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  Victoria  Dirigida por Sebastian Schipper
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Victoria está rodada en una única toma.


Declaraciones del director
Este film no es una película; no va sobre el robo a un banco. Es el robo a un banco.

VICTORIA se filmó en una sola toma. Dos horas y catorce minutos. Sin cortes. Sin trucos baratos. Ni trucos caros tampoco. Solamente una toma.

El 27 de abril de 2014 pusimos la cámara a grabar poco después de las 4:30 de la mañana en una discoteca que habíamos construido nosotros mismos (para tener las localizaciones cerca unas de otras) y tras 2 horas y 14 minutos —después de haber corrido, andado, paseado y escalado por 22 localizaciones, de que 6 ayudantes de dirección dirigieran a más de 150 extras y con 3 equipos de sonido persiguiendo a siete actores— habíamos terminado a las 6:54 de la mañana. El sol había salido lentamente mientras filmábamos y LAIA COSTA finalmente se alejaba de nuestro director de fotografía STURLA BRANDTH GRØVLEN, que parecía que había corrido una maratón. De hecho la había corrido. Todos lo habíamos hecho.

¿Por qué lo hicimos? Es una locura. Es una estupidez. ¿Por qué atraca bancos la gente? ¡Por el dinero! ¡Pues claro! Pero puede que no sea el único motivo.

El primer pensamiento que tuve sobre este proyecto fue que yo nunca en mi vida robaría un banco. Y la idea no me gustó. Estoy convencido de que sería una experiencia incomparable. No el hacer daño, herir o secuestrar a gente, sino el entrar en un área oscura y llena de miedos, sacar una pistola y exigirlo todo de inmediato. Recibirlo, no porque te lo merezcas, ni por tu buen comportamiento o porque te lo hayas ganado con esfuerzo, sino saltarse esa parte y exigirlo todo: ¡Aquí y ahora!

Hemingway quería cargarse a un elefante. Sabía que era el pecado definitivo, pero lo hizo de todos modos. O tal vez lo hizo por eso mismo.

Así que ahí estaba: la idea de robar un banco, y el conocimiento de que no éramos ladrones, sino cineastas. Pero ¿y si filmábamos la película entera en una sola toma, la hora antes del robo y la hora después? Así conocemos a los personajes, oímos sus historias, sentimos sus esperanzas, su desesperación, su ansia de hacer algo que los definirá, algo que los cambiará a todos. Asimismo, ¿cómo es que hay tantas películas sobre atracos a bancos y aun así muy pocas consiguen hacerte sentir la experiencia?

¿Y no es esa, en el fondo, la finalidad? No es el robo. No es una película sobre un robo. Ni siquiera una película sobre un robo sin cortes. Sino el viaje.

Cuanto más pienso en ello, más me convenzo de que ese es el motivo por el que vemos películas: en el fondo lo importante no son las historias, la acción, los chistes y los personajes, sino el ir a algún sitio y hacer lo que no se puede hacer, exigirlo todo, ¡aquí y ahora!


Entrevista con Sebastian Schipper

P: ¿Qué hace Victoria en Berlín, en una discoteca ella sola? ¿Podría presentarnos a su personaje principal y hablarnos un poco de sus circunstancias?

R: Victoria ha sido una buena chica toda su vida. Siempre cumplido las normas y ha estudiado mucho, pero de repente se ve sin nada. Después de 16 años practicando piano siete horas al día, todos los días, le dicen que no es lo bastante buena y que se vaya a casa, que ya no la necesitan ni la quieren. ¿Podría representar ella lo que puede ocurrirle a la clase media? ¿Que, aunque sigamos las reglas, con frecuencia parece que la gente que dirige las cosas cada vez tiene menos interés en respetar cualquier norma o guía moral? Puede ser. Por lo menos así es como creo que se siente. Puede que ella ni siquiera sea consciente de ello, de esa profunda frustración, esa sensación de haber hecho algo mal, y al mismo tiempo culparte a ti mismo de todo, achacándolo a tu falta de talento y dedicación: "¡Ni has trabajado ni te has esforzado lo suficiente!", y que en el fondo, todo es culpa tuya. Esa es Victoria.


P: ¿Qué motivó su decisión de hacer que su joven heroína fuera una chica española, una extranjera que vive en Berlín, en lugar de una alemana? ¿Victoria y Sonne representan ciertos aspectos de un Berlín en pleno cambio?

R: En la narrativa general, Alemania es la alumna rica y sobresaliente de Europa. España no parece estar al límite como Grecia pero, aun así, las noticias de jóvenes españoles con pocas o ninguna perspectiva se han vuelto frecuentes. Es gente joven que no sabe qué hacer, adónde ir o cómo labrarse un futuro. Y, ciertamente, incorporar todos estos aspectos influyó en mi decisión de que la protagonista viniera de España. Al mismo tiempo también quería mostrar que la situación en Alemania dista mucho de ser perfecta. Para los jóvenes la vida también es un enorme desafío, especialmente si no vienes de una familia acomodada. Pero, por encima de todos esos aspectos, me interesaba la solidaridad incondicional que comparten los jóvenes entre sí. El modo de actuar por defecto parece ser: "Te ayudo. Me gustas. ¿Quién eres? ¿De dónde eres?". Para mí es muy conmovedor y esperanzador —y sobre todo muy real—, no es tan solo un concepto bonito.


P: ¿Cómo eligió a Laia Costa como Victoria? ¿Y cómo acabó decidiéndose por Frederick Lau (Oh Boy, La Ola) para interpretar a Sonne?

R: Tras una desagradable conversación telefónica con un agente de casting extremadamente esnob, tuvimos la suerte de hablar con Luci Lenox en España. A mitad de la conversación dijo: "Laia Costa". Le pedimos unos cuantos nombres más pero, en cuanto vimos el material de Laia lo supimos, habíamos encontrado a Victoria. Para mí Freddie Lau es el actor más fascinante de Alemania ahora mismo. Tiene el potencial de convertirse en un Jean Gabin. A veces veo algo de Brando en él. Es un fiera. El cine está hecho para él, y él es de lo que está hecho el cine de verdad.


P: ¿Se inspiró directamente en películas sobre jóvenes enamorados, o en situaciones que evolucionan rápida y peligrosamente, o en personajes que se meten en situaciones que les sobrepasan? ¿Y qué hay de películas con robos y persecuciones por la ciudad?

R: No, en absoluto. Nunca he estado más lejos de "inspirarme" en otra película de lo que he estado con Victoria. Porque en realidad no hay punto de referencia. ¿Una película en una sola toma? ¿No de las de "mentirijillas", sino haciéndolo de verdad? Más allá de eso nuestra idea era no crear una película de "yo también". No queríamos subir a un árbol que ya se hubiera trepado miles de veces —¡un árbol seguro!—. La mayoría de las películas que vemos anhelan ser como sus ídolos. Casi todas las películas de mafiosos quieren ser como El Padrino. A El caso Bourne le han salido muchos, muchos vástagos. Pero ni siquiera pensábamos en "la película": queríamos crear una experiencia para el público, pero para conseguirlo el primer paso era crearla para nosotros. Los actores. A veces abordábamos la película como un subproducto de la experiencia que habíamos creado. Y, de alguna manera, también sabíamos que teníamos que abandonar el "producto" para producir algo que tuviera un sabor, olor y tacto únicos.


P: ¿Qué impresiones o vibraciones de Berlín espera que destile su película?

R: No pretendo venderle Berlín a nadie. Me encanta la ciudad. Para mí es el mejor lugar del mundo. Pero no es mi propósito. Asimismo, ¿es Berlín el escenario perfecto para la historia? Sí. Absolutamente. Para mí esta ciudad aún es la definición de "aquí y ahora".


P: ¿Por qué rodar esta película en una sola toma y no de una forma más simple y tradicional? ¿Es una reacción al estado actual del cine y los gráficos por ordenador, donde lo imposible es casi ordinario?

R: Estar en contra de algo es una motivación que no te lleva muy lejos, o a ningún lugar bueno. Preferiría tratar de filmar algo que valiese la pena filmar. ¿Sabes? No me importa que la gente juegue a Candy Crush… Bueno, miento. Lo odio. Probablemente porque yo mismo siempre corro el riesgo de perder el tiempo en cosas como esa… ¿Cómo podría decirlo? Vale, una de mis citas favoritas de todos los tiempos: "No quiero comodidad. Yo quiero a Dios, quiero la poesía, quiero el verdadero peligro, quiero la libertad, quiero la bondad, quiero el pecado". Aldous Huxley —UN MUNDO FELIZ.

¡Eso son las películas! ¡Eso es el cine! Por eso vamos. Pero la mayoría de las veces lo que se nos ofrece es comodidad. Más, y más, y más. Victoria no es el Candy Crush. Es poesía, peligro, libertad y pecado.


P: ¿El guion era tan preciso y coreografiado como debía ser el rodaje? ¿O la narrativa y la historia evolucionan mientras trabaja en la película, ya sea en el desarrollo, la preproducción o durante el rodaje mismo?

R: No había guion. Teníamos doce páginas. Escribimos las escenas, localizaciones y las acciones generales de los personajes. Todo lo demás, especialmente el diálogo, fue improvisado. Pero al mismo tiempo esto no describe realmente lo que hicimos en absoluto. Dado que rodamos la película en una sola toma —y sí, lo hicimos más de una vez—, pudimos ver la película completa muy pronto. Luego, tuvimos la oportunidad —y el desafío— de desarrollar las ideas, los personajes, el argumento y las motivaciones, mucho antes que en un rodaje clásico. "Cocinamos", allí mismo y en ese momento, en un plato muy caliente. Porque sabíamos que todas las decisiones debían tomarse y ejecutarse en el mismo momento y, sobre todo, que eran definitivas. El pánico, el miedo, la adrenalina, la euforia interminable cuando supimos que lo habíamos conseguido. Así pues, es más que una ocurrencia decir: "Este film no es una película; no va sobre el robo a un banco. Es el robo a un banco." Nos hemos ganado esa frase.


P: ¿Cómo ensayaron para esta película? ¿Estaba todo exhaustivamente preparado y ejecutado a la perfección, o formaba parte del plan también dejar lugar a la improvisación?

R: Ambas cosas y ninguna. No quiero entrar en muchos detalles, pero sí, nada tiene que ser ensayado con tanta precisión como la improvisación.


P: ¿Cómo consiguió gestionar toda la acción y las distintas localizaciones, mientras dirigía al mismo tiempo a los actores, y se aseguraba de que el equipo podía lidiar con los aspectos técnicos de la producción?

R: No lo sé. Sinceramente, echo la vista atrás y recuerdo el momento del rodaje, fue la única vez en mi vida que he sentido una pérdida de control total, lo cual no es muy agradable para los directores. Estamos acostumbrados al control y nos gusta controlar cuánto sonríe un actor, mueve sus manos, o hasta qué punto su susurro tiene algo de su voz real, o si es demasiado suave y apenas puede oírse. Les hacemos repetir estas cosas hasta el punto en que olvidan no solo de qué trata la escena o la película, sino de dónde han nacido. ¿Pero aquí? Todo eso, fuera. Por completo. Fuera. Es inútil. No se podía controlar nada. Así que tuve que aprender a hablar como un entrenador. Solo tenía los 15 minutos del tiempo de descanso.

¿Experimentamos esos clásicos momentos en los que el entrenador da un discurso en el vestuario, preguntándose si a los jugadores les queda una pizca de orgullo, o si la ridiculez que ha presenciado es todo lo que tienen que ofrecerle al partido, al mundo, a sus vidas? Bueno, prefiero que seáis vosotros quienes juzguéis eso.


P: La música es muy evocadora. ¿Puede decirnos qué le llevó a colaborar con el compositor Nils Frahm?

R: Sinceramente, tuve la suerte del tonto que se va a pasear y encuentra oro, pero mejor, porque alguien —es decir, mi supervisor musical— me entrega un lingote de oro y me dice: "¡Ahí tienes!". Tonto: "No sé si esto me servirá...". Supervisor: "Bueno, quédatelo y ya verás…".


Sebastian Schipper (director)
Nació el 8 de mayo de 1968 en la ciudad alemana de Hannover. Tras estudiar Interpretación en la Escuela de Artes Escénicas Otto Falckenberg de Munich, pasó a formar parte del grupo de teatro Munich Kammerspiele durante dos años y empezó a escribir y dirigir sus primeros cortometrajes.

A lo largo de su carrera como actor ha participado en películas de Sonke Wortmann, Tom Tykwer (Corre Lola, corre, 1997), Romuald Karmakar (Nightsongs, 2004) y Anthony Minghella.

En 1998 obtuvo el Premio de cine alemán, por Gigantic, su primer largometraje como director y guionista. Desde entonces, ha dirigido Un amigo mío (2004), Sometime in August (2008) y Victoria, presentada en la Sección Oficial de la Berlinale 2015 y por la que recibió seis Premios Lola, incluido el de mejor director.

FILMOGRAFÍA como director
2015 - Victoria
2008 - Sometime in August
2004 - Un amigo mío
1998 - Gigantic


Festivales y premios
2015 Festival de Sitges
Sección Oficial Fantástica

2015 Festival de Berlín
Oso de Plata a la contribución artística sobresaliente (ex-aequo)

2015 PREMIOS LOLA (Premios del cine alemán)
Mejor Película
Mejor Director (Sebastian Schipper)
Mejor Actor (Frederick Lau)
Mejor Actriz (Laia Costa)
Mejor Foto (Sturla Brandth Grøvlen)
Mejor Música original (Nils Frahm)

2015 Beaune International Thriller Festival
Gran Premio

2015 Vilnius International Film Festival
Mejor Película