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  La isla mínima  Dirigida por Alberto Rodríguez
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1980. Juan y Pedro son dos policías de homicidios de Madrid, ideológicamente opuestos, que son expedientados y castigados a desplazarse a un remoto y olvidado pueblo de las marismas del Guadalquivir a investigar la desaparición y brutal asesinato de dos chicas adolescentes durante sus fiestas. Juntos, deberán superar sus diferencias y descubrir y enfrentarse a un salvaje asesino que lleva años matando a chicas adolescentes en una comunidad anclada en el pasado donde las mujeres no le importan a nadie.


Sinopsis larga
1980. En un pequeño pueblo de las marismas del Guadalquivir, olvidado y detenido en el tiempo, dos adolescentes desaparecen durante sus fiestas. Nadie las echa de menos. Todos los jóvenes quieren irse a vivir lejos y algunos de ellos se escapan de casa para conseguirlo. Rocío, madre de las niñas, logra que el juez de la comarca, Andrade, se interese por ellas. Desde Madrid envían a dos detectives de homicidios, Pedro y Juan, de perfiles y métodos muy diferentes que, por distintos motivos, no atraviesan su mejor momento en el cuerpo policial.

Una huelga de los trabajadores del campo pone en riesgo la cosecha del arroz, principal riqueza de la región, y dificulta las tareas de investigación de los dos policías que reciben presiones para solucionar el caso cuanto antes. Sin embargo, la investigación policial pone en evidencia que en los últimos años han desaparecido varias jóvenes más y que aparte del arroz existe otra fuente de riqueza: el tráfico de drogas.

Nada es lo que parece en una comunidad aislada, opaca y plegada sobre sí misma. Las pesquisas de los detectives parecen no llevar a ningún lado. En este difícil proceso, Juan y Pedro deberán enfrentarse a sus propios miedos, a su pasado y a su futuro. Su relación se irá estrechando y sus métodos se harán parecidos. Lo único importante es dar con el asesino.


Personajes / Actores

PEDRO (Raúl Arévalo)
Policía con buena formación. En dos meses será padre de un hijo. No lo dice, pero tiene miedo a ser padre; a que la vida le cambie por completo. Su compromiso ideológico contrasta secretamente con su falta de compromiso con la familia que está creando.

Es una promesa dentro del cuerpo de policía. El policía de los nuevos tiempos: progresista, tolerante y moderno que se opone frontalmente a los métodos arcaicos y violentos de la vieja escuela y del antiguo régimen. No en vano, ha sido castigado y desterrado a un pueblo de la marisma sevillana por criticar las declaraciones antidemocráticas de un militar de alta graduación. Esperaba el apoyo por parte del sector más progresista de la policía y no lo recibió nunca, o el que obtuvo se desvaneció rápido. Cuando esta historia comienza, se encuentra solo en su particular cruzada.

Pedro es perspicaz, idealista, contestatario. Se rebela ante la autoridad, ante la injusticia; es marcadamente ecuánime. Es un ideólogo, un político, un teórico maniático y riguroso, un Che Guevara de salón que en el fondo, pese a sus buenas intenciones, no tendrá reparos en ir transformándose para saciar su vanidad; esa que en todo momento le espolea en su objetivo más urgente: ser un héroe con aspiraciones políticas.

JUAN (Javier Gutiérrez)
Policía. Soltero. No ha tenido pareja estable nunca. Ha vivido para el trabajo y, por y para, los placeres. Es un hedonista de barra americana. Un vividor con placa y pistola. Un policía de la vieja escuela. Violento y sin miramientos.

Formado como espía, durante años ha trabajado para la Brigada Político Social y es experto en torturas. Es discreto, ladino y oculto. Es pura sombra.

Juan está mortalmente enfermo. Vive sus últimos días. Busca redimirse por su pasado y trata de reconciliarse con el género humano, paladeando segundo a segundo el tiempo que le queda de vida, desarrollando una empatía desconocida por él hasta el momento y una sensibilidad exquisita que canaliza dibujando. Los muertos que carga sobre los hombros le atormentan; se le presentan en forma de pájaros imposibles. Es incapaz de dormir.

Juan es sumamente inteligente e intuitivo. Un antihéroe, un héroe caído nacido en el lugar y el tiempo equivocados.

RODRIGO (Antonio de la Torre)
Padre de Carmen y Estrella. Es el barquero de El puntal. Toda la vida haciendo el mismo trayecto de una a otra orilla del río, su vida se ha convertido en algo minúsculo y gris, asfixiante. Sin futuro.

Es machista, egoísta, tosco y rudo. Incapaz de mostrar sus emociones o empatizar con nadie. Quiere pero rechaza a sus hijas; se avergüenza de ellas. Desconoce el modo de acercarse a ellas. Se debate entre hacerlo o no. Representa a la España profunda y sombría, sin formación, inculta, conformista y cobarde.

ROCÍO (Nerea Barros)
Madre de Carmen y Estrella. Nacida en El Ferrol, donde conoce a Rodrigo, su marido, cuando éste cumplía el servicio militar en la marina.

Una soñadora descolorida por un marido reaccionario y violento, sacada de su medio, aislada.

Una mujer moderna representando el papel de una mujer conformista y servil, sufridora, terriblemente triste, que con la desaparición y asesinato de sus hijas, deviene madre coraje, luchadora incansable por la justicia y las mujeres.

JESÚS (Salva Reina)
Hijo de represaliados de la guerra civil, hijo de anarquistas. Un buscavidas repudiado por el pueblo, desterrado a vivir a las afueras.

Es el guía de los policías en la marisma. Conoce todos los caminos y todos sus lugares; sabe cómo llegar a todos ellos del modo más rápido. Se gana la vida como cazador furtivo, como ladrón ocasional. Es noble, supersticioso, fiel y no está dotado de muchas luces.

QUINI (Jesús Castro)
Es el guapo del pueblo; el donjuán misterioso, caprichoso y escurridizo que ha mantenido relaciones con la práctica totalidad de las adolescentes de la zona. Una suerte de Hamelín que las encandila.

Montado en su moderna motocicleta de cross, se pavonea con sus ropas de domingo, descarado, a sus anchas, haciendo lo que quiere en el pueblo, bajo el manto protector del terrateniente de la zona, a quien le une la fábrica de arroz y su extraña predilección por las jóvenes. Desalmado y frío.

PERIODISTA (Manolo Solo)
Plumilla y fotógrafo. Novelista frustrado, alcohólico, cínico y descreído, quema sus últimos cartuchos profesionales al servicio de ‘El caso’, para quien recorre el país de pensión en pensión de mala muerte buscando reportajes sensacionalistas cargados de casquería y sangre. No tiene escrúpulos.

Ex miembro del partido comunista, abandonado por su familia, encontrará su particular forma de redención cuando se tope con Juan, a quien fotografió de servicio durante una aciaga y sangrienta manifestación estudiantil a comienzos de los años 70.