Los cuatro veces oscarizados JOEL y ETHAN COEN (No es país para viejos, Valor de ley, Fargo) escriben y dirigen ¡AVE, CÉSAR!, una comedia acerca de los últimos años de la edad de oro de Hollywood con un reparto encabezado por JOSH BROLIN (No es país para viejos), el oscarizado GEORGE CLOONEY (Gravity), ALDEN EHRENREICH (Blue Jasmine), RALPH FIENNES (El gran hotel Budapest), JONAH HILL (El lobo de Wall Street), SCARLETT JOHANSSON (Lucy), la oscarizada FRANCES MCDORMAND (la miniserie "Olive Kitteridge"), la oscarizada TILDA SWINTON (Michael Clayton) y CHANNING TATUM (Magic Mike).
Producen la comedia Joel y Ethan Coen a través de su empresa Mike Zoss Productions, con TIM BEVAN y ERIC FELLNER (La teoría del todo, Los miserables), de Working Title Films, con los que han trabajado desde la oscarizada Fargo.
Los colaboradores habituales, así como algunos miembros nuevos, se unen a los hermanos para dirigir el equipo técnico encabezado por el director de fotografía ROGER DEAKINS (No es país para viejos, Skyfall), nominado a trece Oscar; el diseñador de producción JESS GONCHOR (Un tipo serio, Valor de ley); el montador RODERICK JAYNES (No es país para viejos, Valor de ley); la diseñadora de vestuario MARY ZOPHRES (No es país para viejos, Interstellar), y el músico CARTER BURWELL (Valor de ley, Carol).
La producción ejecutiva corre a cargo de ROBERT GRAF (No es país para viejos, Valor de ley).
Bienvenidos a Hollywood: Empieza ¡Ave, César!
¡AVE, CÉSAR! es un homenaje a la era dorada de Hollywood, una carta de amor a los grandes estudios de entonces salpicada con un toque de ironía. La película es un canto a la factoría de sueños, al tiempo que abre el telón para revelar el poco halagador funcionamiento de la industria del cine en su apogeo.
La comedia transcurre en los años cincuenta, un periodo en el que la espléndida fachada de la industria cinematográfica empezaba a agrietarse. Los grandes estudios se habían visto obligados a vender una de sus grandes bazas, las salas de cine, y se enfrentaban a la llegada de un nuevo rival, la televisión. Tampoco eran ajenos a los cambios políticos y sociales posteriores a la II Guerra Mundial, entre los que podemos incluir la histeria producida por el "peligro rojo" y la Guerra Fría.
Hollywood respondió a las amenazas, reales o imaginarias, ofreciendo al público enormes producciones escapistas, como las epopeyas bíblicas, con miles de figurantes en pantallas panorámicas, atrevidos musicales en tecnicolor, auténticos espectáculos acuáticos al estilo de Busby Berkeley, así como un sinfín de películas del Lejano Oeste y sofisticados dramas de salón.
La maquinaria, perfectamente engrasada, funcionaba como un feudo propiamente dicho, con los jefes de los estudios controlando cualquier aspecto de la vida profesional y privada de los actores. Las carreras se modelaban a medida. Las estrellas aparecían en las películas escogidas por los jefes, se les indicaba cómo vestirse y con quién debían salir. Era inevitable que algún actor o actriz se rebelara e hiciera de las suyas. En ese caso, los estudios tenían un "fixer", alguien que se dedicaba a disimular la indiscreción del artista en cuestión para que el público no se enterase.
No importaba el coste, ante todo había que mantener la ilusión del glamur.
"Hoy en día estamos acostumbrados a saberlo todo de las estrellas y las celebridades, a escarbar en los oscuros pozos de sus vidas privadas", dice Scarlett Johansson, que encarna a DeeAnna Moran, una estrella acuática de cine libremente basada en Esther Williams. "Pero entonces, el público quería creer que las estrellas eran tan ideales como la imagen que se daba de ellas. Los estudios hacían todo lo posible para proteger a sus 'posesiones'. Los actores eran una propiedad: firmaban contratos que les ataban para toda la vida a un solo estudio, que podía 'prestarlos' a otro estudio. El sistema tenía su lado bueno y malo. Por una parte, los estudios cuidaban de sus actores; por otra, podía llegar a ser sofocante".
En aquella época había hombres que se dedicaban a proteger a las estrellas, como Eddie Mannix, el solucionador de problemas del ficticio estudio Capitol Pictures. El personaje es una fusión entre el auténtico Eddie Mannix y Howard Strickling, los famosos "fixers" de MGM. En la película, Mannix, que había sido portero de cabaret, se pasa el día apagando incendios: desde algún desliz sexual, hasta convencer a líderes religiosos para que aprueben el último gran espectáculo bíblico. "Su trabajo consistía en rescatar a un actor en plena borrachera en San Diego y pagar a todos a los que había ofendido, o convencer a alguien gay para que se casara", explica Ethan Coen.
La idea de ¡AVE, CÉSAR! nació hace más de diez años, según cuenta George Clooney, el oscarizado actor que da vida al vanidoso y malcriado Baird Whitlock, el protagonista absoluto de la epopeya bíblica "¡Ave, César!", que da título a la película real.
George Clooney estaba trabajando en otra película de los Coen cuando le hablaron del proyecto. "Me preguntaron si me apetecía hacer el papel de un actor al que secuestran", recuerda. "Habían escrito unas tres páginas con unos diálogos sensacionales. Dije que sí sin pensarlo".
Pasaban los años y siempre que algún periodista le preguntaba qué proyectos tenía en mente, salía a relucir ¡AVE, CÉSAR! "Incluso apareció en IMDB", dice el actor, "pero no había guión, esa era la pega".
Joel Coen confirma lo anterior: "Es verdad. Al final, con tanta gente preguntándonos por la película, decidimos sentarnos y empezar a escribir el guión. Además, el tiempo apremiaba. Si esperábamos más, todos los actores que queríamos estarían demasiado viejos para los papeles", añade, riendo.
A pesar de destapar el lado más hipócrita del sistema de estrellato de los grandes estudios, los hermanos Coen también muestran su respeto y admiración por el profesionalismo y la habilidad que caracterizaba la edad de oro de Hollywood. Seguimos las vidas en y detrás de la pantalla de las personas a las que Mannix protege a través de varios rodajes en los platós de Capitol y en decorados naturales en Los Ángeles y alrededores.
Eric Fellner se sintió afortunado de volver a trabajar con los Coen: "Tim y yo tenemos la suerte de llevar años colaborando con Joel y Ethan. Esta película no solo puede considerarse como la culminación de su trabajo, también refleja el afecto que sienten por la industria. No me extraña que muchos de sus actores favoritos quisieran ser parte del proyecto. Apreciamos el cuidado con que tratan el material y la calidad que aportan a cualquiera de sus películas".
Las mayores estrellas: El reparto de la comedia
Con la idea de reflejar el glamur de la maquinaria del estrellato de los años cincuenta, los cineastas reunieron un grupo de talentos que brillan con la misma fuerza que aquellos actores del gran momento de Hollywood, empezando con el personaje central de Eddie Mannix, el solucionador problemas del estudio, un hombre que lo ha visto todo y más, al que da vida Josh Brolin.
"Eddie está disponible 30 horas diarias", explica Josh Brolin. "Siempre pasa algo, pero lo mejor de todo es que, a pesar del estrés, le encanta ser el poli del estudio y tener que estar en cien sitios diferentes a la vez. ¿Cuál es el problema? ¿Cómo lo soluciona? Quiere estar ocupado. Es el mundo de la farándula, pero es un negocio".
El secreto del éxito de Eddie, según Josh Brolin, se debe a que "es una genial figura paterna, una fuerza paternal, y me cae bien por eso. En privado es muy inseguro, pero cuando se le ve trabajar en los platós, cuando debe rescatar a todos esos críos depravados, le empuja una férrea lealtad al estudio y a Nick Schenk, su jefe, el hombre que le dio una oportunidad. No deja que nada se le escape".
Y como cualquier buen padre, Mannix sabe "cuándo ser severo y cuándo ser cariñoso", añade Josh Brolin. "Los actores saben que pueden contar con él, que les protegerá dentro de la burbuja del estudio. Pero si sales de la burbuja y eres desleal, no funcionas en el seno de la familia. Es la típica mentalidad mafiosa, fiel reflejo del pasado de Eddie cuando era portero de un cabaret".
Hay momentos en que los constantes escándalos que debe ocultar a diario amenazan con sobrepasar al solucionador de problemas, pero según el actor, el estrés alimenta a Mannix. "A algunas personas les gusta el estrés, es su vida. Disfrutan resolviendo problemas; y para eso, hacen falta problemas. El cine es así, un negocio con un montón de gente buscando estrés. Lo más irónico es que siempre se quejan del estrés, pero no sabrían vivir sin él. Igual que Eddie Mannix".
Una de las compañeras de Mannix en Capitol Pictures es la montadora C.C. Calhoun, a la que interpreta la oscarizada Frances McDormand. Según la actriz, la montadora lo controla todo y nadie se acerca a su Moviola de última generación sin su invitación. "No se permite a ningún actor entrar en la sala de montaje", dice Frances McDormand. "Verse en la moviola les cohíbe".
C.C., la montadora de confianza de Capitol, siempre está escondida detrás de un par de gafas de culo de botella y una espesa nube de humo. Conocida por trabajar 24 horas al día, siempre está dispuesta a ayudar a Eddie con lo que pasa - bueno o malo - durante un rodaje.
Mannix es una de las pocas personas que pueden entrar en la sala de montaje sin avisar, y los dos comparten muchos secretos, pero C.C. no es de las que hablan: "Nunca divulgaré este tipo de información", dice Frances McDormand, viviendo su personaje. "Ni hablar. Hice un juramento cuando empecé a trabajar en el estudio. Además, ya se sabe, en boca cerrada no entran moscas".
Otro miembro del reparto de crucial importancia que, según él, vuelve a hacer el papel de "idiota" en una película de los hermanos Coen después de O Brother, Crueldad intolerable y Quemar después de leer, es George Clooney. Añade que el personaje de Baird Whitlock "es posiblemente el más idiota de todos. Es una estrella de cine y no se entera de nada, algo que no ocurre en la vida real, ¿verdad?", y sonríe.
Baird, el protagonista del próximo estreno bíblico "¡Ave, César!", ha hecho muchas películas para el estudio. Al contrario de otros actores y actrices con contratos draconianos, no le molesta ser un producto exclusivo. "Está acostumbrado a que le cuiden, se siente cómodo y protegido en ese mundo", explica George Clooney.
El actor está de acuerdo con Josh Brolin en que Mannix es una figura paternal sin par. "Hace de padre de todos los personajes de la película", dice. "La carga de Eddie es tener que ocuparse de todos esos niños malcriados y egocéntricos con un montón de dinero que no distinguen el norte del sur. En realidad, actúa como una brújula moral".
Baird Whitlock es el actor que más trabajo da a Eddie Mannix sin lugar a dudas. Sus devaneos amorosos y sus ganas de juerga no tienen límite. Pero cuando un misterioso grupo llamado "El futuro" secuestra a Whitlock y reclama un rescate, las cosas se ponen muy feas.
Además de la desaparición del preciado actor, Mannix debe resolver el problema de DeeAnna Moran, interpretada por Scarlett Johansson, que trabajó en El hombre que nunca estuvo allí, de los Coen, a los 15 años. "DeeAnna es muy profesional, pero debido a un desgraciado acontecimiento en el plató, se encuentra en una posición incómoda, tanto figurada como literalmente, y necesita ayuda", explica la actriz. "A Eddie Mannix se le debe ocurrir algo para que pueda mantener una fachada de pureza e inocencia".
DeeAnna está en pleno rodaje de una espectacular película acuática para Capitol. La actriz ha hecho ganar millones al estudio gracias a su belleza e inteligencia, unidas a un talento acuático innato y a la habilidad de navegar por aguas turbulentas. Es capaz de cualquier cosa para seguir siendo la número 1, y Mannix le ofrece una solución viable, muy parecida a la que recurrió la actriz Loretta Young cuando se encontró en un apuro similar.
DeeAnna es una mujer muy libre para la época, le gusta pasarlo bien tanto como trabajar, y Scarlett Johansson decidió que no sería exigente. Está en un apuro muy serio y es perfectamente sincera con Mannix: "Hace tiempo que DeeAnna y Mannix se conocen", explica la actriz. "No hace falta que actúe con él. Eddie sabe lo que pasa y DeeAnna puede hablar francamente. Tienen una relación cómoda y ella se fía de él".
Siempre que Eddie Mannix necesita un testigo irreprochable, recurre a Joe Silverman, encarnado por Jonah Hill. Además de ser el hombre más fiable de todo el planeta, Joe sabe mantener la boca cerrada. Y tratándose de salvar a una de las mayores estrellas de Capitol Pictures, la credulidad de Joe será una bendición.
Burt Gurney, el personaje de Channing Tatum, es toda una estrella. Ha conquistado al público del mundo entero y es uno de los actores más rentables que ha producido el sistema hasta la fecha. Nada le induciría a ser desleal a sus creadores... o al menos, eso creían todos.
"Burt es un actor típico que sigue actuando cuando se apaga la cámara", explica Channing Tatum. "Es rubio, lleva el pelo un poco largo y no piensa. Es de esos que tiene un traje para cualquier ocasión, un traje para conducir, un traje para salir de noche... Es muy exagerado, incluso teatrero".
Y al igual que muchos actores de la película, guarda un secreto, pero Channing Tatum no tiene la menor intención de revelarlo: "Me limitaré a decir que no es exactamente lo que parece".
Otro de los dilemas de la película gira en torno a Hobart (Hobie) Doyle, el famoso vaquero cantante de Capitol Pictures, y el exigente y sofisticado realizador dramático Laurence Laurentz. Hobie, un auténtico vaquero que fue descubierto por algún ejecutivo de Capitol y catapultado a la fama, se esfuerza en ser un buen actor y en controlar su acento. Cuando se involucra accidentalmente en el misterio del secuestro de Baird, pasará de ser un héroe de la pantalla a serlo en la vida real.
Alden Ehrenreich hace el papel del joven que se siente más cómodo en compañía de un caballo que con la gente. El estudio le obliga a invitar a una joven actriz en ciernes, Carlotta Valdez (VERONICA OSORIO), al estreno de su nueva película de vaqueros, "Lazy Ol' Moon" (Luna perezosa). "Se trata de un golpe publicitario para que el público crea que son pareja", explica Alden Ehrenreich, y añade, riendo: "Pero Hobie sería mucho feliz en compañía de su caballo Whitey".
Luego alguien del estudio tiene la genial idea de endorsar a Hobie al famoso director Laurence Laurentz para que protagonice un sofisticado drama de salón, algo que no va con él, y que saca de quicio al director y al actor. Laurentz, un prestigioso realizador europeo, es de lo más granado que ha pisado el estudio. A pesar de su inmensa paciencia, incluso con los actores mediocres, tal vez nunca ha tenido que enfrentarse a alguien como Hobie.
"Hobie es totalmente inadecuado para el tipo de película que va a rodar Laurentz", explica Ralph Fiennes, dos veces nominado a una estatuilla, que encarna al puntilloso y exigente director. El actor shakespeariano vuelve a meterse en un papel cómico después de El gran hotel Budapest.
"Laurence no puede elegir", sigue diciendo. "Le ordenan que trabaje con el joven actor. Hobie tiene mucho éxito en películas del Oeste, pero no significa que pueda hacer otra cosa. Es un vaquero al que piden que se transforme en un hombre de sociedad y se mezcle con personas vestidas con traje de noche. No consigue pronunciar correctamente los diálogos. Laurence necesita a un actor sofisticado, seguro de sí mismo, nada que ver con Hobie. Y cuanto más intenta enseñarle, peor, más nervioso se pone".
Otra idea realmente cómica es el doble papel de Thora y Thessaly Thacker, dos gemelas a las que separa una tremenda rivalidad y que escriben sendas columnas de cotilleo, aunque ellas lo consideran noticias. Thora y Thessaly nacen de la fusión de dos rivales en la vida real, Hedda Hopper y Louella Parsons, y de las gemelas Abigail Van Buren y Ann Landers, que daban consejos en sus columnas. Una de las tareas más complicadas de Mannix es impedir que las hermanas publiquen cotilleos inapropiados, para lo que debe sobornarlas con "exclusivas".
La oscarizada Tilda Swinton da vida a Thora y a Thessaly. "Son gemelas, pero prefieren fingir que la otra no existe", dice. "Cada una es una espina clavada en la otra. Compiten en todo, desde el tamaño de los sombreros a las historias, y darían lo que fuera por ser la única. Son increíbles".
Y para complicarlo aún más, mucha gente nunca sabe si habla con Thora o con Thessaly. "Eddie Mannix nunca está seguro", dice Tilda Swinton. "Una tiene diecinueve millones de lectores, y la otra, veinte. Una tiene un lugar aquí, y la otra allí. Con razón, ninguna de las dos se considera columnista de cotilleos, son 'comentaristas culturales'".
Tilda Swinton dice que la atracción de sus dos personajes se encuentra en sus antecedentes en la vida real: "Thora y Thessaly forman parte de la máquina que fabrica mitos, algo de gran importancia entonces. Era un mundo de ensueño diseñado por personas que tenían poco de soñadoras. Su trabajo es hacer caer a las diosas y a los dioses de sus pedestales, pero para eso es necesario subirlos ahí arriba primero. Si no es así, no tendrán nada que contar en su columna. Es un círculo vicioso: se les aúpa al pedestal, se les destroza, se les vuelve a aupar..."
Habituales y no habituales: En el plató con los hermanos Coen
Mannix no es el único que consigue hacer sentir seguros a los actores. Los intérpretes y técnicos del Equipo Coen también se sienten protegidos. Muchos de ellos habían trabajado antes con el director y el productor, pero incluso la primera vez disfrutaron de un rodaje relajado por haberse planeado meticulosamente de antemano.
Aunque, hasta ahora, solo requieren sus servicios para papeles de tonto, George Clooney hace la maleta en cuanto los Coen le llaman. "Si uno se fija en la historia del cine, y concretamente en los grandes directores, ninguno seguía realizando grandes películas después de treinta años", dice el actor. "En general, las mejores obras se sitúan al principio o a medio camino de la carrera de un director, pero las películas de los Coen siguen siendo increíbles. La historia les colocará al lado de los más grandes cineastas".
Continúa diciendo que los hermanos Coen, a su manera, siguen el estilo clásico de hacer cine que describen en ¡AVE, CÉSAR! "Solo ruedan lo que van a usar", explica. "En parte se debe a que empezaron como montadores. En muchos proyectos, te mandan el guión en octubre y ruedas en marzo. Entretanto, has recibido varias versiones. Pero no ocurre con Joel y Ethan. El guión sigue siendo el mismo y solo ruedan las tomas que van a usar. Ya han montado la película en su cabeza, la están viendo".
Channing Tatum reconoce que bastó con una llamada para que se apuntara. No era la primera vez que interpretaba un papel cómico después de las dos entregas de Infiltrados, y también había bailado en Magic Mike. "Pero no había hecho nada parecido para Joel y Ethan Coen", dice, entusiasmado. "He aprendido muchísimo trabajando con ellos. Son muy específicos, se aseguran de que todo sea históricamente perfecto. No solo se meten con la industria del cine y su historia, también la homenajean. Es una auténtica proeza".
El actor se dejó conquistar por la forma de rodar las películas en la edad de oro. Reconoce que le sorprendieron sobre todo los fondos pintados, tan propios de ese periodo. A pesar de ser totalmente artificiales, cambian completamente vistos a través del objetivo de la cámara, parecen reales. "Me quedé asombrado", dice. "Entendí cómo se hacían las películas en esa época, desde la manera de rodar, hasta la manera en que la cámara pasaba de un decorado a otro. Fue como pasear por un sueño en un estudio del año 1951".
Scarlett Johansson se sintió atraída por la época en que transcurre la historia. "Pensé que sería interesante trabajar en una película de época que tiene lugar en la edad de oro de Hollywood", explica. "¿A qué actor no le gustaría hacer eso? No hay más que fijarse en los trajes, el glamur, la calidad de las películas, el entorno. No lo dudé ni un momento. Además, los hermanos Coen son muy abiertos en los rodajes. Saben lo que quieren, pero escuchan todas las sugerencias. Crean un entorno seguro, muy creativo".
Josh Brolin, que ha trabajado en varias películas de los hermanos Coen, entre ellas No es país para viejos, reconoce riendo que para él lo más atractivo del proyecto fue que le daba una bofetada a George Clooney... varias veces seguidas, gracias a las diferentes tomas. "Es extraño, pero a Clooney no pareció importarle". Cuando debían ensayar la escena de la bofetada, George Clooney aún estaba en Inglaterra. Le mandó un correo electrónico a Joel Coen para disculparse, añadiendo: "Dile a Josh que podrá abofetearme cuanto quiera cuando me vea".
"Fue muy profesional por su parte", sigue diciendo Josh Brolin. "Nos lo pasamos muy bien rodando la escena. George es genial y no puso ninguna pega, al contrario".
Eddie Mannix no abofetea a Whitlock por maldad. "Recibe una torta porque tiene una rabieta", explica. "Quiere unos Froot Loops, unos caramelos, y no puede porque ya ha comido mucho azúcar. Debe aprender a entender el significado de la palabra 'No'. Debe entender que falta al respecto a todo el mundo. ¿Recuerdan cuando Cher abofetea a Nicolas Cage en Hechizo de luna? Pues eso mismo".
Para Ralph Fiennes también es la primera vez que trabaja en una película de los hermanos Coen, aunque reconoce que llevaba años esperando su llamada. "Sus guiones son sorprendentes y totalmente impredecibles, tanto para los personajes como para la trama", dice. "No hay una sola película suya que se parezca, pero si se ven todas, hay algo en común, una marca".
La experiencia superó sus expectativas: "Joel y Ethan dirigen con gran discreción, son muy relajados. No es lo habitual, el ambiente en el plató era sensacional. Sin embargo, se trabajaba deprisa y se conseguía mucho, algo que no suele ocurrir muy a menudo en otros rodajes. Tienen un equipo y confían plenamente en todos los que trabajan con ellos. Es un sistema muy eficiente".
La recreación de la edad de oro: El diseño de la película
¡AVE, CÉSAR! es la sexta película del diseñador de producción Jess Gonchor con los cineastas, empezando por la oscarizada No es país para viejos, hasta Valor de ley, por la que fue nominado al Oscar a la Mejor Dirección Artística. Pero este proyecto prometía ser especial desde el principio. "Hacer una película en torno al rodaje de otra es diferente", dice el diseñador. "Me extrañaría volver a tener una oportunidad semejante, por eso intenté disfrutar al máximo en esta".
Jess Gonchor y su equipo se zambulleron de lleno en los años cuarenta y principios de los cincuenta para documentarse acerca de cómo se rodaba entonces. Por suerte, fue la época en que los estudios empezaron a contratar a un fotofija para documentar los rodajes. No solo disponía de un archivo enorme, también tuvo ocasión de hablar con personas que trabajaron entonces y estaban más que dispuestas a contar sus recuerdos. "Me lo pasé realmente bien estudiando todas las fotos y siguiendo los pasos que daban los directores artísticos de la época para diseñar las películas", dice.
Pero el trabajo de documentación se multiplicó ya que en ¡AVE, CÉSAR! se ruedan varias películas. "Siempre aparecía algo nuevo y alguien decía: 'Mirad lo que hicieron en La túnica sagrada', 'Fijaos en esta película de Roy Rogers'. Todo el mundo participaba y disfrutaba", explica el diseñador.
Jess Gonchor se fijo en cómo se rodaba entonces, en los enormes platós donde el realizador, el director de fotografía y el equipo de cámara parecían estar en una isla perfectamente delimitada. Hoy en día, el director no necesita estar cerca de la cámara. Puede controlarlo todo desde los monitores de vídeo e incluso desde un iPad. Los platós tampoco son enormes, ya que es posible aumentarlos digitalmente durante la posproducción.
Otra diferencia que sorprendió al diseñador de producción fue la forma de vestir del equipo: "Ahora todos llevamos vaqueros y camisetas, pero en los cincuenta, los hombres llevaban pantalones, chaquetas e incluso trajes. Fumaban en el plató y la maquinaria era enorme".
Por suerte, Jess Gonchor pudo hacerse con equipos de época, como cámaras, focos y ventiladores para los rodajes que tienen lugar en ¡AVE, CÉSAR! "Fue maravilloso disponer de cámaras y del equipo que usaban entonces", dice el diseñador. "Gracias a eso todo parecía real".
Jess Gonchor y su equipo trabajaron muy de cerca con el director de fotografía Roger Deakins, nominado nada menos que a trece estatuillas, y con la diseñadora de vestuario Mary Zophres, dos colaboradores habituales de los Coen, para escoger los colores que diferenciarían el entorno de Capitol Studios y los decorados donde se rodaban las diversas películas.
"Tratándose del despacho de Eddie Mannix, decidimos que sería casi como una fábrica, nada glamuroso", explica el diseñador. "Pero los platós eran lo opuesto, llenos de colores brillantes y de elementos fantasiosos. Los decorados eran enormes para mostrar cómo se viajaba en el mundo mágico del cine de los grandes estudios".
Jess Gonchor se llevó una de las mayores sorpresas ya bien entrado el rodaje, después de haber creado secciones de la Vía Apia y todo un templo romano para la epopeya bíblica. Alguien del equipo descubrió fotos de archivo en la biblioteca de UCLA (Universidad de California Los Ángeles) de la famosa Quo Vadis y comprobaron que "habíamos hecho lo que hacían entonces, hace 70 años. Fue un gran día para nuestro departamento".
La diseñadora Mary Zophres, nominada al Oscar por su trabajo en Valor de ley, de los hermanos Coen, empezó a documentarse para el vestuario de ¡AVE, CÉSAR! incluso antes de que el proyecto recibiera la luz verde, después de reunirse una sola vez con los cineastas. "Para cuando empezó la preproducción, ya tenía todos los bocetos individuales y conjuntos preparados. Nunca había dibujado tantos y había tenido tantas ideas. Y menos mal que me adelanté, porque incluso con doce semanas de preparación casi no tenía bastante para tantas películas dentro de una película. Fue un reto, desde luego, pero también fue genial, el sueño de cualquier diseñadora".
El diseño de ¡AVE, CÉSAR!, al contrario de una película normal, es muy variado. La historia principal está diseñada según un estilo, pero cada una de las películas que se ruedan son totalmente diferentes, por lo que la paleta de colores y el vestuario cambian radicalmente, pasando de las túnicas romanas a los trajes de sirenas, y del vestuario de una película de vaqueros a los trajes de noche típicos de los cincuenta.
Para el vestuario de la historia principal, la diseñadora se documentó viendo películas de finales de los cuarenta. Aunque ¡AVE, CÉSAR! transcurre en 1951, Mary Zophres dice: "En realidad, en esa época nadie iba a la última moda. La gente solía seguir con la ropa de unos años atrás".
No hacía mucho que había vestido a Josh Brolin en Gangster Squad: Brigada de élite, y quería que su vestuario en esta película no tuviera nada que ver con la anterior. Dado que no se cambia de traje durante la película, Mary Zophres recorrió varias tiendas de vestuario hasta encontrar el traje cruzado que encajaba a la perfección con el actor por el corte y el color, marrón no muy oscuro. "Buscaba un look muy específico para Josh, por eso le dije que se dejara el pelo un poco más largo para que se vieran los cabellos grises", explica la diseñadora. "Estaba muy delgado durante la preproducción y le pedí que comiera todo lo que le apeteciera con la finalidad de conseguir más presencia para la cámara".
La idea de que Josh Brolin llevara bigote se le ocurrió viendo fotos de los presidentes de los estudios, y concretamente una de Walt Disney, que según ella "llevaba un bigotito genial". También onduló el pelo del actor. "Cuando le miré, tuve la impresión de que acababa de salir del año 1951, era mágico", recuerda.
Para rematar el aspecto del personaje, Josh Brolin lleva un sombrero de fieltro tipo "homburg", algo más redondeado que el típico "fedora" de las películas de gánsteres. "Es el único que lleva ese tipo de sombrero porque es el protagonista de la película, y queríamos diferenciarle claramente de los otros personajes".
La meticulosidad y respeto a la época también se incorporaron al vestuario de los miles de figurantes. En total se necesitaron casi 3.000 trajes, de los que 500 fueron hechos a medida. La directora de casting de la figuración, DEBBIE DeLISI, tiene un don especial para escoger rostros, que también parecían salir del pasado. "Algunas personas son contemporáneas, da igual como se las maquille o peine", dice. "También hay que tener cuidado con el corte de pelo, buscar mujeres que no estén teñidas y que no se hayan puesto Botox, y eso no es fácil en Los Ángeles", añade, riendo.
Los extras debían parecer auténticos, pero tampoco debían desviar la atención de los personajes principales. Todos los hombres llevan pantalones de cintura alta y todas las mujeres ropa interior típica de los cincuenta.
"Vestir a los extras es el mejor aprendizaje para un diseñador de vestuario", dice Mary Zophres. "Siempre invento historias para todos los personajes, deben parecer reales y, a la vez, formar parte del conjunto".
El vestuario de Tilda Swinton fue coser y cantar, según la diseñadora: "A Tilda le queda bien cualquier cosa. Reconozco que nos pasamos un poco con ella, aunque forma parte de la parte 'realista' de la película. Pero es un personaje especial porque son dos. Las dos llevan trajes de chaqueta y sombreros con pluma. Una de las hermanas inclina la pluma hacia la derecha, la otra, hacia el lado opuesto".
El vestuario de Channing Tatum corresponde al de los actores de la época, concretamente a lo que llevaba Troy Donahue y Tyrone Power. En la secuencia del cabaret, un momento crucial para su personaje y para que destaque entre los demás, lleva un bléiser color crema y una camisa sin corbata, un estilo inspirado en una fotografía de Power. Casi todos los demás actores, incluso Alden Ehrenreich, visten de oscuro, aunque este último tiene un vestuario de lo más variado, que va de las camisas vaqueras a cuadros, pasando por ropa casual, al esmoquin.
Muchos personajes y la figuración masculina llevan trajes en diferentes tonos de marrón que contrastan fuertemente con el brillante tecnicolor de las películas que se ruedan en el estudio. Para el vestuario de estas películas, la diseñadora estudió los modelos de varios diseñadores cinematográficos de la época, como Edith Head y Adrian, por ejemplo, para conseguir el look adecuado.
En cuanto a George Clooney, "se pasa casi toda la película con falda y le gusta que esté por encima de la rodilla", y añade, con cara de sorpresa: "¿Quién iba a pensar que George tuviera unas piernas tan estupendas?"
En realidad, la famosa "falda" es una túnica romana que le llega a media pierna con peto de cuero y sandalias muy específicas que nos recuerdan a películas como Ben-Hur. Las sandalias de George Clooney, los sombreros de Tilda Swinton y los gorros para la escena de natación sincronizada protagonizada por Scarlett Johansson fueron hechos a medida.
En total, la diseñadora tuvo que vestir a 170 figurantes romanos, soldados inclusive, además de 120 israelitas y entre 40 y 50 esclavos. "Y eso solo era una de las películas dentro de la película", acaba diciendo.
Por si no fuera bastante, todos los figurantes debían pasar por la peluquería. La diseñadora de peinados CYDNEY CORNELL reconoce que se inspiró directamente en epopeyas como Quo vadis, Ben-Hur y La túnica sagrada.
Los trajes más complicados tal vez fueron los de las "sirenas" para la secuencia acuática. Todas debían poder nadar a pesar de llevar colas cubiertas de cuentas para simular las escamas. "Mary se preocupó mucho de que encajara con cada una de nosotras y de que estuviéramos cómodas", dice Scarlett Johansson. "Sus diseños eran flexibles. El traje de sirena era restrictivo, desde luego, pero consiguió que fuera fácil ponérselo y quitárselo".
Canto, baile y lazo: Un rodaje por todo Los Ángeles
Scarlett Johansson ensayó la secuencia del ballet acuático con cola de sirena en "una piscina bastante mugrienta en pleno Manhattan", dice, riendo. "El traje era muy ligero, pero la cola flotaba, y tuvieron que inventarse algo para que no se levantara mientras nadaba. Lo consiguieron después de unos cuantos intentos".
"Scarlett estaba dispuesta a todo", dice MESHA KUSSMAN, que se encargó de coreografiar la secuencia del ballet acuático. "Es muy dinámica. En cuanto le pedíamos que hiciera algo, brillaba. Fue fantástico verla".
Mesha Kussman, la directora del grupo de natación sincronizada Aqualillies, se ocupó de toda una secuencia que transcurre en la superficie de una piscina: "Joel y Ethan sabían perfectamente lo que querían. Los movimientos debían ser perfectos y estar llenos de gracia, como en las películas de la época. Acordamos trabajar con treinta y dos nadadoras que desarrollaran formas cambiantes para crear una ilusión caleidoscópica. Treinta y dos nadadoras era el número exacto para dar la sensación de que había muchas más nadando en círculos perfectos y para que Scarlett pudiera zambullirse entre ellas con el suficiente espacio".
La coreógrafa se inspiró en las películas de Esther Williams, cuyos ballets acuáticos solían estar coreografiados por el gran Busby Berkeley. No fue una casualidad que la secuencia se rodara en la piscina del plató 30 de los estudios Sony, entonces MGM. Los cineastas y el director de fotografía también se "empaparon" viendo películas de Esther Williams, lo que les ayudó a decidir cuál era la mejor posición para la cámara y a cuántas nadadoras necesitarían para conseguir el efecto deseado. "Fuimos las primeras nadadoras en usar la piscina para una escena de este tipo desde la época de Esther Williams", dice Mesha Kussman con una enorme sonrisa. "Estábamos entusiasmadas con la idea".
El coordinador de especialistas TAD GRIFFITH estuvo muy ocupado durante el rodaje con las escenas de la película de vaqueros y echando una mano a Mesha Kussman con el ballet acuático. La piscina se preparó con enorme cuidado para evitar cualquier tipo de sorpresa. "Nos pusimos de acuerdo con los diversos departamentos durante la preproducción, poniendo el énfasis en la seguridad de todos los miembros del equipo y en la preparación de la piscina, es decir, atrezo, decorado, etcétera", explica el coordinador. "Luego trabajamos con especialistas en sistemas de poleas para las plataformas y con la gente de efectos especiales que debían crear las fuentes en el decorado. Ensayamos con dobles para descubrir cualquier posible problema y estar preparados para cualquier eventualidad".
Tad Griffith, un especialista de tercera generación que empezó a trabajar en el cine a los cinco años, también supervisó y ayudó a Alden Ehrenreich a entrenarse para algunas de las escenas más complicadas. "Nos preparamos mucho con los caballos", explica. "Alden se entrenó durante seis semanas, tres veces a la semana. Lo primero fue enseñarle a relajarse cuando estaba encima del caballo y decidir a qué velocidad se sentía cómodo".
GATTLIN GRIFFITH, el hijo del coordinador, se encargó de algunos de los movimientos a caballo más complicados, pero Alden Ehrenreich aprendió a manejar el lazo y a disparar desde la silla, y pudo hacer la mayoría de lo que requerían los cineastas. "Estoy muy orgulloso de Alden", dice Tad Griffith. "Aprendió muy rápido, casi puede vanagloriarse de ser un verdadero vaquero. Ya sabe hacer trucos encima de un caballo en movimiento, lanza el lazo y dispara como un profesional. Si vuelven los espectáculos del Lejano Oeste, tiene una plaza asegurada".
El actor es algo más modesto hablando de sus logros: "No me describiría como un experto con el lazo. Vamos a dejarlo en que soy un buen principiante. Me enseñó CLIFF McLAUGHLIN, cuyo padre fue el mejor lacero del mundo y trabajó con Roy Rogers y Gene Autry. Aprendí a hacer un 'flat loop', un nudo especial, y lo básico con el lazo. Me divertí mucho".
Otro especialista muy valioso fue el coreógrafo CHRISTOPHER GATTELLI, ganador de un Tony por el musical "Newsies", estrenado en Broadway, y nominado a un Tony en 2008 por "South Pacific". Sin embargo, la coreografía del número principal de Channing Tatum era su primer encargo para un largometraje. Reconoce que la oportunidad de homenajear a bailarines de cine tan famosos como Gene Kelly y Fred Astaire fue un sueño hecho realidad.
La secuencia se centra en el personaje de Channing Tatum, un marinero bailarín a punto de zarpar: "Channing es muy físico, muy al estilo de Gene Kelly, lo que era una ventaja", dice el coreógrafo. "El baile gira en torno al amor, e incluye claqué y acrobacias, tanto para Tatum como para los bailarines que le apoyan. Channing sabía bailar, pero no tenía ni idea de claqué. Eso sí, aprendió rápido. Tiene un don innato que nos vino muy bien porque debía bailar con algunos de los mejores bailarines de claqué que conozco.
Channing Tatum también demostró estar a la altura de las acrobacias requeridas en la secuencia. "Ocurren muchas cosas", explica Christopher Gattelli. "Hay swing, saltos. Por ejemplo, en un momento dado, Channing hace el pino, da una voltereta hasta la barra y acaba en una mesa de un salto. Estuvo fenomenal. Encarna la perfecta combinación como actor".
Channing Tatum también es bastante más modesto describiendo sus logros, sobre todo en lo que respecta al claqué: "Sabía desde el principio que aprender claqué no sería fácil", recuerda, riendo. "Pero no tenía ni idea de que fuera tan difícil. Me quito el sombrero ante Chris Gattelli y MEREDITH PATTERSON (la asistente coreógrafa); fueron muy pacientes y comprensivos".
El actor reconoce que solo se aprende repitiendo los movimientos una y otra vez: "Lo más difícil es aprenderse la coreografía de memoria. Para bailar claqué no solo hay que aprender a hacer el sonido, sino a ser musical. Es como tocar un instrumento. No debería llamarse claqué, sino percusión del pie. Tocas parte de la canción con los pies".
Obviamente, una película en torno a la edad de oro del cine debía rodarse en Los Ángeles. Los cineastas debieron encontrar decorados icónicos que no hubiesen sufrido grandes cambios desde los años cincuenta, además de lugares famosos conocidos por el público amante de las películas clásicas.
Según el director de localizaciones JOHN PANZARELLA, "The Lot", antaño Warner Hollywood, y antes Goldwyn Studios, situado en Hollywood Oeste, sirvió de base de operaciones para ¡AVE, CÉSAR!
Muy pronto en la preproducción se escogieron dos decorados clave, donde se rodaría la película del Oeste y, sobre todo, la de romanos. "Ahí estábamos, en el sur de California, pero necesitábamos la Vía Apia, que se encuentra en Italia", explica John Panzarella. "Había que descubrir dónde se rodaría la secuencia en el Hollywood de 1950".
Los cineastas acabaron decidiéndose por el Big Sky Movie Ranch en el valle Simi, donde se rodó la famosa serie "La casa de la pradera". "Escogimos un camino de tierra totalmente recto, colocamos varios pinos piñoneros, unos cuantos monumentos y un arco, y lo convertimos en la Vía Apia con 200 centuriones", dice.
Para las secuencias de la película de vaqueros, se inclinó por un decorado típico de las películas de la época, el parque natural Vasquez Rocks. "Se rodaron un sinfín de películas del Oeste allí", dice, "y uno de los más famosos episodios de Star Trek, 'The Arena'. También sirvió de decorado para el pueblo de Piedradura en las películas de Los Picapiedra. Es el típico paisaje de las películas del Oeste, fue genial rodar allí".
No tuvieron que desplazarse muy lejos para encontrar el pozo de Josafat para la epopeya bíblica. Las Cuevas Bronson se encuentran en el parque Griffith de Los Ángeles, y la antigua cantera empezó a servir de decorado en 1919. "La primera entrega de La invasión de los ladrones de cuerpos, Batman y también The Monkees se rodaron allí".
El interior del cabaret donde Hobie y Carlotta aparecen juntos por primera vez se rodó en el Hollywood Palladium, que hoy se usa como sala de conciertos, y el exterior es la fachada del cercano Fonda Theatre. "El Palladium se inauguró la noche de Halloween de 1940", dice John Panzarella. "Los primeros en salir fueron Tommy Dorsey y Frank Sinatra. Desde entonces, todo el mundo ha tocado allí, los Rolling Stones, Bob Dylan, los Grateful Dead, Neil Young, Tito Puente y un montón de grupos latinos. No ha cambiado mucho desde esa noche de 1940, era el mejor sitio para rodar la secuencia del supercabaret, ¿verdad?"
El hogar del solucionador de problemas acabó siendo dos casas: los interiores se rodaron en Silver Lake y el exterior en Echo Park.
La famosa piscina del plató 30 de Sony sirvió para la secuencia del ballet acuático, pero fue bastante más complicado encontrar los exteriores de Capitol Pictures, ya que la mayoría de los grandes estudios has modernizado sus edificios. El único que encajaba era el de Warner Bros., explica John Panzarella: "Ha mantenido en gran parte el aspecto de entonces y es un edificio totalmente al estilo clásico de Hollywood. Nos bastó con retirar los coches y algún que otro equipo. Las personas que trabajan allí se quedaron asombradas cuando vieron las calles totalmente desiertas, sin vehículos, como en la época".
Capitol Studios también tuvo la aportación de algunos exteriores rodados en la magnífica Union Station, en pleno centro de Los Ángeles.
Y para concluir: Acaba el rodaje de ¡AVE, CÉSAR!
Para la mayoría de actores de ¡AVE, CÉSAR!, la película representa un puente entre la edad de oro de Hollywood y la forma actual de rodar, enseñando lo bueno y lo malo de otra época.
George Clooney habla de lo que debía ser convertirse en un actor contratado por un gran estudio en el momento culminante de Hollywood. Compara el compromiso a largo plazo al que los jóvenes deportistas se enfrentan actualmente. "Es como hacer un pacto con el diablo", dice. "Es maravilloso que te ofrezcan un contrato, que te contraten. Al principio parece que ganas mucho dinero, pero luego te das cuenta de que es todo lo contrario. Sigue ocurriendo hoy en día, sobre todo con los deportistas jóvenes".
Él mismo lo comprobó muy al principio de su carrera, cuando firmó un contrato restrictivo, aunque mucho menos draconiano que los de entonces. "Sé lo que significa trabajar en un solo estudio, conocer a todos los técnicos y todos los platós. Lo he catado".
"Hay algo que no ha cambiado, y es el proceso mismo de la producción, al que ¡AVE, CÉSAR! rinde homenaje", sigue diciendo. "Ha habido grandes avances, pero seguimos rodando con una cámara montada en una grúa. La iluminación sigue siendo la iluminación. El sonido es el sonido, y el director sigue decidiendo si la toma es válida".
Tilda Swinton está de acuerdo con su compañero de reparto: "Las películas siguen transportándonos, incluso a los que tenemos la suerte de hacerlas. Hay algo eterno en el cine. Ya lo dice Eddie Mannix refiriéndose a Baird Whitlock: 'No puedo dejar que se sepa la verdad aunque le amenace con hacerlo, porque debe seguir siendo una fantasía, un sueño'. El público lo necesitaba entonces y lo necesita ahora".
Antaño, el solucionador de problemas en un estudio era la garantía de que la imagen de las estrellas estaba protegida. "Tengo la impresión de que hoy se necesitan más que nunca", añade Channing Tatum. "Ahora, las estrellas contratan a publicistas y abogados simplemente porque un 'fixer' no podría con todo. Hoy en día hay que andarse con mucho cuidado, pero en 1951 podías hacer la peor barbaridad, llamar a Eddie Mannix y decirle: 'Tío, he metido la pata'. Y él contestaba: 'No toques nada, voy para allá'. Da un poco de miedo pensarlo".
Josh Brolin comenta que algunos de los problemas que resuelve Mannix tal vez no escandalizarían a nadie, pero hay paralelismos contemporáneos. "Los problemas han cambiado, pero ahora tenemos el National Enquirer y ese tipo de publicaciones. Esos periodistas no se rinden nunca porque están convencidos de que todo actor, director o productor miente, que nunca dice la verdad, y que si siguen escarbando, encontrarán algo. El problema es que el 50% de las veces tienen razón. E incluso cuando no la tienen, si te enfrentas a ellos, rehúsan reconocerlo".
En opinión de Ralph Fiennes, detrás del humor de ¡AVE, CÉSAR! vive un auténtico microcosmos del negocio del entretenimiento: "La película estudia la jerarquía, la vanidad, la inseguridad y la soledad. Observa el sueño del éxito y el dolor del fracaso. Muestra hasta qué punto está expuesta la fragilidad humana y cómo aumenta en el mundo del cine y del teatro".
Hay algo que no ha cambiado, añade el actor, y es el difícil equilibrio entre el negocio y el arte. "Los directores siguen queriendo imprimir su idea a la película, pero una visión artística no siempre funciona a la hora de hacer entrar al público en el cine".
Channing Tatum acaba diciendo que si algo no ha cambiado, es que las películas todavía sirven para ayudar al espectador a escapar. Según él, lo mejor de ¡AVE, CÉSAR! es que "la película es muy entretenida a cualquier nivel. Se trata un tributo a un arte, aunque parte del barniz se haya perdido con los años".