el autobús o el tranvía. "Durante esos años de segregación, los negros eran en su mayoría trabajadores inmigrantes y miembros del servicio doméstico, y por tanto resultaban invisibles en la ciudad".
Breedt y los responsables de localización, Robert Bentley y Edu Klarenbeeck, estudiaron unas cuatrocientas ubicaciones y el rodaje se desarrolló en aproximadamente doscientas de ellas. Cuando Chadwick se embarcó en la producción, muchos de los edificios que aparecían en el guión original habían sido demolidos.
Breedt comenta sus esfuerzos para crear un mundo que girara en torno a la vida de Mandela, empezando por su pueblo en una zona rural que era una impoluta reserva de la naturaleza anclada en una cultura tribal. Puesto que no existe una historia visual documentada de los pueblos de esa época, el reto al que se enfrentaba Breedt le presentaba también la oportunidad de ser imaginativo.
El pueblo de Mandela ha cambiado tanto desde la década de los años 20 del siglo pasado ahora cuenta con un museo y un hotel para los turistas que el equipo tuvo que buscar una nueva localización que resultara visualmente tan impresionante como el Transkei. El magnífico Drakensberg en la provincia de KwaZulu-Natal ofrecía ese entorno. En Sudáfrica, grandes extensiones de terrenos rurales y en el campo son propiedad de las tribus, y obtener su autorización para rodar la película en esas localizaciones exigió una interacción directa con el jefe de la tribu local. Breedt lo explica así: "Se trata de un sistema convencional en el que se invita a participar a los ancianos. Antes de trabajar en sus tierras tuvimos que realizar ofrendas; tradicionalmente matan una cabra, y celebramos una barbacoa con los nativos e invertimos en la comunidad contratando mano de obra local".
La mayoría de las escenas que según el guión transcurren en Ciudad del Cabo se rodaron en localizaciones auténticas en esa ciudad. Sin embargo, en la actualidad, Robben Island es un importante destino turístico y el acceso es limitado, a lo que había que sumar las dificultades logísticas, lo que hizo que allí solo fuera posible rodar las escenas de exteriores, como la espectacular vista de la montaña de la Mesa. Los modernos Cape Town Film Studios fueron el eje central de la producción, ya que en sus instalaciones se construyeron algunos decorados. Allí se reprodujeron con precisión y autenticidad el patio de la Sección B de la prisión de Robben Island, incluido el interior de las celdas y las salas de visitas, así como algunas calles y casas que recreaban el asentamiento de Orlando en los años 40.
El inmenso proyecto exigió el concurso de empresas de construcción profesionales y equipos industriales para excavar unos 15 000 metros cuadrados en el estudio y hacer así espacio para los decorados. La construcción del impresionante decorado de Robben Island incluía un tejado y unos desagües auténticos, y está clasificada como una estructura permanente. Una empresa de construcción de carreteras profesional se encargó de las calles alquitranadas del asentamiento de Orlando, donde el equipo de construcción de Breedt, compuesto por 200 trabajadores cualificados y semicualificados procedentes de las comunidades locales, levantó veinte casas de época para las tomas exteriores.
Breedt señala que el decorado de Robben Island se diseñó como en los años 60; "en los años posteriores, a medida que el mundo fue ejerciendo presión sobre las autoridades, estas se fueron ablandando y mejoraron las instalaciones de la isla, construyendo una sala de cine, instalaciones de estudio, lavabos con puerta e instalaron camas en las celdas".
El majestuoso Palacio de Justicia de Pretoria fue el lugar en el que tuvo lugar el caso más importante de la historia de Sudáfrica, el juicio de Rivonia, y donde Mandela dio su famoso discurso. En la actualidad, es la sede de la división de Gauteng del Tribunal Supremo y no está abierto al público. Las rígidas normas de acceso al mismo obligaron a construir otro decorado igual de magnífico en los estudios: todo el interior del palacio de justicia junto con la galería de la primera planta y las celdas de detención bajo la sala de vistas. Aunque el famoso discurso de Mandela fue grabado y está documentado, no existen imágenes del juicio. "Aparte de las personas que estuvieron presentes, nadie sabe qué aspecto tenían las salas durante el juicio", afirma Breedt. "Además, no te haces una idea de por qué se llama Palacio de Justicia hasta que no entras en el edificio. Construido de acuerdo con el estilo renacentista italiano, se trata de un edificio regio, y todos los elementos de su interior tienen su propio peso:
el imponente vestíbulo, las altas columnas doradas, su espectacular balaustrada, las elaboradas lámparas de araña y la luz que se filtra a través de su cúpula de cristal
resulta bastante intimidante. Además, la acústica del palacio no hubiera servido para la película".
El coproductor Vlokkie Gordon habla de la importancia de rodar en los estudios. "El ahorro de costes no solo nos permitió construir unos decorados magníficos, sino que también nos dio flexibilidad para recrear los asentamientos reales, que han cambiado mucho desde los años 40 y 50".
Y, sobre todo, permitió que la producción tuviera control sobre las escenas de las revueltas en las que aparecen tanques armados y cócteles molotov en las calles de los asentamientos. "Evidentemente, esas escenas son clave en la película, pero recrear esa violencia y llevar armamento militar a la calle no era una opción, ya que se trata de acontecimientos que siguen resultando traumáticos para esas comunidades", destaca Gordon.
Se considera que con la llegada de las casas modernas y las antenas parabólicas, el Soweto "real" ha desaparecido y la famosa calle Vilakazi en la que vivían Nelson y Winnie tiene un aspecto totalmente diferente. Sin embargo, Kliptown situada en una zona más antigua de Soweto sirvió para rodar numerosas escenas ambientadas en la ciudad, y el equipo pudo levantar 30 decorados allí. "El toque Ciudad de Dios es evidente en esas escenas de Soweto", afirma Breedt.
Sophiatown es la cuna de algunos de los escritores, poetas, músicos y artistas más famosos de Sudáfrica, pero fue la gran leyenda del jazz Miriam Makeba quien puso a este "suburbio" negro en el mapa a escala mundial. En la década de los 50, cuando los sudafricanos blancos llevaban trajes de safari y vivían unas vidas aisladas y privilegiadas, Sophiatown, como un Soho en miniatura, era el centro de la escena artística del país.
A diferencia de otros asentamientos sudafricanos, Sophiatown era un territorio de propiedad libre, al haberse edificado antes de la ley que impedía a la población negra poseer tierra y heredarla. Era la última zona ocupada por una comunidad multirracial. Suponía toda una anomalía en aquellos tiempos, y esta zona cosmopolita, moderna y vibrante se convirtió en un popular núcleo cultural en el que los blancos, mestizos, indios y negros convergían para experimentar un mundo animado por el baile y las canciones en los clubes nocturnos. La fuerte influencia de las películas estadounidenses se veía en la ropa de las mujeres, así como los trajes elegantes que llevaban los gánsteres, popularmente conocidos como "tsotsis".
Dada su estrecha proximidad con el centro del país y Johannesburgo, el gobierno del apartheid arrasó el lugar desposeyendo a esta comunidad única de sus hogares.
Este brutal acto de destrucción representaba el desprecio que sentía el apartheid por la población de color, a la vez que sirve de elemento vital dentro de la película, y Chadwick quería aproximarse a la escena de la demolición de forma sustancial y descarnada. Breedt, que encontró la localización de las ruinas en una vieja mina, afirma: "Utilizamos lo que quedaba de la mina y la convertimos en una Sophiatown (casi en ruinas), pero la construimos de verdad, con cemento y ladrillos, para que cuando los bulldozers entraran y lo echaran todo abajo pareciera auténtico".
La plasmación dura y realista que hace Chadwick del potente viaje de Mandela se expresa a través del trabajo del director de fotografía Lol Crawley. "El gran logro de Justin en esta película ha sido crear algo muy vivo, intenso y entretenido que te mantenga en tensión", afirma Thompson. "Lo ha dotado de una enorme cantidad de energía; las cámaras de Lol son incansables, vigorosas y profundas, y capturan toda la tensión de la historia. Incluso las escenas que podrían haber resultado oscuras cobraron vida gracias a la calidad de la actuación, el ingenio de los cámaras y el rigor del director".
El mundo de Mandela (los extras, sin ningún extra)
El coordinador de extras, JP van der Merwe, se enfrentaba al importante reto de encontrar y contratar a las miles de personas que formaron parte de la vida de Mandela, desde su familia más cercana y sus amigos más íntimos, hasta población rural, luchadores por la libertad, policías, funcionarios del gobierno, guardias y prisioneros de Robben Island, la población de los asentamientos o las masas de alborotadores encolerizados y, por último, la enrome muchedumbre que se reunió en Victor Verster para dar la bienvenida a su héroe cuando dio sus primeros pasos en libertad. El total superaba las 10 000 personas.
En línea con el deseo de Chadwick de imbuir las imágenes de gran profundidad, van der Merwe explica lo siguiente: "No quería recurrir al proceso habitual de buscar extras a través de agencias. Están acostumbrados a trabajar en el cine y han perdido la inocencia. Quería gente real, que sigan viviendo la lucha cada día".
Enfrentado a la imposible tarea de moverse por los incoherentes canales de comunicación de las comunidades pobres, van der Merwe recurrió a los líderes de estas para que buscaran a personas sin empleo y que se murieran por trabajar. A partir de ahí, van der Merwe estableció un proceso sistemático para responder a las necesidades de la producción. En muchas ocasiones, van der Merwe se pasó la noche trabajando para encontrar y confirmar la participación de los extras que iban a trabajar al día siguiente. "La mayoría de esas personas no tiene teléfono en casa ni móvil, así que lograr que todo fuera bien supuso un enorme esfuerzo, y también teníamos que ser conscientes de sus expectativas; no puedes convocar a 2 000 y decirles luego que solo necesitas 200".
La participación de las comunidades locales les trajo el tan deseado empleo, y Vlokkie Gordon hace hincapié en el compromiso de la producción con la inversión en la comunidad. "Una película es una entidad que se mueve en el espacio de otras personas, y nuestro objetivo era dotar de poder a esas personas, algo que tiene mucho que ver con esta historia".
A propósito de los enormes desafíos que suponía rodar una película con 283 escenas, 200 ubicaciones, cada una con un mínimo de 2 o 3 decorados y un reparto y un equipo técnico compuesto por cientos de personas moviéndose por todo el país, Gordon considera que el aspecto más difícil, a su entender, fue la rigurosa programación temporal. "Un día cualquiera, implicaba pensar en qué época estábamos, qué aspecto tenía la gente entonces y cómo se maquillaba, y eso obligaba a un equipo de 14 maquilladores y protésicos a trabajar durante 4 horas para transformar a un personaje. Para cuando empezábamos a rodar un día de época, podía haber hasta 80 personas trabajando desde las 3:30 de la mañana".
Con casi 10 000 personas que participaban en la producción, este proyecto, tanto en términos de alcance como de presupuesto, es la película africana más grande que se haya rodado nunca en el continente. "Esta película da poder, da empleo, educación y formación, y abre un nuevo futuro para nuestro sector", afirma Gordon.
Filmar el mundo de Mandela (el aspecto visual de la película)
"Desde la primera reunión con Justin tuve claro que quería enfocar la epopeya de la vida de Mandela desde una perspectiva nueva, visceral y original", comenta el director de fotografía Lol Crawley.
"Tomado los trabajos de Fernando Meirelles, Matteo Garrone y Jacques Audiard como influencias importantes, analizamos también el estilo de rodaje con cámara manual y la iluminación naturalista empleados en Ciudad de Dios, Gomorrah y Un profeta y los comparamos con la gramática cinematográfica más clásica de títulos como Gandhi y Lawrence de Arabia. Pensamos que teníamos que explorar y conmemorar la épica inherente a la vida de Mandela pero al mismo tiempo evitar ponerlo en un pedestal. Pensamos que la primera parte de la historia, la niñez de Mandela en Transkei, se prestaba a un trabajo de cámara más tranquilo, considerado y clásicos que marcaría un importante contraste con los movimientos de cámara cada vez más viscerales y crudos que se emplearían para narrar la vida de Mandela desde su llegada a Johannesburgo en los años 40 hasta el juicio de Rivonia".
"En la medida de lo posible, nos parecía importante rodar in situ donde se produjeron los acontecimientos para lograr el máximo nivel de autenticidad".
"Evidentemente, una de las principales decisiones a las que se enfrentan los equipos de rodaje es la de filmar sobre película o en formato digital, pero en este caso, nunca hubo duda de que la película era el soporte preferido. Existe una alquimia inherente que se debe explorar en las semanas previas al inicio de la fotografía principal en las que se prueban distintas lentes en combinación con multitud de equipos y técnicas de postproducción. La forma en que esas decisiones afectan a los distintos paisajes, períodos de la historia, vestuarios y diseños de decorados es un elemento crucial del proceso creativo".
Vestir el mundo de Mandela (el vestuario)
La indicación de Chadwick de "hacerlo real" también fue esencial para el trabajo de los diseñadores de vestuario Diana Cilliers y Ruy Filipe, quienes reprodujeron los trajes basándose en la historia. Cilliers señala que, además de autenticidad, Chadwick quería dotar de un valor cinematográfico al vestuario.
El equipo se enfrentó a la tarea hercúlea de diseñar casi un siglo de vestimenta. "Se trata del proyecto con el que sueña todo diseñador", señala Filipe.
Este dúo apasionado prestó la máxima atención a todos los detalles de la textura, el color y las puntadas para engrandecer la narración de cada personaje, desde los protagonistas principales hasta los protagonistas menores y los extras y el ambiente y el estilo de cada década, las ubicaciones y los grandes acontecimientos por decenas, cientos y miles.
Filipe considera que tanto él como Cilliers desarrollaron una asociación de tipo "ying y yang" que les permitía disponer de una visión de 360 grados de las grandes exigencias de lo que describen como un rompecabezas.
Empezando por la niñez de Mandela, los diseñadores tuvieron que imaginar el vestuario desde los años 20 hasta los 90 del siglo pasado.
En la población de Qunu, en el área rural de Transkei, Mandela nació dentro del clan Madiba. Lo bautizaron como Rolihlahla (que significa "fuente de problemas") y luego le dieron el nombre inglés de Nelson en la escuela. Fue el hijo de un jefe hereditario, nieto del rey Thembu y líder del clan Madiba, por lo que se le consideraba miembro de la realeza. La rica herencia cultural de la tribu xhosa en la que nació junto con su linaje, desempeñan un papel visual clave dentro de la cinta.
Filipe estaba encantado de poder poner de relieve los elementos orgánicos de su saludable vida en el campo: la comunidad caracterizada por la práctica de la agricultura, y la vida cerca de los rebaños y manteniendo una relación muy profunda con la tierra. El uso de tonos terrosos por parte de Filipe simboliza esa relación.
Atandwa Kani, que da vida al joven Mandela, es también de ascendencia xhosa y nos cuenta que esa cultura tan viva le es familiar. "Nos sentimos orgullosos de nuestra rica cultura, y eso se refleja también en la decoración de la ropa". Muchos aspectos de la vida cotidiana de los xhosa están marcados por su inextricable vinculación con los ancestros y su tradición del honor y el respeto a los mayores. El rango que uno ocupa en la sociedad jerárquica y el linaje se representan a través del atuendo de cada persona, cada cuenta, cada color y cada diseño es simbólico. "Nuestra ropa es una celebración de lo que significa ser un xhosa", afirma Kani, quien está encantado de poder llevar el emblemático atuendo que denota la realeza y gran estatura de Mandela. Los ritos a la madurez de un niño xhosa están marcados por un la pintura con arcilla blanca sobre su cuerpo, y el ritual que transciende el tiempo incluye una fiesta para toda la comunidad en la que celebran que el niño se ha convertido en un hombre.
Mandela no sabe cómo visten los blancos hasta que no llega a Johannesburgo por primera vez en los años 40. "Eso hace nacer en él el gusto por los trajes buenos que se hacía a medida. Se ocupaba mucho de su aspecto", afirma Filipe, cuyo equipo elaboró a mano 19 trajes para el joven abogado. "Fue estupendo vestir a Idris. Es muy alto y le queda bien todo lo que le pongas".
A pesar de ser un héroe para millones de personas, Mandela fue también un mito en cierta medida. Cuando fue encarcelado, sus fotografías fueron destruidas y durante casi tres décadas prácticamente nadie en el mundo tuvo ni idea de qué aspecto tenía. Al igual que la mayoría de los diseñadores de esta producción, el equipo de vestuario contaba con un material de referencia limitado a su disposición. Muchos de los prisioneros que fueron liberados de Robben Island en los años 90 donaron sus pertenencias personales en cajones al Centro Mayibuye de la Universidad de la provincia Occidental del Cabo. Allí es donde Cilliers descubrió una mina de oro en material de archivo. "Tuvimos acceso a los trajes de preso reales y no solo pudimos copiarlos en cuanto a su diseño y los tejidos, sino que pudimos introducir también detalles personales, pequeñas incorporaciones y métodos idiosincrásicos que habían empleado para adaptar sus trajes y hacerse la vida más fácil. Encontramos un jersey muy bien conservado que le habían regalado a Kathrada, probablemente alguien que se había carteado con él. Resulta impresionante e inspirador al mismo tiempo".
Harris, comenta a propósito del vestuario de Winnie: "Ella siempre estaba perfectamente vestida, pasara lo que pasara. Creo que eso le elevaba la moral".
La alegre época del jazz en Sophiatown dio lugar a una moda vibrante que Cilliers cree que nunca tuvo su correspondencia en la comunidad blanca. "La sociedad estaba muy influida por las imágenes que llegaban de Estados Unidos. Las mujeres estaban enloquecidas con la moda, y cuidaban mucho su atuendo. Esa moda de las faldas anchas y las enaguas, con sombreros, bolsos y guantes, no se volvió a dar nunca en la comunidad negra", afirma Cilliers, quien hace referencia a las magníficas instantáneas del famoso fotógrafo Alf Khumalo además de las que se pueden encontrar en los archivos Bailey de la revista Drum. "Esas imágenes reflejan una sociedad increíble y muy viva, a pesar de su pobreza".
Cilliers menciona en qué se inspiró concretamente para diseñar la ropa de Ahmed Kathrada. "Su sentido del estilo era diferente al del resto de los Siete Magníficos. Pertenece a una generación más joven y a una cultura diferente, por lo que traté de que su aspecto fuera totalmente distinto también. Mientras que los demás llevan trajes formales, Kathrada solía vestir chaqueta de cuero y fulares, e intentamos dotarle de una energía más pícara".
Enfrentados a la tarea de tener que crear distintos estratos de la sociedad y múltiples capas del apartheid, Filipe confiesa que Chadwick quería unos trajes que permitieran realmente sentir la dureza y la realidad de los años del apartheid. Siempre hay cierta muestra de opulencia en los blancos, y aunque que los negros llevan más prendas heredadas y viven una dura pobreza, siempre se puede ver una dignidad en ellos".
Al extenso reparto de personajes principales que llevan distintos estilos de moda durante cada época hay que sumar los actores ocasionales y los miles de extras, por lo que Cilliers eleva el total de personas a las que han vestido a más de 15 000.
Mandela, joven y viejo (maquillaje y prótesis)
El desafío de reflejar de forma fiel los cambios de aspecto durante el amplio período de la vida de Mandela que recoge la película recayó en el equipo de maquillaje y prótesis.
La diseñadora de maquillaje Meg Tanner y su increíble equipo tuvieron que crear el variado aspecto de 12 000 extras, 105 actores y siete protagonistas a lo largo de más de cinco décadas. Inspirados por la historia y por Justin Chadwick como un director visionario, Tanner trabajó a partir de unas referencias fotográficas precisas. "Queríamos ser fieles a las personas que aparecen en la película".
Tanner disfrutó con la importante aportación de Elba y diseñó siete looks para el cambiante aspecto de Mandela a lo largo de los años. Cuando era joven, el peinado de Mandela estaba marcado por una pronunciada raya a un lado. Su elegancia, su cuerpo escultural, su confianza en sí mismo y su encanto pícaro le hicieron popular entre las damas. "Idris no se siente obligado a parecerse a Madiba, tiene brillo en los ojos y posee una potente presencia que funciona", afirma Tanner, que tejió una peluca de cabello humano para que Elba interpretara al joven Mandela. "Se llegó a convertir en parte de su propia cabeza y su movimiento e Idris sentía que formaba parte de él y que no era un objeto extraño que le hemos puesto encima. Queríamos ofrecer a Justin su visión de capturar el espíritu del hombre y no crear una réplica".
Envejecer a varios de los personajes principales, incluido Mandela, sus compañeros de prisión y Winnie a lo largo de un período de más de cuarenta años obligó a un importante trabajo con prótesis para llevar el paso del tiempo más allá de lo que puede lograrse con un simple maquillaje.
"Teníamos que encontrar la forma de envejecer a los actores y que se parecieran a los personajes reales, y concretamente hablamos de cómo hacer que Idris se pareciera a Nelson Mandela pero sin llegar a ese enfoque de la réplica documental del que Justin no quer