Cinemanía > Películas > Suite francesa > Comentario
Destacado: Cynthia Erivo y Ariana Grande protagonizan 'Wicked'
  Suite francesa  (Suite française)
  Dirigida por Saul Dibb
¿Qué te parece la película?
Gracias
Ver resultados

Drama romántico dirigido por Saul Dibb (La duquesa, Bullet Boy) y protagonizado por Michelle Williams (Mi semana con Marilyn, Shutter Island, Brokeback Mountain), Kristin Scott Thomas (Sólo Dios perdona, El hombre que susurraba a los caballos, El paciente inglés) y Matthias Schoenaerts (La entrega, De óxido y hueso, Bullhead). Ambientada en la Francia ocupada por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial, SUITE FRANCESA es la adaptación a la gran pantalla de la popular novela homónima de Irène Némirovsky.

Sam Riley (Maléfica, En la carretera, Control), Ruth Wilson (Al encuentro de Mr. Banks, El llanero solitario, Anna Karenina), Heino Ferch (El hundimiento, Un túnel hacia la libertad, Corre, Lola, corre), Tom Schilling (Hijos del III Reich, Oh Boy, Las partículas elementales), Harriet Walter (Expiación. Más allá de la pasión, Babel, Sentido y sensibilidad), Alexandra Maria Lara (Rush, El hombre sin edad, Control), Clare Holman (Diamante de sangre, Principal sospechoso: El último testigo, Lewis), Margot Robbie (El lobo de Wall Street, Una cuestión de tiempo, Pan Am) y Lambert Wilson (De dioses y hombres, Un plan brillante, Matrix Revolutions) completan el reparto del film.


Los orígenes de Suite francesa
La historia de la publicación en 2004 de la novela de Irène Némirovsky "Suite Francesa" ya es en sí misma una tragedia. Años antes de que la adaptación cinematográfica se pusiera en marcha, y medio siglo después de que, en 1942, los nazis se llevaran a su madre, que moriría a los pocos meses de tifus en Auschwitz, Denise Epstein, hija de Némirovsky, descubrió el manuscrito.

Némirovsky había confiado sus cuadernos a Denise y a su hermana Elisabeth, que murió en 1996. Aunque Epstein había guardado como un tesoro lo que creía que eran los diarios de su madre, nunca había llegado a leerlos, por considerar que no le traerían más que recuerdos dolorosos. Sin embargo, en la década de 1990, cuando Epstein se disponía a donar los documentos, decidió revisarlos antes de hacerlo y descubrió para su sorpresa que no se trataban de un diario, sino de página tras página, escritas en la letra minúscula de su madre, que contenían las dos primeras partes de una novela que tenía previsto que tuviera cinco partes. Epstein decidió dedicarse entonces a transcribir minuciosamente la obra.

Las dos novelas cortas que había completas se titulaban "Tempête en juin (Tempestad en junio)" y "Dolce (Dulce)". La primera recogía el angustioso y caótico éxodo de civiles de París tras la llegada de los nazis en junio de 1940. "Dolce (Dulce)" se ambientaba en un pueblecito a las afueras de París llamado Bussy. Seguía las vidas de sus habitantes mientras trataban de hacer frente a la afluencia de refugiados de París y a una fuerza ocupante de tropas alemanas. El eje central era una historia de amor entre una joven francesa, Lucile Angellier, y un soldado alemán, Bruno von Falk. Némirovsky dejó un esbozo de la tercera parte, que se titularía "Captivité (Cautiverio)", mientras que de las dos últimas no dejó más que lo que habrían sido sus títulos: "Batailles (Batallas)" y "La Paix (La paz)". Trágicamente, había escrito unas interrogaciones tras ambos títulos. No vivió para ver el fin de la guerra.

A su muerte, con sólo 39 años, Némirovsky ya era una novelista famosa de ascendencia judía ucraniana. Vivió en París con su marido y sus dos hijas, hasta que la invasión alemana la obligó a desplazarse a un pueblecito de Borgoña, que sirvió de inspiración del ficticio Bussy. Némirovsky creía que el pueblo era un lugar relativamente seguro y fue mientras vivía allí cuando empezó a escribir su novela. La veía como una historia épica de un país en guerra, en la línea de la obra maestra de León Tolstói, "Guerra y Paz".

Denise Epstein llevó la obra inconclusa a una editorial francesa y las dos novelas cortas terminadas se publicaron en Francia con el nombre de "Suite francesa" en 2004. El libro no tardaría en convertirse en un fenómeno editorial internacional. Es una de las novelas más populares de la última década en Francia y una de sus exportaciones literarias de más éxito, traducida a numerosos idiomas, entre ellos el inglés (publicado en 2006) y el español (publicado en 2005). Este éxito sirvió además para que se volvieran a editar las novelas anteriores de Némirovsky.

"Es una sensación extraordinaria haber resucitado la obra de mi madre", afirmó entonces Denise Epstein. "Demuestra que los nazis no lograron realmente acabar con ella. No sirve de venganza, pero no deja de ser una victoria".

Denise Epstein murió en Francia en abril de 2013, apenas unos meses antes de que empezara a rodarse la adaptación cinematográfica de "Suite francesa".

Para Saul Dibb, representaba una oportunidad de hacer un tipo completamente distinto de película bélica, que resultaba fascinante. "Hemos tenido innumerables ocasiones de ver en el cine cómo es la guerra para los hombres. SUITE FRANCESA está claramente centrada en cómo es esa experiencia para las mujeres, extraída directamente de la obra de una autora que murió mientras la escribía a manos de las mismísimas fuerzas ocupantes sobre las que estaba escribiendo".

La novela de Irene Némirovsky es un relato contemporáneo de primera mano de cómo se comportaron los franceses bajo la tremenda presión a que se vieron sometidos durante la ocupación alemana. Es este espíritu – la honestidad de documentar la dolorosa verdad de lo sucedido en una sociedad tan rígidamente jerarquizada y en la que la clase tiene tan especial importancia – el que esta adaptación se ha comprometido reflejar: las denuncias a gran escala de conciudadanos, el tremendo nivel de colaboración, las relaciones clandestinas y tabú que surgieron, a raíz de las cuales se estima que nacieron unos 100 000 niños a lo largo de la guerra.

También lo vio como una forma de honrar a Denise Epstein. "Denise no quería rememorar las dificultades vividas en el pasado, no quería echar la vista atrás y que le recordaran la muerte de su madre", explica Dibb. "Pero, cuando llegas al final y descubres que este libro ha sobrevivido y ha acabado convertido en semejante superventas, es como dice Denise, una especie de victoria".

Dibb, residente en Londres, y entre cuyos créditos figuran las alabadas producciones británicas "La duquesa" y "Bullet Boy", ha participado en el proyecto desde el momento en que la francesa TF1 adquirió los derechos cinematográficos de la novela en 2007. TF1 estaba especialmente interesada en rodar la película en inglés para atraer a un público lo más amplio posible, por lo que buscaba un guionista y director británico que tomara las riendas de SUITE FRANCESA. Dibb tenía una visión muy clara sobre cómo unificar las dos novelas cortas tan dispares de Némirovsky en una sola película que encajara perfectamente con lo que pretendía TF1.

"Lo que les planteé es que necesitábamos que se centrara en un lugar, en el que se encontrara el personaje de Lucile", recuerda Dibb. "A partir de ahí podíamos extrapolar para incorporar algunos de los elementos principales de la primera novela corta".

"Mi planteamiento era tomar la campiña de ‘Dolce (Dulce)’ y hacer que los refugiados de ‘Tempête en juin (Tempestad en junio)’ la invadieran y de ahí pasáramos a lo que es básicamente ‘Dolce (Dulce)’", explica. "Y luego incorporar las anotaciones que dejó Irene para la siguiente parte del libro, para hacer el final de la película más duro que el final de la novela corta de ‘Dolce (Dulce)’. Me pareció que eso era lo que tenía previsto hacer Irene. Dada la historia de lo que sucedió en Francia y también lo que le sucedió a la propia Irene, no podía quedarse como una historia blanda, la película tenía que incorporar todos esos elementos. Se puede aceptar una novela inconclusa, no se puede aceptar un filme inconcluso, con un final abierto".


Acerca de la producción
La película empieza con la caída de Francia ante Alemania en junio de 1940. Llegamos cuando se está produciendo el éxodo de París. Es un mundo que se ha vuelto completamente patas arriba. Los desconcertados habitantes de la localidad de Bussy se preparan para recibir la noticia de que un batallón alemán está a punto de llegar y va a instalarse en sus hogares. Lucile Angellier (MICHELLE WILLIAMS), que es precisamente una refugiada de París, vive con su distinguida y austera suegra, madame Angellier (KRISTIN SCOTT THOMAS), ya que su marido ha sido hecho prisionero. Tienen a un joven oficial alemán, Bruno von Falk (MATTHIAS SCHOENAERTS), alojado con ellas. Sobre ese telón de fondo, Lucile sufre un paulatino despertar que la lleva a examinar los difíciles sentimientos que ha mantenido reprimidos durante su desdichado matrimonio. Empieza a enamorarse de Bruno, mientras se debate con sus sentimientos hacia el país con el que ha acabado por sentirse desilusionada.

Vemos desarrollarse estos acontecimientos con el resto de la localidad como trasfondo y observamos cómo afronta cada personaje la ocupación alemana. Las distintas reacciones pueden determinarse según la clase. El vizconde (LAMBERT WILSON) y la vizcondesa de Montmort (Harriet Walker) negocian con los alemanes a cambio de obtener un trato favorable, mientras que su agricultor arrendatario, Benoit (SAM RILEY), se siente impulsado por la ocupación a convertirse en miembro de la resistencia. La forma de reaccionar de los lugareños también depende del sexo, como puede verse a través de la mujer de Benoit, Madeleine (RUTH WILSON), Celine (MARGOT ROBBIE) y Lucile, y las relaciones tan diferentes que mantienen con los soldados con los que conviven.

"En lo que me centré fue en esa idea de la guerra contada desde el punto de vista de un civil y, en concreto, desde el punto de vista de una mujer", explica Dibb.

La particular perspectiva de Némirovsky hizo que la novela resultara especialmente interesante para el reparto y el equipo de producción. La novela es un documento de historia viva. Fue escrita por una mujer tal como ella lo vio y lo vivió en esa época. La escritora no pudo contar con la ventaja de examinar los hechos en retrospectiva, ya que no vivió para ver el fin de la guerra, ni para conocer el destino de Francia. "La novela no pretende ser una especie de reportaje, porque está maravillosamente escrita y construida, pero al mismo tiempo posee un aire de inmediatez", explica Dibb. "Tengo experiencia en documentales, así que el hecho de que resultara tan increíblemente realista, casi como cápsula del tiempo que no se hubiera visto en 60 años, resultaba muy emocionante".

Dibb disfrutó con el reto de trasladar a la gran pantalla la intensidad de la novela de Némirovsky, tan querida por millones de lectores. "Siempre sientes una cierta responsabilidad al adaptar la obra de otros", reconoce. "Y cuando esa persona no sólo ha muerto, sino que fue asesinada en Auschwitz, eso aumenta aún más la sensación de responsabilidad".

El equipo de producción tuvo que dejar de lado parte de eso a la hora de abordar la adaptación cinematográfica. "Es un libro muy complejo, con un gran número de personajes, más de los que es posible incluir en un largometraje", explica la productora del filme, Andrea Cornwell. "Forzosamente, habrá quien esté o no esté de acuerdo con las decisiones de Saul, pero hemos intentado en todo momento mantenernos fieles al espíritu del libro. Todo el mundo, y en especial Michelle Williams, nos dejamos guiar por el libro, y todos los temas y personajes que pueden encontrarse a lo largo del mismo. Siempre lo teníamos todos muy presente".

SUITE FRANCESA es una coproducción europea entre Francia, Reino Unido y Bélgica. El filme está producido por Cornwell y Michael Kuhn, de la británica Qwerty Films (que ya había producido la cinta de Dibb "La duquesa"), con Xavier Marchand de eOne, y Romain Bremond de TF1. Sus productores ejecutivos son Harvey Weinstein, de The Weinstein Company, y Christine Langan, de BBC Films.

El rodaje de la película se realizó enteramente en exteriores, principalmente en Bélgica, aunque ciertas escenas clave se filmaron en Francia, con un equipo y un reparto internacional. Aunque la decisión de rodar en inglés se tomó al principio, hubo muchas discusiones posteriormente sobre si los personajes debían hablar o no con determinado acento. El equipo de producción se fijó en otras películas que habían seguido ese enfoque, como "The reader (El lector)", de Stephen Daldry, en la que los personajes alemanes hablan inglés con acento alemán.

El equipo decidió que los personajes franceses de SUITE FRANCESA hablaran inglés sin acento, en parte para que los espectadores de habla inglesa pudieran captar sutilmente las diferencias de clase entre los personajes franceses.

"Intentamos que la película mantuviera un aire muy francés", explica Cornwell. "Cada vez que se oye una retransmisión de radio, está en francés. Cada vez que se ve algo escrito, ya sea a mano o en un periódico, está en francés. Las señales y carteles están en francés. Se está recordando constantemente que no te encuentras en un mundo de habla inglesa".

Dibb decidió que los personajes alemanes hablaran alemán y llevaran subtítulos para recalcar que son extraños y extranjeros.

"Queríamos contar en la medida de lo posible con actores que fueran realmente alemanes", aporta Cornwell. "Tuvimos un tutor de dicción trabajando con Matthias, su primer idioma es el flamenco, pero todos los demás papeles alemanes están interpretados por actores alemanes".


La selección del reparto
El reparto internacional gira alrededor de MICHELLE WILLIAMS, la actriz estadounidense candidata al Óscar en tres ocasiones, a la que ficharon para interpretar a Lucile Angellier nada más ponerse en marcha el proyecto.

"Michelle Williams es sencillamente una actriz magnífica", afirma Dibb. "Quería a alguien que pudiera transmitir lo que es vivir en una situación de opresión, pero fuera capaz de mostrarlo de manera sutil. Michelle posee un gran espíritu y sutileza, y se sumerge por completo en el entorno. Su objetivo es meterse de lleno en la piel del personaje".

"Es completamente una historia de amor prohibido", prosigue el director. "Es la historia de la radicalización de una joven. Lucile empieza la historia siendo una persona muy apocada y timorata, y acaba convertida en una mujer de carácter. Muestra cómo una ocupación puede hacer que alguien se radicalice, que es algo que sigue sucediendo en todas partes del mundo. La historia de amor es el catalizador que la libera y la politiza, y la mueve a la acción".

MATTHIAS SCHOENAERTS, la estrella belga que se dio inicialmente a conocer en la película belga "Bullhead", antes de hacerse famoso internacionalmente gracias a la sensación de Cannes de 2012 "De óxido y hueso", interpreta a Bruno von Falk, el soldado alemán del que se enamora Lucile. "Había visto a Matthias en ‘Bullhead’ y me pareció que estaba soberbio, y por fin pude elegirlo para un papel", explica Dibb.

Schoenaerts interpretó a Bruno como un artista, en lugar de como a un soldado. "Bruno se crió en el seno de una familia militar, aunque en el fondo es un compositor, eso es lo que de verdad le gusta hacer. Pero hay una guerra y tiene que cumplir con su deber", apunta Schoenaerts. "Intento no pensar en él como alemán. No lo veo así. El vestuario ayuda mucho, no tienes que interpretar a un alemán, eres alemán. Aparte de eso, es simplemente un ser humano".

Dibb quería evitar los retratos estereotipados de alemanes "buenos" o "malos". "Es muy fácil demonizar de inmediato a la gente", opina. "Es más difícil presentar a una serie de personas y aquello de lo que forman parte. Bruno era alguien que se había alistado en el Ejército y creía en ciertas cosas. Al mismo tiempo, sus ideales se ven comprometidos por su experiencia. Se va sintiendo cada vez más desilusionado, a medida que va entendiendo las consecuencias de los actos de su ejército contra esa gente".

La película y el libro están ambos ambientados en un momento muy concreto de la guerra. Némirovsky dejó de escribir la obra en 1941, justo antes de que los alemanes empezaran a apretarle las tuercas a la población francesa. Al principio, la fuerza ocupante realizó cierto esfuerzo para colaborar con los franceses. En su novela, Némirovsky nunca se refiere a los soldados alemanes como nazis.

"Son gente que tiene que convivir con otras personas en una situación muy compleja", comenta Dibb sobre los soldados alemanes. "Quería mostrarlos, tal como hizo Irene, a un nivel muy humano".

KRISTIN SCOTT THOMAS, la célebre actriz británica residente en Francia, que se desenvuelve con fluidez tanto en inglés como en francés, era para Dibb la elección perfecta para madame Angellier: "Siempre me pareció, cuando leí el libro, que Kristin era la mejor madame Angellier que podía desear", sostiene el director. "Era alguien que aportaría matices y niveles de empatía a un personaje aparentemente muy duro. Al final, te acaba importando esta persona a la que al principio considerabas bastante desagradable".

"En el libro, la describen como ultrarreligiosa, diminuta, con aspecto de pajarito y pelo blanco, muy distinta a como hemos abordado el personaje", aporta Kristin Scott Thomas sobre su personaje. "Queríamos que madame Angellier fuera muy oscura y vistiera fundamentalmente de negro. Queríamos darle aspecto francés, a diferencia del aspecto inglés o estadounidense de la guerra".

SAM RILEY, uno de los actores británicos más interesantes, cuyos créditos incluyen "Control" y "On the road (En la carretera)", interpreta a Benoit Labarie, un granjero que trabaja las tierras del vizconde y la vizcondesa de Montmort. Al cojear de una pierna, no puede luchar en el frente y es uno de los pocos jóvenes franceses que queda en Bussy.

"Mi personaje representa la creciente resistencia que va surgiendo en el pueblo y la humillación que sienten por la derrota, al tener que aguantar a esos cabrones paseándose como si fueran los amos del lugar", explica Riley.

La mujer de Benoit, Madeleine Labarie, está interpretada por RUTH WILSON, una joven de talento que se está convirtiendo rápidamente en una de las actrices más solicitadas del Reino Unido. Un soldado alemán llamado Kurt Bonnet, interpretado por TOM SCHILLING, se instala en casa de los Labarie y sus tres niños pequeños, y se dedica a provocar a Benoit flirteando agresivamente con Madeleine.

"Ama a su marido e intenta mantener la paz entre Benoit y Bonnet", explica Wilson. "Hay muchísimo en juego. Es plenamente consciente de que la situación podría estallar en cualquier momento".

Wilson colaboró con Dibb para asegurarse de que Madeleine fuera un personaje tridimensional de un modo que no lo era en la novela.

"Hemos dotado de mayor complejidad su relación con Benoit", aporta Wilson. "Se trataba de rellenar esas escenas para lograr que cada momento funcionara y mostrar cómo lo que está pasando en casa de Madeleine afecta a su mundo. Es difícil, porque no se pueden hacer más largas esas escenas, simplemente tienes que hacer que lo que hay sobre el papel cuente".

Riley, Wilson y el actor alemán Tom Schilling, que interpreta a Bonnet, se entendieron muy bien durante el rodaje. "Fue divertido", recuerda Wilson. "Nos llevamos muy bien desde el primer instante. No contamos con ningún ensayo, así que fue simplemente cuestión de meterse en la escena sobre la marcha y confiar unos en otros".

La estrella emergente australiana MARGOT ROBBIE, que ha pasado recientemente por la cartelera española con "Focus", interpreta a Celine Joseph. Es la tercera mujer de un trío de personajes femeninos, que también incluye a Lucile y Madeleine, que ilustra las distintas formas en que las francesas afrontaron la situación de tener a soldados alemanes viviendo en sus casas.

"Celine es la personificación del rechazo de la idea en blanco y negro de que los alemanes son malos y ‘nosotros’ somos los buenos", opina Robbie. "Ella es la que saca a colación la idea de que no son más que personas, como nosotros. Si quieres a alguien, ¿qué más da de dónde sea? Ella es quien le mete esa idea en la cabeza en un primer momento a Lucille".

LAMBERT WILSON, entre cuyos trabajos más recientes destaca la ganadora de múltiples galardones "De dioses y hombres", es el único actor francés que interpreta a un personaje principal francés, el vizconde de Montmort.

"Lo gracioso es que me tienen que estar repitiendo a menudo que no tenga ningún rastro de acento francés", comenta riendo Wilson. "Soy un actor francés, en una historia francesa, interpretando a un vizconde francés, pero tengo que mantener un perfecto acento inglés. Aunque tiene sentido, como actor, quiero que la historia sea universal, y quiero tener acceso a un público lo más amplio posible".

El vizconde de Montmort es el alcalde de Bussy y, junto con su mujer la vizcondesa, interpretada por la conocida actriz británica HARRIET WALTER, representan la aristocracia que trata desesperadamente de conservar el statu quo y, por tanto, está deseosa de ayudar a los alemanes.

"Se aferra a la idea de que es un vizconde, como si eso pudiera salvarlo", aporta Lambert Wilson. "Intenta mantener su dignidad y trata de mantener unidos a los habitantes de su pueblo. Decide hacer las paces con los alemanes. Hay que tener en cuenta que estamos aún muy al principio de la historia. Nadie sabe realmente qué está pasando. El ejército francés acaba de capitular. En esos momentos, no tienen mucho donde elegir, los acaban de invadir".

"Hubo aristócratas que respetaron la realidad de la guerra, la asumieron e intentaron afrontarla, sin adoptar necesariamente las ideas del Führer y su odio por los judíos, ni su odio por todo lo extranjero", explica Wilson. "He decidido que ese era el caso con el vizconde. Al ser francés y haber podido observar a estas personas, porque las he visto, entre amigos, y también las vi de niño, supe de inmediato la clase de hombre que era".

Walter se revela menos comprensiva hacia su personaje: "Está ahí prácticamente para mostrar las peores facetas de la aristocracia y cómo se sentían más afines a esos alemanes cultos y refinados que a su propia gente de otra clase social", opina de la vizcondesa. "No le preocupa más que ella y los suyos, su marido y sus hijos. Es una auténtica muestra de cómo se comportaron ciertas personas".


El rodaje en exteriores
La filmación de SUITE FRANCESA se realizó a lo largo de nueve semanas durante el verano de 2013, con un equipo internacional compuesto principalmente por técnicos franceses y belgas.

"Nos beneficiamos de los conocimientos que tenían sobre esa cultura la gente con la que trabajamos", asegura la productora Andrea Cornwell. "El libro está ambientado en Francia y teníamos a muchísimos hablantes de francés y belga, y gente que estaba conectada con esa estética".

"Me encantó rodar con nuestro equipo", concuerda Dibb. "En lo referente a los detalles, fue muy importante, por ejemplo, contar con una decoradora que fuera francesa, que supiera qué aspecto debían tener las casas francesas".

La mayor parte del rodaje se realizó en diversos lugares de Bélgica, donde el proyecto logró obtener una serie de incentivos económicos y fiscales, así como un gran apoyo para la industria del cine.

"Necesitábamos un lugar que sirviera de apoyo al libro y a la historia, pero que también tuviera sentido económicamente", explica Cornwell. "Es una película cara de hacer. Tiene unas cuantas secuencias de acción importantes".

En lugar de recurrir a platós y construir decorados completos en un estudio, la producción optó por rodarlo todo en exteriores. Eso suponía encontrar un edificio real que hiciera las veces del hogar de los Angellier. Tras una larga búsqueda, se encontró una casa adecuada en Nivelles, Bélgica, donde el reparto pasó tres semanas de rodaje.

"Queríamos que los actores se sintieran como si estuvieran viviendo en una casa. Queríamos tener la claustrofobia, y la imponente naturaleza del edificio", observa Cornwell. "El personaje de Lucile se siente básicamente como un pájaro atrapado en una jaula y, cuando te encuentras encerrado con un equipo completo de rodaje en una casa, tienes esa sensación y es algo que puede percibirse en la película".

Según el diseñador de producción Michael Carlin, con quien Dibb había trabajado ya en "La duquesa", se hizo un esfuerzo extraordinario por encontrar la casa adecuada.

"Era más fácil encontrar arquitectura en Bélgica que tuviera un aspecto francés de lo que habría sido, pongamos, en el Reino Unido, pero había muchas renovaciones modernas con las que lidiar", explica Carlin. "Al principio, pensamos que no encontraríamos nuestra casa, que tendríamos que construirla, pero Saul se mantuvo tan firme en su empeño de encontrar una, que invertimos mucho tiempo buscándola".

La producción se esforzó por conseguir la verosimilitud en todos los aspectos, estimulada tanto por la experiencia de Dibb en documentales como por el extraordinario testimonio de primera mano de Némirovsky.

"Hacer una película de época ambientada en la década de 1940 tiene sus retos, ya no queda ningún lugar que se pueda usar tal cual", explica Cornwell. "Puedes hacer elecciones estupendas, encontrar lugares estupendos, pero, a excepción de ciertos entornos rurales, todo va a necesitar algún tipo de modificación. Por otro lado, es una época que está muy bien documentada. Se pueden consultar referencias, ya sean otras películas, o libros, o grabaciones documentales; así que siempre hay algo a lo que recurrir y de lo que sacar inspiración. Con la historia militar, hay una enorme cantidad de escollos con los que te puedes topar. Hay gente sumamente entendida en el tema y creo que siempre te vas a encontrar alguna que otra carta que diga algo como: ‘Los botones de esa chaqueta están mal’, o ‘Las chimeneas de esa granja están mal’. Lo único que puedes hacer es poner la máxima atención en todos los detalles".

Para el equipo de rodaje, resultaba muy importante filmar los exteriores de Bussy en una auténtica plaza de pueblo, pero costó mucho encontrar una localidad que no estuviera demasiado modernizada y se pudiera cerrar durante todo el tiempo que durara el rodaje. Al final se acabó eligiendo el pueblo de Marville, que se ganó a todo el equipo creativo desde la primera vez que lo vieron.

"La primera vez que nos vimos allí, nos sentimos como en un plató de cine", recuerda Cornwell. "Casi podrías haber llegado y haberte puesto a rodar tal cual estaba, daba la sensación de que los alemanes podrían haber salido de allí sólo unas semanas antes".

Marville ha evitado modernizarse demasiado a lo largo de los años. Prácticamente no hay ninguna tienda moderna, vallas publicitarias, señalizaciones viales ni antenas en los tejados.

"Es casi como una especie de pueblo del Oeste, ruinoso, precioso y evocador", comenta Dibb maravillado. "Hay una única carretera de acceso y otra de salida, con una enorme iglesia en mitad del pueblo. Pudimos ocupar todo el lugar, lo que nos abrió mucho el campo de acción. Este sitio nos permitió rodar en 360°. Normalmente, en películas de época, no tienes suficiente dinero y sólo puedes filmar un determinado rincón, porque es el único que puedes permitirte decorar. En esta ocasión, pudimos aprovechar adecuadamente nuestros recursos y se podía ver todo el lugar, en todo momento, lo que supone una diferencia tremenda".

La mayor modificación que tuvo que realizar el equipo de rodaje fue construir el exterior del ayuntamiento de Bussy, que es una localización clave de la historia.

"Había bastantes escenas ambientadas en los escalones de entrada", recuerda Cornwell. "Marville tiene un ayuntamiento, pero está en una plaza secundaria y no resulta muy imponente, así que ocupamos un pequeño albergue, al que le incorporamos otra fachada por delante de la suya, que replicaba el estilo de cantería del resto de la plaza. Michael Carlin también reprodujo una fuente de piedra que había en otra parte del pueblo y la llevó hasta la calle mayor, para dividir el espacio. Añadió contraventanas, murales, escaparates. Fue toda una transformación, aunque la estructura básica de la localidad suponía una base estupenda sobre la que empezar a trabajar".

Carlin y su equipo trabajaron en el pueblo durante un mes antes de que llegaran las cámaras y, antes de eso, pasaron otro mes más en Bélgica trabajando para preparar las escenas de Bussy/Marville.

"Lo asombroso de este pueblo es que, en los siglos XVII y XVIII, era una localidad bastante importante, pero, desde entonces, ha ido yendo a menos, así que estaba en su mayor parte intacta", observa Carlin. "No tuvimos más que realizar toda una serie de ajustes menores en muchos de los edificios, como añadir contraventanas".

La población de Marville se mostró sumamente colaboradora con la enorme producción de cine que invadió su pueblo. De hecho, decidieron conservar algunos de los murales que creó el equipo de rodaje y no volver a instalar algunas de las farolas modernas que el equipo había tenido que retirar de la plaza del pueblo.

"Resulta agradable pensar que tuvimos algún tipo de impacto positivo en el entorno", admite Cornwell. "A veces, te preocupa que los pueblos no son siempre conscientes de en qué se están metiendo. Creen que todo suena muy bien, hasta que se encuentran con la realidad. Pero esta vez el pueblo entero se sintió animado y acudió a observar".

Y había mucho que ver. Varias de las secuencias más importantes de SUITE FRANCESA, incluida la llegada de los alemanes a la plaza del pueblo de Bussy, se rodaron en Marville. Esas escenas necesitaron de la participación de más de 200 extras locales.

"Esa es la clase de cosas que los repartos y los equipos de rodaje encuentran emocionante, ya que te permiten hacerte una idea de cómo sería encontrarse realmente en esas situaciones", opina Cornwell. "Al reparto sin duda le ayudó mucho a meterse en situación".

Incluso el tiempo puso de su parte y tuvo la consideración de imitar la ola de calor que se produjo en el verano de 1940, y que Némirovsky documentó evocadoramente en su novela.

"Hizo un tiempo extraordinario durante el rodaje", recuerda Cornwell. "Hubo un cierto pánico durante la preproducción, pensando que, si teníamos uno de esos típicos veranos del norte de Europa, estábamos listos. Al final, la película pudo lucir un ambiente soleado, con cielos azules, incluso sofocante. Puede sentirse esa especie de atmósfera embriagadora del romance, que es lo que queríamos transmitir, así que tuvimos una suerte tremenda".


El aspecto de Suite francesa
Dibb reunió para SUITE FRANCESA a algunos jefes de departamento con los que ya había colaborado en ocasiones anteriores. Eso incluye al diseñador de producción Michael Carlin y al diseñador de vestuario Michael O’Connor, los cuales habían trabajado ya con Dibb en "La duquesa". Se les unió la veterana diseñadora de peluquería y maquillaje Jenny Shircore, y el director de fotografía español Eduard Grau, entre cuyos créditos figuran "Un hombre soltero" y "Buried (Enterrado)".

"Había visto ‘Un hombre soltero’, que era una obra increíblemente hermosa", recuerda Dibb. "Quería algo que pareciera muy real y que al mismo fuera precioso, no como una especie de obra de realismo social. Quería encontrar a alguien con el que me pareciera que juntos podíamos crear algo que poseyera esa clase de belleza y elegancia, con un aspecto completamente cinematográfico, pero que a la vez tuviera en todo momento un aire completamente realista. Hablé con Edu de ello, y coincidimos en muchísimas cosas. Creo que ha sido una colaboración extraordinaria".

El proyecto se filmó en 35 mm, en una época en la que la mayoría de las películas optan por formatos digitales. La producción tuvo que acabar reuniendo película fotográfica de todos los rincones del mundo, a base de conseguir algunas de las últimas reservas que quedaban de película Fuji, puesto que ya no se fabrica.

Tomando documentales como "La tristeza y la piedad" como referencia e inspiración, Dibb y su equipo crearon una gama de colores fiel a las condiciones y el ambiente de la época.

"Hay un arco argumental en la historia en el que ciertos colores adquieren cierta relevancia y son un poco más vivos", explica Carlin. "Tiene que ver principalmente con cómo se relaciona el vestuario de Michelle con su entorno y, a medida que se desarrolla el arco argumental de su personaje, los colores van cobrando fuerza y encajan mejor con los tonos de fondo. El contraste va aumentando a lo largo de la historia".

Cada conjunto de cada personaje fue un trabajo hecho con amor para el diseñador de vestuario Michael O’Connor, algo que no pasó desapercibido para los actores.

"Fue fantástico trabajar con Michael O’Connor, porque tiene un talento enorme", afirma Lambert Wilson, que interpreta al vizconde de Montmort. "Lo que hace que sea diferente es que no se limita a darte ropa de época, es sumamente preciso sobre la época, y además luego trabaja contigo como actor y te muestra cómo utilizar tu vestuario. Quiere que hagas tuya la ropa. Lo gracioso es que te cuenta la historia de tu personaje mucho mejor de lo que tú harías por ti mismo".

O’Connor quería hacer cada conjunto de ropa auténticamente francés, utilizando tejidos franceses comprados en París, en lugar de ofrecer un punto de vista anglosajón de la ropa francesa. "Reúnes una serie de imágenes y luego intentas dilucidar qué es lo que hace algo específicamente francés", explica de su forma de trabajar. "Vimos revistas y películas francesas de la época. De no haber visto el filme de Jean Renoir de 1939, ‘La regla del juego’, la ropa de caza habría sido distinta, porque la habríamos hecho al estilo inglés. Los materiales eran mucho más bastos de lo que habría imaginado".

O’Connor también se inspiró directamente en la novela. "Me entusiasmó el libro desde el primer instante e intentamos sacar el máximo partido posible a cada detalle que contenía", explica. "En concreto, las descripciones del uniforme alemán, que siempre mencionaban los guantes, el cinturón, la hebilla del cinturón, el uniforme, el estilo de sus botones, su gorra; todo, hasta las botas. Incluso la ropa interior y cosas así, por lo que estoy convencido de que se trata de algo que la autora vio por aquel entonces de primera mano".

En cuanto a peluquería y maquillaje, Dibb dio instrucciones de que todo fuera muy sobrio. "No debíamos permitirnos caer en glamour alguno, ni mostrar rastro de glamour, lo que, sobre todo en mi departamento, es algo muy fácil de hacer", señala la diseñadora de peluquería y maquillaje Jenny Shircore. "Fuimos muy estrictos en ese aspecto, con el pelo, un maquillaje sencillo, que resultara real. Usamos muy poco maquillaje con Michelle. Claro que hicimos algunas trampas de vez en cuando, pero ella estaba completamente dispuesta a hacerlo todo de una forma muy sencilla, sin maquillaje. Naturalmente, siempre quieres que estén guapas, pero Michelle es preciosa de todos modos".

La máxima atención al detalle se extendió incluso a los cientos de extras, a los que tenían que hacer de soldados alemanes se les cortó el pelo con cortapelos manuales, en lugar de con maquinillas eléctricas, para darles un aire de autenticidad.

La sensación de realismo que domina cada fotograma se consiguió gracias a la pericia de talla mundial de todos los artesanos que trabajaron en la película. "Hay una sensación maravillosa de la época, el período, que no suele conseguirse en historias inventadas", opina Kristin Scott Thomas. "Hemos tenido mucho cuidado para conseguir ese aspecto. No hay nadie mejor en el mundo para conseguir ese efecto que los británicos, con su diseño de vestuario y sus pelucas".


La música
El título de SUITE FRANCESA hace referencia a una pieza de música, por lo que la banda sonora siempre iba a desempeñar un papel importante en el filme.

Se decidió desde el principio que Matthias Schoenaerts y Michelle Williams tocaran el piano en pantalla. Para Michelle, eso supuso varios meses de preparación, ya que nunca había tocado antes ese instrumento.

Ficharon al compositor ganador de múltiples galardones Alexandre Desplat para que escribiera la pieza para piano "Dolce" (que aparece en pantalla como una composición del personaje de Bruno). Cornwell explica: "Saul y Alexandre hablaron sobre esta pieza en el contexto de la música clásica de la época, y decidieron que debía funcionar por sí misma como pieza de música para piano autónoma, en lugar de sonar a ‘tema’ musical de película".

El resto de la banda sonora de la película está compuesto por temas de la época (sobre todo jazz alemán de la década de 1930) y una partitura original de Rael Jones. Rael trabajó con el equipo en las primeras etapas del montaje, y su labor con pistas temporales sirvió para que lo invitaran a componer toda la banda sonora. Su partitura para piano y orquesta de cuerda se grabó en los estudios Abbey Road de Londres, y supone un emocionante debut para Rael en su primer crédito cinematográfico importante.

Rael Jones recuerda: "En nuestra primera reunión, Saul resaltó dos aspectos clave de la historia para los cuales quería explorar música: la tensión de la ocupación alemana y el romance entre Lucille y Bruno. Con esto muy presente, me puse a componer para la escena en la que los alemanes entran marchando en el pueblo, seguida de la emotiva escena final, el punto álgido de la historia de amor. Estos dos temas se convirtieron en la base de buena parte del resto de la banda sonora".

La instrumentación también era una parte crucial de los personajes de la película. Además de en la pieza para piano ‘Dolce’, este instrumento figura de manera prominente en el resto de la banda sonora. Tal como apunta Jones: "El piano es importante para la historia de amor; no sólo vemos a Lucille y a Bruno tocarlo, también es la vía a través de la cual ella se enamora de Bruno, de modo que se convierte en ‘su instrumento’ en la banda sonora, que se entremezcla a menudo con las cuerdas".

Otras partes de la banda sonora utilizan instrumentos orquestales menos tradicionales. "La música de los alemanes es mucho más brutal instrumentalmente, y utiliza metales y zumbidos como analogía sonora de la guerra. Intenté imitar musicalmente el sonido de un ejército, de tanques y cañones, empleando incluso en cierto punto el sonido de marcha en la música; también hay un sonido característico, conseguido usando un estropajo con una guitarra eléctrica, que utilicé para acentuar la sensación de que se aproxima violencia".