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  Dos días, una noche  (Deux jours, une nuit)
  Dirigida por Jean-Pierre Dardenne, Luc Dardenne
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Entrevista con Jean-Pierre y Luc Dardenne

P: ¿En qué circunstancias nació Dos días, una noche?

Luc Dardenne: En el marco de la crisis económica y social que atraviesa Europa en este momento. Llevábamos unos años dándole vueltas a una película sobre una persona que estaba a punto de ser despedida con el acuerdo de la mayoría de sus compañeros de trabajo. Dos días, una noche nació por fin cuando creamos la pareja que forman Sandra y Manu, unidos en la adversidad.

Jean-Pierre Dardenne: Lo que nos interesaba era mostrar a alguien excluido porque se le considera débil, poco productivo. La película es un homenaje a esta "trabajadora poco productiva" que recupera la autoestima y el valor gracias a la lucha que emprende con su marido.


P: Los compañeros de Sandra han votado una reducción de personal y el despido de ésta última a cambio de una prima. ¿Les habían llegado noticias sobre este tipo de circunstancias en el mundo del trabajo?

Jean-Pierre: Sí, la verdad es que sí aunque no eran exactamente igual. En el mundo del trabajo, tanto en Bélgica como en otros sitios, existe una obsesión por la productividad que obliga a los trabajadores a competir entre ellos, a veces de forma violenta.


P: Manu le insiste a Sandra para que contacte con sus compañeros durante un fin de semana. Quiere que se replanteen su voto y que Sandra sea readmitida. Su papel es fundamental.

Jean-Pierre: Manu es el sindicalista, el "coach" de Sandra. Consigue convencerla de que existe una posibilidad y que sus compañeros pueden cambiar de opinión.

Luc: Sandra no debía parecer una víctima que estigmatiza y denuncia a sus compañeros de trabajo que han votado en su contra. ¡No es la lucha de una pobre chica contra unos cerdos!


P: No juzgan a ninguno de sus personajes.

Luc: Los trabajadores de Dos días, una noche están obligados a competir todo el tiempo entre ellos. No se trata de distinguir entre buenos y malos, de ponerse de un lado o de otro. No nos interesa analizar el mundo de esa forma.

Jean-Pierre: Una película no es un tribunal. Todos los compañeros de Sandra tienen sus razones para decirle sí o no. Pero una cosa está clara: la prima no es un lujo para ninguno de ellos. Les hace falta ese dinero para pagar el alquiler, las facturas... Sandra lo comprende porque ella también atraviesa las mismas dificultades financieras.


P: Sandra tiene una familia unida formada por su marido y sus hijos. Es una circunstancia poco habitual en sus películas.

Luc: Sandra saca fuerzas de su matrimonio. Manu ama profundamente a su mujer, lucha contra la depresión que sufre Sandra y le ayuda a no tener miedo. Al principio de la película, Manu está convencido que Sandra ha dejado de creer en ella misma.

Jean-Pierre: De hecho, los hijos de Sandra y Manu también se implican y participan en lo que está ocurriendo. Ayudan a sus padres a buscar dónde viven sus compañeros de trabajo...


P: Estos últimos no tienen la mejor intención de ponerse en huelga ni rechazar el acuerdo que les ha propuesto el jefe.

Jean-Pierre: Elegimos deliberadamente una pequeña empresa en la que el número de empleados no es suficiente para tener representación sindical. Si la película hubiera contado la lucha contra un enemigo reconocible, hubiera sido totalmente diferente... Pero la falta de reacción colectiva, el hecho de estar en contra de ese voto por principio denota la falta de solidaridad que vivimos hoy en día.


P: ¿Durante cuánto tiempo trabajaron en el guión para llegar a este resultado?

Jean-Pierre: Llevábamos diez años dándole vueltas a este tema, así que hemos tenido tiempo para prepararnos.

Luc: Lo escribimos bastante rápido. Empezamos a dar forma al guión en octubre de 2012 y lo terminamos en marzo de 2013. Queríamos que la acción se desarrollara en un espacio de tiempo muy corto, como indica el título de la película.

Jean-Pierre: La urgencia que entraña ese lapsus de tiempo tenía que marcar el ritmo de la película.


P: Después de Cécile de France en El niño de la bicicleta, la protagonista de Dos días, una noche es Marion Cotillard.

Luc: Conocimos a Marion cuando coprodujimos De óxido y hueso de Jacques Audiard, que se rodó en parte en Bélgica. Cuando la vimos salir del ascensor con su bebé en brazos nos quedamos prendados. De regreso a Lieja, cuando íbamos en el coche no paramos de hablar de ella, de su rostro, de su mirada...

Jean-Pierre: Contratar a una actriz tan conocida era un reto añadido para nosotros. Marion ha sabido encontrar un nuevo cuerpo y una nueva cara para la película.

Luc: Nunca se ha jactado de su trabajo de actriz. Nada de lo que ha conseguido es fruto de competir con los demás. Hemos trabajado en un clima de confianza mutua que nos ha permitido probarlo todo.


P: Para el personaje de Manu, han vuelto a contar con Fabrizio Rongione, presente en varias de sus películas anteriores.

Jean-Pierre: Sí, en Rosetta, El niño, El silencio de Lorna y El niño de la bicicleta. Pensamos inmediatamente en él para el papel de Manu. Es maravilloso volver a trabajar con él.

Luc: En esta película, su papel es tremendamente importante porque también cuenta la historia de Manu. Fabrizio ha conseguido que este hombre transmita las ganas de vivir, la fuerza necesaria para apoyar a Sandra.


P: También está su actor fetiche: Olivier Gourmet.

Luc: Se habla mucho de su personaje durante toda la película sin que lo veamos nunca, pero acaba apareciendo, ¡como el jabalí de las Ardenas!


P: ¿Cómo han trabajado con todos estos actores?

Jean-Pierre: Durante un mes, hicimos ensayos filmados con ellos. Y antes, a lo largo de dos meses, Luc y yo preparamos el rodaje en los lugares donde se desarrolla, filmando con nuestra cámara de vídeo.

Luc: Es necesario realizar esa etapa de ensayos antes de rodar para encontrar los ritmos adecuados y también para crear un clima de confianza absoluta con los actores y atreverse a hacer las cosas más sencillas.

Jean-Pierre: Hemos rodado respetando la continuidad. Es importante tanto para nosotros como para los actores. El camino que recorre Sandra es tanto físico como mental y era fundamental para Marion, Fabrizio y también para el resto de los actores realizarlo siguiendo una cronología.


Entrevista con Marion Cotillard

P: ¿En qué circunstancias conociste a los hermanos Dardenne?

R: Nos habíamos cruzado en Bélgica, en el rodaje de "De óxido y hueso", de Jacques Audiard. Fue un encuentro breve, entre dos ascensores. Me impresionaron mucho porque siempre les he admirado... Unos meses después del estreno de «De óxido y hueso", mi agente me llamó para decirme que Luc y Jean-Pierre querían proponerme una película. Me quedé alucinada. Para mí, rodar con ellos me parecía algo imposible.


P: ¿Por qué?

R: Mis trabajos de actriz me han abierto posibilidades que nunca hubiera imaginado. Pero los hermanos Dardenne me seguían pareciendo inaccesibles... Ellos no suelen contratar actores que ya han explorado un buen número de universos cinematográficos. Cécile de France trabajó con ellos en "El niño de la bicicleta", pero ella era una elección más lógica ya que ella es una actriz belga. Así que fue una auténtica sorpresa que me llamaran. Y una alegría inmensa.


P: ¿Cómo definirías su cine?

R: En cada película observan la realidad de la sociedad y, simultáneamente, inventan una nueva aventura cinematográfica. Hacen películas de autor, ¡es imposible ser más autores que Luc y Jean-Pierre! - pero consiguen eludir todas las categorías. Su cine es completamente universal.


P: ¿Cuál fue tu primera reacción cuando te propusieron interpretar el papel de Sandra?

R: ¡En nuestro primer encuentro estaba nerviosísima! Hice todo lo posible por disimular pero se notaba demasiado. Estaba muy emocionada con su propuesta de colaboración y necesitaba que lo supieran.


P: ¿Cómo te presentaron "Dos días, una noche"?

R: Me hablaron un poco sobre los retos que planteaba la película, pero descubrí la historia de Sandra cuando leí el guión. Comprendí que se trataba de una magnífica heroína de la vida real. Y que para mí iba a ser un auténtico desafío encarnar a esa mujer que va a ver a cada uno de sus compañeros de trabajo para intentar que cambien su voto. Esa repetición de la misma situación significa que tenía que trabajar en los matices y las fluctuaciones.


P: ¿Cómo definirías a Sandra?

R: Es una mujer normal y corriente, una trabajadora, que conoce el precio de las cosas porque no tiene otra elección. No comprende a los que prefieren cobrar la prima de mil euros en vez de votar para que ella se quede en la empresa. Nadie sabe lo que hubiera hecho ella en su lugar y la película no juzga a ningún personaje. En eso consiste su fuerza.


P: Además, sufre una depresión...

R: De hecho, en una escena llega a decir: "No soy nada". Tiene muy interiorizada esa sensación de inutilidad, algo que le pasa a mucha gente que no sabe cómo hacer frente a su trabajo o al paro. Unos meses antes del rodaje me habían impactado varios artículos y reportajes sobre los suicidios en el trabajo, sobre algunas personas que prefieren acabar con todo en vez de sufrir esa sensación de inutilidad. Para mi, la película se hacía eco de esos sucesos que me habían chocado tanto.


P: ¿Cómo es trabajar con los Hermanos Dardenne?

R: Ensayamos durante un mes. Fue una etapa muy importante. Había que trabajar en las puestas en escena, en la energía de los personajes, en el ritmo de las escenas. Un trabajo complejo y esencial dado que los hermanos Dardenne ruedan con la técnica de planos secuencia. Una de las cosas que más me preocupaba es que tenía que perder mi acento francés pero sin que el acento belga pareciera forzado, porque hubiera sido muy molesto para el espectador. Así que los ensayos me permitieron sentirme a gusto en el contexto belga...


P: La película evita en todo momento el miserabilismo y la exageración.

R: Los hermanos Dardenne son maestros de la autenticidad. No basta con interpretar, hay que meterse en la piel del personaje. Y esa es la filosofía que yo intento poner en práctica. Incluso cuando mis papeles se prestan al lucimiento personal, trato de que no se vea la interpretación sino personaje y sus emociones. Cuando te gusta trabajar de esa forma, nada mejor que hacerlo con los hermanos Dardenne.


P: ¿Cómo dirigen a los actores en el plató?

R: Gracias al trabajo realizado en los ensayos, cuando están en el plató, Luc y Jean-Pierre se concentran sobre todo en la interpretación de los actores. Y en ese campo, su exigencia es absoluta, sin precedentes... Trabajan tanto en los detalles que repiten y repiten hasta que consiguen lo que quieren. Es el precio a pagar por la autenticidad y la intensidad de sus películas. Si me hubieran pedido que rodara 250 tomas para una escena, lo hubiera hecho. No me cansaba nunca porque jamás me han dirigido de esa forma.


P: Formas una pareja muy creíble con Fabrizio Rongione.

R: Los ensayos nos han servido muchísimo. En una película de estas características es necesario conocerse antes del primer día de rodaje. Gracias a los ensayos había una gran compenetración entre nosotros. Fabrizio es un habitual del cine de los hermanos Dardenne, ha trabajado en gran parte de sus películas anteriores. Se adapta de forma natural a su mundo porque comparte la misma autenticidad. Trabajar con él ante los ojos de los hermanos ha sido un privilegio para mí.


P: El papel de Sandra es muy diferente a los que has interpretado recientemente en Estados Unidos.

R: Siempre he soñado con este tipo de alternancia, de variedad. Me siento una privilegiada por poder cambiar de registro. He hecho realidad mi fantasía original de actriz joven: explorar territorios y géneros diferentes, y de la mano de grandes realizadores.


P: ¿"Dos días, una noche" será una película especial de tu carrera?

R: Sí, desde luego. Ya he vivido experiencias maravillosas, pero esta ha sido la más profunda y la más idílica de todas. Nunca me había sentido tan acompañada por un realizador, en este caso por dos. Hubo una gran complicidad entre Luc, Jean-Pierre y yo del primer día al último. Y cuando llegó el momento de rodar el último plano, me sentí muy triste de que la historia se acabara, al menos esta parte.


P: Entonces, ¿volverías a trabajar con los hermanos Dardenne?

R: ¡Cuando ellos quieran! Ni siquiera necesitan enviarme el guión, diré sí inmediatamente. En el futuro, me encantaría convertirme en su nuevo Jérémie Renier o su nuevo Olivier Gourmet.


P: Vuelves al Festival de Cannes y a la competición un año después de "The immigrant", de James Gray.

R: Y dos años después de "De óxido y hueso", de Jacques Audiard. Subir las escaleras con Luc y Jean-Pierre, que han cosechado tantos premios en Cannes, es algo mágico. Me han embarcado en una aventura cinematográfica y humana tan maravillosa que nada me puede hacer más feliz que estar a su lado en el Festival.