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Destacado: Julianne Moore y Tilda Swinton en 'La habitación de al lado' de Pedro Almodóvar
  La conspiración del silencio  (Im labyrinth des schweigens)
  Dirigida por Giulio Ricciarelli
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Frankfurt, 1958: nadie quiere mirar atrás, al régimen nacionalsocialista. El joven fiscal Johann Radmann encuentra unos documentos que le permiten poner en marcha un proceso judicial contra algunos miembros de las SS que sirvieron en Auschwitz. Pero los horrores del pasado y la hostilidad hacia su trabajo lo llevan cerca del colapso, pues le resulta casi imposible abrirse paso a través de un laberinto en el que todo el mundo parece estar implicado o ser culpable.


Sinopsis media
Alemania, 1958, en plena reconstrucción y milagro económico. Johann Radmann (Alexander Fehling) acaba de ser nombrado fiscal, y, como todos los principiantes, tiene que contentarse con encargarse de aburridas infracciones de tráfico. Cuando el periodista Thomas Gnielka (André Szymanski) monta un escándalo en los juzgados, aguza el oído: un amigo de Gnielka ha identificado a un profesor como un antiguo guardián de Auschwitz, pero nadie está interesado en llevarlo a juicio. Contra la voluntad de su inmediato superior, Radmann empieza a estudiar el caso, y acaba inmerso en una red de represión y negación, pero también de idealización. En aquellos años, "Auschwitz" era una palabra que algunos nunca habían oído, y que otros querían olvidar lo antes posible. Sólo el fiscal general Fritz Bauer (Gert Voss) anima la curiosidad de Radmann, ya que él también lleva mucho tiempo queriendo llamar la atención pública sobre los crímenes cometidos en Auschwitz, pero no dispone de los medios legales para perseguirlos. Cuando Johann Radmann y Thomas Gnielka encuentran unos documentos que los conducen hasta los autores de esos crímenes, Bauer se da cuenta enseguida de lo explosivos que son y encomienda oficialmente a Radmann la misión de seguir con las investigaciones. El joven fiscal se dedica con todo su empeño a su nueva tarea, y está decidido a descubrir lo que pasó realmente. Pregunta a testigos, rebusca entre los documentos, consigue pruebas y se deja arrastrar hasta el punto en que se vuelve ciego ante cualquier otra cosa que no sea el caso, incluida Marlene Wondrak (Friederike Becht), de quien se ha enamorado sin remedio. Radmann traspasa límites, se pelea con amigos, colegas y aliados, y se enreda cada vez más y más en un laberinto de mentiras y culpa en su búsqueda de la verdad. Pero lo que acaba sacando a la luz cambiará al país para siempre...


Sinopsis larga
Frankfurt, 1958: el joven fiscal Johann Radmann (Alexander Fehling) está al principio de su carrera y, como a todos los novatos, le mandan dedicarse a las infracciones de tráfico. Radmann es un jurista ambicioso e idealista que sigue la ley de manera estricta, y ni siquiera hace la vista gorda con la encantadora infractora de tráfico Marlene Wondrak (Friederike Becht). Aun así, le presta 20 marcos de su propio bolsillo para que pueda pagar la multa. Indignada, ella lo llama "puntilloso". Respecto a él... ¡está loco por sus huesos!

Cuando el periodista Thomas Gnielka (André Szymanski) arma un escándalo en la Fiscalía, Johann Radmann aguza el oído y se entera de que por casualidad, Simon Kirsch (Johannes Krisch), amigo de Gnielka, un artista y antiguo preso de Auschwitz, ha reconocido al profesor de secundaria Alois Schulz como uno de sus torturadores en el campo de concentración, pero en ninguna comisaría de policía le quieren aceptar la denuncia. La Fiscalía también se niega a investigar el caso, y el fiscal Walter Friedberg (Robert Hunger-Bühler) echa a Gnielka y a Kirsch de muy malas maneras. Pero Johann desoye las órdenes de sus superiores e, intrigado, decide investigar el caso por su cuenta.

La investigación de Johann en el internado y en el Centro de Documentación del ejército estadounidense demuestra que, efectivamente, Schulz sirvió como miembro de las SS en Auschwitz, y que ésa es la razón por la que no le permitieron trabajar en un colegio estatal. Cuando Johann informa sobre este hecho en la reunión semanal de los fiscales, Friedberg le promete, de mala gana, pasar el caso al Ministerio de Cultura. Durante un encuentro casual con Gnielka en los juzgados, Johann le informa, orgulloso, de que se ha encargado del asunto. Pero Gnielka duda de que lleguen a suspender realmente a Schulz de sus funciones. Además, se da cuenta de que Johann (al igual que la mayoría de la gente de su generación) no tiene ni idea de lo que fue realmente Auschwitz, lo que él considera "una vergüenza".

Para poner remedio a su desconocimiento, Johann intenta descubrir más cosas sobre Auschwitz, un objetivo que se acaba convirtiendo en algo de todo menos fácil, ya que en la biblioteca le informan de que el único libro disponible sobre el tema tendrían que pedirlo, lo que supondría un espera de al menos dos meses.

Tras colarse en el instituto donde trabaja Schulz, Johann descubre que las dudas de Gnielka son más que justificadas: Schulz sigue dando clase sin ningún impedimento. Mientras tanto, Gnielka ha pasado a la acción: tras robar el archivo sobre Schulz del despacho de Johann, decide publicar un incendiario artículo sobre el "atroz escándalo" en el diario Frankfurter Rundschau. Como consecuencia de esto, Johann es emplazado a comparecer en la oficina del fiscal general hessiano Fritz Bauer (Gert Voss). Aunque él le garantiza al superior que no ha proporcionado al periodista ningún documento sobre asuntos internos, Bauer le dice algo que le desmoraliza: le deja claro que el funcionariado alemán está lleno de simpatizantes y agentes del régimen nazi, y que además no tienen motivo para preocuparse, ya que sus delitos prescribieron. Todos, excepto el asesinato. Pero sin unas pruebas claras de asesinato, no se puede juzgar a ningún antiguo criminal de guerra ni pedirle responsabilidades.

Gnielka se disculpa ante Johann por haber robado los documentos y le invita a una fiesta en su piso. Allí, Johann se reencuentra por sorpresa con Marlene Wondrak, y la chispa salta enseguida entre los dos. Esta vez, ninguna infracción de tráfico evitará que se acerquen más. Además, entre los invitados a la fiesta se encuentra Simon Kirsch, que bebe más de la cuenta y entre Johann y Gnielka tienen que llevarlo a casa de madrugada. Ambos quieren ayudarlo con su demanda de una compensación económica, y se ponen a rebuscar entre sus papeles personales. Entonces descubren, por casualidad, una lista oficial de nombres de agentes de las SS que sirvieron en Auschwitz. Inmediatamente, deciden poner la lista en conocimiento de Fritz Bauer, que se da cuenta de lo explosivo que puede llegar a ser el documento en cuestión: los nombres de los agentes de Auschwitz, lo que siempre les había hecho falta para poder emprender acciones legales contra los posibles responsables de las atrocidades. Sin perder tiempo, Bauer deja en manos de Johann las investigaciones posteriores, no sin antes advertirle: "Esto es un laberinto. ¡No vayas a perderte en él!".

Johann se dedica en cuerpo y alma a su nueva tarea, se zambulle entre montones interminables de documentos y empieza a buscar específicamente nombres de víctimas y de testigos. Con la ayuda de Hermann Langbein (Lukas Miko), secretario general del Comité Internacional de Auschwitz, finalmente consigue interrogar a los primeros testigos. Destrozado por un conmovedor testimonio, Johann empieza a imaginarse la envergadura de los actos que se cometieron en Auschwitz. Y empieza a tener claro que tiene un largo camino por delante si quiere cumplir con su misión de una manera responsable y llevar a los culpables ante la justicia.

El Centro de Documentación del ejército estadounidense tiene archivos sobre 600.000 personas. 8.000 de ellas trabajaron en Auschwitz, y están consideradas como sospechosas. Sin embargo, Johann no deja de encontrar obstáculos: la policía se niega a actuar, y las demás autoridades le dan largas. Al no ver otra posibilidad, Johann pide que le envíen todas las guías telefónicas de Alemania para encontrar la dirección de los nombres que ha descubierto hasta el momento.

Al menos, consigue convencer a Fritz Bauer de que asigne a su colega Otto Haller (Johann von Bülow) a su equipo de investigación. Aparte de Haller y del "alma buena" de la Fiscalía, Erika Schmitt (Hansi Jochmann), no puede esperar la colaboración de nadie más, ya que el fiscal Friedberg se niega a darle ningún otro apoyo. Considera que el caso está perdido, porque es imposible demostrar que los sospechosos tuvieran la intención de matar. "¡Ninguno tuvimos otra opción!", dice. Es más, considera reprensible el hecho de abrir viejas heridas: "¿Quieres que todos los jóvenes de este país se pregunten si su padre fue un asesino?". Ése es precisamente el objetivo de Johann Radmann.

Johann se ha enamorado perdidamente de Marlene Wondrak, pero su vida privada se resiente cada vez más de su carga de trabajo. Y, a medida que (muy a pesar de Marlene) Johann escarba cada vez más en el pasado, ella cumple su sueño en el momento presente: monta su propia tienda de moda como parte de la euforia del "milagro económico". Aunque Johann acude a la fiesta de apertura de la tienda, su mente está en otra parte.

El trabajo de Johann cobra una nueva dimensión cuando descubre por Simon Kirsch que sus hijas gemelas fueron examinadas en Auschwitz por el médico del campo de prisioneros, Josef Mengele, que realizó atroces experimentos con los prisioneros. A partir de ese momento, Mengele se convierte en el principal objetivo de sus investigaciones. Johann sabe que Mengele viaja a Alemania con frecuencia, y lo busca en el funeral de su padre, en Günzburg. Johann solicita también la colaboración del servicio de inteligencia alemán, el BND, pero sin éxito; no se puede capturar a Mengele. Bauer informa a Johann de que Mengele tiene amigos muy poderosos en Alemania, y le pide expresamente que se centre en otros casos y que le deje el médico a él. Al mismo tiempo, otro sospechoso consigue escapar, ya que la fijación de Johann por Mengele hace que no presente a tiempo la orden judicial contra dicho sospechoso. Bauer vuelve a intentar explicar a Johann que lo importante no es cuántos oficiales nazis acaben en prisión, sino demostrar qué crímenes en general cometieron los "alemanes normales y corrientes" durante el Tercer Reich.

La madre de Johann le informa de que su padre, a quien él admira y que aún no ha vuelto a casa tras su detención como prisionero de guerra, fue también miembro del partido nazi. El mundo de Johann se viene abajo cuando descubre que esto es cierto en los archivos del Centro de Documentación estadounidense. Angustiado por las pesadillas, se refugia en la bebida, se pelea con Marlene y Gnielka, así como con Fritz Bauer, y se enreda cada vez más en un laberinto de culpa y mentiras en busca de la verdad. Entonces, decide abandonar su trabajo como fiscal a cambio de una lucrativa oferta de un bufete de abogados en expansión. Johann siempre ha querido luchar en el lado del bien. Ahora ya ni siquiera sabe lo que es el bien... El resultado final de todo el proceso judicial se ve amenazado. Y sin embargo, lo que Johann saca a la luz finalmente cambiará Alemania para siempre.