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  Boyhood  (Momentos de una vida)
  Dirigida por Richard Linklater
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"El tiempo es un río que me arrebata, pero yo soy el río". Jorge Luis Borges


BOYHOOD (MOMENTOS DE UNA VIDA), de Richard Linklater, un drama de ficción rodado durante cortos periodos a lo largo de 12 años con los mismos actores, es un recorrido único, épico e íntimo, a través de la euforia de la niñez, los cambios casi sísmicos de una familia moderna y el paso del tiempo.

La película sigue a Mason (ELLAR COLTRANE) desde los seis años, durante la década quizá más cambiante de su vida, entre un torbellino de mudanzas, controversias familiares, relaciones que se tambalean, bodas, diferentes colegios, primeros amores, primeras desilusiones, momentos maravillosos, momentos de miedo y una constante mezcla de desgarro y de sorpresa. Los resultados son totalmente impredecibles, ya que un momento lleva a otro, calando en la profunda experiencia personal que nos va formando mientras crecemos y nos acoplamos a la siempre cambiante naturaleza de nuestra vida.

La historia empieza cuando Mason, un soñador de seis años, se enfrenta a la primera gran convulsión de su vida: su entregada y luchadora madre Olivia (PATRICIA ARQUETTE) ha decidido que se muda con Mason y su hermana Samantha (LORELEI LINKLATER) a Houston, justo cuando el padre de sus hijos, Mason Sr (ETHAN HAWKE), acaba de regresar a Alaska. Así empieza una vida de cambios. Entre una marea de padres y padrastros, novias, profesores, jefes, peligros, deseos y pasión creativa, Mason consigue encontrar su propio camino.

IFC Films presenta BOYHOOD (MOMENTOS DE UNA VIDA), una película producida por Detour Filmproduction, escrita y dirigida por Richard Linklater (Antes del anochecer, Bernie), protagonizada por Patricia Arquette, Ethan Hawke, Ellar Coltrane y Lorelei Linklater. Producen la película Richard Linklater y Cathleen Sutherland, con Jonathan Sehring y John Sloss como productores ejecutivos. Directores de fotografía, Lee Daniel y Shane Kelly; diseñador de producción, Rodney Decker; montadora, Sandra Adair.


Jugando con el tiempo
El cine siempre ha jugado con el tiempo en un intento de robar algunos de los momentos de nuestras vidas y plasmarlos en una pantalla para aportarnos cierta perspectiva, o también se ha sumergido en dimensiones míticas y oníricas donde el tiempo se hace elástico. Sea como fuere, casi todas las películas de ficción, por una necesidad puramente práctica, se ruedan en periodos cortos de semanas o, como mucho, meses.

Pero, ¿es posible rodar un drama contemporáneo durante un periodo de tiempo mucho más amplio, en el tiempo real que tarda un niño en evolucionar año tras año, cambio tras cambio, hasta convertirse en un joven adulto?

Esta es la cuestión que se planteó Richard Linklater hace doce años al empezar a desarrollar BOYHOOD (MOMENTOS DE UNA VIDA). Todo empezó cuando el director pensó en una película acerca de las emociones, tan especiales y difíciles de describir, que se experimentan durante la niñez. Pero la niñez abarca muchos aspectos, y no estaba muy seguro de por dónde empezar. Entonces se le ocurrió una idea.

"¿Por qué no intentamos abarcarlo todo?", fue una de las preguntas que recuerda hacerse.

El director era perfectamente consciente de que había un sinfín de razones por las que un proyecto semejante era casi imposible de realizar. Creativamente hablando representaba un reto inconcebible e imposible de financiar: ¿qué equipo artístico y técnico, y qué productora se comprometería durante un periodo tan largo? Además, su plan de rodaje iba totalmente en contra del funcionamiento actual de la industria cinematográfica.

Pero se lanzó de cabeza.

"Fue como dar un salto al futuro", recuerda Richard Linklater. "En la mayoría de aventuras artísticas, uno se esfuerza en mantener el control, pero en este caso habría numerosos elementos totalmente fuera del control de cualquiera de nosotros. Los cambios no solo serían físicos, sino emocionales, y deberíamos acoplarnos. Estaba dispuesto a que naciera una colaboración entre mis ideas iniciales y la realidad de los cambios por los que pasarían los actores en ese periodo de tiempo. En cierto modo, la película se convirtió en una colaboración con el tiempo mismo. Y el tiempo demostró ser un buen colaborador, aunque no siempre muy predecible".

En vez de ceñirse a un guión convencional, el realizador se limitó a redactar un esquema estructural que le permitió conseguir el apoyo a largo plazo de la productora IFC Films, que nunca dudó en seguir adelante durante un rodaje repartido en más de una década. A continuación se puso en contacto con los posibles candidatos artísticos y técnicos, a los que explicó cómo funcionaría un calendario de rodaje tan irregular: todos deberían reunirse una vez al año durante los 3 ó 4 días en que pudieran coincidir para rodar. Después de cada rodaje, Richard Linklater montaría, con su habitual colaboradora Sandra Adair, y escribiría el siguiente paso de la historia. Durante esos 144 meses, nadie excepto ellos sabría exactamente qué habían creado y solo se podría entender la amplia perspectiva de la película después de la última filmación.

Richard Linklater no esperaba que hubiera tantas personas dispuestas a participar en semejante proyecto: "Por parte de IFC era una locura comprometerse para un rodaje semejante, pero sé que Jonathan Sehring (presidente de IFC) luchó por la película", dice. "Cada año tuvo que explicar a qué se debía este gasto y por qué aún faltaban años para que hubiera resultados. Tuve mucha suerte; de no ser por él, no habría película".

El compromiso que se requería a los actores de BOYHOOD (MOMENTOS DE UNA VIDA) no tenía nada que ver con una película o telefilm normal. Para empezar, todos tenían que coordinarse para coincidir unos días durante doce años seguidos. Pero lo que es aún más importante, debían estar dispuestos a explorar sus personajes anualmente durante un largo periodo y en circunstancias cambiantes.

"Era un proceso totalmente diferente, eso fue lo mejor", dice Patricia Arquette, que da vida a Olivia, la madre que cohesiona la historia, aunque a veces necesita un poco de ayuda.

"No había ningún precedente", dice el director. "Los contratos de doce años no existen en el cine. Solo les pedí que se comprometieran, tuvieran fe y saltaran al vacío conmigo".

No solo los actores debían saltar al vacío, también tendrían que ser pacientes hasta ver los resultados, algo a lo que Hollywood no está acostumbrado. Explicar de qué se trataba a quien no estuviera involucrado en el rodaje era tan complicado que Richard Linklater prefirió no hablar del proyecto mientras rodaba otras películas.

Cuando empezó el rodaje en 2002, el realizador ya empezaba a ser conocido como uno de los directores estadounidenses más característicos, después de darse a conocer a principios de los noventa con dos producciones independientes de éxito, Slacker y Movida del 76, con la premiada Antes de amanecer, y más tarde con la innovadora película de animación Waking Life, seguida por School of Rock/Escuela de rock y la comedia negra Bernie. Asimismo, rodó Antes del amanecer y Antes del atardecer, que forman una trilogía con Antes del anochecer.

Esta trilogía explora el paso del tiempo en la vida cotidiana visitando a la misma pareja en tres etapas diferentes de su vida, pero de un modo que nada tiene nada que ver con BOYHOOD (MOMENTOS DE UNA VIDA). "El tiempo adquiere mucha importancia en la trilogía", explica el realizador, "pero en momentos puntuales, mientras que en BOYHOOD (MOMENTOS DE UNA VIDA) intento abarcar todo un periodo y enseñar más directamente cómo nos moldea el tiempo, lenta y gradualmente". Uno de los problemas insalvables del tiempo es que va de la mano de la incertidumbre y el azar, por lo que rodar la película presentaba riesgos considerables. "Además de los temores habituales, también temblaba pensando cosas como '¿Y si Ellar se muda a Australia?'", reconoce Richard Linklater. "Al final, incluso llegué a decir: 'Ethan, si me muero, tú tienes que terminar la película'".

Pero el tiempo entregó al director un espacio creativo sin precedentes que puede resumirse en la posibilidad de contemplar cada elemento de la película sin prisas. "Fue increíble disponer de un tiempo de gestación tan amplio", dice. "Nunca me había pasado, y dudo que vuelva a tener una oportunidad semejante".


El niño
Desde el principio, encontrar al niño en torno al que gira la historia fue crucial para BOYHOOD (MOMENTOS DE UNA VIDA). "Buscamos a un chico que se comprometiera durante doce años, y ningún niño de 6 ó 7 años puede hacer planes a tan largo plazo", explica Richard Linklater. "Era una especie de locura. Entrevistaba a niños y no dejaba de pensar en lo que se convertiría al crecer, cómo sería su vida".

Sin embargo, la respuesta a esas preguntas llegó cuando conoció al joven Ellar Coltrane, de Austin, Texas. "Incluso a esa edad, tuve la sensación de que Ellar acabaría en el mundo artístico, tal vez porque sus padres lo están, pero también porque había algo especial en él", recuerda. "Me pareció que el entorno en el que crecía se prestaba a lo que queríamos hacer. Cada vez fue más claro que Ellar era un niño inteligente e interesante, y fue un placer ver cómo se desarrollaba su vida. Con cada año que pasaba, su colaboración fue más activa, más directa".

Para Ellar Coltrane, formar parte de BOYHOOD (MOMENTOS DE UNA VIDA) ha significado vivir una niñez y una adolescencia únicas, que además han acabado plasmadas en la gran pantalla. Pero al principio no sabía en absoluto qué representaba el proyecto. "No podía imaginarlo", dice. "Para empezar, doce años representaba el doble de mi vida en la época. Ahora mismo me cuesta pensar en los doce años siguientes, pero a los seis años era totalmente imposible. Tardé varios años en empezar a comprender por qué la película era tan diferente de cualquier cosa que se había hecho hasta entonces".

Cuando el joven actor mira hacia atrás, se alegra de haber podido trabajar en un ambiente protegido, aislado de los medios. "Estoy muy agradecido a Rick por haber evitado que me viera o que me vieran inmediatamente en una pantalla", añade. "Creo que ahora estoy mejor preparado de lo que estaba al principio del proceso".

Entre los recuerdos borrosos que Ellar Coltrane tiene de los primeros años de rodaje sobresalen algunas imágenes más claras. Recuerda que, al principio, Richard Linklater le guiaba y debía memorizar los diálogos. A medida que creció con Mason, su personaje, empezó a abrirse y a utilizar su instinto creativo, por lo que la experiencia se hizo cada vez más satisfactoria.

"Cuando volvíamos a encontrarnos, Rick y yo hablábamos de lo que me pasaba, de lo que hacía, e incorporábamos partes de mi realidad al personaje", explica Ellar Coltrane. "Con el tiempo, mi vida y la vida de mi personaje empezaron a tener puntos de encuentro y participé más en la creación de Mason. Todo parecía mucho más sencillo de niño, pero ahora me doy cuenta de que las relaciones de esta familia eran densas y complicadas. También creo que haber formado parte de la película me permitió ver las relaciones de otra forma, sobre todo la relación con mi madre, que es igual de complicada que la de Mason con la suya".

Richard Linklater añade que, en numerosos aspectos, Ellar Coltrane fue mucho más allá de lo que imaginaba para Mason, pero el joven actor dice: "Hubo momentos en que me pasé, pero creo que en este proceso me hice más sensible y Mason se abrió más y más".

El hecho de pasar una temporada cada año con el equipo artístico y técnico durante doce años fue como tener una segunda familia para Ellar Coltrane. "Puedo decir que Rick, Lorelei y muchos miembros de la producción están entre mis mejores amigos", dice. "Creo que las relaciones en la película parecen tan naturales porque formamos una especie de familia durante el rodaje".

Encontrar a Sam, la hermana de Mason, fue mucho más sencillo. Había alguien muy cercano a Richard Linklater que quería el papel; se trataba de su hija Lorelei, de nueve años. "Estaba en esa edad en la que iba a clases de baile, de canto, era muy extrovertida y tenía muchas ganas de formar parte del proyecto", recuerda. "También fue una decisión práctica porque podía controlar su disponibilidad".

Aun así, no significaba que Richard Linklater fuera capaz de adivinar los cambios de humor de su hija, ni su relación con el proyecto en los años venideros. "Al cabo de unos años empezó a interesarse mucho más por las artes plásticas – que se le dan muy bien -, y mucho menos por la interpretación. Un día, cuando no le apetecía nada meterse en el papel, vino a verme y me preguntó si su personaje podía morir", dice, riendo. "Lorelei tiene muy poco que ver con Sam, y supongo que para ella su participación en la película representó cosas diferentes en momentos diferentes. También imagino que la artista que lleva dentro acabó entendiendo la dimensión del proyecto por muy incómodo que fuera a veces".

El vínculo entre Lorelei y Ellar también cambió con los años, reflejando la evolución de dos hermanos en la vida real. "La relación entre un hermano y una hermana siempre es incómoda en la niñez. Nos ocurrió porque al principio estábamos más distantes, incluso había cierta rivalidad, pero todo eso cambió con el tiempo", explica Ellar Coltrane. "Ahora, mi relación con Lorelei es muy importante porque es la única que ha vivido, como yo, la extraña experiencia de crecer dentro de la película, y que entiende realmente lo que significa pasar por esto. Me gusta hablar con ella".

Para Patricia Arquette, trabajar con Ellar y Lorelei resultó revelador. "Nunca me cansaré de repetir lo geniales que son", dice. "Fue fantástico verles cambiar con tanta rapidez y de forma tan maravillosa delante de todos nosotros".


La madre
BOYHOOD (MOMENTOS DE UNA VIDA) también estudia el papel de la madre ante un niño que empieza a afirmar su independencia. Para el papel de Olivia, que empieza como una madre separada que intenta sacar adelante a sus hijos, y consigue el valor y la voluntad para convertirse en maestra de escuela y criar a dos extraordinarios jóvenes adultos, Richard Linklater escogió a Patricia Arquette. Ganadora de dos Emmy, nominada en tres ocasiones al Globo de Oro por su papel en la serie "Médium" y a la que hemos visto recientemente en el papel de Sally Weet en la aclamada "Boardwalk Empire", fue muy aplaudida por sus interpretaciones en Ed Wood, de Tim Burton, y Amor a quemarropa, de Tony Scott.

Pero nunca se había enfrentado a una estructura de rodaje remotamente parecida a la de BOYHOOD (MOMENTOS DE UNA VIDA).

"Cuando Rick me llamó para explicármelo, me entusiasmé. Recuerdo que me preguntó: '¿Qué piensas hacer durante los siguientes doce años?' No podía haber escogido una frase mejor", dice Patricia Arquette, riendo. "No había guión, la película tampoco encajaba en ninguna categoría, pero la idea era asombrosa, nadie había hecho algo parecido. Por eso decidí que me las arreglaría para dejar los días libres necesarios en mi agenda de trabajo durante doce años. Comprometerme fue lo más fácil del mundo".

El director y la actriz nunca habían rodado juntos y solo se habían visto una vez, pero Richard Linklater dice que en cuanto habló con ella, supo que era perfecta para el papel. "El hecho de que había sido madre muy joven era algo importante para el personaje", dice. "La llamé por teléfono y enseguida nos pusimos a hablar de nuestras madres, de cómo eran cuando crecimos. Aparte de eso, tenía ideas magníficas acerca de ser madre".

"Patricia es una actriz de pies a cabeza y no tuvo miedo de zambullirse en el personaje", sigue diciendo el director. "No le importó cargar con las ambigüedades de Olivia, al contrario. Olivia no es perfecta, tiene muchos defectos. A pesar de parecer pasiva en ciertos momentos, también la considero como una madre coraje, una mujer que siempre intenta mantener el equilibrio entre sus pasiones y hacerlo todo por sus hijos".

Patricia Arquette reconoce que no temió meterse de lleno en el papel porque se fiaba plenamente de Richard Linklater. A pesar de ser la primera vez que trabajaban juntos, comprendió inmediatamente que sería el tipo de colaboración creativa que la llevaría a descubrir un territorio nuevo. "Rick siempre está tranquilo y nos apoya, su visión de lo que quiere es muy clara", comenta. "Me pareció increíble que siempre estuviera abierto a cualquier cosa. Siguió su instinto y aceptó todos los cambios que surgieron con el paso del tiempo".

Comprender a Olivia fue un proceso diferente a los que había seguido Patricia Arquette hasta entonces para conocer a los diversos personajes que ha interpretado. "No es lo mismo centrarse en un personaje totalmente trazado que meterse en la piel de alguien que no está dibujado, que está por hacer. Sobre todo al principio no sabía nada de Olivia, no podía saberlo porque no había ocurrido nada". Y añade: "Me obligó a considerar una interpretación diferente y creo que le vino bien a la historia".

"Descubría al personaje día a día. No tenía ideas preconcebidas. Rick me pidió que pasara tiempo con Ellar y Lorelei. Dormían en mi casa e hicimos unos cuantos proyectos juntos para la clase de arte. Era una forma de mantener una relación basada en la realidad. Nunca sabía del todo qué ocurría, pero confiaba plenamente en el proyecto. Y siempre había un trasfondo emocional muy fuerte que no había sentido en ninguna película".

La actriz aportó una parte de su bagaje como madre a la película, pero insiste en que Olivia es una amalgama de influencias muy diversas y de muchas madres. "Olivia y yo nos parecemos en ciertas cosas y no somos nada parecidas en muchas otras", y añade que su madre, al igual que Olivia, estudió para maestra después de que ella naciera. "Por ejemplo, la escena en que Olivia mira a Mason marcharse para ir al colegio es casi lo opuesto de cuando yo miré a mi hijo irse al colegio, pero recuerdo que fue un momento intenso, y me parece que la reacción de Olivia es igual de humana e intensa".

Las relaciones de Olivia con los hombres, no solo con Mason Sr, el padre de sus dos hijos, sino con otros compañeros difíciles y, en algunos casos, ofensivos, fascinaron a la actriz porque revelan cómo vemos o intentamos ver a los demás.

"Colocó a Mason, su exmarido, en una caja con la etiqueta de 'irresponsable' y cree ser la única que se ha preocupado del día a día de sus hijos. Pero nunca ve a su ex cuando está con los niños y desconoce qué tipo de padre es", explica Patricia Arquette. "Pasa el tiempo y también toma decisiones sentimentales equivocadas, aunque está convencida de ir por el buen camino, de hacer lo que debe por sus hijos, de buscar una situación estable. No se da cuenta de que lleva orejeras".

A pesar de los errores, de los traspiés y de los peligros, Olivia consigue criar a dos jóvenes adultos sensibles y fuertes que parecen estar preparados para enfrentarse al mundo.

"Me gustó mucho ver cómo Mason, que al principio parece ser un niño soñador un poco perdido, acabó convirtiéndose en un joven adulto con intereses artísticos", termina diciendo la actriz. "Por muy decepcionante que fuese la relación de sus padres, consigue ser una mezcla de las mejores cualidades de ambos. Tiene el espíritu poco conformista de su padre y el sentido de responsabilidad de su madre. Se convierte en un joven asombroso".


El padre
La niñez de Mason está marcada por el divorcio, como ocurre al 50% de niños estadounidenses. Su padre es alguien casi desconocido hasta que vuelve a aparecer en la vida de la familia al principio de la historia. Ethan Hawke, nominado por la Academia de Hollywood en tres ocasiones, encarna a Mason Sr después de haber colaborado con Richard Linklater en Antes de amanecer y Antes del anochecer. El actor, que también es guionista y director, interpretó el papel de hombre genéticamente modificado en Gattaca, el de agente novato en Día de entrenamiento, fue el protagonista de Hamlet - Una historia eterna, y el hermano reacio en Antes que el diablo sepa que has muerto.

Cuando se empezó a rodar BOYHOOD (MOMENTOS DE UNA VIDA) en 2002, Richard Linklater ya había hablado en varias ocasiones del proyecto con el actor, que se había entusiasmado inmediatamente.

"Rodar una película en un periodo de doce años me pareció una idea única e increíble", recuerda Ethan Hawke. "Nunca había participado en nada parecido, y tampoco creo que se haya hecho hasta ahora. Algunas personas pensaron que se trataba de un documental, como la serie "Up", de Michael Apted, pero no tiene nada que ver. Es una narrativa de ficción rodada durante doce años. Muy poca gente se atreve a usar el cine de una forma nueva, a explorar el tiempo de otro modo, tal como quería hacer Rick".

Ethan Hawke no dudó en aceptar el papel. "Recuerdo que a Rick le preocupaba mucho que yo estuviera muy ocupado y no pudiera disponer de unos días al año, pero le dije que creía en el proyecto y que resolveríamos los problemas. Reconozco que los siguientes doce años fueron un gigantesco número de malabarismo, pero cuando se cree en algo, siempre hay una solución".

Una vez en el proyecto, el actor hizo que Mason padre cambiara radicalmente a medida que aceptaba convertirse en un adulto responsable. Pasa de conducir un GTO, de recorrer Alaska y de ser un músico que apenas gana bastante para sobrevivir, a vender seguros, conducir un monovolumen y tener una segunda familia, aunque nunca pierde su sentido del humor.

"Nada más conocer al personaje que interpreta Ethan, nos enteramos de que ha tomado una decisión: formar parte de la vida de sus hijos y ser un buen padre", explica Richard Linklater. "Fue padre antes de madurar. Cuando le conocemos, aún está aprendiendo a comportarse como un adulto". El director añade: "Se hace responsable, pero la madurez tiene un precio. Abandona sus sueños artísticos para convertirse en un buen padre, se pone la máscara del vendedor de seguros, pero una parte de él sigue estando en el mundo de la música".

Ethan Hawke se sintió atraído por el peliagudo tema de ser padre a tiempo parcial. Además de ser hijo de divorciados, también se divorció durante el rodaje de BOYHOOD (MOMENTOS DE UNA VIDA). "Creo que el impacto de un divorcio, tanto en los hijos como en los padres, es un interés que compartimos Rick y yo; ya lo habíamos explorado en Antes del anochecer, pero en un contexto muy diferente", dice.

El director no hizo participar al actor en el rodaje durante el primer año para que pareciera un padre que ve a sus hijos muy de vez en cuando y que se enfrenta a una pared de timidez y de desconfianza porque no está en su vida diaria. Sin embargo, Ethan Hawke recalca que siempre había una sensación de intimidad en el plató.

"Una de las grandes cualidades de Rick es su forma relajada de dirigir, lo que funciona de maravilla con actores jóvenes como Lorelei o Ellar. Su paciencia y generosidad consiguen maravillas. Conozco a Lorelei casi desde que nació y fue fantástico compartir esto con ella. En cuanto a Ellar, fue un poco como meterse en el Programa Artístico de 12 Años de Richard Linklater. Creo que experimentó algo muy intenso. De todos nosotros, era el que más se adentraba en un terreno desconocido".

A medida que avanzaba la filmación, a Ethan Hawke le sorprendía la naturalidad de las interpretaciones. "Stanislavski se entusiasmaría con esta película", dice, riendo. "No hay nada de documental, pero la película convence al espectador de que los personajes son reales, y por eso cualquier detalle de su vida es interesante".

Dentro del realismo que impregna la película, el actor compuso varias canciones para su personaje músico que además interpreta él mismo. Está convencido de que fue posible mantener el interés de la historia durante doce años gracias a que Richard Linklater siempre permitió que la ficción se mezclara con la realidad. "Rick estuvo increíblemente receptivo, pasara lo que pasara", dice. "Ahora puede parecer que tuvimos suerte, pero era mucho más que eso. Trabajó con suma paciencia y se adaptó a lo que la realidad le aportaba".


Cambios
La estructura de BOYHOOD (MOMENTOS DE UNA VIDA) se apoya en una sensación de dinamismo, de movimiento, por lo que el espectador es consciente de la trayectoria temporal y del paso del tiempo, aunque se deje llevar por el día a día de la infancia de Mason.

En opinión de Richard Linklater, gran parte del concepto consistía en permitir que la película diera la sensación de fluidez, de conjunto, y evitar que reflejara los tiempos muertos entre cada rodaje anual. Técnicamente hablando, significaba seguir con las decisiones originales durante doce años. "Quería una estética unificada, pero sabía que la cultura y los personajes cambiarían dentro de esa estética", explica el director. "Los elementos formales de la película debían ser los mismos de principio a fin".

También fue una apuesta arriesgada rodar toda la película en 35 mm, ya que empezaba a ser un formato en vías de extinción. "Hacia el final del rodaje, fue cada vez más difícil rodar en 35 mm", dice. "Pero nos ayudó a conseguir la fluidez deseada". No era necesario indicarle al público el paso del tiempo, ya que los cambios en el rostro de los dos jóvenes actores eran lo bastante elocuentes. "Cada vez que empezábamos un nuevo rodaje era obvio que Ellar y Lorelei habían cambiado", añade el director.

También plasmó la siempre cambiante biosfera cultural a través de la ropa, los diseños, los aparatos y sobre todo la música para subrayar las constantes alteraciones en un periodo de doce años. Hablando de la música, Richard Linklater dice: "Suelo escoger temas que me dicen algo para mis películas, pero en este caso pensé en canciones que tuvieran un significado para Mason. Quería que la música reflejara la cultura del momento, y no fue tarea fácil".

Ellar Coltrane no ayudó mucho porque, sorprendentemente, su gusto musical era ecléctico y retro, por lo que el director consultó a varios asesores jóvenes para saber qué temas eran los más relevantes en la primera época. Weezer y Coldplay acompañan los años iniciales, mientras que Arcade Fine y Daft Punk ocupan la última parte de la película, entre los que se mezclan temas que realzan la historia.

"Lo importante para mí era que alguien hubiera tenido una experiencia emocional con esas canciones", explica Richard Linklater. "Pedí numerosas opiniones. Luego, a medida que Mason crece, la música encaja cada vez más con sus gustos personales".

En cuanto a mantener la fluidez entre tantos rodajes, gran parte del mérito se debe a un cuidadoso trabajo de preproducción, desde la búsqueda de localizaciones, hasta un minucioso trabajo de casting para no tener sorpresas de última hora. Hubo algún que otro momento de caos, pero el director insiste en que todo fue mucho más sencillo de lo que esperaba.

"Era un poco como reunirnos cada año para ir de acampada", dice, riendo. "Volvimos a encontrarnos cada año durante doce años y acabamos siendo una especie de familia. Pero la familia crecía, y al final teníamos un reparto de 143 personas y un equipo técnico de 400 miembros. Cada año era un poco más complicado sacarlo adelante, pero también estábamos convencidos de seguir el mismo surco creativo".

Cuando acabó el último rodaje, la película estaba casi terminada porque Richard Linklater y Sandra Adair la habían montado cada año. El montaje que quedaba por hacer era mínimo. "Todo encajaba", dice Richard Linklater", aunque era más larga de lo que tenía previsto. Había pensado en diez minutos por año para llegar a 120 minutos, pero al final del primer año comprendí que no funcionaba así. Decidí dejar que la película fuese lo que necesitase sin imponerle esa clase de restricciones. Tiene algo de épico y, a la vez, es muy sencilla e intimista".

Para los actores, ver la película por primera vez fue catártico y emotivo. Richard Linklater sugirió que Ellar y Lorelei la vieran a solas varias veces. Ellar Coltrane le está agradecido por haber hecho esta sugerencia: "Vi una parte de mí mismo que no suelo mirar, fue muy intenso, una experiencia profundamente personal, pero al mismo tiempo, asombrosa y muy completa. Doce años es una parte importante de una vida y, como dice Rick, el auténtico protagonista es el tiempo. Nunca había visto nada igual. Es parte de mi vida, pero creo que puede ser algo universal porque enseña lo que muchos de nosotros nos perdemos, apreciar el momento por lo que es".

Patricia Arquette esperó a ver la película con público durante su presentación en el Festival de Sundance. "Al principio me sentía muy protectora con la experiencia y casi hubiera preferido que nadie la viera", recuerda. "Pero lo mejor fue descubrir cómo entraban los espectadores en la historia, cada uno a su manera. Fue maravilloso".

Richard Linklater añade que para él, uno de los momentos más conmovedores de la película es el final, la última escena, cuando Mason, que ha dejado atrás la niñez, se aleja hacia las montañas, hacia un mundo desconocido, el primer día de universidad. En ese momento, se tiene la sensación de que la vida de Mason puede ir en un sinfín de direcciones, pero todos sabemos de dónde viene.

"Recuerdo estar de pie, con el sol poniéndose, y sentir algo increíble", dice el director. "Era la última toma de una experiencia que había durado doce años. No tengo palabras para describir lo que sentí, fue algo irrepetible".