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  Mi vida ahora  (How I live now)
  Dirigida por Kevin Macdonald
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"El verano que fui a Inglaterra a ver a mis primos todo cambió… Casi todo cambió por culpa de Edmond". – Mi vida ahora, Meg Rosoff

Cuando se publicó la novela de Meg Rosoff Mi vida ahora en 2004, inmediatamente recibió un mar de elogios y se convirtió en un bestseller gracias al buen boca a boca. El excelente debut de la escritora norteamericana afincada en Londres recibió prestigiosos premios literarios, incluyendo el de Ficción de la British Guardian Children.

Escrita con la irresistiblemente inocente pero áspera voz de su heroína, una inteligente pero malhumorada y anoréxica neoyorquina de 15 años llamada Daisy, Mi vida ahora trata con destreza y emoción los temas del amor, la pérdida y la lealtad más allá de las tópicas sombras de la guerra, el caos y la carnicería. Exiliada por su padre de Manhattan a la campiña inglesa, la llegada de Daisy a la edad adulta es una mezcla de dicha y dolor, lo primero causado por Edmond, y lo segundo por la oscuridad que sobreviene cuando Gran Bretaña entra en guerra. De repente, esta adolescente autoabsorbida se verá en la circunstancia de ser la única responsable de su prima pequeña Piper, y forzada a emprender un viaje épico y valiente de supervivencia.

Fue la visión imaginativa de la historia de Rosoff, ambientada en un futuro paralelo o muy cercano, así como la fuerza descriptiva de las observaciones distantes pero harto irónicas de Daisy sobre el amor, la guerra, los primos y el campo, lo que hizo que la novela llamara la atención por igual a lectores jóvenes y a adultos. Entre los fans del libro se encontraban Charles Steel y Alasdair Flind, de Cowboy Films, quienes adquirieron los derechos del bestseller de Rosoff y desarrollaron el proyecto con Film4.

Al poco tiempo enviaron el libro a Kevin Macdonald, con quien Steel había trabajado en El último rey de Escocia. Leyó el libro y le encantó, aunque tras rodar El último rey de Escocia se convirtió en un realizador solicitado y su agenda le imposibilitaba incorporarse al proyecto. Macdonald siempre había querido realizar una película sobre la experiencia de la adolescencia, y otra que estuviera protagonizada por una chica e incluyera una historia de amor –ambas ideas eran prioritarias para el director–, así que cuando se dio la circunstancia de que el proyecto volvió a caer en sus manos no dejó escapar la oportunidad.

"Creo que el libro de Meg es realmente precioso", confiesa Macdonald. "Pero como suele suceder en estos casos que existe una novela bonita, a menudo tienes que alejarte de la historia mucho más de lo que lo harías si estuvieras adaptando un libro mediocre. No puedes poner en la pantalla todo lo que sale en el papel. Para empezar, se trata del monólogo interior de Daisy, lo cual significaba que la estructura de la novela era muy difícil de replicar. Y aunque la voz de Daisy tiene una gran potencia en el libro, nos dimos cuenta de que tenía que ser algo distinto para que la cinta funcionara".

Los productores se encontraron con el reto de destilar una novela que se adentrara tanto en terrenos juveniles como adultos por los temas que trata, pero sin perder la visión poética que convirtió el manuscrito de Rosoff en el éxito que fue. Por eso se incorporó a un equipo de guionistas se varios estilos: Tony Grisoni (Miedo y asco en Las Vegas, In this world) fue el primero que comenzó a trabajar en la adaptación, antes de pasar el relevo a Jeremy Brock (El último rey de Escocia, The Eagle). La aclamada y joven dramaturga Penelope Skinner fe la última en llegar para aportar los retoques finales a Daisy, quien se enamora y se enfrenta a desafíos extremos a lo largo de la historia.

"Kevin buscaba incorporar una voz femenina joven que capturara la voz de Daisy", apunta Steel. "Penelope realizó un trabajo fantástico y ha contribuido enormemente al guión".

"Estuvimos buscando muchísimas voces para Daisy", explica Macdonald. "El quid de la cuestión era tener presente que la clave en Daisy era su fuerza de voluntad. Es una persona con un sentido de sí misma y con una identidad asombrosas, pero que ha usado la fuerza de voluntad de forma negativa en su vida. Es que su vida ha sido muy negativa. Sin embargo, al final termina utilizando lo que la ha deteriorado para sobrevivir".

Aunque es probable que se encuentre en la sección juvenil de cualquier librería, la novela de Rosoff abarca tanto al público adolescente como al adulto. La editorial, Penguin Books, llegó incluso a crear dos portadas distintas para cubrir ambos mercados. Aunque este atractivo dual se refleja intensamente en la adaptación de Macdonald, cada uno de los que estuvieron implicados en el proyecto tenía claro que cuanto más definieran su público objetivo más probabilidad tendrían de alcanzar a ambos grupos.

"Inducidos por Kevin, la hemos considerado plenamente como una historia de amor adolescente que apunta a un público adolescente", confiesa Steel.

"Lo que hace que el filme destaque por encima del resto", añade Flind, "es que ésta es la versión de Kevin de una historia de amor adolescente. Tiene la capacidad de hacerla real y sin refinar en exceso, siempre encontrando el punto adecuado. Él la hará destacar".

Ronan era una actriz cuyo nombre apareció en una fase muy temprana del desarrollo de Mi vida ahora, más o menos cuando se estrenó Expiación, más allá de la pasión. Aunque en aquel momento habría sido demasiado joven, el talento de la actriz irlandesa y su carisma ya eran evidentes, y ha evolucionado hasta convertirse en la actriz destacada de su generación. Puede llamársele serendipia, pero cuando los planetas se alinearon para emprender la producción de Mi vida ahora, Ronan tenía la edad perfecta para interpretar a Daisy.

Inicialmente, Macdonald había considerado la posibilidad de trabajar con actores no profesionales para que encarnaran a los cinco actores principales de Mi vida ahora, y organizó castings abiertos en busca de una desconocida que interpretara a Daisy. Al poco tiempo abandonó la idea y empezó a entrevistarse con actrices adolescentes, pero tampoco halló ninguna que tuviera la esencia que necesitaba Daisy… hasta que dio con Ronan y quedó entusiasmado. "Entró a leer su texto y estuvo sencillamente fantástica, me dejó con la boca abierta", afirma el director de Glasgow. "Lo más asombroso es que venia desde Irlanda pero no llegó a recibir las nuevas páginas que se le habían enviado, así que solamente tuvo 10 minutos para preparárselas al llegar. A pesar de todo, lo hizo. Y estuvo espectacular".

La parte que Macdonald más disfrutó del rodaje fue ponerse a trabajar con su reparto de adolescentes y niños. "Eran divertidos, enérgicos y obedientes… la mayoría de la veces", sonríe. "Fue todo un placer trabajar con ellos, y tener tantos chicos a tu alrededor durante todo el tiempo, aunque Saoirse tenía 18 años y George acababa de cumplir 20, generó un ambiente maravilloso para todos. Yo tenía 44 cuando rodamos, así que todo aquel sentimiento adolescente me quedaba muy lejos. Y claro, como es natural, nunca he experimentado lo que es ser una chica adolescente, así que me tuve que dejar guiar por ellas de un modo un tanto diferente que cuando haces una película sobre adultos".


La cadena de Daisy: Los personajes

Daisy
Daisy es avispada, descarada y directa, una auténtica adolescente que navega por el intoxicante dominio del primer amor, justo antes de encontrar unas inesperadas reservas de coraje y resiliencia en su interior, que le ayudarán a sobrevivir a las circunstancias más angustiosas de su joven vida. Para Ronan, el papel le llegó en el momento justo. "Después de Byzantium, de Hanna y de The Host, estaba desesperada por interpretar a alguien que fuera una adolescente normal", cuenta la actriz irlandesa, refiriéndose a los tres papeles que hizo antes de Mi vida ahora. Respectivamente, una vampiresa, una asesina quinceañera y una chica cuyo cuerpo aloja un ente alienígena invasor. "Fue perfecto el día en que me ofrecieron el papel, porque era justo lo que necesitaba, y además disfruté mucho interpretándolo".

A diferencia de sus compañeros de reparto Tom Holland y George MacKay, Ronan no leyó la novela de Rosoff antes de comenzar el proyecto. Decidió que esperaría al final de todo, siguiendo el consejo de Macdonald. "Igualmente, es lo que prefiero, porque un guión siempre será distinto; es el punto de vista de otra persona", observa. "Tengo curiosidad por leer la novela y comparar. Pero el guión es extraordinario".

Tanto en la novela como en el libro, Daisy se presenta como vulnerable, irónica, superior, orgullosa dueña de una rebeldía que se forjó con la muerte de su madre al nacer ella, así como de la sensación de abandono por parte de su padre. Sin embargo, para Ronan, Daisy no es una rebelde natural. Ella se ve empujada a actuar así porque es la única manera que tiene de expresarse. Creo que se siente muy encadenada buena parte del tiempo. Ya que la han abandonado, se construye un muro alrededor a base de lápiz de ojos negro, de maquillaje y de tinte para el pelo".

Al llegar al Reino Unido con sus piercings, sus mechones decolorados y su actitud seria, a Daisy no le espera en el aeropuerto su tía Penn, sino su primo de 14 años Isaac. La insolente quinceañera americana no se deja impresionar, pero a medida que se encariña de Brackendale y de Eddie, el ánimo y la madurez de Daisy empiezan a cambiar, antes de que la catastrófica detonación de una bomba nuclear suma a Gran Bretaña en el abismo y altere sus vidas para siempre.

Por si alguien se preocupa de que Ronan se haya agujereado la cara para ponerse piercings, cabe aclarar que son todos falsos, se lo ponían cada día en maquillaje. "Me los pegaban con un poco de cola y cuando hacía demasiado calor se me caían", revela. "No sé por qué, pero cuando George estaba cerca siempre se me saltaban los piercings. Estuvimos rodando una escena en que nos teníamos que besar, y se me despegaron todos. Él se lo dijo a la segunda ayudante de dirección, Jamie, al final de la escena, y ahora Jamie le llama ‘El hombre animal’, por ese poder que tiene de hacerme caer los pendientes. Bromas aparte, para mí fue un gran alivio interpretar a alguien completamente diferente de mí, alguien que no es una buena chica. Más bien su vida es un caos y se la trae muy floja si ofende a la gente, aunque en el fondo lo único que quiere es alguien que la ame".

Una cosa que ayudó mucho a Ronan fue el diario de Daisy. Antes del inicio del rodaje, el departamento artístico le dio un diario que ellos habían escrito para el personaje, que incluía letras de canciones, poesía y otras iconografías, como fotos de la propia actriz que ellos mismos le habían pedido. "A pesar de que todo aquel material lo había reunido alguien que no iba a interpretar el personaje, sí supieron recoger toda esa rebeldía, culpabilidad e ira en un librito que realmente me ayudó", recuerda ella. "Y yo comencé a añadir notas con todas esas cosas que sentía y que siento, frustraciones y emociones negativas que a veces se tienen".

Los sentimientos iracundos de Daisy se manifiestan de formas terribles; no se limita a enfadarse, sino que se autocastiga. En la novela de Rosoff, el tormento psicológico de Daisy se revela muy abiertamente: se autolesiona y sufre un importante trastorno alimentario, unos elementos que en el filme se han suavizado. Los productores y Macdonald estuvieron de acuerdo en que sería demasiado difícil tratar estos problemas de una forma consistente sin perder el foco de atención en el núcleo de la historia, que es Daisy y Eddie, así como la entrada de Daisy en la edad adulta. Por tanto, la versión cinematográfica de Daisy sufre más bien un trastorno obsesivo compulsivo, y está muy al corriente de las calorías que tiene cada almento.

"Los síntomas siguen ahí, para que la gente a quien le gustara el libro no sientan que la película se salta cosas", revela Macdonald. "Tener ese punto oscuro es importante para el personaje y para la historia".

Ronan y Macdonald se conchabaron por completo sobre las motivaciones y la evolución emocional de Daisy durante su viaje de amor, descubrimiento y supervivencia. "Me apasiona trabajar con Kevin", expresa la actriz. "Tiene la paciencia de un santo. Estando con todos los chicos, nos lo pasábamos muy bien cada día y no parábamos de reír, y él nos tenía que soportar. Pero me encanta que haya rodado muchos documentales y que haya incorporado este bagaje a su forma de rodar. Todo lo que rodamos en Brackendale se nota muy libre y suelto. Y es fantástico cuando un director está implicado emocionalmente con los propios personajes. Realmente entendió lo que se suponía que tendríamos que estar sintiendo. Se ha convertido en uno de mis directores favoritos".

El hecho de que Daisy se enamore de su primo mayor podría considerarse un hecho controvertido, igual que en la historia que escribió Rosoff, aunque Ronan no lo ve así, y a los realizadores no les importa mostrar que la relación entre Daisy y Eddie se va volviendo cada vez más íntima. "Creo que gana fuerza e incluso romanticismo el hecho de que sean primos", comenta la joven actriz. "Refuerza su conexión. Ella se resiste a asumirlo, porque sabe que va en contra de las convenciones pero es algo mucho más interesante que ‘Daisy va al campamento de verano y conoce a tal chico’. Todo les va en contra, pero el hecho de que él la llegue a conocer mejor que ella a sí misma hace que ella sienta una gran atracción por él".

La familia
"Cada centímetro de mí estaba lleno de vida e inundado del sentimiento que moría de hambre, de hambre, de hambre de Edmond. Y, qué coincidencia, ése era el sentimiento que más adoraba del mundo".

Eddie
Una de las primeras decisiones que se tomaron con respecto al guión fue la reducción del número de primos, de cuatro a tres. En la novela, Osbert era el mayor, pero no llegó a la versión cinematográfica, lo cual dejaba a Edmond –ahora Eddie– no sólo como el primogénito sino también cargado de las características silenciosas y enigmáticas que en el libro tenía su gemelo Isaac, que en el filme es su hermano pequeño. Pero la dinámica más fundamental en Mi vida ahora, la historia de amor entre Daisy y Eddie, no se ha visto alterada.

Encontrar un actor masculino que interpretara en la película al alma gemela de Ronan no fue cosa de un día. La red de castings que se montó fue muy importante. Se visitaron cientos de escuelas, y Macdonald empezó a preocuparse porque no encontraba lo que buscaba. Al final se seleccionó a cuatro jóvenes actores para que pasaran texto con Saoirse; y el director y los productores se decantaron por MacKay, quien ya había tenido papeles principales en Resistencia, Solo ellos y Private Peaceful. "Estaba claro que Saoirse le respondió a él mucho mejor que a los otros candidatos", recuerda Macdonald. "Yo no quería un chico guapo tipo Crepúsculo, quería a alguien que diera el pego como chico de campo, pero con la rareza y la calidad mística que debía tener Eddie. Juntos tienen verdadera química, y además es un magnífico actor".

"George lleva mucho tiempo haciendo de actor y tiene una edad pareja a la mía", dice Ronan, "Está muy bien tener a alguien así a tu lado en el rodaje. Nos llevamos realmente bien y estábamos todo el tiempo riendo, así que cuando llegó la hora de rodar las escenas íntimas también estuvo bien".

Eddie podría estar encerrado en sí mismo, pasando mucho tiempo solo con su halcón adiestrado, aunque también en el fondo sintoniza con los sentimientos de otras personas –con Daisy por supuesto– y con el mundo natural. "Es tan sensible con todo lo que le rodea que eso le convierte en aislado y raro para la sociedad", observa MacKay. "Él puede ver a través de las barreras que pone la gente, y por eso Daisy se enamora de él: él ve a la persona que hay detrás del dolor. Esta es la primera vez que alguien lo ve en ella, y eso es lo hace su relación tan personal y tan estrecha".

MacKay se fió del criterio de Macdonald respecto a cómo enfocar el interior de Eddie, y pudo disfrutar de ese acercamiento semiimprovisado que el director aplicaba a muchas de las escenas. "La forma de rodar de Kevin es muy libre y orgánica", afirma MacKay. "Cuando éramos más de dos en escena, desplegaba las cámaras como si estuviera rodando a unos amigos haciendo cachondeo, antes de empezar a rodar la secuencia. Eso hacía que todo adquiriera una gran naturalidad".

El estrecho vínculo que tenían los cinco actores ayudó a que todo fuera como una seda.
"Ensayamos en Londres antes de iniciar el rodaje, de modo que cuando llegamos al set, ya teníamos la cohesión de un grupo unido", cuenta MacKay. "Tom es un bromista nato, Danny es de lo más dulce, Harley es traviesa y Saoirse es encantadora. Cada día alguno tenía alguna salida graciosa y todos nos uníamos a la broma y lo pasábamos en grande".

"Estuvimos seis semanas haciendo mucho ruido", comenta Ronan. "¡Me quedé afónica de todo lo que estuvimos riendo y cantando! No me esperaba que fuera tan divertido. Todos estuvimos muy unidos y creo que eso es lo que nos permitió que la película fuera tan especial".

Isaac
De los dos primos varones de Daisy, Isaac es el más extrovertido y risueño, un alegre gafitas de 14 años que siempre le consigue sacar una sonrisa a Daisy, incluso en los peores momentos. "Es un chico divertido", confirma Holland. "Tiene chispa y un punto bohemio, lleva ropa extravagante pero es un chico muy considerado". Se pone el disfraz para demostrar a todos que es un tipo vivaz, cuando en realidad creo que en el fondo es un muchacho triste. Cuando debe despedirse de su madre pone cara de valiente, diciendo que todo irá bien, pero no lo tiene nada claro. Todavía es un niño, un personaje que fue un placer interpretar".

El despunte de Holland como actor llegó cuando interpretó a Billy Elliott en el montaje del West End durante dos años (le eligieron de entre el grupo de chicos que se iban alternando en la interpretación del personaje, delante del compositor del musical, Elton John, para encarnar al protagonista en la función especial de quinto aniversario). Al cabo de dos meses de dejar Billy Elliott, Holland se incorporó como hijo mayor de Naomi Watts y Ewan McGregor en el reparto de Lo imposible, el aclamado drama de Juan Antonio Bayona, antes de asumir el papel de Isaac en Mi vida ahora.

Aunque ambas películas incurren en una temática seria, Holland observa que "los rodajes no podían ser más diferentes. Especialmente, porque en Mi vida ahora trabajé con gente de mi edad, y eso está muy bien porque el buen rollo estuvo asegurado". Holland comparte la opinión de sus compañeros de más edad, de que formar un grupo unido convirtió Mi vida ahora en una experiencia inolvidable. "Muchas de las cosas que se ven en pantalla eran del todo naturales cuando estábamos juntos, como las risas compartidas.

Simplemente nos lo pasábamos bien, echábamos unas risas, salíamos juntos…"
recuerda. "Era un ambiente maravilloso. En las cinco semanas que estuve no me encontré con nadie que no fuera una bellísima persona".

Macdonald siente que tuvieron mucha suerte de encontrar a un actor como Holland. Lo imposible catapultó su carrera, y ahora casi no puede pasear por las calles de España sin que alguien se le acerque a decirle algo; el drama familiar de Bayona es la película más taquillera de la historia del cine español. "Es como el Leonardo DiCaprio de después de estrenar Titanic, pero en versión española", bromea Macdonald. "Lo imposible marcó su carrera, y se lo merece, porque es brillante. Como Isaac es encantador, y refleja rápidamente al público la imagen de cómo es su familia y el calor que comparten".

Holland y MacKay presentan un juego que se inventaron y que hizo furor en el set, que consta en lanzar una uva al aire y que alguien la recoja con la boca, para escupirla inmediatamente y que otro la reciba también con la boca. Y así se la van pasando hasta que alguien falla o se le cae la uva. "Lo hicimos en uno de los rodajes", ríe MacKay. "¡A ver si al final acaba saliendo en la película!" Los chicos también son muy fans del dúo cómico Flight of the Conchords, y son capaces de imitar el rap paródico de los humoristas neozelandeses ‘The Hiphopopotamus Vs Rhymenoceros’.

Pero no todo fue diversión y juegos. Holland disfrutó de las escenas más dramáticas tanto como lo hizo con las más ligeras, que dominan la primera mitad de la narrativa. Le gustó especialmente interpretar el punto de inflexión emocional de la película, cuando su idilio en Brackendale se derrumba porque los soldados británicos fuerzan a Isaac y Eddie a separarse de Daisy y Piper. Pero no le gustó porque aquello le diera la oportunidad de demostrar su arte interpretativo, sino que "me encantó porque aquella escena todavía unió más al grupo", observa Holland, más inteligente que la media de su edad.

Piper
En el papel de la benjamina del clan –la ruidosa, excéntrica e irreprimible Piper–, encontramos a Harley Bird, de 10 años, quien ya era famosa en la pequeña pantalla por ser la voz del popular personaje de dibujos ‘Peppa Pig’. Ese papel la convirtió en la ganadora del BAFTA más joven de la historia, y una celebridad con todas las de la ley.

Bird ve a la prima menor muy parecida a como es ella misma. "Piper y yo somos la misma", exclama la pizpireta actriz. "Tenemos los mismos gustos en moda; es un poco desvergonzada; y yo también tengo mascotas y vivo en una granja, aunque no es una granja de trabajo". Naturalmente, se ha fijado en sus compañeros de reparto mayores, y les describe como "mis hermanos mayores. Hemos pasado mucho tiempo juntos; me dio pena cuando terminó el rodaje". Eso sí: cada uno se fue con un apodo que les puso Bird, incluyendo a ‘Mr. Macdonald, Señor’ (Kevin), ‘Chapoteo’ (Ronan) y el más peculiar de todos, ‘Amelia Jane’ (MacKay), quien se ganó el apelativo porque de pequeño, el actor se quería cambiar el nombre a A.J.

"Dijo que no le podíamos llamar A.J. porque le haría sentir como si estuviera en una loca banda de rock", recuerda Bird. "Así que yo dije ‘Vale, entonces, ¿qué tal Amelia Jane?’".

Bird tenía una relación especialmente cercana a Ronan, con quien comparte casi todas sus escenas. "La adopté. Le di el certificado y todo eso", bromea la actriz de 10 años. En cuanto a Ronan, se encontró haciendo de protectora de su joven compañera. "Es su primera película, y lanzarse a algo tan fuerte y emocional es mucho para una niña de 10 años. Y sin embargo, ella lo ha hecho", comenta.

Hay poca presencia de adultos en Mi vida ahora, y los pocos que aparecen, lo hacen con una sombra de miedo o violencia. Aparte, claro está, de la Tía Penn. Como una enviada de la paz tratando de ayudar a evitar el inevitable desastre, ella también tiene miedo, pero se toma un breve respiro de su incesante negociación para estrechar vínculos con su sobrina la víspera de volar hacia Ginebra. Para sacar el máximo partido de su breve pero crucial papel, el departamento de producción optó por Anna Chancellor, quien convierte su diálogo con Ronan en una de las escenas clave del filme.

"Era una escena difícil de rodar porque ella tiene que pasar por muchas emociones distintas y porque transmite mucha información al espectador", explica Macdonald. "Anna fue capaz de cumplir con esa misión. Estoy muy contento con ella y, de hecho, me ha hecho pensar en lo desaprovechada que está".