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  El apóstata  (The apostate)
  Dirigida por Federico Veiroj
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Sección Oficial del Festival de San Sebastián 2015.

Comedia dramática dirigida por Federico Veiroj, quien ya ha participado en el festival de San Sebastián con sus dos películas anteriores: Acné, su opera prima (Horizontes Latinos) y La vida útil (Cine en Construcción).

El reparto está encabezado por Álvaro Ogalla, Marta Larralde, Bárbara Lennie, Kaiet Rodríguez, Andrés Gertrudix y Joaquin Climent entre otros. Además, Vicky Peña cuenta con una participación especial.


Notas del director

Sobre la idea original
La historia está basada en episodios de la vida de mi amigo madrileño, Álvaro Ogalla, que conocí mientras viví allí una parte importante de mi vida. Al tiempo que Álvaro hacía los trámites para apostatar, algunos aspectos de su vida personal iban apareciendo para afirmar y al mismo tiempo contradecir lo que él pretendía hacer. De primeras esto me sedujo. Sentí que había una historia hermosa para contar porque simbólicamente, lo que Álvaro pretendía era modificar su pasado; y al ser esto imposible y por lo tanto una fantasía, internamente se convirtió en un desafío súper tentador para hacer una ficción con toques de fábula.

Sobre trabajar con un actor natural
Una vez que decidimos que el personaje lo interpretaría el propio Álvaro - sin formación en actuación -, supe que el resultado tenía que ser tan peculiar como él mismo. Sus gestos, su mirada, su deseo y violencia contenida y su aspecto aniñado, eran potentes ingredientes que yo contaba de primeras para darle vida en la pantalla al personaje de Tamayo. Y lo que hice fue intentar mostrar el amplio abanico de expresiones y emociones que conocía de él. Creo que el resultado final tiene la gracia, la seducción, y la profundidad ideal para un personaje que curiosea durante toda la película. El personaje de Tamayo hace un recorrido regresivo de su propia vida, un
tarea difícil para un actor. Confié en otras experiencias de trabajar con actores naturales combinados con actores profesionales, y el objetivo fue lograr un personaje que generase constante interés en el espectador; personalmente creo que Tamayo es un personaje inolvidable. Qué gran debut actoral!

Sobre qué película quería hacer
Durante el proceso de escritura tuve claro que quería hacer una película luminosa, esperanzadora, graciosa, y que jamás perdiera profundidad. Pero al ser una gran lotería realizar una película, era imposible saber si mis ideas iban a resultar. Trabajamos junto a todo el equipo creativo de la película en una narración que pudiese incluir todos esos aspectos, y sin olvidar la gran convicción de Tamayo que es el hilo conductor de la película. Cuando se colaba su pasado o sus delirios fantasiosos, pretendimos que nunca se perdiera el foco de aquello de que gobernaba a Tamayo: su deseo de transformación. Un genuino deseo que se manifiesta a través de sus grandes renuncias y que yo interpreto como épicas conquistas.

Sobre el por qué de filmar en España?
La ambigüedad del propósito de apostatar de mi amigo Álvaro, un español nacido en los años 70 -casi al final de un período histórico que marcó la vida de varias generaciones, me convencieron que había que hacer esta película allí. Para hablar de algunos conflictos universales como la crisis de madurez de Tamayo, su relación con las instituciones tradicionales, era necesario situarlo en un país tan convulsionado como lo fue y sigue siendo España. Siento que allí hay una gran mezcla de culpa, placer y del peso de las tradiciones; todos elementos necesarios y que tenían que habitar la narración de esta película. A todo lo anterior se suma que siento a Madrid como mi propia casa ya que viví una parte importante de mi vida allí; y también me seducía la idea de filmar en el país de donde provienen mis antepasados. En resumen, era el único sitio donde yo sentía que podía hacer esta película.

Sobre el proceso de escritura
A pesar de haber sido el motor de la escritura en todas las instancias de trabajo, ha habido aportes fundamentales que nos han servido para dar forma al guión final. Álvaro Ogalla con sus cartas que dieron inicio a la escritura de la historia, los aportes en la estructura en la fase de tratamiento de Nicolás Saad, la profundidad del personaje que emergió en el trabajo con Gonzalo Delgado. Durante todo el proceso ha sido fundamental dejarnos llevar por la libertad del personaje de Tamayo y eso es lo que ha dado pie a que creciera la fantasía que siento que es un aspecto crucial de la narración, y confío en que haga disfrutar la película. Poco antes de rodar, hemos modificado estructura y algunos personajes con el director de fotografía Arauco Hernández y Gonzalo Delgado - que para ese tiempo ya tenía la doble función de coguionista y director de arte -. Y finalmente en el montaje se terminó de armar la voz en off que era algo que estaba desde el inicio del guión y siempre supimos que la retocaríamos hacia el final. Así fue, y la escritura final del off recibió sabios aportes del productor y montador Fernando Franco. Más allá de definir como 'abierto' o 'cerrado' el proceso de escritura, creo que lo que realmente lo ha caracterizado ha sido su capacidad de transformación durante la realización.

Sobre la música
La música está trabajada en todos los casos para acompañar y enfatizar las emociones de cada una de las escenas en las que aparece. Pensé en la variedad de estilos musicales como si fuesen las distintas capas de la personalidad de Tamayo. Creo que es un privilegio enorme poder tener al piano a Federico García Lorca en el Romance de los Pelegrinitos que da inicio a la película, y que presenta al personaje de Tamayo. A su vez, hay música incidental clásica y orquestada, tomada de documentales color del NoDo, Noticiarios y documentales, hechos en España entre 1943 y 1981. También hay una canción de la agrupación vasca Lisabö, que tiene una potencia y una modernidad asombrosa. Mezclado con todo lo anterior hay fragmentos de obras del compositor ruso Prokofiev que funcionan como contrapuntos. También en dos ocasiones se escucha flamenco; la primera, interpretada en escena por Israel Fernández al cante y al toque por Rafael Rodríguez 'El cabeza'. Y al final, se escucha Estrella de Enrique Morente, que creo que le da un fantástico sentido a toda la película.

Libros, películas, canciones
Me es imposible no estar marcado por libros, películas o canciones que a la hora de trabajar en el proceso de hacer una película, salen a la superficie. En este caso hay un libro fundamental de Benito Pérez Galdós llamado El audaz, historia de un radical de antaño que es de un humor magistral e incluso hemos tomado algunos pasajes de texto para las escenas del Obispo. Luego hay algunas películas que me han inspirado como La prima Angélica (Saura) porque me gusta mucho la relación entre pasado, fantasía y presente. Opera prima (Fernando Trueba) es otra película española que me acompañó en el proceso y también narra la relación de un joven con su prima. Luego, L'udienzia de Marco Ferreri me ha ayudado mucho a comprender el grado de convicción de nuestro Gonzalo Tamayo. A su vez, siento cercanas a El proceso de Orson Welles, The Road de Omirbayev, las primeras películas de Zanussi, y algunas maravillosas caras de Fernando Rey en películas de Buñuel; todas ellas han sido muy inspiradoras. Mientras escribíamos la película con Álvaro Ogalla, la imaginábamos al ritmo del flamenco de Manitas de Plata – que finalmente no entró en la banda sonora de la película - e increíblemente falleció el último día de nuestro rodaje.