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  Calvary  Dirigida por John Michael McDonagh
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Fox Searchlight Pictures, Bord Scannán Na Héireann / The Irish Film Board y BFI presentan, en asociación con Lipsync Productions LLP, una producción de Reprisal Films y Octagon Films, CALVARY, interpretada por Brendan Gleeson, Chris O'Dowd, Kelly Reilly, Aidan Gillen, Dylan Moran, Isaach De Bankolé, M. Emmet Walsh, Marie-Josée Croze, Domhnall Gleeson, David Wilmot, Gary Lydon, Killian Scott, Orla O'Rourke, Owen Sharpe, David McSavage, Mícheál Óg Lane y Mark O'Halloran.

El guión y la dirección de la película están a cargo de John Michael McDonagh (EL IRLANDÉS). Los productores son Chris Clark (JOHNNY ENGLISH), Flora Fernández Marengo (EL IRLANDÉS) y James Flynn ("Los Borgia"); de la producción ejecutiva se encargan Robert Walak (SHAME) y Ronan Flynn ("Foyle's War"), con Elizabeth Eves y Aaron Farrell como coproductores, y con Patrick O'Donoghue en funciones de productor de campo. El equipo de realización incluye al director de fotografía Larry Smith, BSC (SÓLO DIOS PERDONA); a la responsable del reparto Jina Jay (EL GRAN HOTEL BUDAPEST); al diseñador de producción Mark Geraghty ("Vikingos"); al montador Chris Gill (EL EXÓTICO HOTEL MARIGOLD); a la diseñadora de vestuario Eimer Ní Mhaoldomhnaigh (LA MUJER QUE VINO DEL MAR); al compositor Patrick Cassidy (CRIMEN ORGANIZADO) y a la supervisora musical Liz Gallacher (ELYSIUM).


Calvario. Sustantivo. Plural, Calvarios.
1.(a menudo, en minúsculas) una representación escultórica de la Crucifixión, habitualmente levantada al aire libre.
2.(en minúsculas) una experiencia u ocasión de intenso interrogatorio o transformación mental a través de la angustia.


CALVARY, el drama siniestramente cómico de John Michael McDonagh, comienza con una audaz amenaza.

En una pequeña parroquia irlandesa, en mitad de su confesión, un hombre le dice al padre James, el cura del pueblo –que goza de merecida fama de persona de buen corazón–, que debería poner en orden todos sus asuntos ya que el mismo penitente planea asesinarlo el domingo siguiente: así comienza un misterio previo a un asesinato. A lo largo de los siete días siguientes, el sacerdote marcado recorrerá su feligresía –cuyos miembros están devorados por las dudas– desagraviando y reuniéndose con los distintos sospechosos hostiles que parecen estar en todos los rincones de la aldea: desde un cáustico, agnóstico y dogmático doctor, pasando por un especulador financiero corroído por la culpa, que tiene una "propuesta comercial" para el sacerdote, hasta un esposo celoso y un novio infiel que no desea ser juzgado.

A medida que va entrando en contacto con una amplia representación de sus feligreses, cada uno de los cuales puede tener motivos –justificados o no– para querer vengarse de él, un ambiente cada vez más siniestro parece ir cerrándose en torno al padre James. Sin embargo, con el enfrentamiento dominical aproximándose rápidamente, el sacerdote se encuentra no sólo haciendo frente a los desconcertantes límites de la fe moderna y a su propia e inminente mortalidad, sino también dándose cuenta de la fortaleza que halla en la práctica, perdida, de la gracia, el perdón y la humildad.

La película es la segunda que ha escrito y dirigido John Michael McDonagh después de la aplaudida EL IRLANDÉS, y en ella recurre al mismo elenco de consumados actores que cosechó una candidatura al Globo de Oro® para la estrella de CALVARY, Brendan Gleeson.

EL IRLANDÉS era una áspera comedia policiaca, una película de amigos dominada por la tirantez existente entre un corrupto policía irlandés (Gleeson) y un íntegro agente del FBI (Don Cheadle). CALVARY, aun siendo extremadamente ingeniosa, se adentra en un territorio más emocionalmente complejo e indudablemente moral. El resultado es un retrato siniestramente gracioso de un miembro del clero acuciado por los problemas (Gleeson), que, al tiempo que mantiene viva su fe, se ve obligado a enfrentarse a la mezcla volátil de la vida moderna compuesta de deseo y pecado, corrupción y compasión.

Tal y como recuerda Gleeson: "¿Cómo debe ser el sufrir vilipendio por los pecados de los demás, formando parte de una organización a la que uno se ha incorporado aunque con diferentes aspiraciones? Lo que nos intrigaba era la idea de la dificultad que debe entrañar el mantener el sentido de la verdad y de la bondad cuando uno está siendo objeto de difamación. John me dijo: 'Si yo creara el personaje de un buen sacerdote, ¿lo interpretarías tú?' Yo contesté sin dudarlo: 'Sí que lo haría'".

El argumento sigue las líneas de un thriller tradicional, pero más que preguntar "¿quién lo ha hecho?", McDonagh escribió un relato sobre "¿quién va a hacerlo?", en el que nuestro inquisitivo sacerdote intenta aceptar que uno de sus feligreses se sienta atraído hacia las profundidades del crimen, al tiempo que aprende a vivir con las directrices de su vida que permanecen sin resolver, con su ministerio y con su personal búsqueda de comprensión e influencia. El problema es que sólo dispone de siete días para hacerlo.

"El tic-tac del reloj de la trama es, a la vez, una referencia al YO CONFIESO de Hitchcock y a las cinco etapas de la aflicción", comenta McDonagh. (Las etapas de la aflicción, basadas en el modelo de la psiquiatra Elizabeth Kübler-Ross, incluyen la negación, la ira, la negociación, la depresión y la aceptación, cada una de las cuales se manifiesta en medio del misterio criminal del relato).

Y, sin embargo, el estilo de CALVARY queda señaladamente fuera de los límites normales del género del crimen ya que su personaje principal es impulsado muy de veras por la virtud. "Es mucho más difícil escribir para conseguir un buen personaje, porque el impulso narrativo de un thriller proviene habitualmente más de los antihéroes o villanos del relato, por lo que fue un tanto peliagudo", reconoce McDonagh.

Aunque la eternamente cruda belleza y las actuales dificultades económicas de Irlanda podrían tener su eco en los temas del relato, McDonagh siempre concibió CALVARY como un reflejo de lo que está sucediendo en todo el mundo, rebasando los encantos del escenario. "No se trata de una película sobre Irlanda ni sobre sus problemas, sino que gira en torno a los problemas de todos", afirma el guionista-director.

El guión hizo que se incorporaran al grupo los productores de Reprisal Films, Chris Clark y Flora Fernández-Marengo, que también habían producido EL IRLANDÉS. Quedaron enganchados desde las primeras palabras del guión, una espeluznante confesión de horrendos malos tratos durante la infancia, seguida del inmisericorde intento de asesinar a un hombre inocente, que no es otro que el sacerdote.

"Comenzamos con un sacerdote amenazado durante la confesión", explica Clark; "y luego, es la víctima la que tiene que lidiar con sus demonios, deliberando si va a enfrentarse con quien desea asesinarlo y cómo lo va a hacer. Existe, de principio a fin, una creciente sensación de suspense, casi igual a la de una película del Oeste… en la que se vislumbra la proximidad de un momento propio de SÓLO ANTE EL PELIGRO".

A Clark y a Fernández-Marengo también los emocionaba volver a trabajar con McDonagh. "John es un director y guionista lleno de confianza", afirma Fernández-Marengo. "Sabe lo que quiere. Lo planifica de forma tan detallada como minuciosa. Los borradores de sus guiones ya están muy desarrollados. En el caso de CALVARY, teníamos un borrador con el que podíamos proceder inmediatamente a la confección del reparto".

Al ponerse en marcha la producción, James Flynn, de Octagon Films (productor ejecutivo de los éxitos televisivos de gran calidad "Los Borgia" y "Los Tudor"), se incorporó al proyecto. También él fue atraído por el guión. "La película está brillantemente ensamblada", asegura Flynn. "Hay un componente de thriller, pero también un relato muy conmovedor sobre la familia, la edad, la disfunción y el amor. Es un argumento amplio que cubre muchos temas y espectros".

CALVARY enlazó un gran repertorio de hilos literarios, artísticos y cinematográficos para crear un relato profundamente estructurado en el que la comedia macabra se disuelve constantemente en la oscuridad existencial y viceversa. "El humor es anárquico, siniestro e hiriente, al estilo de Buñuel; la puesta en escena se inspira en Andrew Wyeth; la filosofía, en Jean Améry; y el estilo transcendental, en Robert Bresson", observa McDonagh.

Ese remolino de temas y estados de ánimo emergería en un rodaje de 29 días llevado a cabo en la crudamente lírica aldea de pescadores de Easkey, sita en el condado de Sligo (Irlanda). Allí, el recio paisaje, azotado por los elementos, permanece en gran medida sin cambio, aunque es el lugar donde el mundo de un sacerdote como el padre James ha sufrido un cambio sísmico.


Padre e hija
Cuando el padre James recorre su aldea en los siete días rebosantes de experiencias que siguen a la amenaza de muerte del aspirante a asesino, se encuentra con fieles que parecen, al mismo tiempo, censurar su presencia y, sin embargo, anhelar su consejo. Constituyen una mezcla tan extravagante de cínicos maliciosos, nihilistas y hedonistas –una combinación evidentemente moderna de personas deshechas, desapegadas e irreverentemente desilusionadas– que la diversidad del conjunto atrajo a un reparto de actores especialmente consumados, muchos de los cuales dieron en la película giros impredecibles.

"Es un guión para actores, lo que lo convirtió en un regalo. Logramos una asombrosa reacción del conjunto de los intérpretes", recuerda Fernández-Marengo.

Al menos un año antes del inicio de la producción, ya estaba la directora de reparto, Jina Jay, dedicada a reunir el elenco. Aunque John Michael McDonagh tenía una idea previa bastante clara de a quién quería para cada papel, conseguir a las personas adecuadas en el momento indicado representó todo un reto.

Brendan Gleeson, que estaba al lado de McDonagh cuando éste imaginó el relato (en un pub de Galway), ya estaba confirmado. Conocido por sus actuaciones, que van desde GANGS OF NEW YORK de Scorsese, a la aventura de acción TROYA pasando por el thriller cómico ESCONDIDOS EN BRUJAS (dirigido por Martin, el hermano de McDonagh), y EL IRLANDÉS, este papel le llevaría a lugares donde nunca antes había estado, mientras contemplaba todos los perfiles del aparentemente honorable, aunque expuesto a un peligro mortal, padre James.

El humano y sencillo sacerdote de Gleeson era, no hace tanto, un laico casado y con una hija hasta que la crisis resultante del fallecimiento de su esposa provocó un cambio espiritual. Desde entonces, está consagrado a un ideal perdido hacía mucho: mantenerse inquebrantable, decente y comprensivo en un mundo donde cada una de estas virtudes pueden dar la impresión de ser completamente absurdas.

Es una cómica verdad que no se le escapa al padre James. Sus parroquianos dejan meridianamente claro que ponen en duda el meollo de sus ideales metafísicos y la arrogancia de su autoridad, por no hablar de la importancia del sacerdote en sus vidas cotidianas. Con todo, debajo de la inevitable sensación de autoironía y consternación del sacerdote, persiste una corriente de deseo vehemente de que quizá todavía pueda consolar a los enfermos, ayudar a los desesperados y absolver los pecados de su parroquia, que aumentan sin cesar.

El padre James parece ser casi el último miembro de una tribu que se extingue, un hombre que, de modo desafiante, no está en la misma onda de nuestra cínica época, todo lo cual atrajo por completo la atención de Gleeson.

"El relato gira en torno a la noción de bondad", explica el actor. "Vivimos en unos tiempos muy extraños, en los que a la gente le resulta difícil seguir creyendo en héroes. Yo interpreto a muchos antihéroes, lo que es fácil cuando se ha declarado un estado de desilusión. Pero creo que con CALVARY estamos nadando a contracorriente. Actualmente, es algo revolucionario pensar en la bondad como en una aspiración".

El actor se sintió atraído hacia el padre James por ser un hombre que genuinamente cree en ser bueno, pero no con el fin de evitar ser malo de una cierta forma benigna y sosa; el padre James aspira, más bien, a la decencia y a la humildad porque ésa es la opción más intransigente e incluso valerosa cuando uno se ve rodeado por la corrupción y por una merecida desconfianza. Cuanto más examinaba la vida interior del padre James, más le afectaba, pero –al igual que el sacerdote al que encarna– Gleeson asegura que trató de orillar la desesperación.

"A medida que avanzaba la realización de la película, la idea de que este hombre sufriera por los pecados de otros se volvió, de algún modo, muy real para mí", reflexiona Gleeson. "Era como si yo fuera una especie de jeringa que extrajese el nocivo veneno del cinismo que se halla en las personas. Día tras día, escena tras escena, era algo implacable. Se suponía que yo era la buena persona que tenía todas las respuestas. Se espera que el sacerdote sea un faro de esperanza. Pero eso me pareció muy difícil emocionalmente".

Prosigue: "Cuando uno está planificando un personaje sometido a un constante asalto emocional, también tiene uno que ponerse en su lugar. Fue un rodaje muy intenso; breve, pero intenso. Absorber todo ese desprecio, ese odio y ese veneno podía ser algo despiadado… y uno empieza a comprender personalmente la idea del calvario", continúa, refiriéndose al título de la película, basado en el lugar de la Crucifixión; una palabra que ha llegado a significar cualquier experiencia de intensa duda mental o transformación a través de la angustia.

Aunque Gleeson reconoce que las vestiduras católicas han llegado a ser vistas con justificado desprecio a consecuencia de tantos y tan demoledores escándalos, asegura que cuando se las puso, las vio a través de los ojos del padre James. "Cuando uno viste el uniforme sin sentir vergüenza, emprende una odisea muy personal", afirma. "Francamente me sentía el protector de la bondad".

Esa bondad, no obstante, tropieza con obstáculos internos y externos en cada momento, y Gleeson disfrutó examinando los detalles de la relación –más bien escurridiza– entre el padre James y sus desafiantes parroquianos. "El elenco es una parte importante de CALVARY", dice Gleeson. "Todos los actores tienen una naturaleza exuberante y todos ellos aportaron una fenomenal energía. Cada uno se unió a la empresa con el sentido del compromiso y la preparación más extraordinarios que cabía esperar. Es un homenaje a John pero también a ellos mismos. Cada semana alguien se hacía notar dominando el rodaje con su presencia".

Gleeson trabajó de forma especialmente estrecha con Kelly Reilly, que da vida a su hija Fiona, autodescrita como "atribulada", que acaba de salir de un chapucero intento de suicidio que la ha dejado muy viva aunque traumatizada. Su presencia se convierte en una especie de catarsis para el sacerdote, en su doble condición de padre natural y padre espiritual.

"Las escenas escritas por John en las que intervienen el sacerdote y Fiona me rompieron realmente el corazón", asegura Gleeson. "He aquí a un hombre cuya paternidad, en ambos sentidos, está siendo socavada, cuando todo lo que él quiere hacer es amar".

Reilly, una actriz inglesa en alza a la que hemos visto en EL VUELO y SHERLOCK HOLMES, se sintió atraída por la fortaleza, evidente aunque fracturada, de Fiona.

"En Fiona, John creó un personaje maravilloso. La comprendí del todo e inmediatamente", dice Reilly. "Me encanta lo inteligente y creativa que es. Digamos que ella tiene personalidad propia".

En cuanto a la fuerza recurrente que la arrastra a la muerte, Reilly explica que "a decir verdad, no sabemos el porqué. Simplemente aparece perdida en el pueblo y sabemos que ha mantenido relaciones muy turbulentas con hombres. Quizá sea bipolar, alguien muy inteligente pero que no puede dominar su depresión. Tiene muchos problemas a los que necesita hacer frente, y uno de los principales es su relación con su padre".

Reilly observa que aunque Fiona vea un abismo insalvable entre ella y su padre, cuya pasmosa decisión de abandonar la vida familiar y hacerse sacerdote -¡ahí es nada!–, le pareció una especie de traición, todavía existe un amor perdurable entre ellos que la ha ayudado a mantenerse a flote.

"En el transcurso de la película, nos enteramos de que después del fallecimiento de su esposa, el padre de Fiona se ordeno sacerdote, dejó tras de sí su vida anterior, regresó a Irlanda y dejó a Fiona privada de ambos progenitores", explica. "No es que no se mantengan en contacto. Lo hacen. Pero su relación no se encuentra en buen estado. Ahora, aunque ella ignora la amenaza a la que él se enfrenta, se dedica a estudiar –emocional e intelectualmente– los demonios que se alzan entre ellos y a los que es necesario expulsar".


Hace falta una aldea
Del rebaño más bien imperfecto del padre James, casi cualquiera podría estar detrás de una amenaza de muerte ya que, bajo la superficie, la población parece en efervescencia. Un ejemplo perfecto es el carnicero local, Jack, marido maltratado de una mujer incorregiblemente promiscua, que no es una excepción. Chris O'Dowd da un giro dramático con el papel, ya que se dio a conocer internacionalmente en la exitosa comedia LA BODA DE MI MEJOR AMIGA, además de haber sido candidato al Tony® por su interpretación de Lenny en la producción de De ratones y de hombres escenificada en Broadway, dando la réplica a James Franco.

O'Dowd observa que Jack lucha con la maldición de dos complejos: el de invisibilidad y el de inferioridad. "Jack ha estado compartiendo a su mujer con otro hombre y ello le resulta peliagudo. Es el cornudo de la comunidad. Todos le miran por encima del hombro y todos creen que es un tanto digno de lástima. Todos lo pisotean", observa O'Dowd. "Jack es, sin duda alguna, un tipo maltratado".

Al igual que otros habitantes del pueblo, mantiene una relación inestable con ideas tan aparentemente incompatibles con la sociedad actual como la devoción y una fe firme. "Creo que a Jack le cae verdaderamente bien el sacerdote, aunque no le trate forzosamente bien. Jack lucha con su fe y tiene muchas razones para hacerlo", señala O'Dowd. "Ha sido probado y finalmente escupido por el sacramento del matrimonio, que probablemente recibió con toda la buena voluntad del mundo".

En el otro extremo de la escala se encuentra Michael Fitzgerald, un miembro fabulosamente rico de la minoría más acaudalada. Michael no carece de nada, salvo de una pizca de sentido para su vida; vive solo en su enorme y tétrica mansión, sin más compañía que la de sus armas y sus caballos. El cómico irlandés Dylan Moran, que da vida al personaje, dice de él: "Michael Fitzgerald es alguien que tiene un vacío en el núcleo de su vida. Echa a todos de su lado porque es incapaz de ser honrado con nadie, incluido él mismo".

Con todo, Moran advierte que Michael alberga un vestigio de fe, por más que su enfoque de la redención sea del todo monetario. En cuanto a su persecución del precavido padre James, dice: "Creo que ansía desesperadamente hablar abierta y honradamente con alguien, pero le da miedo el coste emocional que ello supondría".

Entretanto, el médico local, el doctor Frank Harte, puede que se dedique a la actividad de salvar vidas pero desdeña alegremente la de salvar almas. Aidan Gillen, más conocido como el intrigante intermediario de poder 'Littlefinger' de la serie de HBO "Juego de tronos", y como el político de Baltimore Tommy Carcetti en "The Wire - Bajo escucha", se hace cargo del papel de este ateo hedonista.

"El doctor Frank Harte es un médico sin mucho corazón", comenta Gillen. "Es francamente insensible. Es una especie de observador frío e imparcial que se sienta a ver cómo la gente va de camino a la tumba. Tiene mucha labia y es realista hasta la médula. Opina que no tiene sentido ponerse nervioso, quedarse paralizado por ningún tipo de histeria. Harte no es nada voluble".

Sin embargo, es un rival filosófico más bien entusiasta del padre James y argumenta su punto de vista con hiriente celo cada vez que se le presenta la ocasión. Gillen imaginó al doctor como una de entre un montón de fuerzas alineadas contra el padre James en el mundo contemporáneo. "No creo que la película transmita la sensación de que esté desarrollándose una caza de brujas contra el sacerdote como persona", explica. "En vez de ello, vemos un gradual cambio de opinión en contra de todo lo que él parece representar".

Mejor dispuesto hacia el padre James está Gerard Ryan, un venerable novelista norteamericano expatriado que vive semirrecluido en una isla de la zona, mientras, aparentemente, está en las últimas y contempla el final de sus días. M. Emmet Walsh, conocido por sus numerosas colaboraciones con los hermanos Coen, interpreta el papel. Dice de su personaje que "no sabemos mucho acerca de por qué Gerard vino a Irlanda, aunque probablemente sea para huir de algo o para estar cerca de algo. Hace amigos entre la gente con bastante facilidad, pero, por naturaleza, se inclina por la soledad. El sacerdote le visita aproximadamente una vez por semana para llevarle suministros y ambos mantienen una relación intelectual. Le tomo el pelo con el catolicismo, pero yo sigo yendo a la iglesia. Una parte de mi personaje no quiere realmente envejecer ni debilitarse. Cuando llegue el momento, Gerard quiere darle fin a todo él mismo".

El mecánico de automóviles Simon Asamoah es otro residente que está en precario desacuerdo con el sacerdote; en especial, cuando el padre James le pregunta cómo trata a su nueva "novia", la esposa del carnicero. El actor ganador del Premio Cesar, Isaach de Bankolé (CASINO ROYALE, MOTHER OF GEORGE y numerosas películas a las órdenes del director Jim Jarmusch), que se sintió intrigado por la forma como Simon podría encajar en un pueblo tan enclaustrado siendo un desconocido y un inmigrante, encarna al personaje.

"Puede que Simon se encuentre en este lugar no por elección sino por necesidad", observa. "Creo que quizá haya tenido que enfrentarse a la violencia en el pasado, motivo que lo trajo a esta aldea y no tiene auténticas ganas de conocer a mucha gente. Es un mecánico de automóviles y se comunica mejor con las máquinas que con los humanos".

A pesar de la postura antiautoritaria de Simon respecto del sacerdote, de Bankolé lo concibe como una persona espiritual. "Creo que Simon es un verdadero católico y que Dios le gusta, pero no la forma como la iglesia se infiltra en las vidas de las personas. El sacerdote se erige en juez y quiere saber lo que ocurre en la vida de todos. Simon es de origen africano y quiere tratar con la gente en condiciones de igualdad. No le gusta que le den órdenes. Él no da órdenes. Cree que la gente debería ser libre para hacer lo que quisiera, pero respetándose mutuamente".

En medio de toda la agitación de su parroquia, el padre James conoce a un alma gemela en la semana posterior a la letal advertencia: Teresa –interpretada por Marie-Josée Croze (conocida por LA ESCAFANDRA Y LA MARIPOSA, de Julian Schnabel, y por el exitoso thriller de Guillaume Canet, NO SE LO DIGAS A NADIE)–, una turista francesa con la que se tropieza cuando está administrando los últimos sacramentos al esposo de ella, que ha sido mortalmente herido en un accidente de automóvil.

El personaje de Croze puede ser la única persona que, aun en medio su propia tragedia, se une al sacerdote en su compromiso visceral con la primacía de la fe. "Teresa y el sacerdote intercambian ideas sobre la muerte, sobre Dios y sobre la vida, y parecen tener una especie de extraña intimidad espiritual", nos cuenta Croze. "Es un personaje interesante. Me gustaría conocer a una mujer que hablase con un sacerdote como ella lo hace; la forma como reacciona a la muerte de su esposo es extremadamente inhabitual. Trata de racionalizar algo que no es racional: la pérdida de un ser querido. Es la única que no quiere escupirle al sacerdote a la cara; que siempre se mantiene a flote".

Si Teresa le da consuelo al padre James, el asesino múltiple local, Freddie Joyce, afortunadamente condenado a cadena perpetua, lo arrastra a los rincones más tenebrosos del daño y la indiferencia humanos. El hijo de Brendan Gleeson, Domhnall Gleeson, que recientemente intervino en HARRY POTTER Y LAS RELIQUIAS DE LA MUERTE, colabora una vez más con su padre, interpretando el que quizá sea su personaje más siniestro.

El joven Gleeson se enfrentó al reto de encarnar a un joven impulsado, más allá de todo lo comprensible, a violar, a asesinar e incluso a cometer canibalismo. "Freddie Joyce hizo algo verdaderamente malo y la investigación previa del papel fue sobrecogedora", reconoce el actor. "Tuve la sensación de que tenía que mantenerme a un nivel distinto al de todos los demás de la película. No me parece que lo que hace pueda explicarse mediante la lógica ni a través de una profunda investigación".

Algo que Domhnall tenía muy claro era el profundísimo impacto de Freddie sobre el padre James en un momento tan tardío. Sobre la única escena que llevó a padre e hijo a un desgarrador límite emotivo, dice: "La función de mi personaje en el guión es la de hundir al sacerdote –que pasa por su momento más bajo– aún más y hacerle dudar de la naturaleza del amor, de Dios y del perdón, y hacerle ver que es posible perdonar", explica Domhnall. "Cuando uno se enfrenta a alguien que es pura maldad, se ve arrastrado a otro círculo del infierno".

Una persona que, decididamente, no está para ninguno de los círculos del infierno es el padre Timothy Leary, coadjutor del padre James, que a menudo está cómicamente al margen de todo y que es un clérigo ordenancista con escaso gusto por la auténtica meditación.

"El padre Leary es ligeramente inepto", confiesa David Wilmot al que recientemente vimos en la adaptación que Joe Wright realizó de ANNA KARENINA. "Es un tipo normal, ligeramente desorientado, que se encuentra en el lugar equivocado. Le gustaría ganarse al sacerdote pero no sabe cómo hacerlo y nunca lo conseguirá. El sacerdote pone el listón muy alto mientras que Timothy es una persona mediocre y no deja de oír que él es toda una decepción. Naturalmente, no es éste un momento realmente bueno para ser sacerdote en Irlanda y él tampoco puede hacer frente a la situación".

Wilmot disfrutó especialmente con su relación con Gleeson y con sus conversaciones en el plató. "La conversación que más me gustó fue la que mantuve con Brendan y en la que me dijo que nuestros personajes son algo parecido a jugadores del Barça y que yo era una vergüenza para el equipo. Él y yo estamos en la misma onda, pero él sabe que yo no estoy dando todo lo que debería", recuerda.

La parroquia también incluye al indignado camarero Brendan Lynch, interpretado por Pat Shortt, que trabajó en EL IRLANDÉS, el cual afirma que "mi personaje detesta muchas de las cosas que están ocurriendo ahora mismo con los bancos y la crisis financiera y, en cierta medida, echa al sacerdote la culpa de ello. '¿Cómo es que la iglesia nunca lo denuncia?' A todos parece disgustarles el cura de una u otra forma. Se ve sometido a un bombardeo constante".

Bombardeado como está, una persona que parece improbable que sea capaz de proteger al sacerdote es el sospechoso policía local, inspector detective Gerry Stanton, encarnado por Gary Lydon, que ya dio vida al mismo personaje en EL IRLANDÉS.

"He tenido el honor de interpretar al mismo personaje en tres de las películas de John", explica Lydon. "Gerry aparecía en [el cortometraje] THE SECOND DEATH como un policía heterodoxo. En EL IRLANDÉS, era corrupto y aceptaba sobornos. En CALVARY, se ha vuelto un cínico en lo que se refiere a cómo funcionan las cosas. Es un rebelde, un gamberro, un inconformista. Hay mucho de eso en Irlanda actualmente. La gente está desilusionada y creo que mi personaje representa ese cinismo".

También tenemos al afable Milo, que suspira por el amor o, al menos, por la oportunidad de acostarse con alguien, y al que encarna Killian Scott, reciente intérprete de la serie de la televisión irlandesa "Love/Hate". "Mientras que Aidan, Chris, Orla e Isaach dan vida a personajes que tienen vetas francamente siniestras, Milo carece de todo ello", observa Scott. "El sacerdote es la única persona con la que puede hablar de sus problemas, que son francamente inhabituales y retadores. Al mismo tiempo, está claro que no es muy reflexivo ni socialmente competente. John describió al personaje como alguien que padeciera del síndrome de Asperger".

La provocadora del pueblo es Veronica, la flagrantemente infiel esposa del carnicero, interpretada por Orla O'Rourke (HARRY BROWN). O'Rourke asegura sentir empatía con el personaje, pese a sus engañosos deseos. "Creo que en realidad es un personaje francamente triste. Está sola y busca amor…pero si no puede hallar amor, servirá cualquier forma de atención", comenta. "Entretanto, el sacerdote está tratando de sacar bondad de la gente. A lo largo de toda la historia, le vemos intentarlo desesperadamente con todos, incluida Veronica".

De completar el importante elenco se encargan Owen Sharpe (EL IRLANDÉS) en el papel de "Leo Vida Alegre", el chapero con un amaneramiento propio del Bronx; David McSavage en el papel del obispo Montgomery, el circunspecto consejero eclesial del padre James (del que McSavage dice que es un "personaje del estilo de Poncio Pilato, que se lava las manos ante la situación"); y Mícheál Óg Lane (EL IRLANDÉS) como el descarado monaguillo y artista de bocetos que es uno de los pocos confidentes del sacerdote.


Rumbo al Oeste (de Irlanda)
Desde el mismo momento en que John Michael McDonagh ideó el argumento de CALVARY, supo que lo ambientaría en Easkey, en la costa occidental de Irlanda, escarpada y azotada por los vientos, que no es una zona frecuentemente filmada, al margen de sus propias películas.

"EL IRLANDÉS nos enseñó algo sobre el trabajo en la costa occidental de Irlanda", explica el productor Chris Clark. "No existe industria cinematográfica en Easkey ni en Sligo. Es posible utilizar la mano de obra y el talento local, y empleamos a algunos actores locales para papeles de extras. Aparte de eso, hay que llevar todo".

A pesar de la logística, el rodaje fue rápido e intenso y empezó por lo más difícil. Lo recuerda McDonagh: "En la primera semana, teníamos un programa de seis días que incluía el enfrentamiento final en la playa. Fue agotador y nos destrozó los nervios, pero una vez conseguido, pudimos seguir adelante con la certeza de que habíamos rodado nuestro final".

El apretado calendario exigió una mayor preparación. Antes del comienzo de la producción, McDonagh dibujó guiones gráficos diarios que fueron incorporados a las hojas de actuación para dar a cada uno una gráfica visión previa de lo que cabía esperar del rodaje del día.

"Fue lo más asombroso que hicimos: los guiones gráficos acompañaban a las hojas de actuación", recuerda Brendan Gleeson. "Podíamos leer las historietas, ver lo que se suponía que habíamos de preparar y estar dispuestos. Tenía todo el sentido".

El productor James Flynn disfrutó con este proceso. "Recuerdo que estaba sentado en el coche camino de la playa y que el conductor me dijo: 'Esa primera toma va a ser verdaderamente interesante'", recuerda Flynn. "Hasta él sabía lo que íbamos a rodar. Fue un toque de atención para todo el equipo. En algunas películas uno se presenta en el plató y espera al director mientras que se da un paseo, pensando sobre la organización de la escena, mientras que cuando se sabe por adelantado lo que se va a hacer, es posible planificar con antelación".

Las estimulantes imágenes de gran formato de la película fueron logradas digitalmente por el director de fotografía Larry Smith, que también trabajó con McDonagh en EL IRLANDÉS, fotografió EYES WIDE SHUT, de Stanley Kubrick, y recientemente hizo lo propio con SÓLO DIOS PERDONA, de Nicolas Refn.

"Rodar en digital redujo el presupuesto hasta el extremo de que pudimos usar una segunda cámara", apunta McDonagh. "Evidentemente, eso nos ayudó con la intensidad de las interpretaciones, pero también a la hora de lograr las dos grandes escenas de rigor de la película: el incendio de la iglesia y el enfrentamiento en la playa. Nunca habríamos podido completar el programa sin la segunda cámara".

Aunque Smith tenía mucho con lo que trabajar en el accidentado paisaje lleno de doradas dunas, y la casi mística belleza de la gigantesca colina en forma de mesa y recubierta de hierba conocida como Knocknarea, afirma que el viento que ayudó a esculpir esos rasgos contribuyó a crear constantes contrariedades en la producción.

"Es muy difícil montar las cámaras con viento fuerte. Tuvimos viento huracanado cada vez que rodamos en el exterior. Tuvimos que conseguir cortavientos, que son grandes paneles sostenidos con andamios. Es mucho equipo para traerlo a estas playas aisladas", explica Smith.

Para el enfrentamiento en la playa, momento supremo de la película, McDonagh y Smith emplearon cámara lenta para evitar todo sensacionalismo en lo que ocurre entre el sacerdote y su archienemigo, aunque haciéndolo más grandioso, y para destacar las fuertes emociones y la básica humanidad del momento.

El trabajo del diseñador de producción Mark Geraghty (TODO ESTÁ ILUMINADO, TRISTÁN + ISOLDA), que se unió a la producción de la mano de James Flynn, también contribuyó a la creación del ambiente de CALVARY. "La primera vez que me encontré con Mark fue en LA VENGANZA DEL CONDE DE MONTECRISTO. Contribuyó mucho a traer la película a Irlanda gracias a su absoluta habilidad de conceptualizar y presentar", dice Flynn.

Geraghty, que construyó escenarios clave incluidos el hospital del pueblo, la prisión y el aeropuerto, asegura que su mayor reto fue crear la iglesia del sacerdote, que tenía que ser a la vez creíble e inflamable.

"Rodamos los interiores en un viejo granero de madera, que convertimos en el interior de una iglesia construida con el mismo material. Como es fácil imaginar, no hay muchas iglesias de madera en este lado de Europa", observa el diseñador. "Construimos el exterior en un lugar fabuloso del norte del condado de Dublín que daba al mar. Construimos dos costados y medio tejado y quedó muy bien".

Más tarde, los realizadores emplearon trucos de la vieja escuela para quemar el edificio hasta sus cimientos; para conseguir el incendio provocado que demuestra al sacerdote que su enemigo va completamente en serio. Un equipo de efectos especiales dispuso barras incendiarias mientras que aplicó a la madera un retardador de fuego para que ésta ardiese de forma dramáticamente lenta.

"La escena del incendio de la iglesia exigió dos noches de rodaje muy intensas, porque si no lo hacíamos bien, no había vuelta atrás; la iglesia quedó achicharrada", dice McDonagh. "La segunda noche, teníamos cuatro cámaras en funcionamiento, algo que resultó logísticamente peliagudo, pero que dio un excelente resultado".

La diseñadora de vestuario Eimer Ní Mhaoldomhnaigh (REGRESO A BRIDESHEAD, EL IRLANDÉS) añadió los toques finales a los personajes de CALVARY. Para Brendan Gleeson utilizaron una sotana de viejo estilo con botones, que, aunque rara vez se utiliza, recuerda a los sacerdotes que vemos en los clásicos Spaghetti Westerns.

"Queríamos una imagen emblemática", afirma McDonagh. "La imagen es un tanto arcaica y representa aproximadamente a una iglesia que ya no existe".

Ní Mhaoldomhnaigh observa que todos los personajes de alrededor tienen una especie de cualidad acentuada ex profeso que no sólo incrementa el misterio de quién planea matar al sacerdote, sino también el misterio más sutil de todo lo que está poniendo cabeza abajo las almas de tantos en este pueblo aparentemente normal.

"Algunos de los personajes son hiperreales, pero la clave consistía en cerciorarse de que cada uno encajara en el relato y de que todos pareciesen una banda de locos", resume. "Éstas son personas que tienen sus idiosincrasias, lo que es de gran importancia para el conjunto del relato. Se supone que el espectador debe pensar: 'Hay algo que no está del todo bien en toda esta gente'" .