Narra la epopeya que viven tres niños y una niña de diferentes y remotos lugares del planeta para llegar a la escuela.
Jackson (11 años, Kenia), Carlitos (11 años, Argentina), Zahira (12 años, Marruecos) y Samuel (13 años, India), son cuatro jóvenes procedentes de diferentes puntos del mundo que, a pesar de sus diferencias, comparten la misma avidez por aprender. Sus historias conmueven por los desafíos tan diferentes que deben sortear para acceder a la educación: la distancia, la discapacidad y la discriminación.
Así, Jackson recorre cada mañana con su hermana Salomé (6 años) los 15 km que le separan de su escuela. Nada más y nada menos que dos horas de carrera, a través de tierras peligrosas rodeadas de elefantes y otros animales salvajes.
Por su parte, desde los 6 años, Carlitos va a la escuela a caballo cada día, atravesando las planicies y montañas de la Patagonia en un recorrido de 18 km que le lleva, con su hermana menor Micaela, desde su hogar en los Andes al colegio.
Luchando contra las voces que no ven apropiado en Marruecos que las niñas vayan a la escuela, todos los domingos Zahira recorre más de 22 km para llegar desde su pueblo situado en el Atlas a la escuela-internado, donde reside hasta el viernes junto con sus dos amigas Zineb y Noura.
Por último, 'Camino a la escuela' nos traslada a la India, al golfo de Bengala para narrar la historia de Samuel, en silla de ruedas, y la de sus dos hermanos menores que deben empujar de él durante 4 km para que éste pueda asistir a clase.
Los protagonistas
Jackson (11 años, Kenia)
Jackson pertenece a la tribu keniana de los Sumburu. A la edad de 11 años, ya gestiona los ingresos de la familia y, en ocasiones, las relaciones con los vecinos, de suma importancia y no siempre es tarea fácil.
Cada día, Jackson arriesga su vida para llegar a la escuela, a 15 km de distancia de su casa, acompañado por su hermana Salomé de 6 años de la que se hace cargo. Durante la estación seca, es frecuente que se vayan de casa a la escuela con el estómago vacío.
Las tierras en las que viven y por las que se mueven son peligrosas, debido a las bandas armadas que atacan las aldeas y a la presencia de animales salvajes, como los elefantes, muy agresivos con quienes se cruzan en su camino.
En el camino a la escuela, Jackson guía la marcha y establece un ritmo rápido. Como buen hermano, cuando Salomé se cansa o se asusta, él sostiene su mano, la tranquiliza, le cuenta historias o canta para ella. Mantienen una relación muy íntima y Jackson siempre está a su lado para ayudarla si tiene un problema, incluido en la escuela.
A pesar de las difíciles circunstancias familiares, la resolución de Jackson para ir a la escuela es inquebrantable. Gracias a sus buenas notas, se beneficia de una beca de estudios que le permite comprarse lápices y el uniforme escolar, su posesión más preciada, que cada día lava a conciencia. Sólo porque sea el más pobre, no significa que deba ir sucio a la escuela, afirma Jackson.
Jackson quiere que Salome estudie y siga sus pasos para que también sea capaz de cuidar de sí misma y elegir su propio futuro.
Antes del documental, Jackson nunca había visto una película ni una televisión. No sabía tampoco como se construía una imagen en movimiento. Ahora, a pesar de que tampoco nunca ha visto un avión, sueña con ser piloto y descubrir el mundo.
Carlitos (11 años, Argentina)
Carlitos proviene de una familia de pastores, instalados en un rincón remoto de los Andes en una de las regiones más inhóspitas de la Patagonia. Carlitos vive con su padre Gilberto, su madre Nélida y su hermana menor Micaela de manera sencilla, modesta y feliz.
Desde los 6 años, todos los días Carlitos monta a caballo durante más de 18 km para llegar a la escuela, cruzando montañas y grandes llanuras, sin importar el tiempo que haga.
Su caballo, Chiverito, es mucho más que un modo de transporte y, dadas las condiciones climáticas y geográficas de la región, se ha forjado una complicidad única y absoluta entre ellos.
Este año por primera vez, viaja con su hermana menor, de seis años, con quien comparte la montura y la hora y media de trayecto.
A Carlitos le encanta la escuela, quiere quedarse en su región natal, cerca de sus seres queridos, y convertirse en un veterinario útil a la comunidad.
Zahira (12 años, Marruecos)
Zahira es una joven bereber que vive en una remota aldea del valle de Imlil, en el corazón de las montañas del Atlas (Marruecos). En esta región, la temperatura desciende a -20 grados en invierno y nieva durante meses.
En las aldeas del lugar, la educación escolar de las niñas no es una de las prioridades de sus habitantes. Desafortunadamente, hoy en día la mayoría de los padres no quieren que sus hijas vayan a la escuela. No es el caso de Zahira, que cuenta con el apoyo de su familia y será, de hecho, la primera generación de ésta que vaya a la escuela.
Todos los domingos, Zahira se despierta al alba y se prepara para un trayecto de 4 horas para llegar a la escuela-internado de Asni, a 22 km de su casa, donde reside hasta el viernes. Para ello, debe subir picos y cruzar valles, a menudo en condiciones extremas. Tras realizar una parte del trayecto sola, Zahira se reúne con sus dos amigas Zineb y Noura, que viven en otro valle.
Siempre delante, durante el camino, la tres niñas repasan la lección y hablan de la vida en la escuela. Una vez alcanzan la carretera, hacen autoestop para conseguir que algún conductor les acerque a la escuela, aún lejos, pero hay muchos que no quieren llevar niñas a bordo.
Zahina está en su primer año en la escuela secundaria, trabaja mucho y ha sido siempre la primera de la clase, esfuerzo que le ha sido recompensado con una beca de estudios.
Zahira sueña con ser médico para poder ayudar a curar a los pobres y le gustaría convencer a otras familias de su región para que permitan que sus hijas reciban educación.
Samuel (13 años, India)
Samuel es el mayor de tres hijos. Bebé prematuro, nació con una discapacidad y no puede caminar. Toda la familia vive en Kuruthamaankadu, un pueblo de pescadores en el sur de la India, en el Golfo de Bengala. Su choza, hecha de hojas de palma, no tiene agua corriente ni electricidad.
Su madre Esther decidió mudarse de su pueblo natal porque no había escuela y quería que su hijo recibiera una educación normal. En la India, la escuela sólo es obligatoria desde 2010. Hoy en día la mayoría de las familias aún no pueden permitirse el lujo de enviar a todos sus hijos a la escuela. Samuel es ahora el único miembro de su familia que sabe leer.
Debido a su discapacidad, Samuel necesita ayuda en todo lo que hace. Se vale de una silla de ruedas fabricada con todo tipo de materiales encontrados para poder desplazarse.
Para llegar a la escuela, todos los días, sus hermanos menores, Gabriel y Emmanuel, deben tirar de la silla de ruedas reciclada durante más de 4 kilómetros, a través de caminos de arena, ríos y huertos de palmeras. Una tarea nada fácil para estos tres jóvenes, obligados a improvisar ante los obstáculos, sin perder la sonrisa ni sus sueños.
En la escuela de Periyapattinam todos ayudan a Samuel para que pueda seguir sus lecciones. Para Samuel, leer es todo un reto: requiere una gran concentración y esfuerzo físico, ya que su dicción no es muy buena y tiene que forzar su voz para ser entendido.
Pero se esfuerza y sueña con ser médico para ayudar a los niños discapacitados como él.