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  Amanece en Edimburgo  (Sunshine on Leith)
  Dirigida por Dexter Fletcher
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Dexter Fletcher dirige Amanece en Edimburgo, un musical fresco y moderno sobre el poder del hogar, la familia y el amor, que incluye temas tan conocidos como "I'm gonna be (500 miles)" o "I'm on my way" del grupo escocés The Proclaimers.

La película es la adaptación cinematográfica de la obra teatral musical Sunshine on Leith creada por Stephen Greenhorn, estrenada en 2007 y ganadora del Premio TMA al Mejor Musical del Año. Está basada en la música del grupo escocés The Proclaimers, formado por los gemelos Charlie y Craig Reid.

Amanece en Edimburgo está producida por Andrew Macdonald y Allon Reich para DNA Films, y Arabella Page Croft y Kieran Parker para Black Camel Pictures. Dexter Fletcher dirige el largometraje a partir del libreto de Stephen Greenhorn. El director de Fotografía es George Richmond. El director musical es Paul Englishby. La película está protagonizada por Peter Mullan, Jane Horrocks, George Mackay, Freya Mayor, Kevin Guthrie, Antonia Thomas y Jason Flemyng.


La producción: Del escenario a la pantalla
Amanece en Edimburgo construye una historia de ficción llena de buenas sensaciones alrededor de las canciones de la banda escocesa The Proclaimers. Del mismo modo que MAMMA MIA! no guarda relación alguna con las vidas de los miembros del cuarteto ABBA, Sunshine on Leith no tiene ningún vínculo biográfico con Charlie y Craig Reid, los gemelos que forman The Proclaimers. Publicaron su primer disco, This Is the Story, en 1987, y han proseguido su carrera hasta editar ocho álbumes de estudio más, incluyendo Sunshine on Leith en 1988, que contenía su canción más famosa, reconocible y pegadiza: I'm Gonna Be (500 miles). Sin embargo, tuvieron que pasar dos décadas para que alguien se diera cuenta de que las canciones del grupo no deberían tocarse sólo en conciertos de rock.

"Sunshine on Leith surgió, como todo lo bueno, de una botella de whisky", recuerda el guionista Stephen Greenhorn. En 2005, Greenhorn intentaba dar forma a alguna idea de musical escocés que pudiera materializar y desarrollar con su amigo James Brining, director artístico del Dundee Repertory Theatre. Sin embargo, a pesar de sus esfuerzos, sus brainstormings no daban más que ideas vacías.

"Una noche me empecé a emborrachar mientras escuchaba el primer disco de The Proclaimers, This Is the Story", cuenta Greenhorn. "Más o menos a mitad del disco, el grupo deja de tocar y se ponen a hablar entre ellos. Y pensé 'Esto suena como si fuera un musical' y empecé a pensar en todas las canciones de The Proclaimers que conocía y me di cuenta de que parecían sacadas de un musical. Así que escribí 'el musical de Proclaimers' en el reverso de un sobre y me fui a dormir. A la mañana siguiente me había olvidado por completo… hasta que vi el sobre".

Después de conseguir los permisos de los hermanos Reid y del mánager de éstos, Kenny Macdonald, Greenhorn pasó los dos años siguientes desarrollando el montaje junto a Brinning y algunos actores en el Dundee Rep. Cuando estuvo lista la primera producción en 2007, Sunshine on Leith fue tal éxito que finalmente se ha llevado a la gran pantalla. "¡Gracias a Dios que anoté la idea en un sobre!", dice sonriente el guionista.

El montaje teatral original fue un lleno permanente en Escocia, lo que propició dos giras adicionales de este musical amable, cálido y potente que encantó a público y crítica por igual. The Guardian lo consideró el mejor musical británico desde Hermanos de sangre, y lo describió como "un espectáculo que vale la pena recorrer 500 millas para verlo, si no 500 más", en referencia a la popular canción de The Proclaimers.

A pesar de que dieron su beneplácito a Sunshine on Leith, Craig y Charlie Reid no aportaron ningún ingrediente creativo al musical en sí. En cuanto encontraron un hueco en su apretada agenda de conciertos y pudieron ver la representación, admitieron que se habían quedado asombrados por la experiencia. "Me pareció fantástico", recuerda Charlie. "Tenía ese punto surrealista y emotivo a la vez el hecho de escuchar tus propias composiciones cantadas por los actores. Se me saltaron las lágrimas más de una vez".

"Creo que el secreto es que Stephen escuchó detenidamente las letras", añade Craig. "Contó la historia no sólo por lo que decían las canciones sino que hay algo que va más allá de eso. Él en sí es un artista. Lo que hizo fue mágico".

The Proclaimers siempre han contado historias con sus canciones, y por eso son ideales para convertirlos en musical. No fue necesario que la prensa bautizara Sunshine on Leith como un 'Mamma Mia a la escocesa' para que más de uno le encontrara el potencial cinematográfico. Y entre ellos estaba la productora de Glasgow Arabella Page Croft, gerente de Black Camel Pictures junto a su marido Kieran Parker. "La gente adoró este musical en Escocia", apunta. "Y nos encontramos en una especie de competición por adquirir los derechos".

Buscar la forma de capturar el espíritu de un musical, especialmente uno que transmite la sensación de estímulo y alegría como lo hace Amanece en Edimburgo, es un reto especialmente complicado. Las pantallas de cine y las estanterías de DVDs de saldo se han inundado de morralla alimentada por intentos fallidos realizados en los últimos años, porque un musical no puede ser solamente una serie de canciones pegadizas una detrás de la otra, sino que tiene que tener una buena historia y unos buenos personajes. A este respecto, Page Croft reconoció con inteligencia que fichar a Greenhorn era de una importancia capital para lograr una adaptación de éxito. El guionista elaboró hasta tres borradores de un guión que consiguió transportar Amanece en Edimburgo de sus orígenes teatrales de máximo nivel hasta un universo cinematográfico más naturalista.

"La tarea más costosa fue tomar esos personajes y ponerlos en un mundo reconocible para el público de cine", explica Greenhorn. "Se trataba de dar el salto hasta una dura y curtida experiencia de vida, Leith y Edimburgo".

A pesar de que estaba consiguiendo sacar adelante el guión en términos narrativos y también financieros, Page Croft seguía sin tener claro "cómo iba a vender al resto del mundo aquel divertido musical idiosincrático escocés que significa tanto para los escoceses". Pues incorporando a Andrew Macdonald y Allon Reich, de DNA Films, productores de algunos de los filmes británicos más elogiados de los últimos años, como 28 días después, El último rey de Escocia y Never let me go. DNA proporcionó el impulso que necesitaba Amanece en Edimburgo. "Era como remontar la ola y estar en la cresta de nuevo", observa Greenhorn.

Al igual que Page Croft, Macdonald también conoció el musical por un amigo, y cuando se enteró de que ella tenía los derechos y ya estaba desarrollando el guión, rápidamente se puso en contacto con ella. "Me envió el guión, y tenía todo lo que yo buscaba, que era corazón", afirma Macdonald, que también nació en Glasgow. Y añade: "Siempre había querido hacer un musical. Y el hecho de que fuera un musical escocés todavía lo hacía más atractivo".

No todo el mundo en el entorno de Macdonald estaba tan entusiasmado como él con el musical escocés con música de The Proclaimers. "¡Por ejemplo, mi mujer!", bromea. Su compañero de DNA Films también se mostró escéptico al principio. "Creí que iba a ser la historia de unos fantásticos músicos gemelos que triunfan en la escena musical escocesa, lo cual parecía tener algo de cabida en el mercado", admite Reich. "Pero cuando leí el guión me quedé completamente cautivado por la historia y los personajes. La segunda vez que lo leí lo hice con la página de YouTube abierta y reproduje todas las canciones en el punto en que suenan en la historia. Y tenía mucha más fluidez de la que creía. Parecía que The Proclaimers hubieran escrito las canciones especialmente para el musical. Me quedé asombrado cuando descubrí que Stephen lo había ideado todo a partir de unas canciones que ya existían".

DNA realizaba su primera incursión en los musicales tomándoselo muy en serio. Concretamente, Macdonald se mostró satisfecho de que la narrativa, a pesar de tocar temas universales, estuviera tan localizada en Leith. Le pidió a Greenhorn que realizara un nuevo borrador del guión eliminando todos los elementos que se hubieran incluido para atraer al público internacional. Por ejemplo, en lugar de ser de la selección nacional escocesa, ahora los personajes eran forofos del equipo local de Leith, el Hibernian F.C. (también conocidos como 'Hibs').

"Cuando te fijas en películas como The Full Monty o Cuatro bodas y un funeral, ves que son muy específicas para su entorno social y geográfico", explica Macdonald. "Yo también tuve un gran éxito en este sentido, también, con Tumba abierta (Shallow Grave) y con Trainspotting, ambas ambientadas en Escocia. Yo sabía que ése era un elemento importante que había que tener en cuenta".

También fue fundamental el proceso de reestructuración y fluidificación, que propició una reducción de 20 canciones a 13. "Me dio mucha lástima perder algunas de las canciones", admite Page Croft. "Pero DNA lo hizo por amor al proyecto, y era necesario. Tomaron algunas decisiones delicadas". Mientras que la columna vertebral del montaje escénico se ha mantenido intacta en la película, cada una de las canciones pasó por rigurosos análisis acerca del papel estructural que jugaban en el arco emocional y en los momentos cumbre de la historia. No había espacio para elementos superfluos, por bellos o melódicos que fueran. Cada canción tenía que ganarse su lugar.

"No había demasiadas idas y venidas acerca de la historia o de los personajes", explica Greenhorn. "Las principales discusiones discurrían sobre si una canción debía eliminarse o conservarse. La gente es muy fiel a sus favoritos". Las que quedaron y conformaron la lista de canciones de Sunshine on Leith son: 'Sky Takes the Soul', 'I'm on my Way', 'Over and Done With', 'Misty Blue', 'Make my Heart Fly', 'Let's Get Married', 'Oh Jean', 'Hate may Love', 'Then I Met You', 'Should Have Been Loved', 'Sunshine on Leith', 'Letter from America' y 'I'm Gonna Be (500 Miles)'.

Alentados por la positiva colaboración de la que habían gozado con la compañía en su anterior producción, Dredd, Macdoland y Reich establecieron contacto a continuación con Entertainment Film Distributors, la mayor distribuidora de cine independiente de Gran Bretaña defensora desde hace muchos años de la producción cinematográfica del Reino Unido. Entertainment estuvo de acuerdo en proporcionar apoyo financiero a Amanece en Edimburgo, con apoyo adicional procedente también del BFI y de Creative Scotland.


El director: Dexter Fletcher
Un musical escocés acerca de una familia escocesa, ambientado en Leith, y en el que suenan canciones de uno de los grupos escoceses más reconocidos de todos los tiempos. ¿Quién mejor que un londinense de pura cepa para asumir el encargo de dirigir Amanece en Edimburgo para la gran pantalla?

Es justo decir que Dexter Fletcher no fue una elección obvia ni inmediata para asumir este trabajo. Pero Macdonald y Reich entendieron que se necesitaba la perspectiva de un foráneo para aportar aires nuevos a la obra, y con su elogiado debut como director, Wild Bill (2011), el que en su día fuera actor infantil impresionó a todos con su habilidad para sacar adelante las complejas emociones del filme, así como las brillantes interpretaciones que consiguió de un reparto que incluía a Charlie Creed-Miles y a Will Poulter. Fletcher añadió una dimensión extra a una historia de gánsteres que ya se ha visto un millón de veces. Fletcher hizo Wild Bill con la calidez, la sensibilidad, la diversión y la solidez que posteriormente serían cruciales en Amanece en Edimburgo.

Además, cuando Macdonald y Reich fueron a reunirse con él, era obvio que la personalidad contagiosamente alegre de Fletcher, su entusiasmo incontenido y su gran conocimiento y amor por los musicales le convirtió en el candidato perfecto para ese trabajo. "¿Tú te crees? ¿Baby Face dirigiendo mi musical? ¿Qué puede haber mejor?", sonríe Macdonald, en referencia al icónico personaje que encarnó Fletcher en la cinta infantil de gánsteres Bugsy Malone, nieto de Al Capone.

Después de Wild Bill, Fletcher buscó un giro radical en su carrera de cara a realizar su segunda película. "Con Wild Bill, me encontraba en un mundo que conocía bastante bien, así que quise ponerme a prueba con algo que se alejara lo máximo posible de mi primer largo", afirma. "Amanece en Edimburgo encajaba ciertamente en ese requisito. Los musicales eran mi primer gran amor cuando era pequeño. La primera película que recuerdo sentarme a ver fue Cantando bajo la lluvia, y, por supuesto, Bugsy Malone, nieto de Al Capone, donde salía yo".

La profunda influencia de aquel musical de 1976, que marcó el debut actoral de Fletcher, se vio reflejada en Amanece en Edimburgo en el sentido en que el director Alan Parker había puesto énfasis en asegurarse de que la historia funcionara dramáticamente, con o sin canciones. Se trataba de hacer que la interpretación fuera convincente y cautivadora por encima de todo, así que una de las primeras tareas de Fletcher fue leer cuidadosamente el guión con una copia de todas las letras de The Proclaimers al lado, a fin de entender cómo los compases emocionales de la música del grupo se fusionan con la narrativa. "La forma en que Stephen conectó las letras con las historias personales de cada personaje fue muy inteligente", concluye.

Como Wild Bill, con Amanece en Edimburgo también sucedió que para Fletcher todo giraba en torno a la familia –explorando la dinámica existente entre padre, madre, hermana y hermano en el núcleo narrativo del guión de Greenhorn. También es un enamorado del interés y la actualidad del regreso a casa de los soldados británicos que han estado en una guerra del presente, tratando de reencontrar su lugar en un entorno que ha cambiado radicalmente desde que se fueron. Y, por supuesto, le encantaban las canciones que transportan la energía y el entusiasmo de un musical a la gran pantalla, y todavía más si mantienen la historia y los personajes en el contexto de la realidad.

Como actor que es él también, Fletcher puede entender intuitivamente a los actores, a sus sentimientos y a sus interpretaciones en el set. "Es un gran comunicador y siembre sabe estar", observa Macdonald. A todo el mundo le gusta Dexter, todos quieren trabajar con Dexter, todos quieren hacer más por Dexter. Tenerle en el set es un valor muy importante".

"Básicamente está montando un show con esta película", añade Reich. "Tenías que haber sentido esa energía y electricidad corriendo por toda la historia. Y puede ser difícil hacer que el equipo tenga esa energía después de seis horas de rodaje como si fuera la primera. Y Dexter lo conseguía. Es un tipo fantástico con la gente y mantenía una excelente relación con George Richmond, el director de Fotografía. Han rodado la película de la forma más atractiva posible".


El reparto: Rab y Jean
Todo el mundo estuvo de acuerdo en que el reparto tenía que estar formado por intérpretes que primero fueran actores y después cantante, para mantener Amanece en Edimburgo firmemente conectada al mundo real. Peter Mullan y Jane Horrocks, en los papeles de Rab y Jean, son las cabezas del clan Henshaw, y son los ejes sobre los que gira la historia. "Aunque no me gusta pensar que soy vieja, Peter y yo representamos la generación más antigua", comenta Horrocks. "Es genial tener las relaciones jóvenes con las que los jóvenes se identificarán, e incluir también las relaciones más maduras con Jean y Rab. Se da un equilibrio ideal".

En la actualidad hay otros actores escoceses consolidados aparte de Mullan, pero él aporta una base sólida a todos los personajes que interpreta, y proporciona verdad y complejidad. "Es un actor de actores", comenta Macdonald. "Está generalmente reconocido como uno de los mejores del universo actoral. Y afortunadamente aceptó el papel. Es un gran fan de The Proclaimers y representa la piedra angular del filme".

Por su parte, Mullan se alegró de que hubiesen pensado en él, a la vez que admite que inicialmente expresó su preocupación por no llegar al nivel necesario para cantar en la película. "Les dije que yo no soy ningún cantante, y respondieron que sólo tenía una canción. Y pensé, 'Bueno, supongo que podré salir airoso'", recuerda Mullan, quien canta la canción de The Proclaimers 'Oh Jean' durante la celebración de las bodas de plata de Rab y Jean. "Nunca pensé que tendría la oportunidad de hacer un musical. Me encantan; crecí con ellos. Y el hecho de poder hacer uno fue fascinante. Me lo pasé muy bien cantando mi canción, aunque no sé si el espectador pensará lo mismo".

"Rab es un chico decentito", prosigue Mullan, con su típica sutileza. "Es un chico decente que cometió un error hace 25 años y que le tiene atrapado. Y está pagando el precio. Aparte de eso es un alma transparente. No tiene grandes neurosis ni problemas de temperamento ni nada de eso, como los personajes que suelo interpretar".

Fletcher ve a Mullan como casi la personificación del típico escocés de clase obrera, y alguien por quien el público apostará a medida que se va desplegando la historia. Es un hombre de familia cuyo mundo se completa de nuevo cuando su hijo regresa a Leith, para volver a fracturarlo al revelarse un secreto del pasado que pone en peligro su vida y su matrimonio. "Me gustó que la película tuviera esa base argumental; quise que todos creyeran que aquello era una familia real, gente real, porque son historias reales", expresa Fletcher. "Y Peter es el artífice de todo eso. Es un tipo muy auténtico, un actor de gran integridad y profundidad".

Para Jean, la mujer ligeramente bohemia que trabaja en una galería de arte y canta la canción que da nombre a la película, los realizadores creyeron que era importante encontrar una actriz con buenas dotes de cantante. Y contactaron con Horrocks, cuyo talento musical es reconocido gracias a sus elogiadas actuaciones escénicas en CABARET, ANNIE GET YOUR GUN y, por supuesto, THE RISE AND FALL OF LITTLE VOICE. Este último le ha proporcionado con justicia numerosos reconocimientos, incluyendo la nominación al BAFTA a la Mejor Actriz por la adaptación cinematográfica del montaje en 1998, Little Voice.

Cuando Macdonald, Reich y Fletcher se reunieron por primera vez con The Proclaimers, en un desayuno en el Hotel Balmoral de Edimburgo, los hermanos quedaron entusiasmados cuando se les dijo que Horrocks estaba en el reparto, pues era la actriz ideal para interpretar a Jean. "Yo pensé 'más vale que la fiche cuanto antes', recuerda sonriente Reich, quien la siguió hasta Grecia, donde ella estaba de vacaciones, para presentarle el proyecto y escucharla cantar 'Letter to America')".

"Me encantó poder volver a cantar", confiesa la actriz. "Porque mucha gente me preguntaba '¿Cuándo volverás a hacer un papel con alguna canción?'". Durante Amanece en Edimburgo, los cimientos del indisoluble compromiso de Jean y Rab se tambalean. Jean ha encontrado su visión sobre el derrumbe de su vida, y a eso se aferra para sobrellevar el trauma. Los dos actores aprovecharon y compartieron la oportunidad de interpretar los altibajos emocionales de la historia de Jean y Rab.

"Siento una gran admiración por Peter. Es un actor excepcional y muy convincente en pantalla", dice Horrocks, quien comenzó a practicar su acento escocés con el profesor de matemáticas de su hijo, que casualmente es de Leith. "Peter es un ejemplo perfecto de cómo aparentar que no estás haciendo gran cosa en la película pero acabar resultando totalmente mágico".

"No hace falta decir que Jane es una gran actriz y una gran cantante", reconoce Mullan, devolviendo el cumplido. "Pero para mí es más importante el hecho de que es una persona excelente y divertida. Para mí, eso es de gran importancia en un set de rodaje. Cuando el director grita '¡acción!', tienes que cumplir con tu tarea, sea fácil o difícil, y cuando gritan '¡corten!', vuelves al mundo real. Y Jane pertenece definitivamente a esta escuela".


El reparto: Davy, Yvonne, Ally y Liz
El hecho de asegurarse los talentos consumados de Horrocks y Mullan permitió a Fletcher y a la directora de cásting Nina Gold lanzar nuevamente la red para buscar a las dos parejas jóvenes cuyos intensos viajes románticos se narran también en Amanece en Edimburgo: Davy e Yvonne, y Ally y Liz. Los cuatro actores se seleccionaron a partir de una competitiva terna de jóvenes brillantes. Los elegidos fueron George MacKay, Freya Mavor, Kevin Guthrie y Antonia Thomas. Todos ellos aportaron distintos grados de experiencia como actores y cantantes a sus respectivos roles.

Después de aparecer en Peter Pan: la gran aventura (2003), Sólo ellos, Private Peaceful y Mi vida ahora, el hermano menor de la nueva adaptación de la novela de Meg Rosoff dirigida por Andrew Macdonald, George MacKay, se postula desde hace tiempo como una de las estrellas más prometedoras de la industria cinematográfica. Aunque su nombre pueda ser 100% escocés, MacKay nació en Londres hijo de padre australiano, así que tuvo que aprender el acento escocés para encarnar a Davy Henshaw. "Intenté practicarlo todo lo que pude, incluso fuera del rodaje", recuerda el joven de 21 años. "Aquello me fue de gran ayuda, porque a Dex le gusta lanzarte retos en cualquier momento, y tú tienes que estar preparado para una improvisación espontánea".

A pesar de ser más joven que su gran amigo en la ficción, Ally, MacKay describe a Davy como el más inteligente de los dos soldados regresados. "Es un tipo muy pensativo", explica MacKay. "Tiene una inseguridad que le impide perseguir sus sueños, y por eso se alistó en el ejército en lugar de ir a la universidad. Ha sido un buen soldado, pero lo que realmente quiere hacer, no tiene la autoconfianza necesaria para lograrlo".

A pesar de que Amanece en Edimburgo es la primera experiencia de MacKay en los musicales, ya tenía una cierta musicalidad previa. Una vez tocó en un grupo formado por amigos, y sabe tocar la guitarra y la armónica. "Creo que fue liberador, porque tuvimos que trabajar acorde con los timings de las canciones e inyectar emoción en ellas para que tuvieran un significado. Fue un proyecto interesante".

Al regresar a Leith, Davy conoce y se enamora de Yvonne, interpretada por Antonia Thomas, quien ya había trabajado antes con Fletcher (en Misfits, la exitosa serie de E4, donde dio vida a Alisha Daniels durante tres temporadas, con el director de Sunshine on Leith como actor invitado en dos de los primeros episodios). Thomas, además, también posee una preciosa voz de soprano, cultivada durante su formación en el National Youth Music Theatre y en la escuela de arte dramático Bristol Old Vic.

"Yvonne es una enfermera que vive en Escocia desde hace dos años", cuenta Thomas. "Está un poco desengañada con el amor, después de la ruptura con su anterior novio, así que no quiere conocer a nadie más. Pero cuando su mejor amiga Liz le presenta a Davy, inmediatamente sienten el flechazo. Es un torbellino de romance".

Mientras Yvonne y Davy disfrutan de la fase de luna de miel de su romance, Ally está deseoso de llevar su relación con la hermana de Davy, Liz, al siguiente nivel. Liz, interpretada por la actriz revelación Freya Mavor, no lo tiene tan claro. Estrella de la quinta y sexta temporada de la serie de E4 ganadora del BAFTA 'Skins' y descendiente de una saga de artistas escoceses (su padre es un premiado dramaturgo y su abuelo dirigió el Consejo de las Artes Escocesas), Mavor, de 19 años, cantó una balada de folk celta en su casting y dejó a los realizadores asombrados. "Fue uno de esos momentos en que nos quedamos boquiabiertos y no pudimos contener la lágrima", recuerda Fletcher.

Aunque actualmente vive en París, Mavor nació en Glasgow y se crió en Edimburgo, y fue espectadora, junto con el resto de su clase de arte dramático, de la tercera producción de SUNSHINE ON LEITH. "Mi amiga y yo nos fijamos especialmente en 'Oh Jean', por el dramatismo que le ponía el actor", comenta Mavor con entusiasmo. "Aquella canción se nos quedó grabada. Mi amiga fue la primera persona a quien le conté que me habían dado el papel y se puso a dar saltos de alegría".

Como su amiga Yvonne, Liz también es enfermera. También era el miembro más jovial del clan Henshaw. Cuando Ally vuelve a entrar en su vida, Liz es una bifurcación crucial en su camino, ya que se está planteando ir más allá de la protección y el calor de Leith hacia el ancho mundo, o lo que es lo mismo, aceptar un empleo de enfermera en Florida. "Está valorando la idea de viajar y vivir nuevas y experiencias, ir a lo desconocido", explica Mavor. "Ella nunca ha tenido eso, y Ally sí lo ha vivido, aunque fue estando en el ejército. Él ha estado en todos esos sitios y ella le tiene una cierta envidia".

Guthrie es el otro joven escocés del reparto, procedente del pueblo de Neilston, al sur de Glasgow. "Es muy parecido a Leith, en el sentido que está orientado a la comunidad, la gente es muy amistosa y todos se conocen", dice Guthrie, quien se presentó en el set como el mayor fan de The Proclaimers de todos los actores jóvenes del elenco. El currículo de Guthrie incluye un papel en los Trafalgar Studios de Londres, en la aclamada producción de MACBETH del año pasado, donde interpreta a Lennox frente a James McAvoy, como el lord escocés que da nombre a la obra. Amanece en Edimburgo es el segundo largometraje del actor, después de haber interpretado un papel en Trash Humpers, de Harmony Korine. Su director le describe como una persona "de fantástica energía y brillo en los ojos. Lo notó enseguida".

En los inicios del proceso de casting, Guthrie leía textos para interpretar a Davy, mientras que MacKay leía para hacer el papel de Ally. "Una noche Dexter me llamó inesperadamente y me dijo 'Tenemos que intercambiar los papeles'", recuerda Guthrie. "Él creía que nuestras energías sintonizaban más con el personaje del otro, y yo creo que tenía toda la razón: me siento mejor en la piel de Ally y Georgie está mejor como Davy".

Guthrie describe a Ally como "un muchacho encantador con una determinación innata para conseguir que todo salga bien". Lo que ha visto en Afganistán le ha dejado convulso y regresa a Escocia decidido a establecer su nueva vida con su amor de niñez. "Está del todo colado por Liz", explica Guthrie. "Ally es un gran personaje en esta historia. Aprendí mucho en el día a día con él".

Todo el reparto principal de Amanece en Edimburgo adoraba trabajar con Fletcher. "Es el tío más genial del planeta", expresa Guthrie. "Aporta su energía, su carisma, su encanto y su nervio –está todo el rato para arriba y para abajo– al set de rodaje. Es un hombre de equipo pero también aprecia la necesidad de contar con los puntos fuertes individuales de cada actor. Quiere que cada toma sea ligeramente distinta para que no tengas la sensación de estarte repitiendo".

"Le gusta la gente", añade MacKay. "Disfruta tratando de entender las motivaciones, las emociones, los sentimientos y las relaciones de las personas. Describiría su trabajo de director como social, en el sentido en que es un estudio de la gente y sus interacciones. Dexter siempre quiere saber qué es natural y real, ya sea durante las canciones o entre una canción y otra".

"Ha hecho que toda la experiencia sea un disfrute", destaca Mavor. "Su energía es contagiosa, lo cual es genial cuando trabajas muchas horas seguidas en un plató. ¡Es como una bengala merodeando por todo el set, repartiendo su aura de positivismo!".

Los miembros más jóvenes del reparto –"¡Los cuatro niños!", bromea Mavor– vivían en el mismo bloque de apartamentos y formaban un grupo unido, salían juntos de noche y se arrancaban con su propia recreación del programa 'Ven a cenar conmigo' durante el rodaje. "George estuvo brillante", comenta Thomas. "Preparó una cremosa pasta con pollo y verduras que estaba deliciosa, y un postre de piña con jengibre y menta. Le seguía Kevin: 'tengo unas ideas en la manga pero esperaré a ver qué hacen los otros antes de planear mi menú'". "A mí me tocó la última", recuerda Mavor, "pero ya tenía la noche planeada de antemano, y quedé como una reina".

Redondeando el reparto está Jason Flemyng en el papel de Harry, el jefe de Jean en la galería de arte, que está prendido de ella y expresa sus sentimientos en la espectacular y rápida interpretación de 'Should Have Been Loved'. "Me encanta Jason –tenemos un trato, y es que él tiene que estar en todas las películas que hago", admite Fletcher. "Su canción es una de las más difíciles. Necesitaba a alguien que pudiera aportar una personalidad excepcional a ese momento sin que fuera excesivo".

"Jason realizó su papel con una impresionante energía y entusiasmo, y también con un decentísimo acento escocés", valora Greenhorn. "La canción que canta tiene un importante peso en el último tercio de la película. Eleva la energía cuando todo empieza a ser sombrío. Jason era el hombre perfecto para conseguirlo. Le da un nuevo brillo a la pantalla".


El rodaje en Escocia
El reto era siempre crear calidez visual y ánimo alegre. Cooperando con Fletcher para lograrlo estaba el director de Fotografía George Richmond, quien también ayudó al director a hacer que su primera película, Wild Bill, pareciera mucho mayor que su modesto presupuesto.

"Recuerdo que George me decía, 'Ya sé que se llama Amanece en Edimburgo (Sunshine on Leith), pero ¿tú crees que vamos a conseguir algo de sol en Edimburgo y en noviembre?'", dice Macdonald. "Y yo respondí '¡Pues claro que sí!'". Y afortunadamente, durante la semana de producción prevista para rodar exteriores en Edimburgo, el sol lució cada día.

A pesar de estar ambientada en Leith y en Edimburgo, por razones económicas, la mayoría del rodaje se desarrolló en la ciudad vecina de Glasgow. "Me encanta trabajar en Glasgow", admite Horrocks. "La gente es fantástica, muy abierta. ¡De hecho, me hacen quedar en evidencia por lo cerrados que somos en Londres! Llegas aquí y todos son tan atentos… ¡Y la arquitectura es sensacional! Dediqué un fin de semana completo a las edificaciones de Rennie Mackintosh".

El rodaje en Escocia fue como una especie de regreso al hogar para Macdonald, pues allí había rodado sus dos primeros filmes, Tumba abierta (Shallow Grave) y Trainspotting, y quería asegurarse de que la estética del filme era atractiva y sugerente. Greenhorn, que es natural de allí, quedó muy gratamente sorprendido al ver los resultados. "Ver esta película me hace sentir esa añoranza de mi Escocia natal", reconoce el artífice de Amanece en Edimburgo. "La escribí en parte como una carta de amor a Leith y a Edimburgo, y creo que esto se puede palpar en la espléndida fotografía de George. Creo que será una placentera sorpresa para la gente acostumbrada a ver retratos cinematográficos de Escocia más oscuros".


Las canciones y el baile
¿Cantar o no cantar? Ese era el dilema. Fue un tema de debate antes y durante la producción de Amanece en Edimburgo: el método radical del director Tom Hooper en su adaptación de Los Miserables, en el que los actores cantaban en directo en cada toma. Macdonald admite que se sintió tentado a probar algo parecido. Pero cuando se enteró de que Mamma Mia!, otro musical lleno de intérpretes más actores que cantantes, se hizo en playback y seguía manteniendo ese feeling impecable que buscaba Macdonald para Amanece en Edimburgo, se decantó por la segunda opción.

Implicado en el importante papel de transferir la música de The Proclaimers a la gran pantalla estaba el director musical Paul Englishby. Se encargó de los arreglos de todas las canciones, guió a los actores en las voces principales y en las armonías, y permaneció en el set para asegurarse no sólo de que los actores hacían bien los playbacks sino también de que "la emoción de la actuación fuera pareja a la emoción de la grabación".

Inicialmente, Englishby grabó los arreglos instrumentales en los Angel Studios de Islington, al norte de Londres, empleando guitarras, batería, bajo y piano, devolviendo las melodías de los Proclaimers a su "esencia folky" que describió el compositor. Entonces llevó las pistas grabadas a Escocia y supervisó la grabación de cada actor y sus interpretaciones vocales antes de empezar el rodaje. "Algunos actores eran cantantes natos y habían cantado antes, mientras que otros no tenían tantas dotes", comenta el director musical. "Pero todo salió bien porque en términos de personaje, la interpretación encajaba con la voz, de modo que no era necesario tener las voces portentosas del musical escénico".

Durante la posproducción, de nuevo en los Angel Studios, Englishby añadió partes instrumentales y completó algunas de las canciones más animadas con algunos instrumentos de metal y cuerda adicionales. Muchas de las pistas orquestales eran variaciones instrumentales de las piezas de los Proclaimers que anunciaban la llegada de una nueva canción. Así, cada vez que los personajes se disponían a cantar, el público ya hacia unos instantes que iba sintiendo ese feeling de que la canción estaba empezando, y ya estaba familiarizada con ella. "Era como un mini-tráiler de cada canción antes de que eclosionara", explica Englishby. "Y todo el rato, al final creábamos una especie de enlace hacia 'I'm gonna be (500 miles)' con una secuencia de cuerda concreta de la canción que enlazaba con la banda sonora incidental".

Aunque el rodaje fue relativamente corto (seis semanas), hubo un periodo de ensayos de cuatro semanas que permitió a Fletcher y al reparto cultivar el núcleo de la dinámica de relaciones, así como construir escenas alrededor de las canciones, grabar voces y practicar las coreografías. Macdonald describe el proceso de ensayo como "casi una representación de todo el montaje. Cada semana interpretaban el show en una iglesia y así veíamos cómo los personajes se desarrollaban en los decorados de la película. Fue un proceso que nos llenó a todos".

Cualquiera que espere ese estilo jazzístico típico del género musical se podría sentir decepcionado con Amanece en Edimburgo. Hasta la última secuencia, la coreografía de cada número musical va de sencillita y poco vistosa a casi inexistente. "Algunos de los bailes estaban coreografiados, mientras que otros eran improvisados", explica Guthrie. "Era una entidad con vida propia. Cada día cambiaba, probábamos cosas nuevas, subíamos y bajábamos el volumen".

Dependiendo de si una voz encajaba en la narrativa y del ánimo que se necesitaba para evocar, el tempo de algunas canciones se vio alterado en Amanece en Edimburgo. 'Hate my Love', por ejemplo, es tradicionalmente un número agresivo y contundente que aquí se ha ralentizado para convertirlo en una tierna balada entonada por Jean en su habitación, donde siente el desamor por la maldad de su marido. Englishby llevó la canción a sus raíces minimalistas usando solamente dos guitarras y la voz de Horrocks.

"The Proclaimers tienen un sonido tan visceral que también queda muy bien cantar las canciones en un tono más suave", comenta Horrocks. "Creo que las voces femeninas expresan las letras de una forma distinta".

En una escena de clímax en la mitad de la película, Mullan canta 'Oh Jean' a su esposa en una escandalosa fiesta tradicional de celebración de sus bodas de plata. Se rodó en un club social de Glasgow decorado con miles de lucecitas de Navidad y colonizado por 120 extras. A quien más quien menos se le empañaron los ojos con la emotiva interpretación de Mullan, repetida en varias tomas. "Miraba a todas las caras mientras hacía el playback y nadie se tapaba los oídos ni fingía tener migrañas para escapar de allí", bromea el actor. "No quise decepcionar a nadie, pero tampoco me vino ningún productor discográfico a proponerme grabar los grandes éxitos de Val Doonican".

La interpretación de Horrock de 'Sunshine on Leith' también tuvo algún momento de lagrimita. Algunos de los actores se encontraban más alejados de su zona de confort que otros; algunos habían recibido canciones de canto para guiarles en el proceso. "Fue un reto masivo, pero me encantan estos desafíos", dice Guthrie. "Es cuestión de pensar que estás actuando a través de la canción más que interpretando un número musical. Y además, es que la música de The Proclaimers es tan brillante que ya te mete en la historia por sí sola".

Las historias que The Proclaimers querían contar no siempre encontraban un encaje en la interpretación de la película. Pero el genio de Greenhorn a la hora de colocar las canciones del grupo se llegó a ganar los elogios de los propios Proclaimers. Por ejemplo, 'Sky Takes the Soul', el intenso número de apertura, presenta a Davy y Ally cantando sobre la inminencia de la muerte cuando su vehículo de transporte militar pasa por un polvoriento camino de Afganistán. Cuando Fletcher le preguntó a los hermanos Reid cuál había sido la inspiración que dio lugar a la canción, ellos explicaron que la habían escrito como apoyo a los Tigres Tamiles.

"La realidad de lo que cada canción significa para Charlie y Craig puede estar a años luz de lo que la conecta a nuestra película", revela Fletcher. "Stephen tomó las canciones y creó momentos especiales para aquellos personajes. La canción 'Misty Blue' en realidad habla de lo que significa ser escocés, y nosotros la utilizamos como una canción de amor. Es interesante usar así de personal y detalladamente canciones que se componen para ser grandes alegatos. Le añade una nueva textura y solidez a la narración, algo que para un musical es estupendo".

'Let's Get Married' es una descarada declaración masculina sobre cómo proponerle matrimonio a tu novia en un pub de forofos del Hibernian. La superpolítica 'Letter to America', que toca todos los palos desde el episodio de limpieza étnica en las Tierras Altas hasta la eliminación de la industria pesada escocesa en la era Thatcher, se convierte en una sentida balada tras la partida de Liz hacia Florida, mientras que 'Make my Heart Fly' recibe una tierna y folky interpretación por parte de Guthrie y Mavor. Y 'Should Have Been Loved', rodada en la galería de arte Kelvingrove de Glasgow e interpretada por Flemyng, Horrocks y dos mujeres más, se convierte en un estándar del folk-rock.

"Cuando escuchas 'Make my Heart Fly', tu corazón realmente vuela", observa Horrocks. "Me quedé asombrada con lo poéticas que son esas canciones. Son unas canciones folk extraordinarias".

Y, por supuesto, está el gran himno de los hermanos Reid, reconocido en todo el mundo, 'I'm Gonna Be (500 Miles)', que le da a Amanece en Edimburgo ese final apoteósico. Pensada para dar ese coletazo emocional al público, Fletcher presionó para que la producción tuviera un elemento añadido: un número musical a lo grande que se rodara en exteriores, en las calles de Edimburgo, con MacKay, Thomas y 500 extras cantando la icónica oda de The Proclaimers a la devoción romántica.

"Esa canción tiene un poder y una vida más allá del grupo", explica Craig Reid. "Está la canción… y luego está la banda. Esta canción es mucho más grande que cualquier otra cosa que hayamos hecho, y probablemente que haremos jamás".


The Proclaimers: Sus canciones, su historia
Nacidos en Leith en 1962, Craig y Charlie Reid crecieron en Edimburgo, Cornwall y Auchtermuchty in Fife. En casa escuchaban a Jerry Lee Lewis, Merle Haggard y Hank Williams. En la escuela tocaban en grupos punk y formaron The Proclaimers en 1983, banda con la que adquirieron rápidamente una comunidad de fans por toda Escocia. Peter Mullan se encontraba en su piso de Glasgow a mediados de los 80 cuando oyó por primera vez hablar de este nuevo grupo escocés. "Recuerdo que tenía 25 o 26 años y estaba escuchando una cinta grabada de dos chicos que cantaban –aún no habían publicado el primer disco pero alguien les había grabado en directo y la cinta tenía la mayoría de canciones", recuerda el actor. "La que realmente me impactó fue 'Letter to America'. También estaba 'Oh Jean'. Me parecían extraordinarios".

En enero de 1987 aparecieron en el programa pop de Channel 4 The Tube, donde cantaron 'Letter from America' y 'Throw the 'R' Away'. Cantaban con acento regional acerca de Escocia, nada que ver con los típicos artistas de mediados de los 80 como Rick Astley o Duran Duran, y se convirtieron en un fenómeno de la noche a la mañana, lo que les valió para firmar un contrato con Chrysalis al cabo de un mes, y a la semana salía a la venta su álbum acústico de debut, This Is the Story.

Macdonald tiene intensos recuerdos de la publicación de aquel primer disco en 1987, escuchando a los hermanos cantar con aquel acento escocés que les marcó como iconoclastas. "Recuerdo a la gente reaccionar con ellos como una banda contemporánea que era claramente escocesa y que cantaba sobre cosas reales", comenta. "No hay nada de malo en las canciones de amor pop, pero ellos trataban temas que importaban, con los que te podías identificar, y que incluso tenían tintes políticos. Cuando salieron en The Tube fue algo muy grande. Cosas así te hacen sentirte orgulloso de ser escocés".

El segundo disco de The Proclaimers, Sunshine on Leith (1988), incorporaba la canción que da nombre a la película, la potente 'I'm Gonna Be (500 miles)' y 'I'm On my Way', que formó parte de la banda sonora de Shrek (2001). 'I'm Gonna Be (500 miles)' se mantuvo seis semanas en el número 1 en Australia y fue Top 10 de los hits universitarios en EEUU, donde también alcanzó el número 3 durante los seis meses que permaneció en la lista Billboard de singles, justo después de aparecer en la banda sonora de Benny and Joon (1993).

Desde entonces, el dúo ha lanzado hasta siete álbumes de estudio. El más reciente de ellos fue Like Comedy, en 2012. También tienen dos recopilaciones de sus mejores canciones. Las canciones con toques de soul y folk de The Proclaimers aún conservan una gran popularidad y siguen versionándose, gracias a su honestidad emocional, su conciencia social, sus pasiones de clase trabajadora, y por la contundencia y la solidez que demuestran en los conciertos. Su música explora la dificultad del género masculino para expresarse, la identidad escocesa y el ardiente socialismo de los gemelos. Todavía hoy siguen con sus giras de hasta seis meses al año, tocando en conciertos y en festivales musicales de todo el mundo.

"En cuanto le dices a un taxista de Glasgow que estás haciendo el musical de The Proclaimers, enseguida se arrancan con '500 Miles' o con 'Misty Blue', o con la canción que sea", explica Thomas. "Son una importante parte del tejido cultural de Escocia". Horrocks llegó a experimentar su popularidad local de primera mano cuando asistió al sorteo de la media parte de un partido del Hibernian con Allon Reich, y escuchó a 30.000 seguidores cantando al unísono el himno del equipo, 'Sunshine on Leith'. "Fue muy evocador", recuerda Reich.

Macdonald recuerda que les iba a ver en el Town & Country Club de Camden, en los 80 y 90. "El semanario musical NME era el gran referente y ellos aún eran jóvenes", dice sonriendo. "Comenzaron rompiendo esquemas, y quizá durante una época se les consideró un tanto pasados, pero ahora se han convertido en todo un clásico. Más de uno levantó las cejas cuando les conté que quería hacer Amanece en Edimburgo, pero cuando lo vean se enamorarán incondicionalmente de los Proclaimers".

"Esta película trata grandes temas: la familia, el amor, las relaciones, el duelo", prosigue. "Pero también está llena de humor y alegría. Es un filme con un gran corazón".

"Aun con todos los momentos tristes que tiene, es una historia optimista", concluye Reich. "Queremos que la gente salga bailando de los cines".