Gran Premio de la Semana de la Crítica - Festival de Cannes 2015.
Premio Fipresci - Festival de Cannes 2015.
Premio Horizontes - Festival de Cine de San Sebastián 2015.
Premio TVE Otra Mirada.
Premio EZAE de la Juventud.
Comentarios del director
No había visto la primera versión de La patota (1961), dirigida por Daniel Tinayre y protagonizada por Mirtha Legrand, hasta que me pidieron que realizara una nueva adaptación. Vi la película y decidí que ya tenía bastante. No quise volver a verla. Era suficiente. Algo en el personaje de Paulina era como una bofetada. Desde el principio, escribí pensando en Paulina, intentando entenderla, pero no tardé en comprender que no era posible. Paulina no necesitaba que se la entendiera, y eso era exactamente lo que me interesaba de esta película. Podía seguirla, estar con ella, pensar con ella, pero no debía intentar entenderla. No debía encerrarla con explicaciones. A Paulina la empuja una motivación por la supervivencia que casi roza lo irracional, y esa misma fuerza empuja la película, arrastrándonos. El otro personaje principal, que no tiene un papel tan importante en la primera película, pero que se hizo muy importante para mí, es el padre, el juez Fernando Vidal. Es un juez liberal, de mentalidad abierta, con un amplio bagaje político y de fuertes convicciones, que ha educado y modelado a su hija a su imagen. Los temas centrales de la película, la justicia, la marginalidad, el existencialismo, la violencia de género, el sistema de justicia entre delincuentes, la clase social, el perdón, se esconden y desarrollan entre dos puntos de vista, padre-hija, abogada-juez, mujer-hombre.
La versión original exploraba la idea del perdón a través de parámetros morales muy cercanos a la religión. No me interesa la religión, pero me di cuenta de que podía trabajar con los principales planteamientos de La patota desde otra perspectiva si construía una fábula con las convicciones políticas como núcleo. Llené el lugar ocupado por la religión en la película original con otra creencia: la ideología. ¿Hasta dónde pueden llegar las convicciones sociales? ¿Dónde está el límite de la ideología?
Paulina se embarca en una búsqueda personal planteándose esas preguntas. La búsqueda es únicamente suya, como el dolor que soporta. Lo que la une a otras mujeres que también han sido víctimas de la violencia es la misma pregunta dolorosa: ¿Cómo se sobrevive a esto?
Hace unos años rodé una película titulada El estudiante, en la que trabajé con un personaje que no creía en nada, un pragmático que seguía adelante sin preguntarse por qué pasaban las cosas. De algún modo, PAULINA es el opuesto complementario. Paulina cree... reflexiona, sabe por qué hace lo que hace, y de ahí surge el drama. En El estudiante, como en PAULINA, los personajes se transforman del todo. Y en ambas películas está la voluntad de examinar los mundos (sociedades) políticos desde una perspectiva contemporánea.
Uno de los desafíos de PAULINA es preguntarnos cómo se respetan las decisiones con las que no estamos de acuerdo. Es fácil respetar las decisiones que también tomaríamos, pero es casi imposible intentar entender lo que nos parece equivocado. ¿Por qué toma Paulina semejante decisión? ¿Qué busca? ¿Qué quiere demostrar? Nos hicimos estas preguntas regularmente durante todas las etapas de la película, y seguimos sin tener la respuesta. Espero que el espectador también se haga estas preguntas. Es difícil encontrar una respuesta, interpretar su decisión, tan difícil como interpretar la violencia que la hace ser como es en un mundo donde las instituciones apenas sirven para frenar, en un mundo incapaz de aportar respuestas, donde la violencia aparece con o sin motivo.
¿Qué puede hacer el cine con todo esto? Muy poco, probablemente nada. Solo ofrecer imágenes, crear ficciones, concretizar ideas, plantear preguntas... En otras palabras, construir un territorio desde donde podamos observar y dar pie a un pensamiento. Quizá ya sea algo.
Biografía del director
Santiago Mitre nació en Buenos Aires en 1980 y estudió en la Universidad del Cine (FUC). En 2004 codirigió con Alejandro Fadel, Martín Mauregui y Juan Schnitman El amor (1º parte), un largometraje presentado en el BAFICI (Buenos Aires Festival de Cine Independiente) y en la Semana Internacional de la Crítica del Festival de Venecia.
Empezó a escribir para la gran y la pequeña pantalla en 2006. Ha escrito tres largometrajes para Pablo Trapero, Leonera (Selección Oficial, Cannes 2008), Carancho (Una cierta mirada, Cannes 2010) y Elefante blanco (Una cierta mirada, Cannes 2012).
En 2011 cofundó la productora independiente La unión de los ríos, a través de la que produjo su primer largometraje en solitario, El estudiante. La película fue invitada a más de treinta festivales y cosechó numerosos galardones, como el Premio Especial del Jurado (Cineasti dei Presente) en el Festival de Locarno, el Premio a la Mejor Película en los festivales de Gijón y de Cartagena, así como el Premio FIPRESCI a la Mejor Película Argentina de 2011.
En abril de 2013 presentó en el BAFICI el mediometraje Los posibles, codirigido con Juan Onofri Barbato, mezcla de cine y teatro, de cámara y danza.
PAULINA es su segundo largometraje como guionista y realizador.
Filmografía
2015 - PAULINA - Semana de la Crítica en el Festival de Cannes
2006 - EL ESTUDIANTE - Premio Especial del Jurado en el Festival de Locarno - Festival de Toronto - Festival de Londres (BFI) - Premio Especial del Jurado y Mejor Fotografía en el BAFICI
2004 - EL AMOR (1ª PARTE) (Colectivo) BAFICI - Semana de la Crítica en el Festival de Venecia
Han dicho
VARIETY - Ben Kenigsberg- "PAULINA es una provocativa, aunque no siempre convincente parábola del argentino Santiago Mitre, su segundo largometraje después de El estudiante. Una feroz interpretación por parte de Dolores Fonzi, en el papel principal, mantiene la coherencia de esta fascinante película que será percibida de formas muy diversas por los espectadores, ya que esa es la intención del realizador".
HOLLYWOOD REPORTER - David Rooney - "El director argentino firma un drama reflexivo centrado en una maestra con profunda conciencia social cuya reacción ante una violación desafía la comprensión.Sostenida por una poderosa interpretación muy interiorizada de Dolores Fonzi en el papel principal, PAULINA deja de lado las respuestas directas y favorece una observación que plantea un sinfín de preguntas. Es posible que algunos sientan que la sutil intensidad les distancie de la brutalidad del acontecimiento central de la trama, pero la película muestra con profunda emoción la forma en que una mujer encaja una violación en el marco de sus convicciones sociales"
F.N. - Le Monde - Francia- "La patota es un film apasionante". "Hacía falta una actriz extraordinaria para hacer de esta película algo que no fuera simplemente un alegato político en favor de los marginados. Con infinita generosidad, Dolores Fonzi, nos permite comprender el progreso de un pensamiento con el cual la película se materializa".
Julien Gester - Liberation - Francia - "La bella obstinación". "Paulina, es de una terquedad que la excelencia de Dolores Fonzi encarna maravillosamente con su mirada tensa". "Santiago Mitre, un talento, y un personaje, al que hay que seguir".
Olivier Père - Arte France - "Santiago Mitre, confirma con su segundo film un talento y unas ambiciones singulares. No teme a enfrentarse a cuestiones éticas a través de ficciones clásicas, en el contexto de la sociedad argentina moderna".
"La Patota es un fresco sobre el tema de la convicción y se une a otro celebre film, Europa 51 de Roberto Rossellini, con su personaje de la santa atea interpretado por Ingrid Bergman, gran inspiración para la heroína retratada por Mitre."
Charles Tesson - Director general de La Semaine de la Critique de Cannes - "Después de la magnífica El estudiante, Santiago Mitre regresa con La Patota. Esplendido retrato de una mujer que tiene que enfrentarse a sus propias creencias. Siguiendo su frenético viaje, la película es también una reflexión, luminosa e inteligente, sobre política y justicia".
Nathalie Simon - Le Figaro - Francia - "Santiago Mitre no hace política, está más interesado en las decisiones de vida que pueden influir en una existencia entera, en una forma de justicia humana." "Es eficaz, uno puede no entender a Paulina, pero se identifica con ella, y tiene agallas".
Transit - España - "¿Hasta dónde estamos dispuestos a llegar para transformar la sociedad? ¿En qué momento nuestros discursos progresistas se vuelven hipócritas a causa de nuestras acciones? ¿Somos capaces de respetar la libertad individual cuando esta no se ajusta a nuestra visión de las cosas? No hay respuestas fáciles, pero el compromiso radical del personaje de Dolores Fonzi pone el dedo en la llaga."
Nicolas Bardot - Film de Culte - Francia - "Paulina va a toda marcha y en todos los niveles. En primer lugar, porque esta segunda película es más ambiciosa y aún más exitosa [que su primer largometraje El Estudiante]". "Con una construcción sorprendente, Paulina es un verdadero éxito".
CLARIN - Pablo o. Scholtz: "Si bien, como El estudiante, La patota es un filme político, y social, la historia comienza a la inversa. No es un joven del interior que se inserta en el mundo universitario, sino que es una joven de ciudad que va a una escuela de campo. Y lejos de hacer un estudio de campo, Paulina vivirá en carne propia las desigualdades, pero con sus convicciones inamovibles.
La patota está inspirada libérrimamente en la película de Daniel Tinayre de 1960, con Mirtha Legrand, pero sería un error creer que lo religioso y místico está ausente, porque Paulina está por tener una suerte de conversión. A la Paulina que crearon Santiago Mitre y Mariano Llinás en el guión deberían entenderla más que juzgarla. La clave está en ese plano secuencia de ocho minutos con que abre, y que merece un párrafo aparte.
Si la primera escena es la que marca un tono en una película, Mitre decidió enfrentar los pensamientos, las convicciones (término este que es ineludible en estos personajes, una y otra vez) y los sentimientos de Paulina y su padre juez, en un desafío dialéctico elocuente y cínico. Hay chicanas, y hay tozudez, pero Mitre hace que el debate político y social sea creíble. Piense el lector en cuántas películas ha tenido esa oportunidad y verá que La patota ya va aclimatándolo para lo que vendrá.
No está construida como un drama en el que la violencia hacia la protagonista sea el centro, porque donde Mitre afila el lente es en las resoluciones que Paulina quiere tomar. La violación viene seguida de un embarazo. Mitre pone al espectador constantemente en guardia, incomodándolo con los planteos morales. Por aquello de que a Paulina convendría entenderla antes que juzgarla, son sus encuentros/enfrentamientos con su padre los que más rispidez y tensión, pero mejor resultado obtienen en pantalla.
Así, el eje está en Paulina y no en la patota y sus integrantes individualmente. No es que no tengan su peso en el relato, pero Mitre la privilegió, no eligió el costado amarillento o si se quiere hasta de thriller, porque lo que su película busca es la reflexión, no la aceptación.
Idealismos políticos, militancia, las apariencias, el adaptarse o no a las reglas, la posición de un padre ante su hija, la necesidad de justicia, el revanchismo, el poder y la solidaridad, todo se conjuga en el filme, en el que Dolores Fonzi interpreta y no actúa, y Oscar Martínez da la bravura que el rol necesitaba. Porque sus personajes obedecen al principio de acción y reacción.
No es La patota un 'filme de actores', pero los necesita, y Mitre supo dirigirlos. Tal vez el papel del novio de Paulina (Esteban Lamothe, protagonista de El estudiante y cara repetida, pero no gastada, del cine nacional en los últimos meses), como el del líder de la patota hubieran merecido algo más de desarrollo. O la presentación en la escuela de Paulina, contada desde dos puntos de vista, pudieron tener mejor resolución. Pero son formalismos, y lo que prima en La patota es el debate, entre generaciones, pero también el interno que deja al espectador con un gusto amargo... hasta que elucubre acerca del perdón, y la culpa".