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  El devorador de pecados  (The sin eater)
  Dirigida por Brian Helgeland
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Durante siglos, ha existido una Orden secreta dentro de la iglesia. Tras una serie de inexplicables asesinatos, un sacerdote renegado (Heath Ledger) comienza una investigación que le introduce violentamente en una vorágine de maldad inimaginable, crímenes y el conocimiento de que hay un destino peor que la muerte.

La búsqueda del sacerdote le conduce al Devorador de Pecados, una figura clave en esta misteriosa y antigua Orden. El inmortal papel del Devorador de Pecados es nada menos que el de jugar a ser Dios en la Tierra absolviendo los más imperdonables y abominables pecados fuera de la Iglesia, permitiendo así que las mayores maldades queden impunes y no sean objeto de castigo.

Cargando con siglos de maldad a cuestas, el Devorador de Pecados desea ardientemente el lujo de morir. Pero, ¿quién devorará sus pecados y le concederá la gracia eterna? ¿quién proseguirá esta sombría tradición y continuará el trabajo de la Orden? Cuando el joven sacerdote descubre las respuestas y persigue a este dechado de maldad, lucha para salvar su propia alma y la de la mujer a la que ama.

Los personajes:
Heath Ledger es Alex, un conflictivo sacerdote que valora sobremanera la tradición sagrada de su Iglesia frente al ataque de la modernización.

Shannyn Sossamon interpreta a Mara, una atribulada artista con la que el sacerdote comparte un turbulento pasado. Su destructiva relación genera una pasión que rivaliza con el amor que Alex siente hacia Dios, y se ve perjudicada por el telón de fondo de un inescrutable misterio.

Mark Addy encarna a Thomas, el mejor amigo de Alex, su colega espiritual dentro de una hermandad próxima a la extinción, y su sabueso socio en una historia de detectives.

Benno Fürmann hace de William Eden, el Devorador de Pecados, harto de siglos comiendo pecados y adquiriendo conocimientos sobre la maldad de los pecadores y ya cansado de la inmortalidad.

Peter Weller interpreta el papel del poderoso Cardenal Driscoll, cuya farragosa doctrina refleja la perpetua lucha entre el bien y el mal en la vida.