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  Mil noches, una boda  (Party girl)
  Dirigida por Marie Amachoukeli-Barsacq, Claire Burger, Samuel Theis
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Party Girl es el retrato de una mujer libre que ha elegido vivir su vida al margen de la sociedad convencional.

Cámara de Oro a la Mejor Opera Prima "Un certain regard" Festival de Cine de Cannes 2014

"Un fascinante y potente entramado de realidad y ficción" - Screen Daily


Entrevista a los directores

P: ¿Qué os llevó a abordar a este personaje y todo su séquito?

R: La película es un retrato de Angélique. Es la madre de Samuel y la película nos habla de su familia real. Todos los miembros se interpretan a sí mismos, pero, por otro lado, hemos buscado a actores no profesionales para el resto de los personajes que los rodean.


P: ¿Cómo fue que os metisteis los tres en este proyecto?

R: Nuestra relación no es meramente profesional sino que nuestra estrecha relación nos permitió meternos en un proyecto como co-directores. Somos muy buenos amigos y nos conocemos desde hace mucho tiempo. Hacer una película como esta, juntos, requería de un cierto grado de confianza. Hemos aunado fuerzas. Marie y Clarie ya habían hecho juntas varios cortos, incluyendo CŽest gratuit pour les filles (César 2010 al mejor cortometraje). Con Samuel ya habíamos co-escrito y co-dirigido algunos mediometrajes como Forbach en 2008, que formó parte de nuestros estudios en la Escuela de Cine FEMIS. De hecho la familia de Samuel ya aparecía en aquella película. Cuando él decidió que quería llevar al cine su historia, los tres comenzamos a trabajar en el proyecto.


P: ¿Qué fue lo que provocó la escritura del guión?

R: Todo empezó con un hecho real: la atípica boda de Angelique hace unos años. A punto de cumplir los 60, su matrimonio puso sobre la mesa algunas preguntas. Era como la conclusión del viaje de una mujer que únicamente había conocido la vida nocturna y que decide sentar la cabeza al terminar el día. Pensamos que esa situación realmente daba para una película.


P: ¿Cómo os movíais de la realidad a la ficción?

R: Comenzamos con el contexto autobiográfico: los hijos de Angélique, su vida en el cabaret, su hija Cinthia y el hogar de acogida, etc. Después teníamos que ficcionar los acontecimientos y organizarlos para que tuvieran una estructura cinematográfica. Decidimos que la boda sería el hilo conductor de todos los elementos de la película. Al empezar por estos elementos reales, teníamos que dar al personaje de Angelique una trayectoria atractiva y después hacer nuestras escenas y situaciones a la vez que nos manteníamos fieles a lo que los personajes sentían de verdad. Fue difícil encontrar el equilibrio. Era como caminar por una cuerda floja entre la ficción y la realidad. Los tres éramos responsables de conseguir este delicado equilibrio, ya que la ficción siempre requiere de actos potentes mientras que la realidad nos obliga a ser mucho más cuidadosos.


P: Angélique es un personaje muy potente…

R: Por supuesto. Ella es poco convencional y se sale de cualquier referencia establecida. Con sus hijos, por ejemplo, no es solamente una madre, también es la anfitriona del bar o la seductora. Angélique va de un lado para otro con todo lo que le concierne en cada una de las secuencias. Por este motivo su personaje es tan variable. A la misma vez, tenemos que abordar este aspecto de su personalidad de tal forma que todo el mundo pueda relacionarse con ella. Hablando a grandes rasgos, teníamos que crear personajes cinematográficos de tal manera que los espectadores se pudieran identificar con una situación o con un protagonista. Tenía que dejar algunas cosas tal cual y otras estilizarlas. En nuestro retrato de Angélique empezamos con lo que ella verdaderamente es. Muchas cosas son suyas propias, como las joyas, así que hubo elementos que no tuvimos que preparar. Nos gusta su exuberancia, aunque a menudo debía ser un poco más contenida. Teníamos que crear un personaje real partiendo de ella, sin traicionarla. A través de ella queríamos cuestionarnos temas como el amor, la familia o la libertad. ¿Angélique es libre o está siendo egoísta?¿Es espontánea o desconsiderada?¿Generosa o irresponsable?.


P: La película nos abre puertas hacia horizontes fantásticos y nos dirige hacia el romance…

R: Al dibujar el retrato de Angélique podíamos haber hecho un documental pero verdaderamente deseábamos inclinarnos hacia la ficción. Su viaje nos inspiraba y alimentaba nuestra imaginación. Queríamos contar una historia. La realidad y las vidas de la gente corriente están llenas de fantasía. Así que es como la vida de Angélique. Es fascinante ir en busca del romance cuando hay un secreto escondido. Nuestro trabajo consistía en encontrarlo y mostrarlo. A la misma vez la realidad era nuestra guía y por ello queríamos alimentar y apoyar la ficción siempre que fuera posible. Creamos las condiciones para que la realidad apareciera en el guión, en el rodaje y en el montaje.


P: ¿Os sentisteis como exploradores en Lorraine, una zona un poco olvidada por el cine?

R: Claire y Samuel nacieron y se criaron en Lorraine, así que tienen una conexión muy íntima con el tema, la región, la gente y el dialecto local. Marie tiene una perspectiva más fresca sobre la localización. Su perspectiva era muy buena. A través del retrato de Angélique y de su historia íntima, también contábamos la historia de toda una región y una clase social. Hablando de ella podemos mostrar cómo es la vida de una camarera de bar como ella y las consecuencias que esto puede traer a la familia. También podemos hablar de los hombres de la zona, antiguos mineros ¿a que se dedican estos hombres?¿quiénes son?¿qué tienen que contarnos?. Queríamos que el cine llegara a Lorraine, que llegara a esta familia, a estas camareras y a los lugares que raras veces llega. Después tendríamos que ampliar el campo de acción, incorporar e incluso provocar los elementos de ficción, novelísticos y cinematográficos. Esto era toda una apuesta para nosotros, emocionante a la vez que un reto. Creamos un equipo muy versátil para acompañarnos en esta aventura. Con esto quiero decir que queríamos hacer una película totalmente diferente, fuera del sistema de producción propiamente establecido pero con la intención de llegar a un público lo más amplio posible.


P: ¿Qué método utilizasteis para dirigiros a los actores?¿Fue básicamente improvisación?

R: Los actores conocían la historia pero no les dimos un texto que tuvieran que aprenderse. Simplemente se presentaban en el set de rodaje y les explicábamos las secuencias antes de rodarlas. Empezamos por las escenas que teníamos escritas sobre la historia de Angélique de tal manera que pudieran improvisar y nosotros pudiéramos capturar momentos auténticos de su vida real. Les dábamos el contexto, la situación, el conflicto y ellos tenían que interpretarlo. Les dejábamos actuar y después lo íbamos ajustando. Este es el motivo por el que el guión era crucial, porque teníamos que estar muy bien preparados. Teníamos que ser capaces de depender de él y poder acudir a él regularmente para no perdernos en las proposiciones de los actores. Trabajamos de tal forma que los tres estuviéramos siempre de acuerdo. Los tres teníamos monitores. Los tres tomábamos las decisiones conjuntamente, en cada punto del rodaje, lo cual podía ser un tanto difícil para nuestros colaboradores ya que consultarnos a los tres les llevaba su tiempo. Con respecto a los actores también los dirigíamos conjuntamente. En el set, primero trabajábamos la escena que habíamos escrito y después los actores les ponían sus propias palabras. Pero no había una receta definitiva. Cada uno era diferente. Algunos necesitaban acudir a los diálogos que nosotros previamente habíamos escrito. Pero el texto era demasiado restrictivo para otros y lo único que hacía era perjudicarles por lo que era mejor entregarse a las intenciones de sus personajes. Aquellos que interpretaban su propia historia basaban su trabajo en su propia experiencia y en el conocimiento de las situaciones. Pero estábamos siempre atentos a cualquier dato distintivo, incluso aunque a veces fuera un tanto emocionante. Teníamos que verlos en movimiento y abrirnos a lo inesperado ya que no son actores profesionales y necesitaban sentirse seguros y libres y olvidarse completamente de la cámara. Mirándolo de esta forma, el equipo tenía que adaptarse a ellos y no al contrario. Adaptamos el entorno a la situación pero sin ser una mera grabación en video. Los actores interpretaban la misma secuencia varias veces hasta que conseguíamos lo que queríamos. A veces nos dejábamos sorprender al descubrir una localización o incluso oir un intercambio espontaneo entre los actores. De esa forma nos daba pie a nuevas escenas. La idea nunca era restringir la realidad, sino que estuviéramos abiertos a lo que tenía que ofrecernos a nuestro alrededor.


P: ¿Cómo aceptó Angélique a su personaje, un personaje basado en su vida real pero reescrito para el cine?

R: Angélique era lo suficientemente valiente para enfrentarse a su personaje. Desde el proceso de escritura, no quería tapar los a veces un tanto complejos temas que se tocaban en la película: su vida poco convencional, la relación con sus hijos, con los hombres. Ha llevado una vida nocturna en clubes, en fiestas, consumiendo alcohol. Pero también hay un punto misterioso en todo esto. Nosotros intentamos capturar algo de este misterio con ella misma y ella estuvo de acuerdo en abrirse y darnos total acceso a su yo interior y privado.


P: ¿Os sentís cercanos al cinéma vérité?

R: Somos conscientes que nuestra cinematografía no es innovadora. No hemos sido los primeros en trabajar la realidad con actores no profesionales. Pero nuestro trabajo no se ajusta de una forma teórica dentro de un género cinematográfico que nos haya fascinado y que hayamos querido recrear. Encontramos el cinema vérité o el neorrealismo evocativo interesante e incluso inspirador, pero realmente no pretendemos continuar el género de Cassavetes, Pasolini o Pialat, por nombrar a algunos. Para hacer MIL NOCHES, UNA BODA (PARTY GIRL) Girl, vimos una y otra vez Mamma Roma, A woman under the influence, Wanda… en otras palabras, películas que retrataban a mujeres libres y atípicas.


P: El montaje, especialmente lo que se refiere al tratamiento musical, es tratado de tal manera que la emoción nunca se instala realmente…

R: La historia de Angélique está cargada de emociones aunque no pretendimos nunca caer en sentimentalismos. Nos entusiasman la gente y los lugares que hemos filmado. Pero también estamos seguros que no hemos caído en la fascinación o la complacencia. Nuestra conexión íntima con los actores y la naturaleza personal de la historia que queríamos contar, hacía que fuésemos doblemente cuidadosos en este aspecto. El hecho de ser tres dirigiendo nos ayudaba a estar atentos a esto. Por otro lado, no era necesario recurrir a los efectos cinematográficos que nos revelaran los límites entre los personajes y sus emociones. Por ejemplo, en el proceso de montaje, elegimos no permitir a los espectadores que se sintieran cómodos con las emociones ya que lo que queríamos era que se mantuvieran expectantes a lo que teníamos que ofrecerles. Tenían que continuar sin saber que ocurriría más adelante. Ese era uno de los objetivos. Nos interesaba que los espectadores fueran adivinando cuando les poníamos delante de los personajes y las situaciones. No queríamos empujarles o arrastrarles sino que se sintieran cómodos.


P: En este sentido, MIL NOCHES, UNA BODA (PARTY GIRL) es una película de acción que lleva al público a involucrarse de principio a fin

R: Es también una comedia romántica, un drama social, un retrato, un documental ficcionado ¿verdad? O al menos es lo que nos gustaría que fuera.