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  Todo saldrá bien  (Every thing will be fine)
  Dirigida por Wim Wenders
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Con música a cargo de Alexandre Desplat (El Gran Hotel Budapest).

Berlinale 2015 - Sección Oficial.


Guión
"No fui yo quien eligió la historia; ella me eligió a mí", afirma Wim Wenders. "Todo saldrá bien llegó a mi buzón de manera inesperada y en forma de guion, enviado por Bjørn Olaf Johannessen". El director alemán había conocido al joven guionista noruego durante el Laboratorio de Guionistas en Sundance, donde el guion de Johannessen Nowhere Man recibió el primer premio del jurado, presidido por Wenders. Animó al joven autor a que le enviase su siguiente guion, pues había quedado impresionado por la originalidad de la idea, la nitidez de la estructura, la calidad de los diálogos y la sencillez natural. Y eso es lo que hizo Johannessen tres años más tarde. A Wenders le gustó tanto el primer borrador de Todo saldrá bien que él y su productor, Gian-Piero Ringel, decidieron darle una oportunidad al guion. Empezaron a desarrollar la película durante la fase de posproducción de Pina.


La decisión del 3D
Los experimentos que Wim Wenders había hecho con tecnología 3D durante el rodaje de Pina fueron esenciales para tomar esta decisión: "La mayor sorpresa que nos llevamos en nuestra incursión en el 3D con Pina no fueron los planos increíbles desde las grúas, ni los fascinantes planos exteriores. La gran revelación fueron los planos más simples que sacamos al final del rodaje: grabamos un retrato de cada miembro del conjunto durante un par de minutos. No era más que una persona, sentada frente a la cámara y con una pared oscura tras ella. Lo que vi en ello superó todo lo que creía que sabía sobre el 3D. Tenía lo que ya había experimentado antes, un "espacio" y cierta "profundidad", pero además había algo nuevo que no había visto antes: la mera "presencia". La existencia natural y sencilla de una persona frente a la cámara superó todo lo que había visto, tanto en el cine de siempre como en el nuevo cine tridimensional. Una historia contada a través de esa presencia realzada puede llegar a tocar la fibra de verdad. Todo saldrá bien era precisamente la historia perfecta para probar este nuevo método de narración íntima en 3D, porque gran parte de la historia se desarrolla dentro de los propios personajes".


Montreal y alrededores
Cuando estuvo claro que Wim Wenders dirigiría la película, el trabajo empezó por desarrollar el guion en mayor profundidad. En ese momento, tan solo consistía en una estructura básica muy interesante de unos 12 capítulos cortos que se descomponían en pequeños periodos de tiempo que recorrían unos 12 años. Pero, lo más importante, la película aún no tenía localización. "Necesitaba un lugar que tuviera sentido para mi trabajo", confiesa Wenders. "Solo consigo entender de verdad una historia y solo sé rodarla cuando existe una conexión íntima entre esta y un lugar". Pronto descartaron Alemania, donde se encuentra la productora de Wim Wenders y Gian-Piero Ringel, Neue Road Movies, y pasaron a interesarse por Canadá. Hacía falta una localización con condiciones de nieve segura en invierno. Se descartó la casa del autor noruego, ya que tenía que ser factible que los personajes hablasen inglés: "Cuando Bjørn escribió la historia, estaba ubicada en ninguna parte", recuerda Wim Wenders. "Cuando supe que necesitaba un paisaje montañoso con mucha nieve y que tuviese cerca una ciudad grande para poder ir y venir sin tener que depender de trenes o aviones, di de inmediato con el sitio idóneo, es decir, Montreal y Quebec".

"Busqué la localización perfecta durante dos años hasta que encontré el pueblecito de Oka. Desde allí hay una vista maravillosa del río Hudson, convertido en esa zona en un lago. En verano, es un escenario tranquilo repleto de veleros. Pero en invierno, se transforma por completo: el río se convierte en un puente de hielo y se puede atravesar en coche. Hay gente que se queda en cabañitas al lado del lago helado para pescar. Me gustó la idea de un lugar que se transforma por completo y cuyo carácter de invierno es distinto del de verano. La primera vez que vine a Montreal fue en los 70 y luego me hice asiduo del Festival du Jeune Cinéma. Siempre me gustó la ciudad y tenía la sensación de que quería explorarla más a fondo en algún momento. He esperado, entre comillas, treinta años para poder rodar aquí". Cuando se decidieron las localizaciones, director, autor y productor se quedaron en Montreal un tiempo para ajustar mejor la historia a su nuevo hogar.


Casa de Kate
La recóndita casa de Kate es la localización central de la película, de hecho "es como un ancladero para la historia" y es donde tiene lugar el accidente. Wim Wenders la buscó por toda Quebec, desde Laurentides, al sudoeste de Quebec, hasta en los Cantones del Este, hasta que por fin dio con lo que estaba buscando cerca de Montreal. "Encontré la casa gracias a una especie de séptimo sentido. No se veía en absoluto desde la carretera principal, pero desde ella salía una carreterita de tierra con un bosquecillo que ocultaba lo que había al final. Me llevó media hora atravesar toda esa nieve, que me llegaba hasta las rodillas, y de pronto una casita roja apareció delante de mis narices. Las carreteras de acceso estaban cubiertas de nieve porque estaba deshabitada durante el invierno. Fue amor a primera vista. Lo supe desde el primer momento: '¡Esa es!'"


Las estaciones
Con lo arriesgado de narrar una historia que se extiende durante 12 años y a través de varias estaciones, Todo saldrá bien es logística y económicamente la mayor producción hasta la fecha de Neue Road Movies Filmproduktion. "Por supuesto, nos planteamos representar dos o incluso tres estaciones en una", comenta el productor Gian-Piero

Ringel, nominado junto con Wim Wenders al Oscar por Pina en 2012, al preguntarle por el planteamiento inicial de reducción de costes: "Grabar la mayoría de los interiores en Alemania nos habría simplificado bastante las cosas. Pero llegamos a la conclusión de que el accidente solo podía ocurrir en invierno y que el periodo de casi 12 años tenía que quedar debidamente representado. Es decir, las estaciones son un componente esencial del film y son la expresión del paso del tiempo. Por lo tanto, quedó claro que rodaríamos en localizaciones originales mejor que en estudio, y que necesitaríamos al menos dos bloques de rodaje. Todo el equipo tendría que trasladarse a Canadá en dos ocasiones, y ambas veces hacer los preparativos y el rodaje como si fuesen dos películas. En la película terminada, notaréis que nos tomamos en serio tanto el lugar como el marco temporal de nuestra historia".


Los coproductores
Ya que toda la película se iba a rodar en Canadá, el productor, Gian-Piero Ringel, buscó inicialmente a un socio coproductor canadiense: "Después de haber estado trabajando en la película varios años, ceder el control total del proyecto fue un paso enorme. Necesitábamos un socio en quien pudiésemos confiar plenamente, que fuese a llevar a cabo esa producción en nuestro nombre y de acuerdo con nuestra intención. Intento buscar siempre un socio fuerte en cada país, alguien en quien pueda confiar si tengo un proyecto en ese territorio. Hablamos con varios productores de la zona, tuvimos largas charlas con ellos y nos decidimos finalmente por Ronald Gilbert, quien desde entonces ha trabajado impecablemente con nosotros". Por la parte europea, Bjørn Olaf Johannessen se puso en contacto con Maria Ekerhovd en Noruega, con quien Ringel trabaja actualmente en otros proyectos. Oskar Söderlund, un próspero productor y guionista de Gotemburgo, completa la parte escandinava de la producción. Por último, se unió al equipo la productora con sede en París Bac Films.


Temperaturas árticas
Uno de los principales desafíos fue rodar en invierno, con temperaturas exteriores de 20 grados bajo cero durante el día y de hasta 30 grados por la tarde y por la noche. "Intentamos venir muy preparados", relata el productor Gian-Piero Ringel: "Hicimos una prueba de frío con las cámaras 3D y los rigs de espejo en una cámara frigorífica en Múnich, donde llegamos a alcanzar una temperatura de -30 grados. En verano, el equipo de rodaje hizo pruebas para comprobar cómo reaccionaban las baterías y los equipos al viento y el frío. Toda la secuencia de apertura en el río Hudson congelado se rodó en condiciones árticas, sin protección y directamente sobre el hielo, lo cual supuso mucha presión para los miembros del equipo. Tenían que pasar en el exterior no un par de horas, sino hasta doce. Teníamos saunas portátiles, y tratábamos de que los miembros del equipo se fueran relevando, pero, claro, no se puede sustituir al equipo principal: el director, el director de fotografía, el de iluminación, etc. Si lo pudimos llevar mejor, fue gracias al experimentado equipo canadiense, que estaba mejor familiarizado con las condiciones climáticas". Sin embargo, hubo algunos problemas técnicos. Gran parte de los equipos de cámara se quedaron congelados porque nadie se dio cuenta de que la calefacción del camión de las cámaras se había estropeado a mitad noche. Mantener la continuidad en cuanto a los niveles de nieve fue también un gran reto.


Director de fotografía: Benoît Debie
Según Gian-Piero Ringel, uno de los secretos del largo éxito de Wim Wenders es que trata de ser siempre fiel a sí mismo, pero, a la vez, está constantemente reinventándose. Y, es más, siempre trabaja con gente nueva: además del autor noruego y el compositor francés Alexandre Desplat, se dio el caso con el director de fotografía, Benoît Debie: "Wim, nuestro colega Erwin M. Schmidt y yo nos planteamos las posibles elecciones estéticas de la película y nos preguntamos: "¿Quién podría ayudarnos a montar esto?". Estuvimos informándonos sobre varios directores de fotografía y viendo su trabajo. Intentamos decidir de manera imparcial quién había estado ahí desde el principio. Para Benoît Debie, Todo saldrá bien fue su debut con una cámara 3D, y no supuso ningún problema porque teníamos una estereógrafa en el equipo, Joséphine Derobe, que había trabajado muchos años con su padre, Alain Derobe, fallecido en 2012, y que ya había colaborado con Wim en Pina. Como experta estereógrafa, podía solucionar cualquier problema con el 3D, así que no necesitábamos tener un director de fotografía con experiencia en 3D. Además, veníamos de tener una vivencia positiva en un workshop de una semana para los cinco directores de fotografía de Catedrales de la cultura, ninguno de los cuales había grabado antes en 3D. Confiábamos en que los aspectos especiales del 3D quedarían bien comunicados".


Compositor: Alexandre Desplat
A la hora de decidirse por un compositor, productor y director siguieron el mismo procedimiento que usaron para decidir el director de fotografía. "Desde el principio, Wim estaba empeñado en que la película tuviese una banda sonora sinfónica", apunta Ringel. "Yo opino que no hay que ser condescendiente con el público, hay que darle su espacio; es por eso que siempre me preocupa que las bandas sonoras tengan un efecto manipulativo. Pero a un guion en el que hay tantas elipsis, puede venirle bien una banda sonora que transporte a los estados de ánimo del protagonista. Alexander Desplat es, sin duda, uno de los mejores compositores para cine que hay en el mundo. Ha trabajado en todo tipo de películas, desde superproducciones estadounidenses hasta proyectos europeos mucho más íntimos. A mi juicio, sus partituras tienen textura y alma y se ajustan a nuestra percepción personal de lo que es una narración moderna".


Montaje y finalización
Como cuando se hizo Pina, Gian-Piero Ringel defendió que el proceso de montaje se hiciera sin prisas: "Estoy en contra del ritmo de montaje al que estamos acostumbrados. En mi opinión, es importante aparcar el material un tiempo y volverlo a coger, con ojos nuevos, pasadas unas semanas. De esta forma, la película puede modificarse y perfeccionarse hasta el último momento". Igual que en el caso de Pina, el montaje corrió a cargo de Toni Froschammer. Trajo con él un equipo muy cómodo en el que montaba tanto en 2D como en 3D con la posibilidad constante de ver las escenas simultáneamente en un enorme proyector de 3D. "Eso era importantísimo porque muchas cosas tienen un efecto totalmente distinto en 3D", explica Ringel. "Hay montajes que no funcionan en 3D, porque tiene una percepción muy distinta del tiempo y los planos pueden durar más. Es una ventaja tremenda tener un equipo de 3D a medida en la sala de montaje y poder ir proyectando en cualquier momento".

A principios de febrero, Alexandre Desplat dirigió personalmente la grabación de su composición con la Orquesta Sinfónica de Gotemburgo.