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  Antes del frío invierno  (Avant l'hiver)
  Dirigida por Philippe Claudel
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ANTES DEL FRÍO INVIERNO, tercera película del famoso escritor francés de novelas Philippe Claudel, tras Silencio de Amor y Hace mucho que te quiero, también distribuidas por Golem, es un thriller intimista al estilo de Claude Sautet, acerca del paso del tiempo en una pareja burguesa antes del invierno de sus vidas y tras un otoño luminoso.

La película está protagonizada por los actores Kristin Scott Thomas, quien ya trabajo con Claudel en su ópera prima, cuyo personaje es una mujer que sacrificó mucho por la carrera de su marido y está apresada en un secreto y Daniel Auteuil, en el papel de neurocirujano de éxito quien tras un incidente inesperado, se cuestiona si su vida ha valido la pena. Completan el reparto la actriz Leïla Bekhti (Una vida mejor, La fuente de las mujeres) y Richard Berry (22 balas, El juego de los idiotas).

Philippe Claudel es un escritor y profesor convertido a guionista y realizador. Sus novelas y relatos han sido galardonados en varias ocasiones: la novela J’abandonne recibió el Premio France Television 2000; la colección de relatos Petites mécaniques, el premio Bourse Goncourt de la Nouvelle 2003, y Les àmes grises(Almas grises), su quinta novela, el prestigioso Premio Renaudot 2003. Ésta última junto a La nieta del señor Linh (permaneció en las listas de libros más vendidos desde su aparición en 2006), El informe de Brodeck y Aromas, están traducidas al castellano y publicadas por ediciones Salamandra.


Una entrevista con Philippe Claudel

P: ¿Cómo surgió el tema de ANTES DEL FRÍO INVIERNO?

R: Tenía ganas de plantear la pregunta que nos tortura a partir de cierta edad: ¿Habré malogrado mi vida? A pesar de su profesión, a pesar de la pareja que forma con Lucie, a pesar de sus amigos, al personaje de Paul no le queda más remedio que hacerse esa pregunta después de un incidente inesperado. Comparto con él esa pregunta: siempre me planteo si mi elección ha sido la correcta. En ese sentido, la película es algo autobiográfica.


P: El tema de la película, el título y la presencia de Daniel Auteuil en el reparto hacen pensar irremediablemente en Claude Sautet.

R: Me gusta el humanismo que contiene el cine de Sautet. Los guiones no son espectaculares, sino que se apoya en una construcción impecable y en personajes muy estudiados. Con Sautet, el cine actúa como un revelador químico. Descubrí sus películas siendo muy joven, debía tener 9 años cuando vi Las cosas de la vida, y siempre me he preguntado por qué su cine me gustó tanto y tan pronto, sobre todo porque los ambientes que describe no eran los míos. Sautet es un cineasta de la burguesía media, y yo procedo de un ambiente popular. ¿Me conquistó el amor que siente por los actores y que se palpa en su cine?


P: Paul, el protagonista, no tiene una profesión cualquiera: es neurocirujano, penetra en la cabeza de las personas.

R: El hecho de abrir el cerebro de las personas es inquietante, ¿verdad? Mientras escribía el guión, pensé a menudo en un amigo de la edad de Daniel [Auteuil] que ejerce esa profesión. Me habló de su trabajo en varias ocasiones y me invitó a presenciar una operación. Ver – literalmente – en la cabeza de alguien es fascinante. Me pareció interesante, desde el punto de vista simbólico, escoger a un personaje con semejante profesión, y que en un momento de su vida no consigue aclarar sus ideas. La película también surgió a partir de esta contradicción.


P: Hace mucho que te quiero, su primera película, hablaba del renacimiento de una mujer después de haber pasado 15 años en la cárcel. Los personajes de ANTES DEL FRÍO INVIERNO evocan otro tipo de encarcelación.

R: Pero es el mismo problema que la cárcel. Viven en un mundo cerrado. Paul solo sale de su estupenda casa para meterse en un estupendo coche para ir a un estupendo hospital, y por la tarde desanda el camino, excepto el día que se pierde y acaba en una zona industrial donde las cosas no van tan bien. Lucie, su mujer, está encerrada en la casa y en el jardín, de donde solo sale en dos ocasiones. Es una jaula de cristal, un tópico digno de una bonita postal. Aparentemente, todo les va de maravilla, pero basta con rascar un poco después de un pequeño incidente para darse cuenta de que nada es tan armonioso como parece: no hablan entre sí. Sus pocos intercambios se limitan a frases del tipo: "¿Has comido?", "¿Tienes hambre?", "¿Te apetece una copa?" Y cuando reconocen que no hay bastante comunicación entre los dos, es para llegar a una terrible conclusión: "¿Hablar de qué?"


P: Lo que Paul le contesta a su mujer es una réplica digna de un marciano…

R: ¡Paul es un marciano! Casi todas las personas que ejercen su profesión acaban siéndolo. Los horarios son imposibles y no tienen tiempo para nada, excepto para su trabajo. A menudo no nos damos cuenta de la enorme responsabilidad a la que se enfrentan. Cuando fui a la sala de operaciones con mi amigo neurocirujano, debía extirpar un tumor intrínseco y no sabía si podría hacerlo. "Mira", me dijo, "si corto esta venita de aquí, es posible que el paciente no vuelva a hablar". Paul se ha olvidado de vivir por culpa de su trabajo. No es de los que podía detenerse, pararse un momento para reflexionar. Está en otro mundo, lejos de la realidad diaria.


P: Lou, la joven que entra en su vida haciéndose pasar por una de sus antiguas pacientes, a la que encarna Leïla Bekhti, le obliga a cambiar de rumbo.

R: Quise que un acontecimiento sin gran importancia le sobresaltara, le obligara a parar y a reflexionar en su matrimonio, su existencia. También quise jugar con el tópico del hombre maduro que conoce a una mujer mucho más joven. Es clásico, pero también es una de las cosas que pasan a menudo en la vida. Sin embargo, Paul evita el escollo, no ocurre nada entre ellos dos. La atracción que siente por Lou es más compleja; existe, pero no tiene nada de sexual. "Me conmovía", le dice al inspector que le interroga. Trabajé mucho con Daniel en la turbación que siente su personaje. Lo asimilo un poco a la emoción que siento ante mis alumnos cuando doy clases en la facultad. Están empezando sus vidas, aún no saben muy bien en qué dirección ir, tienen un sinfín de posibilidades ante ellos. Paul, que ha empezado a interrogarse acerca de su vida, solo se siente perturbado por la promesa de una vida a punto de arrancar. También puede que se mienta a sí mismo; al achacar lo que siente a la emoción, rehúsa reconocer que está enamorado de ella. Pero a veces se le escapan miradas muy ambiguas, como si sintiera una especie de fascinación inconfesable. Me gustaba la idea de que la relación hubiese podido llegar a algo.


P: Con la aparición de Lou nos sumergimos en un thriller.

R: Sí, estamos en la frontera de dos géneros. Es un procedimiento que suelo utilizar en mis novelas; juego con los códigos, los mezclo; mezclo una trama intimista con la de un thriller y hago que caminen juntas. En este caso, no quería jugar con el espectador dándole una pista falsa, sino intentar meterle en la piel de Paul y, sobre todo, en la realidad. La noticia llega inesperadamente, como cuando nos enteramos de que alguien ha muerto en un accidente de coche. Quería que se descubriera de golpe la naturaleza de la relación. No había nada de inocente, pero para entenderlo, hace falta rebobinar la película mentalmente. Por eso también decidí empezar la película con la escena de Paul en la comisaría. Saber que Lou está muerta permite verla bajo otro prisma. Siempre deberíamos ser conscientes de que las personas que nos rodean van a desaparecer. Mediante esta estructura narrativa, obligo al espectador a darse cuenta de eso. ¿Ha muerto? ¿Y por qué? Sobre todo, la veremos como una mujer frágil, veremos el milagro de la vida.


P: Vuelve a jugar con las convenciones narrativas al final de la película. Se espera un final feliz y…

R: …la situación se neutraliza. La pareja es como una bomba de racimo. Aceptan seguir viviendo juntos para no perder una falsa comodidad y una posición social ante los demás, pero es obvio que nada volverá a ser como antes.


P: Las falsas apariencias de las que se han rodeado parecen aún mayores porque viven en un universo transparente: los ventanales de la casa, las radiografías en el despacho de Paul, el museo de arte moderno de Luxemburgo.

R: Sí, todo parece claro en sus vidas. Sin embargo, esa casa en apariencia luminosa es realmente ansiogénica. Está casi en medio del bosque, no hay vecinos, lo que genera algo muy opresivo que he querido acentuar aún más con los sonidos: se oyen los ruidos de la naturaleza, las hojas, el viento. La atmósfera resultante es un poco extraña.

Con la casa quise comunicar la sensación de un gueto donde vive la pareja, donde las clases sociales están condenadas a permanecer. Hay guetos dorados como este que permiten a sus habitantes ignorar a los otros, a los guetos violentos, llenos de hombres y mujeres en la miseria. Lou es una tránsfuga que intenta hacer explotar los límites, pero acaba rompiéndose.


P: ANTES DEL FRÍO INVIERNO también es la historia de un trío. Paul y Lucie son los amigos inseparables de Gérard, el psiquiatra interpretado por Richard Berry.

R: La idea del trío me interesaba. Por una parte, les unen razones de peso, una antigua y verdadera amistad, y como cualquier amistad, a veces se rompe. El personaje de Gérard permitía presentar a Lucie de una forma algo más compleja. No quería que se limitara a ser una mujer encerrada en su casa, satisfecha con ocuparse del jardín. ¿Por qué vive así? Era necesario que tuviera un sentimiento de culpabilidad. ¿Se castiga por haber tenido un hijo de Gérard y no haber dejado a Paul? ¿Realmente quiso hacerlo en algún momento? Parece estar en una incómoda comodidad entre los dos hombres. Del mismo modo, el personaje de Gérard parece haber aceptado tragar sapos y culebras para seguir teniéndola cerca. El eterno enamorado recoge las migajas al cabo de treinta años de espera. Por fin encuentra la felicidad en una especie de humillación y de sufrimiento. Me alegré mucho de que Richard Berry aceptara el papel. En unas cuantas escenas consigue aportar al personaje una dulzura melancólica, una profundidad que me conmueven.


P: Paul "abre los cerebros" y Richard "los vacía", como suelen decir bromeando. Al parecer, el secreto que les une les molesta un poco, pero no por eso montan un número.

R: Paul es consciente de que Gérard está enamorado de su esposa, y es muy probable que hace años entendiese que su hijo no es suyo, sino de Gérard, lo que explicaría la agresividad que demuestra hacia él. No pierde la calma. Sabe lo que importa y lo que importa menos, tiene un gran poder de absorción. De hecho, todo el mundo "absorbe" mucho en la película, no hay histerismos ni crisis. En este ambiente burgués, no tienen cabida los estallidos. No me atrae el cine histérico.


P: Entre ellos, los conflictos se solucionan en la cancha de tenis.

R: Sí, me atraía el patetismo de esos dos hombres que a pesar de no ser jóvenes, se agotan corriendo detrás de una pelota y compiten como dos adolescentes, con una red entre los dos que hace de separación simbólica. También me gustó que el personaje de Gérard dejara ganar a Paul: está dispuesto a todo para quedarse en su sistema solar… y en el de su mujer.


P: Díganos por qué escogió a Daniel Auteuil para encarnar a Paul.

R: Escribí la sinopsis de la película pensando en él y se la mandé. Me contestó inmediatamente: "Es un proyecto maravilloso, pero no haré el papel. Me entrego mucho en los papeles, lo reconozco, y lo pasaré mal con el papel de Paul". Al cabo de un año, una vez acabado el guión, se lo envié a su agente. Daniel me llamó por teléfono: "El guión es demasiado bueno, quiero hacer la película". En mi fuero interno, nunca imaginé a otro actor para hacer de Paul.

Hay actores que me dejan atónito por su técnica, su oficio, como Daniel, pero además, su presencia me fascina. Tiene el talento necesario para dar vida a un personaje. Basta con decir "acción" para que salte a la vista, se mete en la piel del personaje, ocupa el encuadre. Incluso después de meses en la sala de montaje, en cuanto le veo aparecer, me convence de que es Paul. Olvido inmediatamente a Daniel Auteuil.


P: ¿Y Kristin Scott Thomas, con la que vuelve a trabajar al cabo de cinco años después de Hace mucho que te quiero?

R: Ambos teníamos ganas de trabajar de nuevo juntos y me gustaba la idea de que volviera a ser la pareja de Daniel. El papel de Juliette Fontaine en Hace mucho que te quiero era espectacular, y la convencí para que interpretara a Lucie. A primera vista puede parecer mucho más discreta, pero detrás de una aparente sencillez, esconde una gran complejidad. Una vez más le pedí que encarnara a un personaje apresado en un malestar, en un secreto. Su personaje es una mujer que sacrificó mucho por la carrera de su marido y que siempre pasa a un segundo plano. Creo que la fuerza de Lucie aparece poco a poco, y depende del espectador que se haga del todo patente. También me complace filmar la belleza de Kristin, la belleza de su rostro, que siempre me ha parecido clara, enigmática y dolorosa a la vez.


P: ¿Y Leïla Bekhti?

R: Dependiendo de la ropa que lleve y de cómo se la filma, Leïla puede aparentar ser una mujer o una chica. Aún es joven, y esa es una de las cosas que me interesaba de ella. Para interpretar a Lou, necesitaba a alguien capaz de transformarse físicamente. Leïla es increíblemente fotogénica, la cámara la quiere, y el oficio que ha ido adquiriendo hasta ahora hace que pueda ofrecer cosas diferentes. Aporta una enorme pureza y sinceridad a su trabajo, algo que también me conmovió. Además, tiene mucho talento y trabaja duro.


P: "Gentil coquelicot", la canción de Mouloudji que canta al final de la película, es estremecedora.

R: Al principio, la idea era que cantara "Love’s Been Good to Me", uno de los temas de Johnny Cash hacia el fin de su carrera. De hecho, fue la canción que me inspiró el guión de la película. Filmé a Leïla cantándola, quedaba perfecto, pero algo no encajaba: ¿Cómo podía la abuela de su personaje, que probablemente había nacido en Argelia o en Marruecos, saber quién era Johnny Cash? Fue cuando pensé en "Gentil coquelicot", una magnífica y trágica canción que primero hice interpretar a Biyouna en árabe, antes de que Leïla la grabara en francés. La canción ayuda mucho al personaje. Más aún, Leïla tiene una voz muy turbadora, escucharla produce escalofríos.


P: Se nota que la música tiene mucha importancia para usted.

R: Siempre hay una canción, una música, en el origen de mis películas. "La Bohème", de Puccini, estuvo muy presente durante la escritura del guión de ANTES DEL FRÍO INVIERNO. Sirve de eco a la historia del personaje y tiene un papel casi matricial. Le pedí al músico André Dziezuk que compusiera algunas variaciones, y de variación en variación llegó a la música que se oye en la película.


P: En ANTES DEL FRÍO INVIERNO, insiste mucho en el paso de las estaciones.

R: Sí, incluso en el título. La idea era auscultar a un hombre, a una pareja, antes del invierno de su vida. Pasar de un otoño brillante, muy solar, a una bajada progresiva de la luminosidad. Un cielo gris nos acompañó durante todo el rodaje; espero que se note la humedad, la niebla y el frío que atraviesan el jardín. La belleza de la imagen debe ser casi proporcional al tumulto y al caos que se ha apoderado de los sentimientos de los personajes.


P: Efectivamente, el paso del tiempo es tan palpable que casi duele.

R: ANTES DEL FRÍO INVIERNO es una película de actores y de puesta en escena, se apoya menos en los diálogos que mis películas anteriores. La cámara se centra más en los rostros de los actores y menos en sus palabras. Por eso decidí rodar en scope. Hasta ahora siempre había rodado en 1:85. El scope es un formato que permite alejar a los personajes entre sí, sacarlos del decorado, cortarlos, disecarlos incluso, y más aún con una distancia focal larga y objetivos anamórficos. Los objetivos que escogí tenían, además, la peculiaridad de deformar ligeramente los bordes de la imagen, incrementando la sensación de extrañeza.


P: ¿Qué tipo de director de actores es?

R: Puedo ser muy "dirigente" e incluso muy duro con algunas actrices o algunos actores cuando siento que no van en el sentido del personaje, que intentan llevarle por otro camino. No me gusta ser así, pero una película es algo frágil y complejo; no debe ponerse en peligro por temor a herir los sentimientos de alguien. La película es lo más importante. Pero en general, y tal como ocurrió con Daniel, me limito a pedir pequeños ajustes, minúsculas variaciones. Me gusta el trabajo conjunto. Me interesa más decir "nosotros" que "yo" en el plató. Y lo paso muy bien trabajando con el equipo técnico, con Samuel Deshors, el director artístico, que colabora conmigo desde mi primera película, o Pierre Lenoir, el ingeniero de sonido, y Denis Lenoir, que está detrás de la cámara. Lo que me gusta del cine es que una película sea la reunión de muchos talentos.


P: ¿Cómo ve su doble actividad de cineasta y de escritor que empezó hace cinco años?

R: Aunque no se sepa, el cine y la literatura son dos campos que me apasionan desde que soy niño. Y estudié ambas profesiones. Empecé a rodar cortos nada más ingresar en la universidad. Siempre tuve ganas de pasar al largometraje, pero lo dejé de lado hasta que conocí a Yves Angelo en un plató de televisión y me propuso trabajar con él. Escribí guiones para cine durante bastantes años, y un día sentí que estaba preparado para dar el salto, para dirigir un largometraje. De hecho, siempre he buscado el mejor medio para exponer lo que quería expresar, la escritura, el teatro, la música, el cine. No habría podido escribir una novela de ANTES DEL FRÍO INVIERNO. Ni siquiera me vino a la mente. Hoy en día tengo la sensación de que me quedan más cosas por aprender, explorar y expresar en cine que en literatura, quizá porque ya he escrito mucho.


Una entrevista con Daniel Auteuil

P: ¿Qué le atrajo del personaje de Paul?

R: El resplandor. La película me hablaba del resplandor de la vida. Este hombre, una auténtica eminencia en neurocirugía, ha llegado al fin de su carrera. Pronto tendrá que dejar de trabajar, se acabó. Pero no, no se acabó, la vida sigue. Es un trabajo terrible; los profesionales se ven sometidos a presiones tremendas, secretan enormes dosis de adrenalina, y de la noche a la mañana se acabó.


P: ¿Cómo analiza la importancia del encuentro con Lou, la joven que pretende haber sido una paciente suya?

R: No se sabe claramente qué desea hacer con ella, pero sí que ella le abre la puerta a un universo de posibilidades, hacia una vida más ligera que había perdido. Redescubre una forma de libertad y de verdad. El desamparo de Lou le conmueve. No la juzga en ningún momento.


P: Se nota que lo que siente por ella es muy complejo.

R: Sí. El encuentro es un poco la historia de una última vez. Pero tampoco es la historia de un adúltero, aunque su mujer quizá lo crea así. Puede que hubiera llegado hasta el final si la aventura no acabase como acaba, pero no lo hace. En ese aspecto, la película demuestra su fortaleza.


P: Hay un desencanto palpable en la pareja que forma con su mujer, a la que interpreta Kristin Scott Thomas.

R: Es verdad que no se hablan, pero hablar tampoco es una obligación. ¿Quizá ella le aburra un poco con tanta botánica? ¿O quizá ella se aburra con tantos cerebros operados? Su hijo, su nuera y su nieto le sacan de quicio. El entorno de Paul le pesa un poco. Sin embargo, pienso que es una pareja que se quiere.


P: Pero hay un tercer personaje algo ambiguo, me refiero a Gérard, el amigo psiquiatra, al que da vida Richard Berry, el eterno enamorado de Lucy.

R: Paul se enfrenta a él en el deporte. No le gustan los dramas, intenta evitarlos. Pero es verdad que no evita el drama que está a punto de ocurrir con la joven.


P: Ya interpretó a un cirujano.

R: Sí, en Mi estación preferida, de André Téchiné, en la que me tocaba decirle a mi madre, interpretada por Marthe Villalonga, que tenía un tumor maligno.


P: ¿Preparó el papel yendo a una sala de operaciones?

R: No, pero siempre había un cirujano presente en el plató durante el rodaje para asegurarse de que actuaba correctamente.


P: Es la tercera vez que trabaja con Kristin Scott Thomas.

R: La primera vez fue en Petites coupures, de Pascal Bonitzer, y después en El juego de los idiotas, de Francis Veber. Me alegra reencontrarme con ella.


P: El soplo melancólico que atraviesa ANTES DEL FRÍO INVIERNO hace pensar irremediablemente en el cine de Claude Sautet.

R: Desde luego, empezando por el título. Y por esa especie de vacío sentimental en el que se encuentra Paul. Trabajé mucho ese estado de ánimo con Claude [Sautet] en Quelques jours avec moi y Un corazón en invierno. Nadie es capaz de capturar la materia humana como Claude, pero la película de Philippe Claudel se acerca mucho.


P: ¿Habló de Claude Sautet con Philippe Claudel?

R: A veces. Philippe me hacía preguntas, y me agradaba hablar de Claude.


P: ¿Cómo se comporta en un rodaje?

R: Tengo prisa. Me gusta que todo vaya deprisa, rápido, es mi forma de estar siempre concentrado y de multiplicar la energía. Hay que controlar la tensión, el miedo. No me refiero al miedo que deja en blanco, sino a una reacción fisiológica. Me sigue fascinando el metabolismo que se pone en marcha en el momento en que oigo la palabra "¡Motor!" Aparentemente, estoy totalmente relajado, pero tengo las manos heladas.


P: Después de trabajar en tantas películas, ¿aún se sorprende a sí mismo?

R: Nunca se sabe todo de una película. A veces, incluso no se sabe nada y está bien así. Un actor no necesita saberlo todo.


Críticas francesas
La Croix (Corinne Renou-Nativel) *****
Philippe Claudel regresa con una bella película melancólica, entre el thriller y el drama intimista.

Télé 7 Jours (Viviane Pescheux ) *****
Con una puesta en escena despojada de artificios y un guión impecable, el escritor/realizador (Hace mucho que te quiero) firma un thriller intimista que nos mantiene en vilo.

aVoir-aLire.com (Emma Martin) ****
Sin la ternura de Philippe Claudel, se saldría destrozado de la sala, pero la dulce indulgencia del realizador ayuda a alcanzar un enjuiciamiento congruente y fundamental.

Le Parisien (Alain Grasset) ****
Una película conmovedora acerca de lo que no se dice, del tiempo que pasa, del corazón palpitante a pesar de la vejez que se acerca, y también de la amistad. Apoyada en unos actores perfectamente a tono con una historia contada de soslayo, sobre todo en Daniel Auteuil, que interpreta a la perfección la ambigüedad de su personaje.

TéléCinéObs (Martine Noratz) ****
A medio camino entre el drama y el thriller, el tercer largometraje de Philippe Claudel, una película de acentos melancólicos, trae a la memoria la atmósfera de los filmes de Claude Sautet.

Le Journal du Dimanche (Danielle Attali) ***
Un drama frágil y oscuro, ambientado en la burguesía, donde el siempre gran Daniel Auteuil está rodeado de un cúmulo de talentos.