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  Mi casa en París  (My old lady)
  Dirigida por Israel Horovitz
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El debut como director del dramaturgo y guionista Israel Horovitz.

Antes de que MI CASA EN PARIS se convirtiera en película, fue una exitosa obra de teatro estrenada en el Promenade Theater de Nueva York en octubre de 2002, a la que siguieron versiones en Alemania, Rusia, Francia, España. Tanto la obra como la película se basan en la compra por "viager", algo totalmente legal en Francia que tiene sus pros y sus contras. El comprador paga una cantidad mensual al vendedor - suele ser bastante elevada -, para quedarse con la propiedad después del fallecimiento del vendedor. Es un buen sistema para las personas que realizan la transacción: el vendedor tiene una renta mensual asegurada, y aunque el comprador se arriesga a que el vendedor no fallezca pronto, no suele salir mal parado. Los perdedores son los herederos de ambas partes, si los hay. Por un lado, los hijos del vendedor se quedan sin herencia y, por otro, los hijos del comprador, si este fallece antes que el vendedor, deberán seguir pagando el alquiler si no quieren perder la propiedad.

Y aquí aparece Mathias Gold, un desventurado neoyorquino sin hijos, sin esposa y sin un céntimo, que ha pasado la mayoría de sus sesenta años alimentando un profundo resentimiento hacia su padre, un hombre de negocios con el que apenas tenía contacto. Mathias hereda un piso en París del que se quiere deshacer lo antes posible, ya que le recuerda los frecuentes viajes de su progenitor a la ciudad de la luz, algo que su madre no soportaba y que la llevó a suicidarse.

El realizador Israel Horovitz decidió simplificar y ampliar algunos aspectos de la historia para llevarla a la gran pantalla. Mathilde (la vendedora) pasó a ser una inglesa afincada en Francia, con lo que se eliminaba cualquier barrera lingüística y el concepto de "viager" seguía ocupando un lugar predominante en la historia. "Es una extraña costumbre francesa", explica el director. "Que yo sepa, Francia es el único país donde se sigue practicando. Siempre pensé que debía haber un estadounidense metido en esto porque es un concepto absolutamente ajeno a la mentalidad norteamericana: pagar una entrada y un alquiler - en algunos casos, desorbitado - con la esperanza de que alguien se muera pronto".

Israel Horovitz también amplió el escenario de la obra aportando una visión mayor y más cinematográfica de París. "En la obra hay tres actores en una estancia. No decidí ampliar el escenario porque el decorado fuese demasiado exiguo, sino porque me pareció que usar París como telón de fondo añadiría otra dimensión a la historia", explica el realizador.

Israel Horovitz conoce bien la capital francesa, ciudad que descubrió a los veinte y pocos años, cuando estudiaba Arte Dramático en Londres, donde fue el primer estadounidense escogido como dramaturgo residente de la Royal Shakespeare Company. Viajó a París con su esposa y su hija Rachael, de solo unos meses, para ir a ver a sus padres, que estaban de vacaciones. Una vez allí, se enamoró perdidamente de la ciudad. "En cuanto puse los pies en París, hice todo lo que hace cualquier estadounidense que se precie", recuerda, riendo. "Encontré la librería de Sylvia Beach, fui al Café de Flore y a Les Deux Magots, donde vi a Simone de Beauvoir sentada sola en una mesa de la terraza, fumando y escribiendo. Le sonreí y me devolvió la sonrisa. ¡Me atreví a flirtear con Simone de Beauvoir nada más pisar París!"

Después de cinco décadas de enamoramiento, Israel Horovitz decidió escribir una obra de teatro en honor a la capital que culminó en la producción Off-Broadway "My Old Lady", con Siân Phillips en el papel de Mathilde, Peter Friedman como Mathias y Jan Maxwell como Chloé. Unos años después, la obra se convirtió en un guión.

Maggie Smith fue la primera en comprometerse oficialmente a rodar la versión cinematográfica, en la que interpretaría el papel de la nonagenaria Mathilde Girard. El realizador se desplazó a Londres para hablar con la veterana actriz de cine y teatro, que aceptó el papel entre los otros 25 guiones que le ofrecían en aquel momento. Israel Horovitz recuerda que la intérprete le dijo, riendo, que era el único guión en el que su personaje no moría al final, y añade: "Que yo sepa, es la primera vez que Maggie no lleva peluca en una película".

De hecho, la actriz apenas usa maquillaje en MI CASA EN PARIS. "Quise que Mathilde fuera real, que no hubiera nada entre el espectador y ella", dice el realizador. "Maggie Smith no se acerca a los noventa años ni por asomo, pero debió actuar como si los tuviera, y no quería que resultara artificial, como si la hubiéramos pintado. No habría sido creíble. Lo entendió perfectamente, aceptó que la maquillaran mínimamente y no llevar peluca, su interpretación es perfecta". La productora Rachael Horovitz, hija del director, dice: "Era sensacional verla transformarse sin peluca ni ayudas, usando únicamente sus dotes de interpretación para aparentar muchos más años de los que tiene".

El considerable número de películas y obras de teatro en las que ha participado Kevin Kline, ganador de un Oscar® por su trabajo en Un pez llamado Wanda (1988), le convertían en el actor ideal para el papel de Mathias Gold, el neoyorquino de mediana edad, algo inepto y perdido, que viaja a París convencido de que la venta del piso que ha heredado le salvará la vida, pero que no tarda en descubrir que las leyes inmobiliarias difieren de un país a otro.

Kevin Kline ya se había medio comprometido a interpretar el personaje mientras ayudaba a su amigo Israel Horovitz a desarrollarlo para la gran pantalla y también porque, tal como le dijo al realizador mientras trabajaban juntos, "puede ser que, como actor, sea la última vez que acabe con la chica de la película". El intérprete aporta su don para la comedia espontánea, su dignidad en los momentos más serios y su talento musical, apoyados en un sinfín de papeles protagonistas en películas como La decisión de Sophie y Reencuentro.

"Kevin es un actor maravillosamente instintivo", dice Israel Horovitz. "Tiene la curiosa habilidad de ofrecer diversas variaciones de una misma escena; más ligera, más seria, pero siempre sincera. En la sala de montaje contaba con todo lo necesario para captar la interpretación tragicómica requerida por la película. Solo puedo decir que es un estupendo actor".
Los productores Rachael Horovitz mandaron el guión a Kristin Scott Thomas, que aceptó inmediatamente interpretar a Chloé, la beligerante hija de Mathilde. La actriz ya había trabajado con Kevin Kline en 2001 en La casa de mi vida, y con Maggie Smith en Gosford Park (2001) y en Secretos de familia (2005), donde también interpretaban a madre e hija. Todo parecía quedar en familia.

Otra importante diferencia entre la versión teatral y la cinematográfica, según recalca Israel Horovitz, está en el papel de Chloé, que tiene mucha más presencia en la película como enemiga jurada que acaba en amante. "Siempre había pensado que 'My Old Lady' se centraba en Mathias y en su historia con la mujer mayor", dice, "pero en realidad se trata de la historia de dos personas destruidas por la misma historia de amor. Nunca encontrarán a nadie que pueda entender mejor lo que les pasó".

Para dar una mayor presencia al personaje de Chloé y sacar la historia de entre las paredes del piso, el realizador optó por un amante para Chloé, un hombre casado y con hijos, algo que podrá serle útil a Mathias cuando se lance por el sendero de la guerra para recuperar el piso. "Kristin está deslumbrante en el papel. Si no hubiera sabido manejar la ira neurótica de Chloé, habría sido imposible creer que tuviera a diez hombres rendidos a sus pies", explica el director. "Por eso fue difícil encontrar al hombre ideal para el papel del amante. Si hubiera escogido a alguien apuesto, con un físico atlético, podía haber dado una definición equivocada de Chloé al público".

En cuanto a los actores de reparto, Israel Horovitz se inclinó por conocidos actores franceses, como Dominique Pinon para interpretar a Lefevbre, el agente de la inmobiliaria que familiariza a Mathias con la complejidad del sistema "viager". El actor ha trabajado en películas del calibre de La diva (1982), de Jean-Jacques Beineix, y en varias ocasiones con Jean-Pierre Jeunet, Amélie (1999) y Largo domingo de noviazgo (2004), entre otras. "Kevin, Maggie, Kristin, Dominique y yo procedemos del teatro, todos somos adictos al trabajo y nos comunicamos con mucha facilidad en el plató", explica Israel Horovitz.

La guionista, directora y actriz Noémie Lvovsky tiene un pequeño papel como la doctora de Mathilde Girard; el actor y director Stéphane Freiss, conocido por su trabajo en la taquillera Bienvenidos al Norte (2008), es el codicioso hombre de negocios François Roy, decidido a hacerse con el piso para convertirlo en hotel, y Stéphane De Groodt, un habitual de la pequeña pantalla, es el amante casado de Chloé.

Gran parte de MI CASA EN PARIS se rodó en la Manufacture des Gobelins de París, una antigua fábrica de tapices fundada en el siglo XVII. Parte del edificio, del que se ocupa el Ministerio de Cultura francés, está dividido en pisos reservados para altos funcionarios.

Al no haber una gran demanda de tapices en la actualidad, algunas zonas del enorme edificio se usan como plató de cine y televisión. En este caso, sirvió de doble para el turístico y bullicioso barrio Le Marais, donde residen la madre y la hija. Teniendo en cuenta las estrechas calles del barrio y el intenso tráfico, Israel Horovitz y su equipo no dudaron en rodar en Les Gobelins, donde el equipo del director artístico Pierre-François Limbosch creó la magnífica residencia de Mathilde y Chloe que da a un precioso jardín. "Rodamos casi toda la película dentro del edificio", explica el director. "Durante muchos años, la Manufacture fue un pueblo dentro de la ciudad donde residían unas mil personas. Pudimos aparcar los camiones dentro de la zona y rodar con tranquilidad, lo que jamás habría sido posible en Le Marais. Encontrar el piso perfecto, con parqués que crujían y un aire general de deterioro nos permitió rodar la película, fue como tener un estudio solo para nosotros".

Aunque MI CASA EN PARIS es el primer largometraje de Israel Horovitz como realizador, el dramaturgo está muy familiarizado con la industria cinematográfica después de escribir el guión de Fresas y sangre (1970), ganadora del Premio del Jurado en el Festival de Cannes. En 1999 colaboró con István Szabó en el guión del drama histórico Sunshine, película por la que compartieron el Premio del Cine Europeo al Mejor Guión. Asimismo, es el autor del telefilm "James Dean", dirigido por Mark Rydell, basado en la vida del actor y nominado en 2001 a un Emmy y a un Globo de Oro.

Hasta ahora, el dramaturgo había preferido no dirigir una película, pero después de frecuentes viajes a París para supervisar la producción de sus obras teatrales, decidió que había llegado el momento de transformar la obra "My Old Lady" en un largometraje.

El rodaje de MI CASA EN PARIS tuvo lugar en París durante 24 días del otoño de 2013. Los productores son Rachael Horovitz, cuyos éxitos más recientes son el telefilm "Grey Gardens", con Drew Barrymore y Jessica Lange, ganador de un Emmy y de un Globo de Oro, y la película Moneyball: Rompiendo las reglas, nominada a un Oscar®, con Brad Pitt y Jonah Hill, y Gary Foster, cuyo extenso currículo incluye la exitosa Algo para recordar. Ninguno de los dos quiso perderse la oportunidad de trabajar en el debut como realizador de Israel Horovitz. "Acaba de cumplir 75 años, pero Israel tiene la energía y la capacidad de un hombre de 35 años", dice Gary Foster. "He trabajado con directores más jóvenes por los que me he preocupado mucho más. Dirige la historia de una mujer mayor y de un cincuentón, un tema al que puede aportar su propia experiencia vital".

Rachael Horovitz reconoce que el reparto fue una de las razones por la que quiso producir la película, pero también porque era la ocasión de trabajar con su padre, al que describe como "el director más preparado con el que he trabajado hasta ahora". También alaba su profesionalidad, sentido del humor y paciencia, a pesar de la presión. "La película es humana y sincera gracias a eso". Y añade: "Trabajar con alguien de la familia siempre es un placer porque la comunicación es mucho más sencilla y rápida".

Barry Foster admira a Israel Horovitz por su humanismo y su profunda comprensión de la naturaleza y los conflictos humanos: "En el fondo, esta película gira en torno a la familia y a cómo nos enfrentamos a las dificultades que surgen en el camino. Todos tenemos secretos. MI CASA EN PARIS muestra que las personas con secretos acaban revelándose emocionalmente para buscar la verdad. Israel es capaz de plasmar esto en la pantalla de forma orgánica, con enorme sinceridad. Gran parte de la película depende del trabajo de los actores en escenas muy dialogadas en habitaciones no muy grandes con poca acción y ningún efecto. Hay que creerse a los personajes. Israel tiene un don especial para que el espectador se convierta en un observador invisible, como la mosca en la pared, mientras otros revelan los secretos de la familia. No le asusta el sentimentalismo ni las emociones, lo que me parece muy valioso por su parte".


La prensa ha dicho
DAILY EXPRESS ****
El dramaturgo Israel Horowitz es el estímulo perfecto para todos los que empiezan tarde. Acaba de dirigir su ópera prima a la tierna edad de 75 años, y la película es una joya. Puede que, para algunos, Mi casa en Paris sea un paquete demasiado bien envuelto, algo sentimental, pero créanme, disfrutarán viéndola.

THE GUARDIAN ***
Un drama emocional y reflexivo del veterano dramaturgo Israel Horowitz adaptado para el cine a partir de una de sus obras.

THE INDEPENDENT **
Diálogos vivaces, alegres y divertidos.

SUN ***
Una divertida trama para una película acerca del autodescubrimiento.

SCREEN INTERNATIONAL
Un divertido laberinto de secretos y fantasmas familiares... De lo más cautivadora.

THE TIMES
Los diálogos de Horowitz son soberbios, mordaces. Es capaz de abrir a los actores mediante un increíble truco de prestidigitación para mostrarnos sus cicatrices.

THE HOLLYWOOD REPORTER
Una agradable obra de teatro se convierte en una sorprendente ópera prima tardía.

LE NOUVEL OBSERVATEUR *****
Una comedia refinada acerca del tiempo y de los secretos familiares sostenida por una excelente interpretación.

LE PARISIEN ****
Gracias a la sutil interpretación de Kevin Kline ante la arisca Maggie Snmith y la abrupta, aunque conmovedora, Kristin Scott Thomas en el papel de su hija, esta comedia dramática con toques de romanticismo posee un encanto obsoleto de lo más agradable.

STUDIO CINÉ LIVE ****
El realizador juega hábilmente con los sentimientos agridulces para pasar de la risa a las lágrimas sin caer en lo obvio.

PREMIÈRE ***
A medida que descubrimos los diálogos de Maggie Smith, la película teje una bonita historia con un epílogo realmente conmovedor. Lo mejor: Kevin Kline, dividido entre la farsa y la gravedad.

TÉLÉRAMA ***
Para equilibrar el delicado balance entre Ernst Lubitsch y Edward Albee, entre Una mujer para dos y ¿Quién teme a Virginia Woolf? hacen falta actores de primera. Por suerte para el "joven" cineasta, los encontró.