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  La sal de la tierra  (The salt of the earth)
  Dirigida por Wim Wenders, Juliano Ribeiro Salgado
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Escrita por Juliano Ribeiro Salgado, Wim Wenders y David Rosier y dirigida por Wim Wenders (Pina), y Juliano Ribeiro Salgado

La película está protagonizada por Sebastião Salgado y narrada por Juliano Ribeiro Salgado y Wim Wenders.


Festivales
FESTIVAL DE CANNES 2014 - SECCIÓN 'UN CERTAIN REGARD': PREMIO ESPECIAL DEL JURADO

FESTIVAL DE CANNES 2014 - PREMIO DEL JURADO ECUMÉNICO: "Esta obra maestra documental sobre el fotógrafo Sebastião Salgado es un convincente testimonio de nuestro tiempo y una reflexión sobre la condición humana alrededor del planeta que nos muestra la posibilidad de mantener la esperanza en el género humano".

FESTIVAL DE SAN SEBASTIÁN 2014 - SECCIÓN ZABALTEGI-PERLAS


Entrevista con Wim Wenders

P: ¿Hace cuánto que conoce a Sebastião Salgado? ¿Le había impresionado su trabajo antes de conocerlo?

R: Ya hace casi 25 años que conozco a Sebastião Salgado. Hace tiempo compré dos fotos suyas que me conmovieron profundamente. Las enmarqué, y desde entonces están colgadas encima de mi escritorio. Esas fotografías me llevaron a visitar poco después una exposición llamada At Work. Desde entonces, he sido un admirador incondicional del trabajo de Sebastião, a pesar de que sólo lo conocí en persona hace cinco o seis años.


P: ¿Cuál fue el catalizador del proyecto LA SAL DE LA TIERRA?

R: Nos reunimos en su oficina de París. Me hizo visitar su estudio y descubrí Génesis. Era un nuevo e interesante punto de partida de su trabajo y como siempre, un proyecto de enorme envergadura con una extensa trayectoria. Me fascinó su compromiso con el trabajo y también su determinación. Después volvimos a vernos y descubrimos que a ambos nos gustaba el fútbol, y empezamos a hablar de fotografía en general. Un día, me preguntó si me interesaría acompañarle a él y a su hijo Juliano en un viaje sin una meta concreta y para él que necesitaban el punto de vista de un outsider.


P: Una vez que decidió codirigir la película con Juliano, el hijo de Sebastião Salgado, ¿tuvo que resolver muchos problemas? ¿El enorme volumen de material, o la elección de las fotografías? Aparte de las secuencias de Juliano filmando a su padre, ¿descubrió otros materiales de archivo?

R: Lo cierto es que el mayor problema fue la abundancia de material. Juliano ya había acompañado a su padre en muchos viajes alrededor del mundo. Así que había horas y horas de imágenes documentales. Yo tenía pensado acompañar a Sebastião en al menos dos "misiones": al norte de Siberia y en una expedición en globo sobrevolando Namibia. Pero tuvimos que cancelarlos porque me puse enfermo y no pude viajar. Así que empecé a centrarme en su trabajo fotográfico, y grabamos varias entrevistas en París. Pero a medida que descubría su trabajo tenía más preguntas. Y por supuesto, tuve acceso a una ingente cantidad de imágenes de archivo.


P: Su presencia en la película es cálida y discreta: ¿dónde se desarrollaron las entrevistas a Sebastião Salgado? ¿Y qué criterio siguieron para elegir las fotografías?

R: En las primeras entrevistas aparecía delante de la cámara. Pero a medida que nuestras conversaciones avanzaron tuve la impresión de que debía "desaparecer". Tenía que dejarle todo el espacio a Sebastião y, por encima de todo, a las fotografías. Había que dejar que el trabajo hablara por sí mismo. Así que se me ocurrió adoptar el enfoque de un director utilizando una especie de cuarto oscuro: Sebastião estaba delante de una pantalla, mirando las fotografías, mientras contestaba a mis preguntas sobre las mismas. La cámara estaba detrás de la pantalla, filmando sus fotografías -por decirlo de alguna forma- gracias a un espejo semitransparente. De esta forma miraba sus fotografías al mismo tiempo que al espectador. Me pareció que era el escenario más íntimo para que el público oyera cómo se expresaba al mismo tiempo que descubrían su trabajo. Cortamos casi todas las entrevistas "tradicionales" de las que sólo quedan algunos trozos. Pero se convirtió en un gran escenario preparatorio de nuestras sesiones en el "cuarto oscuro". Elegimos las fotografías juntos siguiendo sobre todo las historias que Sebastião me contó y que están en la película. Teníamos horas y horas de fragmentos a nuestra disposición.


P: ¿Le animó a comentar sus fotografías recordándole el lugar y el momento en el que se tomaron? Una mina de oro brasileña, la hambruna en el Sahel, el genocidio de Ruanda, etc. Casi todas son imágenes trágicas. ¿Le parecieron en algún momento "demasiado bellas", como algunos le han reprochado?

R: En el "cuarto oscuro" recorrimos durante una buena semana toda la obra fotográfica de Sebastião, en orden más o menos cronológico. Para él fue muy difícil estar detrás de la cámara y para nosotros también porque algunos de los relatos y viajes son muy inquietantes, y algunos realmente terribles. A Sebastião le pareció que estaba volviendo a esos lugares, y para nosotros, todos esos viajes "al corazón de la oscuridad" también fueron abrumadores. A veces teníamos que parar y yo me iba a dar un paseo para distanciarme por un momento de lo que acababa de ver y oír. En lo que se refiere a si sus fotografías son demasiado bellas o estéticas, no estoy nada de acuerdo con esas críticas. Cuando fotografías la pobreza y el sufrimiento tienes que darle cierta dignidad al sujeto y evitar caer en el voyeurismo. No es fácil. Sólo se puede lograr si estableces una buena relación con la gente que está delante de la cámara, y consigues entrar en sus vidas y en su situación. Muy pocos fotógrafos lo consiguen. La mayoría llegan a un sitio, hacen unas cuantas fotos y se largan. Sebastião no trabaja así. Pasa tiempo con la gente a la que fotografía para comprender su situación, vive con ellos, simpatiza con ellos, y comparte sus vidas en la medida de lo posible. Empatiza con ellos. Hace este trabajo para la gente, para darles voz. Las imágenes tomadas sobre la marcha y las fotografías al estilo "documental" no pueden transmitir las mismas cosas. Si encuentras la forma de transmitir una situación de forma convincente, estarás más cerca de un lenguaje que corresponde a lo que estás ilustrando y al sujeto que está delante de ti. Cuanto más te esfuerces en hacer una "buena foto" más nobleza tendrá tu sujeto y más destacará. Creo que Sebastião sabía cómo revestir de dignidad a toda esa gente que se ponía delante de su cámara. ¡Sus fotografías no son sobre él sino sobre toda esa gente!


P: En LA SAL DE LA TIERRA, ¿trabajó basándose en un guión o la película se estructuró durante el montaje?

R: Escribí las líneas generales de la película, y al final el "cuarto oscuro" actuó como dispositivo conceptual. Pero en general, como ocurre en todos los documentales, debes intentar filmar material en el momento y no perderte lo que está pasando delante de ti por culpa de decisiones que has tomado previamente. Es lo que ocurrió cuando fui a Brasil y filmé a Sebastião y Lélia (su mujer) en Vitória, la ciudad donde viven, o en el interior del Instituto Terra. Tuve que dejarme guiar por lo inesperado y estar listo para rodar cuando se presentaba la ocasión. Este es el otro aspecto de mi aportación a esta película: entablar un vínculo entre la extraordinaria "otra vida" de los Salgado y el cuerpo de trabajo fotográfico. En cierto sentido, su compromiso ecológico y sus esfuerzos por regenerar la selva tropical atlántica son, en un mi opinión, tan importantes como las fotografías de Sebastião. Por esa razón, tuve la impresión de que estábamos haciendo dos documentales al mismo tiempo, que después montamos en una sola película.


P: El documental representa el retrato de un hombre y va de su vida a su obra. También es un estudio entrañable de la relación padre-hijo. ¿Este aspecto dual se planteó desde el principio?

R: Sí, nuestra película tuvo varias dimensiones desde el primer momento. La relación padre-hijo también formaba parte del proyecto desde su inicio. Hubiera podido convertirse en un obstáculo para la película. Y creo que los Salgado -padre e hijo- no se equivocaron al querer que participara en la película para evitar ese riesgo. Pero lo cierto es que es una parte muy entrañable de la película.


P: Una de las características más reconocibles de Salgado es que sólo utiliza el blanco y negro. ¿Cómo lo justifica él? En sus películas (EN EL CURSO DEL TIEMPO, la percepción de nuestro mundo por los ángeles en EL CIELO SOBRE BERLÍN, EL ESTADO DE LAS COSAS), usted lo utiliza con gran eficacia. ¿Esa particularidad les acercó?

R: Sí, la verdad es que me identifico totalmente con su uso del blanco y negro. De hecho, la parte de la película que filmé también es en blanco y negro para que encajara mejor con sus fotografías. En algún momento abordamos este tema en nuestras entrevistas. Pero al final no conservamos ese segmento en el montaje definitivo. Me di cuenta que se podía comprender ese aspecto de su trabajo sin necesidad de más explicaciones.


P: Ambos tienen en común la fotografía ya que usted es un reconocido fotógrafo (y, al igual que Salgado, un fan de la cámara Leica), y muchos de los personajes de sus películas (Philip Winter en ALICIA EN LAS CIUDADES, Tom Ripley en EL AMIGO AMERICANO, o Travis en PARÍS, TEXAS) mantienen un vínculo con fotografías o la fotografía. ¿Salgado conocía su trabajo tanto como usted el suyo?

R: Sebastião tomó muchas fotografías mientras estábamos rodando, incluso del equipo técnico. Así que puede que tenga el honor de aparecer en algunas de sus fotografías. Pero no creo que conozca mis películas tan bien como yo conozco sus fotografías. Y esa fue la razón principal por la que quise hacer esta película. El era el sujeto de mi película y no al contrario.


P: A lo largo de la película se pone de manifiesto la presencia y la importancia de Lélia Wanick Salgado, su mujer, en la vida y la obra de Salgado. ¿Desempeñó un papel activo en la realización de LA SAL DE LA TIERRA?

R: Llevan 50 años trabajando juntos. Lélia aporta una gran energía a Sebastião, algo muy necesario para sus trabajos y sus exposiciones. Además, emprenden juntos sus grandes proyectos fotográficos. Por lo tanto, era lógico que formara parte intrínseca de la película. Es una mujer extraordinaria, muy fuerte, muy directa, honesta y encantadora. Y muy divertida. ¡Los Salgado se ríen muchísimo!


P: La última parte de la película es un viaje inesperado, a la vez íntimo y con un enorme contenido ecológico: El regreso de la familia Salgado al rancho familiar de Aimorés en Brasil. Un paisaje espectacular devastado por la deforestación, y la increíble apuesta de los Salgado. Una apuesta que está empezando a dar frutos ya que han replantado dos millones de árboles. Para Salgado el hombre y para el fotógrafo de los conflictos humanos más dramáticos, ¿podríamos hablar de un final feliz?

R: Quedó claro desde el principio que teníamos que contemplar el hecho de que los Salgado tienen otra actividad además de la fotografía: su compromiso con la ecología. Así que siempre supe que debía contar dos historias al mismo tiempo. Una que contaría que el programa de reforestación que han emprendido en Brasil, y sus casi milagrosos resultados, han tenido un final feliz para Sebastião, después de toda las desgracias de las que fue testigo y de la depresión en la que se sumió al volver de Ruanda por última vez. No sólo ha dedicado Génesis, su último trabajo monumental, a la Naturaleza, sino que también se puede decir que la Naturaleza le ha permitido no perder la fe en la Humanidad.


Wim Wenders (Dirección, guión, producción ejecutiva)
Wim Wenders nació en Dusseldorf en 1945. Después de estudiar medicina y filosofía durante dos años y de pasar un año en París como pintor, asistió de 1967 a 1970 a la Universidad de Cine y Televisión de Munich.

Es una de las figuras más importantes que emergieron del "Nuevo cine alemán" de los años 70. En 1971 fue miembro fundador de la distribuidora alemana de cine Filmverlag der Autoren y en 1975 fundó su propia productora, Road Movies, en Berlín. Además de dirigir evocadoras películas de autor, Wenders trabaja en el medio de la fotografía, y sus impactantes imágenes de paisajes desolados abordan temas como la memoria, el tiempo y el movimiento. Su serie de fotografías, "Imágenes de la superficie de la Tierra" y "Lugares, extraños y tranquilos", se han expuesto en museos e instituciones de arte de todo el mundo. Wim Wenders ha publicado numerosos libros con ensayos y fotografías.

En 1984, Wim Wenders se convirtió en miembro de la Academia de las Artes de Berlín. Es doctor honoris causa por la Universidad de la Sorbona de París (1989), la Facultad de Teología de la Universidad de Friburgo (1995), la Universidad de Lovaina (2005) y la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Catania (2010). Es miembro fundador y presidente de la Academia de Cine Europeo y miembro de la Orden francesa del Mérito. En este momento enseña cine en la Universidad de Bellas Artes de Hamburgo. Wim Wenders es autor del libro "Inventando la paz" junto a Mary Zournazi, publicado por I.B.Tauris, Londres.

En la actualidad Wenders está en fase de posproducción de su próxima película en 3D titulada EVERYTHING WILL BE FINE, protagonizada por James Franco, Charlotte Gainsbourg y Rachel McAdams.

Vive en Berlín con su esposa la fotógrafa Donata Wenders.

Largometrajes y documentales
2011 - Pina (3D)
2008 - Palermo Shooting
2005 - Llamando a las puertas del cielo
2004 - Tierra de abundancia
2003 - The Blues Series: The Soul of a Man
2002 - Oda a Colonia
2000 - El hotel del millón de dólares
1998 - Buena Vista Social Club
1997 - El final de la violencia
1996 - A Trick of the Light
1995 - Más allá de las nubes (con Michelangelo Antonioni)
1994 - Historias de Lisboa
1993 - ¡Tan lejos, tan cerca!
1991 - Hasta el fin del mundo
1989 - Notebook on Cities and Clothes
1987 - El cielo sobre Berlín
1985 - Tokio-Ga
1984 - París, Texas
1982 - El hombre de Chinatown
1981 - El estado de las cosas
1980 - Relámpago sobre agua
1977 - El amigo americano
1976 - En el curso del tiempo
1975 - Falso movimiento
1973 - Alicia en las ciudades
1972 - La letra escarlata
1971 - El miedo del portero ante el penalti
1970 - Summer in the City


Juliano Ribeiro Salgado (Dirección, guión, fotografía)
Juliano Ribeiro Salgado nació en 1974 en París, donde creció en un ambiente francobrasileño. En 1996 realizó su primer documental para Arte, Suzana, sobre el uso de minas antipersonales en Angola. Después hizo otros documentales en Etiopía, Afganistán y Brasil. Además, realizó reportajes de noticias para Canal+ en Francia y para Globo Televisión en Brasil. Después Salgado asistió a la Escuela de Cine de Londres donde se graduó en 2003.

Juliano Ribeiro Salgado ha realizado varios cortometrajes y documentales para la televisión francesa. Su película de 2009, "Nauru, una isla a la deriva", realizado para la unidad Grand Format de Arte, fue seleccionada para participar en numerosos festivales internacionales (Hot Docs en Toronto y Festival Dei Popolo en Florencia).

Ahora trabaja en su primer largometraje que se rodará en São Paulo, Brasil


Entrevista con Juliano Ribeiro Salgado

P: Nació en París hace 40 años. Es usted realizador de documentales y su primera película, SUZANA, para Arte, aborda el uso de minas antipersonales en Angola. Es un tema que le hubiera gustado tratar a su padre...

R: Desde luego. En aquel momento yo tenía 23 años. Iba a ser padre por primera vez y tenía que trabajar. Así que dejé la facultad de derecho porque comprendí que no quería pasarme la vida sentado detrás de una mesa. Supe desde pequeño que mi padre tenía una profesión fantástica; viajaba por el mundo y era testigo de grandes acontecimientos. Siempre había gente en casa para hablar de esos acontecimientos. Yo los escuchaba y, sin darme cuenta, me fui interesando por los temas geopolíticos. Quería salir al mundo y comprenderlo, y sin saber muy bien cómo, intentar transmitir lo que iba a aprender y descubrir. Empecé a trabajar para Canal+, y para el canal brasileño Globo. Realicé mi primer cortometraje, SUZANA, en 1996. Fui con mi padre a Angola pero no pasé mucho tiempo con él. Mi padre hacía fotografías y yo filmaba. Y a partir de ese momento comprendí que íbamos a tomar caminos diferentes. Después fui a Afganistán, a la antigua Yugoslavia, y a Brasil donde tuve la oportunidad de estar con mi abuelo en su rancho.

Entonces tenía 96 años. Lo filmé y aparece en LA SAL DE LA TIERRA. De pequeño, de forma casi subconsciente, quería tener la misma vida que mi padre. Solía estar ausente, volvía de países peligrosos, encabezaba denuncias... Para mí era un estilo de vida "normal". Salvando las diferencias, y a mi manera, quería seguir sus pasos.


P: ¿Su padre le animó en las primeras etapas de su carrera?

R: Sí, confió siempre en mí, casi de forma temeraria. Por ejemplo, ¡mi plan de ir solo a Afganistán le pareció fantástico! Por el contrario, mi madre estaba muy preocupada. Pero ella había elegido acompañar a mi padre en sus peligrosos viajes a escenarios de guerras, así que lo aceptó. Tuve la inmensa suerte de iniciar muy joven mi carrera de documentalista. Cuando estaba en casa, las relaciones con mi padre, ese héroe distante, no eran siempre fáciles. En mi adolescencia nos distanciamos. Y o seguí mi camino, hice algunos documentales y después me trasladé a Londres para ir a la escuela de cine. En ese momento nuestros caminos tomaron direcciones muy diferentes. En 2004 se embarcó en Génesis, su último proyecto a largo plazo. La búsqueda de paraísos vírgenes le llevó ocho años y me pidió que le acompañara. No las tenía todas conmigo porque no sabía cómo encajaría mi trabajo con el suyo. Pero nuestro primer viaje fue increíble. Nos llevó a Brasil, al corazón de la Amazonia, a 300 kilómetros de la ciudad más cercana, para conocer a una tribu aislada, los Zo’é, con los que estuvimos un mes. Esas gentes siguen viviendo en la era paleolítica. Lo viví como un privilegio, un momento suspendido en el tiempo. Y surgió un diálogo entre mi padre y yo; o más bien, resurgió. Después fuimos a Papúa Nueva Guinea, a Irian Jaya, para estar con otra tribu aislada, los Yali, y después viajamos a Wrangel, una isla en el Círculo Ártico, habitado por morsas y osos polares. Durante esos viajes, hablamos de cosas de las que nunca habíamos hablado. Fue entonces cuando comprendí la finalidad del material que había estado filmando desde que empecé a acompañarle. Cuando mi padre vio los primeros montajes que había hecho con las imágenes se emocionó muchísimo, hasta las lágrimas.


P: ¿Fue entonces cuando se le ocurrió contar con el punto de vista de un outsider para darle más fuerza a la película?

R: El proceso ya había empezado. Ya había películas sobre Sebastião, sobre otros fotógrafos. Pero me pareció que hacer una película sobre un fotógrafo tenía sus limitaciones: un hombre se prepara para tomar una foto y la historia acaba cuando la toma. Salvo si hace una segunda, y después una tercera, y así sucesivamente. Así que no me parecía un enfoque acertado. Esta película debía surgir de la propia historia de Sebastião: de sus experiencias, que ha compartido con pocas personas; del hecho de que durante 40 años ha vivido situaciones extremas, y ha sido testigo de cómo la humanidad se enfrentaba a acontecimientos terribles. Explorando su historia, sus recuerdos, llegaríamos a plantearnos esta pregunta: ¿qué cambia a un hombre? ¿Qué cambió a Sebastião Salgado? Yo sabía la respuesta. Le había visto vivir con los indios y con el pueblo de Papúa. El se mezcla entre ellos y no los juzga. Se pone a su mismo nivel, y seguramente se debe a que él también viene de un pueblo diminuto y muy violento de un lugar remoto de Brasil, aislado del mundo. Creo que la gente a la que fotografía se da cuenta de la benevolencia de su punto de vista. Me paré a reflexionar sobre lo que pasó entre ellos y Sebastião antes y después de hacer las fotos y sobre cómo esos intercambios pueden enriquecernos. Me refiero a nosotros, los que vivimos en nuestras sociedades privilegiadas e indiferentes. Esa era la película. Pero para que tomara forma, necesitábamos a alguien que no fuera yo, menos implicado que yo, que pudiera hablar libremente a Sebastião, para abordar lo que debía ser la esencia de la película. En otras palabras, mostrar la evolución de su mirada a través de los años, todo lo que pudiéramos aprender de su carrera, de forma militante -aunque sé que a él no le gusta esa palabra- ya que es cada vez más consciente de que sus fotografías pueden, en cierta medida, cambiar la vida de la gente a la que fotografía.


P: ¿Fue entonces cuando pensaron en Wim Wenders?

R: Wim Wenders era la persona ideal. Ya conocía el trabajo de Salgado, y se habían vistos unas cuantas veces. En ese momento, Wim ya estaba dándole vueltas a la idea de hacer una película sobre Sebastião. Nos vimos muchas veces, hablamos muchísimo, así que era lógico que decidiéramos hacer juntos esta película. No sólo entendía el proyecto, sino que además se implicó y se comprometió totalmente con él. Fue maravilloso ver cómo respetaba la intimidad de este proyecto, pero añadiendo un gran número de elementos esenciales, aportando su propia sensibilidad, su talento en términos de imágenes.


P: ¿Cómo dividieron el trabajo?

R: Le enseñé a Wim lo que había filmado durante los viajes con mi padre. Le expliqué cómo creía que había que vincular esas imágenes con la trayectoria de Sebastião para que pudiéramos aprender de su testimonio, sus recuerdos, de las situaciones que vivió. La estructura de nuestra película surgió de estas conversaciones. Pero yo me veía incapaz de hacer el trabajo con suficiente distancia. Así que Wim Wenders se encargó de dar forma a la historia de un hombre hastiado del sufrimiento que había fotografiado, que lleva en el alma las cicatrices de lo que ha visto y experimentado y que afirmó: “Después de trabajar durante años en campos de refugiados, he visto tanta muerte que yo mismo me sentí morir”. Al principio, pensé que Wim y mi padre se sentarían a hablar en una mesa. Pero no fue así. Trabajar con un gran artista como Wenders cambia las cosas, y lo que hizo es enfrentar visualmente a Sebastião con sus recuerdos. Fue una idea mucho más inteligente. Al final de esas confrontaciones tan fructíferas, nos encerramos año y medio en la sala de montaje. Eso nos permitió eliminar algunos hilos narrativos complicados, y ser más sencillos y directos.


P: Susan Sontag hablaba de la "inautenticidad de lo bello” en el trabajo de Salgado. ¿Cómo responde a eso?

R: El reproche de Sontag encierra dos aspectos: la supuesta fascinación que la pobreza -o la muerte- ejerce sobre el fotógrafo, y el hecho de que los sujetos no están identificados a diferencia del fotógrafo que recoge las alabanzas a costa de ellos. En su crítica, Sontag también denuncia el cinismo de los medios que encargan y publican estas fotografías. La verdad es que no me parece justo asociar a Salgado con esas críticas. El pasaba semanas, a veces meses, en países devastados, a los que acudía para dar testimonio de lo que ocurría. Necesita crear una relación con la persona que va a fotografiar, y dice que al final el sujeto es el que le "da" a él la foto. Lo que le guía es la emoción, la empatía. Y ese aspecto se refleja muy bien en la película.


P: Su madre, Lélia, tenía 17 años cuando conoció a su padre. Siempre ha sido el ancla de su vida. ¿Se implicó mucho en LA SAL DE LA TIERRA?

R: Lélia no se implicó directamente en la película, y en cierto sentido, se podría decir que Sebastião tampoco se implicó. Confiaron totalmente en Wim y en mí. La historia de Lélia y Sebastião es muy larga. Siempre han tomado las decisiones juntos, y LA SAL DE LA TIERRA pertenece a ambos.


P: ¿Qué significa para usted regresar al rancho de la familia, teniendo en cuenta el enorme proyecto de rehabilitación que han emprendido? ¿Una misión? ¿Una utopía? ¿Un futuro?

R: Nadie se lo acababa de creer, ni siquiera yo, teniendo en cuenta el estado en el que estaba el rancho y la devastación del paisaje que lo rodeaba. Al principio se trataba de un proyecto modesto. La idea era replantar unos cuantos árboles alrededor de la casa familiar a donde regresaríamos para pasar las vacaciones. Pero mis padres no saben hacer las cosas a medias y una vez más se entregaron en cuerpo y alma al proyecto. Se suponía que el proyecto iba a limitarse al ámbito familiar, pero de repente se convirtió en un compromiso ecológico monumental y acabaron diciendo: "Bueno, de hecho vamos a replantar toda la selva”. Crearon el Instituto Terra, que se ha convertido en el mayor empleador de la región. Ya han plantado 2,5 millones de árboles en el antiguo rancho de mi abuelo que ahora es una reserva ecológica, y se va a plantar otro millón en los alrededores. Es una locura de proyecto, enorme y espectacular.


P: Está preparando su primer largometraje de ficción. ¿Nos puede hablar de él?

R: Está ambientado en Brasil, en Sao Paulo. Estamos escribiendo el guión, pero será un thriller psicológico alrededor de un tema de gran calado en la sociedad brasileña: el ascenso social.


Sebastião Salgado (Fotógrafo)
Sebastião Salgado nació el 8 de febrero de 1944 en Aimorés, Minas Gerais, Brasil. Vive en París, Francia.

Salgado trabajó como economista antes de iniciar su carrera de fotógrafo profesional en París, en 1973, con las agencias Sygma, Gamma y Magnum Photographs hasta 1994. Ese año, él y Lélia Wanick Salgado fundaron Amazonas Images, una sociedad creada únicamente para desarrollar el trabajo del fotógrafo.

Salgado ha viajado a más de 100 países para realizar sus proyectos fotográficos. La mayoría de estos trabajos, además de aparecer en un gran número de publicaciones impresas, también figuran en libros como Other Americas y Sahel-l’Homme en Détresse (1986), An Uncertain Grace (1990), Workers (1993), Terra (1997), Migraciones y Retratos (2000), y África (2007). Las exposiciones de su trabajo han viajado por todo el mundo y se han podido ver en los mejores museos y galerías.

En 2004, Salgado inició el proyecto Génesis, cuyo objetivo es mostrar el rostro inmaculado de la Naturaleza y la humanidad. Génesis está compuesto de una serie de fotografías de paisajes y vida salvaje, así como de comunidades humanas que siguen viviendo de acuerdo con sus culturas y tradiciones ancestrales. Este cuerpo de trabajo se concibe como una senda que puede tomar la humanidad para redescubrirse en la Naturaleza.

Los dos libros de Génesis, publicados por TASCHEN, y distribuidos en seis lenguas, salieron a la venta en la primavera de 2013. La exposición itinerante de Génesis inició su andadura al mismo tiempo.

Desde los años 90, Salgado y Lélia también trabajan en la restauración de parte de la Selva atlántica brasileña. En 1998 lograron que la zona fuera declarada reserva natural y crearon el Instituto Terra, una ONG medioambiental dedicada a la reforestación, la conservación y la educación.

En 2012, Salgado y Lélia recibieron el Premio e del instituto e, UNESCO Brasil y Municipio Río de Janeiro, así como el Premio “Personalidade Ambiental” que concede el World Wildlife Fund de Brasil. Estos premios se otorgaron como reconocimiento a su trabajo con el Instituto Terra.

Salgado ha recibido un sinfín de destacados premios de fotografía como reconocimiento a sus éxitos. También es Embajador de Buena Voluntad de la UNICEF, y miembro honorario de la Academia de las Artes y las Ciencias de Estados Unidos.