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  Lío en Broadway  (She's funny that way)
  Dirigida por Peter Bogdanovich
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Lío en Broadway significa el retorno a la gran pantalla que tanto se ha estado esperando de uno de los más reconocidos cineastas de su generación: Peter Bogdanovich. Tras doce años de ausencia, en los que ha dirigido tres filmes para televisión y el documental Runnin' Down A Dream: Tom Petty and the Heartbreakers, así como la revisión completa y ampliación de su muy valorado documental Directed by John Ford, el realizador también ha actuado en Los Soprano en un papel frecuente, y en varios largos, además de publicar dos libros más sobre cine, siendo uno el best seller 'Who The Hell's In It'. Con Lío en Broadway, Bogdanovich vuelve a la comedia, en la que fue tan apto con sus primeros clásicos: los grandes éxitos de crítica y público ¿Qué me pasa, doctor? y Luna de papel, así como los filmes de culto Todos rieron y ¡Qué ruina de función!

Igual que Todos rieron, Lío en Broadway se rodó primorosa y enteramente en su ciudad natal: Nueva York, desde su vertiente más romántica. Conocido por su labor ejemplar con los actores, desde su galardonada irrupción con La última película hasta el que era su último largo, El maullido del gato, para Lío en Broadway, Bogdanovich ha reunido un reparto de conjunto estelar capitaneado por Owen Wilson, Imogen Poots, Jennifer Aniston, Will Forte, Kathryn Hahn y Rhys Ifans, todos en lo mejor de sus carreras.

Lío en Broadway es una comedia romántica clásica con toques de comedia screwball igualmente clásica en el mejor sentido de la palabra. Pese a tratarse de personajes, situaciones, y escenarios modernos, se trata de un film que rememora lo emblemático del género en los días de apogeo de Hollywood de los treinta y cuarenta, rebosantes de ingenio chispeante, encanto, y sofisticación en medio de las premisas y las situaciones más alocadas.

La película se centra en Isabella "Izzy" Patterson (Imogen Poots), una meretriz nacida en Brooklyn que aspira a ser actriz. Cuando le asignan un cliente en el Barclay Hotel de Manhattan, éste resulta ser Arnold Albertson (Owen Wilson), un célebre director teatral y cinematográfico que está a punto de hacer una nueva pieza en Broadway, y que le ofrece 30.000 dólares para que haga algo más con su vida. Como Arnold le explica, hay esa gente que va al parque y alimenta a las ardillas con nueces. Sin embargo, en ocasiones ¿por qué no alimentar con ardillas las nueces? Resulta que no es la primera vez que Arnold ha dicho eso a una meretriz. Isabella no es su primera ardilla y 'ardillas para las nueces' es una frase que resuena a lo largo de toda la película con grandes efectos cómicos.

Aunque Isabella está claramente estupefacta, acepta la oferta. Pero cuando procede, activa una cadena de sucesos que cambian también las vidas de todos cuantos se cruzan con ella: la esposa de Arnold y actriz de su pieza teatral, Delta Simmons (Kathryn Hahn); el coprotagonista de Delta, Seth Gilbert (Rhys Ifans), que rivaliza con Arnold por el afecto de Delta; el autor teatral Joshua Fleet (Will Forte), que se enamora de Isabella; la terapeuta de ésta, Jane (Jennifer Aniston), que resulta ser la compañera de Joshua; y el distinguido y apreciado juez Pendergast (Austin Pendleton), antiguo cliente de Isabella, obsesionado con ella. A la mezcla se suman los padres de Isabella (Cybill Shepherd y Richard Lewis), y un detective misterioso (George Morforgen), contratado por el juez, y que resulta ser el padre del autor Joshua Fleet. Para cuando el film va tocando a su fin, a través de una serie de encuentros y giros cómicos, nada será ya lo mismo para cada uno de ellos.

La historia se despliega con una estructura cruzada, mientras Isabella se sienta con una entrevistadora cínica (Illeana Douglas), calle abajo desde Hollywood y Vine, en Los Ángeles, y relata cómo ella, una chica de Brooklyn que trabaja como prostituta, deviene una estrella de cine. A través de la entrevista, vemos cómo va sucediendo todo, cómo su amor por las películas y sus sueños de Hollywood se convierten en realidad, igual que un cuento de hadas absurdo.

Peter Bogdanovich y su actual exesposa Louise Stratten concibieron la historia original para esta película, y escribieron el guión hace 15 años. En aquella época, Stratten iba a encarnar a Isabella Patterson, ahora interpretada por Imogen Poots, y John Ritter el papel de Arnold, a quien ahora da vida Owen Wilson. Pero tras la trágica y prematura muerte de John Ritter, Bogdanovich y Stratten decidieron aparcar durante un tiempo el guión y el proyecto.

Años más tarde, cuando Bogdanovich se hizo amigo de Owen Wilson, discutió con éste el papel de Arnold y el guión mientras se atracaban a ver Breaking Bad y Mad Men en la casa de Malibú de Wilson, y entonces decidieron resucitar el proyecto con Wilson comprometido como Arnold. Y así comenzó el camino de Lío en Broadway hacia la gran pantalla.

Stratten sugirió que Bogdanovich recurriera a dos de sus amigos, los célebres cineastas Wes Anderson y Noah Baumbach, y les pidiera que se involucraran como productores ejecutivos. "Leyeron el guión y dijeron que les gustaría contribuir en la realización" —recuerda Bogdanovich—. "Ambos son admiradores, y yo admiro sus trabajos. Somos muy amigos. Ellos me llaman 'Papi', y yo les llamo 'hijos míos' Hijo Noah e hijo Wes. Estamos muy unidos, y fueron de gran ayuda en lo que atañe a lograr la película. Al tenerles a bordo, pudimos hacernos con Owen y Jennifer Aniston. Quentin Tarantino leyó el guión hace mucho, cuando iba a interpretarlo John Ritter, y le encantó. Así que cuando le telefoneé durante la filmación y le dije: '¿Puedes hacer este cameo?' Cuando le informé de qué se trataba, se rió y me dijo: '¡Claro, lo haré! Sería estupendo aparecer en una película de Bogdanovich'. Y yo le respondí: 'Bueno, puedes hacerlo pasado mañana?'"

¿Cómo concibió Bogdanovich el proyecto en su momento? "Comenzó con dos cosas" —explica Bogdanovich—. "Entonces, el título era Squirrels to the Nuts, que ahora hemos cambiado; y luego estaba la idea de alguien dando dinero a una prostituta para ayudarle a que dejara de serlo. Yo mismo hice eso un par de veces en Singapur, cuando dirigía Saint Jack, durante la elaboración de reparto y la preproducción del film, que protagonizó Ben Gazarra como estafador y proxeneta de poca monta en el Singapur de los 70 que sueña con ser propietario de un burdel. Conocimos a prostitutas en activo para el film. Sentí pena por dos de ellas que parecía no querían hacer aquello, y a cada una les di dinero para que cambiaran de vida. Aquello devino una especie de impulso para el guión" —continúa Bogdanovich—. "Y me gustaba la frase 'ardillas para las nueces', porque siempre me ha gustado la película de Lubitsch de donde procede: El pecado de Cluny Brown, el último film de Lubitsch, uno de mis directores preferidos de siempre".

"Y así es como empezó" —recuerda Bogdanovich—. "Louise Stratten y yo hablábamos de escribir un guión juntos. Pasábamos por un momento difícil de nuestras vidas, así que decidimos escribir una comedia para animarnos".

Owen Wilson fue la primera persona que integró el reparto. Como explica Bogdanovich: "Es uno de los pocos actores actualmente que es una estrella de cine en el sentido de que dispone de una personalidad muy atractiva que se evidencia en todo cuanto hace. Me encanta hablar con él, y ser su amigo. Así que le propuse: '¿Te gustaría hacer esta comedia?' La leyó y opinó que había demasiado slapstick para su gusto. Quité la mayoría porque el slapstick había sido escrito para John Ritter, pues era su especialidad. A Owen, por otro lado, se le ocurrieron líneas de diálogo fantásticas. Improvisó mucho diálogo en la película que resulta muy divertido. No olvidemos que empezó como guionista de las tres primeras películas de Wes Anderson".

Cuando Jennifer Aniston apareció, era con la idea de que encarnara a Delta, esposa y actriz de Arnold. Pero como Bogdanovich explica: "No le interesaba interpretar a la esposa, aunque sí adoraba interpretar a Jane, la terapeuta. Traté de convencerle de que quizá Delta era más importante en la historia, pero ya había puesto su corazón en Jane. Así que finalmente dije: 'Vale, interpreta a Jane'".

"Y es muy buena, está maravillosa en ese papel" —prosigue Bogdanovich—. "Lleva una peluca que insistió en ponerse y que me gusta. Todo cuanto hizo me pareció bien. Creo que se trata de un gran trabajo. Para ella, significó amoldarse mucho a la interpretación. Jamás había hecho nada remotamente parecido. Básicamente, dio vida a una perfecta bruja. Y el público ríe cuando la ve en el papel porque sabe que no es así. Ésa es una de las razones por las que funciona la dinámica".

"Frank Capra me dijo algo interesante" —informa Bogdanovich, refiriéndose al legendario director—: "Confesó no saber por qué 'las películas desaceleran las cosas', de tal modo que si ruedas algo a velocidad normal, parecerá lento, pero si lo ruedas en alguna medida más rápido que a velocidad normal, parecerá normal. Así que si realmente quieres ir más rápido tienes que acelerar. Y tiene razón, absolutamente. Y eso es así quizá porque el cine es grandioso. Recuerdo cuando hicimos ¿Qué me pasa, doctor? Barbra Streisand dijo: '¿Podemos tomarnos un momento, aquí?' Y le repliqué: 'No habrá ningún momento en toda la película'".

"Estoy del todo satisfecho con Imogen Poots como 'Isabella'" —comenta Bogdanovich—. "Es una actriz extraordinaria. Y no había visto nada de ella antes de encontrarnos. Me pasaron una lista de chicas prometedoras. Me cité con cuatro de ellas en Los Ángeles; luego fui a Nueva York, Imogen oyó decir que queríamos conocerla. Estaba rodando un film en Atlanta y voló para verme. Nos encontramos en el Palm Court del Plaza Hotel, un tipo de lugar con regusto a antaño, y en cinco minutos supe que era la chica. No pasó por audición alguna, simplemente hablamos. Como persona era extravagante, pero no trataba de serlo. No era pretenciosa, ni se daba aires, ni hablaba de modo cursi... nada de eso. Sencillamente, era ella misma, es decir, extravagante. Reconocí eso al instante. Así que tras 20 minutos dije: 'Mira, no tendría que hacer esto, pero cuando salgas de aquí que sepas que el papel ya es tuyo. Me ocuparé de los detalles'. Y así fue".

"Y es realmente buena. Es muy, muy, muy buena. Y muy original. Es ella misma, no es como nadie más. El acento de Brooklyn siempre estuvo en el guión porque la chica en la que el personaje se basa ligeramente era una chica de Brooklyn que tenía ese acento. Le dije a Imogen que tenía que tener acento de Brooklyn, y lo trabajó a fondo. Tenía un instructor vocal; se lo tomó en serio y lo hizo muy bien, ¡y más siendo británica! Pero los británicos son actores excelentes en general. Son experimentados, tienen una cultura y una tradición que nosotros no tenemos, y son dinamita. Ella es un ejemplo".

"Sabía que Imogen aportaría una calidad genuina al papel de Isabella, con realismo, nada actoral" —informa Bogdanovich—. "Su extravagancia sin tratar de ser extravagante realmente funciona para el personaje. Y resulta enormemente atractiva y agradable. Asimismo es cautivadora sin ser Ava Gardner. De verdad que es atrayente y luce diferente cada vez que la miras. Y hace todo soberbiamente. Es una gran actriz, domina la pantalla. La cámara la quiere, como se suele decir."

"Creo que es un papel complicado que afrontar" —añade Bogdanovich—, "pero Imogen hizo que pareciera sencillo. Nunca me ocasionó el menor contratiempo. En cierto momento del film, cuando está en una audición por la pieza, cuando actúan como para una comedia, expreso: 'No, hemos de interpretar esta escena de audición de modo real'. Le dije que tenía que llorar porque el público equipara el buen llorar con la buena interpretación. Si puedes llorar, es que debes ser un buen actor. Así que exclamé: 'No tenemos mucho tiempo, ¡llora!' Y así lo hizo, al final de la escena seguía llorando, y lo hizo muy bien. Entonces, me acerqué a ella y le susurré: 'Ha estado muy bien, querida, pero has arruinado el rostro. Quiero que llores pero que sigas siendo atractiva' Y me respondió: '¡Jesús, Peter!' Y le repliqué: 'Puedes hacerlo. Llora con los ojos, no hagas caras. Y lo hizo."

Obviamente, una de las cosas que Bogdanovich también tuvo que considerar fue cómo trabajaría Imogen Poots junto a Owen Wilson. "Juntos, fueron insuperables" —comenta Bogdanovich—. "Realmente se gustaron y trabajaron muy bien. Y la química se percibe en pantalla. Pero Imogen trabajó bien con todo el reparto. Es una profesional, y gustó a todos, se llevó espléndidamente con todo el mundo. De verdad que, ante las cámaras, no hubo ningún estallido temperamental".